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Terremoto México 1985 por chibiichigo

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Notas del fanfic:

este es un fic dedicado a todos mis compatriotas y en general a todos aquellos que han tenido la desgracia de experimentar un desastre natural.

Notas del capitulo:

este fic es en pro de la cultura de la prevención. todos sabemos lo que ocurre en esta clase de eventos y las consecuencias tan terribles que tienen. Hace exactamente 23 años, en la ciudad de Mexico murieron más de mil personas y hasta la fecha más de 2000 siguen desaparecidos.

Si nos cuidaramos más, si tuvieramos cultura de simulacros en todo el mundo, las cifras serían muy reducidas.

este no es un fic romantico... es un fic realista. 

 Disclaimer:

Los personajes no me pertenecen, son de masashi kishimoto, pero las cifras, los lugares y demás eventos que aparecen aqui son reales

19 de agosto 1985

Hacía poco había llegado de Japón. Un ejecutivo de una importante compañía dispuesto a invertir en aquella ciudad de America Latina. La ciudad de México se erguía esplendorosa en medio de las montañas. Sin duda esa ciudad, por su cercanía con los Estados Unidos abriría camino para el desarrollo nipón en el extranjero. Y era él, Gaara Sabaku, en compañía de su socio y esposo, Sasuke Uchiha quien abriría esa brecha.

Consiguieron un modesto departamento en la zona de Tlatelolco, donde 17 años antes se había generado una matanza a estudiantes de la Universidad Nacional Autonoma de México propiciada por el gobierno, pero para ese entonces únicamente conmemorada el dos de octubre.

En el departamento número 33 del edificio Nuevo León fue donde tuvieron la esperanza de construir un hogar, desarrollar sus empresas y encontrar una manera de llegar por México, las tan llamadas puertas de entrada a America Latina, a consolidarse como el poderoso imperio económico que eran en Oriente.

-¿Te gusta la casa cielo?- preguntó Sasuke a Gaara mientras lo tomaba por la cintura y lo besaba tiernamnte, al tiempo que admiraba el departamento.

-Es muy pequeño…- se quejó el pelirrojo haciendo una discreta rabieta que solo causó diversión en su pareja.

-Ya lo se, sin embargo en este momento no podemos permitirnos muchos lujos y este lugar, a pesar de estar en una zona popular es iluminado y lleno de vida, por no mencionar que queda increíblemente cerca de los edificios donde estaremos trabajando.- apuntó el Uchiha, revolviéndole el cabello al menor, como si se tratara de un niño pequeño. Esto causó cierta incomodidad en el pelirrojo. Había escuchado esa perorata por lo menos tres veces en el día.

-Ya se casi de memoria las ventajas que tiene este lugar, y no negaré que me parece lindo y bullicioso, pero creo que necesitaremos más espacio.

El azabache únicamente rodó los ojos. El niño de sus ojos era muy infantil como para ser verdad.

18 de septiembre 1985

Caminaba de regreso a casa, donde seguramente Gaara estaría esperándolo con algún quejido infantil o un gesto de desesperación. Había jurado que llegaría a tiempo para la cena en conmemoración a su aniversario de bodas. Le costaba creer que ya llevaba tres años de feliz matrimonio con ese pelirrojito que desprendía suspiros esporádicos en su persona.

En la ajetreada ciudad de México se respiraba ese típico aire de estrés y ansiedad, expresado como mal humor entre los habitantes y muchos pitidos del claxon. Esa sociedad estaba demasiado inmiscuida en su caos urbano y se olvidaba de las cosas más simples pero más hermosas.

Llegó a casa tan rápido como pudo, teniendo que morderse la lengua para contener esas inmensas ganas que tenía de darle a Gaara la sorpresa más agradable del día.

-Otra vez llegas tarde- decía el de orbes aguamarina con un tinte de decepción.

-Lo siento- se excusó el moreno. –Tuve una reunión importante…

-Pero me prometiste que estarías aquí…- insistió el otro, sentido. Sasuke simplemente lo besó castamente en los labios.

-Bueno. Pero tengo una sorpresa para ti, además la noche es joven y podemos hacer cositas pervertidas para celebrar que eres el hombre de mi vida hace tres años para aspectos de legalidad.- comenzó seductor. Gaara simplemente le dio un empujoncito.

-Lo siento señor Uchiha, pero mañana tengo que salir muy temprano. Y con eso quiero decir antes de las siete de la mañana… por cierto ¿Cuál es la sorpesa?- preguntó intrigado.

-Pues verás, se que eres hombre de negocios así que te propongo un trato. Dame un beso y te digo- comenzó juguetón. El pelirrojo consideró las opciones y se acercó lentamente a los labios de su pareja para detenerse en el ultimo momento.

