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Consecuencias de una noche de copas por Paz

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Notas del fanfic:

Se que no debería hacerlo porque tengo pendientes tres fics y dos epílogos pero no puedo evitarlo, porque me he quedado en blanco respecto a todos ellos, así que me he puesto a pasar en limpio este que tenía pendiente desde hace un par de años esperando que sea bien recibido. Un saludo. Paz

Notas del capitulo:  

Consecuencias de una noche de copas

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 1: Una noche de copas

 

Aquel iba a ser su último año en Shohoku, atrás iban a quedar sus amigos, sus camaradas de equipo con los que durante los últimos tres años formaron parte de su vida. Estaba a punto de reiniciar una nueva etapa. Empezaban sus años universitarios, por ese motivo cuando ganaron por segundo año consecutivo el campeonato nacional la euforia fue unánime, pero también hubo tristeza porque dejarían de verse, ya no formarían parte del equipo de Shohoku, su tiempo allí había terminado.

Aunque a la vista de los demás Sakuragi parecía contento con la victoria, en el fondo de su corazón se sentía triste porque iba a dejar de compartir tan buenos momentos con sus compañeros de equipo, porque ninguno de ellos iba a estar en su misma universidad, excepto Rukawa. Su trato con él había mejorado ostensiblemente, ante los ojos de los demás, ya no discutían continuamente, en realidad por su parte ya no había razón para hacerlo, Haruko nunca supo de sus sentimientos, lo que más tarde le alegró, además la chica inconstante como cualquier mujer, debió comprender que Rukawa nunca se fijaría en ella y se buscó otro enamorado que si respondió a sus expectativas.

El entrenador Anzai sabiendo lo que podía estar pasando sus chicos, le propuso a Ayako que se los llevara a un local para festejar ese triunfo.

-No te preocupes por los gastos, correrán por mi cuenta. El dueño del local es un amigo, le llamaré así sabrá que vais. -le dijo.

-Venga con nosotros.... -le propuso Miyagi que le escuchó, el muchacho siempre andaba alrededor de su novia, a la que finalmente se le declaró obteniendo su aceptación. Según Hanamichi estuvo insoportable durante las primeras ocho semanas, porque al parecer la única palabra que salían de sus labios era el nombre de su noviecita.

Sin lugar a dudas eran los CAMPEONES de Kanagawa, también estaban con ellos el ex capitán Akagi y Kogure.

-Muchachos... ¡! -Llamó su atención Ayako- El entrenador Anzai quiere dirigirse a vosotros.

-Hohohohohoho -rió por la estratagema de la joven, al instante se vió al frente de los altos muchachos dispuestos a escucharle. La felicidad que les embargaba  era patente en sus rostros.

-Muchachos, enhorabuena por este nuevo trofeo, es una satisfacción para mi haber sido vuestro entrenador durante este tiempo. Todos y cada uno de vosotros os habéis entregado por completo a este Equipo. Gracias por alzar el nombre de Shohoku por encima de todos sus rivales, a partir de ahora momento nadie podrá ignorarnos. Ahora somos un equipo a tener en cuenta y todo es gracias a vuestro esfuerzo, a vuestro tesón, a la fuerza que crece en vuestros corazones, la voluntad de triunfar -miró a Akagi- la tenacidad y alegría de una joven promesa -Hanamichi no pudo evitar sonrojarse al darse cuenta que esas palabras iban dirigidas a él- y la disponibilidad de un joven que aprendió que el juego de basquetball no es solo él y el balón -miró a Rukawa, que imperturbable permanecía a su izquierda- Vosotros sois unos campeones de corazón. Gracias, porque habéis conseguido que este viejo se reconcilie con el basquetball, -no había olvidado que en el pasado se había volcado por completo en un joven cuya carrera deportiva era toda una promesa sin embargo se marchó de Japón destrozando todas sus expectativas no solo hacia él, sino hacia su propia carrera- por ello os propongo que esta noche festejemos esta victoria.

-A dónde nos llevará, gordito­ -preguntó Hanamichi tan irrespetuoso como siempre.

-Hohohohohohoho,  yo no iré... no seré una buena compañía.

-Si usted no viene... -empezó Hanamichi.

