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Raison d'Être por liuny

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Notas del capitulo: Sí, una nueva historia. Pero no nos pongamos a resaltar lo obvio...

Un comentario del por qué tardo siglos actualizando: El escribir trece páginas consecutivos de cualquier cosa en esta etapa de mi vida es igual a poseer un cruciactus indefinido en mis manos, peeeero ¡He redescubierto y reafirmado mis tendencias masoquistas! Así que... a leer... y ya si quieres comentar queda de tu parte...
Raison d'Être

Summary: Harry decide tener unas vacaciones reales antes de que Voldemort pueda asesinarle... Una hermosa tarde, tomando un café; en una ciudad perdidísima en Francia, se encuentra con Draco Malfoy.

Advertencias: Esta historias es un compendio de estupideses puestas juntas... litros insalubres de OOC y chorradas para regalar. Contiene en cantidades masivas Slash e incongruencias anormales entre capítulos. Esta autora vive para deshacer cualquier cosa que haya dicho Rowling, pero no está interesada en poseer ninguno de los derechos de la misma, aún así LEE, ES UNA ORDEN...

La linda de la autora :D

Capítulo I: Sin derecho a Réplica.

— ¿Potter? ¿Harry Potter? —Preguntaron con un tono de voz cargado de incredulidad. El aludido dejó sus menesteres a un lado, para encontrarse con la persona que había pronunciado su nombre, dispuesto a despacharlo de la manera más rápida posible, inclusive si tenía que darle el desplante del año... casi no se cae de la silla del susto, al ver allí a Draco Lucius Malfoy, con una ceja alzada igual de sorprendido que su persona.

— ¿Malfoy?

— ¿Potter?

— ¿Que coño haces aquí? —Preguntaron los dos al unísono. Harry entrecerró los ojos, estaban en el mundo muggle, pero, seguro que a ese condenado mortífago no le importaría atacarle en frente de tanta gente.

— Jamás me hubiese imaginado ni en mis más remotas pesadillas que el Golden Boy. Pasaba sus vacaciones en Francia.

— A decir verdad que la última persona, con la que contaba encontrarme era contigo...

— Me lo imagino... —Le respondió irónico.

— ¿Y que hace el GRAN Draco Malfoy odio todo lo que tenga que ver con muggles, en este lado del mundo?

— Los muggles, no deberías ni siquiera existir, Potter... así que, ellos son los que deberías desaparecer su mugrosa presencia de la tierra, no nosotros. Nosotros tenemos el derecho de ir a dónde nos plazca. ¿Escapándote de Dumbledore? —Preguntó inquisitivo, tomándose el atrevimiento de quedarse en el lugar, a pesar de no haber sido invitado. Observó como Potter colocaba los codos en la mesa, juntaba las manos y apoyaba la barbilla en ellas. Mirándole con una extraña y apacible calma. Usualmente Potter era sinónimo de marejada y empuje... un vórtice imparable e inacabable... se le hacía extraño verlo, en cierto modo reflexivo.

— No, realmente. Dumbledore sabe que estoy en alguna parte de Francia pasando como cualquier persona normal, mis vacaciones.

— ¿Y dónde está ese Padrino prófugo tuyo?

— ¿Sirius? Ah, esta muy bien, Malfoy, Gracias por Preguntar —Agradeció en un deje irónico—. Le diré que saludaste. Ahora ¿Te pierdes? Estaba disfrutando hasta que llegaste tú...

— Oh, Hieres mi sentimientos, San Potty... —Trepó con agilidad las barandillas que se le separaban de la mesa de Potter en aquel café... Era lindo, lo admitía. Todo era blanco y arraigado a su patria—. Serveur, Sil vous plait... —Llamó el rubio con un exquisito acento francés. Harry miró al cielo...

— Malfoy, ¿Qué COÑO crees que haces? —Sin embargo, fue completamente ignorado, mientras el rubio pedía un café frío y unas madeleines para picar. El mozo, muy educado, asintió y se retiró con una reverencia, dejándoles solos, de nuevo—. ¿Quién te invitó, pedazo de ñoña?

— No seas quejica, Potter... —Siguió sin alterarse, abriendo la servilleta de tela y colocándosela en las piernas—. ¿Y por qué decidiste Francia? Aunque, te digo, elegiste unos peores destinos turísticos del país del amor... si querías conocer algo interesante, hubieses ido a Marcellas, Lourdes o inclusive Strasbourg ... pero ¿Perpignan?

