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Unión de Almas por Lima369

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Jimin

Abro mi casillero y ahí está de nuevo, una nota pegada con cinta al lateral de a una lata de soda de limón.

Suspiro y la tomo.

“ten un buen día <3”

Después de leer esto no puedo evitar sostener con fuerza el papel contra mi pecho mientras sonrío, abro la lata y empiezo a beber antes de cerrar el casillero e irme a clases.

Esto se ha estado repitiendo por varios días ya. Por varias semanas de hecho. Al principio me pareció gracioso ver que alguien estaba coqueteando conmigo de una manera tan infantil, no tengo la menor idea de quien pueda ser, pero sé que no es alguien cotidiano, sus notas son sencillas, a veces algo cursis, pero no tienen grandes párrafos o algo referente a sentimientos intensos, todas ellas son deseándome buenos días. Hace un par de semanas fue cuando empecé a esperar el regalo diario, cuando voy hacia mi casillero pienso en el dulce que podría haber ahí, o en que estará escrito en la nota, y cada que leo lo que tiene la nota no puedo evitar sonreír… siento como si esa fuera la única intensión… hacerme sonreír.

Eh de decir que al inicio me dio algo de miedo que pudiera tomar de mi casillero algo en lugar de dejarme el dulce, pero hasta la fecha no ha pasado nada y como solo guardo un par de libros ahí no siento necesidad de colocar un candado o una cerradura.

– ¿Qué fue esta vez? –. Kook me ve con una sonrisa burlona. Se dio cuenta de las notas cuando empecé a sonreír por ellas. Luego… vio todas ellas, porque si, las tengo guardadas, pegadas tras las pastas de mis libretas y libros, desde entonces no para de reírse de mí, no solo por guardarlas todas si no porque nota que están cambiando algo. – Una soda ¿eh? Vaya Jimin… no esperaría ni en un millón de años que te enamorarías de un fantasma –. Se ríe con leves carcajadas, porque si… siento que estoy enamorándome de esa persona que deja esos recados; maldito el día en que se lo confesé a Kook.

– Basta, deja de reírte de mí –. Me siento y sostengo el refresco con ambas manos, mientas lo veo fijamente. – Es la primera vez que me siento así Kook, esto… empieza a ser serio… quiero saber quién es –.

El rostro de Kook se vuelve serio y luego suspira. Toma un block de notas adhesivas y garabatea algo antes de ponerlo sobre la mesa, justo en el momento en que la profesora entra al salón y Kook debe irse a sus respectivas clases. Tomo la nota “podría ser cualquiera, mantén la guardia alta.”

Sus palabras me desconciertan un poco. Sé que podría ser cualquiera, pero eso no significa que será un asesino en serie o algo así… ¿o sí? No sé a qué se referirá con…

– Jimin, creo que deberías pasar al frente de la clase y darnos el tema del día de hoy –.

Diablos, fui descubierto en mis pensamientos una vez más, agradezco saber un poco por haber leído con anticipación el tema, así no me dejo en ridículo a mí mismo.

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Kook

Ahí estaba yo, afuera de su casa, en el auto lujoso de la prima Minrin, en el que Jin haría su aparición en la boda. Nam había dicho que Jin le había pedido que fuera yo quien lo llevara.

Y ahí estaba él, galante, en un traje aperlado, satinado, con camisa de toques verdes que sobresalían entre tanto blanco y la corbata verde menta dejando todo en un conjunto perfecto para una boda. Cuando lo vi, me sentí sobre el césped en un bosque, recostado, con los rayos de sol atravesando las ramas de los árboles, el olor a Jazmín por todo mi alrededor, relajándome, dejándome estar en paz.

– Pasa –. Su voz me sacó de mis ensoñaciones, no supe que hacer, si entraba… sería mi perdición. Lo sabía y aun así entré.

– No hay nadie –. Sonrió, arrugando sus ya de por si ojos pequeños. – Yo… quería guardar la magia para la ceremonia –. Su mano fue y tomó la mía, me vio fijamente a los ojos. – ¿Cómo me veo? –.

Mis dedos se entrelazaron en los suyos y comencé a acariciar la palma de su mano con mi pulgar. Fui y tomé su otra mano e hice lo mismo.

