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Masakali por PoisonSkarlett

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Una colectiva sensación de perplejidad envolvió a los presentes en el interior del Quinjet. A través de un monitor todos acababan de escuchar una declaración inesperada.

No voy a entregar a mi esposo.

Steve Rogers había dejado muy en claro que no le importaba convertirse en fugitivo si con ello protegía a Bucky Barnes, el Soldado del Invierno.

Todos los integrantes del equipo Iron Man se encontraban estupefactos. Cuando llegaron al aeropuerto creyeron que se encontraría con el equipo del capitán listos para enfrentarlos, pero no fue así. En lugar de eso encontraron un Quinjet abandonado con una comunicación que provenía dios sabrá de dónde, y… nada más. Tras el aviso la conexión terminó. Tony no tuvo tiempo de decirle algunos reproches a Steve, Natasha no tuvo tiempo de tratar de razonar con él, y T'Challa no tuvo tiempo de soltar amenazas. Sencillamente, todo se vio truncado ahí mismo.

Lejos de Berlín y ocultos en una base de Hydra, vaya ironía, con algo de ayuda la pareja de súper soldados había "frustrado" los planes de Helmut Zemo. Si es que en verdad se le podía llamar de esa forma. Lograron evitar que el antiguo coronel le mostrara a Tony la grabación de Bucky asesinando a sus padres, aun así, el equipo ahora estaba fracturado. Stark lideraba a lo que quedó de los Vengadores, contando con Romanoff, Rhodes, Banner, Visión y otros dos nuevos reclutas, uno de ellos T'Challa y otro más cuya identidad no sabían ya que Sharon no pudo descubrirla. Por otro lado, Rogers contó con el apoyo de Barton, Maximoff, Wilson, Carter y un nuevo recluta, Scott Lang. Contó, tiempo pasado, porque dos de ellos volverían a sus vidas pronto. Después de que algunos de sus amigos se convirtieran en fugitivos por su causa no sabía si podría volver a unir a los vengadores.

—Ya está hecho, Steve —Wilson se acercó al mencionado—. Zemo y la grabación en donde confiesa haber atacado la ONU van de regreso a Berlín. Clint conduce el avión y va a entregarse; hará un trato con Ross para poder volver con su familia. En cuanto a Scott, se ocultará con sus habilidades y pasará inadvertido; nadie sabrá que él y la tecnología Pym nos fueron de ayuda. Oh, y dijo que si lo necesitas de nuevo, sólo tienes que llamar.

Tras la explicación, Rogers asintió. Por lo menos Clint y Scott no terminarían en tantos problemas como el resto.

—Steve…

La voz de Bucky lo sacó de sus cavilaciones. En cuanto le dirigió la mirada sintió su corazón acongojarse al encontrar culpa oscureciendo los bonitos ojos azules que tanto le gustaban. Su amado se sentía el responsable de lo ocurrido.

—Buck…

—Los dejaré solos.

Aún había cosas por hablar y detalles por aclarar, sin embargo, Sam optó por dejar eso para más tarde. Era incómodo estar a solas con ese par; ellos tenían aún más asuntos pendientes de los cuales conversar.

—Esto no es tu culpa.

Negó en cuanto estuvieron solos, y así como no tardó en hablar, tampoco tardó en acercarse a su esposo para tomarle el rostro con ambas manos, dejando suaves caricias a sus mejillas.

—Sí lo es.

Moviendo ligeramente la cabeza de lado a lado insistió en una negativa, antes de depositarle un beso lleno de amor y envolver su cintura con sus brazos. Lo había echado tanto de menos. Después de décadas por fin volvían a estar juntos, por fin volvía a besarlo, por fin volvía a tenerlo entre sus brazos, por fin volvía a amarlo.

No se permitiría volver a perderlo, ni mucho menos permitiría que alguien volviera a lastimarlo.

En medio de aquel cálido momento, Bucky terminó por relajarse, dejando ir poco a poco sus inquietudes. Había vuelto a casa.

•••

Las primeras semanas fueron… extrañamente encantadoras.

—Treinta minutos. Las dejé solas por treinta minutos —Sam hablaba escandalizado a Sharon y Wanda—. ¡¿Cómo pudieron quemar la cena?!