— No es tu problema lo que yo haga o deje de hacer.

— Oh por favor, Potter. No seas mal educado ¿Qué esos pelirrojos de segunda no te enseñaron nada?

— ¡Eres un insoportable!

— Sólo digo la verdad —La discusión se cortó en abrupto por el camarero que traía el pedido del rubio. Luego de depositar los alimentos en la mesa se fue de allí con una corta reverencia—. Entonces ¿Dumbledore dejó a su niño dorado venir solo de vacaciones?

— Pues sí, ¿Cómo te lo explico Malfoy? Soy mayor de edad... —Suspiró, agarrando la taza que tenía en frente y trató de serenarse, resignándose, el hurón había decido joderle, sólo había que deshacerse lo más rápido de él, que pudiera.

— Pues, desde aquí, pareciera que Dumbledore tuviera una cuerda en tu cuello que jala a placer.

— Supongo que sí... —Le respondió, con la misma tranquilidad con la que lo había recibido y había perdido, paulatinamente en la conversación. Se encogió de hombros, restándole importancia. Los ojos grises de Draco, se dirigieron al libro que tenía abierto el moreno y había estado leyendo en otrora. Reconoció las frases de aquel párrafo, era uno de sus libros favoritos, devolvió su mirada al moreno, eso había sido una grata sorpresa... jamás se imaginó que el condenado Gryffindork con complejo de mártir, fuera de aquellos que disfrutara de aquel tipo de lectura. En la silla de al lado habían otro compilado de papales.

— ¿Medimagia? —Pronunció de nuevo sorprendido—. ¿Tienes pensado estudiar Medimagia?

— ¿Por qué lo dices como si fuera un mal chiste?

— No te molestes, Potter. Siempre pensé que serías jugados de Quidditch profesional... o Auror... —El rubio alzó las cejas, al ver como una sonrisa ladina se escapa de los delgados labios del moreno.

— Oh Malfoy, no. Esos son mis hobbies... —Bromeó, en algo que parecía un chiste interno. Arrugó el ceño y Potter pareció entender que no había caído.

— ¿Sabes? ¿El quidditch y salvar el mundo?

— Aps... —Respondió, tomando del estilizado y elegante vaso de vidrio que contenía su bebida.

— Aunque, en realidad, estoy pensando tomar Medicina en La Soborne...

— Surreal...

— ¿Por qué?

— Coño Potter, tú eres algo así como “El pilar de la Magia” ¡No existe cosa más mágica que tú! Es como escupirle en la cara al mundo mágico.

— Olvídame Malfoy —Le pidió hastiado. Estaba hasta la madre de ser el maldito pilar del mundo mágico.

— ¿Y si ya tienes inclusive decidida una universidad para que el montón de panfletos de universidades mágicas?

— Dumbledore las coló entre mis documentos —Le explicó con una sonrisa divertida en el rostro y un extraño brillo en los ojos—. El viejo es un manipulador, sutil, muy sutil...

— ¿Y para qué le dijiste que ibas a estudiar en el mundo muggle? No tienes cerebro, Potter...

— Bueno —Retomó con amarga ironía, obviando el comentario anterior—. No es como si importara mucho. ¿Mágico o Muggle? A lo mejor no llegue ni a presentar la prueba de admisión —Draco de repente se sintió incómodo.

— Potter...

— ¿Umm? —Le hizo saber que escuchaba a pesar de haber vuelto a su libro. El rubio pensó que era escalofriante oír a Potter, hablar de su muerte con tanta apacibilidad

— Jamás pensé que diría esto... pero eres una persona extraña, Potter...

— Bueno, al mundo mágico realmente no le interesa si soy extraño o no, siempre y cuando destruya al lastre de Voldemort...

— ¿Y la comadreja y la sangre sucia? —Preguntó queriendo cambiar el tema radicalmente.

— No seas tan maldito y deja de llamarlos así... Hermione podría mandar tu culo aristocrático a la enfermería sin mucho esfuerzo, hurón...

— Lo que tu digas —Harry observó de reojo como Draco reviraba la vista—. ¿Y dónde estás tus sombras?

— Lo mismo podría decir de ti ¿Qué haces sin tus matones, Malfoy?

