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El caso de la rubia platino. por Himemi

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Notas del fanfic:

Vuelvo con otro de mis songfics, obtenido en un momento de inspiración. Si conocéis la canción de Sabina ya sabéis como acaba si no, tendréis que leerlo para descubrirlo. ^^

Los personajes de este relato pertenecen toditos todos a la señora JK. Yo sólo los cojo prestados para mis perversiones.

La canción es de Joaquín Sabina, del que soy fan desde que tengo uso de razón. Y no sabéis lo que me alegra saber que él nunca va a leer esto, porque me mataría por estropear su canción ¬¬U

Espero que os guste: ¡Que empiece el show!

PD: para los que leen Competencia Akatsuki, no os preocupéis que no me olvido de ellos. Esto sólo ha sido una inspiración momentánea mientras escuchaba Sabina. (Sí, mi musa siempre aparece cuando menos la espero...)

Notas del capitulo:

Bueno, espero que os guste. Los que habéis leído algo mío sabéis como suelo "codificar" mis textos ^^ Para el resto:

"Pensamientos"

Palabras con aclaracion al final

-Dialogos-

Cancion.

 

La canción no se adapta del todo al fanfic. Para empezar porque la canción habla de una chica y Harry es un chico. Pero lo importante no es la letra de la canción, sino el espíritu de la misma.

Ya que las dos historias que se relatan cuentan lo mismo, pero en diferentes mundos y ambientes. (No veo yo a Harry de la novia de un ganster... xDDD)

Me adelantó un talón de setecientas,
más gastos, sin contar otras quinientas
en fichas del casino,
mi último tren llegaba con retraso,
así que decidí aceptar el caso
de la rubia platino.

Voldemort no era de ese tipo de personas a las que se les puede decir que no. De hecho, Draco se preguntaba si todavía podía considerarlo una persona, pues poco le quedaba ya al Lord Oscuro de humano. Sus juegos con las artes oscuras lo habían convertido en un ser que distaba mucho de lo que Draco podía considerar un hombre. Por eso, cuando El Señor Tenebroso le ordenó matar a Harry Potter no dudó ni un segundo en aceptar.


Sus padres sido descubiertos actuando como mortífagos y Gringotts les había negado lo que por derecho era suyo. Toda la fortuna de sus padres había ido a parar al ministerio de magia para sufragar la guerra. Las protestas de Draco no habían servido de nada, sus padres trabajaban como mortífagos bajo las ordenes del Señor Oscuro, por lo que el ministerio de magia consideró oportuno confiscar sus bienes y vigilar a su adorado primogénito.


Yo era un huele-braguetas sin licencia,
quemado en la secreta por tenencia,
extorsión y líos de faldas,
estaba, como buen ex-policía,
a sueldo de un pez gordo, que sabía
cubrirse las espaldas.


Por su parte, Draco llevaba desde sexto curso trabajando para voldemort como agente doble. Desde que Snape había matado a Dumbledore para defenderlo, él se había colado en las filas de la Orden del Fénix arrepentidísimo del Ilícito. Sus padres habían fingido desheredarlo y echarlo de casa para darle más peso a su historia y aquellos inocentones de Potter y compañía lo habían creído. Se confesó contrito por sus actos, dijo que había actuado por miedo. Miedo a sus padres, miedo al Lord, dijo que sólo era un niño y que estaba tan perdido... ¡Y se lo habían tragado! ¡Por Merlín! Eran realmente inocentes...


Y ahora veía su oportunidad, la oportunidad de vengarse y de devolverle la riqueza y la gloria a su familia, una oportunidad que no tenía intención de dejar pasar. Pues sabía que si cumplía este encargo El señor tenebroso les devolvería todo lo que habían perdido y más. Quien no debe ser nombrado podía ser muy cruel con aquellos que se le oponían, pero sabía compensar con creces el valor de aquellos que lo servían fielmente. Y si bien podía tener quejas de sus padres, Draco sabía que Voldemort no podía tener ninguna con respecto a él. Había hecho todas y cada una de las cosas que él le había encargado de forma limpia y precisa; como se esperaba de un buen Malfoy. Su único fallo había sido Dumbledore y no había podido fallar en algo mejor, pues eso le había permitido su acceso a la Orden como espía. Cosa que había complacido al Lord sobremanera.