Desde el umbral de la cocina, Bucky sujetaba a Steve por la cintura mientras observaban divertidos la extraña escena de ambas mujeres mirando a Wilson como dos chiquillas miran a un adulto regañarlas por una travesura que les parece lo suficientemente graciosa para no darle verdadera importancia a la reprimenda.

—No es gracioso, no me estoy riendo.

—Nosotros sí.

Bucky habló, poniendo la atención de Sam sobre ellos y haciendo que Steve carraspeara para fingir que no reía por lo sucedido.

Esa noche terminaron pidiendo pizza porque nada pudo salvarse de la cena.

Cenaron mirando películas que Sam y Sharon no terminaban de comprender por su falta de conocimiento en el idioma ruso. Wanda y Bucky les ayudaron a entender algunas cosas, además de recordarles hacer sus ejercicios para continuar aprendiendo el idioma, después de todo, no sabían cuánto tiempo estarían ocultos en aquel país.

Al término de la noche, determinada colectiva y silenciosamente como "familiar", Wilson, Carter y Maximoff se retiraron al apartamento que compartían juntos, dejando a los súper soldados en su hogar, al que también habían denominado su "nido de amor". Era divertido molestarlos con eso.

—Por más momentos como este.

Steve alzó una copa de vino, siendo imitado por Bucky.

—Por más momentos como este.

Apoyó el brindis de su amado y tras varios sorbos a la copa, dejó esta a un lado para ponerse de pie y extenderle su mano derecha a Steve.

—¿Me concederías esta pieza?

Escuchaban música romántica de fondo, con las luces apagadas y sólo la chimenea iluminando la estancia. A Bucky le pareció el instante ideal para tener su primer baile juntos después de 70 años. Steve demostró concordar al dedicarle una radiante sonrisa conforme tomaba su mano.

Las miradas de ambos brillaron durante toda la noche, mientras sus cuerpos encajaban a la perfección el uno con el otro, rodeados de una luz tenue, recuerdos y el profundo amor que se profesaban

Estando juntos todo era perfecto.

•••

Unos cuantos meses después la relativa tranquilidad de la pareja se vio interrumpida por la presencia de Natasha. La viuda negra había logrado contactarlos y llegar a donde ellos. No iba a arrestarlos; ahora ella también era prófuga luego de actuar en solitario para destruir la famosa "Habitación roja". Recibirla no representó ningún problema para el equipo, el problema vino cuando comentó con Steve el ir de misión a arreglar algunos daños dejados por las viudas antes de que estas fueran liberadas del control mental.

Steve Rogers era un gran hombre que no podía ignorar una situación así.

—Sólo serán unas cuantas semanas.

Acurrucado con Bucky en la cama, le contaba el plan de acción entre unos cuantos besos al rostro de su amado. No obtuvo inmediata respuesta y no lo presionó. Tenía que dejarlo asimilar la situación.

—Iré con ustedes.

—Buck… —ocultar su asombro fue lo último que hizo— No sé si sea buena…

—Yo estuve involucrado, Steve —confesó, observando aún más sorpresa en el rostro de su esposo—. Entrené a las viudas. Entrené a Natasha. Parte de lo que hayan hecho es culpa mía. Así que iré —interrumpió cualquier cosa que su pareja estuviera por decirle—. No es pregunta, punk.

Con eso dio por concluida la conversación. La leve inquietud que veía en las celestes pupilas se encargó de desplazarla mediante una suave sonrisa seguida de una lluvia de besos que iniciaron su recorrido en los labios de su esposo y terminaron pasando por todo su rostro.

No hubo más conversación al respecto. Steve no quería arriesgar a Bucky, pero también comprendía que no se desharía por arte de magia de la culpa que el hombre sentía; si ayudar a corregir algunas cosas en las que el "Soldado del Invierno" estuvo involucrado le ayudaba a sentirse mejor… Entonces él lo apoyaría.

Cuando las misiones dieron inicio, los hombres no tardaron en sentirse como antaño. Aquellas épocas en que enfrentaban juntos a Hydra volvieron a la mente de ambos. Por segunda vez en sus vidas, se convirtieron en el capitán y su mejor soldado, luchando lado a lado, protegiéndose mutuamente mientras intentaban salvaguardar el mundo en donde vivían.

La situación no estaba tan mal, pero… tampoco era la ideal.

