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Toremoro por Saiyi chan

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NOTAS Y ADEVERTENCIAS: Hola ^^ cuanto tiempo sin subir nada por aquí… quizás alguien que lea esto ya me conocerá de mis fics de Gravitation, y para los que no… pues este será mi “fic presentación” ^^u bueno, después de mucho tiempo sin escribir, he dejado a un lado Gravitation para atreverme con Ouran; en este caso con un lemon de Kyouya y Tamaki que escribí especialmente para mi niña Ai hace ya varios meses (y que hasta ahora no he subido ^^U)

Quiero advertir de que este fic es básicamente LEMON y quienes sepan de mis lemons, sabrá que me alargo muchísimo escribiéndolos ^^u así que advertidos quedáis... si queréis un lemon laaaaaargo sobre esta pareja, pues a leer, si por el contrario pensáis que os puede resultar de lo mas pesado, mejor que lo dejéis, son muchas paginas ^^u

Esto... una cosita mas.. es mi primer lemon de esta pareja.. no seáis muy duros conmigo, onegai ^^u


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TOREMORO


Kyouya x Tamaki


By Saiyi-chan ^^




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La lluvia golpeaba insistente sobre los cristales de aquel gran ventanal. Al otro lado de este, unos intensos ojos azules observaban la lluvia caer mientras sus dedos sobre el cristal parecían acariciar cada gota que resbalaba sobre el mismo

Su mirada se dejaba ver ausente y un deje de melancolía podía apreciarse en el azul de sus ojos. No le gustaba los días lluviosos y aquella tarde estaba siendo de lo más aburrida. La lluvia caía débil pero constante, el cielo se encontraba opacado por las numerosas nubes y el frío del invierno quedaba aislado a través de los cristales de aquella habitación.

Tamaki suspiró pesadamente una vez mas, apoyando esta vez la frente contra el frío cristal de la ventana. Cerró los ojos por un momento y resopló, haciendo que los mechones rubios que caían libremente sobre su rostro se mecieran con suavidad. Finalmente, sus ojos azules volvieron a abrirse mirando una vez mas la gotas caer.


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Tanto silencio se había vuelto casi insoportable. Al parecer ya se había acostumbrado a tener que estudiar más de una vez en compañía de Suou, al igual que a soportar sus constantes comentarios e inicios de conversaciones sobre cualquier cosa que a este se le pasara por la cabeza.

Kyouya esbozó una sonrisa tranquila. Aun no entendía del todo como es que Tamaki había conseguido alcanzar tan pronto el puesto numero dos en la lista de su clase, y mucho menos, el como conseguía mantener ese lugar al juzgar por la forma en la que el rubio “estudiaba”…

Dejó por un momento los libros de lado y poniéndose en pie, se retiró del kotatsu para dirigirse hacia la ventana donde se detuvo un rato a contemplar la suave lluvia.


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Ya habían pasado nueve meses desde que fue transferido al instituto Ouran. Las Navidades recién habían pasado; las primeras Navidades lejos de su madre… bajo aquel pensamiento suspiró de nuevo y en un gesto despreocupado, se retiró de la ventana.

Tamaki caminó hasta la cama, alcanzó uno de los libros que estaba estudiando y se tendió boca arriba sobre el caro edredón de satén. Lo ojeó sin demasiado interés; en ese momento no le apetecía nada estudiar. Así que acabó por soltarlo y volvió la mirada hacia la foto que descansaba sobre su mesita de noche.

Sonrió levemente al observar el dulce rostro de su madre adornado por aquel largo y ondeado cabello, el cual parecía relucir como el mismo sol. Sabía porqué tenia que hacer eso; porqué debía estar alejado de ella…

A pesar de aquel cambio tan drástico, se sentía bien en Japón. Había conocido a mucha gente en el instituto sobre todo a una persona, Ootori Kyouya; al que desde el primer momento había “coronado” como su mejor amigo. Pero aun así, a veces no podía evitar sentirse algo triste.

Cuando se percató de que la sonrisa que había permanecido en su rostro se había borrado, apartó la mirada de la foto y una mueca algo forzada en su rostro, tomó forma de sonrisa.


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¿Cuanto tiempo llevaba ahí mirando la lluvia? Con todo lo que tenia por estudiar… finalmente Kyouya se decidió a apartarse de la ventana, pero algo captó su atención haciéndolo volver la mirada de nuevo al exterior.

-Pero que…- sus ojos se abrieron de par en par algo incrédulo ante lo que acababa de ver.

Casi corriendo, salió de la habitación y bajó las escaleras en el momento en que escuchó como tocaban a la puerta.

-Yo me encargo.- comentó al mayordomo que se disponía a abrir, quien se lo agradeció con una perfecta reverencia.

Cerró los ojos y suspiró resignado antes de abrir, y cuando lo hizo, ante él se hallaba el único hijo de Suou; completamente mojado y con una tonta e infantil sonrisa en su rostro.

-Tamaki…-

-Hola Kyouya.- saludó sin dar importancia al hecho de que se encontraba bajo la lluvia.

El moreno lo miró de arriba abajo; el cabello rubio estaba empapado y algo revuelto, su ropa algo mojada y enseguida pudo apreciar un leve temblor, seguramente por el frío, en el cuerpo del muchacho.

-Pasa, o pillarás un resfriado.- Kyouya se hizo a un lado adoptando una leve expresión resignada ante la cual Tamaki se adentró en la mansión de los Ootori.

-Gracias, comenzaba a tener frío.- se llevó una mano tras la nuca en un gesto distraído.

Tan solo un chasquido de dedos por parte de Kyouya y un grupo de sirvientas portando una toalla cada una, apareció de inmediato tras el joven.

-Ahora dime... que estas haciendo a…- comenzó a hablar tranquilamente pero el rubio le pasó por el lado sin escuchar la pregunta que ni siquiera había acabado de formular.

-¡Oh! ¿Todas estas toallas son para mi?- preguntó a las sonrojadas sirvientas, quienes asintieron tímidamente. –Muchas gracias preciosas damas.- su expresión se volvió insinuante y sus ojos azules parecieron brillar en lágrimas.

El moreno lo observó con una expresión irritada. ¡Ese chico aprovechaba la más mínima oportunidad para coquetear con cualquier mujer que se le pusiera enfrente! Adoptando una actitud calmada se subió las gafas y acercándose a Tamaki, lo sujetó por la espalda del jersey como si fuera un cachorro recogido por su madre.

-Coge una toalla y vamos a mi habitación.-

-¡Ey! ¡Espera Kyouya!- tan solo le dio tiempo a agarrar una toalla y aun a riesgo de caerse, siguió a su amigo como pudo.


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Se secó su rubio cabello revolviéndolo un poco mas, dejando caer la toalla seguidamente sobre sus hombros desnudos.

-Esto te servirá.- Kyouya apareció ante Tamaki ofreciéndole un jersey de un bonito color blanco-perlado.

-Ah, gracias.- mostrando una sonrisa ante el moreno tomó la prenda y dejando caer la toalla al suelo, cubrió su torso con esta.

La mirada de los ojos oscuros se centró en la blanca piel de Tamaki por un momento, hasta que el jersey acabó por cubrirla completamente. De inmediato volvió la mirada mostrándose tranquilo, agachándose a recoger la toalla que había caído al suelo junto con la camisa mojada que el rubio se había quitado recientemente.

-Le diré a una de las sirvientas que sequen tu ropa, ponte cómodo y…- no acabó la frase cuando observó como su amigo ya se había preparado junto al kotatsu con una amplia sonrisa en su rostro.

-¿Decías algo Kyouya?-

-*Es un completo idiota”* no, nada…- se colocó bien las gafas con un ligero gesto y seguidamente salió de la habitación.


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Kyouya cerró la puerta tras de si dejándose caer sobre ella. En un leve suspiro clavó la mirada en el techo.

Casi sin darse cuenta adoptó una suave sonrisa; quizás aquella tarde había estado esperando su llegada o tal vez una simple llamada de teléfono. Cualquier pretexto para escapar durante un rato de aquella aburrida tarde de lluvia.

A decir verdad se habían hecho buenos amigos, Tamaki era un chico de lo mas extraño y aun podía sorprenderle, pero cada vez que estaba con él de verdad se divertía. Y no solo eso; también sentía que podía ser él mismo. Delante de Tamaki no tenía por qué fingir.

Bajó la mirada encontrándose así con la prenda que sostenía en sus manos. Sin pensarlo y de un modo inconsciente, la alzó hacia su rostro y tras cerrar los ojos sintió sobre sus labios el aroma de Tamaki. Se mantuvo así unos segundos, lo suficiente como para que sus mejillas se sonrojaran levemente y pudiera percatarse de ello.

Fue en el momento en que su corazón pareció acelerarse, cuando apartó la prenda de su rostro y abrió los ojos en una expresión seria. Finalmente una leve sonrisa se formó en sus labios y alejándose de la puerta, comenzó a caminar por aquel amplio pasillo.


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Tamaki se dejó caer sobre la tabla de madera del Kotatsu. Apoyó la cabeza sobre sus brazos cruzados y cerró los ojos. Se sentía muy calido, tanto que podría dormirse allí mismo en ese preciso instante. El sonido de la lluvia en el exterior se había vuelto mas insistente, invitando con ello a permanecer allí quieto envuelto por el agradable calor.

En ese momento la puerta se abrió pero los ojos azules del rubio se mantuvieron cerrados. Kyouya entró portando una bandeja con té y unas mandarinas; tal y como le gustaba a Tamaki.

Se acercó al kotatsu y tras dejar la bandeja sobre este haciendo a un lado sus libros, se sentó en el lateral junto a su amigo. Por un momento pensó que de verdad se había dormido al juzgar por la respiración tan calmada que se dejaba oír.

Kyouya observó aquel rostro sereno, al verlo así jamás pensaría que ese chico fuera tan entusiasta e inquieto como ya le había demostrado. Alzó una mano con la intención de apartarle el cabello rubio del rostro, pero los ojos azules se entreabrieron y los labios de Tamaki esbozaron una sonrisa.

-Jeje, ¿pensabas que me había dormido?- se incorporó, y ante la pregunta, Kyouya bajó el brazo alcanzando con aquella mano cada una de las tazas de té.

-En realidad no.- sonrió de forma cortante, extendiéndole una taza al rubio.

-Uhm… nunca consigo engañarte…- Tamaki refunfuñó en una graciosa expresión aniñada, acabando por cruzarse de brazos.

-Ahora dime, ¿Por qué has venido?- preguntó mirando a su amigo, sirviéndole el té a su vez.

-¿Es que no puedo venir a ver a mi mejor amigo?- fingidamente molesto, el rubio tomó una mandarina, jugando con ella entre sus manos.

-¿Y que me dices de tu repentina afición por andar bajo la lluvia?- Kyouya lo miró de reojo a la vez que tomaba un sorbo de su té. -¿o me vas a decir algo como que no tenias ningún coche disponible?- aquella pregunta fue un golpe bajo para Tamaki, quien mostró una expresión de derrota ante los ojos oscuros que lo miraban.

-Bueno eso…- bajó la mirada centrándola en la fruta con la que jugaba, hasta que acabó por soltarla sobre el kotatsu. –simplemente me apetecía caminar un rato…-

-¿Bajo la lluvia?- Kyouya levantó una ceja mirándolo desconfiado, sin duda Tamaki no estaba siendo del todo sincero y eso no era para nada común en el rubio.

