Aquella tormentosa noche pasaba totalmente desapercibida para mí ya que mi vista no se despegaba del fuego de la chimenea así como del vidrio de mi copa de vino. Después de un dia de arduo trabajo lo menos que me merecía era un descanso cerca de la chimenea sin nada especial en mi mente, pero al poco rato cerré los ojos dejando que el sueño llegase a mi por un rato, llevándome a un rincón profundo donde yacía un recuerdo casi olvidado, el cual vino a mi mente como un vivido momento recién acontecido.
En aquel recuerdo tenía menos de 10 años, estaba en compañía de mis padres y mi perro Kiba, los quería mucho a los tres ya que eran lo único que tenía en la vida, pero a mí vida perfectamente tranquila le cayó encima la mala suerte porque cierto anciano tirano llegó a buscar pelea con mi padre al estar en un gran descuerdo familiar y solo a modo de venganza contra ambos me arranco de los brazos de mis padres, no solo apartandome de su lado sino quitándome la inocencia al convertirme en un esclavo empresario que heredaria todo lo perteneciente a nuestro apellido cuando llegase el momento adecuado.
Aquellos años tratando de convivir con ese hombre resultaron una pesadilla ya que jamás buscamos un acercamiento mutuo, yo para él nunca fui un familiar; en este caso su nieto, sino un soldado disfrazado de empresario que pronto se encargaría de las empresas de la familia que él seguiría teniendo bajo su mando usandome a mi como su marioneta.
Transcurrieron solo cuatro años y ya contando con las herramientas suficientes, destroné al tirano de mi abuelo y le arrebaté lo que por derecho me pertenecía, tome lo que me correspondía y sin querer permanecer ni un minuto más en aquel frío lugar donde dejé que mi corazón se endureciera a falta de cariño me dispuse a viajar lejos y dejar atrás el pasado para iniciar desde cero.
Me tomo menos de dos años salir adelante por mi cuenta e incluso me hice de una reputación de chico malo en la que nadie podía meterse conmigo ni en los negocios ni en el campo personal, pues no había nadie que se me acercara porque nadie podía intimidarme.
A pocos días de haber llegado a mi nueva ciudad tuve una disputa con un grupo de tipos que pretendían asaltarme, por desgracia para ellos se metieron con el chico equivocado porque no fueron rivales para mí al tratar de quitarme mis pertenencias.
Salí herido, pero mis heridas fueron menores a comparación de esas sabandijas cobardes que huyeron cobardemente al haber recibido varios golpes bien merecidos al buscar pelea conmigo.
Quedé satisfecho pese a mis heridas pero quedé agotado por la hazaña y simplemente recargue mi espalda en la puerta de un almacén abandonado dejando que las gotas de agua que comenzaban a caer me cayeran en la cara.
Pero entonces las gotas dejaron de caerme en el rostro y todo gracias a un paraguas que cubría parte de mí cara y abdomen.
Fue cuando abriendo los ojos me encontré cara a cara con alguien menor que al ver sus rasgos tan dulces casi juraría que se trataba de un ángel.
Vi que tenía intenciones de limpiar la sangre de mi rostro con un pañuelo debido a las cortadas que me hicieron. Su tacto tan cálido suavizó mi expresión, no le respondí ni agradecí en el momento, de hecho antes de alejarse simplemente lo escuché decirme "no me lo devuelvas" e irse con su paraguas de vuelta con un par de personas mayores que él.
Transcurrió el tiempo y de él no he vuelto a saber, pero no es como que lo necesite, pero es simplemente un recuerdo más que se quedó en mi mente y que por alguna razón no puedo ni quiero olvidar, solo sé que aquel ángel que vi aquella ocasión he decidido que no lo olvidaré.