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I'll Follow you into the dark

Notas del capitulo:

Primero que nada Gomenasai por haber tardado tanto haciendo este capitulo, pero verdaderamente me costó mucho trabajo recrear la vida de matt despues de Wammy's, el como encontro a mello y asi. todo porque nuestros autores favoritos dejaron como veintemil lagunas mentales de su historia de la cual no se sabe nada mas que pequeños detalles que deben encajar.

En fin tal y como se lo prometi a mi primis, no me pararia de la compu hasta terminarlo aqui esta. y son las 4:49 eh? ya me siento Yuki Eiri pero sin un Suichi castroso.

agradecimientos a mi Primis por ayudarme a acomodar mis ideas y hacerme reir mucho con nuestra teorias y obsecion loca de DN.

Dreams in digital

Quizá cerrar los ojos, mas no pude dejar de verte. Aunque deje de dormir no pude dejar de soñar. Mientras el avión se mecía en los aires, te sentía cerca. En sueños me encontré en un enorme campo como el de Wammy’s y a lo lejos podía mirarse el mar como jamás lo había mirado. Era tan azul y tan puro, tan perfecto como un mar de pixeles azules extendiéndose al horizonte. Tu silueta estaba dibujada efímera en una banca. Estabas mirando al océano encerrado en tus pensamientos. Corría como aquella vez. Estiraba mis extremidades tanto como podía. Por más cerca que sintiera que estaba mis dedos no podían tocarte. El aire se me acababa. Aquel dolor que provocó a mi corazón eran pinchazos cada vez más rápidos y más fuertes. Como si se esforzara por latir. Tu cabello se veía mas largo y más brillante meciéndose en la briza y entonces giraste tu cabeza tan solo un poco. Pude mirar tu perfil y tus ojos cerrados. Tu cara era más adulta que la que yo recordaba. Te adoraba la cabeza un puñado de plumas negras. Me estire tanto que pensé que mis dedos se desprenderían de mi mano hasta que la oscuridad se robo la luz y todo se volvió negro como las cenizas. La azafata me estaba mirando. La recuerdo porque tenía unos ojos tan azules como los tuyos. Como ese mar que en mis sueños te cernía. Era muy rubia, con su piel muy tersa ligeramente chapeada dando un lindo color a su cara en forma de corazón. Sus labios se movieron en cámara lenta mientras miraba hipnotizado el rosado mate de su carnosidad reviviendo inconscientemente aquellos labios delgados de los que me habían enamorado. Desapareció en cuanto decline su oferta. Mire su cuerpo desaparecer en el estrecho pasillo. Beber en los aviones no era lo mío. Por lo que si hubiera matado habría sido por un cigarrillo.

Era la primera vez que viajaba tan lejos y me sentí verdaderamente solo. Como un mísero huérfano. Sentía que el mundo era tan grande y yo tan pequeño e insignificante. Ese sentimiento me provocó nauseas durante el vuelo. Mientras miraba por esa ventana camino a Nueva York pensaba en donde podrías estar…En realidad yo no lo sabía. Había escogido NY porque sabía que ahí estaba la base de la SPK, y si Near estaba ahí, ahí estarías tú para hacerle la vida imposible al pequeño albino. Aquella cuadricula interminable de luces que se asomaban desde lo alto del avión hacían más intensos los nervios que sentía en mi estomago. En mi mente solo había un objetivo; era encontrarte. Tenía que hacerlo porque si el asesino te encontraba primero, moriría en ese mismo instante.

La ciudad en si no me gustaba pero el clima, que era fresco casi frio me hizo añorar la ciudad donde habíamos crecido juntos. La nostalgia cayó en forma de lluvia sobre las calles. Los arboles ligeramente sesgados eran espectros que viajaban a gran velocidad desde el vidrio del Taxi. En mis manos sostenía una tarjeta blanca con una W en plateado sobre un ordenador portátil obsequio de Roger. Las palabras del taxista se perdieron en la inmensidad de mi silencio.

