Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

SNS Month 2022 por shiki1221

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Perdón por la tardanza, me dio un resfriado y no he terminado de ponerme al día pero aquí voy dejando lo que pude hacer

 

Día 2: Girasoles

Nunca había sido especialmente adepto a lo relacionado a la floristería. Sabía muy poco al respecto y sus escasos conocimientos sobre las flores era relacionado a aquellas con propiedades medicinales. Algo aprendido no por gusto o iniciativa propia, sino por las ordenes de Orochimaru de conseguir algunas especialmente raras o en posesión de alguien cuya vida debía extinguir si se negaba a entregarla de buena manera. La experiencia al reconocerlas fue muy útil. Sabía cuáles eran comestibles y cuales podían convertirse en infusiones o cremas con propiedades curativas. A diferencia de los jinchurikis o del poder que tuvo cuando parte de Orochimaru estuvo en su cuerpo, su curación era más lenta. Comparado con un ninja normal quizás parecía acelerado su proceso, pero para alguien buscado de manera internacional cada segundo contaba. Un descuido, un descanso, unos días queriendo resguardarse a sanar, eran momentos de debilidad tentadores para sus enemigos. Los ninjas eran similares a los tiburones, nada más bastaba el olor de sangre para ir de inmediato a dar caza a la presa herida. Y él no sería devorado por el mundo shinobi.

Evitaba relacionarse lo más posible con las personas. No podía confiar en ellos. Desde niño fue tratado diferente por ser un Uchiha. Los maestros tenían altas expectativas de él, los niños le envidiaban y las niñas sólo se sentían atraídas por su apariencia. La única manera de tener un poco de paz era estando en silencio apartado de los demás. No le importó que se creara la fama de engreído que los veía como inferiores. Él sólo quería un poco de paz. No podía mantenerse cerca de sus compañeros de clases tras la masacre de su familia. ¿Cómo mirarles a la cara sin demostrar su envidia? ¿Cómo no añorar lo que le fue arrebatado? Era común oír a varios de ellos quejarse de tener padres estrictos, de los castigos impuestos por sus travesuras y demás. No podía pedirles que no hablaran de eso delante suyo, pero no era lo suficientemente masoquista como para quedarse allí sintiendo como todos le restregaban en la cara, inconscientemente, tener todo lo que él ya no. La soledad era mejor. La paz y tranquilidad de estar solo para retorcerse en su propia miseria y odio contra quien lo hundió en esa soledad.

Durante sus largos viajes había descubierto que esa paz que tanto buscaba tras la guerra estaba más cerca de lo que esperaba. Se había encontrado todo tipo de flora y fauna al vagar por el mundo. Siendo alguien tan poco sociable con las personas, la vida salvaje hacia más juego con su persona. Antes no había reparado en la belleza natural de las áreas ajenas a la mano del hombre. Sitios donde no se erguían grandes edificios y en los cuales no había fortalezas impenetrables para resguardar a alguna figura de relevancia política o algún noble. No existían palacios absurdamente ostentosos con objetivo de presumir y causar envidias en quienes lo vieran. Aquellas zonas libres y salvajes eran más envidiables que cualquier arquitectura hecha por el hombre. Le gustaba quedarse en la copa de los árboles observando hasta donde su vista alcanzara. Era tan apacible y justo lo que le daba paz a su corazón atormentado por el arrepentimiento de sus pecados.

Su viaje de redención probablemente se habría prolongado durante años de no ser por aquella curiosa flor: Un girasol. Mientras pasaba por un campo buscando donde se asentaría al caer la noche, accidentalmente se topó con todo un sembradío de aquellas flores. Las hubiera pasado por alto, pero al haber tantos le era imposible. Y fue entonces cuando reparó en algo: le recordaban a Naruto. Al principio una mueca burlona se dibujó en su rostro por el parecido visual con ellas. Pétalos enormes y a su parecer puntiagudos como los alborotados cabellos dorados. Altas, superando a las demás flores silvestres. Siempre mirando hacia el Sol y creciendo en su dirección como si soñaran tocarlo. Algo imposible, pero se valía soñar ¿no? A diferencia de otro tipo de sembradíos éstas soportaban todo tipo de climas. Las vio sobrevivir a tormentas, a calor intenso, quizás no a inviernos inclementes, ―como todo ser viviente tenían límites, había que ser realistas, no podrían contra la madre naturaleza―, pero ahí se encontraban. Intentándolo. Negó con la cabeza por ese pensamiento. Estaba humanizando demasiado a unas simples plantas. No tenían consciencia, inteligencia emocional ni nada que los animales y humanos sí.

Y aun así no dejaba de pensar en esas flores. Si le preguntaran por una flor que pudiera representar a ese rubio tonto al que llamaba mejor amigo, y actualmente novio, sin dudas serían los girasoles. Y cuando no eran esos, eran los zorros. Esos era poco frecuente topárselos, pero era curioso. Había sido perseguido por gatos, serpientes y aves. En esos casos bastaba con simplemente existir para recibir una bienvenida de su parte. Algunos sonidos característicos de cada especie pidiéndole comida o unas caricias. Sin embargo, zorros no había visto de momento. Encontraba a veces madrigueras vacías, pero a ninguno de ellos disponible. Tal vez era algo infantil de su parte, pero no le gustaba quedarse con las ganas de tocar uno. Quería saber cómo se sentía su pelaje. Siendo caninos, ¿serían como los perros? ¿O diferentes? Tenía mucha curiosidad. La misma que le generaba el cabello de Naruto. Se veía igual que un puercoespín o alguna planta con espinas, ¿sería molesto tocarlo? ¿Sería sedoso? Dudaba de lo segundo, pero una noche luego de hacer el amor con él tuvo ganas de averiguarlo.