— Ah, Vincent está con su padre en Escocia y Gregory anda encandilado con su nueva prima. Blaise está en Roma de visita a sus abuelos y Pansy está en uno de esos ñoños cruceros para solteros por sabrá Merlín que destino tiene ahora. Yo estoy aquí con mi padre atendiendo unos negocios... Theo estaba conmigo hace una semana, pero, le pareció que el crucero de Pansy era más interesante —Harry se quedó de piedra... ¿Qué había sido todo aquello?

— Vaya...

— ¿Vaya qué...?

— Bueno, me acabas de dar un resumen completo de todo lo que hacen tus amigos...

— ¿Y eso que tiene que ver? —Respondió con retórica—. Pansy estuvo todo el último trimestre hablando del puto crucero...

— Ehm... bueno... Ron y Hermione... —Comenzó sin saber muy bien que decir, después de todo se lo debía, era un intercambio justo—. Ellos, se hicieron novios y ¿sabes? —Siguió incómodo—. No me gusta mucho a hacer de lamparita. Ellos dicen que no importa, pero, es incómodo...

— ¿Y por qué Francia?

— ¿Por algo tenía que comenzar, no? ¿Qué importa que lugar sea? Sólo quería cambiar de aires mientras pueda...

— ¿Y estás aquí, por tu cuenta? ¿Qué no le tienes ningún aprecio a tu vida? ¡Así como estás eres un Blanco fácil!

— ¿Y qué importa? ¿Cuál es la diferencia si me mata una mortífago o Voldemort?

— Potter, deberías buscarte una vida. He tratado de hacer todo lo posible por divergir del tema y tú lo único que haces es volver a él... —Escuchó a su acompañante rezongar.

— Bienvenido a mi pequeño círculo vicioso, Draco.

— Muérete Potter... ¿Y entonces el viejo chocho te dejó así como así?

— Para tú información me puedo defender bastante bien y no. Puedo chantajear ¿sabes? Que no lo haga muy seguido no significa que no lo sepa —La cara del príncipe Slytherin era todo un poema—. Sólo le dije que estaba en Francia para que en caso de problemas se le disminuya el campo de búsqueda...

— ¡Ah! Ahora entiendo y te viniste a la primera cuidad de Francia que se te atravesó para evitar que fuera tan fácil descubrir. Después de todo Lyon o París, hubiese sido predecible.

— No —Explicó cansado—. No estoy interesado en una gran urbe, sólo quiero descansar Malfoy —Potter parecía tener doscientos años a cuesta en sus espaldas. No quería imaginarse como debía ser su vida—. Además, ya estuve en Lyon y en Marcelles... y la próxima semana voy a ir a París, pero, me estoy quedan aquí porque es un lugar tranquilo...

— Ya, ¿Y qué dijo el prófugo de tu padrino acerca de esto?

— Deja de decirle así... Sirius Black está muerto para el mundo mágico y así permanecerá, hasta nuevo aviso...

— Como sea Potter, yo sé que no está muerto y lo llamo como me da la gana.

— Sirius está ocupado, con su trabajo.

— ¿Tiene trabajo? —El ojiverde lo miró con fiereza.

— Sirius trasladó los valores Black a la economía muggle. Está en Amderstam actualmente... Y ya que tienes tanta curiosidad por mis allegados. Dumbledore está en su casa, descansando luego de la maldita locura suicida de sexto, Ron y Hermione siguen en Londres, felices de la vida. El nuevo ministro de magia de Camboya de ofreció a Remus un trabajo y está por allá aunque regresa para hacerle de profesor de Defensas este año y por tiempo indefinido. Y yo estaba aquí, disfrutando sin nadie que me diera la tabarra, hasta que un mortífago con complejo de hurón llegó... ¿Feliz?

— Um... —Asintió el rubio con diversión. Definitivamente, desquiciar a Potter era un placer que no quería perder jamás en la vida—. ¿Puedo saber con que chantajeaste a Dumbledore? —El Gryffindor hizo un gesto de exasperación. ¡Malaya el momento en el que Malfoy decidió aparecer!

— Sí, Malfoy. Para saciar tu maldita curiosidad, quiero conocer algo de mundo antes de VOLDEMORT venga y me asesine ¿Suficiente razón para querer pasar unas vacaciones agradables por primera vez en la vida, para ti? —Era el turno del Slytherin para quedarse mudo. ¿Qué podía decir? Escuchó a Harry suspirar y pasar sus dedos por debajo de los lentes y restregarse los ojos con cuidado.

