Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Impulso irresistible por Paz

[Reviews - 18]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Aquí tenéis un oneshot. Lo se, tengo unos cuantos pendientes sin actualizar, no puedo evitar seguir teniendo ideas nuevas y apresurarme a escribirlas antes de olvidarme. Sed comprensivas y seguir esperando... dentro de una semana tomaré mis vacaciones y durante quince días estaré libre, prometo actualizar los que tengo pendientes. Gracias.

Notas del capitulo:

El resumen lo dice todo. Si alguna persona sensibile decide no leerlo me parece una sabia decisión.

 

Impulso irresistible

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen, yo solo me divierto poniéndoles en situaciones inverosímiles.

By Paz

Capítulo Único

 

Un arrebato si, eso fue lo que fue. Y ahora esta pagando las consecuencias de su locura. Esta encerrado en un piso ubicado en una séptima planta. Sin posibilidad de escape como no sea por la puerta, algo imposible porque esta cerrada a cal y canto. Aprovechando que él esta dormido ha buscado por todos los cajones las llaves para escapar de él, lo ha hecho cuidando de no hacer ruido para no despertarle, por más que ha rebuscado por todos lados ha sido incapaz de encontrarlas. Solo le queda el dormitorio por mirar y ahí esta él.

Al final se rinde y enfurruñado consigo mismo y frustrado en su búsqueda se dirige a la cocina dispuesto a comer algo, ha tenido una noche muy movida y necesita reponer fuerzas.

Allí le espera un nuevo chasco, al abrir la nevera la encuentra vacía. Mira en todos los armarios, no es que estén vacíos, pero ninguno contiene alimentos. Una nueva decepción, acaso él quiere que se muera de hambre? Cómo es posible que todo este vacío? Ni siquiera encuentra un paquete de galletas, ni el menor rastro de algo comible.

-Es esto lo que buscabas? -pregunta una voz divertida.

Se gira despacio hacia donde proviene la voz. Ahí esta él, junto a la puerta de la cocina haciendo girar en uno de sus dedos el anhelado  juego de llaves que tintinean con el balanceo que le da.

-Ya no... -No tiene necesidad de ocultarlo- Quiero comer....

-Lo siento... solo tengo leche, pero tu ya lo sabes... -apoya como al descuido su mano en la cadera, sus dedos se posan muy cerca de su ingle.

Su gesto es tan elocuente que no puede evitar sonrojarse al recordarle lo que le hizo hacer.

Le da la espalda al instante se da cuenta de su error, cuando él se le acerca por detrás, abrazándole y sobándose contra sus glúteos, haciéndole sentir su masculinidad.

-Sabes... eres un bocado irresistible, me pareció un sueño cuando te acercaste a mi, ahora ya no podré dejarte.

-Solo dices tonterías... solo ha sido un polvo, un revolcón de una noche. No tenía otra cosa que hacer... me aburría de practicar y como apareciste allí de improviso, pensé que no perdía nada con probar

-Tu crees? -preguntó dudoso.

-Si.

-¡Que malo eres, Kaede! Cómo puedes decir eso? -puso expresión compungida, como si sus palabras le apenaran mucho- Y yo que me creía atractivo ante tus ojos.

-Porque es así.... solo fue un impulso irresistible... -se justificó una vez más, sin animo para negar esa creencia, estaba arrebatador con ese yukata que de tan fino no ocultaba nada y que en ese instante tal como le sentía es como si no lo tuviera.

-Pues para serlo te ha durado toda la noche -su tono de voz es divertido.

-Soy joven... has oído hablar de las hormonas? -pregunta a su vez cínico.

-Creo que algo he oído de ellas. Así que si hubiera aparecido otro te le hubieras tirado? -preguntó.

-Acaso lo dudas? -inquiere con una sonrisa zorruna.

No pudo evitar un respingo cuando su mano se deslizó de su cadera hacia su entrepierna sobándole a placer. Reaccionó a su contacto porque no era de piedra, la risa de Hanamichi burbujeó junto a su oído produciéndole escalofríos de placer. Su cálido aliento le estremeció.

