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La leyenda del fantasma por Shiochang

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La Leyenda del fantasma.
[Para mi amiga Keysie y a todas las demás]
Prologo: El enigma de la pintura

Hacia muchos años que aquella casa no era habitada por seres humanos, sus dueños actuales no habían podido venderla debido a que se murmuraba en el pueblo que la casa de la colina estaba embrujada o que habitaban fantasmas. Pero los dos jóvenes que la adquirieron eran de lo más raros y pagaron una suma exorbitante por el lugar, en especial porque desde fuera parecía una auténtica ruina. El jardín de entrada estaba tapado de malezas y alimañas de todos tipos, el interior era terriblemente espeluznante, la poca luz del sol que se filtraba, entraba por la parte en que los vidrios y los vitrales se encontraban rotos. El suelo crujía cada vez que alguien pisaba y el viento que se colaba por las rendijas producía ruidos que asustarían a cualquiera.
- Esta casa es genial - dijo Quatre sonriendo - es posible que desentrañemos un gran misterio aquí.
- Aún pienso que no son mas que rumores - le dijo Heero - aquí no parece haber fantasmas, simplemente la casa se encuentra descuidada.
- Tal vez, pero sería fantástico renovarla y dejarla como debió lucir hace 50 ó 60 años atrás.
- Es tu dinero - le respondió mirando todo - es extraño, me gustaría ver las imágenes de esos vitrales - subió por la escalera y despejó el sector que alcanzaba con sus manos y lo que encontró fueron unos ojos color violeta que lo miraban fijamente. Retrocedió diciéndose que era un efecto óptico y notó que su brillo desaparecía.
- ¿Pasa algo malo, Heero?
- No, lo mejor es que comencemos a hacer un poco de aseo aquí antes que tu gente llegue a reparar todo, tal vez encontremos una pista de la desaparición de sus habitantes.
- ¿Qué averiguaste?
- La familia emigró a este pueblo a inicios de 1902, era una pareja joven que estaban recién casados, el hombre puso grandes empresas y un hotel en el pueblo, le dio trabajo a mucha gente y el pueblo prosperó muchísimo en esos 10 años siguientes. Entonces, la familia tuvo tres hijos, dos varones y una mujer, los que a los 15 años fueron enviados a estudiar a Inglaterra - miró a su alrededor - la única que se quedó en casa fue la hija, que era la menor y se casó con el administrador del hotel de su padre. Cuando sus hermanos regresaron a casa, alrededor del año 1932, uno se había metido a cura y el otro estaba casado con una muchacha inglesa que le cayó muy bien a sus padres, él se hizo cargo de gran parte de los negocios de su padre y le dejó el hotel a su cuñado, pero ella estaba furiosa, se dice que ellos esperaban heredarlo todo dado que se habían quedado con ellos y habían trabajado duro durante la depresión de entre guerras.
- Habría sido lo más lógico, pero eran los varones los que heredaban todo ¿no?
- Así es, tuvieron una terrible discusión, en especial porque el hermano cura le cedió por escrito su parte a su hermano menor dado que la gente le había contado que tanto su hermana como su cuñado eran patrones abusadores con sus trabajadores. Ellos se marcharon del pueblo al iniciarse la segunda guerra y nadie supo nada de ellos hasta el vigésimo cumpleaños del único hijo de la pareja, poco antes que murieran sus padres de una extraña manera en 1956. Se habló mucho que habían sido envenenados, pero no había rastro de veneno en su sangre. Un año más tarde murieron en un extraño accidente el hermano y su esposa, y poco después desapareció el hijo sin dejar huella, al igual que su tía y su esposo, la gente los buscó arduamente ya que la empresa estaba por ser rematada por el estado y la gente iba a quedarse sin empleo, pero nada encontraron y el banco intentó vender la casa para pagar las deudas, pero la gente que la compro se mudó casi dos semanas más tarde sin decir nada y se dio a correr el rumor que la casa estaba maldita.
- Pues yo quiero ver los fantasmas de esta casa, existen vibraciones extrañas aquí - dijo el rubio. Heero hizo un gesto y abrió una puerta, ya estaba acostumbrado a los extraños comentarios de su compañero, después de todo, si bien no se fiaba mucho, sabía que ciertamente el rubio tenía poderes paranormales - espera, parece que hay algo dentro... - pero su amigo ya había entrado.
- No hay nada - le dijo molesto abriendo las cortinas y fijó sus ojos en un cuadro sobre la chimenea, sobre este había unas palabras escritas - "Ore wa omea o mamoritai"
- ¿Qué significa eso?
- Quiero protegerte - dijo mirando a los dos personajes, uno de ellos, un ángel de hermosas alas blancas, era igualito a él y con una de ellas cuidaba a otro de color negro que tenía los ojos extrañamente como los que vio en el vitral.
Quatre fijó también su mirada en el retrato, el parecer era una de las pocas cosas que estaban en perfecto estado en la casa. Sí, era como un presagio, Heero era el ángel guardián de aquel ser que custodiaban sus alas y de seguro eran uno, como el día y la noche.
- Es un chico bastante guapo - comentó - pero me pregunto ¿qué significa que tú también estés en el retrato?
- Dímelo tú, eres el parasicólogo ¿no?
- Bueno, la única explicación que yo le encuentro es que ambos ángeles son complemento uno del otro, el blanco tiene muchos más poderes que el negro y este está un tanto indefenso a la luz del día y por eso lo protege - sonrió mirándolo más de cerca - es su amor, su complemento, y por eso estamos aquí ¿no lo ves? Para encontrar a tu ángel.
- Estás bien loquito.
- Oh, vamos, Heero, yo siempre he pensado que eres como un ángel.
- Claro, claro - le replicó sarcástico - mejor busquemos un buen lugar para alojar esta noche, donde no haya ratones ni alimañas - agregó saliendo de allí.
- No te enfades - le dijo sonriendo divertido su amigo árabe saliendo del cuarto y tomándose de su brazo.
"Parece que al fin has llegado a mi lado, mi ángel"

