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EL BEBÉ INESPERADO DEL SEDUCTOR MULTIMILLONARIO por cyntia

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Naruto veía a Sasuke Uchiha desde su posición junto a las enormes columnas que rodeaban la sala de fiestas. Su gracia natural y la seguridad total y absoluta estampada sobre sus rasgos denotaban una vida pasada entre lujos. Naru reconoció esa mirada y  ese comportamiento porque no habían formado parte de su naturaleza en su vida hasta el día en que había luchado por librarse de la maldición y por hacerse un nombre.

Estaba claro que el italiano alto de pelo oscuro y ojos negros no había pasado ni un día de su vida con necesidades o sin lujos. Sasuke Uchiha era una fuerza que había que tener en cuenta, y naru tenía planeado encontrarse con él exactamente en media hora en una de las enormes salas de debate del local para lanzar un concepto publicitario para su empresa de juguetes.

Este evento en España había reunido a propietarios de corporaciones y una variedad de magnates, además de a los nombres más destacados en la industria de la publicidad. Él estaba ahí representando a su empresa, decidida a conseguir como cliente a la empresa de juguetes BubFun de Sasuke Uchiha.

La oportunidad era enorme y, probablemente, Sasuke Uchiha era el mayor cliente al que se dirigiría jamás. Asegurar el contrato significaría que el ascenso que había estado esperando durante meses estaría a su alcance. Pero había un problema: no esperaba que el hombre fuera un tío que estaba como un cañón.

Su minuciosa investigación sobre ese hombre le había mostrado el tipo de vida que llevaba, sus gustos y sus preferencias y todo aquello sobre lo que la prensa informaba, pero la cámara no le había hecho justicia. Su carismática aura le hacía parecer invencible, poderoso e increíblemente feroz.

Naru se habría sentido intimidado, pero había un problema: a Naruto Namikaze no lo intimidaba nadie. No importaba lo que él hiciera o si ganaba millones o el hecho de que probablemente él gasto más en unas vacaciones de lo que el ganaba en un año entero. Nada lo afectaba. Estaba seguro de su último concepto; la creatividad en su publicidad estaba llena de todo lo que él sabía que sasuke no podría rechazar, y su confianza le había servido de mucho en el pasado.

Naru pasó la mirada por sus amplios hombros y por el traje gris pizarra que se adhería a su cuerpo contorneado y musculoso. Tenía las manos fuertes y con sus dedos largos se ajustó la corbata. Aunque estaba al menos a nueve metros de distancia, naru podía sentir el aura de su autoridad golpeándolo en oleadas. Se convenció a sí mismo de que solo lo miraba porque quería conocer a su cliente antes de que él fuera a la sala de presentación donde todo estaba preparado esperando su llegada.

Tenía una nariz prominente, ligeramente levantada en el centro, los labios cincelados y la línea de la mandíbula tan marcada que era terriblemente agradable a la vista. Y, justo cuando naru se movió ligeramente para apoyarse sobre la columna y mirarlo con mayor comodidad, sasuke levantó la mirada y se cruzó con la de él.

A naru le latió el corazón sin control cuando él posó su mirada oscura y cálida sobre él. Se quedó helado, incapaz de moverse y, para mayor horror, se dio cuenta de que ese hombre no solo desprendía poder. También había muchísimo atractivo, tan denso y concentrado que hizo que le temblaran las piernas y que sus rodillas empezaran a flaquear. El cuerpo le respondió de forma traicionera, se le agitó el estómago y el calor invadió el espacio entre sus piernas. Sasuke entrecerró los ojos al ver que él no apartaba la mirada, pero lo paralizaba la debilidad. El momento fue intenso y quedó grabado en su memoria para siempre. Era incapaz de negarles a sus sentidos el placer de mantenerle la mirada a ese hombre. Y, justo cuando pensaba que moriría por la inoportuna lujuria que le corría por las venas, él sonrió.

Él suavizó la mirada y el hombre que naru había juzgado de distante, frío e inaccesible se transformó delante de él. La fachada de magnate frío y despiadado se desvaneció. Sintió que lo conocía desde hacía mucho tiempo.

Justo cuando naru se convenció de que el contacto de sus miradas podía interpretarse como un coqueteo y de que era una cosa horrible que hacer minutos antes de conocerlo, una mujer se movió entre ellos y rompió el momento.

Naruto se dio la vuelta, deslizando la espalda sobre la columna circular y acoplándose a Naru. Su respiración era fuerte y apretó los ojos, haciendo un esfuerzo por entender lo que la acababa de superar.

— ¡En serio! —Se susurró a sí mismo con enfado—. No puede ser.

Había ocurrido lo impensable. Estaba nervioso. Nervioso por conocerlo, nervioso por volver a mirar sus ojos magnéticos e intensos, y nervioso por poder derrumbarse de placer si volvía a sonreírle.

***

Naruto miró hacia la puerta de la sala de conferencias. Por suerte, mientras estaba junto a la pantalla del proyector y revisaba sus notas, había conseguido calmar sus nervios por completo. Con un gran aplomo esperaba ahora a que Sasuke apareciera. Se convenció enérgicamente de que estaba bien y de que la increíble aura de un hombre, y aún más su increíble sonrisa, no eran suficiente para agitar sus nervios.

Pero cuando el hombre entró sigilosamente en la sala sin siquiera mirarlo, a naru se le hundió el estómago hasta el suelo. Le pareció que sus sentidos lo habían traicionado y que esa conexión física nunca había existido. «No seas estúpido, Naruto. Esto son negocios».

