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Contigo por AthenaExclamation67

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Contigo

By AthenaExclamation67

 

 

Habían pasado algunos días desde que se habían separado, todo parecía ir a las mil maravillas, pero aquella noche en la que todo debía ser perfecto, algo se torció. Una terrible discusión, un malentendido les distanció, dejándolos a ambos amándose en silencio, pero terriblemente dolidos cada uno por un motivo bien distinto.

 

"Flashback"

 

Ikki radiaba felicidad por cada poro de su piel, su sonrisa era inmensa, y por una vez en la vida había alguien que no fuera Shun que le hacía completamente feliz.

 

Solo hacía una semana que era oficial, pero sus encuentros ya se sucedías desde hacía algunos meses atrás.

Esa noche de sábado, Ikki quería celebrar, disfrutar del rato que había conseguido quedar con él a solas, después de echar a todos y cada uno de los habitantes de la mansión, les había dicho, mejor, ordenado, que regresaran muy tarde o comprobarían hasta donde llegaba la ira del Fénix.

 

Todos, coincidían en el gran cambio que Ikki había dado, a paso lento, pero ya no era aquel muchacho huraño y malhumorado de antes, así que sí podían ayudarle a ser feliz, no dudarían en consentirle.

 

Esa noche, organizó una gran cena, en realidad le ordenó a Tatsumi que la hiciera, le pidió "amablemente" que la dejara lista antes de marcharse con los demás.

 

Se arregló y fue directo a buscar a la otra parte implicada. Caminó los tres escasos pasos que le distanciaban de su objetivo y llamó a la puerta de esa habitación que conocía muy bien, igual que al dueño.

 

Lentamente, la puerta se abrió y lo vio. Allí estaba él, Hyoga, esperándole a pesar de no esperarlo, sonriente como siempre, con sus preciosos ojos azules brillando.

 

  • - ¿Quieres cenar conmigo? - susurró antes de besar sus labios.

 

Hyoga asintió nervioso, tomo la mano que le ofrecía Ikki y se fue con él hasta el comedor donde pudo ver la preciosa mesa con dos largas velas encendidas. Esa era la única iluminación que había en la habitación, la misma que hacia que su belleza aumentara con el reflejo de la tenue luz.

Abrió sus ojos sorprendido, y se sentó en la silla que muy caballerosamente, Ikki le ofreció. Lentamente la acompañó al tiempo que el cuerpo de Hyoga tomaba asiento y corrió al suyo.

 

Sirvió algo de vino y sonrió cuando lo probaba.

 

Cenaron tranquilamente, regalándose sonrisas y miradas, caricias que Ikki con sus pies descalzos ejercía sobre las piernas de Hyoga, rozando sus manos como por casualidad, viendo como Hyoga le correspondía pero de un modo algo extraño, casi tenia la sensación que rechazaba sus caricias, que sus sonrisas eran algo forzadas, algo que empezó a preocuparle.

Los largos silencios, su mirada perdida cuando le observaba, empezaban a inquietarle, pero cuando terminó de cenar, cuando estuvieron sentados frente a la TV ya tendría tiempo de preguntarle, quizás eran imaginaciones suyas, así que no le arruinaría la cena a Hyoga.

 

  • - Ve a sentarte, yo voy a recoger todo esto y ya regreso a tú lado... ¿sí?

 

Hyoga asintió nuevamente en silencio, se levantó y se fue hasta el cómodo sofá. Gesto que todavía puso más nervioso a Ikki, le extrañaba la situación, Hyoga siempre tenía su calida sonrisa, sus caricias involuntarias, pero esa noche era muy distinta a otras que ya habían compartido.

 

Ikki terminó de recogerlo todo y se fue al sofá, quería estar junto a Hyoga que esa noche parecía estar en otro mundo, tan frío, tan distante.

 

  • - Hyoga... ¿Qué te pasa? - dijo preocupado, tomando una de sus manos, acariciando su mejilla con la palma de la otra, tratando de averiguar si le pasaba algo.

 

Hyoga se apartó. Abrió completamente sus ojos y rechazó la caricia, provocándole a Ikki una horrible sensación.

