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El Dragón del Este (re-subido y re-editado) por Cat_GameO

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Capítulo nueve


Deseos


 


—Hey —hablé con un tono calmo. Estaba acostado junto al cuerpo del otro hombre y con la mano sobre su pecho marcado por el ejercicio constante—, dime algo.


—¿Qué pasa, Heath? —sonó su voz seria. Su mano iba de arriba para abajo en mi espalda alta.


—Pues, los dos tenemos trabajos poco fáciles de sobrellevar y sé que la relación será difícil… pero dime, ¿cómo vamos a comunicarnos?, ¿cómo vamos a llevar a cabo la relación?


—Comunicarnos no será un problema. Usarás uno de los teléfonos extras que tengo para evitar ser descubierto. El verdadero problema es definir qué quieres.


Levanté un poco mi cuerpo para contemplar el rostro de Blake. Sus ojos azules me contemplaron y su mano detuvo los movimientos cerca de mi espalda baja.


—¿Lo que yo quiero? Blake —dije con sensualidad—, esto no es un juego para mí. Quiero que salgamos, que nos conozcamos más, que tengamos una convivencia fuera de la cama y el sexo. Ésta es una relación de dos no de uno.


Unas horas atrás había descubierto el verdadero nombre de ‘John’ y ahora sabía que se llamaba Blake Just. Debía aceptar que su nombre compaginaba más con la imagen de vampiro de películas.


—¿Y qué quieres?, ¿quieres que salgamos a comer a restaurantes como si fuéramos cualquier pareja?, ¿ir a los centros comerciales y visitar los cines?, ¿andar por ahí en los parques de diversión? Heath, no somos estudiantes de preparatoria ni tampoco tenemos ese lujo. Eres un Señor de la Droga y yo soy un agente secreto.


—Tampoco hablaba de algo así —recriminé al sentarme en la orilla de la cama—, pero no voy a aceptar que nos encontremos sólo para tener sexo… y eso lo sabes.


—Bien —repuso Blake al acercarse a mí—, podemos salir tomando precauciones… Vernos en casa. Ya sea tu casa o la mía.


—Me parece bien —admití.


Sin previo aviso, Blake empujó mi cuerpo de vuelta a la cama, se colocó sobre mí y comenzó a besar mi cuello. Sus manos se movían por mi torso y bajaban hasta mi ingle. Cerré los ojos y busqué su piel. Acaricié su espalda ancha y luego su rostro.


—Heath —Blake dijo cerca de mi piel—, tengo que irme.


Ambos rompimos las caricias y nos contemplamos por unos instantes. Blake abandonó la posición y salió de la cama. Él comenzó a vestirse y yo lo imité. Me senté en la orilla del colchón y busqué mi ropa.


—Aquí tienes —Blake dijo al ofrecerme un teléfono de apariencia vieja; de esos que no son de pantalla táctil y que todavía tienen un teclado con botones—. Está cifrado y tiene grabado mi número. Con éste no podrán asociarnos. El número con el que te contacté es del otro teléfono, así que elimina ese mensaje. Procuraré responderte con rapidez, pero considera que a aveces las misiones no me permiten ni unos minutos para hablar o para revisar el teléfono.


—Yo igual —divulgué al tomar el celular—. Tampoco será tan fácil para mí.


—Por ahora busquemos una forma de estar al pendiente y de vernos. Dame tu dirección.


—Blake… —Me puse de pie y me acerqué al otro. Toqué su mano y esperé una reacción romántica, pero sólo obtuve la misma mueca seria característica de él. Suspiré y continué—: eso quiere decir que no puedes acostarte con otras personas, ¿queda claro?


—Eso me parece más que obvio. Así que es lo mismo para ti.


—Y pues… vamos a intentar que esto funcione, ¿vale?


Blake asintió con la cabeza. Retiró la mano de mi tacto y terminó de vestirse. Yo regresé a mi actividad y coloqué las prendas correspondientes. Todavía no podía creer que ahora éramos una pareja.


—Nos vemos después, Heath —Blake expresó y se acercó a la puerta.


