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Mi no tan amado ser por Yuukari No Doll

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Hacía cuatro días las cosas que usaba para curar sus heridas se habían terminado, no lo habían llevado a la enfermería ni siquiera para el ajuste del collar y el día anterior solo le habían dado de comer medio pan, definitivamente estaban planeando algo y no le gustaba para nada porque ya se imaginaba lo que podría ser.

Era algo así como su noche libre, no tenía peleas programadas y lo agradecía infinitamente porque no estaba seguro de poder ganar, la noche anterior le habían partido el labio y estaba seguro de que tenía un pequeño corte en la sien derecha pero ni siquiera podía usar algún espejo para corroborarlo, de todos modos era obvio, había sangre seca en su mejilla; la peor parte se la llevaban las costillas, el chico con el que había peleado era uno de los invictos, “pelea PREMIUM” dijeron en el altavoz, era tan alto como él y claro que se defendería, lo había derribado y acorralado contra la jaula, había pateado tan fuerte y tan duro que en algún momento creyó que vomitaría sus órganos, por suerte, al verlo en el suelo escupiendo sangre el chico se había confiado y fue cuando aprovechó para derribarlo, llegó desde abajo con una tacleada y cuando lo tuvo en el piso, no paró hasta que el “referí” lo tomó de los hombros y lo apartó, el otro chico estaba inconsciente.

Ahora no podía evitar ver sus nudillos algo pelados por todos los golpes que le había dado, lo declararon el ganador pero ese no había sido el final del show, tuvo que pelear con otro chico antes de ser llevado a su celda y en esa nueva pelea no le fue mucho mejor, aunque el oponente era más bajo, él ya estaba herido; se defendió, claro pero al final había ganado porque sus ganas de no ser tocado fueron más que el dolor en sus costillas. Ahora estaba ahí, tirado en una esquina de la habitación, no tenía fuerza para ir hasta su cama y el solo respirar ya dolía, la garganta le ardía, quizá por la sangre que aún estaba en su boca o quizá por la falta de agua.

Cerró los ojos un momento y se permitió divagar, aunque el gusto duró casi nada, alguien estaba abriendo la puerta, al escuchar el chirriar miró cansado pero alerta al hombre que acaba de entrar.

-Te ves horrible –era burla y superioridad, ya estaba acostumbrado, ese hombre era algo así como el supervisor del pabellón de peleas, estaba encargado de las apuestas, de organizar las peleas, de programar las revisiones médicas y claro, de abusar de algunos de los omegas, porque algún beneficio extra debía tener el estar a cargo de tantos.

El hombre pidió de inmediato la tabla de información y un guardia que estaba detrás de él no tardó en extenderle una tablilla con algunas hojas en ella- vaya… no has perdido ni una sola pelea en los últimos seis meses –aparentaba estar contento pero era obvio que estaba muy molesto. Le miró de reojo y luego continuó con las hojas en su mano- B87, tu última revisión de collar fue hace un mes –habló para sí mismo y luego le miró con un poco de fastidió, se acercó hasta él sabiendo que no podría siquiera moverse y tiró de su cabello con fuerza haciendo que exponga el cuello, quería darle un vistazo al collar- si intentas morderme como la última vez te va a pesar –le advirtió y aunque hubiera querido más que solo morderlo y arrancar un pedazo de su cara, la realidad era que estaba demasiado agotado como para siquiera intentarlo, así que no opuso resistencia, ni siquiera hizo ruido cuando el hombre jaló con más fuerza de su cabello para ver el nivel de suministro del collar.

-Carajo –maldijo y lo soltó con brusquedad haciendo que golpeara un poco su cabeza contra la pared- está casi en el límite y el Doc no vendrá en dos semanas más, así no sirves –lo último lo había dicho casi con rabia mientras se pasaba la mano por la cara- ¿Cómo mierda se le ocurrió a ese imbécil largarse tanto tiempo? Sabe que tiene que estar aquí haciendo su maldito trabajo, se le paga demasiado bien como para que salga con estas estupideces –obviamente estaba furioso, si no podía pelear no habría ganancia y tampoco podía llevarlo al otro pabellón, justo en ese momento era mercancía inútil.