– Te ves hermoso –. Lo vi justo a los ojos, me sonrío con mimo, y noté en sus ojos la felicidad genuina ante mis palabras.

– ¿Sabes porque elegí el verde? –. Yo solo pude negar. – Porque tú hueles a menta… – Di un paso hacia atrás al escucharlo e hice el ademán de soltar sus manos, a lo que solo las sujetó con fuerza y me atrajo hacia él.

– No. No vuelvas a dejarme –. ¿Qué diablos? No podía entender que estaba sucediendo en ese momento. – Quería usar algo del alfa al que pertenezco, si no te puedo tener a ti al menos puedo recordar tu aroma con el color –.

Trague en seco.

Las feromonas de Jin bailaban por el aire y yo solo deseaba poder controlar las mías para evitar que notara cuanto me afectara.

– Quiero ser tuyo… al menos por hoy –.

Hasta ese momento soltó mis manos y las llevó a mi rostro, tomándome por parte del mentón y el cuello, veía mis labios, sentía que me rogaba por un beso.

– ¿Puedo? –.

Ya solo podía verlo a él. No veía al prometido de mi primo, veía a mi omega. No lo resistí y lo besé. Quería que fuera algo lleno de cariño y amor, porque sí, lo amaba, desde el momento que lo vi no pude evitar amarlo; pero al contrario de eso, el beso fue rápido, tosco, lleno de deseo, algo torpe también pues ninguno de los dos podía llevar el ritmo impuesto por nuestra ansia de estar juntos al fin.

Los brazos de Jin me rodearon por el cuello y me abrazaron con fuerza, mordió mi labio inferior y comenzó a caminar, llevándome de espaldas hasta chocar contra lo que creí era la pared. Mis ojos cerrados y mis manos en la cadera de Jin, tratando de colarse bajo la camisa perfectamente fajada me distraían de mi entorno.

La pared cedió ante mi peso, hasta entonces noté que se trataba de una puerta, Jin estaba ya acariciando mi pecho, aún sobre la ropa, pero lento y con maestría los botones cedían ante sus manos.

Nuestras lenguas se enroscaban en una danza de lujuria, acompañada de caricias cargadas en deseo sobre nuestra piel.

El aroma a Jazmín mentolado llenó la habitación, muestra de que no solo nuestros cuerpos danzaban juntos, si no nuestras almas también.

Mi camisa y saco hacía tiempo que habían quedado tendidos en el suelo, ahora, yo sentado en la cama, con mis manos en la espalda de Jin, que estaba desnudo frente a mis ojos, apenas manteniéndose de pie, sosteniéndose con fuerza de mis hombros y el cabello de mi nuca para no caerse al tener arqueada la espalda, tres de mis dedos dentro de él, aflojándolo, su piel, erizada bajo mis labios que no hacían más que saborear ese terso y suave terciopelo que se me ofrecía, mi otra mano, aferrada a su miembro, subiendo y bajando, dando doble estimulación en él. Sus jadeos suaves llegaban hasta mis oídos.

Un vaivén suave y fuerte que sacudía no solo el interior de Jin, sino también su cama, los gemidos, ahora sin contener dando justo sobre mis labios, yo, ansioso por marcarlo, no solo como mi pareja, también todo su cuerpo, necesitaba verlo lleno de marcas rojas que mis labios dejaran sobre él.

Cierto, debía contenerme, se iba a casar.

Al diablo con eso.

Mis manos, antes apresando las ajenas sobre su cabeza fueron hasta sus muslos, los alcé lo suficiente para aumentar la profundidad de las embestidas, era tosco, rudo, rápido.

Jin terminó sobre su abdomen por tercera vez en el tiempo que llevábamos intimando, mis brazos y espalda estaban arañados, rojos, mordidos, todo por él.

Verlo ahí, tendido en la cama, con la cara roja del esfuerzo, recibiendo mi miembro en su entrada una y otra vez, apresándome dentro de él… derramé mi semilla dentro, asegurándome de hacerlo tan adentro como alcanzara. Maldije en mi cabeza no haber usado el condón. 

