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El Dragón del Este (re-subido y re-editado) por Cat_GameO

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Capítulo doce


Familia


 


Por casi tres meses la situación no varió mucho. Con la muerte de Pedro, el grupo de Rhys Connor no atacó de manera directa el interior del territorio, los únicos conflictos que tuvimos que sobrellevar fueron en la frontera del oeste. En la otra mano, las transacciones con Connor se reanudaron y la venta de Luna fue tan proliferante como habíamos especulado. Aunado a esto, nuestra propia producción iba a un ritmo elevado por lo que los ingresos aumentaron entre un treinta y un treinta y tres por ciento.


Todavía buscábamos destruir a los sobrevivientes de los Saltamontes Azules, pero había decidido esperar a que ellos dieran el primer paso. Por cualquier lado que viera la situación, no podía ir mejor.


Sin embargo, en el aspecto personal, las cosas iban en decadencia. Charlie había entrado al grupo y ahora era parte de una de las escoltas de defensa. Y, como lo había esperado, el muchacho solía mantener conversación conmigo y hacía invitaciones constantes para pasar el tiempo en privado. No era una molestia escuchar sus palabras, pues solía ser muy respetuoso. Además, era un chico bueno y divertido. El problema radicaba en que yo hacía un intento mayor por evitar algo más cercano a una amistad y me tomaba un poco de trabajo debido a la situación que se había desarrollado con Blake.


En los tres meses de relación formal con Blake, había descubierto que no había un interés de su parte en algunas cosas. Por supuesto, habíamos aprendido de ambos. Por ejemplo, como que él tenía un hermano menor, era originario del país Thermos y que su familia pertenecía a una especie de secta religiosa de esas extremistas. También había descubierto que no tenía placer por probar la comida dulce ni de socializar en eventos masivos. Blake era una persona que prefería estudiar en lugar de pasar sus ratos libres en actividades recreativas comunes. Era una persona que leía mucho, era muy cínico, admiraba el arte visual, la musical, así como la literatura clásica. Blake no era mucho de palabras cuando la conversación no era de su interés y era autodidacta. Existían grandes diferencias entre ambos. Yo era muy expresivo, me gustaba socializar con la gente ya que había aprendido que era parte esencial de mi trabajo. Me gustaba pasar los ratos libres con algún tipo de juego como el dominó, las cartas, apuestas, o cazar. Blake odiaba tomar riesgos innecesarios, y yo no. Por supuesto, procuraba no hacerlo en mi trabajo. Mierda, era más que obvio que lo nuestro no iba a ningún lugar.


Sí, sé que muchas parejas con personalidades distintas pueden coexistir y vivir en paz, pero ese no era el problema con Blake. Nuestra situación era difícil de digerir por nuestros trabajos y en el poco tiempo que teníamos para vernos había otro problema que yo ya no toleraba. Blake no demostraba detalles románticos y creía que lo único que quería era sexo. Otra vez, para mí, la relación había caído en ese tipo de interacción. Ahora hablábamos más, pero no había momentos sencillos como pequeños detalles que pudieran hacerme creer que Blake deseara que nuestra relación profundizara o dejara de parecer como si fuéramos simples amantes sin ataduras.


Me preguntaba una y otra vez, ¿a caso nuestra relación sería así siempre? No podía aceptar más este tipo de interacción.


Mi mente regresó al momento actual. Estaba sentado frente al escritorio con un montón de papeles por revisar para los siguientes negocios. Suspiré, tomé una carpeta azul y hojeé el contenido. En un mes más tendría una reunión con Connor para analizar el negocio actual y hablar de proyecciones. Además, ambos buscábamos destruir a Rhys para después iniciar una guerra contra Don B y Jamie. Sí, era consciente que nuestras ambiciones se expandían con mucha velocidad y que los riesgos de una guerra a escala nacional nos metería en graves problemas.


De manera suave, la puerta fue tocada y abierta. Charles y Princesa ingresaron a la oficina y se sentaron en las sillas frente a mí. Dejé la carpeta en su lugar y aguardé un poco.


—Jefe, traigo el informe sobre un nuevo cliente que ha contactado con nosotros. Es un grupo pequeño del Distrito de Vermillen —Princesa habló con un tono suave y colocó una carpeta rosada en el escritorio—. Me gustaría que lo revisaras con detenimiento, ya que estamos hablando del territorio del cabrón de Jamie Muller.