Comprendí que era hora de partir. Di unos pasos rumbo a la puerta y me quedé frente a Blake. Blake tocó la perilla de la puerta, pero yo acorté la distancia y besé su boca con suavidad. La respuesta de Blake fue suave y poco deseosa. De algún modo pensé que era para evitar los sentimentalismos que tanto juzgaba de mí y acepté su resolución.


—Nos vemos pronto —dije con calma. Abrí la puerta y sonreí—. Suerte.


Sin otra palabra más, abandoné la habitación. Y, a pesar de que había deseado sentirme como un enamorado empedernido, lo único que percibía en mi interior era inseguridad. Mi cuerpo se sentía como cortado, como recién salido de una enfermedad de gripe común, pues mis músculos pesaban y casi podía asegurar que yo era ajeno a mi propia persona. ¿Eso era el amor? Había esperado algo distinto, algo así como alegría, o una sensación abrumadora y cálida en el interior, pero nada de eso merodeaba.


 


*** 


 


Al llegar a la camioneta en el estacionamiento del hotel, entré y cerré la puerta. Respiré con profundidad y deseé hablar con alguien. Una vez tomé el teléfono celular, busqué en los contactos y sin pensarlo me detuve en el nombre de Charles. Empero, no marqué. Recordaba nuestra última conversación y creía que si confirmaba mi relación con Blake no haría más que obtener una frase de decepción por parte de Charles.


Desistí de la acción inicial, así que encendí el motor y manejé rumbo al exterior del hotel. Preferí evitar una discusión con Charles en estos instantes y comencé a formular frases para explicar mi situación. Al detener el vehículo en un alto, dudé. ¿Por qué debía dar una explicación? Unos segundos después, renegué. No podía creer que pensara eso de Charles.


Con tranquilidad, continué el camino por unos minutos y calmé mis pensamientos. Presté atención a los alrededores y descubrí que un coche me seguía. Hice un cambio a la derecha sin marcar la dirección y el otro carro imitó el rumbo.


Sin titubeos, saqué el teléfono y marqué el número de Charles.


—¿Heath, pasa algo? —sonó la voz de Charles por la bocina del altavoz.


—Me están siguiendo —avisé con relativa calma—. Llegaré a los almacenes del sur. Manda a Jenny y Prim. Nos vemos en unos quince minutos.


—Entendido. No te pares hasta que hayan pasado los quince minutos.


—Sí, los esperaré.


Al colgar el teléfono, di varias vueltas por las calles de manera discreta. Pensaba con rapidez para reconocer a los posibles enemigos. Sabía que los payasos de Don B eran menos meticulosos. Por otro lado, los asesinos de Jamie preferían el estilo con más sigilo. Aunque todavía no había una razón oficial para matarnos, era probable que Jamie buscara eliminar a sus competencias lo antes posible.


Pasados los quince minutos, que habían sido como horas debido al estrés por descubrir a los seguidores, arribé hasta los almacenes del sur. El edificio era como una vieja construcción hecha para guardar cajas de remolques grandes. La fachada todavía no era arreglada por la compañía de construcción que trabajaba para nosotros en aquellos momentos debido a que no era una urgencia.


Bajé de la camioneta con rapidez y entré a la bodega por una puerta metálica común. Escuché a tres vehículos arribar casi al mismo tiempo y saqué la pistola. Me moví hasta una de las ventanas. Esperaba encontrar en el exterior un conflicto.


Charles ya había bajado de su coche de modelo viejo y apuntaba con su arma detrás del cofre del carro. Jenny había estacionado el sedán negro que usaba para paseos casuales y aguardaba detrás de un costado junto a Prim. El carro misterioso era lujoso y de color rojo vino. De éste un hombre se había bajado y alzaba las manos para advertir de su supuesta intención.


—¡Identifícate! —pidió Charles.


—Estoy buscando a Heath Alipsis —dijo el hombre.


La primera pista que visualicé fue que el hombre vestía con esos trajes de mayordomos de la alta sociedad, como si fuera de esos sirvientes extravagantes que atienden en esas casa como mansiones. Ni los hombres de Jamie ni Don B seguían un protocolo de vestimenta tan anticuado.