-Señor, hay otros dos chicos que necesitan ajuste de collar –¿En qué momento había llegado ese otro guardia?

-Lo que me faltaba –pateó la puerta haciendo que retumbara- traigan al suplente, por lo menos hay que tratarles las heridas, si alguno muere el jefe no dejaría de joder en un mes como mínimo.  

Salió cerrando inmediatamente después, no daban oportunidad para escapar pero aunque la hubiese habido, no tenía la fuerza siquiera para intentarlo; trató de enderezarse pero desistió casi al momento, ahora estaba completamente seguro de que tenía una o dos costillas rotas, eso iba a ser un enorme problema.

                                       

                                                                     

 

Despertó sintiendo una fuerte presión en el pecho pero con todo y eso no se quejó ruidosamente.

-Bueno, estás despierto –a su lado había un hombre, se veía joven, rubio, ojos grises, posiblemente otro maldito alfa; quizás hizo algún tipo de mueca porque el hombre sonrió mientras acomodaba sus anteojos- al menos tú no has intentado morderme como los otros dos –añadió despreocupadamente mientras cambiaba los guantes en sus manos- aunque claro, eso tampoco es una buena señal, significa que estás más mal de lo que pensaba ¡Y que yo tengo razón al querer llevarte a hacer una radiografía! –eso ultimo lo gritó mientras miraba la puerta entre abierta, era obvio que había uno o dos guardias fuera- en fin, esto te va a doler –dijo mientras mostraba hilo y aguja- se me terminó la anestesia y ese labio se tiene que coser –no respondió, en cambio solo cerró los ojos y se dejó hacer, porque no era la primera vez que lo suturaban con poca o nula anestesia.

-Me encanta cuando mis pacientes son cooperativos –no perdió tiempo y con algo de precaución comenzó el trabajo de sutura.

Cada que sentía la aguja entrar y salir por su piel solo apretaba los ojos y formaba puños con las manos pero sabía que pronto acabaría- bien, he terminado, te va a quedar una cicatriz algo fea pero no hay más, debieron llamarme antes –miró a la puerta una vez más mientras terminaba de hablar- por cierto, tienes una o dos costillas rotas, no te vas a poder mover mucho durante uno o dos meses y eso si no se ha fracturado en partes pequeñas, si ese es el caso… bueno, no va a ser nada agradable.  

Le miró casi sin expresión, ya lo sabía, el dolor era tanto que era más que obvio que no solo le saldrían moretones- Tú en verdad no hablas mucho, ¿verdad? ¿O es que no puedes? –no respondió, simplemente volvió a cerrar los ojos- creo que es lo primero –lo dijo restando importancia al mismo tiempo que tomaba la tablilla con su expediente- no has tenido un celo normal desde hace más de medio año, pero no me sorprende, ese collar te limita bastante aunque bueno… eso no quiere decir que no lo vayas a tener algún día, tendré que decírselo al otro médico –se puso de pie y antes de salir le miró sonriendo- ojalá nos volvamos a ver cuando sea la fecha de retirarte los puntos, me ha encantado tenerte de paciente.

Al escuchar la puerta cerrarse se permitió abrir los ojos, había dicho de uno a dos meses sin moverse, eso significaba que no podría pelear, como si el supervisor lo fuese a permitir, además la fractura haría que tuviera que retrasar sus planes.

Todo estaba yendo mal.

 

 

 

Cuatro días habían pasado y las cosas no habían mejorado, la comida seguía siendo mínima y todavía no le permitían tomar una ducha, alguien había ido a cambiar las vendas del abdomen y le habían lavado las heridas; su plan se estaba yendo por el caño, el momento del aseo era su única oportunidad para hablar del plan de escape con los chicos que había logrado reclutar pero ahora casi no podía moverse por su cuenta y si antes no se le permitía ir a ninguna lado, ahora mucho menos.