Eso era nuevo. De los cinco Distritos del país, Vermillen era el más protegido y el más controlado en la venta de droga debido al tipo de mandato y pactos con la policía y el gobierno local que Jamie mantenía.


—También está adjunto el reporte de la venta de Luna en todas las ciudades de nuestro territorio y un análisis detallado de la incursión de nuestros productos en el mercado.


—Gracias, Princesa —dije con calma al tomar la carpeta.


—Por ahora me retiro. ¡Ah! —Princesa se puso de pie, sacó un papel de su torera blanca e inclinó el cuerpo hacia el escritorio. —Jefe, mi cumpleaños es mañana, así que quiero invitarlos a ustedes y sus familias. ¡Por fin tendré dieciocho años! Será en una quinta rentada, en una de las zonas más privadas del centro de la ciudad. —Me ofreció la invitación y guiñó el ojo. —Habrá muchos chicos guapos para ligar.


—Gracias —reiteré al aceptar la invitación—, nos vemos ahí.


—Charles, aquí está tu invitación. Puedes llevar a Diane y a Vivienne. Ya le di una a Charlie para que lleve a sus amigos también.


—Gracias, Princesa. También estaremos ahí —compuso Charles al tomar la invitación.


Princesa se despidió de forma casual y salió de la oficina. Supuse que el tema que Charles deseaba tratar era demasiado privado y referente a algún tratado que nadie más podía conocer.


—Tenemos dos asuntos que aclarar —comenzó Charles al mirarme con seriedad reconocible—; los cuales pueden convertirse en un problema por dos razones. Uno, las autoridades están involucradas en esto por motivos del cambio de gobernatura. Y dos, tu amigo, ese Cal, no sé en qué mierda está metido y por esta razón un tal Donovan Harriet ha pedido hablar contigo. Sí, tal vez suene como algo sin importancia, pero ese tal señor Donovan Harriet es el dueño de los laboratorios de investigación más grandes de Cadenas; los laboratorios Stone.


—¿Cadenas? —dudé con incredulidad. Esta era otra de las preocupaciones del momento. Cal parecía haber desaparecido del país. Incluso me había arriesgado a otra visita a su domicilio y lo único que había encontrado había sido a su esposo molesto y sin una pista de su paradero. Aunque tuviera la muestra de sangre recolectada de la pelea de Prim y cero-seis, que hasta había hecho lo posible por conservarla con una solución a base de glicerina y en un congelador por debajo de los menos veinte grados Celsius, no había tenido la oportunidad de usar aquél respaldo contra Cal… y pronto la sangre quedaría inservible—. Con el gobierno no hay problema —dije con rapidez— porque les ofreceremos un diez por ciento extra de soborno para este periodo.


—No será tan fácil, Heath —contrapuso Charles—, el nuevo gobierno habla de destruir a los cárteles. Un soborno monetario no será suficiente para mantenerlos al margen. Nuestras conexiones deben cambiar.


Esto era verdad. El nuevo presidente del país Bow no pertenecía a ninguno de los grupos organizados y con ello se aseguraban más problemas en la venta y exportación de la droga. Con el anterior gobierno, debido que había sido un títere de las conexiones directas de Don B y el partido político pasado, los cárteles habían tenido más libertades para trabajar. Con rapidez, saqué un cigarrillo, lo encendí y fumé. Tenía un plan.


—Pero el nuevo gobierno quiere mejorar las relaciones con Cadenas, ¿no? —cuestioné.


—Sí, es correcto. Al parecer desea crear un tratado de industria, importación y exportación para reparar las relaciones entre ambos países.


—Llamemos a Connor antes de aceptar la invitación de la gente del gobierno.


—¿Para qué?, ¿qué tiene que ver aquí el chico?


—Le daremos al gobierno algo para venderle a la gente de Cadenas. Algo que, por ahora, ha sido exclusivo de nuestro país. Y nosotros seremos el medio de Connor. Su grupo, a diferencia del nuestro, todavía no es tan grande y no tiene conexiones en Cadenas.


