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Squad por Pan_chan12

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II.

 

 

Fugaku se encontraba en su oficina, analizando los expedientes de los seleccionados de Konoha, cada uno de ellos esparcidos por todo el largo y la mesa de cristal para mayor visualización. Su vista viajaba de una carpeta a la otra mientras sostenía su barbilla con su mano. Y no solo eso, también tenía algunos expedientes de otros metahumanos que se encontraban en otros sectores del país, que también iban a ser de gran ayuda para acabar con Madara. Estaba feliz de que su plan se esté llevando tan extraordinariamente, y las confirmaciones de Itachi la última vez que hablaron lo llevó a la conclusión de que estaba llevando las cosas por buen camino, pero todavía seguía teniendo sus dudas, no podía dejar de pensar en lo que el presidente del Comité dijo en su última reunión.  

 


Flash Back. 


 -Es impresionante lo que propones, Fugaku-san. -comenzó a hablar el presidente, una vez que el pelinegro terminó su monólogo de detallar a los prisioneros uno a uno. -Pero, por más que no quieras verlo, siguen siendo criminales. ¿Qué pasará cuando se revelen y quieran huir? O peor aún, ¿Si se unen a Madara en su plan Ojo de Luna y terminen por extinguir a la humanidad? 

-No se revelarán. -contestó con determinación, el presidente arqueó una ceja y espero ansioso una respuesta, aunque conociendo a Fugaku, estaba seguro de que tendría una buena razón para no desconfiar de unos rufianes. -Por un lado, el plan de Madara no se llevará a cabo si no tiene en su poder a los dos bijus restantes, por lo cual, él utilizará el poder de las siete bestias con cola que tiene a disposición para dar con los últimos dos. Esos bijus que tanto anhela Madara están en Konoha, por lo que es demasiado obvio que él los está buscando por cielo y tierra, y cuando dé finalmente con ellos, Madara los atacará y hará todo lo posible con extraerlos, sabiendo que sus usuarios morirán al instante cuando eso ocurra. Cuando estos metahumanos vean que Madara está atentando contra ellos, no dudarán en defenderse. -explicó Fugaku la primera razón, por lo que el presidente asintió con la cabeza, dando lugar a que continue explicando, ya se lo veía convencido. -Y por el otro lado, si se da la casualidad de que los internos escapen, el Departamento de Ciencias está llevando a cabo un proyecto que consiste en la instalación de una pequeña bomba que funciona a control remoto, del tamaño de un grano de arroz, pero más letal que una granada, será introducida a los prisioneros y amenazaremos con hacerlos explotar si se rehúsan a cooperar, mucho peor si vemos que intentan escapar. No tendrán otra opción, más que simplemente obedecer.  

-En ese caso, lo apruebo. -dijo el presidente, lo que ocasionó que Fugaku sonriera satisfecho. -Pero debes tener una cosa en claro, Fugaku-san. Si este plan llega a fracasar, no solamente los prisioneros volverán a sus celdas y sus condenas se aumentarán, si es que sobreviven, sino que también tú quedarás completamente desligado de tu cargo y no tendrás ningún derecho en volver a ingresar a estas instalaciones, mucho menos a volver a ocupar un cargo del Gobierno. -sentenció, los demás representantes asintieron con la cabeza, completamente de acuerdo con la decisión tomada. -¿Eh sido claro? 

-Completamente. -contestó Fugaku mirando de reojo a todos los presentes, como los odiaba a cada uno de ellos con todo su ser, no estaba de acuerdo con la decisión.  


Fin de Flash Back. 


El pelinegro se masajeó el puente de su nariz con estrés, podían catalogarlo como loco, pero en este mismo momento él podría apostar a que aquellas ratas estaban ahora mismo deseando con todas sus fuerzas que su plan fracasara solo para ver como lo despedían de su cargo. Sentía que toda la carga y la responsabilidad se le era impuesta sobre sí, se masajeó levemente sus propios hombros tratando de quitar aquella acumulación de estrés que provocaba que sus músculos se tensaran y largó un suspiro pesado, su carrera dependía exclusivamente del éxito de este plan. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el toque seco a la puerta de su oficina. 