— Lo siento, Potter. Creo que pasé la raya... —Harry lo miró lleno de incredulidad.

¿Los señores desean algo más? —Preguntó el camarero llegando de nuevo.

Draco pidió otro café y Harry otra taza de té...

— Voy a hacerte una pregunta impertinente pero, lo único que has hecho desde que llegué es predecir tu muerte...

— Malfoy, ¿Te parece que estoy capacitado para acabar con un ser sin alma que es básicamente inmortal que ha asesinado a sangre fría y disfrutado cada una de las vida que ha tomado, me tortura cada noche y trata de matarme cada vez que me lo encuentro por casualidades de la vida? No... eso pensé... tienes suerte de ser un cochino mortífago... —Todo aquello lo había tomado por sorpresa y lo había descolocado. ¿Potter no pensaba que podía vencer al Señor Tenebroso?

— Potter...

— ¿Qué coño quieres ahora?

— ¿Qué piensas hacer si gana el Lord?

— Tirarme de la torre de astronomía... eso pienso hacer Malfoy. No es como si alguien le importara —Replicó de mala gana con una mirada oscura en los ojos.

— ¿Realmente no te interesa lo que le suceda al mundo? No me mal entiendas, no te estoy juzgando. Es mera curiosidad...

— No, a decir verdad, lo único que quiero es morirme literalmente... así que Voldemort puede hacer lo que le de la gana. No me mires así, desgraciado... Dumbledore me ha entrenado todo lo que ha podido hasta volverme una maquinita perfecta, hasta que aprendí a pensar... Voldemort me tortura cada noche, ya no lo aguanto más. Lárgate Malfoy. No quiero seguir hablando de mis sueños suicidas contigo...

— La verdad, a mí me da igual si vives o mueres. No es como si te conociera, lo único que hemos hecho por los últimos siete años es pelear invariablemente.

— Como si yo tuviera la puta culpa de eso...

— Bueno, no fui yo quien no quiso ser tu amigo...

— ¡¿Todavía?! ¡Eres un puto resentido, Malfoy! ¡Tal vez si no hubieses sido un cabronazo ególatra...!

— Oh ¿Cabronazo Ególatra? Elegiste a ese estúpido cabeza hueca de Weasel a un Malfoy, Potter, pero, ya sé que eres un maldito Freak...

— ¡Te odio, Malfoy! ¡Te odio con toda mi existencia! ¡Es más! ¡Creo que ni siquiera siento por Voldemort esto que siento por ti! ¡Eres demasiado para mí! —Se levantó y dejó algo aproximado a la cuenta, para irse de allí—. Y para tu información ¡Ron es un gran amigo! Al contrario de lo que podría haber pasado contigo. Aunque quien sabe, si hubiese dejado al maldito Sombrero Seleccionador colocarme en Slytherin tanto como quería ¡Mi deseo se hubiese hecho realidad hace años! ¡Pasa un lindo día, hurón! —Agarró todo los papeles que había en la silla, su bolso, el libro, y salió de allí, hecho una furia... como siempre, eran el centro de atención... la gente los miraba con interés y cuchicheaban. Draco observó con aquella calma fría que (casi) jamás perdía, porque un Malfoy jamás debía perder los papeles, como el moreno se iba de allí... demasiada información para procesarla. A decir verdad, no se podía decir que hubiese entendido del todo, lo que se había hablado. Resumen: Potter era un posible suicida que pensaba dejarse asesinar por el Lord y que... decidió no ir a Slytherin... a Severus le iba a dar un ataque si se enteraba... un Potter en Slytherin, seguro que Salazar se habría revolcado en su tumba.

Harry quería llorar. Un nudo se le atravesó en la garganta y le dolía... Apretujó el morral tratando de calmarse. Se llevó el bolso a la cara. ¿Le había dicho a Malfoy que consideraba suicidarse? ¿Qué no se creía lo suficientemente capacitado para derrotar a Voldemort? ¡Horror! ¡¿Que era un Slytherin!?

1

No sabía por qué, pero, algo le decía que Potter había huido hacia ese lugar. Después de todo era lo más tranquilo que podría conseguir sin tener que montarse en algún transporte. Se deleitó con el lugar, el viento veraniego soplaba, mientras las olas del mar se estrellaban suavemente contra la arena. El mar era de un oscuro azul y se perdía en lejano horizonte cada vez más tiznado. Dejó que la briza lo llenara unos momentos, que el salitre lo relajara. Unos cinco minutos después se encontró a Potter, mirando fijamente hacia el horizonte marino, apretando con fuerza el bolso.