—Bien, me parece un excelente plan. Yo citaré a Connor en algún punto fronterizo para tratar el tema de inmediato. Pero… ¿y ese hombre?


Donovan Harriet… ¿qué deseaba este tipo con una asociación de narcotraficantes?, ¿a caso era por Prim?


—Dame unos días. Buscaré a Cal y averiguaré cuál es el objetivo del hombre.


La reacción de Charles me sorprendió un poco. Él se movió hacia adelante y negó con la cabeza. Sus ojos color miel se clavaron en mi imagen y estaba muy molesto ya que podía notarlo en su expresión.


—Si lo que quiere ese señor Harriet es a tu ‘amigo’, ¿por qué no entregarlo y ya? ¿Por qué vas a arriesgar al grupo por un sujeto que no te debe nada ni al que le debes nada?


—Charles, lo que —empero fui interrumpido.


—¡No, Heath! No hay excusa. Sé que salvaste su pellejo en el pasado. ¡Pero eso quedó en el ayer! Si el tipo está metido en movimientos turbios, no es nuestro problema. ¿Por qué protegerlo si no es uno de los nuestros? Comprendo que nos entregó a Prim con el único objetivo de provocar a su propia gente y probar que sus experimentos funcionan. Hasta cierto punto te usó. No estoy diciendo que la llegada de Prim sea algo negativo. Al contrario, su presencia ha hecho maravillas para nosotros. Pero no puedes seguir prendido de él… ¿o qué?, ¿también sientes algo por ese cabrón? Porque no encuentro otra razón por la cual lo has protegido hasta este momento.


—No —recriminé con relativa calma—, no siento nada por él. Es un amigo y ya.


—¿Un amigo que vale la pena proteger a costa de la organización? Ni siquiera John tiene este privilegio.


No respondí. Charles tenía razón. Cal no era mi amigo. Éramos conocidos que compartían un pasado en común. Éramos ese tipo de gente hipócrita que, cuando podía obtener una ventaja, pedía ayuda del otro. Ambos nos beneficiábamos de nuestra ambigua relación. Sin embargo, tal vez, había llegado el momento de romper el beneficio tan complicado que habíamos creado.


Suspiré y fumé sin reparo.


—Bien. Corroboraré su paradero y se lo entregaré al señor Donovan Harriet —dije con cierta desilusión.


—No tardes mucho en encontrarlo porque no sabemos de lo que ese señor sea capaz.


—Comprendo.


—Recuerda que veremos a Connor mañana si es posible.


—De acuerdo —acepté sin prestar mucha atención.


Charles salió de la oficina y yo giré la silla hacia la ventana. Había aceptado terminar mi relación con Cal y no podía admitir que, de algún modo, me dolía. Cal y yo éramos muy diferentes, más allá de nuestro estatus social, personalidades e intereses, aunque de alguna manera compartíamos algo muy especial. Los dos habíamos sido víctimas de la parte más oscura de los cárteles y líderes mafiosos, los dos habíamos sido torturados en manos de esa gente y los dos habíamos encontrado un escape en las drogas. Cal conocía de primera mano cómo se movía el mundo ilegal y, como yo, había llegado hasta el fondo de un hoyo sumamente oscuro. Quizá por esta razón mi relación con él era especial. Cal había vivido lo mismo que yo. Ambos teníamos esos mismos pensamientos respecto a nuestras personas. No buscábamos lástima de otros ni que nos victimizaran.


Negué con la cabeza. Era consciente que mi relación con él podría traer consecuencias irreversibles para el grupo, pues podría acabar con todo lo que había logrado hasta ahora.


Mi vista se colocó en el exterior y visualicé en la zona de entrenamiento a Prim con unos nuevos reclutas. ¿A caso Cal había tomado un riesgo al liberar a esa chica en nuestra sociedad?


—No —susurré—, el tiempo se agotó.


Busqué mi teléfono en la chaqueta, abrí la aplicación de mensajes y oprimí el botón de ‘nuevo’. Había otro método para contactar con él… un método que sólo yo conocía. Estaba consciente del riesgo, pero lo acepté. Tecleé el número de teléfono del difunto narcotraficante apodado como ‘Tony el Rosa Mijares’ y redacté unas frases: ‘nos vemos en el muelle del sur de Fuego. Tienes hasta la media noche’. Oprimí enviar. Nadie más que yo sabía que Cal había conservado el número de ese sujeto. Él había optado por tener una forma de protección para su familia en contra del viejo grupo de Tony.


