Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

I'll Follow you into the dark

Notas del capitulo:

Matt envuelto en ese deseo que siente por Mello tiene que luchar por no dejarse delatar, pues esto podria significar perderlo para siempre, pues en la mente de Matt, Mello no tiene lugar en su corazon para el.

 

Me siento contenta de poder terminar este capitulo. No había tenido muchos animos de escribir dado a la reciente muerte de un amigo. Pero hoy decidida y repuesta les entrego el capitulo 6 de los sentimientos de Matt.

Matt no Kimochi (Deseo)

Tuve muchas pesadillas. Soñaba constantemente mi cuerpo tendido en el asfalto. Lo peor no era eso en sí, si no el fuego. Soñaba tu cuerpo en llamas. La carne en punto de ebullición, una vida echa cenizas en un instante. Sueños sin cumplir vueltos a la nada. Despertaba empapado en sudor. A veces mis sueños eran tan reales que dejaba escapar algún grito que se ahogaba en el silencio de la sala. La sala se sentía tan vacía sin ti. Tú dormías en la habitación. Mi lugar era la sala, en el abandonado sofá donde más que dormir soñaba despierto. El vacío era insoportable cuando simplemente te marchabas a estar solo. No entiendo cómo era que querías estar solo… ¿Acaso te cansabas de mi compañía? La oscuridad en aquellos sillones levemente interrumpida por la luz de los monitores dormidos era lóbrega, casi adormilante. Se respiraba paz en medio de una guerra. Mi corazón seguía en guerra. Lidiaba batallas que jamás ganaría. Pero yo era feliz. Dentro de toda la impotencia que sentía y la incertidumbre sentía felicidad. El tenerte cerca y saberte con bien daba descanso a mi alma. Pero los latidos de mi corazón, aquellos tambores voraces, seguían latiendo muy fuertes. Latían por ti.

Vivir contigo era simplemente como vivir un sueño. Era tan extaciante el tenerte cerca tan dinámico como siempre. ¿Puedes entender lo que esto significaba? Era tener el corazón y todo mi ser a punto de escapar de mi garganta en una confesión de amor que no sucedería. Cada momento que percibía tu olor en la casa era motivo de un suspiro. El despertar de los poros en mi piel ansiosos y sedientos de ti. Eras deseo en carne viva. Pero no solo un vil deseo carnal si no yo deseaba poseer tu corazón y que este me vertiera de amor. Ser aprisionado en tus labios ligeramente carnosos torcidos en una malévola mueca. Morir de deseo es la muerte más lenta, mas excitante y la vez la más dolorosa. Cuantas veces no quise estirar mis dedos con ciego disimulo para acariciar tan solo un segundo un milímetro de tu piel. Tentación. Añoraba ese roce. Escuchar tus carcajadas sarcásticas hacer ecos por toda la casa, hondaba en mí. Tus gritos estridentes y tu actitud caprichosa me sacaban una sonrisa escondida tras el peluche de mi chaleco. Me hacia feliz el hecho de saber que eras igual que siempre. No habías cambiado nada. A ratos sentía que viajaba en el tiempo, que todo era como había sido siempre hacía 4 años en Wammy’s. Estabas más vivo que nunca a pesar de las derrotas, a pesar de las heridas.

Vivir contigo era mirarte desde lejos, admirar cada detalle de tu cuerpo inclinado con aquel gesto pensativo enterrado en el sillón. Tu perfil salpicado por la luz incandescente de tu ordenador divagando sobre la mejor manera de vencer al asesino. Yo, Matt el amigo incondicional estúpido e inútil en el exilio de mi propia mente entre sangre de pixeles y katanas japonesas tratando de ocultar mis verdaderos pensamientos, ya no de mi mismo si no de ti. Porque si no los contenía explotarían sin control. Las fuerzas interiores que poseía para no abalanzarme sobre ti eran poderosas. Todo era porque yo sabía las consecuencias de cualquier movimiento en falso delatador. Mientras tanto adoraba recorrer con mis ojos pecadores tus brazos delgados y pálidos sosteniendo una barra de chocolate deseando ser sometido bajo aquellas divinas extremidades. Tu cuerpo ceñido al PVC negro era como el de un dios. Recrear tu cuerpo desnudo en la bañera era una delicia. Eras tan atractivo para mí que en realidad eras una adicción. Malditos pantalones ajustados a tus curvas varoniles que hacían que casi se me desbordaran las córneas. En mis fantasías todas ellas mi pertenecían. Tomaba con mis labios esos espacios descubiertos por la ropa, asaltando con mi lengua tu suave piel. Disculpa la dureza de mi cuerpo, pero el simple hecho de pensar en ti y de imaginarte así no me hacia desear nada más.