-....nosotros tampoco, entrenador -concluyeron los jugadores más veteranos, con la plena aceptación de reservas y ex jugadores.

-Hohohoho..., que así sea... iré... pero solo un ratito... -accedió porque vió determinación en sus miradas.

-Rukawa!!!! -Llamó Ayako al ver al muchacho alejarse sigilosamente hacia la salida- Tú también vienes... y nada de excusas. -dijo sin darle tiempo a protestar.

Rukawa se encogió de hombros, indiferente, ya encontraría el modo de escapar cuando todos estén distraídos.

-Entonces nos encontraremos a las diez de la noche en... -mencionó la dirección y el nombre del lugar donde deseaba que fueran.

Al instante hubo una estampida total, todos se marcharon dispuestos a prepararse para estar más presentables.

Y esa noche, a la hora fijada todos los componentes del equipo de Shohoku, jugadores en activo y los veteranos esperaban la llegada del entrenador Anzai para el festejo.

Al entrar al local quedaron deslumbrados por la decoración y el ambiente juvenil. El entrenador Anzai se detuvo y tras él lo hicieron sus chicos, si ellos quedaron impresionados al ver el lugar, los habituales a la disco quedaron callados ante aquella muralla humana, los altísimos chicos bloquearon la entrada durante algunos minutos.

Del interior del local destacó un hombre que salió a saludar al entrenador Anzai con una amable sonrisa de bienvenida en sus labios.

-Anzai-sama, es un honor que se halla dignado a venir a mi humilde local.

El entrenador miró el lujoso esplendor del interior sin pronunciar palabra, su mirada lo decía todo, aquel lugar podía llamársele muchas cosas, pero no humilde.

-Pasar... muchachos... no os quedéis ahí. Ubicaros donde queráis hay muchas mesas libres -dijo haciendo una seña a uno de sus empleados que se apresuró a acercarse para atender a los jóvenes.

-Podemos juntar algunas? -preguntó Miyagi adelantándose un paso para hacerse ver.

-Por supuesto, chicos. Mientras no me tiréis el local abajo, podéis hacer lo que deseéis concedió con una sonrisa.

-Gracias.

Se dirigieron al fondo del local y en pocos minutos habían redistribuido las mesas, formando un abigarrado grupo de muchachos, a los cuales no tardaron en echar el ojo alguna que otra muchacha que allí estaban, sus acompañantes no parecían muy contentos al verlas embobadas y con sus ojitos puestos en los muchachos a los que ya habían reconocido como los integrantes del equipo de basquetball y que acababan de ganar el Campeonato Nacional.

El entrenador Anzai ocupó el asiento que sus jugadores le reservaron. Durante ese rato estuvieron bebiendo bebidas gaseosas y poniéndose al día respecto a las actividades diarias de sus ex compañeros de equipo, interesados en su vida universitaria, hasta que las conversaciones derivaron hacia el basquetball, comentando sus propios errores durante ese último partido y reconociendo los duros marcajes a los que se habían enfrentado.

Anzai sabía que mientras estuviera allí ninguno de ellos iba a hacer nada que pudiera avergonzarlo, así que media hora después de llegar se despidió alegando que su salud no le permitía trasnochar.

Ninguno hizo intención de retenerle, es más le despidieron respetuosamente, a poco de irse, los que allí estaban pudieron ver como el ambiente alrededor de esos chicos iba caldeándose, los mayores se animaron a pedir bebidas con cierto grado de alcohol, lo que provocó que las conversaciones tuviera un tono más alto, se formaron pequeños grupos de gustos afines y empezaron a fijarse en las chicas que estaban en el local dirigiéndolas miradas y pícaros guiños hasta que las mas lanzadas se levantaron y les pidieron bailar.

Pronto un grupito de chicos solitarios destacó, sus amigas o novias habían encontrado mejor diversión que sus aburridas charlas.

Hanamichi cuando se cansó de desplazarse de grupo en grupo, acabando finalmente sentado junto a Miyagi y Mitsui, con ellos también estaba Ayako, al cabo de un rato se sintió aburrido de escuchar las mismas conversaciones y decidió que no les iría mal amenizar a sus amigos retándoles a una singular competición de tragos.