Guardé el teléfono y saqué el otro móvil de modelo anterior. También escribí un mensaje y pedí la noche para hablar con Blake. Me había cansado de sentir que mi tiempo se perdía junto a él.


 


*** 


 


El resto de la tarde pasó con rapidez. El trabajo me absorbió con detalles por resolver y algunas juntas con mis asociados. Por fin se llegó la hora de salir y me dirigí hasta el aparcamiento subterráneo. Anduve con un poco de prisa, ya que tenía que salir de Blaze y llegar a Fuego antes de la media noche. Pero encontré a una persona parada frente a mi coche; era Charlie.


Charlie era un tipo alto y fornido, de cabello corto y castaño como su padre, pero de ojos azules como su madre. Su tez era de un moreno claro y su rostro jovial era masculino y llamativo. Solía vestir con playeras formales y justas, así como pantalones vaqueros de mezclilla que acrecentaban su figura trabajada.


—Jefe —la voz de Charlie sonó con un tono agradable y varonil—, ¿puedo hablar contigo?


—Sí —respondí con sequedad. Detuve los pasos cerca del muchacho.


—¡Va, que no muerdo! No tienes que tomar tanta distancia.


Conocía a Charlie desde tiempo atrás; cuando todavía había sido un adolescente de quince años. Había una diferencia de dos años entre nosotros, pero Charlie había crecido bastante y su apariencia ahora era la de un chaval de unos veintitantos años.


—¿Qué sucede, Charlie? —pregunté sin moverme de mi sitio.


Charlie sonrió, se acercó a mi y llevó su mano hasta mi rostro.


—Jefe —Charlie susurró en mi oído—, ¿estás muy ocupado hoy? —Movió su cabeza para contemplarme de frente y volver a sonreír como un coqueto. —Quiero invitarte a unos tragos. ¿Qué dices? Es un bar en la Zona Rosa y sé que te va a gustar porque tienen música en vivo.


—L-Lo siento, Charlie. —Agaché la mirada y agregué—: pero tengo algo importante que hacer del trabajo.


—¿Enserio? —Charlie dio un paso para atrás y retiró el tacto de mi rostro. Cruzó los brazos y mostró una mueca amigable. —Pues ni hablar. Será en otra ocasión.


Asentí con la cabeza al contemplar al muchacho. Luego, Charlie hizo algo que me tomó por sorpresa completamente. Él acercó su rostro al mío y besó mi mejilla.


—Nos vemos mañana, jefe —Charlie habló al alejarse de mí y caminar en dirección a su respectivo auto.


Suspiré con desánimos. No había esperado esta reacción por parte de Charlie y no tenía idea de cómo sentirme. Puse mis pensamientos de vuelta en el objetivo de la noche y subí al coche. Encendí el motor y manejé a toda prisa rumbo al sur hacia el muelle que se usaba como conexión con las Islas Brook.


Mis planes se enfocaron en Cal y abandoné las dudas respecto a mis sentimientos y Charlie. No estaba listo para terminar la relación con Cal, pero debía pensar en el beneficio mayor para mi grupo. 


 


***


 


Conduje por la ruta rápida de la periferia y crucé la frontera para agarrar el camino de la autopista. Manejaba a alta velocidad, mientras me cuestionaba por la decisión que estaba por tomar. Así mismo, antes de salir de la oficina, había sacado la muestra de sangre del congelador del área médica y había optado por traerla conmigo.


Una vez llegué al muelle, encontré un carro rojo deportivo estacionado cerca de una bodega de carga. Aparqué el auto negro junto al otro y bajé. Caminé en torno al muelle cercano donde había una persona encapuchada por una sudadera oscura. Él estaba de espaldas.


—¿Cal? —pregunté con titubeo—, ¿dónde rayos te habías metido?


El encapuchado dio una media vuelta y reconocí el rostro de Cal. Había algo distinto en él. Tal vez era que había perdido peso, o que había ojeras oscuras debajo de sus ojos, probablemente era también que su cabello había crecido y salía por la capucha sin mucho orden, pero lucía un poco diferente. Era notorio el cansancio y su rostro bello no relucía aquella expresión de seguridad que solía caracterizarlo.