– Te amo Jin –. Susurré sobre su oído cuando nos tendimos sobre la cama. Revuelta y llena de sudor y esencia. – Lo haré hasta que me muera –. Tomé su mano y besé el dorso de la misma. – No importa que te cases con mi primo, jamás dejaré de amarte –.

– Yo te amo más, Kook. Me duele que me hayas rechazado aquel día. Quisiera volver en el tiempo y no conocer a Nam, ir directo a ti y estar juntos para siempre –.

Besó mis labios.

– Al menos ahora tengo este momento para recordar –.

Daba gracias porque me hubieran dado mal el horario de la ceremonia, dado por Jin, con obvias razones. Lo dejé en la entrada al jardín donde celebrarían sus botos y quedarían unidos para siempre.

– Jin. Tú eres el amor de mi vida. No puedo imaginarme un segundo lejos de ti. No solo te veo como un compañero, te veo como mi amigo, mi confidente, mi vida misma. Te quiero tanto que desearía cada día y hasta el momento de mi muerte que tus dulces manos y tu hermosa sonrisa llegue hasta mis ojos y crezca, aún más si se puede, el amor que te tengo –.  Las palabras de Nam dolieron en mi pecho. Tan dulces. Tan tiernas. Y de nada sirvieron pues Jin y yo acabábamos de traicionarlas.

– Nam. Tú no solo eres el hombre de mi vida. Eres el alfa de mi alma. Tal vez no destinados, pero si compenetrados y unidos. No desearía a nadie más que a ti cerca para acompañarme por el resto de mi vida. Para seguir creciendo juntos y para tener una familia llena de amor, paciencia y respeto. Te amo, a ti y a nadie más –. Las palabras de Jin, me dolieron aún más. Tan falsas. Tan simples. Debían ser para mí. Para mí y para nadie más. Jin era mi omega… un omega al que dejé ir.

Jimin a mi lado, sonriendo ante esas palabras, volvió a verme en cuanto mi mano se hizo puño sobre mi muslo.

– ¿Kook, estás bien? –. Preguntó más tarde, apenas logró apartarme de todos.

– No –. Respondí, sintiendo mi voz quebrarse… y se lo conté todo.

Jimin me abrazó con fuerza.

– Va a estar bien. Todo va a estar bien. Pensaste en la felicidad de tu primo, aunque lo que hiciste hoy no fue muy agradable, sé que vas a estar bien. Que Jin estará bien y que Nam estará bien –.

Esas palabras realmente lograron reconfortarme. Las sentí tan sinceras. Sabía que eran sinceras, aunque mi rostro estuviera sobre su pecho. 

– Gracias Jimin –. Susurré.

– ¿Por qué? –. Sentía que estaba sonriendo en ese momento.

– Por no juzgarme –.

– ¿Por qué te juzgaría? –.

– No lo sé. Temía que me vieras como el típico alfa… haciendo cosas del típico alfa –.

– Concuerdo en que los actos de esta mañana son de un típico alfa –. Una pausa algo larga. – Pero ahora lloras la perdida de tu omega destinado. No hay nada más sincero que eso. O al menos no para mí –.

Jimin era un gran amigo. Siempre lo fue. Siempre lo será. Estoy seguro de eso.

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Jimin

“Te espero en la estación frente al centro comercial sur. Estaré ahí a las 4, con una gorra negra. Ojalá pudieras venir.”

Sostengo la nota entre mis dedos.

Así es… tengo una cita con mi admirador secreto.

Dejé una nota preguntando quien era hace 2 días y hemos hablado mediante estas. Solo una vez al día. Llegar por la mañana, leer la respuesta, escribir algo, dejarlo, esperar ansioso hasta el día siguiente para volver a repetir el ciclo.

Kook solo se ríe de mí. No lo culpo, parezco una puberta enamorada de alguien mayor. Pero… así me siento… enamorado.

Bajo del metro y llego al punto acordado.

Ahí está, veo la gorra a lo lejos.

Muerdo mis labios y voy en su búsqueda.

Mi corazón late con mucha fuerza.

La distancia para alcanzarlo se me hace eterna.
Cuando estoy a un par de pasos se gira.

Suspiro… emocionado de verle ahí, a esos ojos grises… cuando me sonríe siento que me derrito.