-Paso... -rechazó Mitsui- Le prometí a mi madre llegar sobrio.

 -Y tú, amigo Miyagi te atreves?

-Ya he bebido bastante. -su vaso había permanecido lleno demasiadas veces.

-Sois unos aburridos -dijo levantándose para buscar a alguien lo suficientemente valiente para enfrentársele.

A todos los que se lo propuso declinaron la invitación. Fue entonces que su mirada se posó en el único chico que durante todo aquel tiempo había permanecido aislado en una apartada mesa lejos de la jarana de sus compañeros.

Sakuragi supo que había encontrado el candidato ideal. Sabía que si le desafiaba y se negaba podía acusarle de tenerle miedo, con toda seguridad le llevaría a aceptar su desafío.

Rukawa que había encontrado una mesa en un resguardado rincón de la sala, estaba cansado y pasaba de medianoche, su rutina iba a sufrir un descalabro,  con toda seguridad que iba a quedarse dormido toda la mañana y se quedaría sin entrenar. Se había ubicado en un lugar donde apenas llegaba la iluminación de la pista de baile, desde ese lugar podía observar a sus compañeros sin ser visto, veía al pelirrojo charlar animadamente, bebiendo sin control, estaba descubriendo que la moderación no era una virtud en Sakuragi. No dudaba que acabaría durmiendo en la calle como siguiera bebiendo sin control. Le vió levantarse con algo de enfado y dirigirse hacia algunos de sus compañeros, lo que fuera que estuviera diciéndoles solo obtenía una negativas, de pronto miró hacia él, una sonrisa ensanchó su rostro, se estremeció al ver que se dirigía hacia él. ¡Por Kami! Esa sonrisa no presagiaba nada bueno, que estaría tramando? Se preguntó sin que su expresión aburrida fuera modificada.

Al verlo, en aquel apartado rincón, supo que había encontrado la víctima propiciatoria, el candidato ideal, lo haría de forma que no pudiera negarse a su desafío.

-¡Zorro! Qué haces ahí solito? Quítate esa expresión de zorro fuera de su madriguera -rió al oírselo decir- Bebamos... necesitas animarte. -Rukawa ni se molestó en contestarle, su mirada seguía siendo imperturbable- Un desafío, tu y yo... -se sentó frente a él, ante su silencio insistió- ¡Eh, zorro, me escuchas? -pensó que lo suyo era grave, le pasó la mano por delante de los ojos, cuando le vió parpadear con un leve bufido, supo que había conseguido asustarle, más en ese instante no se cuestionó esa cuestión.

-Te has cansado de tus amigos y vienes a fastidiarme? -murmuró.

-Sip... -murmuró con una sonrisa divertida.

-Un desafío? -preguntó sin sentirse molesto. Estaba aburrido y cualquier entretenimiento era bien recibido y más si se lo proporcionaba su do'aho.

-Sip...

-Tú y yo? -inquirió.

-Sip...

-Cómo? Cuándo? Dónde?

-Aquí, ahora y bebiendo, el que no pueda seguir el ritmo del otro, pierde y paga las rondas -respondió invirtiendo el orden de sus respuestas.

-Beber? -su mirada no ocultó su sorpresa.

-Si. Tienes miedo? -le provocó.

-No... -interiormente sonrió, si él supiera. Decidió sorprenderle a su vez- Cuál es tu tope? El mío esta en quince.

-¡Eh! Quince copas? -preguntó abriendo mucho los ojos.

-Sip... -le respondió y en sus ojos había un brillo divertido.

Hanamichi se perdió en aquella mirada y tuvo la sensación que dos pequeños hombrecillos descansaban en sus hombros hablando entre si.

-Es hermoso cuando sonríe -dijo una vocecilla suave.

-Sip... respondió el otro hombrecillo.

Hanamichi sacudió la cabeza dándoles la razón.

Rukawa llamó la atención del camarero.

-Por favor..., dos botellas de sake y dos vasos -pidió lo suficientemente alto para llamar la atención de los jóvenes que estaban en las mesas más próximas.

Hanamichi todavía no se había recuperado de la impresión. Dónde estaba el kitsune narcoléptico?

El grupo de Shohoku miró expectante hacia la mesa donde Rukawa y Sakuragi parecían compartir como buenos amigos, en lugar de los rivales que siempre habían sido.