El verle allí, con lágrimas contenidas, casi no lo hace salir corriendo. Una gota fugitiva recorrió su mejilla, y fue quitada con furia. Ahora entendía la mirada penetrante y sin parpadear... ¿Que hacía él allí? ¿Qué iba a hacer? ¿Consolarle? La idea en sí, era ridícula. Para él, Potter, no era más que una leyenda que proclamaba la muerte del mal... y luego, cuando lo conoció, luego de rechazar su amistad, se convirtió en el alumno al que fastidiaba y jodía, primero por venganza, ya después por costumbre. Después de todo Él era Draco Malfoy, ergo, podía tener a quién quisiera. Potter no era la gran cosa. ¿El salvador mágico? ¡Si claro! Un pobre ignorante de cualquier tradición mágica...

Esas eran sus dos visiones... no necesitaba nada más. ¿Qué eran enemigos? A la gente le gustaba inventar y especular demasiado, su padre siempre le había dicho que esa clase de chismes eran favorables... “Confunde y vencerás”. Pero, jamás se había puesto a pensar integralmente en “Harry Potter”, simplemente no le interesaba. Ahora que lo veía, lo hacía sentirse un tanto culpable... para él, Potter estaba por debajo de una persona.

— Potter...

— ¿Ahora tienes pensado acosarme?

— Eso me parece una de las mejores ideas que has tenido hasta ahora... total, no tengo nada mejor que hacer.

— ¿Por qué no te vas a torturar muggles?

— Me acabo de hacer la manicure Potter, además, esta camisa es nueva. ¿Sabes lo jodido que es sacar la sangre de la tela?

— Eres un jodido marica, Malfoy.

— Llámame como quieras, Potter. No tengo pensado andar como tú, un malandrín de barrio, desaliñado y sucio sólo porque a ti te parece que soy una “marica”.

— A algunos no nos interesa la apariencia.

— Lo tuyo ya es de psiquiatra Potter. Esa camisa se vuela, ese pelo tuyo parece que hubiesen pasado por allí Katrina y El niño juntos y no se hubiesen ido nunca, ¿qué clase de jeanes son esos? ¡Parece de los años ochenta! ¿Y esas zapatillas? ¡Estoy seguro que cualquiera que te ve, se piensa seriamente el dejarte una limosna! Además... esos lentes... ¡Por Merlín y su corte! Tu cara no es para llevar gafas redondas Potter... lo tuyo no es no tener interés por la apariencia, es una patada en las bolas verte.

— Pues siento muchísimo ensuciar tus nobles ojos con mi presencia.

— ¡Oh! Potter, no te preocupes, sé que no es un pecado ser feo... —Harry al a primera no cayó en el comentario, incluso estuvo a punto de cometer una estupidez... pero, luego se levantó de allí, con la sangre hirviéndole, y le lanzó el bolso al estúpido hurón. Pero, paró en seco al oír la risa del rubio.

— Eres TAN denso... —Le hizo saber, sin dejar de reírse. El moreno se sentó de nuevo, furibundo. Esperando a que el rubio, finalizara su ataque de risa. Parecía que colgate tenía razón y el 75% de las personas se veían muchísimo mejor sonriendo—. En serio, Potter. Eres de lo último.

— Ya... déjame en paz... —Le gruñó, quitándole bruscamente el bolso y volviendo a fijar la vista en el horizonte. Escuchó algo parecido a un celular. Era un tono monocromático y no muy escandaloso. Casi no se ahora, era de Malfoy.

— Buenas Tarde, Padre. Sí... comprendo... sí, lo sé, me acabo de enterar... los doctores no han dicho nada aún, pero, no nos dan demasiadas esperanzas... —Harry miró sorprendido como los ojos del rubio se oscurecían y se llenaban de amargura. Aunque, aún no podía asimilar el hecho de que Lucius Malfoy tuviera un celular también. Coño, era... simplemente... más allá de lo real—. Sí..., no, no te angusties. Sí, Padrino está allá. No. regresa tú, yo te llamaré o te contactaré de ser necesario o por si hay algún problema... Sí padre... adiós...