– Hola… –. Su voz profunda llega hasta mí y sé que tengo una sonrisa bobalicona cuando veo que una suave risilla escapa de sus labios. – Espero no te moleste verme aquí –.

Reaccioné hasta escuchar esas palabras.

Ese alfa. Seguía insistiendo…

– La verdad es que sí –. Me crucé de brazos y apreté los labios para controlarme. ¿Estaba mintiendo? Para ese momento ya no estaba seguro. Estaba enamorado del chico de las notas. Pero pensar en cómo se había comportado pese a mi rechazo… me dejaba sin una conclusión sobre que pensar y sentir de él. – Aunque… más que molestia… no entiendo… ¿Por qué haces esto? –.

– Fui un estúpido desde el principio. Quise imponerte mis sentimientos sin preocuparme por los tuyos. Lo entendí hasta que te vi en el café… yo… quiero que me conozcas a mí, que me des una oportunidad de demostrarte que lo que siento es real. Que entiendas que respetaré lo que decidas. Yo, yo quise acercarme de a poco a ti, por eso te dejé los dulces, espero no te haya parecido raro –.

La confianza que me transmitió al escuchar ese discurso me hizo ceder más de lo que ya había cedido hasta el momento. Admitámoslo, no soy ciego ante las cosas, y es que cada vez que lo veo mi cuerpo se altera a sobremanera que no puedo explicar. Escucharlo decir esas palabras… me hizo ver que ya no me veía solo como un omega… me veía como una persona… ¿podría yo verlo igual en lugar de ese alfa con quien me encontré?

– Fue raro –. Reí un poco, dejando una sonrisa en mis labios. – Más que raro, pero… al final me gustó –. Suspiré. – En fin… de verdad quiero ver esa película, vamos –.

No puedo describirles lo feliz que se vio en ese momento, cuando por fin acepté su cita.

Vimos una película. Durante la cinta no intentó nada conmigo, no se propasó, no hizo por tocar mi mano al comer palomitas pues me compró unas propias, aunque sé que no vio la película, pues la mayor parte de las veces lo atrapé viéndome… lo que me hace reconocer que yo también lo vi casi toda la película.

Después me llevó a caminar por el centro comercial… hablamos miles de trivialidad, gustos personales, metas.

– Jimin. Fue la mejor cita que he tenido. Muchas gracias por dejarme acompañarte en tu tarde –. Dijo mientras me ayudaba a bajar del coche. Me había ofrecido a llevarme a casa y no quise negarme. Ahora ahí afuera, me decía esas cursis palabras que me hacían sentir nervioso y emocionado.

– ¿Qué tan ensayado lo tenías? – Trato de quitar esa aura romántica del ambiente. Aunque no lo logré.

– La verdad… lo ensayé desde que dejaste esa nota preguntando quien era –. Tomó suavemente mi mano por el meñique y de inmediato sentí como una corriente eléctrica por todo mi brazo hasta la nuca, erizando toda mi piel. – Ansiaba una cita contigo… verte sonreír, ver cómo te divertías estando a mi lado. Además, dejaba ver educación y caballerosidad –.

Vuelvo a reír por sus ocurrencias y termino de unir nuestras manos, entrelazando los dedos.

– Pues te funcionó –. Me separo un poco, dejando nuestras manos juntas levantadas en el aire, me da un beso en los nudillos y huele un poco mi piel. Yo muerdo mis labios y vuelvo a acercarme, esperando que con los ojos cerrados no lo note. Puedo oler el océano a mi alrededor… parece que no es conciente que libera feromonas.

– Yoongi… –. Espero que volteé y bajo mi mano, quitándola de sus labios para luego yo acercarme y besarlo apenas en un rose. Alcanza a corresponder al final del beso, cuando me separo y bajo la mirada, esperando que no note lo roja que tengo la cara. Él no fuerza a levantar mi cara, no siento más que una caricia sobre mi mano.

– ¿Podemos vernos mañana de nuevo? –.

– Claro que sí –. Suelta el agarre entre nuestros dedos y se va hacia su carro. – Hasta mañana Jimin –.

Entro a mi casa una vez escucho el motor de su auto lejos.

Voy a mi cama y me abrazo a una almohada antes de ahogar un grito en esta y liberar mis feromonas por toda la habitación.

 


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