Verás no me volví un Hacker de la nada. Desde Wammy’s me llamaba la atención hacer todo ese tipo de cosas. Había leído cientos de libros y páginas de internet. En aquel lugar había hackeado mis primeras páginas web y corporaciones pequeñas tan solo por diversión. Pero la cuestión ya no fue un simple juego. Ahora era el encargado de infiltrarme en empresas grandes, que debía espiar y robarles información. Aunque no me era difícil hacerlo con una mano en el teclado del ordenador y la otra en la guitarra plástica de mi Guitar Hero, seguía preguntándome si todo esto estaba bien. Si podía valerme de estos medios para llegar a ti. Creo que una vez que me acostumbre a valerme de esto para subsistir deje de preguntarme si tú aprobarías que yo hiciera algo así. En ese entonces hacía mi trabajo desde mi apartamento. Un cuchitril decente que había alquilado en algún lugar bajo un nombre falso. Poseía un par de armas y muchos ordenadores. El piso estaba lleno de cables y comida chatarra a medio terminar. Si hubieras visto aquella escena te habrías asqueado de verdad. Me había vuelto descuidado y más serio de lo que ya era cuando me conociste. Estaba buscando mi propio camino mientras vivía en mí la esperanza de verte otra vez.

¿Como te encontré? Diría que fue el destino el que me llevo a ti una vez más. La distancia que nos separaba la acompañaba la incertidumbre que me carcomía. Aun así había algo que me impulsaba a seguir. No me resignaría nunca. Te veía en los rostros de la gente. Las cabelleras rubias danzantes de espaldas hacían que mi pecho saltara en falso. En mis sueños una vez más corría hasta esa reja para encontrarte. Aquella angustia que me provocaba el saberte tan cerca y una vez más tan lejos había destrozado mi corazón sin remedio alguno. Aun ardía, supuraba mis entrañas. No había cosa que me llenara si no estabas tú. Yo ya no sonreía. A pesar de ser una persona tan seria solía sonreír. Tú me hacías sonreír. Ya ni siquiera el hacer pedazos a los grandes enemigos de mis videojuegos arrancaban luces de felicidad en mí. Eran solo cosas triviales. Sin sabor. Yo no quería rendirme. Aun cuando mi trabajo era cada vez más arriesgado sabía que me serviría para llegar a ti. Te conozco bastante bien aunque lo dudes. Podía quedarme inmóvil por horas en el rancio sillón mientras repasaba imágenes en mi mente como una película vieja. Añoraba ese encuentro imaginario que me abrazaba antes de rendirme ante el diminuto sueño que a veces conciliaba. Te estrechaba muy fuerte entre mis brazos para no soltarte jamás. Quería escuchar el eco de tu voz revolverse en mi cabeza.

Use mi razonamiento al máximo para hallarte. Conozco tu naturaleza, se que llevarías todo a los extremos. Buscarías poder en donde fuera con tal de vencerlos. Solo había una manera de hacerlo. Necesitabas poder, los medios para ganarles a todos. Ser el numero uno. Casi que podía escucharte decirlo. Gritarlo con tus ojos encendidos en un fuego azul.

Recuerdo que había pensado dos veces en aceptar esa encomienda. Era aun mas riesgosa que las anteriores pues consistía en asistir a un asesino a sueldo. Yo no mataría a nadie, pero mi trabajo era crear una emboscada para que un jefe de la mafia de Nueva york cayera. Este sujeto estaba relacionado con los cabecillas de las ciudades más importantes de estados unidos, entre ellas Los Ángeles. Las cosas salieron bastante mal. El tipo huyo al otro lado de la costa, tuvimos que seguirlo. La adrenalina corría por mis venas. Era mejor que un videojuego perseguir a ese criminal. Quizá por un momento volví a sentirme vivo, sentí algo de emoción. No sabía exactamente porque, pero así era. Mientras sostenía mi pistola de humo esperando por él. Entonces sucedió. El tipo estaba muerto. La misión se había cancelado. Era un cabecilla tan importante que por un momento pensé que el asesino me había ganado la partida. Ese maldito Kira me lo había arrebatado. Mascullé camino a lo que sería mi nuevo hogar. Con razones de este mismo contrato tuve que instalarme en Los Ángeles.

La ciudad, muy diferente a los lugares en donde había estado, no me gradaba para nada. El calor era sofocante, casi insoportable. Mi chaleco favorito, ese que tanto odias y del que tanto te burlas, tuvo que ser colgado en el armario. Tenía una nueva misión. Jamás espere que esta misión me llevara a aquello que tanto había añorado. A aquel que en sueños susurraba su nombre. Quizá fue una coincidencia, quizá cosa del destino, puedes llamarle como mas te acomode. Pero yo sigo creyendo que fue el destino quien me llevo a ti. Porque únicamente de esa forma podría haber estado ahí cuando más me necesitabas. De no haber sido así te habrías perdido en las llamas del infierno que tú mismo habías creado.