-Mira Kyouya, ¡un kotatsu volador!- intentando cambiar de tema y desviar la atención del moreno, señaló a la ventana como si de verdad hubiera visto tal cosa.

El muchacho de gafas cogió tranquilamente una mandarina y comenzó a quitarle la piel sin prestar atención a su amigo. Un kotatsu volador… ¿En serio creía que caería en algo tan estupido?

-Ahora bien…- mostró una mirada seria e incluso inquisitiva ante el otro. -¿Tamaki que ocurre?- la pregunta atrajo la mirada de los ojos azules. –Si vas a decirme el verdadero motivo por el que has venido, hazlo de una vez antes de que acabes con mi paciencia.-

-Es que…- Tamaki agachó la cabeza para mirarlo de reojo. -…me sentía un poco solo…- nervioso ante sus propias palabras, entrelazó ambas manos bajo el kotatsu.

Los ojos oscuros del moreno se abrieron de par en par, no pudo ocultar su sorpresa. Jamás hubiera esperando aquellas palabras de boca de Tamaki. Por un momento hubo silencio hasta que las miradas de ambos se encontraron.

El muchacho de ojos azules se percató de la sorpresa por parte de su amigo; sin duda los ojos de Kyouya eran demasiado trasparentes para él... Y cayendo en la cuenta de lo que acababa de decir, sonrió ampliamente.

-¿Sabes Kyouya? Ahora estoy aquí contigo y no me siento solo.- la sincera e inocente sonrisa que se dibujó en los labios de Tamaki, consiguió arrancar otra sonrisa aunque mas suave por parte del moreno.

Pero esta vez fue el mismo Kyouya quien pudo ver a través de aquellos ojos azules… sin decir nada y atrayendo una mirada confundida por parte de Tamaki, el muchacho de gafas se acercó hasta él, y sujetándolo de un brazo lo atrajo hasta si abrazándolo contra su cuerpo.

Sus ojos se abrieron de par en par y pudo notar como sus mejillas se ruborizaban ante aquella acción tan inesperada.

-Kyouya…- fue lo único que alcanzó a susurrar.

No podía mirarlo, el abrazo que el muchacho de gafas le tenía impuesto no se lo permitía. Entonces sintió como este lo sostenía con firmeza.

-No tienes que disimular conmigo, si te sientes solo tienes todo el derecho a sentirte así.- ante aquellas palabras, Tamaki se aferró con fuerza al cuerpo de aquel que lo sostenía.

No podía negar que se había sorprendido. Nunca pensó que Kyouya le diría algo así, precisamente Kyouya… pero se sintió cobijado entre los brazos de su amigo; simplemente lo necesitaba.

-A veces se me hace difícil, no puedo evitar preguntarme “¿Por qué las cosas tienen que ser así?”- se acurrucó un poco mas entre los brazos que lo sostenía. –y entonces siento ganas de llorar… pero se muy bien que esto es algo que tengo que hacer, y llorar no solucionará nada.- sus puños se cerraron sobre la espalda de Kyouya, sujetando con fuerza la prenda que este llevaba puesta.

El moreno esbozó una ligera sonrisa al sentir como el cuerpo de Tamaki temblaba débilmente entre sus brazos. Sabia que en ese momento su amigo necesitaba algo así, al igual que él mismo se vio en la necesidad de sentirlo cerca y consolarlo.

-Si quieres llorar solo hazlo.- Tamaki se sintió liberado ante esas palabras y unos leves sollozos se ahogaron en el pecho de Kyouya, mientras los dedos de este acariciaban el cabello rubio. –pero si me mojas el jersey serás tu quien lo lleve a la tintorería.- ante el comentario tan fuera de lugar por parte del moreno, tan solo pudo dejar escapar una tímida risita.

Se sentía algo abochornado por la situación pero de verdad había necesitado algo así, y Kyouya había estado allí para dárselo sin siquiera pedírselo. Cambiando su expresión a una sonrisa aniñada, se incorporó dedicando una mirada al moreno.

-Gracias.- fue lo único que dijo, pero aquella simple palabra sonó de tal forma, que el moreno pudo sentir un intenso escalofrío recorrerle.

No hicieron falta mas palabras, tan solo una mirada confundida por parte de Tamaki y los dedos de Kyouya envolviendo su muñeca, para que en un inesperado acercamiento por parte del último, ambos quedasen prácticamente tumbados junto al kotatsu.

Tamaki reaccionó instintivamente apoyando sus antebrazos en el suelo, manteniendo su cuerpo levemente erguido bajo el del moreno. Sus ojos azules se habían abierto de par en par ante la sorpresa y su respiración se había vuelto acelerada.

Por su parte, Kyouya sentía latir su corazón rápidamente a la vez que un intenso cosquilleo en su estomago le hizo sorprenderse de si mismo. Se había dejado llevar y no sabía muy bien que le había llevado a hacer aquello. Pero ahora tenia a Tamaki muy cerca; mas que aquella vez en la que reveló ante el rubio su “verdadero yo”.

Tamaki no se atrevió a decir nada; Kyouya tampoco pronunciaba palabra alguna, tan solo lo mirada. Aquellos ojos oscuros lo miraban fijamente y esta vez no supo ver a través de ellos, quizás debido a la confusión del momento o simplemente por que ni siquiera se había parado a intentarlo.

-Kyou…ya… que…- sus ojos se abrieron aun mas de lo que ya estaban y sus palabras se ahogaron entre los labios del moreno en un repentino beso.

Lo había besado; ahora sentía los labios de Tamaki contra los suyos. Sentía perfectamente como el rubio se había quedado paralizado y aquello le provocó una sonrisa que no pudo esbozar.

En un ágil movimiento y ejerciendo un poco de fuerza sobre el cuerpo del muchacho de ojos azules, el joven de gafas lo tumbó por completo sin romper el contacto de sus labios en ningún momento. Entonces sus labios se entreabrieron acariciando por primera vez los de Tamaki…

Ante la acción de Kyouya y sintiendo el cuerpo de este prácticamente sobre el suyo, el rubio reaccionó cerrando los ojos con fuerza y llevando ambas manos al pecho del otro, las cerró en un puño golpeando casi sin fuerzas y de puro nerviosismo el torso de su amigo.

Kyouya lo sintió forcejear bajo su cuerpo; contra sus labios intentando romper el beso. Su mente se había nublado por completo. Por primera vez se estaba dejando llevar sin cálculos ni meritos de por medio.

Desde que lo había conocido, Tamaki había calado hondo en él, no solo como amigo… también había entrado en su vida como una especie de “amuleto de la suerte”. Tan extraño, con tanta fuerza vital y tan idiota… pero sin él nunca habría optado por descubrir “nuevos paisajes”.

No sabia cuando había ocurrido, quizás desde el primer momento en que lo conoció… pero Tamaki no era un simple amigo, eso lo sabia desde hacia tiempo. Era imposible expresar con palabras lo que sentía hacia él. Estaba claro que no era simplemente amistad, pero tampoco era amor… de eso estaba seguro. Era un sentimiento mas allá de todo eso, algo realmente inexplicable incluso para si mismo.

Deslizó una de sus manos sobre el pecho de aquel chico que se encontraba aprisionado bajo él, llegando hasta el vientre de este donde introdujo sus dedos bajo el jersey. Pudo rozar la fina piel del rubio a la vez que las yemas de sus dedos subían sobre la misma.

Ante las primeras caricias sobre su cuerpo, un leve jadeo escapó de los labios de Tamaki consiguiendo con él romper el beso. El muchacho ladeó la cabeza y sus ojos azules se entreabrieron para volver a cerrarse, al igual que se abrieron sus labios para dejar escapar su respiración agitada.

Los besos de Kyouya pasaron al cuello del otro joven, recorriéndolo a la vez que este parecía estar ofreciéndoselo. Sintió temblorosas las manos del rubio sobre su pecho pero igualmente las sintió calmadas; esta vez tan solo se mantenían sobre su torso, presionando un poco sobre este a consecuencia del temblor.

Aquellos besos se volvían a cada momento peligrosamente agradables; tanto que tenía miedo de lo que pudiera pasar después de ellos. Entonces sintió como la mano del moreno subía un poco más por su torso hasta detenerse en su pecho. Su cuerpo se estremeció por completo sintiendo escalofríos, y sus caderas se arquearon inconscientemente hasta rozar las del muchacho de gafas.

Kyouya se detuvo. En ese momento fue él quien se quedó paralizado. Los ojos oscuros del moreno se entreabrieron y su rostro adoptó un sonrojo mas intenso del que ya mantenía. No pudo hacer mas que incorporarse quedando sentado junto al cuerpo de Tamaki, bajando la mirada ante este y escondiéndola entre su cabello oscuro.

Confundido, el muchacho de ojos azules también se incorporó quedando frente al otro y sin saber que decirle, tan solo lo abrazó rodeando el cuello de este con sus brazos mientras en su rostro, se dibujaba una suave sonrisa la cual el muchacho de gafas no pudo ver.

Kyouya dejó caer sus brazos paralelos a su cuerpo, tan solo sintiendo los del rubio cobijándole. Mantuvo los ojos abiertos fijos en la lluvia que golpeaba los cristales y al igual que el cielo de aquella tarde, la mente se le nubló. No sabia que decir, su corazón latía acelerado y juraría que podía sentir el de Tamaki latir de igual forma contra su pecho.

Entonces la respiración del rubio rozó su cuello, notando como este escondía su rostro en él. Alzó las manos poco a poco, temeroso de las mismas, y tras un breve momento de duda, acabó por posarlas suavemente sobre la cintura del rubio.

En un sutil movimiento, Kyouya giró un poco su rostro encontrando así el cuello de su amigo, el cual acarició con los labios cerrados; tan solo haciéndole sentir un agradable cosquilleo que conseguía erizar cada milímetro de piel que acariciaba.

Un calmado suspiro escapó de los labios del muchacho de ojos azules al sentir las manos del moreno sobre su cintura, al igual que los labios de este sobre su cuello. Se aferró un poco más a Kyouya y movió la cabeza hasta enfrentar la mirada de este.

Se vio reflejado en aquellos ojos tan azules; en la claridad que los mismos emitían sobre su propia mirada. Sin decir nada, llevó una mano al pecho de Tamaki mientras que la otra envolvía su cintura, y en un movimiento cuidadoso, lo tumbó por completo junto al kotatsu quedándose sentado a su lado.

No pudo hacer más que dejar caer sus brazos paralelos a su cuerpo y seguir perdido en la mirada del moreno. Sentía la mano de Kyouya justamente sobre su corazón; como si este quisiera sentir aquella aceleración que recorría todo su pecho.

Una sonrisa nerviosa por parte de ambos, un temor escondido en las miradas de los dos muchachos luchaba por salir y transformarse en una complicidad extrema. Aquella amistad entre ellos se estaba convirtiendo en algo mucho mas profundo, en un sentimiento mucho más complejo…

Centrando la mirada en los labios entreabiertos de Tamaki, Kyouya se inclinó sobre él, sobre sus labios para besarlos despacio; tan solo saboreando aquel delicioso beso que su amigo le correspondía con algo de miedo.

Sus ojos azules se fueron cerrando lentamente, al igual que el miedo ante los labios de Kyouya pasaba a ser una confortante sensación de tranquilidad. Alzó sus brazos para volver a abrazar el cuello del muchacho de gafas, atrayéndolo un poco más hacia si a la vez que el beso se tornó algo mas intenso.