 

  • - Hyoga... - dijo algo sorprendido - ¿por que te alejas así de mí? Yo... yo te amo Hyoga - confesó algo que aún no le había dicho hasta ahora - jamás te haría daño - añadió esperando una respuesta que nunca llegó.
  • - Ikki... - negaba con la cabeza - no... esto... no... es muy... - balbuceaba levantándose del sofá - es demasiado... yo... yo no se como... - calló sin más.

 

Ikki se puso furioso, Hyoga no le daba ningún motivo por el que se encontraba en ese estado, ninguna respuesta clara.

  • - ¡Responde de una maldita vez! - exclamó.

 

Hyoga se tensó.

 

  • - Ikki... yo... yo... - repetía una y otra vez enfureciendo más a Ikki con su indecisión.
  • - ¡ERES UN MALDITO COBARDE! - renegó - ni siquiera tienes el valor para rechazarme, para admitir que esto era un juego para ti.

 

Los ojos de Hyoga se humedecieron, las lágrimas empezaron a resbalar por su cara, lagrimas de dolor al tener que escuchar lo que Ikki acababa de decirle, de escupirle a la cara.

Hyoga dio un paso, acortando la distancia que había entre ellos y le cruzó la cara de una bofetada para salir corriendo después y encerrarse en su cuarto.

 

Cuando el resto de sus amigos regresaron, lo encontraron todo a oscuras, con Ikki frotándose la mejilla a pesar de que había pasado más de una hora y a Hyoga llorando encerrado en su cuarto.

 

"Fin Flashback"

 

En esos días, Ikki volvió a convertirse en el muchacho arisco del pasado, solo que esta vez ni hablaba con su hermano. Se encerró en lo más profundo de su mundo, poniéndose de nuevo esa coraza, alejándose de todos, especialmente de Hyoga con el que no volvió a cruzar una mirada, todavía podía sentir el ardor de los dedos de Hyoga impactando contra su cara.

 

Shun trató de hablarle, de consolarle, quería que se desahogara, pero solo conseguía que Ikki le tratara mal, como nunca antes había hecho, descargando toda su ira contra él, así que tomo una decisión, iría a preguntarle a Hyoga, necesitaba hacer algo, sentirse útil, comprender el porqué del estado de su hermano, el motivo por el cual esos días se habían estado esquivando, ignorándose, dañándose sin pronunciar palabra, solo con gestos y miradas.

Todo se le hacía tan extraño, jamás había visto a su hermano tan y sabía que esa felicidad la provocaba Hyoga, pero ese rencor, ese dolor tampoco antes lo había visto, esos cuatro días que siguieron a ese fatídico sábado fueron los peores de las vidas de todos ellos ya que se estaban viendo afectados por la separación.

 

Lentamente, pensando en que decir, en como actuar, Shun se fue hasta la habitación de Hyoga, golpeo contra la puerta suavemente y esperó, cruzó los dedos para que Hyoga le abriera la puerta, algo que solo tardó un minuto en suceder.

Se dio cuenta de que había llorado, sus ojos estaban rojos, hinchados y su aspecto que era siempre perfecto, era ahora lamentable.

 

  • - ¿Puedo pasar? - preguntó - creo que te haría bien hablar... - añadió sin muchas esperanzas.

 

Hyoga dejó escapar un suspiro y le cedió el paso apartándose de la puerta para que Shun pudiera entrar, cerrándola una vez lo hizo.

Shun caminó y se sentó en el borde de la cama, viendo como Hyoga hacía lo mismo pero de un modo diferente. Se sentó en el suelo y se abrazó al cuerpo de Shun, a su cintura, tomándole por sorpresa y empezando a llorar, algo que Ikki jamás hubiera hecho a pesar de estar muriendo de dolor.

Shun solo lo cobijo entre sus brazos y acarició sus cabellos, esperando el tiempo necesario para que Hyoga estuviese más calmado.

 

  • - Gracias Shun... - susurró un poco más tranquilo.
  • - No hay por que darlas Hyoga, siempre puedes contar conmigo - contestó acariciando sus cabellos.