Para ese entonces yo estaba cien por ciento seguro de lo que sentía por ti. Ya no me cuestionaba sobre mi moral o sobre la moral del mundo. ¿Acaso el mundo en verdad poseía una moral? Ya no se trataba de esas cuestiones. El asunto era simple. Yo me había enamorado de ti por ser como eres. Quizá no tenía una razón específica, simplemente había sucedido. Había puesto no solo mis ojos si no mi corazón en aquel rubio egoísta que adoraba hacerme enojar. Sabía que detrás de toda esa farsa de hacerse el duro había un Mello de buen corazón. Buscaba incansablemente esa calidez en tus ojos. Quería ver tus pensamientos. Quería hallarme en tu mente, que tú me pensaras tanto como te pensaba yo. Sonreía mucho conmigo mismo. El tintineo de tu voz haciendo burlas sobre mí sonriéndole a mi consola se volvió una melodía bastante frecuente en la sala de nuestra pequeña guarida.

Cuando salía a fumar me gustaba mucho pensar en todo esto. Creo que viví más tiempo en la ficción de querer ser tu amante que en la vida real. El viento fresco golpeando mi cara llevándose lejos el humor del tabaco me hacia volver a la realidad. Susurrándome al oído que estaba solo, patéticamente en un porche construyendo castillos en el aire. Posado entre nubes de quimeras. Tu silueta despreocupada atenta en los preparativos para tu viaje a NY. Agudos ojos posados en una pantalla LCD llena de caracteres. Sabía que pronto nos marcharíamos. Cada momento sabía tan dulce porque podía ser el último. Ese pensamiento junto con los recuerdos de mis pesadillas me dejaba meditando mucho en el desastre que pudiera venir. Luchar contra Kira no significaba otra cosa más que la antesala de nuestra ruina. Nos arrastraría a la perdición y la muerte bajo el yugo de su pluma. El era un asesino despiadado. Que acabaría con cualquiera en su camino para convertirse en dios. Que estúpido pensamiento el suyo. Sacrificando vidas por la justicia y un mundo nuevo. L murió a manos de ese canalla. Debías sentir que querías salir corriendo y matarlo en ese instante si pudieras. Lo veía en tus ojos, en la forma en la que triturabas los chocolates con tus dientes. Ese coraje que sentías amargaba tu corazón. Yo deseando ocultar mis sentimientos pero a la vez pensando en que podría ser mi última oportunidad para mostrarte el amor que sentía por ti. Aniquilar esa amargura con las caricias de mis manos.

Yo estaba seguro que te negarías. Que si me atrevía algún día a declararte mi sentir me darías una santa paliza que me dejaría cojo por siempre. Perdería tu amistad y sobretodo tu confianza. Aunque sabía que no había ninguna mujer en tu vida eso no significaba que pudiera haber un hombre. ¿O sí? Pero yo pienso que no quería que supieras que te veía diferente, no porque fueras heterosexual si no, porque si no lo eras no sabría qué hacer. Moriría quizá. Me mataría la pura emoción. Pero era difícil en si saberlo, Jamás salía palabra con una pizca de amabilidad de ti hacía mi de tu boca que me pudiera revelar algo mas allá. Jamás te interesabas por conocer más de mí o por compartir otras cosas conmigo que no fuera el caso Kira. Pero de alguna manera sabía que bajo de todo eso estabas agradecido conmigo por haberte salvado. Confiabas en mí, y estabas ahí, conmigo en ese apartamentucho. Aunque fueras caprichoso y egoísta, a veces tu silencio era de lo más amable conmigo. Quizá no sé si me explique. Es algo que solo yo puedo entender. Era un silencio bastante cómodo. Como si hubiéramos traspasado el poder de las palabras. El sosiego inmolaba las palabras y estas se habían vuelto innecesarias.

Aunque tú fueras un hombre al igual que yo no era un problema porque yo amaba a Mihael Keehl. Con todo y sus atractivas formas varoniles y ligeramente felinas. Pero tú, Mihael Keehl estabas empeñado en nada más que en obtener tu victoria. Enamorado de tu afán constante por no de arrebatar a Near la victoria. Llegué a sentir cierto recelo del pequeño inerte. En esa habitación donde ambos permanecíamos sentados respirábamos aires distintos. Yo te respiraba a ti y tú respirabas tus planes para vencer al asesino y vengar a L. En el corazón de Mello no había lugar para mí. Ese pensamiento contrarrestando la felicidad que me provocaba el estar contigo me dolía. Me causaba dolor el hecho de saber que Matt no vivía en los pensamientos de la persona que mas amaba en el mundo. La única persona hacia la que había sentido amor verdadero.