No pudo evitar sorprenderse ante la iniciativa de su amigo. Así que los ojos oscuros del moreno se abrieron de par en par para enseguida volver a cerrarse lentamente. Se sentía demasiado agradable; aquellos labios eran suyos, él los había sellado con el que fue el primer beso para ambos.

Presionados por la necesidad de tomar una profunda bocanada de aire, rompieron el beso. Se miraron, sus respiraciones agitadas se hacían una sola, y una suave sonrisa se dibujó en los labios de Tamaki cuando llevó sus manos hasta el rostro de Kyouya para apartar las gafas de este.

-Es la primera vez que te veo sin ellas. Me gustan tus ojos.- ante aquellas palabras, el moreno desvió la mirada algo avergonzado. –Kyouya ¿te da vergüenza?- la sonrisa en su rostro se volvió traviesa.

-No…- negó rotundamente el moreno con un evidente nerviosismo.

Tamaki volvió a sonreír esta vez con una expresión dulce ante su amigo, dejando seguidamente las gafas sobre la tabla del kotatsu.

Aquella actitud vergonzosa no era usual en él; si alguna vez se había sentido abochornado simplemente lo había ocultado. Siempre era mejor fingir que no le afectaba antes que demostrarse débil ante algo, eso era lo que pensaba. Pero ante aquella sonrisa no pudo hacer más que descubrirse. Y tratando de disimular la evidente vergüenza, se incorporó para deshacerse de su jersey.

Lo dejó a un lado y esta vez fue Tamaki quien mostró ante el moreno un intenso sonrojo en sus mejillas. La mirada de los ojos azules trataba de evitar la visión del torso desnudo de su amigo, pero tan solo podía mirarlo de reojo, a escondidas.

-Parece que esta vez eres tu quien se avergüenza.- comentó con una sonrisa triunfante, tomando seguidamente la mano del muchacho para llevarla hasta su pecho.

Tamaki abrió los ojos con sorpresa, ahora sus dedos calidos se encontraban en contacto con aquella piel, casi pudiendo rozar los latidos del corazón de Kyouya. Sintió como los dedos de este se mantuvieron sobre su mano, sujetándola contra aquel pecho que le ofrecía. Y cerrando los ojos, suspiró ante el agradable contacto.

Solo podía observar aquella expresión tan calmada en el rostro sonrojado del moreno. Sin duda, nunca lo había visto de ese modo; Kyouya se estaba desnudando ante él, y no solo desprendiéndose de su ropa, si no dejándole ver lo que sentía a cada momento.

Colocó ambas manos a los lados de la cabeza de Tamaki, y estirando sus brazos los apoyó en el suelo, rozando con sus dedos el cabello rubio que se derramaba sobre el mismo. Perdido en los ojos azules que lo miraban, pasó una pierna sobre el cuerpo bajo el suyo dejándolo acorralado entre sus rodillas.

El cabello oscuro del muchacho de gafas cayó sobre su rostro prácticamente ocultando su mirada. Entonces Tamaki llevó su mano hasta las finas hebras y acariciando la mejilla de su amigo, le retiró el cabello el cual volvió a caer. Sus dedos se deslizaron una vez mas sobre la mejilla del moreno y llevando la mano contraria a la otra mejilla, Tamaki atrajo aquel rostro hacia el suyo.

Las bocas de ambos se unieron en un nuevo beso mientras sus labios jugaban atrevidos entre si. Las manos del rubio recorrieron el rostro del muchacho de gafas hasta llegar al cuello. Sus dedos se deslizaron seguidamente sobre los hombros y por ultimo, alcanzaron la espalda de este.

Kyouya se sintió invitado a un acercamiento mas atrevido entre ellos, y moviéndose sobre el cuerpo de su amigo, se tumbó a un costado de este a la vez que entrelazaba las piernas de ambos en un contacto que les hizo suspirar ahogadamente sobre los labios del otro.

Las manos del moreno se perdieron en Tamaki; una entre su cabello rubio y la otra comenzó a deslizarse bajo el jersey que cubría el pecho que poco a poco fue descubierto.

El muchacho de ojos azules se estremeció ante el cosquilleo que tanto los dedos de Kyouya como la prenda subiendo por su torso le provocaban. Instintivamente, se incorporó un poco ayudando así a que el otro se deshiciera de la prenda, y finalmente sus torsos quedaron desnudos uno frente al otro.

Se miraron una vez más y esta vez los labios de Kyouya se posaron sobre el pecho desnudo de Tamaki, quien en respuesta volvió a tumbarse; sintiendo el calor que emanaba del kotatsu mezclándose con el calor de su propio cuerpo.

Aquella situación parecía írsele de las manos cada vez más. El moreno pensaba que podría actuar de un modo premeditado, pero estaba resultando ser todo lo contrario. No podía controlar el deseo que nacía en su cuerpo por querer poseer a Tamaki; acariciarlo y besarlo hasta que este cayera rendido ante él. Incluso temía ser él mismo quien cayese rendido ante el rubio…

Tamaki se movió inquieto y sus ojos se cerraron con fuerza cuando sintió las manos de su amigo recorrer todo su pecho al igual que lo hacía sus labios. Se llevó una mano a la boca tratando de acallar un gemido cuando los labios de Kyouya pasaron a besar su vientre.

Ahora las manos del moreno se deshacían con destreza del pantalón, desabotonándolo y dejando a la vista la prenda interior que cubría la sensible piel.

Nervioso, el rubio alzó la mirada guiándola hasta las manos de Kyouya; este había comenzado a deslizar los pantalones por sus caderas y en un movimiento instintivo, las arqueó facilitándole el trabajo al muchacho de gafas quien acabó por deshacerse completamente de la prenda.

Sus ojos oscuros se clavaron por un momento en el vientre de su amigo, bajando un poco más hasta percatarse de la evidente excitación de este. Ante aquella mirada, el muchacho de ojos azules trató de incorporarse. Se sentía avergonzado ante Kyouya, y lo único que quería en ese momento era cubrirse de la mirada de este...

Con una sonrisa divertida, el moreno alargó un brazo apoyando la mano sobre el pecho de Tamaki, impidiéndole así que se levantase.

-¡Kyouya!- protestó completamente avergonzado, mostrando ante el otro unas intensas mejillas sonrojadas y una mirada vidriosa.

-No te dejaré moverte de aquí.- le advirtió el muchacho de gafas colocando una pierna entre las del rubio e inclinándose sobre él.

-Pero yo…- un beso por parte del moreno lo silenció.

No podía hacer otra cosa, Kyouya lo tenía atrapado. Se sentía perdido ante las caricias que el muchacho le ofrecía, y cuando la mano de este se deslizó hasta su bajo vientre, un suave jadeo escapó de entre sus labios convirtiéndose en un suspiro.

Kyouya lo miró con cierto aire divertido; Tamaki se veía completamente aturdido y aquel sonrojo en sus mejillas tan solo conseguía incitarle a seguir. Pero una expresión de sorpresa se dibujó en su rostro cuando las manos de su amigo bajaron por su cuerpo hasta sus caderas.

Esta vez fueron los dedos de Tamaki los que torpemente, comenzaron a desprenderse de la hebilla del cinturón. Sus manos se hicieron un lío en su tarea y bajo una risita divertida, Kyouya llevó sus propias manos a ayudarle.

-Eres bastante torpe.- bajo aquel comentario, el muchacho de gafas se incorporó quedando de rodillas entre las piernas de su amigo.

-No es cierto…- murmuró enfurruñpado, volviendo la mirada a un lado en un gesto infantil.

Entonces ofreciéndole una mano al rubio, lo ayudó a sentarse frente a él. Sin más preámbulos llevó sus propias manos a sus pantalones y deslizándolos por sus piernas, los hizo a un lado.

Tamaki lo miró. Nervioso, volvió la mirada rápidamente en el momento en que pudo apreciar que Kyouya se encontraba exactamente como él. Su respiración se volvió mas agitada y cuando sintió que ya no podría soportar aquella situación, el moreno tomó su rostro por la barbilla obligándole a mirarlo.

-No deberías estar tan avergonzado.- su voz sonó suave, como si tratara de hacer sentir a Tamaki mas tranquilo.

Ante aquellas palabras, la mirada de los ojos azules se centró temerosa en el cuerpo de su amigo. Tragó saliva con dificultad y no pudo hacer mas desviar nuevamente la mirada pasándose esta vez una mano sobre el cabello rubio.

Bajo el evidente nerviosismo del muchacho, Kyouya sonrió satisfecho y sus dedos dejaron libre la barbilla de este. Entonces sintió los brazos de Tamaki rodear su cintura, y como el cabello de este le hacia cosquillas sobre el pecho una vez que el muchacho de ojos azules apoyó la frente sobre su torso.

Tamaki lo abrazó sin querer soltarlo y ahogó un suspiro. Cerró los ojos por un momento; tan solo manteniéndose allí, junto a Kyouya.

-¿Tienes miedo?.- llevó una mano hasta el cabello rubio, acariciándolo mientras su otra mano se posó sobre el hombro de su amigo.

En respuesta Tamaki levantó la mirada. Sus ojos azules se encontraron con los oscuros de Kyouya y mostrando una mirada decidida, le sonrió.

-No.- respondió de forma contundente, consiguiendo sorprender al otro. –contigo nunca podría sentir miedo.- en un gesto infantil le guiñó un ojo.

-Vaya... no esperaba esa respuesta.- mostrando una sonrisa irónica, el joven de gafas se inclinó sobre su amigo y acercando sus labios a la oreja de este le susurró… –entonces vamos a hacerlo.- los ojos de Tamaki se abrieron de par en par y un calor, mucho mas intenso que el que ya sentía, se concentró en su rostro a la vez que un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

Sin darle tiempo a reaccionar y sin poder evitar el dejar escapar una risita divertida ante la sorpresa del rubio, Kyouya lo sujetó de los brazos volviéndolo a dejar bajo su cuerpo. Esta vez sus manos atraparon las muñecas del joven de ojos azules a la altura de la cabeza de este, y sus rodillas entre las piernas de Tamaki, consiguieron mantenerlas separadas.

Por un momento lo sintió forcejear contra su cuerpo intentando liberarse, pero tras un profundo beso, el cuerpo de Tamaki quedó rendido ante Kyouya temblando bajo él. Despacio soltó las muñecas y apoyándose con una mano en el suelo, su mano contraria se deslizó sobre el torso desnudo del rubio, recorriéndolo con suaves e inquisitivas caricias.

Enseguida fueron los labios del moreno los que sintió recorrer el camino que habían marcado los dedos de este, liberando así su boca. Tomó una profunda bocanada de aire y levantando un poco la cabeza, clavó su mirada en el rostro de Kyouya. La imagen pareció enturbiarse en el mismo momento en el que aquellos besos llegaron a su vientre.

Los dedos del muchacho de gafas jugaron sobre la prenda interior, apartándola seguidamente de la blanca piel. En un claro gesto de vergüenza, las manos de Tamaki se aferraron a las muñecas del otro, pero los labios de Kyouya pasaron a acariciar sus muslos, consiguiendo con aquel cosquilleo que el rubio dejara caer sus manos pesadamente y temblorosas a ambos costados de su cuerpo.

Finalmente se deshizo de la prenda. Una sonrisa se dibujó en su rostro ante la desnudez de Tamaki. No pudo evitar el mirar la expresión que este mantenía; se veía furiosamente sonrojado y la mirada de los ojos azules trataba de evitar la suya. No quiso hacer comentario alguno al respecto y tumbándose junto al muchacho, comenzó a besar su cuello.