Heero y Quatre habían abierto una habitación en la planta baja que se encontraba vacía y habían decidido quedarse allí porque el lugar había muchas antigüedades invaluables. Del coche habían sacado dos colchonetas y dos sacos de dormir, además de linternas a pilas, unas frazadas y una cinta de embalaje para cubrir las rendijas por donde entraba el aire helado. Quatre había encendido una pequeña estufa y la habitación se había entibiado, así que ambos se dispusieron a dormir.
"Eres hermoso, mi ángel blanco" y se acurrucó contra su espalda abrazándolo "ya estaba perdiendo la esperanza que volvieras por mí".
Heero, medio dormido, sintió que lo abrazaban por detrás, pero no quiso abrir los ojos pensando que era Quatre quien lo molestaba otra vez "voy a tener que repetirle en la mañana que no me gusta que haga esto, que si se siente abandonado, se busque a otro" se dijo molesto.
"Me gustaría saber si me puedes encontrar, corazón mío" lo besó en la oreja.
- ¡Quatre, no molestes! - gritó dándose vuelta para encender una luz.
- ¿Por qué te enojas conmigo, si yo no he hecho nada? - le dijo el rubio abriendo los ojos bastante lejos de Heero y del otro lado de este.
- Debo haber estado soñando - le dijo a modo de disculpa - sentí que me abrazaban y me besaban.
- ¿Necesitas que alguien lo haga? - se ofreció Quatre.
- ¡No! - le replicó apagando la luz y dándole la espalda.
El rubio se sonrió, le encantaba provocar a Heero, tal vez en alguna ocasión le respondiera positivamente aunque fuera por cansancio. Cerró los ojos, pero los volvió a abrir al sentir una presencia extraña. Se enderezó y miró todo a su alrededor intentando agudizar sus poderes, pero no vio nada.
- Duérmete, Quatre, mañana habrá mucho trabajo por hacer - le dijo Heero.
- Sentí algo extraño - alegó.
- Si, tus tripas, no cenamos ¿recuerdas?
- Si, es verdad, tu sueño me hizo ponerme inquieto - se volvió a recostar y cerró los ojos.
"Me agrada saber que pronto estaremos juntos, mi ángel de luz"