—Steve, ¿no crees que sería mejor buscar la manera de reportar todos estos problemas al general Ross? Ellos también podrían hacerse cargo.

Bucky expresó su opinión afablemente después de que las semanas se convirtieran en meses. Su mano derecha curaba con cuidado un corte en el pómulo de su esposo, producto de una misión que aún no terminaban.

—Es demasiado riesgoso para ellos, Buck.

Steve veía la preocupación en los preciosos ojos azules y quería poder llevarse ese sentimiento de ellos. No obstante, el mundo necesitaba de su ayuda, de la ayuda de su equipo. Si ellos no intervenían, graves problemas podían surgir.

Ninguna otra cosa fue dicha por algunos minutos, los mismos que a Bucky le tomó terminar de curar unas cuantas heridas más en el rostro de Steve. El silencio a su alrededor se tornó considerablemente tenso. Ambos lo sintieron. Permitieron que el instante continuara así, incluso al término de la curación. No querían decir palabras impulsivas, preferían meditar un poco antes de volver a hablar.

Rogers colocó su mano en la mejilla de Barnes. Las caricias dejadas fueron tan suaves como las que se usan para tocar cosas delicadas o importantes. Para él, Bucky era ambas. Le permitió acompañarlo a fin de no limitarlo, de no quitarle la toma de decisiones del mismo modo en que Hydra hizo por décadas, sin embargo, no había sido una buena idea que el soldado estuviera una vez más en medio de batallas, ahora lo sabía.

Barnes se dejó acariciar, perdiéndose en la celeste mirada, en los toques, simplemente… perdiéndose en Steve. Siempre le sucedía lo mismo. Su amado tenía un aura que lo envolvía y, quizás, se había perdido en ella desde el primer momento en que lo vio; un niño enclenque levantándose del suelo para enfrentar a niños abusivos que casi le doblaban el tamaño y que ya le habían enviado al suelo, posiblemente, más de una vez. Así lo conoció: Con un espíritu determinado a no ignorar las injusticias. Por eso, no podía cambiar a Steve. Ni quería hacerlo. Lo amaba por ser como era.

—Quiero una vida tranquila, Stevie.

—Lo sé, Bucky, lo sé. Pero no puedo ignorar los problemas…

—Lo sé —interrumpió—, sí lo sé. Y no voy a pedirte que lo hagas, sólo… no creo poder seguir acompañándote —vio comprensión en su rostro y eso le brindó tranquilidad—. Continúa siendo un súper héroe. Yo estaré esperándote en casa.

—Bucky, te prometo que llegará el día en que ninguno de los dos tenga que pelear más.

Selló la promesa con un cálido y tierno beso que fue correspondido de igual forma. Se amaban, se amaban con cada fibra de su ser y el otro lo sabía. Jamás pondrían en tela de juicio su amor, ese que los hacía entregarse en cuerpo y alma.

Steve estaba determinado a cumplir su palabra, sólo que… para conseguir la libertad deseada aún quedaba cierto camino por recorrer.

•••

Cada ocasión en que Steve abandonaba Rusia para hacer alguna misión secreta arriesgaba la vida que tenía junto a Bucky. Una muy inusual vida. Tranquilidad era algo que tenían en contadas ocasiones, para preocupación de ambos. Sus problemas eran en dos frentes: La ley y los criminales. Ocasionalmente se preguntaban a sí mismos durante cuánto tiempo podrían pelear contra eso.

Nunca exteriorizaban sus pensamientos, estos solían atacarlos cuando se encontraban separados. Apenas volvían a besarse, tocarse o sencillamente a verse, toda idea negativa se esfumaba, regresándoles a la fantasía de que todo estaría bien.

La mentira que se decían a sí mismos se quebró repentinamente una tarde.

—¡Bucky! ¡Cariño, volví! —llamó a su esposo conforme cerraba la puerta a sus espaldas— Vine… vine de paso. Continuaremos nuestra misión de espionaje en un país vecino durante unas cuantas semanas más, así que sólo vine a verte unos momentos.

Su voz inundó el pequeño y silencioso apartamento en donde habían comenzado a quedarse desde hacía un par de meses.

—¿Bucky?