Todo ese tiempo que trabaje sin descanso en busca del escondite del enemigo de mi jefe, también te buscaba a ti. No podía apartarte de mi mente. Arrugaba con mis lánguidos dedos la foto tuya que había robado de la oficina de Roger. Supongo que el anciano tuvo que hacer una copia al no encontrarla. Esa es la foto que Near te dio, la que ahora tengo conmigo. Tú nunca lo supiste, supongo que ahora que lo sabes, quizá tiene algo de sentido. Aunque no la hubiera cargado conmigo en mi mente estaban grabados cada trazo de tu rostro, cada detalle, cada color pintados como en un lienzo de recuerdos. Tus ojos fieros como los de un lobo, fríos en la nieve de tu semblante. Aunque pasaban los días y las pantallas y monitores que atestaban mi casa no enviaban señales de nada que pudiera interesarme en realidad, no perdía la fe. Tú te habías desecho de ese hombre. Lo sé porque había algo en su muerte que no encajaba con nada. “Mello tiene que estar detrás de todo esto”.

Esa noche me había quedado dormido. Caí indefenso en los brazos de Morfeo con tu foto atorada entre mis dedos. Había estado bebiendo y mi cuerpo acabado por el cansancio se había rendido. Entonces escuche tu voz. Primero pareció ser tan solo un eco lejano proveniente de mi cabeza. Borroso e inteligible. Los murmullos de unos hombres por un momento ahogaron el susurro en suspenso. Por un momento pensé en mi locura de borracho, que estaba tan perdido en aquella constante miseria que ya escuchaba voces. “Ahora sí que he perdido el juicio” Entonces esa risa. Me pare de golpe. El corazón estaba atorado en la garganta. Toda la glucosa que mi débil cuerpo podría poseer cayó al abismo. Tenías que ser tú. Era tu voz. Era tu risa. Te rastrearía hasta hallarte. No podía creerlo. Mis caídos ojos se iluminaron como un sol resplandeciente en pleno verano. Jamás pensé en agradecer a ningún dios, puesto que no creo en la existencia de tal. Pero estaba tan feliz que creo haberlo echo. Grité a un dios inexistente unas gracias eufóricas. Ni hablar de aquel latir, en mi pecho había una revolución. Mi sangre peleaba a muerte por mis venas. Corría sin parar en un río de emociones. ¡Estabas vivo! El punto parpadeante rojo en aquella pantalla que por tantos días había sido inútil a mi causa me revelaba el posible perímetro donde te encontrabas. ¡Ese radar y esa bendita tecnología! Sin ellos habría sido como atrapar un rayo en una botella. La penumbra en la que había vivido por tanto tiempo se había iluminado, tu voz era la luz que guiaba mis sentidos. Todos los colores volvieron a mí. Mi mundo que hasta entonces era monocromático había dejado de serlo. Si por mucho tiempo había estado muerto, había vuelto a la vida.

No podía esperar más. Aunque no podía comunicarme contigo debía buscar la manera para asegurarme de que estuvieras ahí. Tenía que verlo con mis propios ojos. Temía que tan solo hubiera sido una ilusión. Una triste ilusión arrancada de un sueño sembrado de esperanza. Cuando vi aquellas cajas apiladas enseguida reconocí el logo impreso en ellas. Había montones de cajas vacías. Un hombre de aspecto no tan brillante las llevaba entre sus musculosos brazos hacia el interior mientras otro de piel muy morena depositaba las vacías en el piso. Jamás pensé que aquel obsequio que te había dado para levantarte el ánimo en aquel lugar tan lejano como lo era Wammy’s me daría una pista para llegar a ti. Era chocolate. Era el mismo chocolate de aquella ocasión. Ese que se derretía entre tus manos y en tu boca. Aquel que contenía ese olor tan seductor y venenoso para mí que expedía tu cuerpo. Probar un poco significaría la muerte. La muerte porque no podría saciar ese placer que mis sentidos me clamaban a gritos al estar tan cerca de ti y aspirarlo.