Salí de mi escondite, caminé en torno la puerta y la abrí un poco.


—¡Te han pedido que te identificaras! —grité por detrás de la puerta metálica.


La ubicación del almacén era una ventaja en estos instantes, pues no había más que edificios de viejas bodegas abandonadas. Ningún vecino se acercaría ni habría gente curiosa en las proximidades.


—Eh, claro —repuso el hombre con traje de sirviente—, mi nombre es Roger y sirvo para la familia Smith, señor.


¿La familia Smith? Jamás había escuchado este apellido en el país y lo único que sabía de dicha familia era que vivía en el país de Mint; una de las naciones más antiguas del Continente del Norte. Sabía que los Smith eran gente rica de tradiciones arcaicas y, de acuerdo a muchos rumores sin resolver, habían sido considerados como oculistas o algo así.


—¿Trabajas para la familia Smith del pueblo Maderos del país Mint? —pregunté con impacto.


—S-Sí, señor —replicó el hombre identificado como Roger—. Y he sido enviado para entregar un mensaje al joven Heath Alipsis; hermano del joven Mylo Alipsis.


De inmediato bajé el arma, abrí toda la puerta y salí para contemplar mejor al sujeto. El hombre era de tez pálida y de cabello castaño, de ojos claros y, aunque fuera una especie de sirviente, era obvio que no era del país Bow. Además, hablaba con un acento peculiar la lengua del país.


—¿Qué dijiste? —Me acerqué más al sujeto. —¿Mi hermano mandó un mensaje?


Ya había indicado a mis aliados que bajaran sus armas al elevar la mano derecha un poco. No lo podía creer, ¿un mensaje de Mylo?


—Pero… había dicho que no quería volver a verme —susurré.


—En realidad, la familia Smith insistió en que se le informara a usted sobre la boda de su hermano. El Maestro Smith piensa que es necesario que el joven Alipsis mantenga contacto con su familia de este país.


—¿Qué? —Contemplé con incredulidad al sirviente Roger. —¿Qué dijiste?


—Que la familia Smith insistió.


—No, no, eso no. Algo sobre una boda.


—Ah, cierto. —Roger sacó un sobre blanco muy elegante del saco tradicional. La hoja estaba adornada con bordados y sublimados. De pronto, me ofreció el objeto. —Es la invitación, joven Alipsis. Aunque, si me permite decirle lo que escuché, su hermano no está muy feliz con esta decisión y dijo que si usted pudiera no asistir entonces sería mejor.


Con cuidado sujeté el sobre y encontré mi nombre impreso en tinta dorada y con unas letras perfectamente estilizadas. ¿Cómo rayos mi hermano había terminado en otro continente y en otro país donde se hablaba una lengua tan distinta a la nuestra? Y, por si eso pareciera fácil de creer, ¿ahora estaba a punto de casarse con alguien de la familia Smith?


—Bueno, lamento mucho haberle causado molestias, joven Alipsis, y le ofrezco mis más sinceras disculpas por haberlo seguido así. Fue difícil dar con usted. Y una vez el Maestro Smith obtuvo su paradero, me dijo que lo mejor era encontrarnos de una manera que pudiera evitar que sus enemigos nos descubrieran.


—Sí, comprendo —acepté las disculpas del hombre.


—Con su permiso. Necesito retirarme. Tengo que regresar al continente del extremo norte y reportar que usted ha sido informado. Además, los preparativos de la boda todavía están sin terminar.


El hombre hizo una reverencia con su cuerpo, entró al auto y salió en dirección a las calles transitadas del centro. Yo, por mi cuenta, contemplé el sobre como si fuera el objeto más extraño de todo el planeta. Charles se acercó a mí y tocó mi hombro.


—¿Heath, estás bien? Chicas —Charles se dirigió a Jenny y Prim—, nos vemos en la mañana en la oficina. Gracias por su ayuda.