Mientras más tiempo pasara cerca de ti más me enamoraba y fue algo que no habría podido evitar y no podía seguir evitando envenenarme más con ese sentimiento. Dulce veneno que recorría mis entrañas. Se revolcaba en mi mente. Hacía trisas mi estomago. No iba a perderte de ninguna manera. Aun así tuviera que fingir que ese sentimiento, que estaba tan presente en mí, no existía. Matar mis expresiones y convertirme en un idiota al que poco le importaba si el mundo se hacía pedazos afuera. ¡Que difícil fue hacerlo! Pero era necesario. Me tragaría mis deseos antes de ser rechazado por ti. Puesto que era imposible que tú aceptaras el amor de alguien como yo. Entonces las cosas comenzaron a cambiar. Al principio yo pensé que era mi imaginación. Tú te habías vuelto no solo mas frio conmigo si no que yo era prácticamente un fantasma que dormía, comía y vivía a tu lado sin ser percibido. Transparente y desdeñado con la interrogante al filo de la garganta sofocándome.

Me comenzaste a ignorar. Ibas de aquí a allá sin siquiera dirigirme la palabra. Me habías pedido ayuda con el caso pero eran pocas las palabras que cruzábamos. Era casi como si me estuvieras eludiendo. Mientras tú vivías prendado de tus planes de obtener información de la SPK para sabotear a Near, yo vivía prendado de aquellos sueños de que tu algún día te dieras cuenta de lo que yo sentía y que no me odiaras por ello. No quería ver tu cara de asco hacía mi gritándome que era un homosexual y que no querías volver a verme. Me asechaban las posibles reacciones que pudieras tener si todo se echaba a perder. Pero esos últimos días antes de que te marcharas rumbo a Nueva York era como si prácticamente fuéramos desconocidos. Habías construido una muralla entre los dos y mi corazón se estaba partiendo. Tú no lo veías, pero se debatía entre dejarse extinguir en aquel fuego o morir y darlo todo por perdido.

Entonces paso algo inesperado. No sé si algún ser superior se compadeció de mi pobre alma de gamer pero jamás lo olvidare. Recuerdo que ese día me había quedado dormido jugando algún videojuego por el cual había hecho una enorme fila en un supermercado. No descansé hasta terminarlo. Por culpa de esa estúpida determinación me había quedado dormido en el sillón y había olvidado por completo mi labor. Ni siquiera recuerdo que me habías encargado, estaba tan emocionado por el estúpido juego que ni siquiera me había dado cuenta que me habías dejado instrucciones en el ordenador.

¡Estabas tan molesto! Debo confesar que eres aun más lindo cuando frunces el ceño mordiéndote el labio demostrando tu enojo. Dabas vueltas por todos lados, parecías un huracán que estaba a punto de hacer destrozos por todo el lugar. Yo a medio despertar, aun miraba tu borrosa silueta sin entender mucho de tus gritos. Entonces te acercaste a mí. Lo sé porque el aliento se me fue y apenas podía sostenerme del esfuerzo que estaba haciendo por disimular lo nervioso que en verdad me estabas poniendo, sin mencionar otro asunto más abajo que también se ponía un poco tenso. Ese aroma desprendiéndose de tus labios tan cerca a mí con ese ligero olor a chocolate amargo estaba pudiendo conmigo y tu, enfrascado en tu furia, me miraste desafiante. Siempre que te enfadabas hacías lo mismo. Me tomabas de la chaqueta, me ponías los ojos de pistola más sádicos que podías y Matt cedía con una mueca en su inexpresivo rostro y complacía lo que sea que fuese tu capricho. Pero esta vez fue diferente. No pudiste sostener la mirada. ¡Jamás te había visto mirar así! ¡Se quebraba! Pude ver como tus ojos que estaban enardecidos se fueron tornando de un azul profundo, opaco y apacible. Como el cielo nublado de la mañana tranquila. El brillo incandescente desapareció y se apartaron de mí. Tus manos que a pesar de ser menudas son bastante fuertes dejaron de ejercer presión. Entonces te marchaste sin decir una palabra. Cuando te fuiste halle confort reviviendo aquella mirada tuya. Era viajar al pasado. Eran tus ojos de niño. Era ese Mello que tanto había buscado. Pero… ¿Por qué? La pregunta dio vueltas sin respuesta hasta marearme. Me quede mudo. Por unos minutos me había quedado ahí simplemente sentado sin moverme una pulgada preguntándome ¿Qué había sido eso? Había mirado mas allá de ellos y había vuelto a ver a ese Mello humano que tanto te afanas en esconder.