Ninguna zorra vale ese dinero,
pensé, mientras dejaba mi sombrero
nuevo en el guardarropa,
cantaba regular, pero movía
el culo, con un swing, que derretía
el hielo de las copas.


Dracó ingresó en el recibidor de Grimmaulds Place y dejó su sombrero y su abrigo en el perchero de la entrada, mientras sacudía un poco su paraguas. Pronto sería navidad y las nevadas invernales no se habían hecho de rogar ese año, llenando las calles de un blanco prístino. Parecía que la naturaleza también intentaba opacar la oscuridad que se estaba adueñando del mundo con la nueva subida al poder de su señor.


Se sacudió un par de copos rebeldes que se habían instalado en su pelo a pesar de las protecciones y pasó a la cocina. Él era el único de aquella casa de locos, que podía estar el tiempo que quisiera en el recibidor sin recibir ni una sola queja del retrato de la señora Black, pero aún así no le gustaba permanecer allí demasiado tiempo.


Al entrar en la cocina se quedó estático ante la vista que se le estaba ofreciendo. Una idea loca pasó por su mente, pero no podía dejarse llevar, no ahora. Pero lo que veía era tan tentador. Un Potter a medio aclarar, con una toalla alrededor de la cintura que le cubría lo justito y dejaba poco a la imaginación; se afanaba en arreglar la caldera mágica que dotaba de agua caliente a toda la casa.


-¡Maldito trasto! tenía que estropearse justo ahora que estoy solo. ¡Reparo! -Gritó dirigiendo su varita a la caldera, que emitió un pitidito y encendió una luz verde, dando a entender que volvía a funcionar. Harry se giró dispuesto a volver a la ducha, cuando se encontró cara a cara con la sonrisa deleitada de Malfoy.


-¿Sabes Harry? Todos entrenamientos te están sentando muy bien. Pero que muuuuy, muy bien. -Dijo en un ronroneo. Harry sintió arder sus mejillas al ver como lo miraba Draco, el rubio había cambiado su sempiterna sonrisa de superioridad por una de lascivia. Y estaba empezando a acercarse a él, un paso, otro, demasiado cerca, peligrosamente cerca. Alzó una mano, deslizándola por la húmeda piel de Harry hasta llegar a la toalla, que le arrebató de un tirón.


Harry se había quedado completamente paralizado, como una gacela ante las luces de un camión. Y así era como se sentía, asustado, amenazado, acorralado... Draco había ido acercando su cara a la de Harry, pero justo antes de que se produjera el beso, Harry apartó a Draco de un empellón y salió corriendo hacia el baño, dejando la toalla olvidada en el suelo.


Cuando salió, por fin, del reservado,
sentí que las campanas del pasado
repicaban a duelo,
la última vez que oí esa melodía
me recetaron tres años y un día,
más IVA, en la Modelo.


Draco lo vio salir de la ducha, completamente seco y ya vestido. No pudo evitar sentir una gran desazón, conocedor de que acaba de perderse algo tan maravilloso, como era el cuerpo de Harry, por haber dudado un segundo de más. Al verlo allí, mirándolo con aquella cara de “me vas a explicar que coño ha pasado antes y lo vas a hacer ya” Sintió como las fuerzas que le había dado el Lord oscuro para matarlo le fallaban. Empezaba a dudar, igual que le había pasado con Dumbledore.


Recordaba demasiado bien lo que le había hecho El Señor Tenebroso por aquello. El dolor candente del cruciatus, las cadenas en torno a su cuello, las burlas y torturas del resto de mortífagos, de su propio padre...

No quería volver a pasar por eso... Nunca.


Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos,
me daban diez de los grandes por el caso
de la rubia platino.


No podía fallarle al Lord, necesitaba el dinero, la fama. Quería volver a ver a su madre con joyas lujosas y a su padre con aquellos bastones tan caros que le daban su toque de elegancia. Quería riqueza, quería status y sabía que eso sólo so lo podía dar una persona. Lord Voldemort.


