Capítulo1 “Tú eres mi obsesión”
Aquí estoy de nuevo, frente a mi ordenador, tratando de escribir un montón de sandeces para que las personas sueñen y crean que no es más que un hecho real, cuando es pura ficción y que nada más podría suceder aquí.
Estudié en una universidad privada, y tengo 25 años de edad, ni siquiera les diré mi nombre, más bien, les diré que soy escritor por afición y acosador de profesión, ¿qué les parece?
Si todavía tienen en mente y no saben quién rayos les está contando esto, tampoco se los diré, sólo haré referencia a que por le momento debo mantenerme alejado de mi objeto de persecución.
Todo comenzó cuando lo vi en una cafetería. Estaba charlando con unos amigos al parecer y me dije al instante: “él debe ser tuyo”. Sí les pareció rápido, a mi también, ya me parecían que esas cosas del amor a primera vista no existen, sólo para deshacerse de los estúpidos que no son más que unos inútiles ociosos que miran a todos lados y no saben nada más que desear aquello que jamás tendrán porque o son tímidos o son unos cobardes de tiempo completo.
No crean que me quedé babeando o nada por el estilo. Si me sincero con ustedes, aquellos que leerán todo esto, me quedé con mis lentes de sol puestos, mis ojos son sensibles, y seguí bebiendo mi café, vigilando cada movimiento.
Luego noté que él iba al baño y como si nada, también fui a que ni ganas tenía, ya saben, tenía que investigar más profundamente lo que me estaba pasando, es que era de lo más absurdo e irreal que puede suceder, menos en Londres, en cualquier parte del mundo, menos aquí.
Les sigo contando…
Entré al baño y él bebía agua de la llave y se refrescaba. Me puse a ver de reojo, como aquellas gotas corrían por la comisura de sus labios y de perdían en su cuello. Me dio envidia, quisiera ser agua, daría cualquier cosa por haber sido esa agua recorriendo esa piel morena, y pronto, fui bajando hasta centrarme en su trasero.
Él subió la vista, así que miré y alcé una ceja, indiferente ante la situación, entonces, él me sonrió, levemente, pasó sus manos húmedas por su cabello negro azabache alborotado y se fue.
Tener todas esas imágenes, me había excitado un poco, imaginarme ya ese cuerpo sin ropa, todo dispuesto para mi, era demasiada información.
Ahora fui yo quien bebió agua apresuradamente y me atoré varias veces, debía calmar el creciente fuego que había dentro de mi… lavé mi rostro, nada, no despejaba mi cabeza, al contrario, estaba más obsesionado, él debe ser mío.
Salí del baño, algo incómodo, y él no estaba.
-¡Rayos!- pensé, tomé mi maletín y me fui como toda persona normal.
Mi auto me esperaba a las afueras de la cafetería, un Ferrari, último modelo, regalo de cumpleaños, auspiciado por mi padre. Saqué las llaves de mi bolsillo y aceleré a fondo, debía reunir cualquier tipo de información sobre mi nuevo capricho.
Llamé a mi inseparable amigo, era más interesado por estos temas y para variar lo encontré en una situación bastante “incómoda”. ¿Si está con alguien por qué rayos contesta el celular?, misterios de la vida, creo.
Lo que me alcanzó a decir y lo más decente fue que había hallado un nuevo juguete y lo estaba probando, así que le desee suerte en su nuevo experimento.
Llegué a mi despacho, debía ponerme a terminar mi nueva novela, pero ese chico me tenía trastornado, me costaba admitirlo, pero era la verdad.
¿Por qué no lo tomé y lo planté a la pared?, era cuestión de hacerlo y ya, silenciarlo con un buen beso y algo más experto.
Debe ser mío, debe ser mío, era lo que pensaba, pero, ¿cómo?, no tenía nombre, ni domicilio, ni nada, salvo un recuerdo bastante reciente y excitante de su trasero y de su sonrisa, además del agua que caía por su cuello.
-¡Demonios!- rompe unas hojas- esto no lo leería ni Santa Claus aunque se lo pidiese como regalo de navidad.