-No será capaz -murmuró Hisashi.

-Lo dices por Rukawa? -intervino Ryota.

-Si.

-Pues se le ve muy decidido -dijo Akagi que se había aproximado dejando a su grupo.

La atención de todos continúo fija en los dos jóvenes. Vieron como Rukawa abría una de las botellas, la más próxima a él y llenaba el vasito, sin molestarse en cerrar la botella la pasaba sobre la mesa. Agarró el vaso y lo levantó a la altura de sus ojos.

Por encima del vaso lleno miró a Sakuragi y espero. Este repitió sus movimientos, cuando su vaso estuvo lleno y quedo a la misma altura que el suyo, lo golpeo ligeramente.

-¡Kampai...! -murmuró.

-¡Kam... pai! -respondió un tanto perplejo.

Acercó el vaso a sus labios que se fruncieron levemente sobre el cristal.

Hanammichi quedo estático, con la mirada fija en los menores movimientos de Rukawa, creyendo como el resto de sus compañeros que Rukawa se echaría atrás, que solo estaba alardeando.

Rukawa bebió despacio, como si hacerlo le costará un triunfo, su mirada estaba fija en el pelirrojo, se preguntaba que veía que le tenía así, estaba como ido. Para espabilarlo posó el vaso con energía sobre la mesa.

El golpe seco sacó a Sakuragi de su trance, veía como la garganta de Rukawa se movía al tragar, sobresaltado se apresuró a apurar su copa, con las prisas se atragantó y tosió con fuerza.

-Vas a resultarme debilucho... -se mofó.

Hanamichi tomó la botella se sirvió su segundo vaso y lo tomó mirándole desafiante.

Rukawa se tomó el suyo con parsimonia, sin apartar la mirada del pelirrojo que volvía a llenar su vaso y esperaba que él hiciera lo mismo.

En un corto intervalo de tiempo el contenido de la botella fue descendiendo considerablemente y ninguno de los dos parecía encontrarse bajo los efectos del alcohol, excepto quizá Sakuragi que había bebido con anterioridad a su desafío, aunque tampoco podía afirmarse si era debido a eso.

La mirada de Rukawa que parecía haberse caldeado y la expresión risueña del pelirrojo convencido que su rival caería vencido en cualquier momento,  convencido que su rival no podía estar tan despejado como quería darle a entender.

-Cuántas llegas, zourrito? -no era consciente que las palabras se le confundían.

-Las mismas que tú, diez -respondió imperturbable.

-Estas seguro? Conté once.

-Pues que sean once, si eso te hace feliz... -concedió.

-Solo derrotándote seré felix...

-Feliz... -le rectificó.

-Eso dije, zourrito...

Rukawa se encogió de hombros.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Algunas mesas más allá de donde estaban los jóvenes duelistas, Ryota, Hisashi y Ayako se habían acercado lo más que pudieron para hacer sitio, primero a Akagi y luego a Kogure que dejo a sus aburridos compañeros de mesa  para seguir con atención lo que ocurría entre los dos chicos.

Veían que hablaban entre si, pero no lo que decían, y veían como el contenido de sus botellas descendían peligrosamente.

-Deberíamos intervenir... -dijo preocupado Ryota.

-Si, deberíais llevaros al pelirrojo antes que acabe mal -apuntó Ayako y al instante recibió miradas de sorpresa- Qué os pasa? ¿Por qué me miráis así?

-Es Rukawa quien nos preocupa... -le dijo Ryota a su novia, pensaba que era  tan evidente que no necesitaba aclaración.

-¡¡Rukawa!! -ahora la sorprendida era ella. Sacudió la cabeza negativamente.

-Por supuesto. -miró al resto de los chicos que asintieron a sus palabras.

Ayako dejo escapar una risilla y cuando se fijo en las expresiones de los cuatro chicos que la rodeaban les dio la explicación que silenciosamente parecían pedir.

-Preocuparos cuando Rukawa sobrepase su limite, antes es tranquilo como un gatito de angora -Ayako sonreía- porque después..., ¡¡gggggrrrrr!! -rugió como un tigre enseñando sus garras- No quisiera estar cerca.