 

Hyoga alzó su mirada, vio el dolor en los ojos de Shun, la preocupación estaba grabada en ellos y sintió que debía explicarle todo lo que había sucedido, algo que Shun agradeció, estaba muy asustado, preocupado por el estado en el que se encontraban ambos.

 

  • - ¿Y tú que contestaste? - preguntó al acabar de oír la explicación.

 

Hyoga pensó unos segundos, él no había dado respuesta a ninguna pregunta, solo se había sentido muy herido por las palabras de Ikki.

 

  • - Nada, yo solo me... - empezó a decir pero de pronto calló.

 

Pasaron todas las imágenes por su mente y entendió por que Ikki le habló así. Shun lo miraba, él sabía lo que debía estar sintiendo Ikki y después de la explicación de Hyoga lo entendió.

Hyoga no solo lo había rechazado, si no que además ni se había dado cuenta de que le abrió su corazón, que le declaró abiertamente que lo amaba y no recibió respuesta alguna.

 

  • - Que hice... - habló Hyoga - ahora entiendo todo. Shun, yo solo me asusté, me sentía tan bien que temí que todo fuera un sueño, que me despertaría solo nuevamente si le contestaba - decía - debo hablar con él, necesito disculparme, necesito que entienda lo que me sucedió, que sepa que yo también le amo - acabó de decir, poniéndose muy nervioso.

 

Shun sonrió, por un momento dudo, no sabía si Ikki estaría en lo cierto por sentirse rechazado o si como él creía todo había sido un malentendido.

 

  • - Hyoga... el mejor modo de arreglar esto es dejándolos solos. No te preocupes, hablaré con Saori, Seiya y Shiryu y lo entenderán. Os dejaremos solos el fin de semana para que podáis estar tranquilos.
  • - Gracias Shun... eres un ángel caído del cielo que nos ayuda a todos a sentirnos mejor - contestó agradecido - debo decírselo, debo demostrarle que quiero estar con él - añadió.

 

Contigo, quiero estar contigo
Y decirte que ya no puedo vivir sin ti
Contigo quiero ganar, contigo
Y conseguir que todo el tiempo sea estar junto a ti
Contigo, quiero estar contigo
Y decirte que ya no puedo vivir sin ti

Y sólo quiero vivir contigo
Y sólo quiero bailar contigo
Sólo quiero estar contigo
Y quiero ser lo que nunca he sido
Sólo quiero soñar contigo
Sólo voy a cantar contigo
Lo voy a hacer todo contigo
Ya ves, sé lo que me digo

Siento cuando estás, y tú me das tu voz con esa fuerza
Quiero oírte más tu voz gritar ese susurro loco.

 

Shun dejó a Hyoga en su cuarto, pensando, trazando el plan para ese fin de semana y llegó al salón donde se encontraban el resto de los habitantes de la casa salvo Ikki que estaba aún encerrado en su cuarto.

 

  • - Saori, Seiya, Shiryu... - habló decidido - nos vamos a ir de acampada el sábado por la mañana - añadió - debemos hacerlo para que ellos solos arreglen esta situación.

 

Saori y Shiryu sonrieron y asintieron, pero Seiya no estuvo de acuerdo, así que Shun se encargó de convencerle.

 

  • - Hazlo por mi Sei... - le pedía mirándole con sus esmeraldas brillando - sabré compensarte el fin de semana con creces - añadió sonriente.
  • - Está bien, mientras no acaben peor... - renegó.

 

Simplemente, ninguno de ellos era capaz de negarle algo a Shun.

 

Los cuatro, prepararon los bártulos. Por la mañana se irían, así que tras terminar de organizarlo todo, cenaron en compañía de los dos enamorados que por ese malentendido estaban separados.

 

Cada uno de ellos se fue a su cuarto a descansar, salvo Shun que hizo un último intento de hablar con su hermano.

 

  • - Ikki... ¿puedo entrar? - preguntó asomando su cabeza por la abertura de la puerta.

 

Ikki solo gruñó y se giró en la cama, pero no dijo que no, así que Shun entró y se estiró a sus espaldas, lo abrazó y susurró unas palabras.

 

  • - Siento todo esto Ikki, ojala me dejaras ayudarte.