-Adelante. -contestó de manera fría, pero cortés, ya sabía de quien se trataba. La puerta de madera se abrió, donde se mostró a un joven de no más de 19 años de edad y cabello negro con tes blanca. Entró tímidamente a la oficina. 

-Padre, ¿me has mandado a llamar?  

-Así es, Sasuke, toma asiento por favor. -el aludido obedeció en silencio y se sentó en la silla libre que estaba frente al escritorio de su padre. El Uchiha comenzó a ordenar un poco la mesa, tomando las carpetas una por una hasta dejarlas perfectamente acomodadas en pilas a su lado, Sasuke se quedó un rato mirando la fotografía de Naruto Uzumaki hasta que bruscamente fue apartada de su vista por su padre, quién este no se había percatado en como su hijo miraba el expediente de Naruto tan insistentemente. Una vez que dejó la mesa libre, entrelazó sus propios dedos y habló en un tono de voz duro y autoritario. -Sasuke, Itachi me comentó lo que hiciste en Konoha y no puedo dejar pasar una cosa así, no cabe duda que fue una total irresponsabilidad de tu parte.  

-Lo sé, y me arrepiento de eso, pero era la única forma de ver con mis propios ojos de lo que era capaz de hacer ese tipo. 

-¡Por Dios, Sasuke! ¡Pusiste en peligro a todo el personal que estaba a tu cuidado, hasta te pusiste en riesgo a ti mismo! ¡¿Es que no piensas?! -preguntó colérico Fugaku terminando con la poca paciencia que le quedaba, y aunque hizo todo un esfuerzo con tratar de hablar lo más calmado posible con su hijo, definitivamente no lo logró, lo que hizo no tiene justificación alguna. -Tienes suerte de que seas mi hijo, de lo contrario ya te habrían expulsado de tu cargo. -Sasuke se quedó en silencio, mirando algún otro punto de la oficina, cualquier otra cosa era más interesante que mirar a los ojos de su padre, estaba en lo cierto, y no tenía ni el valor para contradecirlo. -Si cometes una falta más, te echaré de la operación en un instante.

-Entiendo, no se volverá a repetir. -contestó mecánicamente al mismo tiempo que inclinaba su cabeza a modo de disculpa, no podía darse el lujo de volver a cometer un nuevo error, lo que hizo fue una insensatez, y si no quería seguir provocando el enojo de su padre, lo mejor era obedecer y hacer las cosas como correspondían.   

-Y además...-Fugaku pudo haber seguido con su regaño, pero fue bruscamente interrumpido por un delegado que entró de un portazo a la oficina.  

-¡Fugaku-san, tenemos problemas! -el mencionado miró por un instante a su hijo y viceversa, para luego levantarse abruptamente de su asiento e ir casi corriendo a la oficina central, donde allí mostraban todos los movimientos de la ciudad en caso de peligro. Sasuke lo siguió de atrás, también quería ser protagonista de lo que estaba pasando. 


Cuando llegaron, todos estaban reunidos frente a la gran pantalla y eran testigos de lo que estaba pasando; Madara estaba llevando a cabo su siguiente movimiento, ahora había formado un ejército de lo que sería alguna especie de humanoides blancos que atacaban a diestra y siniestra a los civiles que trataban de huir por sus vidas, y no solo eso, utilizaban sus poderes para levantar los autos estacionados alrededor y lanzarlos hacia los demás civiles metahumanos que peleaban para no morir, siendo asesinados al instante, ocasionando explosiones y demás destrozos. Fugaku no pudo con los gritos desesperados de toda esa gente, de cómo la policía disparaba a esos sujetos sin ocasionarles ningún rasguño y era testigo de cómo morían frente a sus ojos, en como los edificios eran brutalmente derrumbados y en como algunas personas llevaban a cuestas a sus familiares y amigos heridos, alejándolos de esa barbarie. Fugaku tomó del cuello de la camisa al sujeto que lo interrumpió en su oficina y lo obligó a prestarle atención, ya que se lo veía demasiado shockeado por la situación.  