— ¿Tienes un puto celular?

— Por supuesto que tengo uno... ¿quién no tiene uno?

— A ver, ¿Cuál es la mierda entonces con los muggles?

— Cállate Potter...

— Hurón...

— Cara-Rajada.

— Rastrero.

— Cuatro-ojos.

— Snob.

— A mucha honra, Potter. A mucha honra.

— ¿Y yo soy el maldito freak? Y Malfoy, la próxima vez ve a llamar fea a tu madre. Con todo el respeto que se merece la señora —Draco le echó una mirada maniática.

— No te metas con mi madre.

— ¿Cuántas veces no te has metido con la mía? Cuando menos ella está viva, estúpido hurón. Y si tienes algún problema con la manera en que me visto, puedes largarte, no sé que haces aquí en primer lugar —Exasperado, miró como el rubio simplemente se recostaba en la arena utilizando sus brazos como almohada.

— No es tu playa Potter... es un lugar público y yo estoy donde me da la gana...

— ¡Yo estaba aquí primero!

— Yiala, yiala —Le remedó, haciendo mímica con una de las manos—. No me sorprende que tú y la Chang no duraran ni dos meses. Aunque, Potter, tienes el gusto en el puto culo... ¿Qué no sabes que la tipa se ha bajado a medio Hogwarts?

— ¿Y tú que hablas? Si ella se bajó a medio Hogwarts, no me sorprende que lo hayas hecho con algún profesor?

— ¿Celoso, Potter?

— Ni en un millón de años.

— El sexo es algo para disfrutar, Potter... que tu seas un virginal mojigato no es mi problema... —El moreno obvio aquel comentario, y en cambio le preguntó:

— ¿Es verdad aquel rumor en el que decían que te habías acostado con aquella Hupplepuff con problemas de obesidad? —Por primera vez se veían realmente a los ojos. Los ojos de Draco eran ni muy grande ni muy chicos, ligeramente almendrados, acorde con su cara, de pestañas (y cejas) rubias, mandando a la mierda la teoría de Ron de ser oxigenado (aunque dudaba que Ron supiera que era ser “teñido” y “oxigenado”, si a ello veníamos...). Y ese extraño color gris frío extremadamente claro que daba una sensación algo metálica. En cambio los ojos de Harry eran grandes y expresivos, prominentes, enmarcados por unas pestañas largas y negrísimas, de ese imposible color verde esmeralda... que se muriera Potter, pero, él se quedaba con sus ojos...

— Por supuesto que sí, Potter —Le respondió sin una gota de corte. Es más, inclusive parecía orgulloso de eso—. Me hizo el acreedor de cuatrocientos galeones, el callarle la boca a todos los que apostaron en mi contra y el verle la cara cuando me dieron el dinero en su cara, fue, orgásmico. Aunque, debo admitir que, fue buen amante, a pesar de que parecía una morsa a punto de explotar...

— Ahora entiendo por qué los padres las sacaron de Hogwarts. Eres un maldito hijo de puta, Malfoy...

— Yo te respondí. ¿Es verdad que Dumbledore te pidió que hablaras con la ballena para evitar que se fuera?

— Sí, sí lo hizo. Pobre niña, aunque jamás dijo que le había pasado realmente. Debería darte vergüenza...

— Oh, por favor, pareces una abuela...

— ¿Tan malo para ti es tener corazón? ¡Desgraciada serpiente rastrera! —Imprecó mientras le injuriaba con el bolso. Draco le arrebató el bolso y lo puso a su lado.

— Yo no necesito un corazón Potter. Tener corazón es para los débiles. Los sentimientos son una debilidad. Todo Slytherin lo sabe...

— ¿Ah sí? Noticia de última hora, Malfoy —Comenzó con una mirada llena de determinación—. Sí, tienes corazón y el día que encuentres al ser humano que lo haga latir, espero que el desafortunado te haga sufrir como nunca, bastardo, es lo único que mereces. Recibir un poco de tu propia medicina...

— Sueña Potter... —El ojiverde le arrebató el bolso—. Y yo nunca me enamoraré de nadie, eso puedes asegurarlo.

— Todo el mundo lo hace, Malfoy, es una ley de vida y si aún estoy vivo, el día que suceda, te aseguro que me verás allí con mi mejor sonrisa de satisfacción e inclusive me tomaré el atrevimiento de decir “Te lo dije”.