Ikki suspiró, realmente en esos días desde el sábado, él fue el que pagó su enfado con Hyoga. Se giró y miró los preciosos ojos de su hermano, brillantes, tan expresivos como siempre, expresándole todo su amor.

  • - Perdóname Shun - lo abrazó - fui muy injusto contigo - añadió besando su frente - quédate esta noche aquí - pidió.

Shun se abrazó fuerte al cuerpo de Ikki y tras dejar un cariñoso beso sobre sus labios se durmió esperando que lo que estuviera organizando Hyoga diera resultado.

Por la mañana cuando Ikki despertó, Shun ya no estaba a su lado, salió a buscarlo encontrando solo a Hyoga en toda la mansión.

  • - Ho... hola - dijo Hyoga con algo de miedo - hice el desayuno... ¿quieres un café? - preguntó tratando de no mostrar nerviosismo en su voz.

Ikki se giró y lo miró con indiferencia, pudiendo apreciar un olor exquisito saliendo de la cocina.

  • - No tengo hambre - contestó y se volvió a su cuarto.

Ikki no deseaba verle, le dolió demasiado su rechazo, tenia grabado el preciso instante en el que le dijo "te amo" y no recibió ninguna respuesta. Aquella bofetada que aún ardía en su mejilla. La ausencia de palabras, toda aquella noche que debió ser perfecta y que resultó un desastre absoluto.

Hyoga se estremeció, le dolió ese desprecio, pero lo comprendió, ambos se habían dañado aquella noche, pero él no había sido consciente de ello hasta el día antes en el cual solo odiaba y amaba a Ikki, odio por sus palabras y un sentimiento, el amor que a pesar de sentirse muy herido no podía olvidarlo.

Agitó su cabeza, dándose ánimos a si mismo y desayunó solo, pensando en como abordarle en la hora de la comida. No sabía como lo haría, pero Ikki en algún momento tendría hambre, así que esperaría ansioso para poder estar con él.

Cuidadosamente, dejó todo listo para la hora de comer y se fue a entrenar. Realizó toda clase de ejercicios para tratar de despejar su mente y cuando acabó, volvió a su cuarto para ducharse.

Esa ducha lo relajó, le ayudó a tener fuerzas, aún no sabía como, pero estaba decidido a mostrarle a Ikki sus sentimientos.

Se vistió con un short de deporte y una musculosa y regresó a la cocina, viendo a Ikki sentado en la butaca del difunto Sr. Kiddo mirando la televisión, un programa de lucha donde dos tíos grandes como armarios estaban zurrándose, dándose golpes hasta caer rendidos.

Enseguida preparó la comida, algo sencillo pero rico, algo que esperaba que le gustase a Ikki, que calmara la fiera que tanto deseaba matarle.

Ikki empezó a ponerse nervioso, el ruido de los cacharros, ruido que le parecía que era hecho a propósito, lo estaba desquiciando.

Cuando ya no pudo más, se levantó furioso y se fue a la cocina para cantarle las cuarenta a Hyoga pero no pudo. Este, salía con una sonrisa esplendida dibujada en su boca que le hizo olvidar el ruido, el enfado y casi todo lo demás.

Se quedaron mirando el uno al otro, sonrojándose sin darse cuenta, en silencio hasta que uno de los dos se atrevió a hablar.

  • - Emm... La comida ya está - dijo Hyoga - pero imagino que no tienes hambre como antes - añadió llevando los platos a la mesa, sentándose y empezando a comer sin esperarle pero sin dejar de vigilarle.

Las tripas de Ikki empezaron a sonar, lo que había preparado Hyoga olía delicioso, así que buscó una excusa para poder sentarse a comer. Estaba hambriento, por culpa de su orgullo herido no había desayunado, así que pensó rápido y ocupó su lugar en la mesa.

  • - Comeré por no hacerte el feo, solo espero no morir envenenado - dijo sarcástico empezando a tragar la comida.
  • - Sí... Sí... Provecho - contestó aunque le hubiese gustado responder a tal provocación, lo cual creyó que no sería lo más adecuado.

