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Chibi Sasu por Angel del Diablo

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Notas del capitulo:

los personajes no son mios... ya saben que son de Kishimoto-sensei^^ 

aunque es corto, es porque es solo el comienzo.

tardaré en actualizar, pero no lo dejaré a medias.... enjoy!

En un enorme edificio, de aspecto antiguo, apenas si quedaba nadie, puesto que era ya muy tarde. Aún así, había luz en algunas de las salas. Una de ellas era la biblioteca.

En ella, había un chico, rubio, de ojos claros, que apenas si contaba con 19 años y que tenía frente a él un texto en griego y un diccionario. Aunque debía de estar traduciendo el pequeño texto, lo que de verdad estaba haciendo era garabatear en una hoja de papel lo más apropiado para decir lo que lo mataba por dentro.

Porque amaba a su amigo desde hacía tiempo. Y, por muy claros que los tuviera, cuando lo tenía enfrente no podía decírselos. Porque ese era uno de los problemas: que quería a otro chico. Naruto (como se llamaba nuestro chico rubio) intentaba escribir lo que sentía de tal forma que su amigo no se asustara al saberlo.

 

-“esto es inútil” –se oyó la voz en su cabeza, burlona. El rubio lo ignoró y siguió intentando escribir lo que quería decirle.

 

-“no lo pienses tanto” –el rubio dejó el bolígrafo sobre la hoja y apoyó la cabeza en las palmas de las manos:

 

-¡tu no te metas! –no alzó la voz, pero el otro lo oyó. Sabía que tenía razón, pero no podía ir y decirle que lo quería así, sin más, además de que jamás le reconocería al otro que llevaba razón y que debía hacerlo como siempre le insistía.

 

-“creo que ahora estará solo” –quién hablaba era Kyuubi, un demonio que vivía en su interior. Normalmente no le daba problemas, pero desde que había decidido que Sasuke debía ser su pareja para toda la vida, su “alma gemela”, no hacía más que molestar. Porque al rubio también le gustaba mucho… y a veces no podía evitar imaginarse sintiendo aquella piel pálida y suave, aquel cabello oscuro y sedoso…

 

-“grrr” –Naruto movió la cabeza, se estaba emocionando. Miró la hora. Era tarde, pronto cerrarían el instituto y si no hablaba con Sasuke, no lo haría nunca. Recogió sus cosas, las metió en su mochila y, tras echársela al hombro, salió de la habitación.

 

 

Sasuke, por su parte, estaba en el laboratorio, perfeccionando una nueva fórmula de encogimiento. Su profesor hacía tiempo que había dejado de confiar en que aquel extraño experimento funcionara. Pero él confiaba. Sabía que estaba muy cerca. Pero por más que trabajaba, nunca conseguía que funcionara. A veces había conseguido encoger una manzana o cosas por el estilo, pero nunca eran duraderas. Las manzanas, al cabo de unos minutos, volvían a su estado original.

El moreno echó lo que quedaba de la solución en un tubo de ensayo, mezclando el líquido con otro de color claro. Buscó en su bata blanca una varilla y removió bien el líquido. Lo dejó reposar un poco, y mientras se sentó un momento. Estaba agotado. Llevaba allí no sabía cuántas horas, sin parar a descansar o a comer. Volvió a mirar la solución, pero aún no había cambiado de color.

 

 

El rubio caminaba por el pasillo, buscando el laboratorio de química.

 

-“solo dile: te quiero” –el otro puso los ojos en blanco.

-si eso fuera lo único, ya lo habría echo –susurró para el otro.

 

-“¿qué más?” –se removió porque reconoció el pasillo que era. Solo unos cuantos pasos lo separaban del otro. Al menos, tenía una “excusa” para explicar porqué estaba allí: se marchaba y, como vivían cerca, quería saber si lo acompañaba. Kyuubi no dijo nada, porque estaba pensando en todo lo que podría hacerle a aquel chico.

 

-¡ya párale con esos pensamientos! –susurró el otro, al que le molestaba que solo pensara en sexo con el chico moreno, puesto que lo quería, no solo para sexo, sino para algo serio. Kyuubi se rió en silencio de lo tierno que a veces se ponía su compañero.

Cuando llegó al laboratorio, se paró delante de la puerta, respirando para calmarse, cuando oyó algo extraño que provenía del interior, como de alguien que se golpea contra el suelo.

 

-¡Sasuke! –gritó, antes de abrir de golpe y entrar.

 

 

El moreno había conseguido cambiar el color de la formula, pero esta vez tenía una tonalidad diferente. Entusiasmado, echó el contenido del tubo de ensayo, con mucho cuidado, en una probeta más grande. Lo miró, muy contento, y se echó hacia atrás, admirándolo. Quizás ahora, después de tanto trabajo, había acertado. Sin embargo, algo atrajo su atención, un ruido raro en la ventana. Se giró y vio un gato negro, pequeño, que se había colado y estaba en una esquina, bufando y enseñando los dientes.