— Nadie en el mundo es lo suficientemente bueno para mí.

— Oh, y espero que sea un muggle, un muggle pobre y humilde... Tal vez eso te enseñe algo...

— Siento romper tus fantasías. No es de tu incumbencia, pero, acepto tu reto y escucharé tu “Te lo dije”, inclusive me disculparé y diré: “Potter, tenías razón, lo siento”. Pero, JAMÁS, jamás, de los jamases me enamoraré, es más, me cago en el amor, esa mierda no existe, y si lo hace es para estúpidos ñoños como tú. Eventualmente tomaré una consorte que cumpla con los requisitos para ser la portadora de mi vástago y seguir así la inmemorial línea de los Malfoy... —Le jaló el bolso de nuevo.

— ¡Hey! ¡Que es mi bolso!

— ¡Me vale! —El no perdía ninguna pelea inclusive si era para quitarle el bolso...

— ¡Dámelo! —Trató de jalarlo de nuevo.

— ¿Qué tienes aquí? ¿Acaso, porno? —Fue más rápido que el moreno y abrió el cierra—. Oh, así que no eres tan santito como todos creíamos... —Revisó un poco, evadiendo efectivamente al moreno, pero, lo único que consiguió fue, un bolso extremadamente limpio por dentro los papeles ordenados, el libro. Unos caramelos en una bolsita y unos lápices y bolígrafos, todo en su sitio. Un paquetico le llamó la atención. Lo sacó y lo revisó a Placer. Era una entrada a “El Sabbath de las Brujas” en el Palais Garnier... justamente en el palco en el que, casualmente, él también iba a estar, inclusive al mismo día.

— ¿Has invadido ya lo suficiente mi privacidad? —Le recriminó.

— ¿Vas a ir? —Cuestionó curioso, mostrándole la entrada.

— No lo sé...

— ¿Y para qué coño las compraste?

— Sirius me la dio... me dijo que era una obra que iba a disfrutar mucho... en realidad Sirius ha sido como mi guía turística en Francia cuando tiene tiempo... son la primeras vacaciones que hemos podido pasar “relativamente” juntos... —Le explicó quitándole el bolso, por fin—. Pero, ese día tiene una importante reunión en no sé dónde y no va poder asistir conmigo... ¿Y a ti que coño te importa?

— Te vas a cagar, pero, mi entrada está situada al lado izquierdo de tu puesto en esta obra, Potter.

— ¡¿Qué?! ¿Iba a encontrarme contigo sí o sí? ¡Qué jodido dolor de muelas contigo, hurón!

— Podemos ir juntos, si gustas...

— ¿Aló? ¿Los cruciactus acabaron con tus neuronas?

— Afortunado como sólo yo, jamás he estado bajo la imperdonable... y no. No tengo compañía y tú serás igual de bueno que cualquier otro... llegar a esos sitios solo no es recomendable. Es una molestia, es peor que una astilla enterrada en el culo. Aunque si vas a estar a diez metros de mí, tendrás que arreglarte por primera vez, no voy con un cualquiera que aparte parece un delincuente de poca monta.

— Vuelve a llamarme, cualquiera maldito hurón y haré que esa puta suerte tuya se acabe y conozcas a tu amiga la cruciactus...

— No me amenaces, Potter. Como sea, ¿Cuándo llegas a París?

— Esta noche..., mi vuelo sale a las ocho de la noche.

— ¿Vuelo? ¿Vuelo? ¡¿Puedes aparecerte en cualquier lugar del jodido mundo y tú te vas a montar en un avión!?

— Sí, me quiero montar en un avión ¿Algún problema con eso?

— ¿Dónde nos encontramos?

— ¿Quién dijo que iba a ir?

— ¿A dónde nos encontramos?

— No conozco París... ¡Hey! ¡Espera! No voy contigo ni a la esquina.

— ¿Tienes celular?

— ¡Que no voy a ir contigo!

— Potter, tu número de celular... —Le pidió sin prestarle atención. Al ver que no obtenía respuesta. Le arrancó el bolso y revisó los otros bolsillos. Potter tenía un vulgar aparato que apenas si era a color y parecía de los años de Merlín, llamó y esperó que sonara en su teléfono, lo guardó bajo el nombre de “Potty, cara-rajada”.

— Yo te llamo... no me voy a arriesgar a que aparezcas como un esperpento...

TBC


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