Todos la miraban con incredulidad.

-Rukawa?

-Límite?

-Qué es lo que sabes? -preguntó practico Kogure.

Ayako les miró en silencio, como evaluando si debía o no decirlo, al final decidió que nunca había sido un secreto el comportamiento de Rukawa, fuera del entorno de Shohoku, por supuesto. Durante tres años sus compañeros tenían una idea equivocada de él.

-Mi hermano mayor y el suyo son amigos desde la primaria. Eran bastante traviesos y cuando Rukawa tenía doce años le invitaron a participar en su juego, algo que ellos llevaban haciendo a escondidas de las respectivas familias. El juego consistía en saber cuantas copas de sake eran capaces de beber. Rukawa estuvo hospitalizado una semana debido a la intoxicación etilica que padeció. Demás esta decir que los chicos mayores fueron castigados con dureza. Sin embargo, no escarmentaron y volvieron a repetir su juego, aunque pusieron cuidado para que Rukawa no superara su propio límite de resistencia. Quince vasos de sake es lo más que puede beber cuando es provocado.

-Y si lo sobrepasa? -preguntó sorprendido Hisashi mirando con curiosidad al chico moreno.

-Puede ocurrir de todo, nunca reacciona igual. -Como parecían esperar que siguiera hablando continuó- Puede reír o puede llorar, puede quedarse inmóvil o puede pelearse. Nunca se sabe que hará y puedo aseguraros que todo lo hace a lo grande.

-Por lo que dices ya le ha pasado? -inquirió Akagi sorprendido por conocer esa faceta en la cerrada personalidad de Rukawa.

-Dos veces, en la boda de su hermano y en la del mío.

-Qué hizo entonces? -preguntó Ryota curioso.

-Estuvo bailando la conga la primera vez, la siguiente estuvo coqueteándole a los invitados, su padre tuvo que llevárselo porque le hizo la misma proposición a los novios, por separado por supuesto -sonrió al recordar la cara que puso su hermano cuando le escuchó.

-¡¡Rukawa!! Estamos hablando del mismo chico?, ese que esta ahí -Miyagi no podía creer lo que estaba escuchando. El Rey del Hielo coqueteando, bailando la conga? Volvió la cabeza para mirar hacia Rukawa como si no pudiera enlazar ambas imágenes en su mente, la que su novia les presentaba y la que él conocía.

En ese instante Rukawa ponía boca abajo su vaso vacío. Y lo más incongruente  fue verle ponerse de pie y ayudar al pelirrojo a levantarse, enlazando su brazo alrededor de su cintura con la clara intención de sacarlo de allí. Y lo más sorprendente Sakuragi se colgaba de su cuello como si temiera caerse.

-Sigamos be...bebiendo, lindo zourritooo -alargaba la palabra mientras sostenía en la otra mano una botella asida por el cuello y la balanceaba hacia su rostro.

Eso fue lo último que sus compañeros le escucharon decir y quedaron tan sorprendidos como lo inusual que resultaba verles apoyarse uno en el otro. Oír a Sakuragi llamarle lindo les dejo perplejos y pensaron que realmente estaba muy mal.

-Vayamos tras ellos... -dijo Miyagi, haciendo ademán de levantarse. Ayako le detuvo.

-Tranquilo, Rukawa esta sobrio, le acompañará a su casa, lo único que puede pasarle es que mañana despierte con una fuerte resaca -se guardo de expresar su propio temor, que Rukawa aprovechara la ocasión para seducir al pelirrojo, lo menos que podía concebir era que fuera al contrario.

-Quien se encarga de pagar su consumición? -preguntó Akagi mirando a sus compañeros varones.

-Yo lo haré, mañana Rukawa me lo devolverá -dijo Ayako.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

La brisa nocturna no fue suficiente para calmar los ánimos de Sakuragi.

Se le hacia extraño ir cargando con Sakuragi, nunca antes había tenido tan cerca al pelirrojo, no le importaba llevar así a su hermoso do'aho, que estuviera ebrio era toda una novedad y que siguiera insistiendo en beber y le metiera la botella en la boca  tampoco. Fingía dar un sorbo y Sakuragi sonreía tontamente con una expresión feliz.