Era hora de entrar en acción. Tal y como te lo conté sin mucho detalle me las ingenie para instalar un equipo imposible de rastrear. Lo había fabricado yo mismo. Mientras el olor a cables quemados inundaba la habitación solo podía pensar en aquella sensación en mi estomago tan fuerte como lo es ahora pero tan distinta. La inquietud de saber que mis ojos volverían a probar el placer de deleitarse con esa figura, provocaba fantasías que se retorcían en mi mente y despertaban sensaciones guardadas en mí. Sentí miedo. Yo no sabía que sentirías tu si me volvieses a ver, si te haría feliz, o si solo sería un adorno mas en el espacio personal del niño frio que siempre pretendiste ser. Pero no podía pensar en eso porque tan solo obedecía al triste deseo de volverte a ver. Aquello que había aguardado con infinita paciencia hasta desbordarme. En silencio trabajé hasta lograr con éxito hacker los ordenadores de la mafia en la que silenciosamente te escondías, preparándote para atacar.

Se volvió un vicio. Incluso olvidaba comer. Solo podía estar pegado a los monitores con los audífonos puestos. Hice a un lado la encomienda de mi jefe. ¡Que se vaya al diablo! Tenía que saber que estaba pasando. Habías secuestrado a alguien y querías a cambio la Death Note. Supe de su existencia gracias a ti. Sin que lo supieras cuando tú descubrías cosas con la Death Note que le habías arrebatado a la inútil policía de Japón, yo también lo sabía. Era como si trabajáramos secretamente en equipo. Verte tras aquellos monitores era una total tortura. Creo que me volví un completo masoquista. Mirarte en ese traje de piel ajustado hacia nacer en mi la más oscura lujuria. Hacía más marcadas tus formas. Tus brazos ligeramente torneados resplandecían blancos en contraste con tu ropa. ¡Tu estilo! Vaya que estabas hecho para eso. Amas ser el brazo derecho de Rod Loss. Aquel mafioso que tenía más músculos que cerebro. Todos te miraban con admiración. Eras el chico que había vencido a la mafia enemiga. Los manejabas a tu antojo como viles títeres. Disfrazando tus verdaderas intenciones los hiciste cometer crímenes por ti. Manchaste sus manos de sangre sin siquiera mover un dedo. Al compás con el que masticabas sigilosamente una tableta de chocolate tu lacayo parado escribía nombres en la Death Note. Pero tú, aunque solo mostrabas tu cara fría e insensible, se que esa noche no pudiste dormir pensando en ello. Que tu rostro cabizbajo en aquel sillón de tu habitación cavilaba una y otra vez lo que habías echo. Porque sé que aunque tú no los habías matado con tus propias manos te sentías culpable. Tal y como en el ajedrez planeabas dejar a Near sin piezas. Tu primer movimiento había sido un éxito.

Vivía atrapado en un constante voyeur. Cuando te veía tras aquel frio cristal líquido deseaba tocarte más que antes. Te habías vuelto más deseable. Tus movimientos un tanto felinos eran tan seductores que me arqueaba imaginándote junto a mí, muy cerca besando tus labios. Eran pensamientos horribles. A pesar de que pensaba constantemente en ti sabía perfectamente que eso no podía ser, que estaba completamente mal. Eras un chico como yo. Un chico que no pensaría en otro chico para sí. Era una aberración el que yo paseara mis manos por mi cuerpo mientras te miraba tras aquel monitor. Descubriendo tú tersa piel. Con tus diminutos dedos masajeando tu barbilla mientras maquinabas planes contra la policía de Japón. Era un alivio que las mujerzuelas de la mafia te detestaran tanto como tú a ellas. Me preguntaba entonces en quien pensabas entre sueños cuando en la media luz, cerrabas tus ojos mientras acariciabas tu cuerpo desnudo lleno de gotitas de sudor. Perversiones quizá. Alguien era dueño de tus pensamientos y eso me volvía loco.

Entonces apareció la mujer. Trabajaba para una mujer cuyo rostro jamás había visto. Tenía tiempo sin comunicarme y la misión que me había dejado había quedado en el olvido. Pero fue a terminar el trabajo. Era bonita, no te lo negare. Aunque nunca me había llamado la atención el sexo opuesto, esta mujer era muy atractiva con su cabello rizado que llegaba hasta sus caderas. En cierta manera me sentí mal porque hasta entonces nadie más había llamado mi atención. El único que vivía en mi corazón eras tú. Pero era peligroso negarse. No sabía sus intenciones. No había llegado tan lejos para detenerme ahora.