-En tus sueños. Ningún chisme es tan valioso como un beso de mi boca, así sea para mi impuntual marido- dijo con suficiencia. Luego le dedicó una sonrisa picara y se dio la media vuelta. Sasuke le sostuvo la mano y lo jaló hacía donde se encontraba.

-¿Qué me dirías si te digo que acabo de cerrar un trato multimillonario y que podremos expandir la empresa e incluso comprar acciones?

-Te diría que estás loco, por supuesto…

-Pues no estoy loco. Mira el papel que avala mis palabras.- sacó un folder del portafolios y se lo extendió a Gaara, que casi se lo arrebató para verlo detenidamente.

No podía creer lo que veían sus ojos. Esos eran muchos ceros…

Comenzó a brincar extasiado y a besar fugazmente a Sasuke, quien solo sonreía ante ese ataque de hiperactividad. Supo que debía aprovechar ese momento para tener un momento de intimidad con su esposo sin que este se resistiera con el pretexto de “levantarse temprano”

Entre besos, abrazos y extasis comenzó a pasar sus manos hábilmente por el cuerpo marmoleo de Gaara, desnudándolo. El otro respondía candentemente al deseo de su esposo, producto de la emoción y del amor que le tenía…

 

19 de septiembre 1985

Gaara se despertó antes de las seis de la mañana. Estaba únicamente cubierto por una sábana y férreamente abrazado por su pareja. Desperezándose, se levantó y se dispuso a darse una ducha.

Al salir, el moreno lo miraba intrigado desde la cama. A los ojos de Sasuke parecía ser un poema, una obra de arte o cualquier otra cosa digna de contemplación, sin embargo esa mirada casi lujuriosa amenazaban con retrasarlo para su cita.

-¿Qué tanto me miras? Deberías estarte vistiendo para ir al trabajo- lo reprendió.

-¿Qué? ¿No puedo quedarme admirando la belleza inigualable de mi marido ni por cinco minutos?- dijo fingiendo sentirse ofendido. Gaara simplemente le sonrió de medio lado y le lanzó la corbata que sostenía en la mano.

-Eres un tonto… es insoportable no poder estar molesto contigo.

-Sabes que me amas…

-Eso lo pondría en tela de juicio- contestó juguetón el de ojos claros. Luego le sacó infantilmente la lengua y continuó con sus actividades.

Salió de la casa a las siete en punto, temiendo no llegar a tiempo al compromiso. Sasuke le había dicho que se iría un poco más tarde de lo habitual porque no había necesidad de llegar a la oficina temprano ese día. Típico pretexto de su pareja para decir que tenía flojera…

A medio camino iba cuando notó que le faltaban los papeles del contrato que debía llevar. Miró su reloj… las 7:15.

-mierda…-dijo antes de dar la media vuelta con paso presuroso y regresar a la casa. No entendía como se le habían olvidado esos papeles sobre la mesa, si los había colocado ahí precisamente para tenerlos a la vista.

Iba casi llegando a la entrada del edificio cuando sintió que el suelo comenzaba a moverse, primero discretamente y después de forma más violenta. Se agarró de un poste que tenía cerca y decidió esperar a que terminara.

Para él no era poco común formar parte de un movimiento sísmico. Al vivir en Japón era sometido a cientos de pequeños temblores al día…

El temblor estaba durando mucho. Era alarmante. Comenzó a rogarle al cielo porque el Uchiha estuviera bien. Fijó su vista en el edificio, preguntándose si seguiría en casa. Lo más probable era que si, puesto que estaba por meterse a la ducha cuando él había salido.

De pronto, ante sus ojos llenos de pánico, y los gritos desconsolados de los demás transeúntes, el edificio, SU edificio comenzó a caer.

No podía creerlo. Eso no era verdad… se comenzó a repetir en voz alta, pese a que no podía engañar a sus ojos ni convencerlos de que no lo había visto. Tan pronto cesó el temblor, echó a correr.

Mientras recorría esa eterna media calle que lo separaba de su destino, escuchaba el llanto de los niños, los gritos desesperados de hombres y mujeres que corrían en todas direcciones intentando adivinar que hacer en medio de todo ese caos. Gente queriendo recuperar algunas de sus pertenencias antes de que, a causa de los fallos eléctricos y del temblor mismo, la zona se pudiera convertir en pasto de las llamas. Por lo menos un acta de nacimiento, el registro de propiedad o algo que pudiera atestiguar su existencia y su ciudadanía mexicana. Otros más comenzaban a rascar las piedras en busca de alguna persona que hubiera quedado aprisionada en aquellos montones de escombros, que hasta hace unos minutos llamaban hogar.