-Llama al Departamento de Ciencias, diles que manden a sus mejores científicos a Konoha hoy mismo y que lleven consigo el proyecto.  

-Pe-pero señor, el proyecto todavía presenta algunas inconsistencias y se tomarán dos días más para arreglar las fallas.  

-Esa gente no puede esperar dos días más. -explicó al mismo tiempo que señalaba la pantalla. -¡Así que hazlo! ¡Es una orden! -soltó bruscamente al sujeto, y éste inmediatamente buscó el teléfono de línea para ponerse en campaña en la reciente orden. Fugaku miró a su hijo, quién estaba detrás de él y no pasaba de mirar la pantalla. -Y tú. -llamó, captando la atención de Sasuke rápidamente. -Prepárate, y no olvides lo que te dije.  


… … 


Los guardias penitenciarios volvieron a estar al tanto de la situación, por lo que ninguno se sorprendió al ver como el mismo helicóptero aterrizaba nuevamente en el mismo sitio que la última vez, pero esta vez ahora todos se miraron entre ellos al ver que ahora había más gente de lo normal, más militares uniformados bajaban apresuradamente del aeroplano sin esperar a que éste tocara tierra, y hasta vieron bajar a otros que no estaban tan armados como los demás, pero si llevaban otra clase de uniformes que los guardias no supieron identificar. Abrieron las grandes puertas de entrada y una vez todos en el pasillo principal, el mismo sujeto de cabello negro hizo acto de presencia, dividiendo los grupos y ordenando lo que deberían hacer con cada recluso y que tipo de medidas tomar. Los guardias estaban atentos ante cualquier situación y si necesitaban de su ayuda, cada grupo estaba conformado con aproximadamente veinte hombres altamente capacitados, por lo que una vez que Itachi dio las ordenes, todos se pusieron en marcha para el reclutamiento, yendo a distintas direcciones.  

Los prisioneros pudieron escuchar el alboroto que se formó en un abrir y cerrar de ojos desde sus celdas, por lo que la mayoría ya sabía de qué manera actuar y como defenderse, ya estaban al tanto de lo que sucedería, y si iban a obligarlos a formar parte de un plan suicida, lo harían sobre su cadáver y no dudarán en pelear primero. Al primero que tomaron por sorpresa fue a Naruto, quien se puso rápidamente en posición de pelea al escuchar a esos militares desde el otro lado de la celda, formar una estrategia para entrar y someterlo, por lo cual el rubio al escucharlos gritó un audible ‘’¡Abran esa puerta, no tengo todo el día ‘ttebayo’’, y efectivamente, los veinte hombres que se formaron al inicio entraron bruscamente, obedeciendo al mandato del rubio, quien no pudo hacer mucho contra ellos. Al segundo que sorprendieron fue a Kiba, quien al principio se mostró bastante colaborador, pero simplemente era una trampa para aprovechar la guardia baja de uno de esos militares, y no tardó mucho en abalanzarse contra él y despedazar su cara con sus garras, sabía que ninguno de ellos le dispararía para matarlo, por lo que sacó provecho de la situación atacando a los presentes, hasta que finalmente uno pudo dispararle con su arma paralizadora, y Kiba se vio en el suelo retorciéndose del dolor a causa de las fuertes corrientes eléctricas. El tercero fue Deidara, los militares inundaron su celda de agua para que sus poderes de fuego no puedan tener efecto, cuando abrieron la puerta de la misma, Deidara salió disparado de ahí por la fuerza del agua, arrastrándolo por todo el suelo y los militares rápidamente le inyectaron un sedante antes de que pudiera reaccionar e incinerarlos. El último fue Gaara, quien, para sorpresa de los militares, su celda estaba completamente vacía e ingresaron cautelosos con sus armas listas para disparar, el pelirrojo apareció de la nada desde sus espaldas, se había camuflado gracias a su arena, y atacó a todos los presentes con la misma, un militar aprovecho su descuido y le disparó unos sedantes en la espalda, la arena no pudo reaccionar a tiempo, y Gaara cayó al suelo de forma seca, completamente inconsciente, la arena a su alrededor desapareció.  