Aunque pensando claramente, me encantaría tenerlo a él desnudo, debajo de mí, con las mejillas rojas, sudando y doblegado, gimiendo mi nombre, pidiendo que lo haga mío, y yo, torturándolo con mis besos, pero ni siquiera Santa Claus es real, sólo cuando era pequeño lo creí y hasta le escribía cartas, era tan patético, que cuando las leo, me da vergüenza ajena.
Pasando a otro plano, luego de darle tantas vueltas y cavar un hoyo en el suelo, ya tenía la solución, si que soy inteligente.
-Voy a contratar a un detective privado, quien mejor que él, y agradezco a los celulares con cámaras, con eso me guiará hasta él y así podré cumplir todos mis caprichos, uno a uno- saca el celular de su bolsillo y enciende la pantalla- él es un buen detective privado- marca un número.
-Buenas tardes, servicio privado- desde el otro lado de la línea.
-¿Ya te desocupaste?
-Ah, eres tú, para ti, siempre disponible, ¿qué necesitas?- dice tomando un cenicero en su mano para botar las cenizas de su cigarrillo.
-Quiero que investigues a alguien.
-Pensé que me llamabas para que te inspirara en tu novela.
-Ya tuve suficiente.
-Te ha ido bastante bien, según dicen, será un best seller.
-Que más puedes esperar, hablas con el heredero único y legítimo de la herencia Malfoy.
-Dragón de plata, no me parece un mal seudónimo.
-Tampoco para mí, yendo directo al grano, tengo trabajo para ti.
-Lo que sea, estoy bastante aburrido.
-Quiero que me consigas la dirección, el teléfono, todo, su biografía de esta persona- conecta el celular al notebook y le envía la foto- enciende tu computador.
-Ok, está cargando el archivo, déjame tantito y lo veo.
-Apúrate.
-Ya estoy abriendo el archivo- hace un clic en el ícono- oh, pero que tenemos aquí.
-No te lo mandé para que babees sobre tu teclado, necesito que lo sigas por todas partes, decirme qué hace, sus horarios, todo, ¿me entendiste?
-Estás cayendo en lo mismo de la vez pasada.
-No es tu problema.
-Problemas se llevó el chico, que terminó 3 metros bajo tierra sin saber por qué lo estaban matando.
-¿Lo vas hacer o no?- dice el rubio impaciente.
-Ya sabes que si, además si la paga es tan generosa como la vez pasada, no tengo nada que reclamar.
-Llámame cuando consigas algo- corta la llamada- espero que sea más eficiente esta vez- retoma su último capítulo de la novela.
“Como pétalos que ruedan por tu piel, así quisiera que mis dedos pasasen por tu piel, robándome todo tu calor, te entregas y te poseo de la forma más brutal, enredando mis manos en tus cabellos, olvidándome hasta del día en que vivo, sólo mirándote mientras tus pupilas se dilatan de tanto placer y esos labios hinchados, semiabiertos, y tu pecho, que sube y baja al compás de una respiración agitada, poso mis manos blancas sobre éste, tú te sonrojas aún más, me parece que también acude algo a mis mejillas, un extraño calor, me sonríes y yo por inercia, hago lo mismo. Cambié mis manos, por mis labios, sin dejar de recorrer toda tu extensión, aquello que tanto me encantaba, ese olor que sólo tú posees y que apresa mis pensamientos”.
Repasó lo que escribió más de una vez, y agregó algunas cosas más…
Creo que si fueses un sueño, me gustaría pertenecer allí, cosa que al despertar, no fueras más que tú, a mi lado, durmiendo en la misma cama, y no seas ese espejismo de salvación en este desierto que llamo vida.
-¿Cómo?, ¿eso lo escribí yo?, debe ser una broma, nadie lo creería, si yo no lo creo, ¡nadie lo hará!, ¿en qué momento, razón, circunstancia pasó esto?, no puedo dejar eso, no puede terminar así la historia.
-¿Y por qué no?- pregunta la voz de un chico.
-Porque yo soy el escritor y tú un aficionado- respondo y alzo la vista.
Casi se me cayó el pelo cuando vi de quién se trataba… era él.
-Mucho gusto, desde hoy estaré a cargo de las redacciones y publicidad, mi nombre es Harry Potter- tendió la mano.
Así fue como comenzaron los días de mi acoso hacia Potter el nuevo empleado, así que de cortesía, sólo lo leeré en un diccionario, porque para mí, se resume en que “debe ser mio”