—¿Ésta es tu manera de amenazarme? —recriminó Cal al tomar mi chaqueta y acercarme a él con brusquedad—. ¿No pudiste esperar un poco más?


—¿Un poco más? —Contraataqué al golpear su mano para demostrar que no podía tratarme sin respeto. —¿De qué mierda estás hablando?


—Cero-uno probó ser un buen soldado, ¿cierto? Pudiste esperar un poco más antes de vernos. Pensaba terminar para mañana y así poder renunciar sin problemas. Ya tengo listo el papeleo y sólo es cuestión de hacer la transacción con la agencia de adopción.


—¿De qué chingados estás hablando? —insistí con enojo.


Cal dio unos pasos hacia la orilla y contempló el mar oscurecido. Me coloqué a su lado y encontré una expresión de paz como si algo en su interior estuviera en calma. Nunca, desde que nos habíamos conocido, había visto un rostro así en él.


—Por fin lo logré —dijo Cal con un tono sereno—, por fin conseguí lo que buscaba. El proyecto fue una excusa para corroborar mi teoría y para obtener lo que tanto he buscado. Tú no lo comprendes, Heath, porque tú sí tienes un padre de sangre. Tú tienes a alguien que comparte una historia genética contigo. Tienes un hermano gemelo… alguien que también tiene un vínculo de sangre contigo. Yo estoy completamente solo. No puedo quejarme de mi padre adoptivo. No me malinterpretes, pero al final no compartimos ese lazo ni esa historia que une a una persona con otra a través del tiempo y a un nivel superior. Te juro que he buscado en todas las bases de datos de los gobiernos del mundo, usando las muestras de ADN que se toman por el control natalicio… Y —su voz sonó titubeante—, es como si yo no existiera, como si no hubiera nacido como el resto. ¿Quién mierda soy? —De sus ojos lágrimas comenzaron a salir. Tampoco había visto a Cal llorar… era impactante. Continuó—: ¿quiénes rayos son mi familia? ¿De dónde vengo? ¿Por qué fui abandonado? Siempre he creído que estaría solo por el resto de mi existencia. Y, peor aún, no siento nada de empatía por quienes me rodean. Mi familia es perfecta, pero sin mí. Mi hermana… Ella… ni siquiera es mi hermana real. Comprendo por qué mi padre preferiría a ella en lugar de a mí. Es obvio, los humanos hacen eso, ¿sabes? Van a preferir a las personas de su sangre para entregar los tesoros más valiosos y darles lo más importante para ellos… —Suspiró con profundidad como si calmara el sollozo. —Yo nunca encajaré en ningún lugar. No tengo familia… no tengo historia consanguínea que me ligue a este mundo. Y no me digas la misma mierda que mi padre me ha dicho siempre; sobre que la familia se puede elegir… ¡Maldita sea! ¡Eso es mentira! —De forma pronta, la expresión de su rostro mostró un dolor profundo y una melancolía cargada de enojo notorio. —No tengo identidad porque no pertenezco a ningún grupo social primario.


Nadie dijo nada. No podía creer nada. Tenía la sospecha de que Cal vivía en una depresión horrenda y en un tormento que lo obligaba a actuar como lo hacía. Sin embargo, jamás había imaginado algo así.


—Pero en unas horas más eso terminará. —Cal limpió su rostro y me miró como si fuera un niño ilusionado. —Por fin he conseguido crear a mi familia.


—No tiene sentido —ofrecí sin pensar—, pudiste haber embarazado a una mujer y ya.


—No puedo —reveló Cal con una sonrisa triste— porque no produzco espermatozoides suficientes. No puedo procrear de ningún modo catalogado como lo natural. Bueno, quizás no pueda hacerlo así… pero sí de otra manera. Hasta hace poco conseguí procrear. Usé mi sangre y la de Joel para crear a una persona. Es un ser humano como el resto… sólo que se ha desarrollado en menos de nueve meses en una matriz artificial. Mi ADN y el de él fueron conjuntados en dos células vírgenes; un cigoto y un espermatozoario que al fecundarse iniciaron el proceso de creación. En unas horas el bebé estará listo para abandonar la matriz y vivir en este mundo… —Cubrió su boca para evitar a los lamentos salir. Se inclinó de rodillas y continuó con su llanto.