Mire mucho rato la puerta entre abierta. Sabía que no habrías ido lejos pero era difícil saber en si a donde habías ido. Antes del incidente estabas muy nervioso. Quizá solo había sido eso. Me retire a tomar un largo baño. Sin duda esperaría hasta que volvieras encerrado ahí sumergiéndome en aquella agua jabonosa. Continúe cavilando sobre lo sucedido hasta que mis Cuestionamientos se toparon con unas imágenes no muy decorosas de ti y de mí en esa misma bañera. Si hubieras estado ahí habría tallado tu espalda y habría dejado correr el agua en jabonando tus pectorales besando tu dulce cuello. Probando tu piel. Rodee mi propio cuerpo con mis brazos imaginando que eran los tuyos que me estrechaban. Cobijando mi soledad. “Te amo Matt” susurro el fantasma de mis más profundos anhelos. Creo que aun sonreía cuando Salí del baño. Como ya podrás saber mi mente aun vagaba en aquello brazos delineando mi cuerpo con su fuerza. No me di cuenta que ya estabas en casa. El estar pensando en ti me había emocionado bastante verás, yo estaba más preocupado por recrear en mi mente la sensación de tu abrazo que por el bultito que se estaba asomando bajo mi vientre. Cuando menos lo espere estabas ahí. Lo peor no era eso si no que me estabas mirando y de una forma que las palabras no alcanzarían para describir. Yo conocía esa lujuria, yo la conocía porque la había visto en mis propios ojos. Reflejada en mí. Acariciando levemente con la vista atrapada en mi cuerpo desnudo. Di un sobresalto y pensé que me desmayaría pero me controle respirando profundo. Era imposible, pero tenía que hacerlo. Serené mi rostro pero aquel tono que lleno mis mejillas era bastante evidente. Lo más chistoso era que ni tu dejabas de mirar ni yo me quitaba de tu paso. Mis mejillas ardían mientras contemplabas mi cuerpo al descubierto y vehemente. Sentí un poco de vergüenza por las cicatrices de balas que tenía de un tiroteo en una misión fallida en mis primeros días de aventuras. Recuerdo haber pensando ser invencible al no haber muerto aquel día. Ahora me estaba muriendo y no era por unas balas de acero si no unos ojos de hoguera que me quemaban de pasión. Mi corazón latía a mil, tan rápido que reventaría. Mi piel respondía a simples impulsos. Se me olvidó hasta mi nombre. Estaba completamente rígido. Entonces sentí como el tiempo se detuvo. Todo pasaba en cámara lenta. No podías mirarme a los ojos. No quería que lo hicieras porque no habría sabido donde esconder los míos. Entonces algo se apodero de mí. No sé exactamente porque pero comencé a reír para mis adentros. Quería decir algo atrevido que te abalanzara sobre mí. Quería tentar y ver si podías escuchar mis gritos de desesperación escondidos tras una frase sarcástica. Pero era demasiado. Respire profundo para dominar los nervios en mi interior que me estaban quebrando y de mi boca se escapo algo tan nimio que ni siquiera lo recuerdo. Entonces parpadeé. Me tomo una milésima de segundo perder de vista aquel cuadro tan ilógico pero a la vez real. Apenas mis párpados despertaron una vez más al mundo en aquel segundo que pareció eterno y habías desaparecido una vez más. Te habías ido de mi tal y como lo temía. Quizá no mirabas con arrebato. Quizá mi locura me estaba haciendo ver visiones y era con desdén con lo que me mirabas. Me había delatado. Mi cuerpo me había delatado. Yo mismo me había tirado a las llamas del infierno. Escuché ese sonido de mi moto arrancar. Aquel rugido que se iba desvaneciendo en mi conciencia. ¿Te había perdido? Quise correr tras de ti pero era muy tarde, apenas asomé mi cuerpo por la puerta y ya no estabas. Te habías marchado tan rápido que sentía que no podía sostenerme mas porque tu ausencia era demasiado. Una vez más te habías marchado sin mí. Pero esta vez yo no cometería el mismo error de dejarte ir.

Notas finales:

EN la escena del Baño, Mello tenia rato en la sala despues de regresar del incidente y como estaba nervioso no le dio mucha importancia. Matt perdio la nocion del tiempo en el baño.

 

En este capitulo no escuche la gran cosa de musica. Es incluso decepcionante para mi, que practicamente sin musica no voy a ningun lado, que el sountrack estuvo un tanto pobre.

pero escuchese

When the storm subsides de In this Moment

Surrender del mismo grupo In this moment

Continuamos.

Gracias por los Reviews, recuerden que estos me impulsan a escribir y a tener mejores ideas al respecto.

Compartan su opinion. ME dara gusto leer.

Itxy


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).