-No puedes negar lo que sientes, eh Kaede? Me gusta cuando te pones así. Ahora ya no puedes decir que fue un impulso. Ni tampoco que te irías con cualquier, si no por qué estas aquí conmigo?

Su mano seguía moviendo sobre la tela de su pantalón abarcando todo su miembro, a su espalda, presiona contra su cuerpo haciéndole sentir su propia excitación. A través de la fina tela del yukata le llega su calor.

-Ya te lo dije para echar un buen polvo, te probé en el gimnasio y quise más. Me hubiera ido, si no fuera porque al parecer soy tu prisionero. -rezongó.

-Entonces echemos otro... -ríe al mismo tiempo que le empuja contra la encimera, inmovilizándole con el peso de su cuerpo, con un movimiento brusco le baja los pantalones dejándolos caer hasta sus tobillos, inmovilizandole.- Tienes un buen trasero, vamos a probarlo una vez más.

Kaede aprieta los labios cuando siente la dureza de su miembro sobre su piel, como se restriega entre sus nalgas prietas, haciéndole saber como le pone, de improviso, se abre paso con fuerza. Un gemido de dolor escapa ante el inesperado ataque. Le ha tomado desprevenido y ni siquiera tuvo tiempo para prepararse. Le siente duro, firme como el acero, ajustado dentro suyo.

-¡!Eres un bruto!! -no pudo menos que quejarse- ¡¡Me estas haciendo daño!!.

-Solo es un polvo, zorrito -se burla- así es como trato a mis presas de una noche, acaso no es eso lo que decías? -le habló junto al oído mientras sus caderas se sacudían con ímpetu, moviéndose con fuerza dentro de él, haciéndole saber como era echar un buen polvo- Es una bonita diversión.  Hummm... que estrecho que estas... voy a tener que darte más seguido..., me gustas así, podría cogerte toda mi vida y nunca me cansaría.

-¡¡Ca... pu... llo....!!! -balbuceó, su cuerpo se estremecía dolorido por la fuerza de sus embates le estaba destrozando y bien que lo sabía, como continuara con esa fuerza no iba a poder sentarse en días.

-Gro...se...ro... -moduló las sílabas como él, sonriendo y medio burlándose, aún sabiendo que estaba siendo rudo, se daba cuenta que le gustaba, veía como se mordía los labios para no dejar escapar las ganas de pedirle más, lo cual sería un triunfo para su ego y no quiere darle esa satisfacción.

Sin separarse, le da la vuelta, pasando sus piernas unidas por encima de sus hombros, dejándole totalmente expuesto a su mirada. Sus embestidas son continuas, recias, buscando el punto justo y al encontrarlo, el Rey del Hielo se esta derritiendo, le bastaba ver sus ojos cerrados, los labios apretados, las manos cerradas en el borde de la encimera, con los nudillos blancos por la fuerza con la que se sujeta para no derrumbarse, en un vano intento de negar que esta disfrutando. Sabe que esta gozando esos momentos aunque no quiera reconocerlo, seguirá bombeando dentro de él, una y otra vez hasta que le haga gritar su éxtasis.

Sonrió al recordar como se vió envuelto en esa situación.

Todo comenzó con un impulso irresistible como bien dijo Kaede.

Recuerdo de Hanamichi

Pasaba de las diez de la tarde y estaba solo en su apartamento, cansado de permanecer tantas horas encerrado, cerró sus libros de estudio, pensó que no le vendría mal un paseo para estirar las piernas, despejar su mente y ver que plan conseguía para esa noche del viernes, en ese momento no le apetecía meterse en ningún local ruidoso, por lo que estuvo dando paseos por los distintos parques de Kanagawa buscando a alguien especial, decidió esa noche era la adecuada para conseguir una buena caza, porque tendría todo el fin de semana por delante para disfrutar de su presa. Sin embargo no tuvo suerte y no encontró a nadie que le complaciera. Se sentía jodido cuando era él quien quería joder.