Una vez capturados los internos, los inmovilizaron de pies y manos sobre unas sillas con ruedas, sus cabezas estaban firmemente sujetas al respaldar de las mismas para que no puedan hacer movimientos, cada prisionero era custodiado por el grupo que les dio captura al mismo tiempo que un militar se encargaba específicamente de guiar la silla. Eran guiados en filas, Deidara y Gaara estaban inconscientes, mientras que Kiba y Naruto no paraban de hacer preguntas referidas a donde los estaban llevando, o que iban a hacer con ellos, entre otras.  

-¿Qué es esto? -preguntó el Inuzuka una vez que su silla dejó de moverse, quedó justo al lado de una mesa con distintos artefactos, y unas personas completamente desconocidas con uniformes extraños estaban tomando notas y hablando entre ellos. Uno de ellos tomó algo que Kiba no supo distinguir que era, pero se removió nervioso al ver como esa mujer se acercaba a su persona con ese artefacto. -¿Qué van a hacerme? -y sin molestarse en responder, la mujer colocó aquel aparato en el cuello de Kiba y jaló del gatillo, de repente el Inuzuka sintió un profundo dolor en esa zona y no pudo evitar emitir un quejido. Otra mujer se acercó para tomarle los signos vitales.  

-Inyección exitosa. -dijo la mujer, restándole importancia al sujeto que tenían inmovilizado. 

-Ubicación confirmada. -dijo otro. Una vez que terminaron, dieron paso al siguiente recluso. 

-Si alguno de ustedes me toca, juro que morirán ‘ttebayo. -amenazó el rubio, pero los científicos no le dieron importancia y prosiguieron a realizar el mismo procedimiento que usaron con Kiba. El mismo artefacto fue puesto en el cuello de Naruto y el rubio gritó del dolor, era un dolor inexplicable y deseaba con todo su ser que no se vuelva a repetir. -¿Qu-qué me hicieron? -preguntó nervioso.  

-Inyección exitosa. 

-En-enfermera, creo que me siento mal ‘ttebayo. -comentó, tratando de conmover el corazón de la persona que se encargaba de calcular sus signos vitales, y asegurarse de que su corazón esté en condiciones y no este presentando complicaciones. Pero lo menos que hizo la mujer fue prestarle atención, lo que ocasionó la molestia del rubio al sentirse ignorado. -Ah, no escuchas, eres sorda. Eres de esas perras sordas. -escupió con odio.  

-Ubicación confirmada. Que pase el siguiente. -ordenó y se llevaron a Naruto a pesar de sus quejas. Los científicos presentes fueron informados del grado de inestabilidad que poseía el sujeto Gaara, y de lo peligroso que podía llegar a ser, por ende, cuando los militares lo estaban llevando, los científicos se alarmaron al ver como de a poco el Sabaku iba recobrando el conocimiento, abriendo y cerrando pausadamente los ojos y moviendo apenas su cabeza, tratando de asimilar que era lo que estaba pasando, todavía se sentía un poco drogado por el sedante y no podía razonar. Recibieron la orden de continuar con su trabajo, realizando el mismo procedimiento, y Gaara saltó en su sitio al verse sometido a semejante dolor de la nada. Lo mismo ocurrió con Deidara, quien todavía seguía inconsciente y cuando sintió el dolor en su cuello, inmediatamente hizo una mueca de desagrado y comenzó a parpadear, el sedante estaba comenzando a perder su efecto.  


 Una vez que ya todos los reclusos recibieron el dispositivo, fueron guiados hacia el exterior de la penitenciaria, donde ya todos los militares estaban reunidos frente al helicóptero que sería el responsable de guiarlos hacia la misión. Fueron colocados en hileras, y se sorprendieron al ver que no eran los únicos inmovilizados allí, frente a ellos había otros metahumanos en sus mismas condiciones que no entendían muy bien lo que estaba pasando. Cuando ya todos estaban listos para que lo iba a continuación, los prisioneros fueron liberados de a uno, y los militares no tardaron mucho tiempo en apuntarlos con sus armas. Los metahumanos se miraron entre ellos, ninguno se atrevió a hablar, hasta que el jefe de la operación hizo acto de presencia, colocándose frente a esos reos con aires de superioridad y demostrando que ninguno de ellos le intimidaba, tengan los poderes que tengan.  