Tamaki se sentía abochornado al saberse desnudo ante su amigo y mas aun en el estado en que se encontraba. Pero los besos que el moreno le ofrecía a su cuello, le hacia evadirse poco a poco de cualquier sentimiento de vergüenza dando paso a la excitación.

Un nerviosismo interior lo recorría por completo y una sensación de necesidad se había adueñado de él. Solo quería sentirle; olvidarse de todo lo demás. Bajo aquel pensamiento abrazó a Kyouya, provocando que los besos de este se volvieran mas intensos sobre su piel dejando leves marcas.

Su respiración estaba agitada, su cuerpo se estremecía incontrolablemente y sus ojos azules se abrieron de par en par, cuando los dedos del moreno alcanzaron su erección. Esta vez un necesitado gemido escapó de los labios del rubio ante aquel contacto.

Kyouya lo miró. Una expresión sumamente inocente podía verse en el rostro de su amigo. Aquello le provocó una sonrisa suave, la cual acompañó con unas calmadas caricias entre el cabello rubio.

No quería perderse ni una sola de las expresiones que se dibujasen en aquel rostro; quería descubrir cada una de las reacciones del cuerpo de aquel muchacho ante él. En ese momento se sintió con un completo control sobre Tamaki. Así que sus dedos envolvieron la excitación de este y lentamente, acarició la suave piel.

Se encontraba completamente aturdido; jamás pensó que una leve caricia como aquella le pudiera hacer sentir aquel calor que se concentraba en su vientre y recorría todo su cuerpo. Necesitaba gritar, dejar escapar aquella mezcla de sensaciones que se acumulaban en su interior, pero tan solo podía dejarse llevar y consumirse lentamente entre aquellas caricias que comenzaban a ser altamente peligrosas.

Kyouya enterró nuevamente su rostro en el cuello del rubio; volvió a besarlo esta vez con necesidad, incrementando las caricias sobre el cuerpo del muchacho. Aquellos deliciosos sonidos escapaban tímidos en forma de silenciosos jadeos de entre los labios de Tamaki para golpear sobre su oído, tan solo consiguiendo que sus ansias por poseerlo aumentaran.

Finalmente, el rubio dejó escapar un gemido ahogado entre su respiración agitada y sus caderas se movieron bajo las caricias del otro. Inquieto, alzó sus manos hasta aferrarse a los hombros de Kyouya y arqueando su cuerpo se movió bruscamente bajo el moreno rompiendo así el beso. En ese momento sus labios se vieron liberados al igual que cada uno de los sonidos que clamaban por escapar de entre los mismos.

El joven de gafas sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo cuando la voz del otro pronunció su nombre. En ese momento, se sintió completamente excitado y dedicando un apasionado beso sobre los labios de Tamaki, recogió en su boca cada uno de los gemidos que luchaban por escapar de entre aquellos labios.

Los ojos oscuros del joven de gafas tan solo pudieron clavarse en la expresión del rostro de aquel muchacho; los ojos azules de este luchaban por mantenerse abiertos y por un momento de su boca no salio sonido alguno…

Tamaki tan solo pudo tomar una profunda bocanada de aire. Y cuando aquel intenso calor que recorría todo su cuerpo se vio aumentado por un escalofrío que le hizo jadear necesitado, sus ojos se abrieron de par en par y bajo las caricias de Kyouya, su cuerpo convulsionó en una fuerte sacudida, acabando así por liberar aquel calor contenido en el interior de su vientre.

Finalizó las caricias con suavidad y una expresión algo desconcertada al igual que un intenso sonrojo en sus mejillas pudo apreciarse en el moreno. Tan solo lo miró con la respiración algo agitada; el rostro de Tamaki estaba bañado en sudor y el sonrojo en sus mejillas le daba un aspecto completamente inocente, el cual le incitó a acariciar aquel rubor con las yemas de sus dedos.

Estaba exhausto; completamente abatido por aquella sensación que las caricias de Kyouya le habían provocado. En ese momento se sentía incapaz de mirar al moreno directamente; ni siquiera había tenido tiempo de reaccionar ante aquellas caricias cuando su cuerpo se vio consumido en las mismas en poco tiempo.

Dejó caer los brazos con pesadez, e incorporándose levemente con algo de dificultad dedicó una rápida mirada a su propio vientre, volviendo a dejarse caer hacia atrás a la vez que se mordió el labio en un gesto de frustración.

-Lo siento Kyouya…- de inmediato se llevó ambas manos al rostro cubriéndolo en una evidente actitud vergonzosa.

El moreno no dijo nada. A decir verdad, aquella reacción tan inmediata que el cuerpo del rubio había presentado ante sus caricias la había pillado un poco desprevenido. Pero ante el gesto de cubrirse, Kyouya no pudo evitar sonreír llevando sus manos al rostro de Tamaki para apartar la mano de este acercando sus labios a los de él, provocando que los ojos azules se entreabrieran cruzándose con su mirada.

Ambos se miraron y sus respiraciones se mezclaron. Ninguno de los dos se atrevió a decir una sola palabra y a falta de sus voces, sus labios se encontraron en un suave y calmado beso con el que Tamaki quiso evadir aquella delicada situación en la que se había visto envuelto.

En un movimiento cuidadoso Kyouya quedó tumbado a su costado, y mientras su lengua jugaba entre los labios del muchacho de ojos azules, deslizó sus dedos hasta el vientre de este y con ellos acarició la piel bañada por el líquido derramado momentos antes. Lo sintió calido entre sus dedos y dedicando una rápida mirada sobre el cuerpo del rubio, su mano jugó a perderse entre las piernas de este.

Los labios de ambos se separaron; lo suficiente como para obligarles a romper el beso pero no lo necesario como para dejar de sentirse. En ese momento un quejido escapó de la garganta de Tamaki mientras que un suave jadeo lo hizo de labios de Kyouya.

El muchacho de gafas pudo sentir un intenso cosquilleo en su estomago en el momento en que sus caricias pasaron al interior de Tamaki, provocando que este comenzara a temblar ante las mismas. En ese momento se sintió confundido, presa de sus propias sensaciones y de lo que sus propias caricias dedicadas a su amigo, le provocaban a si mismo.

No pudo evitar que su cuerpo se tensara, y un nuevo quejido escapó de la garganta de Tamaki para seguidamente morderse el labio inferior en un gesto de dolor. Dejó escapar su respiración excesivamente agitada; era incapaz de hacer que su cuerpo dejara de temblar, así como le era casi imposible mantener los ojos abiertos ante el dolor de aquellas primeras caricias.

Tamaki envolvió el cuello del moreno con sus brazos temblorosos, acercándolo un poco más hacia él para enterrar seguidamente su rostro en el cuello de este. De esa forma trató de buscar alivio ante aquella sensación que parecía estar quemándole por dentro.

En ese momento la habitación quedó a oscuras. Kyouya se detuvo y ambos se miraron respirando agitadamente. Tan solo el brillo de sus ojos podía verse en la penumbra. La tormenta resonaba tanto dentro como fuera de la habitación y la luz que emitió un fuerte relámpago marcó el contorno de sus cuerpos perlados por el sudor.

Ambos se sobresaltaron ante el sonido del trueno que le siguió y dedicando una rápida mirada al exterior a través de la ventada, pudieron darse cuenta que ya había oscurecido completamente.

Un nuevo relámpago iluminó la habitación haciendo notar la intensa lluvia de aquel momento. Entonces, sintiéndose algo nervioso, Kyouya tomó una profunda bocanada de aire cuando en ese momento fueron los labios del rubio los que necesitados, atraparon los suyos en un nuevo beso.

Sus ojos azules se cerraron y un leve jadeo en señal de dolor escapó de sus labios en el momento en que comenzaron de nuevo las caricias en su interior. Su cuerpo se agitaba y el calor no se iba; simplemente se incrementaba sintiéndose obligado a entreabrir sus labios para tomar aire con necesidad, rompiendo así el beso y retomándolo a cada momento.

El muchacho de gafas lo acarició despacio, con cuidado; sin perder un solo detalle del rostro que se encontraba frente a él, sin querer perderse una sola reacción provocada por aquellas intimas caricias que le dedicaba. Se había perdido en la mirada de los ojos azules hasta tal punto que pudo verse reflejado en ellos. En ese momento sintió las manos de Tamaki moverse con impaciencia sobre su espalda.

Las inexpertas caricias igualmente se sentían agradables, quizás más que si las ejercieran unos dedos expertos. Aquel cuidado y esa falta de experiencia por parte de ambos era lo que mas seguridad les daba en aquel momento y a la vez lo que mas les asustaba. Estaban igualados; descubriéndose uno ante él otro y compartiendo todas aquellas sensaciones que conseguían disfrazar el miedo implícito en las caricias.

La respiración de Tamaki se tornó mas notable pero algo mas pausada, intercalando leves jadeos y algún que otro entrecortado suspiro. Las caricias se habían vuelto extremadamente agradables y su cuerpo respondía excitándose ante ellas.

Inquieto, deslizó sus manos por la piel de Kyouya acariciando tímidamente la calidez que este desprendía hasta llegar al vientre donde se detuvo. Dudó por un momento, pero una de sus manos se movió deslizándose un poco mas abajo, consiguiendo así que el moreno dejara escapar un suave jadeo que fue a parar directamente a su oído. Aquella reacción por parte de Kyouya provocó que Tamaki detuviera sus caricias sintiéndose inseguro ante las mismas.

-Tamaki…- susurró sobre el oído del muchacho. –…quiero que sigas.- en ese momento los ojos azules se abrieron con sorpresa, y a la vez que los labios de Kyouya rozaron su cuello, sus dedos volvieron a acariciar la sensible piel de este.

No pudo evitar que algunos sonidos escaparan de su boca, aquellas tímidas caricias comenzaban a aturdido peligrosamente. Entreabrió los ojos y miró a Tamaki; este lo estaba mirando y en su rostro pudo apreciar una expresión inocente que lo obligó a besarlo perdiéndose en el suave tacto de sus manos.

El rubio respondió al beso cerrando los ojos, dejándose guiar por Kyouya y disfrutando de las caricias que este le dedicaba así como de las que él mismo le ofrecía al moreno. Sintió como el muchacho de gafas rompía el beso bajo una respiración alterada y al abrir los ojos, se encontró con las mejillas sonrojadas de este las cuales le daban un aspecto algo indefenso.

Una suave sonrisa se dibujó en los labios de Tamaki ante la mirada aturdida de los ojos oscuros y con una mano, retiró el cabello de este de su frente, consiguiendo así que Kyouya apartara la mirada algo avergonzado. Entonces fue él quien lo volvió a besar.

El rubio seguía acariciando la húmeda piel bajo sus dedos, al igual que el calor de su cuerpo acogía perfectamente las caricias de Kyouya en su interior; en ese momento las sintió mas profundas y la respiración del muchacho de gafas golpeó sumamente agitada contra su piel cuando este escondió el rostro en su cuello.

Aquella extraña sensación dentro de su cuerpo, el cosquilleo de la respiración de Kyouya contra su piel húmeda y el contacto de ambos cuerpos en unas caricias intimas… todo aquello lo aturdía demasiado, tanto que pensó que no podría soportar más aquella situación. Así que en un gesto necesitado, dejó de acariciar al moreno y con esa misma mano alcanzó la cobertura del kotatsu, la cual sujetó con fuerza entre sus dedos a la vez que su cuerpo se arqueó bruscamente y un fuerte gemido escapó de sus labios.