La fama de snob que se había labrado en Hogwarts, no había sido inmerecida. A él le gustaba todo aquello, la fama, el reconocimiento, los halagos. Era un Malfoy después de todo, había mamado eso desde la cuna. Había vivido en ese mundo desde su más tierna infancia. Y no iba a permitir que un error de sus padres lo echase todo a rodar. Y Harry Potter era su última oportunidad de conseguir todo aquello y sin embargo, aquellos ojos...


Los besos que te dan las chicas malas
salen más caros cuando los regalan
y huelen a fracaso,
pero el croupier me echaba cartas buenas
y la rubia platino era morena
y el caso era un gran caso.

Malfoy se dejó caer en una silla confundido con sus propios pensamientos.

-No lo sé -Dijo ante la muda pregunta de Harry. -De verdad que no lo sé. -¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué dudaba? Y ¿por qué, aún teniendo los suyos cerrados, seguía viendo aquellos ojos verdes?


Notó una mano en el hombro y escuchó una sola palabra. Pero una sola palabra que bastó para quitarle todo el valor que había reunido.

-Draco...

Aquel nombre, susurrado por los labios de Harry, le había sonado a gloria. Lo había llamado Draco, no Malfoy, ni hurón, ni nada por el estilo; simplemente Draco. Abrió los ojos y se encontró con aquellas esmeraldas que lo miraban fijamente. ¡Merlín! No podía resistirse, no podía dejar de caer en aquellos profundos pozos de aguas verdes. Notó como los labios de Harry se posaban en su mejilla, capturando una lágrima que no era consciente de haber derramado.


-Draco... -Aquel nombre de nuevo, dicho por sus labios sonaba mejor que cualquier melodía. “A la mierda con todo” Pensó cuando los fuertes brazos de Harry lo abrazaron con ternura. Y hundió su cara en el cuello del moreno, mientras jugaba distraídamente con unas hebras de color azabache que se le habían enredado entre los dedos.


En un bistró, del puerto de Marsella
nos fuimos demorando, entre botella
y botella de Oporto:
"Los que pusieron precio a tu cabeza
-le dije exagerando su belleza-,
se habían quedado cortos".


Tras unos instantes en aquella postura, el rubio se separó del moreno a regañadientes esbozando una sonrisa triste. No quería que alguien llegase y los viese así. Seguro que si los veía la comadreja los mataba...


-¿Y el resto?

-Han salido, no volverán hasta mañana. Tenían misiones que cumplir.

-¿Y tú?

-Yo soy demasiado importante para arriesgarme en una misión sencilla -Dijo Harry en una perfecta imitación de la voz de Hermione. Draco soltó una inesperada risita ante tal comportamiento por parte del moreno, que lo miró sorprendido.

-Entonces, si el resto han salido y tú no tienes planes... ¿Qué te parece si te preparo la cena?

-¿El gran Draco Malfoy sabe cocinar?

-Te sorprendería saber todo lo que sé. -Comentó el rubio volviendo a poner su sonrisa de superioridad.


La cena, el Rioja, que Draco se sacó de la manga, ya que Harry no se explicaba si no de dónde había salido; los postres, también acompañados con vino, pero esta vez uno dulce. Pero por encima de todo la conversación. Harry le estaba abriendo su corazón, le estaba contando sus miedos, sus culpas, sus inseguridades. Hablaron de los seis años de colegio, de sus disputas, de lo tontas que les parecían ahora. Hablaron de Sirius y de Dumbledore, de lo mucho que Harry añoraba al animago y de lo mucho que aún se culpaba por ello. Malfoy habló de lo arrepentido que estaba de haber dejado entrar a los mortífagos en Hogwarts, de lo que aún lo mortificaba la muerte del director, de lo que echaba de menos a su padrino, a sus padres... Harry le escuchó comprensivo, no lo culpó por echar de menos a un trío de asesinos, lo consoló sin juzgarlo. Estaban compartiendo miedos, ilusiones, recuerdos... Todo aquello que habían vivido juntos o por separado.


-¿Sabes Harry?

-Dime

-Lo que te he dicho antes, iba en serio. Eres realmente atractivo.