Llamó de nuevo al no obtener respuesta alguna. Generalmente, apenas cruzaba el umbral era bien recibido por su amado, quien le envolvía entre sus brazos, reclamando sus labios con una pasión que se había ganado tanto burlas como regaños de los otros.

—¡Ya voy!

Pudo respirar tranquilamente en cuanto oyó su voz en la habitación. Aun así, no pudo evitar sobre analizar la ausencia de un acto que, a esas alturas, se trataba de una costumbre casi religiosa. No pudo continuar pensando cuando su compañero de vida abandonó la habitación, mostrándose con el cabello húmedo y una bata apenas cubriendo su cuerpo. Entonces el acto acostumbrado se llevó a cabo. Bucky no esperó ni un segundo más para lanzarse sobre de él, adueñándose de sus labios amorosamente. Correspondió sin dudar, alcanzando a percibir algo más en ese beso. ¿Inquietud? Después de unos instantes de mantener un apasionado beso, logró descubrir cuál era el nuevo sentimiento que su esposo estaba manifestando. Exaltación.

—Cariño, ¿todo está bien? —cuestionó sin aire, acariciando uno de los largos mechones de cabello castaño— Te siento un poco distinto.

—Steve, yo… —procuró no hacer notar su vacilación, pero terminó fracasando en ello, causando duda y cierta inquietud en su amado— No sé… No sé cómo…

—Bucky —juntó suavemente sus frentes y envolvió su cintura entre sus brazos—, puedes hablar conmigo de cualquier cosa.

—Lo sé —susurró, embelesado por el brillo en las cristalinas pupilas y la amorosa sonrisa en los rosados labios—. Steve, no me he sentido muy bien en los últimos días.

Inmediatamente, la preocupación acudió al rostro de Steve. Se tomó unos instantes de reflexión, apartando su rostro sólo lo necesario para depositar un beso en la frente de su compañero de vida.

—El suero debería protegerte contra cualquier enfermedad. ¿Crees que… haya algún problema con su funcionamiento? —no era lo único que se le ocurría, pero todas las demás ideas eran igual de preocupantes que esa opción— Buck, iremos a un médico.

—No —con la mirada baja negó a esas últimas palabras, moviendo de lado a lado la cabeza para reafirmar la negativa—. Creo que sé qué es lo que tengo.

No esperó demasiado para alzar el rostro y volver a fijar sus pupilas en los bonitos ojos que le recordaban al cielo. Por muchos motivos, Steve era para él como su cielo personal. Era ese lugar cálido, confortable y brillante que siempre le hacía sentir mejor. Tal sensación mermó su malestar e inquietudes, permitiéndole hablar sobre la sospecha que tenía.

—Creo… Creo que estoy embarazado.

La primera reacción de Rogers fue desconcierto. No supo qué decir o cómo reaccionar, en especial después de que cierto entusiasmo aflorara ante la idea de ser padres. Sólo se trataba de una muy pequeña probabilidad, así que no debía dejarse llevar por la ilusión.

—Pensé que Hydra te había…

—Esterilizado, sí, yo también lo pensé. Quizás… quizás me equivoqué.

Entorno a ellos se alzó un velo de incertidumbre. Demasiadas interrogantes estaban llenando sus pensamientos mientras se miraban a los ojos.

—Necesitamos confirmarlo, Buck. Sé que no quieres ir con un doctor, pero una prueba de embarazo podría no ser confiable —notó cierta inquietud en su amado, mas no escuchar una negativa le hizo saber que consideraba la idea—. Podríamos buscar un sitio confiable.

—¿Confiable? —sin quererlo, la incredulidad escapó a su control, manifestándose en su voz y expresión— ¿Realmente hay un lugar así para nosotros, Steve?

Después de pensar por unos instantes, el rostro del nombrado se iluminó con seguridad.

—Sí. Wakanda. ¿Recuerdas lo que decía el mensaje que nos envió Scott? Cuando Zemo fue entregado con su confesión en vídeo, T'Challa comprendió su error y trató de abogar por nosotros.

—Sí, por eso Lang se atrevió a aparecerse frente a él, para tener una conversación, y… —entonces recordó las palabras escritas en ese trozo de papel— Y T'Challa le dijo que si algún día necesitábamos algo, tecnología, asilo o ayuda médica, podíamos contar con Wakanda.