Al cabo de un par de horas sus pasos le llevaron hasta Shohoku, se fijo que había luz en el gimnasio y un tanto sorprendido, se dijo que era posible que estuviera allí Kaede, seguro que no le había devuelto al profesor Anzai la llave del gimnasio cuando comenzó la Universidad. Debía imaginar algo así, ese zorro era demasiado persistente, al parecer no se le curaba ese manía que tenía por entrenar a deshoras.

Queriendo sorprenderlo con un ágil salto traspasó la verja cerrada cayendo al otro lado, dirigió sus pasos hacia el gimnasio.

De aquel lugar guardaba buenos recuerdos. Cruzó el pasillo en dirección a la puerta cerrada, sus zapatillas deportivas no produjeron ningún sonido y por tanto pudo abrir la puerta sin hacerse oír, apenas una rendija para ver quien era. Tal como había supuesto era él. Una sonrisa amable asomó en sus labios al confirmar su sospecha.

Estaba en el aro contrario practicando sus triples. Debía llevar mucho rato así entretenido porque el sudor empapaba su camiseta por delante y por detrás, en su rostro gotas de sudor resbalaban por sus sonrosadas mejillas debido al esfuerzo que estaba realizando. Veía sus cabellos negros pegados en su cara, se le veía hermoso, sintió un dolor en la entrepierna y no tuvo ninguna duda que allí estaba la presa que buscaba. Una sonrisa depredadora iluminó su rostro, sus ojos se entrecerraron, se preguntaba cual iba a ser el momento oportuno para caer sobre él.

Vió como se detenía, el cuerpo echado hacia delante, sus manos apoyadas en los muslos intentando recuperar el aliento. Pensó que iría a darse una ducha concluido su entrenamiento.

Si, Rukawa se acercó a recoger un lienzo que echó por su cuello para evitar enfriarse, luego guardó el balón, recogió su bolso y dirigió sus pasos hacia la puerta, se apresuró a apartarse de allí dirigiéndose sin dudar al vestuario.

Se apoyó en la ventana frente a la puerta, a su izquierda estaban las taquillas. Se quedó a oscuras para sorprenderle, le echaría en cara el que se guardará la llave, podría presionarle con decírselo a su ex entrenador, si daba muestras de temor, sabía que le tenía en sus manos y podía proponerle callar a cambio de ciertos favores.

Rukawa dio al interruptor de la luz, y fue cuando le vió, en una postura muy sugestiva, con una sonrisa burlona en los labios. Le vió dejar caer al suelo su bolso. No pudo poner en practica su plan, todo quedo en el olvido. Porque antes que pudiera pronunciar una palabra estaba a su lado besándole con ardor, no le dio opción a protestar, hubiera podido quitárselo de encima, pero, besaba demasiado bien para privarse de ese placer, por eso alzó sus manos y correspondió a la ardiente caricia. Además eso era lo que estaba buscando y si él se lo daba gratuitamente, fantástico.

Si creyó que el zorro se contentaría con unos besos pronto se dio cuenta de su error, cuando sintió las manos de Kaede sobre su pecho, manoseando su ropa en un intento de despojarle de ella. Se dejo quitar el jersey, dejando su pecho expuesto a su mirada, al momento, Kaede comenzó a darle pequeñas lamidas y tirones a sus tetillas, primero una, luego la otra, cuando se apartó quedo con ganas de más, sin embargo no se alejo de su lado, su lengua fue dejando un rastro húmeda y calido por su piel. Cuando se arrodilló delante de él, alzó su mirada un segundo, como si quisiera decirle que estaba dispuesto a todo.  Tampoco en ese instante le detuvo, empezaba a sentir curiosidad por saber hasta donde era capaz de llegar. Sus manos se apoyaron en sus muslos, presionándole para abrirlos. Sus labios fue dejando imperceptibles besos en el interior de sus muslos, excitándole más aún, haciéndose desear y negándole el placer de sentirle.

Arrebatado de deseo tomó su cabeza entre sus manos y la metió en su entrepierna haciéndole saber lo que esperaba de él. Kaede se sacudió de él, su fría mirada le paralizó, dejaría que él siguiera con su ritmo.