Mientras apreté mis parpados con fuerza, deje que sus manos quemaran mi rostro con su lujuria. Sus risos rozaron mis mejillas. Lo que en un principio me había parecido bello fue pudriéndose ante mis ojos como una rosa que muere al caer la noche. Cuando acerco sus labios que en un principio me habían parecido interesantes sentí una severa repulsión. No quería que me tocara. Sentí su piel rasgar la mía con el simple tacto. Quería quitármela de encima y arrojarla al precipicio. Su olor, que al haber entrado en la habitación era cautivador, se había vuelto peor que la podredumbre. Yo permanecía inmóvil y callado. Paralizado como un muerto. Dejaba que me examinaran sus ojos de víbora hambrienta devorando cada centímetro de mi piel. Su saliva era babosa y desagradable, sabia a mentiras y falsedad. En mi mente se volvió un cuarto vacio e inmenso donde únicamente se asomaba una ventana que daba a ningún lugar. En ese cuarto no había luz. Me estaba rindiendo. Estaba dejando que mis fuerzas perecieran conmigo. Mi fuerza interior tan solo era un susurro. En la distancia pude ver mi cuerpo rendirse y caer como un costal de carne y huesos moldeados en forma de hombre. Pude ver a la puta de esa mujer saborear mis entrañas como un chacal ponzoñoso. Me sentía tan lejos de aquella realidad que ya no sentía nada. Yo no estaba ahí. No podía rendirme, pero así estaba pasando. Las voces en mi cabella estaban quedas. Justo cuando las fuerzas casi desaparecían de mí, veía como mi vida pasaba en un instante. El aire que respiraba era veneno. ¿Sería ese mi fin? Fue cuando lo supe. Supe que mi vida estaba dada a una sola persona. Que el que yo sintiera ese amor hacia esa persona no era ni una enfermedad ni una perversión. Era exactamente eso. Un sentimiento puro que nacía de mi corazón. Inocente y hermoso. ¿Acaso era amor lo que yo sentía por Mello? Aunque él fuera un chico no importaba porque era amor y lo sentía como todo lo que podía mi alma. No podía entregarme a una mentira. No escondería más mis sentimientos.

Comencé a respirar. La furia que no había sentido en mucho tiempo emergió como un monstruo de la profundidad de un lago en el que dormitaba. Su cuerpo se estrello contra la pared de concreto. Sus ojos se voltearon hacia el infinito. Se estremeció con su mano muy fuerte sujetando su pecho mientras la sangre se regaba en el piso. La sangre enmarcó aquel cuerpo desvestido e impuro. Sus pecados fueron eliminados de la faz de la tierra de la forma menos agradable. Kira… había echo presencia una vez más.

Cuando presté atención a los monitores ya era algo tarde. La policía te había encontrado. Un hombre canoso tenía una libreta entre sus manos y con una pluma apoyada en ella te miraba amenazante. Tu burlón le respondías. Mi corazón se estrujó tan fuerte que la respiración se corto y se atoro el aire en mi garganta. Sabía tu nombre. Tú no hacías otra cosa que burlarte del anciano policía. Entonces las balas quemaron la piel y mancharon la sangre. El japonés había caído al suelo y tu enfundado en una máscara antigás presionabas el botón a tu perdición. Lo que más me temía. Era muy tarde para evitar que te fueras a los extremos. Tus impulsos te llevarían a tu desgracia, pero solo si yo lo permitían. Ellos no te atraparían nunca.

El estruendo hizo que los audífonos vibraran como si tuvieran vida propia. Los monitores no mentían. El desastre que había presagiado brillaba ahí ante mis ojos. Las piedras y los autos volaron en mil pedazos. Las llamas inundaban la guarida. Toda la guarida de mafiosos ardía en unas llamas tan altas que quemaban el cielo. Ni siquiera me preocupe en cerrar la puerta. Ya me desharía del cadáver mas tarde. Subí al auto rojo sin deje que la velocidad se tragara todo lo que agobiaba mi corazón. Tenía que encontrarte porque cada segundo sin ti era peor que estar muerto. No dejaría que las llamas te consumieran y desaparecieras en tu propio infierno.

Notas finales:

El titulo es de una cancion del grupo Orgy llamada Fiction. No que tenga mucho que ver con el fic pero me pareció adecuado.

Escuchese:

Hipnotízame de fobia

30 seconds de tatu

Breath me de Sia

Special needs de placebo

 

*aclaracion sobre la foto de mello que tiene matt y la que le dio near. Obvio que si roger no hayo la foto porque matt se la robo hizo una copia. esa es la que Near le da a Mello misma que Mello destruye. Talvez error de fic si puse lo contrario en el otro fic. Sumimasen.


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