Steve asintió y Bucky dio un suspiro. Ambos se sintieron aliviados con la esperanza de tener apoyo en aquel complicado y confuso momento.

Un teléfono sonó, arrancándoles la tranquilidad conseguida.

Era el celular que Steve tenía exclusivamente para llamadas de emergencia de Tony. Le había enviado uno igual al millonario junto a una carta diciéndole que si lo necesitaba estaría ahí para él, a pesar de que Zemo le dijo lo suficiente a Stark acerca de la muerte de sus padres. Tony los había buscado por un tiempo queriendo venganza, pero después de la carta la búsqueda cesó.

La inquietud volvió a hacer acto de aparición conforme el propietario tomaba el móvil del mueble en donde siempre descansaba.

—Contesta, Steve.

—Pero… Bucky, nosotros, tú, esto es más importante que cualquier otra cosa.

—Después de todo lo sucedido, si está llamándote debe ser algo realmente importante, mucho más que yo. Así que contesta.

Rogers quiso debatir eso. Para él no había nada más importante que su esposo, que su familia. Pero… su amado tenía razón. Algo grave podría estar ocurriendo, e incluso con todo lo pasado, Stark continuaba siendo su amigo.

—Tony, ¿qué ocurre?

No quiso sonar maleducado, simplemente necesitaba saber qué era aquello tan importante que hacía al otro hombre llamarle.

—Tenemos un problema, Cap. Uno muy grande llamado… Thanos.

—¿Thanos?

•••

—Thanos es un poderoso Titán que busca las seis gemas del infinito para darle "estabilidad" al universo. Fue él quien me envió aquí años atrás.

Héroes y aliados escuchaban las palabras de Loki, quien había sido enviado a la tierra por Heimdall luego de que su nave fuera atacada por el Titán.

—Me perdí.

Scott no terminaba de comprender la situación, sólo sabía que era grave, lo suficientemente grave para que Iron Man y el Capitán América estuvieran en la misma sala sin pelear, y para que todos los héroes conocidos hasta el momento hayan sido convocados por Rogers ahí, en Wakanda.

—Tienes un gran equipo, Cap.

Tony se burló de Steve, aunque continuaba mirándolo con rencor. Si no lo atacaba era sólo por la preocupante situación en la que estaban, y porque a su lado Bruce le suplicaba con la mirada que no hiciera una locura, súplica que en realidad le hubiera expresado con palabras antes de obedecer las órdenes de Steve sobre reunirse en Wakanda, sin excusas, sin peros.

—¿Qué haremos, Steve?

Sam ignoró la burla del millonario para observar a su amigo. Milagrosamente habían podido reunirse, pero no estaba muy seguro de que la unidad fuera su fuerte. Claro que Steve pensaba lo contrario.

—Lo que siempre hacemos: Pelear.

Con determinación en su mirada recorrió la sala, observando a todos los presentes, incluido un nuevo equipo, "Los Guardianes de la Galaxia". Asumiendo que el Titán podía tener ya la gema de la realidad, consideraron inútil ir a Knowhere, así que Thor los mandó a la tierra a buscar a Los Vengadores mientras él iba en búsqueda de un arma para enfrentar a Thanos.

—Esta es la batalla más grande que hayamos enfrentado, pero estamos aquí, listos para pelear, porque todos tenemos algo que proteger: El universo entero, o personas importantes para nosotros —dio una mirada a su lado derecho en donde Bucky le observaba—. Así que permanezcamos unidos. Juntos, apoyándonos los unos a los otros no perderemos.

Nadie replicó. Necesitaban esas palabras y la esperanza de que podían ganar.

En los pocos minutos que tuvieron antes de la llegada del ejército de Thanos, Steve organizó a todos los héroes a su disposición y aprendió todo lo que pudo de su enemigo con ayuda de Gamora. Cuando las naves aterrizaron fuera del escudo protector, todos acudieron inmediatamente a sus puestos, salvo Steve y Bucky. Tomarse unos cuantos segundos era imprescindible para Rogers.

—Bucky, no quiero que…

—Voy a ir, Steve —interrumpió sin titubeo—. No voy a dejar que todos salgan a pelear mientras me quedo fuera de esto.

Steve experimentó una sensación de déjà vu con las primeras palabras de su esposo. Pasado el ligero desconcierto, volvió a mostrarse sumamente preocupado.