―Debería dejar de arañarle la espalda y empezar a arrancarle el cabello para tener una buena excusa ―pensó en voz alta estando a solas sentado en medio de los girasoles.

Dudaba que su pareja se negara a esa petición de su parte. De hecho, gracias a sus hábitos de madrugar y despertar antes que Naruto, le sería sencillo tocarlo sin que el otro lo supiera siquiera. No obstante, su orgullo se lo impedía. Aun si nadie lo viera, en su cabeza tendría a su consciencia recordándole que había hecho algo tan tonto como sentir curiosidad por el cabello del otro. Había visto a su ex maestro Iruka despeinarle el cabello con naturalidad. Incluso Kakashi lo hacía a veces. Uzumaki solía enojarse por ser despeinado bruscamente por el ninja copia, pero nunca pasaba a una pelea real. Es más, Hatake parecía encantado con hacerlo enojar con esa muestra de afecto. Y pensando en él había llegado a una conclusión tras una tarde de acosos y sermones de su parte.

―Deberías mostrar algo de afecto a tu novio de vez en cuando ―dijo Hatake cuando estuvieron a solas por breves momentos. Cuando quiso decir algo se le adelantó rápidamente―. Y no, decir que esa es tu manera de ser no es excusa. Naruto tampoco es que sea alguien muy habituado a recibir muestras de afecto más allá de las dadas por Iruka. Siendo su novio deberías poner un poco de tu parte.

Maldijo a Kakashi en su mente mientras se retiraba en silencio. Sólo le había soltado uno de sus típicos monosílabos para hacerle saber que lo oyó y se fue. Era cierto que no era dado a mostrar afecto. El clan Uchiha era muy conservador y no solían ser tan efusivos. El jinchuriki tampoco era extremadamente físico por lo que sabía. Eso o no quería que invadieran su espacio personal. Si hasta le había dado vergüenza darle la mano al Kazekage tras el rescate. Aunque eran amigos. Puestos a pensar en el espacio personal del rubio, siempre vio como le rehuía a Sai y Kakashi, pero esos eran pervertidos. Nadie se confiaría ni los tendría cerca sabiendo cómo eran. Sin embargo, él era la pareja de Naruto. Le correspondía hacerle saber cuánto lo quería. Temía que a causa de su hermetismo el otro creyera que no lo amaba o que se avergonzaba de ser novios. Debía estar volviéndose loco por tomar en cuenta uno de los estúpidos consejos de Kakashi, pero no había de otra. Por esa razón, el día en el cual fue invitado a comer ramen decidió aprovechar la situación y mostrarse un poco más abierto. Aún tenía la excusa de estarle limpiando la cara si alguien demasiado molesto preguntaba.

Como siempre, Naruto había engullido más de lo que podía masticar y su rostro quedó manchado de salsa y restos de fideos. Luego de dedicarle una corta sonrisa de prepotencia, procedió a limpiarlo con una servilleta. Todo iba normal. Por dentro se iba preparando mentalmente para lo que haría. Era algo bochornoso tomar la misma actitud de esas novias melosas que veía por ahí, pero una caricia era una caricia, ¿o no? Así que tras limpiarle la cara, lo miró detenidamente fijándose en sus dorados cabellos. Tan hermosos que le recordaban al campo de girasoles que había visitado con anterioridad. Luego puso atención a su boca la cual estaba limpiando al igual que sus mejillas, mismas que se encontraban marcadas con esas tres líneas que le daban el aspecto de un zorrito. Su mano se deslizó por debajo de su barbilla tal y como haría si tuviera un zorrito entre manos. Lo vio cerrar los ojos y temblar brevemente. Era adorable de esa manera. Tanto que le provocaba sonreír, pero se mantuvo estoico por estar en un sitio público. Suficiente hizo en mostrar algo de afecto. Y en cuanto notó que iba a recibir un reclamo de su novio se apresuró a adelantarse.

―Termina tu ramen pronto y sin ensuciarte como un niño pequeño ―ordenó Uchiha evadiendo hablar del tema del acercamiento que tuvo con él.

Luego de terminar de comer, él se fue a la torre Hokage a presentar sus informes acerca de las novedades de sus viajes. Le había tomado unas cuantas horas y en cuanto se desocupó fue a buscar a su novio. Él le había preguntado acerca de por qué le acarició la mejilla, así que le habló con total honestidad. ¿Y qué entendía ese idiota?

―Qué más da. No importa si me ves como uno de tus animalitos mientras me dejes contemplar tu rostro ttebayo ―dijo Uzumaki animadamente, mas se arrepintió a ver la expresión neutra de su novio en esos momentos.

―¿Crees que te quiero como una mascota? ―cuestionó con seriedad.

―¿No es así? ―preguntó el blondo visiblemente sorprendido.

No podía creer que luego de haber estado pensando constantemente en su novio viéndolo en los girasoles y en los zorritos salvajes, ese idiota creyera que sus sentimientos eran como el amor profesado a la fauna. Estúpido Usuratonkachi.

 

Continuará…

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).