Suspiré con enojo. ¿Cómo podía hablar del problema con él sobre el sujeto Donovan Harriet cuando estaba así? Cal había hecho un sinfín de locuras, eso era más que obvio, pero lo había hecho por el dolor que lo consumía. ¿Quién era yo para privarlo del logro y de esa resolución a su pregunta?


—Por fin tendré a alguien a quien llamar familia con honestidad, con seguridad —pronunció Cal entre lamentos— y dejaré de ser un excluido de esta sociedad. De esta vida.


Cerré los ojos y suspiré con fuerza. Luego los abrí y me convencí de que no podía dejar a mis emociones nublar mi juicio.


—Cal —hablé con frialdad—, lo lamento. Donovan Harriet me ha contactado. Aunque su nombre no me dice más que tu asociación a esto del mundo de los experimentos… sé que para ti es una mala noticia.


Cal se incorporó y limpió su rostro con las manos. Sostuvo mi mirada y mostró la seriedad usual que lo representaba.


—Con ayuda de ti, lo conseguí —divulgó Cal—. Cuando envié a cero-uno a tu base, causé el disturbio que necesitaba para asegurar tiempo y así comenzar con la gestación de mi hijo. Cero-uno no me interesa, así que puedes devolverla si no la quieres.


—¡Es un ser humano, por dios! —renegué.


Cal rió con una carcajada corta.


—Sí, lo es. Y siente igual que nosotros, llora igual que nosotros, sueña igual que nosotros, ríe igual que nosotros y puede amar como nosotros. Pero al igual que el resto de los experimentos, está condenada a seguir la única orden que se le fue impuesta en su genética.


—Entonces, ese fue tu objetivo… Para eso me convenciste de aceptar tu regalo.


—Por supuesto. Tú y yo no somos amigos… no somos camaradas. Somos dos idiotas que se conocieron en una noche de venta y asesinato. Te convertiste en una herramienta en el instante en que me revelaste que buscabas ascender al poder y generar tu propio grupo de traficantes. —Cal sonrió y prosiguió—: desde ahí, ya planeaba algún uso para ti. Por eso decidí revelarte información que te haría creer que yo te debía algo. Te usé… y no me arrepiento.


Había una confusión pesada en todo mi sentir. Había considerado a Cal como una persona igual a mí. Luego, había aceptado su locura como parte de su genialidad. Inclusive, momentos atrás, había sentido pena por él. Ahora sentía enojo y rabia por haber confiado en él. Charles había estado en lo correcto. Yo había depositado mi confianza en las personas erróneas.


—Si vas a decirles dónde estoy, hazlo antes de que huya del país —Cal continuó—, aunque sólo me falta que Joel firme los papeles de adopción. En realidad creerá que el bebé es de alguna adolescente ignorante que se embarazó por error. Criará a nuestro hijo sin darse cuenta.


—Escucha —dije con molestia—, no voy a arruinar la vida de ese bebé por tus acciones de mierda. Así que voy a dejar que tu esposo reciba al niño, pero te entregaré a Donovan Harriet. Nunca más nos volveremos a ver y considera que nuestra relación se acabó.


Cal acortó la distancia y tomó mi cuello para hablarme al oído.


—Nuestro negocio podría continuar —sonó la voz de Cal como un susurro peligroso que envió un calofrío por todo mi cuerpo—, ya que yo puedo ofrecerte algo único. Una familia entre tú y la persona que decidas aceptar como tu compañero de vida. Sólo necesitas darme una muestra de su ADN; puede ser sangre, cabellos, uñas… saliva… semen… lo que sea. Yo ya tengo una muestra tuya.


Reaccionéal sacar la pistola y apunté al cuello de Cal. Había separado su rostro de mí y arrojaba una mirada de rencor contra él.


—¿En qué cabeza cabe que voy a aceptar una locura así? —cuestioné con enojo.