Los ojos oscuros del muchacho de gafas se abrieron con sorpresa y sobresaltado ante la reacción de Tamaki, detuvo sus caricias dejando así el interior de este. Lo observó. El rubio tenía los ojos cerrados con fuerza y sus labios entreabiertos dejaban escapar una respiración bastante exaltada.

-Creo que ya es el momento…- murmuró sobre el oído de su amigo con la voz algo entrecortada.

Tamaki entreabrió los ojos mirándolo confundido. No entendía a que se refería Kyouya con aquello… a decir verdad, ni siquiera había escuchado con exactitud las palabras de su amigo. Tan solo lo vio incorporarse quedando sentado junto él.

Kyouya tomó una profunda bocanada de aire y tras pasarse una mano sobre el cabello revuelto, le extendió la otra mano al rubio quien la aceptó dudando por un momento. En un ágil movimiento ayudó a Tamaki a incorporarse, sujetándolo a su vez de la cintura hasta que este quedó sentado frente a él.

Pasó los brazos alrededor del cuello del muchacho de gafas y acercando un poco mas su cuerpo al de él, pasó sus rodillas una a cada lado de las piernas de Kyouya, quedando así sentado sobre este. Ambos dejaron escapar un evidente gemido al contacto de la calidez de sus cuerpos… entonces Tamaki cerró los ojos por un momento, suspirando sobre los labios de Kyouya quien lo rodeó por la cintura.

Ambos se mantuvieron abrazos durante unos segundos, tan solo sintiendo la desnudez del otro contra su piel. Tan solo jugaron sus labios y sus miradas a la vez que las respiraciones escapaban entrecortadas y sus cuerpos cada vez se sentían mas cerca uno del otro, aumentando así el calor que los envolvía.

Aquello no era una simple amistad, iba mas allá de todo eso; un sentimiento que se había forjado entre ellos en tan poco tiempo y los había acabado envolviendo en una especie de burbuja que ninguno de los dos deseaba romper. Era algo difícil de explicar. Quizás ese sentimiento podía ser confundido con amor, pero ambos sabían que no era así. Lo que había entre ellos era algo demasiado especial; una complicidad quizás mucho mas importante que cualquier otro sentimiento.

En un cuidadoso movimiento por parte de ambos, Tamaki levantó sus caderas ayudado por las manos de Kyouya sobre las mismas, y un intenso escalofrío recorrió todo su cuerpo cuando sintió la excitación de este demasiado cerca de su interior. De inmediato se aferró con fuerza a los brazos del moreno y mirándolo fijamente, le dejó ver miedo en sus ojos.

-Kyouya…- susurró entrecortadamente, ejerciendo algo más de fuerza en el abrazo.

El moreno tan solo le devolvió la mirada mostrándole una suave sonrisa. Y posando sus labios sobre el hombro de Tamaki, lo besó suavemente arrancándole un suspiro a la vez que sus manos se mantuvieron con firmeza marcando la piel de sus caderas.

No hizo falta que Kyouya le dijera una sola palabra. Extrañamente aquel gesto por parte de su amigo había conseguido tranquilizarlo. Así que ambos mantuvieron sus miradas clavadas en los ojos del otro hasta que ante el primer contacto, el rubio cerró los ojos y su cuerpo se tensó inevitablemente.

Sentía su corazón latir acelerado, y el calor en su cuerpo se hizo mas notable en el momento en que se supo peligrosamente cerca del interior de Tamaki. No dejó de mirarlo ni un solo momento, sus ojos oscuros se habían perdido en la expresión temerosa del chico y a cada segundo que pasaba, deseaba mas estar dentro de él…

El rubio dejó escapar un largo suspiro. Su cuerpo se sentía pesado debido al temblor. Y guiado por las manos del otro sobre su cadera, Tamaki se mordió el labio inferior en el momento en que se movió un poco sobre Kyouya, notando como este comenzaba a adentrarse en él.

La boca del moreno se abrió dejando escapar su respiración entrecortada cuando los brazos de Tamaki se aferraron con más fuerza alrededor de su cuello. Sus manos temblaron, marcando con sus dedos la piel del rubio cuando este en un movimiento algo impaciente, provocó que un quejido escapara de sus labios.

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, y una inmediata sensación de dolor se reflejó en su rostro cuando su garganta sollozó y de sus ojos azules escaparon un par de lágrimas. Temblando se mantuvo abrazado a Kyouya, casi escondiendo su rostro en el pecho de este, sintiéndolo acelerado.

Kyoya tomó aire e intentando aliviar el dolor que él mismo había sentido ante aquel movimiento, besó el cuello del otro. Podía sentir la respiración de su amigo golpeando agitada sobre su pecho, al igual que las manos de este se aferraban con fuerza a su espalda.

-Tamaki mírame.- su voz sonó calmada a la vez que una de sus manos alcanzó la mejilla humedecida del rubio.

Haciendo caso a esas palabras, levantó la cabeza y sus ojos se abrieron llorosos hasta llegar a mirar el rostro de su amigo. Aquel simple gesto acompañado de un imperceptible movimiento de su cuerpo, le hizo emitir un entrecortado quejido. Una clara expresión de dolor se dejaba ver en su rostro, y su cuerpo sobre el del moreno, se había tensado de tal forma que se sentía incapaz de mover un solo músculo.

El muchacho de gafas lo miró. Los ojos azules se veían completamente vidriosos, hasta el punto de poder asegurar que Tamaki estaba intentando a cualquier precio no llorar. Pasó una mano sobre las mejillas sonrojadas, secando con las yemas de los dedos las lágrimas que las habían mojado. Finalmente, dejó escapar un suspiro resignado.

-Si vas tan deprisa te harás daño como ahora.- ante aquellas palabras, Tamaki bajó la mirada avergonzado. –No seas tan impaciente.- le regañó, aunque él mismo se sentía ansioso por atravesar aquel limite que el cuerpo del rubio le marcaba.

-Lo siento…- asintió a la vez que sus labios se curvaron en una mueca nerviosa.

–Solo ve un poco mas despacio.- y posando nuevamente ambas manos sobre las caderas del chico, lo guió en un nuevo intento.

Tamaki comenzó a bajar despacio, dejándose guiar por las manos de Kyouya. Sus labios se posaron entreabiertos sobre el hombro del moreno, acallando de esa forma los sollozos que era incapaz de retener a medida que sentía como este se adentraba en él.

Su respiración escapaba entrecortada y la garganta le quemaba haciéndole sentir la necesidad de desatar el nudo que se había formado en ella. Se sentía incapaz casi hasta de respirar a medida que aquella sensación dolorosa se hacia mas presente.

Los ojos azules del muchacho se mantenían fuertemente cerrados. Su rostro seguía oculto en el cuello de su amigo mientras su fino cabello rubio se mezclaba con las hebras humedecidas del moreno. El nudo en su garganta se liberó en un necesitado grito cuando tras un último movimiento, las manos de Kyouya guiaron su cuerpo hasta que el muchacho de gafas fue acogido completamente en su interior.

Se estremeció, y un calor sofocante acarició cada centímetro de su piel en el mismo momento en que se sintió acogido tan estrechamente. Kyouya cerró los ojos y su boca se abrió para tomar aire con necesidad; dejándolo escapar pausadamente tras liberar un ahogado gemido.

El cuerpo del rubio se dejó caer sobre el suyo apoyándose contra su pecho. Pudo sentir como las manos del muchacho quemaban su piel en un intento por aferrarse a su espalda. Se sentía aturdido; aquella calidez se hacia demasiado estrecha pero aun así agradable. Por un momento deseó quedarse así, tan cerca de Tamaki… sentirlo solo suyo y que siempre fuera así.

Era incapaz de explicar aquella sensación; sentía calor y a su vez sentía escalofríos. Tanto su cuerpo como su mente se vieron atrapados en si mismo y perdidos en aquel muchacho que temblaba sobre él. Sin duda Tamaki había cambiado su vida hasta el punto de querer sentirlo más allá de la piel.

El rubio apretó los dientes ante el dolor que se le hacia insoportable y en ese momento, su cuerpo se cubrió de un sudor frío que lo hizo sentirse helado. Sus músculos estaban tensos y la respiración que momentos antes se agitaba necesitada, se había vuelto pausada e irregular.

Kyouya no pudo evitar asustarse cuando lo sintió temblar de una forma incontrolada. En ese momento le fue casi imposible sostenerlo; sus manos se volvieron torpes y temblorosas sobre la piel de Tamaki. Entonces los ojos azules lo miraron llorosos; casi suplicantes. Y sin apartar la mirada de ellos, el muchacho de gafas adoptó una expresión de seguridad bajo la cual envolvió con sus manos, de la misma forma, la cintura de su amigo.

Volvió a cerrar los ojos despacio a la vez que dejó caer la cabeza nuevamente sobre el hombro del moreno. Solo se limitó a acurrucarse en aquel abrazo. No pasaba nada… estaba con Kyouya y él no dejaría que le ocurriera nada malo ¿cierto? Bajo aquel pensamiento y sintiendo latir el corazón de su amigo contra su propio pecho, trató de relajarse; de sentir cada una de las sensaciones que se escondían bajo el momentáneo dolor.

Los labios del moreno se posaron suaves sobre el hombro del otro. Sus labios rozaban la blanca piel, y las caricias se fueron convirtiendo en sutiles besos, a la vez que las manos de Kyouya se desprendían de la cintura de Tamaki para acariciar con las yemas de sus dedos los costados de este.

Aquellas caricias conseguían que su piel se erizara a cada mínimo contacto. Ante la agradable sensación, suspiró suavemente y deshaciéndose de esa necesidad por mantenerse aferrado a Kyouya, sus manos se movieron con suavidad sobre la espalda del moreno hasta detenerse en los hombros de este.

Comenzaba a sentirse mas tranquilo; a saberse seguro ante aquel cúmulo de sensaciones que se había desencadenado entre ambos. Por un momento deseó quedarse así; cobijado por aquellas caricias y el agradable cosquilleo que la respiración de Kyoya le provocaba sobre la piel humedecida por los besos. Pero aun así, levantó la cabeza para mirar al muchacho de gafas.

Los ojos oscuros del chico reaccionaron perdiéndose en los de su amigo; aun se apreciaba una mirada llorosa en ellos, pero las humedecidas mejillas volvían a refulgir en un intenso tono rojizo en medio de la penumbra.

-¿Ya te sientes mejor?- preguntó en un susurro, a lo que el rubio asintió bajo una tímida expresión en su rostro.

En los labios de Kyouya se dibujó una sonrisa y enseguida, buscó la boca de su amigo para encontrarse en un necesitado beso donde sus lenguas se atrevieron a jugar entre si. Los dedos del moreno subieron hasta detenerse en la nuca de Tamaki, perdiéndose así entre su cabello, recibiendo como respuesta una suave caricia en sus sonrojadas mejillas.

Su cuerpo comenzaba a sentirse nuevamente excitado. El calor se concentraba otra vez en su vientre extendiéndose por todo su cuerpo y pronto su respiración se hizo más notable. Tamaki rompió el beso tras ahogar un suspiro en los labios del muchacho de gafas, a la vez que sus brazos envolvieron el cuello de este en un gesto inquieto.