 


-Mi nombre es Itachi Uchiha, soy el que está a cargo de esta operación, están aquí porque hay actividad terrorista en el centro de Japón. -comenzó hablando mientras su mirada oscura viajaba por todas las figuras delictivas en frente. -El dispositivo que tienen en sus cuellos es un nano-explosivo, si me desobedecen, morirán, si tratan de huir, morirán, y si me hacen enojar, les advierto que también morirán. -dijo con tono de voz despectivo y soberbio, los presentes simplemente se lo quedaron viendo con cara de pocos amigos, algunos hasta hacían gestos graciosos burlándose de la situación y burlándose del pelinegro. Todos mantenían sus miradas odiosas en Itachi, excepto uno, Gaara, quien no paraba de ver a Lee ni un segundo, le parecía más interesante al pelirrojo mirar al Rock que en lo que estaban hablando; Lee sintió una poderosa mirada en su ser, lo sabía porque de la nada comenzó a sentirse incómodo, y lastimosamente cometió el error de buscar al responsable de tan insistente mirada, y cuando encontró al pelirrojo mirándolo y ambos ojos se cruzaron, Gaara le guiño un ojo de manera coqueta y atrevida, Lee se sonrojó violentamente y desvió la mirada rápidamente, Gaara sonrió ante esa reacción. Un militar que vio toda la situación, se movió un poco hacia adelante a propósito y se colocó justo frente a Lee, estorbando completamente el campo visual del pelirrojo y mirándolo con odio, solo con que dejara de ver a Lee. Gaara automáticamente borró su sonrisa y le devolvió a aquel castaño la misma mirada llena de odio, le miró de arriba abajo como si no valiera nada y rodó los ojos con impaciencia, Lee respiró al ver como el pelirrojo de nuevo posaba sus ojos en Itachi. -Ahora, les explicaré lo que pasará, irán a un lugar muy peligroso a hacer algo que posiblemente los mate, y hasta que eso ocurra, son mi problema. -concluyó, todos guardaron silencio.  

-¿Eso fue para motivarnos o algo así? -habló Deidara rompiendo el silencio, levantando la mano en el proceso. Itachi le miró por unos segundos, hasta comenzar a caminar y colocarse frente a él. -Porqué si es así, yo creo que deberías trabajar un poco en tus charlas motivacionales.  

-No juegues conmigo, Deidara. -advirtió Itachi, acercándose de nueva cuenta al rubio, saboreando todas y cada una de las letras que componía su nombre. Deidara se estremeció en su lugar, su nombre se escuchó tan sensual de la boca de aquel pelinegro, y al mismo tiempo le entró un escalofrío, producto del pequeño miedo que le causó aquella cercanía, y que Itachi estaría dispuesto a todo con tal de hacer valer su autoridad. -Si cumplen con la misión, les reduciremos la condena, si fracasan, morirán. -dijo desviando la vista hacia los metahumanos, pero sin despegarse de Deidara. Volvió a mirar a aquellos orbes azules. -Si algo me pasa, o si algo le pasa a mi equipo los mataré a todos y a cada uno de ustedes. -amenazó. -Tomen lo que necesiten de aquel cajón y partiremos en cinco.  

-Y denles aviso a sus parientes. -comentó aquel militar de cabello castaño y ojos perlados, el que se había puesto entre Gaara y Lee, en un tono de voz que detonaba soberbia, caminando de nueva cuenta hacia el helicóptero para realizar los preparativos, no sin antes pasar junto a Gaara y chocarlo con su hombro, el pelirrojo lo siguió con la mirada llena de desprecio.  