Un ligero rubor cobrió las mejillas del niño que vivió y Draco no pudo resistirlo por más tiempo. Se lanzó sobre el moreno agarrándolo por la cintura y besándolo con ternura. (sin haberlo planeado me ha salido un pareado XDDDD)


Puede que me estuviera enamorando,
porque, antes del café, cambié de bando,
de hotel y de sombrero.


El beso, que se había iniciado como un suave roce se fue intensificando, con cada nueva caricia, con cada nuevo beso, Draco sentía como su razón se iba, lo abandonaba dejándolo a merced de aquellos ojos verdes; de sus manos, de sus roces, de su cuerpo, de su alma, de todo su ser...


Mi viejo puso un cuarto, con dos camas,
fingiendo que la dama era una dama
y su hijo un caballero.

Subieron las escaleras a trompicones hasta la habitación que compartían. Al principio Draco había Dormido en una habitación para él sólo. Pero desde que Hermione y Ron habían empezado a salir Harry había considerado oportuno que ellos dos durmieran en la cama de matrimonio que usaba Malfoy y él se fuese a dormir a la cama de Ron. Al principio, Malfoy había considerado aquello un insulto, pero con el tiempo había ido cambiando de opinión. Sobre todo cada vez que observaba a Harry dormir despatarrado sobre su cama, cubierto sólo por un boxer; con las mantas revueltas de cualquier manera, intentando taparse en sueños, sin conseguirlo...


Abrieron la puerta como pudieron, si querer separar sus labios. Sus manos atrevidas se metían por cualquier resquicio que encontraban entre las ropas y sus labios no dejaban ni un centímetro de la piel que tenían al descubierto sin besar.


Se tocaron, se besaron, se amaron, hicieron que ambos tocasen el cielo con la punta de los dedos... Y cuando estallaron en un momento de felicidad sin límites, ambos clamaron el nombre del otro. Draco observaba a Harry dormir apoyado en su pecho, una mano protectora rodeaba la cintura del moreno mientras su pecho subía y bajaba rítmicamente. Apenas cabían en aquella cama tan estrecha, pero aquella pequeña incomodidad no había sido problema para Harry que parecía completamente feliz en los brazos del rubio.


Ni siquiera, señores del jurado,
padezco, como alega mi abogado,
locura transitoria.


Draco Malfoy se hallaba de sentado ante el Wizengamot. Las cadenas de la silla de juicios constreñían su cuerpo lacerándolo. Lo estaban juzgando por asesinato, todas aquellas caras lo miraba con expresiones circunspectas, llenas de odio y reprobación, mientras oían a Draco relatar los hechos de lo ocurrido aquella fatídica noche.


-Así que ya ven, no fue locura transitoria. Lo hice sabiendo lo que hacía, plenamente consciente de ello. Y a pesar de todo, no me arrepiento...


Disparé al corazón que yo quería,
con premeditación, alevosía
y más pena que gloria.


-Harry estaba allí, en mis brazos. Fue todo tan fácil. Ni siquiera se despertó cuando cogí mi varita y la puse sobre su corazón. Sólo tuve que murmurar el hechizo, Adava quedabra, fue tan sencillo. Ni siquiera le cambió el gesto. Estaba muerto, pero parecía dormido, murió con una sonrisa de felicidad en los labios.


Malofy no pudo evitar que un par de lágrimas rodasen por sus mejillas al recordar los hechos. Sí, lo había matado, había cumplido con las ordenes de Lord Voldemort. Había dolido, no podía negarlo, su corazón se partió cuando vio como el rayo de luz verde impactaba en el dormido pecho de Harry. Cuando vio como éste dejaba de respirar. Pero lo hecho, hecho estaba y no se arrepentía.


Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos,
diez de los grandes por seguirle los pasos,
a la rubia platino.


En esos momentos las puertas de la sala de juicios se abrieron con un estallido. -¡GUARDIAS! -Bramó el primer ministro. Pero sus guardias no le respondieron a él, sino que se inclinaron ante la presencia que acababa de aparecer en la puerta. Con una sonrisa, la mitad de la audiencia se levantó señalando con sus varitas a la otra mitad que miraba la escena sin comprender. Algunos pudieron reaccionar y defender su vida por otro par de minutos, pero la mayoría pereció sin saber siquiera quién había sido su asesino.