Bajo los nuevos besos del moreno esta vez sobre su pecho, todo su cuerpo se estremeció. Ante la agradable sensación un tímido jadeo escapó de su boca y tras morderse los labios, cerró sus ojos azules y comenzó a moverse muy despacio sobre su amigo.

Se quejaron ante el repentino movimiento. Aun sus cuerpos no se acostumbraban a estar unidos entre si y aquello provocó un cierto temor por parte de ambos.

Kyouya cerró los ojos, esta vez su cuerpo también se tensó. A pesar de todo, aquella situación se le hacia difícil de asimilar y el hecho de no poder controlarla no hacia mas que provocarle una sensación de frustración que se vio reflejada en su cara.

-Kyoya…- la suave voz de Tamaki le hizo abrir los ojos para mirarlo. -¿es por mi?- preguntó en un hilo de voz, dejando ver ante el moreno una expresión abatida.

El muchacho de gafas quedó en silencio. Aquella pregunta consiguió sorprenderle. ¡Claro que no era por él! Quiso decírselo pero en ese momento no le salieron las palabras. Era por sí mismo; odiaba no poder controlar la situación en la que ambos se habían visto peligrosamente envueltos.

-No te lo estoy poniendo fácil ¿verdad?- aquellas palabras entremezcladas con la agitada respiración por parte del rubio, consiguieron sorprenderle aun mas. –Kyoya, se que quieres controlar lo que esta ocurriendo pero… ¿sabes? Me gusta así.- una sutil sonrisa se dibujó en sus labios dándole un aire aniñado en una expresión que consiguió estremecer a su amigo. –Has sido incapaz de controlar esto desde el principio, ¿por que quieres hacerlo ahora?- ante la pregunta, el muchacho de gafas bajó la mirada sin saber que contestar.

En ese momento se sentía entupido e incluso avergonzado al saberse vencido por su propio miedo. Y la mirada de los ojos azules puesta sobre él se lo estaba poniendo más difícil. Quería dejarse llevar; abrazar a Tamaki, besarlo y acariciarlo hasta ser él mismo quien cayera rendido ante la mirada de esos ojos azules que le inquietaban y tranquilizaban a su vez.

-Kyoya, es imposible controlarlo todo.- dejando ver una expresión seria ante el moreno, Tamaki acabó suspirando. –Solo mira a donde hemos llegado…- por un momento volvió la mirada a un lado con evidente nerviosismo, a lo que su amigo tan solo sonrió con ironía. –¿Y no es mejor seguir así hasta el final? Al menos yo… quiero ir descubriéndolo, contigo Kyouya.- los ojos oscuros del muchacho de gafas parecieron iluminarse ante la amplia sonrisa que Tamaki le mostró tras aquellas palabras.

No entendía muy bien lo que el rubio trataba de decirle; nunca había estado tan confundido respecto a algo, pero aquella expresión hizo que su cuerpo se estremeciera. En ese momento se sintió débil ante Tamaki y dejándose vencer por esa calida sensación, apoyó la cabeza sobre el pecho de su amigo.

Las manos de Kyouya parecieron aferrarse a su espalda en la necesidad de ser reconfortado. Así que bajo una suave sonrisa, los dedos del rubio acariciaron el cabello oscuro posando seguidamente sus labios sobre las finas hebras.

La lluvia seguía insistente en el exterior, golpeando sobre los empañados cristales del ventanal. El calor que desprendía el kotatsu junto a ellos hacia mucho que había dejado de notarse. En ese momento, ambos estaban bañados en el propio calor de sus cuerpos; perdiéndose en él a la vez que se iban relajando, respondiendo por sí solos en un suave movimiento a pesar de las primeras sensaciones molestas.

Su boca se entreabrió dejando escapar la respiración agitada, y sus ojos azules se mantuvieron en la mirada de los de Kyouya desde le primer momento en que este retomó el contacto visual. Sus manos se sostenían sobre los hombros del moreno y las de este manejaban su cuerpo ayudándolo en sus movimientos.

Lo miró. No podía dejar de hacerlo. Estaba extasiado ante el inocente brillo en la mirada de Tamaki, ante el rubor de sus mejillas en una deliciosa expresión; como si fuera algo que le pertenecía solo a él. Entonces lo comprendió.

Comprendió las anteriores palabras de Tamaki; había cosas que no podría controlar por mucho que quisiera, y eso no estaba tan mal después de todo... Por que el simple hecho de descubrirlas ya merecía la pena; tal y como él estaba haciendo en aquel preciso instante…

Aquel sentimiento de complicidad que se había creado entre ambos, esas sensaciones de su cuerpo ante Tamaki, y las reacciones que él mismo provocaba en el rubio… algo demasiado efímero como para definirlo en una sola palabra, algo que tan solo se podía sentir.

Inquieto movió sus manos sobre la espalda de Kyouya notando la piel humedecida por el sudor. Su cuerpo se había acostumbrado casi por completo a tener a su amigo dentro de él, y los sollozos que habían escapado anteriormente de su boca en un vano intento por acallarlos, se habían convertido en evidentes jadeos. Solo podía mantener los ojos cerrados con fuerza; se había perdido por completo en aquel juego que se había desencadenado entre ambos… y rindiéndose ante Kyouya, solo podía dejarse llevar por él. Ahora estaba seguro. Ya no sentía miedo ni dolor, solo lo sentía a él.

Kyouya ahogó un suspiro. Aquel cuerpo se movía sobre él en un vaivén condenadamente delicioso, mientras sus manos acentuaban las caderas de Tamaki sobre las suyas. La piel del muchacho ardía bajo las yemas de sus dedos y el contacto de su cuerpo con el del rubio lo estaba desafiando a perder la cordura.

Sus ojos oscuros se dejaron ver vidriosos cuando los azules se entreabrieron para mirarlo, al igual que los labios de Tamaki se abrieron con la intención de decir algo. Pero ninguna palabra salió de su boca, tan solo un desinhibido gemido que hizo estremecer a Kyouya.

El rubio se aferró a él con fuerza, y por un instante, el joven de gafas se quedó inmóvil; incapaz de mover un solo músculo en el momento en que el cuerpo del rubio se tensó acogiéndolo más estrechamente dentro de él.

Tamaki se dejó llevar. No podía detenerse ante el calor que envolvía su cuerpo hasta tal punto de ser insoportable. Cualquier mínimo roce se había convertido en una caricia definitiva, la cual podría llevarlo al final en aquel preciso instante…

Inquieto y bajo un suave sollozo entremezclado con su respiración jadeante, escondió el rostro en el cuello del moreno quien respondió abrazándole. Y entre los brazos de este, el cuerpo del rubio tembló… el insoportable calor lo recorrió por completo una vez mas en una inminente oleada de placer, y cuando creyó que no podría soportar mas aquella excitación, acabó por derramarse entre los vientres de ambos.

Los ojos oscuros de Kyouya se abrieron de par en par cuando sintió aquella cálida humedad bañar su piel. No pudo reaccionar en ese momento… Inconscientemente Tamaki lo había desafiado; esos ojos azules en una inocente mirada de complicidad, la suavidad de aquella piel bajo cada caricia, el calor que el cuerpo de ese muchacho le hacia sentir… sin duda había traspasado el limite. Un límite donde con tan solo mirar a Tamaki podía ver un nuevo paisaje.

Cansado, dejo caer su cuerpo prácticamente desplomado sobre el moreno. Kyouya aun lo mantenía sujeto, besando suavemente el hombro del rubio, arrancándole así un profundo suspiro.

Igualmente, otro suspiro necesitado pero silenciado por la piel del rubio, escapó de la boca del muchacho de gafas. No podía retener más aquella excitación, se encontraba casi al límite. Y ante aquel momento en que sus cuerpos permanecieron unidos pero inmóviles, deseó detener el tiempo al menos durante un segundo más.

Su rostro aun descansaba escondido en el cuello de Kyoya, pudiendo sentir la respiración de su amigo sobre su piel, al igual que los brazos de este rodeándolo en un abrazo tembloroso. Abrió sus ojos azules y ante una extraña sensación, hizo el intento de mirar al moreno. Pero no podía moverse, al abrazo que su amigo le tenía impuesto se lo impedía.

-¿Kyou…ya…?- su voz sonó entrecortada dejando así la evidencia de los recientes jadeos.

Al escuchar su nombre escapar de aquellos labios, volvió en si abriendo los ojos sobresaltado. Acabó por deshacer el abrazo y lo miró. Los ojos azules de Tamaki estaban frente a los suyos. Pudo ver claramente como estos se abrieron con sorpresa; seguramente ante la expresión aturdida que mostraba su propio rostro.

Los ojos oscuros que tantas veces se habían ocultado bajo los cristales de unas gafas brillaban intensamente, llorosos. Tamaki alzó una mano llevando sus dedos hasta acariciar la mejilla furiosamente ruborizada del moreno, secando así una solitaria lágrima que había resbalado inconscientemente por su mejilla. Y en respuesta, Kyouya cerró los ojos sintiendo el suave contacto.

-Kyoya… ¿te encuentras bien?- ante la pregunta, el moreno no contestó; ni siquiera la expresión de su rostro cambió un ápice.

Pero un tembloroso suspiro escapó de sus labios húmedos a la vez que intentó esbozar una suave sonrisa la cual se dejó ver nerviosa ante el rubio. Tamaki sonrió dulcemente en respuesta a aquel inocente gesto; en ese momento Kyouya le pareció extremadamente vulnerable. Quiso abrazarlo de nuevo pero este no le dio la oportunidad de hacerlo…

Su mano se aferró a la cintura del rubio y en un movimiento que los hizo jadear a ambos, salió de su interior. Ante el desconcierto de Tamaki, Kyouya lo guió tumbándolo sobre el suelo, y posicionándose sobre él, volvió a adentrarse entre aquel calor que esta vez lo acogió perfectamente.

Tamaki dejo escapar un nuevo jadeo a la vez que sus ojos se cerraron, mientras que un ahogado y necesitado gemido se perdió en sus labios cuando el muchacho de gafas los besó en un intento por acallarse a si mismo.

Tras un corto pero intenso beso, Kyouya separó sus labios de los de su amigo cuando con sus manos apoyadas una a cada lado de la cabeza del rubio, apoyó el peso de su cuerpo en sus brazos para incorporarse. Ambos se miraron, y en un leve movimiento, se acomodó perfectamente entre las piernas de Tamaki, comenzando a moverse muy lentamente sobre él.

Su cuerpo se había vuelto extremadamente sensible… y el calido acogimiento entre aquellas estrechas pareces, le hizo perderse por completo en cada una de las sensaciones que lo envolvían peligrosamente, hasta el punto de hacerle perder los sentidos. En ese momento, la habitación se vio iluminada por un nuevo relámpago, y el rostro exhausto de Kyouya se acentuó bajo la mirada de los ojos azules.

Tamaki era incapaz de romper el contacto visual. Se había perdido en la transparencia que mostraban aquellos ojos oscuros ante si. En aquel momento creyó sentir no solo sus propias sensaciones, si no también las de Kyouya. Podía sentirlo más allá de la piel y más allá de la mirada. Aquel muchacho que siempre se mostraba tranquilo y serio, e incluso algo distante con los demás, se estaba redimiendo ante él.

Su cuerpo se había visto deliciosamente sometido a Kyouya. Sentía la necesidad de abrazarlo, de estrechar entre sus brazos cansados el cuerpo que se estremecía sobre su piel. Pero no pudo hacerlo; tan solo se quedó mirándolo, absorto en esa mirada que a pesar de mantenerse sobre sus ojos azules, parecía perdida más allá de ellos.