El trayecto se le hacía más largo debido a las continuas paradas que Sakuragi hacia cada vez que deseaba beber, hasta que finalmente alcanzó a tomarse el último sorbo.

-No hay más, zourritooo -sacudía la botella con la esperanza de ver sacudir el contenido que hasta instantes antes había en su interior. No era así y eso le fastidiaba- Quiero más...

-Luego...

-No... ahora... -se detuvo y se apartó de él tambaleándose- Oppss... me caigo.. -Su ebriedad le impidió mantener la verticalidad dando su trasero contra el duro suelo- Me caí... -rió tontamente como si fuera muy divertido.

-Vamos, Sakuragi, dame la mano -alargó la suya.

-Para que la quieres? -ocultó ambas tras su espalda como si temiera que le fueran arrancadas.

-Para ayudarte a levantarte -explicó pacientemente- Vamos, do'aho, si sigues ahí sentado vas a quedarte helado.

-Si solo es por eso... hipp... -dejo escapar un ruidoso hipido, oírse a si mismo le recordó que deseaba beber- Quiero más sake.

-¡¡Do'aho!! Dónde quieres que consiga bebida? -preguntó creyendo que conseguiría hacerle recapacitar, algo imposible viendo su estado.

-Allí... 

Siguió la dirección de su mirada fijándose en las luces de neón que destacaban en la fachada principal del edificio.

-Eso es un hotel... -miró sorprendido el lugar, no se había dado cuenta que estaban tan cerca.

-Quiero beber... -insistía obstinado.

-De acuerdo, iremos... -accedió ofreciéndole una vez más su mano y que fue aceptada sin más reclamos.

-No me engañas, zourritooo? -dudo al verle tan dispuesto.

-No...

-Arigatooo... -le pasó el brazo por el cuello como buscando su apoyo, su rostro se acercó al del chico que parpadeo confundido por la proximidad. Su boca le atraía como un imán.

Su do'aho le estaba besando. Por Kami, si estando ebrio actuaba así, iba a ser necesario invitarle a beber más seguido pensó dejándose llevar por la suavidad de su beso, era delicioso sentir sus labios junto a los suyos, su jugueteo gentil le sorprendió y la humedad de su lengua recorriendo su cavidad bucal le produjo una febril necesidad y descontrolado respondió a la caricia hasta que la falta de aire en sus pulmones les apartó.

Se miraron como sorprendidos.

-Sabes besarrr muy bien, zourritooo -y con ternura acarició la mejilla sonrosada, no supo si por el frío o por rubor.

-Tu también... -murmuró.

-Dónde esta mi bebida? -Preguntó, al mirar alrededor vió las brillantes luces de neón- Errra ahí.

-Si... era ahí..., vayámonos... -le pasó el brazo por la cintura para que pudiera mantenerse erguido, mientras sin un titubeo le llevaba hacia el hotel.

-En serrrio, piensas invitarme a beber -su dificultad en pronunciar las "r" era notoria, pero él no parecía advertirlo.

-Si quieres...

-Quieres emborracharrrme?

-Ya lo estas, do'aho.

-Nop..., tengo mucho aguante.

-Ya se ve.

El portero que guardaba la entrada al hotel. Se había fijado en los dos tipos que tambaleantes se acercaban y cuando los tuvo más cerca y con la clara intención de entrar, salió a su encuentro dispuesto a alejar de allí a esos borrachos. Al fijarse en el rostro de uno de ellos, se apresuró a saludarlo respetuosamente.

-Buenas noches, Rukawa-san.

- Buenas noches... -respondió.

-Necesita ayuda? -inquirió.

-Puedo solo, gracias.

La puerta acristalada se abrió apenas estuvieron a la distancia adecuada para accionar el mando de apertura.

Atravesó el lujoso vestíbulo, yendo directamente hacia el mostrador de recepción. La persona que allí estaba le había reconocido apenas le vió ir hacia él.

-Haga que suban una botella de sake -y al decirlo le guiña el ojo.

-Enseguida, Rukawa-san -y mientras el joven y su acompañante iban hacia el ascensor privado, él continuó con su trabajo. Había comprendido el gesto del joven, no era necesario que diera el aviso.