Las cadenas de los brazos de Draco se desenroscaron ante un chasquido de los dedos de Voldemort, volvía a ser libre. -Mi señor -Pronunció Draco arrojándose a los pies del Lord Oscuro.


-Me has servido bien, joven Malfoy. Gracias a ti he ganado la guerra.


Los ojos del Señor Tenebroso inspeccionaban la cámara satisfechos. Había acabado con todos los magos que podían oponerse a él. Por fin podía empezar su reinado sobre todas las criaturas. Por fin se habían cumplido sus sueños. Voldemort extendió una mano fría, blanca como la nieve y en ella pudo verse una pequeña llave dorada. La llave de la cámara de Gringots de los Malfoy. Su fortuna volvía a pertenecer a su familia. Su fortuna le pertenecía a él.


Para volver a ser alguien, en el ambiente,
necesitaba un par de buenos clientes,
algo para mis vicios y un despacho decente,
no dan para comer las putas del barrio chino,
todos los lunes no me encargan el caso
de la rubia platino.


Había vuelto a su mansión, con sus padres, con sus cosas. Su madre volvía a tener sus bonitos vestidos y su padre sus caros trajes. Y él, él se sentía feliz por haber sido capaz de recuperar todo aquello por sí mismo. Un elfo doméstico le llevó un Daiquiri mientras Draco Leía tranquilamente a la sombra de la terraza de verano en su jardín.


Un muggle encadenado divertía a su madre haciendo cabriolas para ella, mientras su padre torturaba a su asustada hija. No le gustaba ver a los muggles tan humillados, pero si sus padres eran felices así, a él le importaba poco el destino del mundo no mágico.


Para no ser un cadáver, en el tranvía,
aparte de tener gramática parda
hay que saber, que las faldas, son una lotería;


En las calles las cosas eran diferentes, el terror se había adueñado de los corazones de la gente, los muggles que se rebelaban morían. Los magos que replicaban eran torturados hasta que suplicaban la muerte. Los magos que no habían apoyado a Voldemort desde un principio eran tratados como esclavos... Pero para los fieles servidores del señor oscuro, la vida era un camino de rosas. Cierto que las rosas tenían espinas, pero eso a Draco no le importaba, había recuperado todo lo que necesitaba para ser feliz.


¿Y Harry? ¿Lo necesitaba a él? La respuesta era simple: NO. puede que se hubiese enamorado del chico de los ojos verdes, pero Malfoy no creía en la pareja única. Había más peces en el mar, y si había perdido a su media naranja, ya se encargaría él de buscarse un limón. Como decía una canción que solía cantar el muggle que servía a su madre: “El amor es eterno mientras dura” Quizá su amor por Harry no hubiese durado lo suficiente para compensar el sacrificio. Ahora él lo tenía todo y no dudaba que encontraría el amor tarde o temprano.


con luz de gas brilló mi lámpara de Aladino...
me daban diez de los grandes
por el caso de la rubia platino.


Lo tenía todo: Dinero, poder, fama, gloria... La felicidad era para quién sabía buscársela.



El amor es eterno mientras dura”: Frase de la canción “La extraña pareja” de Ismael serrano.

Notas finales:


El amor es eterno mientras dura”: Frase de la canción “La extraña pareja” de Ismael serrano.

 

Bueno, espero que os haya gustado. A mi personalmente, me encanta Sabina y esta canción.

Siento haber matado a Harry sin avisar, pero es que si ponía "muerte de un personaje" en avisos, me cargaba el final de la historia y eso no molaba.

Espero que a alguno le haya sorprendido el cambio de argumento del final. A mi me sorprendió la primera vez que oí la canción.

A las fans de Draco, siento ponerlo como un snob desalmado(inner: que es lo que es ejem) (Lado Sensible: Mentira, en el fondo es buena persona), pero era la historia de la canción, no yo. Perdonarme.. *Himemi se pone de rodillas y suplica clemencia* *Himemi obliga a Inner a ponerse también de rodillas a suplicar por su vida*

Necesito feedback para mejorar. Asi que ya sabéis dadle al botoncito para decirme lo poco (Inner: o lo mucho) que os ha gustado el fanfic.


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