 

El helicóptero comenzó a elevarse por los aires una vez que ya todos tomaron posición, los metahumanos tomaron lo necesario para la pelea, entre ropa nueva y cómoda, hasta algunas armas. El aeroplano viajó a gran velocidad hacia el objetivo, los militares estaban sentados frente a los reclusos, siempre atentos ante cualquier movimiento que cualquiera pueda causar. Itachi estaba en silencio, recargando su arma y reparando cualquier inconsistencia que tuviera, no quería que se estropeara en medio de la batalla, miró con el mayor disimulo hacia el frente, donde tenía a Deidara sentado, observando las alturas desde la ventana, su mirada viajó por toda su figura desde la punta de los pies hasta la última hebra de cabello; estaba tan bueno, se auto felicitó por su tremendo autocontrol al no besarlo frente a todos los presentes cuando éste indirectamente lo desafió, y se sintió un poco culpable al amenazarlo de muerte, pero es que debía ser estricto y no dejar pasar ninguna insolencia, aunque viniera de un convicto metahumano. Se relamió discretamente los labios, cuando termine la misión, lo invitaría a salir. Su mirada paró rápidamente de nuevo a su arma en cuanto vio que la mirada del rubio cambiada de dirección hacia el lado contrario, donde obligatoriamente tuvo que girar la cabeza hacia donde estaba Itachi, éste ni sospechó que lo estaban mirando. Itachi se sacudió mentalmente sus ideas, y ahí es cuando fue consciente de sus pensamientos, ¿invitar a salir a un recluso? ¿Es que acaso el estrés de la misión lo estaba llevando a pensar disparates?  

 


-¿Y tienes novio? -sus pensamientos se vieron interrumpidos ante aquella pregunta. Sus ojos viajaron hacia la persona que habló, encontrándose al recluso, Kiba Inuzuka, mirando seductoramente a un miembro de su equipo que casualmente estaba sentado frente al metahumano, a Nara Shikamaru, quién le miraba con cara de desinterés.  

-¿Qué te hace creer que me gustan los hombres?  

-Mi instinto animal me lo dice. -respondió guiñándole un ojo descaradamente, el aludido solo atinó a voltear la mirada hacia otro sector del helicóptero.  

-No eres mi tipo.  

-Muy pronto lo seré. 

-¿Tanta confianza te tienes? -preguntó el Nara arqueando una ceja mientras volvía a mirar a Kiba. El Inuzuka no respondió, solamente sonrió ampliamente y Shikamaru negó levemente con la cabeza antes de volver a posar su vista nuevamente en algún otro punto que no sea la imagen del castaño, dando por terminada la conversación.  

 


Gaara observaba atentamente en silencio al lindo militar que tenía en frente, más precisamente su mano donde tenía aquel fastidioso anillo, aunque eso no le importaba en lo más mínimo, si él quería algo lo obtenía, aunque sea por la fuerza, nada ni nadie lo detendría en tener a aquel pelinegro de ojos grandes entre sus piernas, gimiendo su nombre y rogándole por más. El militar sentado a su lado pareciera que tenía la capacidad de leer los pensamientos de la gente, por lo que cuando éste posó sus orbes perlados en la figura del pelirrojo, y lo descubrió mirando descaradamente a Lee, éste tomó la mano de su amado entre la suya y la entrelazó, justo frente a las narices del Sabaku, y ahí es cuando casualmente, Gaara vio que aquel castaño de cabello largo tenía el mismo anillo en su dedo, el pelirrojo lo entendió al instante: ellos dos eran pareja. Eso hacia las cosas más fáciles e interesantes para Gaara, ya que no se sentiría tan mal cuando encuentre la oportunidad justa de matar a ese militar entrometido y tomar lo que es suyo. Arqueó una ceja mirando fijamente a ese castaño y viceversa, le sonrió de medio lado con intensiones sádicas y volvió a girar la vista hacia otro punto. Reto aceptado.  

 


-¿Y qué pasa exactamente ahí afuera? -preguntó Naruto al Uchiha menor, sin estar realmente convencido de la situación. Sasuke le dirigió su mirada oscura por unos segundos antes de contestar. 