—De nada. Nos vemos más tarde —Jenny replicó—. Y, jefe, trata de descansar. Tal vez con un buen sueño puedas aclarar la mente y tomar una decisión. Al final, tu hermano todavía tiene interés en ti y te considera su familia. Hasta mandaron a un mayordomo para entregarte la invitación en persona.


—Gracias, Jenny —acepté el consejo—, nos vemos más tarde. Ustedes también descansen, chicas.


—Buenas noches —dijo Prim con una sonrisa en el rostro.


Jenny subió al choche junto a Prim y las dos salieron rumbo al este de la ciudad. Charles regresó la mirada a mí y yo suspiré.


—¿Quieres hablar de esto? —preguntó Charles.


—No… no lo sé —dije con honestidad—. Jamás creí que Mylo me revelaría su paradero. Pero, ¿sabes? No iré.


—Ya me lo esperaba.


—No voy a darles la única pieza que podrían usar para destruirme por completo.


A continuación, saqué el encendedor metálico que siempre me acompañaba y acerqué el sobre a la flama.


—¿No quieres ni siquiera leer lo que dice?


—Escucha, estoy feliz de que haga su vida como le plazca, pero no voy a tomar ningún riesgo. Bien, ahora sé que tiene relación con la familia Smith del continente del extremo norte, pero no quiero saber más. No voy a arruinar la vida de él sólo por curiosidad.


—Heath, es tu hermano.


—¿Y? —respondí con cinismo. Dejé que el sobre se incendiara y lo arrojé al suelo. El papel se achicharró y por unos segundos la flama se intensificó. Había destruido la única forma para contactar directamente con mi hermano. En realidad, estaba satisfecho al saber que estaría con una persona con la que había aceptado la idea del matrimonio. Sabía que para los dos había sido difícil creer que el matrimonio sería parte de nuestra vida, aunque ninguno de los dos había desechado esa idea por completo. De hecho, habíamos hablado sobre una promesa. Ambos habíamos prometido que si algún día la vida nos daba la oportunidad de ser padres, jamás repetiríamos nuestra historia. Agregué—: está bien, Charles. Quiero pensar que mi hermano es feliz y que ha decidido hacer su vida por completo. Quizás en algún otro tiempo, en otras circunstancias, nos volveremos a ver. Pero ahora no es el momento.


—Eres un buen chico. Y estoy muy orgulloso de llamarte mi líder. Eres capaz de proteger a quienes más amas y olvidar deseos pasajeros por el bienestar de ellos.


Cuando el sobre quedó hecho cenizas, sonreí y agradecí en silencio a mi hermano. Había aceptado el mensaje y le deseé suerte en el siguiente paso que había decidido tomar.


—Anda, volvamos a casa —dije con seguridad.


—Sólo dime algo. —Charles se cursó en mi camino. —Heath, te encontraste con John, ¿cierto? Y debido a que no me llamaste hasta esta hora, casi las cinco de la madrugada, eso quiere decir que… o arreglaste las cosas, o por fin has roto toda relación con él.


Contemplé con seriedad a Charles. No había preparado una forma de explicación, así que debía ser directo.


—Hemos decidido… —Suspiré y agaché la mirada, luego continué con las palabras—: estar juntos.


Aguardé unos segundos, como si esperara por un regaño o una frase de decepción. Empero, Charles tocó mi hombro. Yo alcé el rostro y encontré una sonrisa honesta.


—Es una muy buena noticia —Charles contestó con una voz suave y agradable.


Juro, por cualquier cosa, que jamás me arrepentiré de haber aceptado a este hombre en mi vida. La reacción de Charles me hizo sonreír y asentir con la cabeza.


—G-Gracias.


—¿Por qué agradeces?


—Pensé que estarías en desacuerdo.


—¿Y por qué iba a estarlo? Sí, el tipo te hizo daño con sus palabras. Pero sólo tú puedes juzgar la situación. Además, hablaste con tu padre y has tomado una decisión como un adulto. Recuerda que yo te apoyaré.


—Pero —me atreví a hablar—, me dijiste sobre lo de tu hijo… sobre sus sentimientos.