Ese día pintaba para ser más de lo mismo así que no se hacía esperanzas de poder salir de entre esas cuatro paredes, resopló un poco con fastidio mientras intentaba conseguir una posición más cómoda en la cama, no lo logró, las costillas dolían con cada movimiento que hacía así que se rindió.

Odiaba estar en su celda, tampoco es que le encantara estar afuera peleando pero cuando estaba solo no podía evitar pensar en su pasado, o mejor dicho lo poco que recordaba de él, y como precisamente era tan poco a veces se obligaba a sí mismo a tratar de recordar más cosas, como el nombre de su madre o de su padre o siquiera si había tenido padres, de hermanos ni hablar. El recuerdo más claro que poseía era de él mismo caminando por las calles, solo, siempre buscando algo que comer, en sus recuerdos no había una casa como tal, pero a veces se quedaba con un pequeño grupo de chicos; se reunían por las noches para tratar de buscar calor y protección, por las mañanas cada quien tomaba su rumbo y él no era la excepción.

Pero eso no bastaba, quería saber cómo es que había terminado en las calles tratando de sobrevivir, a veces lograba tener pequeños recuerdos pero no sabía con certeza si eran reales o si su cerebro en un intento desesperado por calmar la ansiedad los fabricaba, cuando eso pasaba la cabeza siempre le dolía a tal punto en que no podía mantener los ojos abiertos, ahora no necesitaba eso por lo que ya no siguió insistiendo a su memoria, quizás algún día podría recordar algo importante y si eso pasaba, cuando fuera libre, podría ir en busca de su pasado.

Se obligó a respirar despacio mientras trataba de relajarse, aunque la paz que logró conseguir le duró poco. Alguien estaba abriendo la puerta de su celda, no tardó en asomarse el médico que le había atendido hace unos días.

-Nos volvemos a ver –dijo alegre mientras se adentraba más en la habitación y le sonreía de oreja a oreja; ese tipo tenía algo que no le terminada de agradar así que lo ignoró.

-Tan comunicativo como siempre –le miró de reojo mientras dejaba el pequeño maletín que había traído en el suelo- Aún no es tiempo de quitar los puntos pero necesito revisar tus costillas.

Con mucho esfuerzo logró quedar sentado en la cama, el médico ni siquiera había tardado tanto en deducirlo porque era más que obvio, la fractura en las costillas no estaba sanando correctamente. Negó con un gesto molesto y se enderezó para después salir de la celda, sabía que volvería porque había dejado el maletín y aunque quería buscar y tomar algo que le pudiera servir, los movimientos bruscos estaban fuera de discusión así que solo se lamentó por no poder aprovechar la oportunidad, de igual manera el hombre volvió acompañado de un guardia.

-¡Solo míralo! No sé cuántas veces lo tengo que repetir, no se puede quedar aquí, tiene que ir a la enfermería, tengo que tomar radiografías, ahora muy a fuerza logra moverse y si no se le atiende rápido podría morir.

-Berth dijo que el omega no sale de aquí, si no lo puedes curar entonces habla con él pero mientras no me lo ordenen no sale.

El guardia había sido claro, en cuanto terminó de hablar salió dejándolos solos de nuevo.

-Mierda… aquí todo mundo es imbécil –se quejó mientras se sacaba los lentes y presionaba el tabique de su nariz- Tengo que convencer a ese idiota de llevarte a la enfermería, pero es tan estúpido que seguramente dirá cualquier idiotez para que no salgas de aquí.

No terminaba de entender cuál era la urgencia por sacarlo de la celda; no era la primera vez que pasaba un periodo de recuperación ahí encerrado, aunque tal vez, salir era precisamente lo que necesitaba.

Notas finales:

Buenas mi bellas criaturas, pues capítulo dos, espero les haya gustado.

yo voy a seguir agarrando señal haha 


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