Kyouya había sido su primer amigo en Japón y gracias a él no se sentía tan solo. El moreno había ocupado un lugar muy importante en su vida desde el primer momento en que se conocieron; un lazo que se había forjado entre ambos y que a cada momento, se estrechaba cada vez mas.

El muchacho de gafas se movió con lentos y precisos movimientos ante los cuales, su cuerpo se estremecía sintiendo la necesidad de aumentar el ritmo pero sin poder llegar a hacerlo. Una intensa sensación que le provocó calor y frió al mismo tiempo, le hizo ahogar su voz pudiendo tan solo abrir los labios para jadear, ocultando así el nombre de Tamaki.

Los ojos oscuros de Kyouya se cerraron con fuerza y bajo la mirada sorprendida del rubio, su cuerpo se movió inquieto sobre el de su amigo, liberando en el interior de este toda la excitación que había estado conteniendo, sucumbiendo así ante todo… Solo pudo acabar jadeando cansado, era incapaz de decir una sola palabra en ese momento. Sus brazos temblaban y el acelerado latido en su pecho parecía querer rasgar la piel.

La respiración de Tamaki estaba alterada, su pecho subía y bajaba inquieto. Sus ojos azules seguían absortos en el rostro de Kyouya y en ese momento, reaccionó llevando ambos brazos hasta rodear con ellos el cuello del moreno, atrayéndolo sobre él en un reconfortante abrazo.

Creyó derrumbarse ante aquel abrazo. Las manos de Tamaki se aferraban seguras a su espalda y la piel calida del joven bajo la suya, le hizo suavizar su expresión en una algo mas relajada.

-Tamaki…- susurró finalmente, pudiendo sentir sobre su propia piel el escalofrío que había recorrido el cuerpo del rubio.

-Quiero abrazarte un poco mas....- murmuró bajo un leve sollozo que hizo que su voz se entrecortara.

Ante aquellas palabras, Kyouya sonrió con la dulzura que Tamaki le provocaba, y dejándose caer sobre el cuerpo del muchacho, se relajó perdiéndose en aquel abrazo que los mantuvo unidos, lejos de la realidad…


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Leves gotas de agua resbalaban por su rostro a consecuencia de su cabello oscuro mojado. Aquella ducha había conseguido relajar su cuerpo por completo; su piel aun calida por las caricias anteriores había sido recorrida por el agua tibia, templando así sus músculos. Tomó una toalla para secarse un poco el cabello, y tras revolverlo, la dejó caer sobre sus hombros. Seguidamente alcanzó sus gafas y tras ponérselas se adentró en la habitación.

Sonrió al ver como Tamaki se había quedado dormido junto al kotatstu, cubriendo su cuerpo ya vestido hasta la cintura bajo la tela de este. Por un momento miró hacia la ventana, la tormenta parecía haber cesado a pesar de las nubes que aun cubrían el cielo en aquella noche. Una lluvia que los había acompañado bajo la penumbra en la que la habitación se había visto envuelta.

Ahora que la luz había vuelto, la habitación estaba alumbrada levemente. De nuevo miró al rubio. Tamaki había sido para él como el sol en un día de lluvia, la única persona que se había acercado a él no por interés, si no simplemente por amistad. De la misma forma, aquel muchacho era su primer amigo; sin necesidad de obtener beneficios de por medio, llegando a conocer el significado de la amistad.

Nunca pensó que un chico con una posición social como la de Tamaki y más estando en una situación tan delicada como en la que se encontraba, pudiera llegar a ser una persona tan inocente y confiada.

No había que darle mas vueltas, Tamaki era tal cual se mostraba ante los demás y eso en cierto modo le daba algo de envidia; él jamás podría mostrarse ante el resto de las personas como era en realidad, ese derecho solo se lo reservaba para Tamaki... el único que había conseguido ver a través de sus ojos.

A pesar de la simplicidad del rubio para con los demás, solo él había conseguido llegar mas allá de todo eso… de alguna forma, ere alocado muchacho le pertenecía.

Kyouya hizo el intento de caminar hacia él, pero antes de dar el primer paso, su teléfono móvil sonó. Contestó de inmediato evitando que el aparato siguiera sonando, y a su vez se giró a mirar al rubio… pero el muchacho de ojos azules ni siquiera se movió ante el sonido. Aquello provocó que el moreno sonriera una vez más ante la calmada imagen que su amigo le ofrecía.

-Ah, Shima-san, me alegra oírla.- saludó educadamente a la señora encargada de la segunda mansión de los Suou. –si, Tamaki esta aquí…- la sonrisa en su rostro se vio opacada por una expresión de sorpresa ante las palabras de la mujer. –No tiene que preocuparse, Tamaki se quedará esta noche en mi casa.- su mirada se había vuelto seria sobre el rubio. –No tiene que darme las gracias, saludos Shima-san.- tras una sonrisa algo forzada acabó por colgar el teléfono.

Se acercó a Tamaki sin apartar la mirada de él, y seguidamente tomó asiento junto al cuerpo del rubio. Simplemente lo observó…

El muchacho dormía tranquilamente; sus mejillas aun estaban sonrojadas pero su respiración ahora era calmada. La piel que momentos antes había sido acariciada por sus propias manos, ya se encontraba cubierta por la ropa, abrigándose bajo el calor que el kotatsu desprendía.

-Así que te habías marchado sin decir nada a nadie… como si quisieras escapar.- susurró bajo una sonrisa algo triste a la vez que su mano acarició el cabello rubio.

Ya se había imaginado algo así desde el primer momento en que lo vio aparecer aquella tarde en su casa. Tamaki siempre se mostraba alegre ante los demás, pero hacia poco que lo habían separado de su madre bajo aquellas circunstancias que él mismo la había contado ya una vez. Después de todo, era lógico que en algún momento se derrumbase. Y lo había escogido a él… solo él había podido calmar el temblor de aquel cuerpo.

Kyouya se mantuvo mirándolo un rato más; no lo despertaría. Simplemente lo dejaría dormir, allí, bajo el calor del Kotatsu como tanto el gustaba… hasta que amaneciera.


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Los primeros rayos de sol se filtraban entre las nubes que habían quedado de la noche anterior. Un nuevo día estaba a punto de comenzar…

En el interior de la mansión de los Ootori, un muchacho de sedoso cabello oscuro permanecía de pie, ya ataviado con su uniforme escolar, junto a un dormido Tamaki. Kyouya se llevó ambas manos a la cintura, y una mirada expectante se centró en el muchacho que parecía no haberse dado cuenta de que había amanecido.

Se movió entre el calor que aun desprendía el kotatsu ya apagado, y desperezándose, sus ojos azules se abrieron poco a poco. Confundido enfocó su mirada. En aquel momento fue incapaz de reconocer el lugar donde se encontraba, pero cuando se fue a incorporar asustado, un notable dolor en todo su cuerpo se hizo presente bajo un quejido.

-¿Ya has despertado?- preguntó el moreno manteniendo una expresión tranquila en la que se pudo entrever una sutil sonrisa.

-Kyoya… ¿Por qué estoy en tu…?- sus ojos se abrieron de par en par y un intenso sonrojo, el cual no paso inadvertido ante Kyouya, se dejó ver en sus mejillas.

-Pensaba que no despertarías nunca.- se dio media vuelta, mirando de reojo al rubio sin querer perder ni un solo detalle por parte del muchacho.

Tamaki se puso en pie, sentía el cuerpo dolorido y a pesar de haber dormido bastante más de lo acostumbrado, se sentía algo cansado. Estiró sus brazos desperezándose nuevamente y tras centrar la mirada en Kyouya, lo desvió con rapidez.

-¿Me quedé dormido junto al kotatsu?- el moreno solo asintió en respuesta. –Entonces he pasado aquí toda la noche…- esta vez el muchacho de gafas se giró a mirarlo sin demasiado interés.

-Vaya, ya veo que tu capacidad de deducción funciona tan bien como siempre.- comentó en un divertido tono irónico, pero el rubio no dijo nada, captando con aquel silencio la atención de Kyouya. –Tamaki ¿ocurre algo?- ante su pregunta, unos llorosos ojos azules se dejaron ver ante él en una infantil mirada.

-Nadie en la segunda mansión sabe que salí ayer por la tarde, ¡y mucho menos que no pasé la noche allí! ¡Shima debe estar preocupada! ¿Y si ha avisado a mi padre y esta buscándome todo un escuadrón de rescate?- nervioso, se llevó ambas manos a la cabeza. -¿Qué hago Kyouya?- ante la exagerada actitud por parte del rubio, una gotita recorrió la sien del moreno.

-Eso no es problema, Shima-san ya sabe que dormiste aquí.- comentó tranquilamente, atrayendo una mirada confundida por parte del otro. –Tamaki, no deberías hacer que las personas que te quieren se preocupen por ti.- en un gesto cariñoso le revolvió el cabello para seguidamente darle un coscorrón.

-¡Ah! ¡Duele!- dos lagrimones asomaron a sus ojos a la vez que se llevó las manos a la cabeza, provocando una sonrisa en los labios de su amigo.

-Y otra cosa... si no te das prisa llegarás tarde a clase…- tras dar la espalda al rubio, se aproximó a la puerta dispuesto a salir de la habitación.

En ese momento, Tamaki se percató de cómo su amigo ya llevaba puesto el uniforme del instituto medio, y tras dedicar una rápida mirada al reloj y ver la hora, un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

-¡No tengo tiempo que perder!- salió corriendo pasando junto al moreno, donde pareció dejar un leve rastro de humo.

Kyouya se llevó una mano al rostro para colocar bien sus gafas, y esbozando una sonrisa divertida, salió de la habitación tras Tamaki.

Bajó las escaleras a toda prisa, pero aun así se percató de que no había prácticamente nadie en aquella mansión. No le dio mayor importancia, ya sabia que el padre de Kyouya era una persona muy importante y ocupada, así como su propio padre… finalmente se detuvo de golpe justo en la entrada de la mansión.

Respiró agitadamente, manteniéndose unos segundos allí quieto. Y casi por puro impulso se volteó. Su mirada se cruzó con la de Kyouya y ante el cosquilleo que en ese momento se concentró en su estomago, desvió la mirada al suelo ruborizándose.

-Kyouya… sobre lo que pasó anoche…- los ojos azules miraron al moreno de reojo, casi con miedo de mirarlo directamente.

El muchacho de gafas no pudo evitar sobresaltarse, pero una amable sonrisa se dejó ver ante Tamaki a la vez que se acercó a él, quedando bastante cerca.

-¿Qué ocurre? ¿Te arrepientes?- una intensa mirada por parte de los ojos oscuros hizo que por un segundo a Tamaki se le cortara la respiración.

-No… es solo que…- ante aquella actitud dudosa por parte del rubio, Kyouya suspiró resignado.

-Tamaki, tu sabes tan bien como yo que fue lo que ocurrió, y creo que sabes perfectamente que es lo que hay entre nosotros… no debería resultarnos un problema, ¿no crees?- en respuesta, Tamaki asintió aun sin mirarlo. –entonces no le des mas vueltas.- con una mano alzó el rostro del muchacho sujetándolo de la barbilla, mostrando una sonrisa tranquilizadora ante él. –Te está esperando un coche, te llevará a la segunda mansión.- llevando ambas manos a los hombros del rubio, le dio media vuelta y lo empujó suavemente.