Charles rió con seriedad.


—Mi hijo es mi hijo y no es una extensión de mí. Podrá estar enamorado de ti, pero eso no te obliga a ti a reciprocar sus sentimientos. Él es muy joven y sé que encontrará a un hombre para compartir su vida. Anda —Charles soltó mi hombro y prosiguió—: vayamos a descansar un poco.


—Sí, nos vemos en un par de horas.


Los dos subimos a nuestros respectivos coches. Charles condujo a la derecha y yo tomé la calle hacia la izquierda. 


 


*** 


 


Manejé con rapidez en sentido al edificio departamental donde vivía que estaba en la colonia Duraznillo. No tardé más que veinte minutos en llegar al barrio y entrar al estacionamiento privado en el subterráneo del edificio. Hice las acciones en automático, puesto que mi mente se mantuvo ocupada en mi hermano y en Blake. 


Por una parte, no podía imaginar qué clase de persona sería el futuro esposo de Mylo, pues conocía los gustos de mi hermano y sabía que era menos romántico y sentimental que yo. Mylo siempre había sido directo y sin intenciones de tener algo serio. Incluso, recordaba, que había llegado a enamorar a uno de los hijos de un vecino y la persona había revelado que era un hombre transexual. No sé por qué pero presentía que Mylo había sido el causante de todo el drama con ese vecino. ¿Cómo era esa persona con la que había decidido contraer nupcias?, ¿directo como él?, ¿poco romántico como él?


Una vez llegué hasta el apartamento, entré a la habitación y me acosté en el colchón. Ya había tomado una ducha en el hotel con Blake, así que sólo retiré la chaqueta y las botas. Me coloqué boca arriba y suspiré. Por fin había identificado el tipo de sensación que había experimentado durante la salida del encuentro con Blake. Había sido inseguridad y nerviosismo. Nunca en mi vida había llevado una relación formal al nivel de esperar algo más que sexo. Durante mi adolescencia había salido con algunos chicos, pero sólo con el objetivo de experimentar cosas nuevas referentes a la parte carnal y, claro, a las drogas.


¿Qué debía esperar de la relación con Blake? Lo poco que conocía de él era que no solía expresar sus sentimientos. Sí, era un tipo duro y con una personalidad de alguien con mucha lógica. Y yo… yo era romántico e idiota. Tan sólo al ver mi forma de liderazgo era suficiente. Cerré los ojos y me cuestioné sobre el futuro. Así como mi hermano, ¿tendría la posibilidad de considerar el matrimonio en el tipo de vida que llevaba? Muchos grandes narcos se casaban como el resto de la gente… bueno, tal vez no exactamente igual. Por ejemplo, los líderes como Don B eran de esos que organizaban fiestas enormes en zonas privadas. De ese tipo de ceremonias que uno piensa que sólo conocemos por las películas de drama. En cambio, no sabía nada de la vida privada de Jamie Muller. No había casi nada de información respecto a él.


Giré el cuerpo para quedar sobre el costado izquierdo y abrí los ojos. La única luz en la habitación era el reloj de mesa. Acepté que deseaba alcanzar el momento de la vida donde pudiera compartir aquél tipo de aventura llamada matrimonio y hasta deseaba adoptar. Pero… ¿obtendría algo así junto a Blake?


Al cerrar los ojos otra vez, sentí que lágrimas caían por mi rostro hacia un lado. En estos instantes me sentí como si no fuera digno de desear algo así. La sociedad me había enseñado que una persona como yo no debía pensar en ese tipo de vida porque era considerado algo exclusivo de la gente ‘normal’. ¿Por qué? No era justo. El amor no debía ser exclusivo para un gremio de la sociedad. Y el matrimonio, aunque proveniente de una idea arcaica de la monogamia, también debía ser un derecho natural para cualquier persona.


No recuerdo en qué momento me quedé dormido, pero antes de despertar, mi mente estuvo llena de imágenes. Eran fantasías cálidas donde alguien estaba junto a mí en una mesa y había dos personas más; dos niños. Sé que todo había sido un sueño y nada más.