Ikki no solo vacío ese plato, si no que fue a por más a la cocina, terminó el contenido de la olla y regresó para acabar de comer. Algo que a Hyoga le hizo pensar que se iba relajando la situación tensa que había entre ellos.

Se levantó y recogió su parte de la mesa regresando con algo en un pequeño recipiente de cristal, helado de chocolate, nada más y nada menos. El preferido de Ikki, el que había aprendido a saborear por todo el cuerpo de Hyoga en alguna de sus noches.

  • - Hay más en el congelador - dijo levantando su mirada.

Ikki no podía resistirse, pero no le daría el gusto de verle comer el helado, comiendo con él en la mesa ya había cedido demasiado así que se levantó, recogió su plato y su vaso y tras dejarlo en la pileta de los platos se fue al sofá, al gran butacón que solo el solía usar desde que su padre adoptivo les había faltado, recreándose con el helado que había cogido de la nevera.

Hyoga trató de ignorarlo, no cedería en la provocación, pero no dejó de mirarlo de reojo mientras entraba en la cocina. Recogió todos los platos y dejó todo ordenado para que Tatsumi lo encontrara todo como lo había dejado y se fue al salón.

  • - ¿Te molesta si me quedo aquí? - preguntó acariciando el respaldo del sofá con la palma de sus manos.

Ikki lo miro, no habló, pero negó con la cabeza. Una negación que le agradó a Hyoga, no significaba mucho, pero le indicó que no le molestaba su presencia.

Se estiró algo cansado, desde ese fatídico sábado, ninguno había dormido bien, así que tras ver como Ikki cambiaba continuamente de canal, tratando de fastidiarle se durmió. Se echó una pequeña siesta mientras Ikki lo vigilaba.

No podía dejar de ver sus cabellos rubios, su piel suave y algo bronceada, sus labios, su boca perfecta, deliciosa, muy tentadora. Recorrió con sus ojos todo su cuerpo y pudo ver como la piel de Hyoga se erizaba.

Se levantó tratando de hacer el menor ruido y tras tomar la manta que había en el respaldo del sofá lo arropó, apartó unos cabellos que caían en su cara y besó su frente involuntariamente, como si nada malo les hubiese separado.

Cuando recordó el dolor, se apartó y se fue a su cuarto, ofuscado por haber sido amable con él a pesar de dolor que Hyoga le había causado, maldiciéndose a si mismo.

Ikki, decidió salir a pasear, necesitaba aclarar sus ideas, el día que estaba pasando al lado de Hyoga le traía muy buenos recuerdos, pero también en su corazón residía el dolor, el rencor por la bofetada, pero por encima de todo, el rechazo al abrirle su corazón. Ikki sentía que se lo había entregado y que Hyoga lo había despreciado lanzándolo a un abismo.

Hyoga despertó, sorprendido por el calor de la manta y por el gesto de Ikki y que no había nadie más en la casa, pero algo sucedió, algo que no esperaba, algo que lo puso muy nervioso.

  • - ¿A dónde vas? - preguntó al ver como cogía su chaqueta.
  • - ¡A ti que te importa! - contestó saliendo por la puerta de la mansión dando un sonoro portazo.

Ese golpe lo estremeció, algo había pasado, algo mientras dormía que lo había dejado en ese estado. Ikki volvía a estar enfadado como por la mañana. Se quedó muy preocupado, preguntándose toda la tarde donde estaría, con quién estaría, empezando a creer que por ese malentendido lo había perdido para siempre.

Lloró irremediablemente, desconsolado, sin contenerse ya que nadie había en la casa que pudiera escucharle, esperándole por largo rato hasta bien entrada la noche, con el miedo recorriendo su cuerpo, miedo que le hacía temblar involuntariamente, miedo que le hizo enfadar.

No podía dejar de mirar el gran reloj que había en la entrada de la mansión, pudiendo apreciar que era muy tarde, empezando ha angustiarse hasta que oyó algo que le hizo dar un brinco sobre el sofá y quedar parado sobre sus pies.