Gaara corría tan rápido como le daban los pies, pero se sorprendía de no avanzar mucho. Se le estaba nublando la cabeza… era el más puro estado de pánico que alguien pudiera experimentar.

Llegó al que era su edificio y comenzó a gritar desesperado en busca de su pareja. Necesitaba encontrarlo para estar moderadamente más tranquilo. No le importaba haber perdido las cosas. Lo material era algo que se podía reponer a base del esfuerzo y la dedicación pero Sasuke… no podía ni pensar en eso. Era demasiado doloroso incluso imaginarlo.

-¡¡¡¡¡SASUKE!!!!!- la garganta le dolía debido al polvo y a la potencia de los gritos que profería. No le importaba.

Muchas otras personas se encontraban en la misma empresa. Removiendo escombros solamente para encontrar alguna persona que había muerto o se encontraba muy malherida. Se instalaron campamentos improvisados por la misma población para atender a esas personas que encontraban, ya que la ayuda gubernamental era completamente insuficiente.

Según los informes que habían llegado por parte de las autoridades o de las líneas telefónicas que corrieron con la suerte de no haberse descompuesto durante ese desastre natural, más de la ciudad había sido destruida. Aún no se sabía con precisión la cantidad de personas muertas, pero la Cruz Roja era insuficiente para ayudar a todas las personas. Algunos hospitales s habían caído, entre ellos el hospital Infatil Privado y el hospital general. Del infantil, únicamente se salvaron dos personas entre más de quinientas. Dos niños que habían nacido en la madrugada de ese fatal evento y en el General se habían salvado pocas personas. Todo había quedado destruido.

Gaara escuchaba con desaliento todo lo que ocurría. No había señales de radio y se encontraban incomunicados del resto del mundo, incluso del resto de la república.  Entre sus vecinos y demás personas que ofrecían ayuda para sacar a las personas de los restos del edificio Nuevo León, el que había caído. Sin embargo no había rastro alguno del Uchiha.

Gaara no sabía si sentirse agradecido o más desolado aun. Dadas las magnitudes de lo que había sucedido, lo normal hubiera sido que Sasuke hubiera vuelto del trabajo si es que se encontraba bien y volver a su lado. Pero era lo único en lo que podía aferrarse para no morir del dolor en ese preciso lugar.

“La Ciudad de México ha desaparecido” decían los titulares de los periódicos en todo el mundo. Las señales de radio habían desaparecido y por tanto nadie sabía que pasaba. La ayuda internacional y los cuerpos de rescate no llegaron sino hasta mucho tiempo después. Casi tres días.

Gaara no había dormido. Tenía las manos sangrantes por estar removiendo roca por roca, pero no se iba a dar por vencido. Había una ligera posibilidad de que su esposo continuara con vida, al igual que muchas personas que habían sido rescatadas.

De pronto, atisbó un mechón negro, cubierto de tierra. Desenfrenado, comenzó a lanzar las rocas, ladrillos y demás para descubrir el cuerpo.

No cabía duda, se trataba de Sasuke.

Intentó llamarlo mientras seguía quitando todos los escombros. No sabía si estaba vivo siquiera, pero necesitaba quitar todo de ahí… salvarlo.

Como pudo, arrancó el cuerpo de su pareja, empolvado y lleno de heridas y magulladuras de esa tumba y lo tocó. Comenzó a llamarlo más insistentemente.

-Sasuke… vamos. Yo se que estás bien. Deja de hacerte el tonto…- decía entre sollozos.  Acercó un poco más su mano a la cara del azabache.

Un alarido, más profundo y más cargado de dolor de lo que cualquier persona en este mundo hubiera imaginado resonó por los restos del edificio Nuevo Leon, en Tlatelolco.

Se había ido… se lo había llevado una catástrofe natural. A un hombre tan joven, tan amado y tan bueno, con un futuro por delante. Un hombre que, al igual que los otros miles que murieron abruptamente ese 19 de septiembre de 1985 no merecían morir.

 

 

 

 

Notas finales:

Solo quiero agregar algo y espero no sonar como a maestra de primaria ni nada pero me gustaría que se llevaran algo de la historia poruqe a mi parecer es importante recordar una frase

No podemos cambiar el hecho de que hay y habrá desastres naturales, pero si podemos cambiar nuestra actitud ante ellos. Si cuidamos de nosotros y procuramos acudir a areas seguras durante algún sismo u otra eventualidad evitaremos muertes innecesarias.

Cuidense mucho y espero esto les haya gustado

C.


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