Rukawa pulso el botón del último piso apenas puso en funcionamiento su apertura, en menos de un minuto el ascensor se detenía, al abrirse la puerta, giró la llave inutilizándole y la guardó.

-¡¡¡¡Woowwww!!! Qué lugar es este? -no esperó su respuesta, llevado por la curiosidad fue abriendo las diferentes puerta hasta que impresionado contempló la más grande cama que ocupaba aquella habitación. Se dejo caer sobre ella boca abajo.

Rukawa sonrió, era como un niño, escuchó un suave ronquido y pensó que dormía. Se sentó en el borde de la cama, a su lado, contemplándole con cariño.

Su mano se movía para acariciar sus revueltos cabellos cuando inesperadamente Sakuragi se volvió y sus miradas quedaron presas y su gesto inmovilizado.

-Esto es un sueño...

-Solo es un hotel... -replicó.

-Te han saludado... -parecía recobrar la cordura.

-Aha... -no lo negó.

-Vienes mucho por aquí?

-Alguna vez... -en realidad aquel era el apartamento de su hermano mayor, él en contadas ocasiones iba por allí, solo cuando sabía que no estaba, no quería molestarle cuando sabía que iba con su esposa para relajarse. Creía recordar que estaba en Honolulu... o tal vez en Grecia, era un impenitente viajero y solía aparecer de improviso en los distintos hoteles que poseía su padre repartidos por la isla.

-Tarda...

-Quién? -ya se había olvidado.

-Mí bebida...

-Veré que hay por ahí... -se apresuró a levantarse e ir hacia el mueble-bar, tal como había supuesto estaba bien surtido.

-Wooww!!

La exclamación sonó detrás de él. Sakuragi le había seguido y estaba viendo lo mismo que él.

-Que quieres tomar? -preguntó.

-Te quiero a ti.

Ante su respuesta quedo inmovilizado.

Pensaba que era un sueño, en ese instante, unos labios húmedos y ansiosos tomaban los suyos, haciéndole recordar el dicho acerca de que los borrachos y los niños decían la verdad. Sería cierto?

Besaba bien el condenado pensó dejándose llevar por la caricia. Entreabrió sus labios una vez más dejándole pasar y respondiendo con calor, sintiendo al mismo tiempo sus manos vagar por todo su cuerpo, se estremeció al sentirlas dentro de su pantalón. Por Kami, cuando habían llegado allí, el suave movimiento de su mano le dejo extasiado, gimió dentro de esa boca que goloso le estaba devorando, su aliento y su gusto se mezclaban, intercambiando saliva como si fuera el más suave licor embriagándoles

Se sentía volar, temerosa de romper ese instante mágico, cerró los ojos  como una novia tímida  y se dejo llevar por las emociones que Sakuragi le hacia sentir.

Al percibir la suavidad de la tela sobre su piel abrió los ojos velados por el placer que instantes antes estaba experimentando.

Le vió a horcajadas sobre sus rodillas, se extasió ante su pecho dorado, alzó sus manos para posarlas en su torso, parpadeo confuso ante su falta de ropa y entonces percibió que no solo era él. Parpadeó confuso. Cuando preguntaban sus ojos al mirarlo.

Le vió sonreír divertido, e inclinarse hacia él, apoyando sus manos a la altura de sus hombros sin llegar a tocarle, su cabeza descendió por encima de la suya y cuando sus labios parecían buscar los suyos, la movió llevando su boca hacia su oído y murmurando roncamente unas palabras que emocionaron a Rukawa.

-Te amo.

Su calido aliento le estremeció, sus brazos le atrajeron contra su cuerpo, sus virilidades se rozaron, calientes y suaves.

Los brazos de Hanamichi se doblaron, quedando con un mejor apoyo sobre él, sus caderas se frotaron entre si, aumentando el placer que sentía, moviéndose al unísono. Deseando más.

Kaede gemía con fuerza, los labios se Hanamichi comenzaron a dejar un rastro húmedo y ardiente sobre la piel de su zorrito.

Continúa en el próximo capítulo

Paz

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Notas finales:

Este fic solo puede demorarse lo que tarde en subirlo al PC, considerando que al mismo tiempo suelo ir actualizándolo y agregando situaciones nuevas y también del tiempo del que disponga libre.


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