Naruto comenzó su presentación cuidadosamente ensayada con un saludo para romper el hielo.

—Buenas tardes, Sr. Uchiha.

Él alzó la mirada hacia él, sonriendo lentamente al tiempo que sus ojos se iluminaban. Mientras se acomodaba en su silla detrás de la enorme mesa, él dijo

«Hola».

—Uhh… hola. —naru no pudo evitar reírse entre dientes. La mezcla de nervios, atracción y confusión le hicieron reírse con nervios.

 —Me alegro de verlo otra vez. —Él sonrió.

Naruto no podía contenerse. Ignorando a los cuatro ocupantes de la sala, se rio de nuevo.

—Sí, me alegro mucho de volver a verlo, Sr. Uchiha.

Él se reclinó en su asiento. Su mirada era cálida, cercana y de un decadente negro cenizo.

—Por favor, llámame Sasuke.

Un silencio invadió la sala y lo único que él podía oír era el latido de su propio corazón.

—Claro, Sasuke. Soy Naruto Namikaze.

— ¿Puedo llamarte Naru?

Naruto torció los labios al ver el coqueteo aniñado en sus ojos. Estaba jugando con el e ignorando deliberadamente a las personas que estaban a su alrededor. Como si ni siquiera le importo que fueran espectadores de su no demasiado sutil coqueteo. «No es coqueteo. Solo está siendo simpático».

—Puedes.

—Estupendo. ¿Y qué tienes para mí hoy, Naru?

—Ehh… —Naruto volvió a la realidad con un ruido sordo y, por un momento, se quedó completamente en blanco mientras miraba fijamente la pantalla del ordenador, preguntándose en qué idioma estaba escrita, a pesar de que había creado toda la presentación el sola. Entonces se le despejó la mente. «Céntrate. Céntrate. Esto es importante». Él podía pensar que era divertido coquetear en medio de un negocio, pero ese hombre se iba a ir a otra agencia dentro de una hora y él tenía que asegurar ese contrato.

De esa forma, Naruto se recompuso y siguió adelante con la presentación. Su voz era fuerte, sus palabras eran elocuentes, y demostraba que creía en su discurso publicitario con toda su alma. El hombre divertido, valiente y guapo se transformó en un profesional de los negocios, su sonrisa insinuante se evaporó y quedó reemplazada por algo más intenso que ardía en sus ojos, y naru se alegró de que Sasuke Uchiha se tomara en serio sus negocios.

***

Sasuke nunca había visto algo igual a Naruto Namikaze. Algo de él le hablaba a otro nivel. Ese doncel era guapo era tan fuerte que con su voz ponía a todos en trance. Tan seguro, tan confiado como si se viera preparado para conquistar el mundo y estuviera seguro de conseguirlo. Él recorrió su cara con su mirada, deleitándose con la forma en que se movían sus labios suaves y voluptuosos. Eran gruesos, tenía la nariz pequeña y recta y la cara con forma de corazón enmarcada por un pelo abundante y dorado que descansaba sobre sus hombros.

Aun así, eran sus ojos los que le fascinaban. Tenían un color extraño, ni azul ni celeste, y quería poder pararlo un momento, agarrarle la cara y mirarlo fijamente hasta descubrirlo.

No estaba escuchando el discurso. En absoluto. No era porque no quisiera. Él quería hacerlo desesperadamente. Después de todo, se esperaba que diera su punto de vista al respecto, hacer preguntas y aprobar o rechazar el concepto que él estaba explicando apasionadamente. Solo era… que no era capaz de hacerlo. «¿De qué color son sus ojos?».

La chaqueta negra del traje de él estaba recogida en la cintura. No estaba orgulloso de admitirlo, pero cuando naru se giró hacia un lado, él fijó sus ojos con regocijo en sus voluptuosas caderas. Su pecho cincelado se ajustaba perfectamente a la chaqueta del traje de forma agradable. La camisa era blanca, destacando su perfecta tez trigueña.

Fue un discurso corto, de quince minutos; ese era el tiempo que les había asignado a las agencias que querían conocerlo para conseguir el contrato con su empresa de juguetes. Y demasiado pronto, naru había terminado. Haciendo una pausa con una sonrisa, el esperó a que sasuke empezara a interrogarlo.

Pero él no tenía ninguna pregunta. Prácticamente no había escuchado su discurso. Había estado tan absorto con su forma de presentar que no se había concentrado en lo que estaba diciendo. Y se odiaba por ello. Ojalá no lo hubiera visto mirándolo en la sala de fiestas; ojalá no lo hubiera visto en la distancia y no hubiera pensado que era precioso. Había pensado en buscarlo después del discurso y, como él era afortunado en todos los cometidos de su vida, el destino lo había llevado hasta él.

— ¿Tiene alguna pregunta? ¿Comentarios? —Naruto parecía tener pánico.

Él parecía estar en blanco. Estaba en las nubes, como pensando «de qué coño estabas hablando». Naru seguramente pensó que sus quince minutos habían sido un desperdicio y que él ni siquiera tenía intención de responder. Empezó a apagar el ordenador.

—Gracias por su tiempo, Sr. Uchiha.

—En realidad sí que tengo una pregunta. —Se enderezó en la silla, sintiendo que todos los ojos alrededor de la mesa lo miraban mientras él esperaba su valiosa opinión.

— ¿Sí?

Él sonrió de medio lado, se aclaró la garganta y entrecerró los ojos mientras naru le mantenía la mirada.

— ¿Qué haces esta noche?


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