Volteando su rostro para mirar a Kyouya, Tamaki tan solo sonrió; una sonrisa que se dejó ver algo forzada ante el moreno… y haciendo un gesto con la mano tras abrir la puerta, corrió hacia el coche que lo esperaba, acabando por subir a él.

El coche arrancó y la mirada de los ojos oscuros lo siguió hasta que se perdió entre los extensos jardines de la mansión. Suspiró. No podía evitar estar algo preocupado… él sabia muy bien que no tenia ningún tipo sentimiento romántico hacia Tamaki, a pesar de aquella fuerte complicidad que existía entre ellos forjada bajo una profunda y verdadera amistad. Pero… ¿y Tamaki? ¿Podría ser que lo que ocurrió entre ellos hubiera despertado algún tipo de sentimiento en el rubio? Aquello le preocupaba hasta cierto punto.


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El coche se alejaba de la mansión de los Ooroti, y los ojos azules del muchacho que iba en el interior del vehiculo dejaron de mirar por la ventana, acabando por soltar un suspiro algo melancólico.

Los sentimientos de Kyouya estaban claros para él; tanto como sus propios sentimientos. Lo había visto en los ojos del moreno y lo había sentido en su propia piel. Pero aun así, había tenido miedo por un momento… miedo por que lo ocurrido entre ellos estropease su amistad. Después de todo, aquello no había sido un simple beso entre dos amigos adolescentes tratando de experimentar cosas nuevas…

Aun bajo aquel pensamiento, una sonrisa algo más tranquila se dibujó en sus labios. Todo estaba bien, seguramente nada podría estropear aquella relación tan especial que existía entre ambos.


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En le instituto Ouran se daba una mañana de lo mas normal; como cualquier otra, Suou Tamaki encandilaba a las señoritas que caían rendidas a sus pies ante las palabras del rubio.

Kyouya lo observaba sentado en su sitio mientras ojeaba el libro de la clase que tendría lugar tras el descanso. Sobre las páginas de este y tras los cristales de sus gafas, su mirada estaba puesta en Tamaki.

Entrecerró los ojos bajo una expresión abstraída. Durante todo el día el rubio se había comportado con él como siempre, quizás algo vergonzoso al principio. Pero a medida que fue trascurriendo el día, la situación se fue normalizando entre ellos, es mas… inconscientemente, parecía que la complicidad entre ambos se había incrementado de alguna manera. Sonrió tranquilo.

-¿Y esa sonrisa?- preguntó divertido cuando tomó asiento frente al moreno.

-Uhm... ¿ya has acabado con tu tarea de robar los corazones de las jovencitas?-

-Kyouya no lo digas de esa forma, yo todo lo que digo lo digo muy en serio.- en una pose dramática se llevó una mano a la frente. –¡y tu!- alargó un brazo señalándolo, haciendo que Kyouya se hiciera hacia atrás. -deberías ir practicando para cuando demos a conocer el Host Club.-

-Lo haré cuando llegue el momento.- le contestó en una aparente expresión desinteresada ante la cual, Tamaki acabó sonriendo ampliamente.

-Por cierto, Kyouya… ¿puedo ir de nuevo hoy a tu casa cuando salgamos del instituto?- ante la pregunta, los ojos oscuros lo miraron con sorpresa, sin duda no esperaba que el chico le dijera algo así… al menos no ese día... –es que… quiero tardar en regresar a la segunda mansión, esta mañana no le di tiempo a Shima para que me regañara, así que lo hará esta tarde y cuanto mas lo retrase, mejor.- en una actitud infantil se llevó una mano tras la cabeza riendo aniñadamente.

El moreno dejó escapar una risita irónica. Después de todo Tamaki seguía siendo Tamaki… no había nada de que preocuparse.

-Bueno... no tengo otra opción.- y ante la respuesta del muchacho de gafas, ambos sonrieron con complicidad.

En ese momento el profesor entró en el aula, y ante su presencia, los jóvenes estudiantes se prepararon para dar la siguiente clase.

Aun ante la llegada del profesor, Kyouya siguió con la mirada clavada en el muchacho que se sentaba delante de él. Aquella era la habilidad de Tamaki; una persona inconscientemente optimista, capaz de trasformarlo todo en energía vital y contagiar con ella a todos los que le rodeaban, incluso a él… así era Suou Tamaki.


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Dos años después…


La suave brisa que se colaba por la ventana mecía levemente su cabello oscuro sobre su rostro, a la vez que acariciaba la piel de su pecho que se dejaba ver entre la camisa desabotonada.

Kyouya permanecía sentado a los pies de la cama con su portátil junto a él. Con suma habilidad, sus dedos se manejaban ágiles sobre el teclado y a su vez, sus ojos oscuros examinaban los últimos datos de los beneficios obtenidos por el Host Club en el corto periodo de tiempo que había transcurrido desde que comenzó el nuevo curso escolar.

-No van nada mal.- murmuró entre dientes bajo la sonrisa satisfecha que se dejó ver en su rostro.

-¡Kyouya! ¿Me estas escuchando?- preguntó el joven presidente del Host Club algo molesto ante la indiferencia de su amigo.

El rubio se cruzó de brazos bajo una actitud infantil mientras observaba por detrás de Kyouya como este seguía con su tarea. Su cuerpo desnudo estaba envuelto entre las sabanas y aun podía apreciarse un leve sonrojo en sus mejillas.

-Siempre te escucho Tamaki.-

-Pues no lo parece… a ver… ¿que te estaba diciendo?- el muchacho se inclinó un poco hacia delante, apoyando sus manos en la cama y quedando así algo mas cerca de Kyouya.

-Que Hikaru y Kaoru consiguieron que te perdieras en la jungla artificial que recreamos en el jardín principal del instituto.- y sin apartar su mirada de la pantalla, sus dedos se volvieron a mover sobre el teclado.

-¡Eso es! Acabé cayendo al estanque y quedando empapado delante de mis clientas. ¡Y todo por culpa de esos gemelos del demonio y sus pesadas bromas!.- en una actitud exasperada, cerró su mano en un puño elevándolo a la altura de su rostro.

-Lo se, yo también te vi.- los labios del moreno se curvaron en una imperceptible sonrisa esta vez dirigida a Tamaki. –pero tómalo de este modo… con esos pequeños “accidentes” el cosplay de explorador se hizo muy creíble por tu parte. Eso sin contar los beneficios obtenidos…- murmuró satisfecho.

-Uhm… ¿Tu también te burlas de mi Kyouya?- esta vez sus ojos azules dedicaron una mirada amenazante a su amigo, quien sintió dicha mirada sobre su nuca a pesar de no haberla visto.

-Si no hablo dices que no te escucho, y si lo hago te enfadas.- un “clic” sobre una de las teclas mostró en pantalla la imagen de un bonito jarrón.

-¿Y ese jarrón?- bajo aquella pregunta su mirada se tornó interesada en la imagen.

Sin dejar de mirarlo, gateó sobre la espaciosa cama aun con las sabanas ceñidas a sus caderas, hasta detenerse detrás del muchacho de gafas. Y alzando sus brazos, rodeó los hombros de este recargándose sobre su espalda y reposando así su barbilla en el hombro del moreno.

-Es el famoso jarrón de Rene que subastaremos dentro de unos días.- tecleando ágilmente, amplió la imagen mostrándola desde distintos ángulos. –Este jarrón esta valorado en ocho millones de yenes, así que mañana mismo podremos exponerlo en la tercera sala de música hasta el día de la subasta.-

-Ocho millones de yenes… eso quiere decir que esa subasta será muy beneficiosa ¿verdad?-

-Podríamos decir que bastante.- ante aquella afirmación por parte del moreno, Tamaki dejó escapar una risita divertida.

Ya hacia poco más de dos años que conocía a Kyouya y en ese tiempo había llegado a conocerlo demasiado bien... para él no era algo nuevo el hecho de que el moreno buscara la forma de obtener beneficios. O simplemente que hiciera las cosas movido por obtener algún merito. Aunque en el fondo sabia que Kyouya no era del todo así…

-¿Ocurre algo Tamaki?- preguntó tras un par de minutos en los que el rubio no dijo ni una sola palabra.

-Jajajajaja… nada…- rió nervioso tratando de disimular aquel pensamiento. –Oye Kyouya, ¿Qué pasaría si llegase a entrar alguien en la habitación ahora mismo?- se recargó un poco mas sobre el muchacho de gafas, estrechando de ese modo el abrazo.

-¿Eso te preocupa?-

-Bueno... sería algo complicado de explicar ¿no crees?- en una actitud pensativa desvió la mirada al techo para enseguida volver a sonreír.

-Cierto... pero sabes que cierro con llave, así que eso es prácticamente imposible.- tecleó una vez mas, guardando así unos datos sobre aquel valioso jarrón. –y también sabes que solo hacemos esto cuando nadie nos puede molestar.- una sonrisa divertida con un deje sarcástico se dibujó en sus labios.

Finalmente apagó el portátil haciéndolo a un lado, llevando sus manos hasta alcanzar la que Tamaki había comenzado a deslizar sobre su pecho. Sintió calida y algo agitada la respiración del muchacho sobre su cuello y un escalofrío quiso recorrer su cuerpo ante el leve contacto.

-¡Lo se!- en un rápido movimiento tiró del cuerpo de Kyouya hacia atrás sin romper el abrazo, haciéndolo quedar tumbado de espaldas en la cama.

El moreno tan solo se dejó hacer, y enseguida se encontró con la mirada de los ojos azules de aquel muchacho sobre los suyos en un gesto insinuante. Sonrió y sus manos se movieron sobre la espalda de Tamaki alcanzando su cintura.

Sin decir nada mas, sus labios se unieron en un suave beso; uno mas de todos aquellos que había escondido en mas de una ocasión aquel adictivo juego que se creó entre ambos desde el momento en que dos años atrás, sus cuerpos se encontraron piel contra piel por vez primera…

Ambos sabían que por mucho que cambiaran las cosas, por caminos muy distintos que llegasen a tomar, siempre les quedaría aquellos encuentros a escondidas; algo que nadie podría arrebatarles.




FIN!!!! ^^






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NOTAS: jeje… como me gusta esto de escribir mis notitas ^^ bueno… espero que a los que hayáis llegado hasta el final os haya gustado… este lemon lo escribí desde un punto de vista un tanto especial; y es que a pesar de que me encanta esta pareja (y se pueda sacar mucho yaoi de ellos…) no dejo de pensar que lo que hay entre ellos es amistad; una amistad a mi parecer demasiado preciosa, sin necesidad de sentimientos de amor de por medio ^^ y mas o menos era eso lo que quería dejar reflejado en este fic…

Sobre el titulo del fic… “Toremoro” es el titulo de una canción que me encanta, me pareció un buen titulo para este fic ya que viene a significar algo como “ondear”, y me pareció una buena palabra para definir el efecto que causa Tamaki en Kyouya ^^

Y sin intención de aburrir mas al personal, me voy despidiendo y pidiendo comentarios como siempre ^^u también voy a decir que mas adelante comenzaré a subir un fic largo que estoy escribiendo también de esta pareja ^^ pero ahora mismo, espero que este os haya gustado, gracias por leer ^^ y un beso a mis niñas Ai y Cath, ¡¡¡que son las mejores!!! (Sobre todo me metieron muchas cosas sobre esta parejita en la cabeza ^^u) y también un beso a Karolita y Nina-chan del foro de Ouran ^^

Ahora si, eso es todo XD mataniaaaaaa!! ^^



































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