-Unos sujetos causando disturbios por ahí. -contestó con simpleza. -Algunos malos lanzando bombas, disparando. Lo mismo de siempre. -dijo dando por finalizada la conversación, Naruto arrugó el entrecejo. Algo seguía sin cerrarle y llegaría al fondo del asunto, aunque le cueste caro.  

-Claro. -contestó irónicamente. -Qué mentiroso eres ‘ttebayo. -eso último capto la atención de Sasuke, lo que ocasionando que lo fulminara con la mirada, el rubio ni se removió ante esos ojos. -Yo no salvo humanos, solo los mato ‘ttebayo.  

-Lo que sea por dinero, ¿no es así? -preguntó arqueando una ceja, mientras se incorporaba de su respaldo y apoyaba sus codos sobre sus rodillas, tratando de estar un poco más cerca de Naruto para poder encararlo más fácilmente.  

-No te hagas, conozco a los de tu tipo, tú tampoco eres un santo. -respondió Naruto con una sonrisa burlona en los labios. 

-No me compares contigo, urusatonkachi. Yo soy un soldado, y tú un triste mercenario de cuarta que acepta tarjetas de crédito. -sonrió ampliamente al ver como las facciones del rubio cambiaban drásticamente a una de enfado, deduciendo que no le gustó para nada lo que le acaba de decir, y se sintió victorioso en cuanto Naruto volteó la vista hacia otro lugar, guardando silencio por completo, tratar con aquel metahumano sería muy entretenido.  


 

El helicóptero aterrizó en un terreno aislado en cuanto llegaron finalmente al punto. Los primeros en bajar del mismo y tomar sus posiciones correspondientes fueron los militares, y atrás le seguían los metahumanos, quienes bajaban como si estuvieran de paseo, con aires desinteresados y sin estar tan preocupados por revisar el perímetro como los soldados. Itachi dio la orden de avanzar hacia el norte, donde se le ha informado que allí residía mayor actividad, se pusieron en marcha al instante. El sitio estaba desolado, mucha destrucción y vidas arrebatas, hasta había un avión partido a la mitad en medio de la calle, tuvieron que hacer la vista gorda y continuar avanzando, ellos tenían una misión y no debían fracasar.  

Mientras caminaban hacia el objetivo, los metahumanos hablaban entre ellos, decían que no estaban muy convencidos con la situación y que eso del explosivo en sus cuellos era simplemente una mentira para asustarlos y obligarlos a hacer lo que ellos querían. La mayoría se mostró de acuerdo con eso y pensaron en escapar, uno de ellos golpeo a un militar que estaba detrás de él y aprovecho su desconcierto para comenzar a trepar por los edificios y encontrar así su ruta de escape. Itachi volteó la mirada al escuchar ruidos y maldiciones, observó aquel metahumano trepando ágilmente el edificio, el Uchiha dio la señal a su colega, Neji Hyuga, y éste asintió con la cabeza, sacando un aparato de su bolsillo y apretando un botón del mismo, activo el explosivo específico y ocasionó que aquel metahumano perdiera la cabeza en un segundo. Su cuerpo inerte cayó ruidosamente al piso, lo mismo que su cabeza, que rodó hasta los pies de los demás metahumanos y éstos miraron la situación con espanto, el nano-explosivo entonces era verdadero.  


 

-¿Alguno más quiere jugar a la ruleta rusa y perder la cabeza? -preguntó amenazante el Hyuga, caminando entre los metahumanos pasmados que no hicieron más que guardar silencio, Neji pateó con fuerza la cabeza del reciente fallecido, lanzándola de lejos de sus ojos. -¿Qué me dices tú, Gaara? ¿Quieres jugar? -preguntó encarando al pelirrojo sin miedo, ya era testigo de cómo éste morboseaba a su prometido y no tardó mucho en ganarse su odio, estaba dispuesto a todo con tal de que dejara a su Lee en paz.  

-¿Me estás amenazando? -preguntó con fastidio, avanzando solo un paso hacia el Hyuga para estar más cerca de su feo rostro, él tampoco le temía, al contrario, le causaba algo de lástima con solo pensar en que dentro de poco iba a perecer.  

-Por supuesto.  