 


*** 


 


Cuando abrí los ojos encontré que eran las nueve y media de la mañana. Otra vez había despertado tarde y llegaría con unas dos horas de retraso a la oficina. Por lo menos tenía una ventaja al ser el jefe.


Realicé las actividades matutinas con rapidez y salí a toda máquina del apartamento. Debido al tráfico, arribé casi cuarto para las once hasta la base central.


La primera persona en recibirme fue Charles. Me informaba de la situación actual y me sugería algunas respuestas prontas para resolver conflictos simples. Al norte del Distrito de Blaze, en la ciudad pesquera de Floral, había un nuevo incidente para tratar, mientas que la frontera del oeste seguía en caos con los grupos pequeños que hacían guerra por el territorio del Distrito de Gota. Por el momento la situación no ameritaba más atención, así que ese día no necesitaría salir de la oficina.


Cuando Charles y yo llegamos a la sala de juntas, recibimos una llamada por parte de Jenny. Honestamente, no había esperado nada fuera de lo usual, pero debía acostumbrarme a las sorpresas que este trabajo ofrece muy a menudo.


—Jenny, te escuchamos, ¿qué pasa? —Charles habló con un tono de calma. Ya había conectado la llamada al teléfono central que resonaba en la sala entera.


—Jefe, Charles —Jenny sonó un poco más tranquila de lo ordinario—, lamento informarles esto, pero… creo que hay más super humanos como Prim y probablemente fueron entregados a los grupos enemigos.


De inmediato, Charles dirigió la mirada hacia mí. Yo estaba sentado en la silla principal que representaba el lugar del líder. Suspiré con molestia y lo único que pude pensar fue en el rostro de Cal para luego maldecirlo.


—Explícate, por favor —pedí con un tono pacífico.


—Bueno, a parte de los puñetas que han intentado ingresar a nuestro territorio, nos atacaron unos cabrones vestidos como si fueran guardias de un bar.


—¿Jamie? —susurré. Y Charles asintió con la cabeza al escucharme.


Los asesinos más cercanos a Jamie solían usar una especie de vestimenta en común como si fueran unos tipos a la moda con trajes de empresarios muy serios. Por supuesto, no eran más que matones con deseos de sangre y destrucción.


—De entre esos cabrones —Jenny continuó—, había un niño. Ese mocos estaba como zafado porque al resto de los cabrones de traje bonito Prim y yo nos los hemos cargado sin problemas. Pero ese niño… ¡mierda! ¡Un puto dios para la pelea! Prim no me dejó involucrarme en el combate. Y ese tipo la llamó como ‘ichi’.


—¿Ichi? —pregunté con inseguridad. De pronto recordé los nombres de los números en la lengua de las Islas Sakura del extremo oeste de nuestro continente. Compuse—: Uno. Y si no mal recuerdo, Prim es la cero-uno basada en un prototipo.


—Exacto —confirmó Jenny—. Pues estuvo de pelos, pero Prim le ganó al hijo de puta. Está herida. Yo lo veo un poco grave, aunque ella dice que no. Les solicito permiso para hacer un cambio y llevar a Prim a la base y así recibir atención médica.


—Permiso autorizado. Charles —hablé con un tono fuerte—, manda al equipo de Roy. Hoy no tiene que cuidar a Román ni a Princesa.


—De acuerdo —afirmó Charles.


—Jenny, regresen de inmediato a la base. Aquí las estará esperando el equipo médico. Charles tomará todos los detalles del informe y yo haré una llamada privada.


—Como ordenes, jefe. Vamos para allá —Jenny dijo con rapidez.


La llamada terminó y busqué el celular en la chaqueta. Charles se puso de pie y caminó rumbo a la salida.


—La chica lo mató —la voz de Charles me tomó por sorpresa—. Mató a una persona que nació igual que ella. ¿Se lo ordenaron o lo hizo por lealtad a nosotros?


—Intentaré comunicarme con Cal, así que no vayas a interrogar a Prim sin mí.


—Está bien, jefe.


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