Eran las ocho de la mañana cuando la gente de Quatre llegó a la casa junto con los dos restauradores que habían solicitado. Eran amigos de ellos, Trowa, de origen italiano, era restaurador de obras de arte y Wufei, de origen chino, era restaurador de fachadas antiguas.
- La casa tiene un gran potencial - dijo el chino mirando las paredes - no será mucho el trabajo para dejarla funcionando, no parece que haya termitas ni polillas, el material se encuentra en buenas condiciones, aunque ha perdido su tonalidad original.
- Seré yo quien tenga problemas - le dijo Trowa siguiendo a Heero por la casa - esos vitrales debieron ser bellísimos, como esos cuadros - le señaló - ¿crees que los antiguos dueños tuvieran un catastro?
- Tal vez en la bibioteca - se dirigieron hacia allá y se toparon con Quatre que traía una cara de espanto que preocupaba - ¿qué pasa?
- ¿Recuerdas el cuadro de los ángeles que vimos ayer? - Heero asintió - los ángeles del cuadro no están - los guió a la pintura - y ni siquiera puedo decir que se lo hayan robado, el escrito y el fondo están, no están los personajes.
- ¿Qué dice el lema?
- Quiero Protegerte - dijo Heero - que extraño.
- Bueno, tal vez se equivocaron y nunca estuvieron allí - dijo Wufei sorprendido.
- Joven Quatre, han llegado los aseadores y preguntan si empiezan por algún lugar específico.
- ¿Qué dices, Heero?
- Creo que por las habitaciones - respondió el japonés mirando el cuadro preocupado - esto es muy extraño.
- Bien, yo aprovecharé entonces de limpiar los vitrales - dijo Trowa mirando el del descanso al segundo piso - pareciera que tiene una escena con dos ángeles, se notan las alas de uno de ellos y una segunda figura.
- Bien, yo revisaré a ver si está el inventario que me pediste - dijo Heero
- Yo hablaré con los albañiles y comenzaré a reestructurar la fachada - dijo Wufei.
- Y yo me encargaré de revisar con mi gente el estado de las instalaciones sanitarias y si se puede poner electricidad y teléfono.
- Si, un poco de adelantos modernos nos harán bien para nuestro trabajo.
- Bien, pediré que nos avisen cuando llegue la comida - y los cuatro se separaron a hacer sus labores.

Heero ya llevaba un buen rato revisando libros, era extraño que habiendo tantos y de material natural no hubiese siquiera hongos, estaban en perfecto estado prácticamente, si no fuera por el polvo. Movió otro y se encontró con algo extraño, una miniatura del cuadro que estaba sobre la chimenea y al que ahora le faltaban los ángeles, movió la hoja y vio un nombre escrito: "Dúo Maxwell, 1958" y sobre las palabras una foto, un joven de alrededor de 20 años idéntico al ángel de negro de la pintura.
"Sabía que vendrías por mí, mi ángel de luz"
- ¿Quién anda allí?
"Tú sabes quien soy, hermoso mío" y lo abrazó por la espalda "pronto esteremos juntos".
Heero, entre asombrado y temeroso se volvió hacia la voz que lo hablaba y se fijó el la figura espectral frente a él, se puso blanco, y es que jamás había visto un verdadero fantasma. Soltó el libro que parecía ser un diario de vida y se desmayó.
"¿Mi ángel?"

Continuará...

Hola, yo de nuevo.
Espero que les guste esta historia, que pretendía ser de miedo pero está pareciendo que es más de misterio.
¡Premio a quien adivine quien es el fantasma!
Es la primera vez que incursiono en este campo, así que no sé como me vaya a salir, está cortito pues es sólo el prólogo, ya los demás serán más largos y más entretenidos.
Y por si acaso, el catastro es una especie de inventario de obras de arte.
Shio Chang.

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