Kaede durante los siguientes minutos le martirizó con pequeños besos acercándose poco a poco a su hombría, que rígida y erguida esperaba con ansiedad su especial tratamiento. No le defraudó, quedo tan tembloroso que sus piernas le fallaron dejándose caer sentado en el suelo para luego tumbarse, Kaede en ningún momento se soltó de él continuando con su espectacular mamada.

Estaba todo tan reciente que aún recordaba lo bien que se sentía, sobre todo cuando después de excitarlo con suaves besos alrededor de su miembro, comenzó a deslizar su lengua alrededor de su hombría, mientras con una mano medio lo sostenía, la otra se dirigía a su recóndita entrada posterior y comenzaba a hurgar en ella, excitándole hasta dejarle en un estado tan desesperado por lo caliente que le ponía, que una vez más le tomó por los cabellos con energía dispuesto a no soltarle hasta conseguir sentir la humedad de su boca, esta vez Kaede no protesto, abrió la boca tanto como pudo y lo trago, fue una sensación inenarrable, sentir su boca y lengua calientes mientras me hundía profundamente en él. Solo entonces le deje llevar nuevamente la iniciativa.

Kaede volvió a sacárselo de la boca, su lengua fue dando vueltas alrededor como si de un rico helado se tratara, dejando un rastro pringoso de saliva espesa, aceleró el movimiento de su lengua, cuando alcanzó su vértice, una suave lamida le estremeció, el placer que estaba experimentando le dejaba una sensación de gozo, una vez más su boca le envolvió, al mismo tiempo que se preguntaba como posible que el rey del Hielo fuera capaz de encender un volcán en su cuerpo y que en ese momento estaba a punto de explosionar, le había llevado a la cúspide del placer, su cuerpo se arqueo con incontables espasmos, dejándole enajenado, embriagado por las sensaciones que sentía derramé dentro de su garganta la  primera descarga, echó la cabeza hacia atrás, dejando la punta apoyada en su lengua y despacio fue tragando todo lo que le daba, era tanto que comenzó a desbordar por la comisura de sus labios deslizándose por su mentón, se alzó para mirarme, se pasó la manga por delante de sus labios limpiándose, su sonrisa de satisfacción me conmovió.

Entonces llego mi turno de darle placer. Le devolví el favor atacando sin piedad sus pezones, descubriendo lo sensibles que eran a su toque, me deslice por su vientre, me entretuvo con su ombligo, consiguiendo que gimiera ruidosamente, le envolví entre mis dedos, moviéndome despacio alrededor de su miembro, sintiéndole suave y cálido, viendo como se retorcía bajo mi cuerpo cuando sin previo aviso le embestí, solo con verle me puse a tope,  si rostro se contraído con un gesto de dolor que luego reemplazo por el placer que le estaba dando, toque su punto sensible una y otra vez hasta dejarle tembloroso, recibió doblemente placer, mis embestidas en su estrecho camino le llevaban a gritar una y otra vez, al mismo tiempo que mis manos trataban con amoroso cuidado su miembro y quedo tan satisfecho que una vez derrumbado sobre mi se quedo dormido.

Sabía que no solo estaba agotado por lo que hicimos, sino que ya había llegado a mis brazos cansado de practicar basquetball.

Por eso no me resultó difícil vestirle y llevarle a mi piso para continuar haciendo uso de su bello cuerpo. Había cazado a un lindo zorrito y no estaba dispuesto a dejarle ir.

Fin del recuerdo de Hanamichi

Sentí su orgasmo al mismo tiempo que yo alcanzaba el mío. Llene sus entrañas con mi semen, al mismo tiempo que Kaede se derramaba entre mis dedos, impregnando al mismo tiempo nuestros vientres con su ardiente esperma.

Le alce de la dura mesada donde había estado recostado, dejándole apoyarse en mi pecho, al instante sus brazos rodearon mi cuello y su rostro se hundió en el hueco de mi hombro. Sus piernas se entrecruzaron en mis caderas. Así juntos salí de la cocina y le llevé al dormitorio, dejándole apoyado con cuidado en el lecho revuelto, testigo de nuestros juegos.