—Por favor —contrapuso Cal—, no me digas que la puta sociedad te ha convencido de las patrañas de lo ‘natural’, ¿o sí? No me digas que crees en que la concepción humana debe ocurrir entre un hombre y una mujer porque así lo marca la moral y la estúpida idea de las religiones retrógradas. Tan sólo ve lo que te ofrezco: vida. Nuestros límites son impuestos por aquellos pensamientos ridículos de los grandes gremios que controlan a las masas. Pues la concepción humana es posible y no sólo con un hombre y una mujer. Es posible gracias a los avances tecnológicos y a las mentes brillantes que tienen la capacidad de visualizar el futuro de nuestra sociedad. ¿No lo ves? Somos los dueños de nuestra propia verdad y vida. No somos los esclavos de los deseos de un dios ficticio y juzgador. Con estos avances demostramos lo que somos: creaturas libres e inteligentes.


Sin dejar de apuntar a Cal, analicé sus palabras. Yo creía lo mismo. Creía que con nuestros avances tecnológicos podíamos cambiar los conceptos dañinos sobre la familia arcaica y evolucionar nuestro pensamiento para continuar como la especie brillante que éramos. Aquello de la concepción humana en un laboratorio sonaba como un disparate, como una blasfemia para aquellos que cerraban su mente a las ideas impuestas por la moral, prejuicios y religiones. Aunque también creía en la familia adoptiva como la familia real, puesto que creía que el amor podía generarse al conocer a otras personas y aceptarles.


Entonces, bajé el arma y Cal y yo nos soltamos. Di un paso para atrás y guardé la pistola.


—¿Qué es lo que quiere de ti? —pregunté con calma.


—Quiere que trabaje en uno de sus experimentos más oscuros en Cadenas y que destruya a todos los modelos basados en el prototipo erróneo —reveló Cal con un tono cotidiano—. Quiere que me convierta en su esclavo. Ya sabes, una especie de empleado de por vida para que continué con sus proyectos más ilegales.


—No suena tan mal —opiné.


—Si acepto, tendré que destruir todas las pruebas de los chicos como cero-uno y tendría que abandonar el país. Jamás podría ver a mi hijo.


—Es una consecuencia de tus actos. Además, no puedes estar del todo seguro. —Saqué la muestra de sangre y la puse en la mano de Cal. Agregué—: aquí tienes enemigos que desean matarte. Tal vez su propuesta no sea tan mala después de todo. Podrías hablar de condiciones, ya que, al final, tú controlarás los experimentos y tendrás poder sobre esa información también.


Cal contempló la muestra de sangre y luego me miró.


—Dijiste que ya no estarás solo —repuse como si simpatizara con Cal. Realmente en el fondo sí lo hacía. A pesar de sus actos y palabras, no podía odiarlo—. Has logrado tu objetivo. ¿Por qué no superar tu límite? Tú mismo lo has dicho.


—¿Por qué te preocupa? ¿A caso no escuchaste lo que dije sobre que te he usado todo este tiempo? Toda la gente que he encontrado en mi camino, todos esos que ofrecieron su amistad, no han sido más que simples piezas.


—Porque no comprendía el dolor que llevas cargando contigo desde toda tu vida, Shad, y porque jamás te había visto así… hablando con honestidad y aceptando ese dolor. Y porque, al final, aunque digas que me usaste, yo sí te considero mi amigo.


No hubo respuesta.


—Hablaré con ese sujeto en unos días, quizá cuatro o cinco… así que tienes tiempo de sobra para conocer a tu hijo, conversar con tu esposo y decirle la verdad. Explícale a tu familia lo que has hecho y arregla todo para que tu hijo y tu esposo puedan irse contigo y puedas estar con esa familia que tú has creado y elegido. No voy a entregar a Prim, así que eso debes considerarlo en tus cálculos.


Di una media vuelta, caminé rumbo a las bodegas de carga y saqué un cigarrillo. Mis manos temblaban y mi cabeza estaba como vacía. El dolor y las palabras de Cal habían sembrado una especie de hueco en mí. Sí, había sido utilizado por este sujeto, pero no me atrevía a arrebatarle su felicidad. Había descubierto una diferencia entre los actos de Cal y los de Pedro, y había aceptado que no era como esos maniáticos asesinos como lo había pensado. Ahora tendría que buscar una excusa para negar la cita con ese tal Donovan Harriet y proteger a mi grupo de alguna otra manera.


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