-Acabas de sellar tu propio destino. -contestó Gaara, sonriendo de medio lado. -Cuídate las espaldas. -advirtió, mientras le golpeaba la barbilla con su dedo índice. El Hyuga reaccionó violentamente, dando un manotazo a aquella asquerosa mano y rápidamente le apuntó con su arma dispuesto a disparar, Gaara ya tenía su arena de respaldo, atenta a cualquier movimiento. Los metahumanos temblaron ante la situación, ya conocían lo inestable que podía llegar a ser Gaara, y ese militar tuvo los huevos para amenazarlo frente a todos, definitivamente se ganó un enemigo poderoso y ninguno iba a intervenir. 

-¡Basta ustedes dos! ¿Por qué se comportan así? -gritó Lee interponiéndose entre los dos, empujándolos hasta tratar de alejarlos. Colocó sus manos en el pecho de ambos para así evitar que vuelvan a acercarse, no fue consciente del calor de emanaba el pectoral de Gaara, lo que le incitó a medio mover sus dedos sobre el mismo para sentir un poco más aquel tacto. Un golpe en su mente lo volvió a la realidad y rápidamente alejó su mano del pelirrojo, se sintió con miedo de que le pudiera causar algo en su interior aquel toque, y gracias a Dios que nadie se dio cuenta de aquello. -No lo olviden, estamos en una misión, compórtense como la situación lo amerita. -regañó Lee como si nada, ninguno respondió.  

-Muévanse. -volvió a ordenar Itachi una vez que ambos chicos se calmaron, todos volvieron a ponerse en marcha, no sin antes el Hyuga y el Sabaku dirigirse una última mirada de desprecio antes de volver a caminar.  

-Voy a matarlo. -dijo Gaara con cara de enfado, mirando fijamente la espalda del Hyuga que caminaba frente a él.  

-Pues será mejor que lo hagas rápido antes de que él nos mate a nosotros primero. -comentó Kiba caminando a su lado.  

-Vamos a tener que trabajar juntos para salir de esta ‘ttebayo. -dijo Naruto uniéndose a la conversación. Los demás metahumanos restantes también se unieron al grupo. -Cada uno elegirá a un militar, y lo atacará con todo, ¿Cuento con ustedes? 

-Siempre. -respondió Kiba. -Pero, ¿qué vamos a hacer con lo que tenemos en el cuello? 

-Nos preocuparemos por eso después. -contestó Gaara. -Por ahora, terminemos con lo que sea que estamos haciendo. -los presentes asintieron con la cabeza y continuaron caminando en silencio.  


 

Unos pasos más, y finalmente llegaron al sitio donde supuestamente estaban los hostiles. El lugar estaba completamente desértico, con autos destruidos a la mitad y otros estaban envueltos en llamas, los edificios tenían todos sus vidrios rotos, algunos cráteres había en el suelo debido al poderoso impacto de algo, y lo más importante, no había ninguna otra vida allí presente, salvo las suyas y la de esos tipos blancos que estaban parados muy a lo lejos, todavía no se percataron de sus presencias. Los metahumanos se quedaron parados detrás de los militares, mientras que estos miraban a través de sus miras telescópicas para observar a la distancia quienes eran los enemigos.  


 

-¿Qué son esas cosas? -preguntó Naruto curioso detrás de Sasuke, quien continuaba en su posición con el arma lista y mirando desde la mira de su rifle.  

-Si intentas huir, te dispararé en la cabeza. -respondió el Uchiha menor sin molestarse en mirarlo. 

-No se ven tan rudos. -dijo Kiba, apareciendo y colocándose detrás de Naruto. -Los acabaremos en un santiamén. 


 

Y como si aquellas cosas hubieran escuchado el desafío del Inuzuka, se percataron de su presencia y corrieron a toda velocidad para atacarlos. Los militares se pusieron en alerta, eran muy veloces y saltaban con total destreza aquellos autos que solamente eran un obstáculo para ellos. Además, no debían perder una oportunidad así, entre ellos estaban Ichibi y Kyubi, por lo que darían pelea para poder capturarlo. Los militares abrieron fuego al instante.  

 


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