Me miró con sus ojos enturbiados de deseo, esperando ver que hacía.

No le mantuve en suspenso mucho rato, me bastaba verle para sentir que mi sangre burbujeaba en mis venas y que el deseo de poseerle se volvía más intenso cada minuto que pasaba.

Estaba hermoso, su cabeza ligeramente echada hacia un lado, sus labios entreabiertos como buscando ser besados, su pecho se agitaba al ritmo de su respiración acelerada, sus brazos caídos a los costados de su cuerpo, que hermoso se me ofrecía, su vientre plano, sus piernas encogidas en una postura muy sensual, su cuerpo desnudo era un placer para la vista, blanquecino como el  mármol de Carrara, no tan frío como la piedra, acaricie sus piernas presionándoles para abrirse a mi, me recosté entre ellas, al instante sus manos se alzaron apoyándose en mis hombros.

Sus pezones estaban inflamados por el deseo, comencé a lamerlos con ansia, mi boca succionaba de ellos, arrancando eróticos sonidos de sus labios, que me incitaban a tratarle con mayor dureza.

Restregaba mi sexo contra el suyo, en un masaje que encendía aún más nuestro deseo, mis manos se movieron por sus brazos acariciantes, se cerraron en torno a sus muñecas, levantándole los brazos por encima de su cabeza, estaba tan excitada que ni siquiera se entero en que momento ate sus manos al cabecero del lecho.

Se le veía adorable, amarrado a la cama, mi boca regresó a su anterior tarea, sus pezones se les veía erectos, sobreexcitados, volví a succionarlos hasta dejarlos enrojecidos y duros, por entonces Kaede había dejado de retorcerse en un vano intento de soltarse, temblaba estremecido por lo que experimentaba, no podía hacer otra cosa que dejarse llevar por lo que le estaba haciendo sentir, me complacía oírle gemir mi nombre, rogándome encarecidamente porque satisficiera su deseo, su cuerpo se sacudía de deseo insatisfecho, mis labios y lengua recorrieron cada milímetro de su piel dejándole trémulo, su masculinidad erguida, sus testículos llenos, todo su cuerpo exigía un rápido desahogo.

No siguió torturándolo. Sus dedos tomaron con firme delicadeza su sexo, acariciándole con suavidad, luego le guió hacia su propio cuerpo, era su premio.

Kaede abrió sus ojos velados de deseo con cierta sorpresa, le vió inclinarse hacia su rostro, al instante sus labios se posaron suavemente en los suyos. Una lenta y apasionada caricia que le dejo extasiado, al momento sintió sus manos libres, aprovechó ese instante para volverse, dejando que Hanamichi quedara bajo él, sintiéndose apretado en sus calidas y estrechas paredes. Estaba tan excitado que supo que pronto iba a terminar, por ello tomo entre sus dedos el órgano de Hanamichi y comenzó a masajearlo al ritmo de sus embestidas.

Poco después se derramaba dentro de él, Hanamichi lo hacia entre sus dedos y las sabanas arrugadas por sus continuos juegos.

Su cuerpo se derrumbó contra su espalda, permaneciendo un rato sobre él, cuando sus respiraciones se normalizaron se apartó, dejando caer al costado de Hanamichi que le abrazo con ternura.

-Te aprovechaste de mi, solo dormido podías traerme aquí. -murmuró.

-Ese es uno de los inconvenientes de dormirse en cualquier lado -sonrió al decirlo.

-Ummhh...

-La próxima vez yo seré el prisionero -murmura Hanamichi antes de caer dormido en los brazos de su único amor.

Kaede asiente con una sonrisa, en tanto le acoge con ternura sobre su pecho con la certidumbre que es el único sitio donde su rico koi quiere estar.

Segundos después el duerme también.

Fin

4 de agosto de 2007

Paz

Notas finales: Si no os ha gustado decirmelo, lo entenderé.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).