—Buck, podrías estar embarazado —ni siquiera habían tenido tiempo de confirmarlo—. No quiero arriesgarlos.

—Tus cuidados son una de las tantas cosas que amo de ti, Stevie —sonrió tan enamorado del rubio como lo había estado hacía 70 años atrás—. Pero no puedo quedarme sin hacer nada. Tengo que proteger nuestro mundo, por ti, por mí, por… —se llevó la diestra al vientre— Así que no está a discusión. Ahora vamos, los enemigos no esperarán a que estemos listos.

No avanzó ni un solo paso antes de que su esposo le tomara por la cintura para darle un beso de intenso amor en los labios.

Podían hacerlo, podían enfrentar eso y ganar.

•••

Cinco años. Cinco años transcurridos de la batalla contra Thanos.

Las palabras se anunciaban por toda la ciudad mediante cualquier medio de difusión junto a la cordial invitación de que se acudiera al centro de Nueva York. Después de tanto tiempo, por fin estaba listo el monumento hecho a los héroes que pelearon y derrotaron al Titán.

"Hoy se cumplen exactamente cinco años desde que el mundo vio la peor amenaza en la historia. Pero gracias a los esfuerzos de nuestros héroes es que no sólo nuestro planeta sino todo el universo entero se encuentra a salvo"

La mirada de la reportera dejó de posarse sobre la cámara sólo por unos segundos para alzar el rostro y observar al cielo.

—¡Y aquí vienen algunos de nuestros héroes! Se trata del Capitán América y Pantera Negra.

La cámara enfocó a los mencionados descendiendo del cielo, uno con las enormes alas metálicas y el otro simplemente cayendo tras saltar de su jet.

—Ahora siento que mi entrada haciéndome grande fue muy simple.

Ant-Man se quejó tras el par de hombres de tez morena.

—¡Oigan! No llego tarde, ¿verdad?

Spider-Man aterrizó a unos cuantos pasos de ellos. En ese punto los gritos de las personas eran más que audibles. El ambiente era festivo en todo su esplendor.

—Sam, quiero decir, Capitán América —la periodista se acercó al mencionado—. ¿Cree que en esta fecha tan especial podamos volver a ver a los retirados Tony Stark y Steve Rogers?

—Retirados significa que no quieren más cámaras —Natasha se colocó al lado de Sam; a pesar de la ironía en sus palabras, sus labios demostraban una elegante sonrisa—. Ellos ya hicieron todo lo que tenían que hacer por el mundo.

—Tanto Tony Stark como Steve Rogers están viviendo tranquilamente su vida —Sam añadió afablemente—. Imagino que uno de ellos estará en una playa en México, mientras que el otro estará sentado en un sofá mirando televisión.

Dos súper soldades sonrieron por las palabras del hombre en pantalla. Segundos después, ambos soltaron una pequeña risa.

—Creo que Sam te conoce bastante bien, Stevie.

Acomodó su cabeza en el hombro de su esposo, suspirando al sentir caricias en su espalda, mismas que pronto llegaron a sus castaños cabellos ahora cortos.

—Sam sabe que siempre deseé una vida tranquila contigo, Bucky.

Besó la coronilla de su amado, cerrando sus ojos sólo unos segundos, disfrutando la cálida cercanía.

—¡Papis! ¡Papis! ¡Miren! ¡Miren!

Una enérgica pequeña rubia llegó corriendo al sofá en donde sus padres descansaban. Fue recibida con amor por parte de ambos, lo cual sólo la hiciera emocionarse más conforme les mostraba un infantil dibujo de ellos tres en su acogedor apartamento en Brooklyn.

El matrimonio llenó de mimos y felicitaciones a su pequeña Sarah de tan sólo cuatro años. Por fin las épocas de luchas se habían terminado. Ya eran libres de los títulos que portaron en algún momento. No eran más el Capitán América ni el Soldado del Invierno, ahora eran solamente Steve y Bucky, hombres que a través de los años y las adversidades nunca dejaron de amarse, padres de una hermosa niña a quien amar y proteger, un matrimonio que disfrutaría de una tranquila vida familiar hasta el final de la línea.


···T𝐡𝐞 𝐄𝐧𝐝


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