  • - ¡SE PUEDE SABER DONDE ESTABAS! - gritó al ver que era Ikki el que llegaba.
  • - ¡ESO NO ES ASUNTO TUYO! - contestó amenazándole con la mirada, avanzando hasta dónde Hyoga se encontraba.
  • - ¡SÍ LO ES! - volvió a gritarle.

Ikki se abalanzó sobre Hyoga que retrocedió asustado hasta que una pared le cerró el paso.

  • - ¿Qué demonios quieres de mí? ¡Deja de acosarme! ¿Es que acaso no me rechazaste? - le espetó zarandeándolo por los hombros.
  • - Te quiero Ikki, a ti y solo a ti. Quiero estar contigo, estar a tu lado. Se que mi silencio te dolió, pero estaba abrumado, asustado por todas las sensaciones, todo era demasiado rápido y con tus gritos me sacaste de golpe de ellas, me olvidé de todo lo que me habías dicho, se me grabaron tus gritos, tus reclamos, todas las cosas que me dijiste en ese momento. Hasta ayer te seguía odiando, solo Shun consiguió abrirme los ojos, me hizo ver todo lo que ocurrió, recordando, haciendo que recordara todo lo que sentí esa noche - explicaba nervioso - pero ahora... Ikki... ahora se que solo contigo podría ser feliz por que te amo Ikki, te amo y quiero estar toda mi vida a tú lado - le confesó.

Ikki lo soltó, dejó de apretar los hombros de Hyoga con sus manos y lo miró desconcertado.

  • - Ikki, perdóname, no temas, jamás volveré a hacerte daño - añadió.
  • - ¿quién tiene miedo? - preguntó sarcástico.

Hyoga exasperó, no lograba que entendiera lo que había pasado.

  • - ¡TÚ TIENES MIEDO! - le gritó - ¡Igual que yo, igual que todos! - renegaba empezando a llorar por la rabia, por la amarga sensación que le hacía sentir el creer que lo había perdido - puedo leerlo en tus ojos, puedo verlo debajo de esa coraza tras la que te escodes - añadió desesperando, agitándose, temblando.
  • - Por qué... ¿por qué me conoces tan bien? - susurró lo bastante fuerte para que Hyoga le oyera, negando con la cabeza, mirándole fijamente, viéndole llorar, algo que no soportaba.

Ikki se arrebató, no podía verle llorar, eso lo lastimaba demasiado, le dolía más que cualquier otra cosa, más que le rechazara, más que lo ignorara, que no le amara.

Tomo las mejillas de Hyoga con sus manos, acariciándolas suavemente, besándolo después con pasión, demostrándole lo mucho que lo había extrañado esos cuatro días, dejándose caer agotado al suelo de rodillas, arrastrando a Hyoga con él.

  • - Perdóname Ikki, solo se que te amo - susurró levantando su mirada, quedando clavada en los ojos de Ikki, esperando esa respuesta ansiada que él mismo no le había dado.

Ikki sintió como de nuevo volvía la felicidad, miro a Hyoga como lo había hecho siempre, demostrándole cuanto le amaba y susurró algo a sus labios.

  • - Te amo Hyoga... Está todo olvidado...

Volvió a besarle, a acariciarle, sintiendo como de nuevo Hyoga se entregaba a él entre suspiros, entre bellas palabras. Demostrándose el uno al otro lo mucho que se amaban, olvidando cualquier miedo, cualquier rencor, dando solamente cabida al amor, nuevamente en su corazón.

Siento cuando estás, y tú me das tu voz con esa fuerza
Quiero oírte más tu voz gritar ese susurro loco

Contigo, quiero escuchar contigo
Esta canción que solamente habla de ti y de mi
Contigo, lo soy todo contigo
Me haces falta y ya no puedo vivir sin ti

Contigo, quiero estar contigo
Y decirte que ya no puedo vivir sin ti

Y sólo quiero vivir contigo
Y sólo quiero bailar contigo
Sólo quiero estar contigo
Y quiero ser lo que nunca he sido
Sólo quiero soñar contigo
Sólo voy a cantar contigo
Lo voy a hacer todo contigo
Ya ves, sé lo que me digo

Siento cuando estás, y tú me das tu voz con esa fuerza
Quiero oírte más tu voz gritar.

 

-Fin-


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