 

-tranquilo, tranquilo –susurró, intentando calmarlo. Pero el gatito saltó sobre Sasuke, que cayó al suelo más por la impresión que por el golpe y se subió a la mesa tan deprisa que golpeó el tarro donde estaba el líquido, derramándolo sobre el moreno, que se levantó después de ser rociado

 

-¡maldito gato! –gritó, pero de repente empezó a sentirse mareado, todo le daba vueltas. Con la vista borrosa, se desplomó en el suelo.

 

 

Al entrar el rubio, solo encontró al otro tirado, rociado de algo de color oscuro y a un gatito sobre la mesa, que lo miraba enojado:

 

-tranquilo, gatito –acercó la mano a él y lo acaricio, calmándolo. Después se arrodilló junto al otro, que estaba tapado completamente con su bata blanca:

 

-“que grande le esta la bata ¿verdad?”

 

-no tendrían de su talla, ¡qué más da! –tocó al otro, con suavidad.

 

-¿Sasuke? –no obtuvo respuesta. Solo cuando lo alzó se dio cuenta de que algo le pasaba: era pequeño y no pesaba apenas nada. Se sentó en una de las sillas y lo acomodó en su regazo.

 

-“esto es extraño”

 

-si, se supone que es mayor que yo –destapó su rostro y lo miró, se veía extrañamente aniñado, pequeño e infantil. Aún así, le gustaba mucho sentirlo tan cerca, aunque luego el otro se enfadara, no pudo evitar pegarlo a su cuerpo, disfrutando de su calor.

Sasuke no tardó mucho en abrir los ojos, y lo primero que vio fue el cielo. Cuando enfocó mejor se dio cuenta de que eran unos ojos, que lo miraban entre preocupado y encantado.

 

-¿Naruto? –el rubio asintió, y luego preguntó:

 

-¿estas bien? –pero se quedó mudo al ver que el otro, que se había incorporado deprisa y había bajado de su regazo, sonrojado, era mucho más pequeño de lo que le recordaba:

 

-¿Qué te pasó, Sasuke? –el moreno lo miró con cara de no entender, pero luego se miró y después a la mesa:

 

-¡funciona! ¡funciona! –se puso a dar saltitos de felicidad, intentando que no se le cayera la ropa, aunque su camisa negra ya estaba descolocada, dejando a la vista un hombro suave y pálido.

 

-“Ahora es el momento… grrrr” –Kyuubi tenía razón, de no haber sido por la enorme voluntad que el rubio tenía, lo habría echo suyo allí, sobre una de las mesas. Con toda la tranquilidad que pudo reunir, le colocó la ropa lo mejor que pudo:

 

-¿Qué te pasó? –volvió a preguntar.

 

-mi formula funciona… demo creo que se me cayó encima –sonrió con dulzura, intentando quitarle importancia al asunto.

 

-¿y entonces que hacemos? –el rubio, al que le estaba empezando a gustar mucho el pequeño Sasuke, no entendía como podía estar tan contento y despreocupado:

 

-Tranquilo, no suele durar mucho. Mañana por la mañana estaré de nuevo normal. –el rubio se fijó en su rostro, se veía cansado. Con todo el valor del que era capaz, mirándolo a los ojos, le preguntó:

 

-¿quieres que te acompañe a casa? –el más pequeño, algo azorado, solo asintió. El rubio, contento, le ayudó a limpiar lo que el gatito había ensuciado. Aunque lo buscaron, no consiguieron dar con él. Un profesor los avisó de que estaba a punto de cerrar el centro, por lo que se dieron prisa en salir. Al moreno le quedaba grande también el abrigo, por lo que se iba tropezando con él. Naruto, que no podía creer que así, pequeño, se viera tan adorable, se paró y le dijo:

 

-hace frío, así que hay que darse prisa

 

-no puedo caminar con esto… ¡es demasiado grande! –el rubio, aprovechando que el otro era así más amable, se permitió el lujo de acariciar su cabello:

 

-sube a mi espalda. Yo te llevaré. –Sasuke, sonrojado, no discutió. Se subió y rodeó el cuello del otro, que lo alzó y lo pegó a su espalda. Sasuke no sabía como tomarse que de repente, Naruto fuera tan bueno con él. Pero le gustaba mucho la sensación que le inspiraba el calor del otro. Sin darse cuenta, se quedó dormido, apoyado en el hombro del rubio.

 

-“se quedó dormido” –el rubio miró su rostro

 

-“se ve tan lindo”

 

-¿estas bien? Es raro en ti, Kyuubi, que no hayas pensado en algo pervertido

 

-“eso venía ahora” –puso los ojos en blanco mientras se desviaba hacia su casa.

 

-“¿A dónde vamos?”

 

-es tarde para dejarlo solo en su casa. Dormirá esta noche en mi casa, para asegurarme de que amanece bien. –no le dijo más. Tampoco tenía porqué darle explicaciones. Como pudo abrió la puerta y dejó al pequeño en el sofá. Le quitó el abrigo y lo dejó a un lado. Buscó ropa que le medio viniera para que durmiera más cómodo. Le quitó la camisa y los pantalones. Así, dormidito, se veía demasiado adorable. Por su cabeza no pasó en ningún momento pensamiento alguno de profanar aquel cuerpo, porque quería que el moreno le correspondiera:

 

-“sería genial que sintiera lo mismo” –puso en palabras el otro lo que ambos deseaban. Lo vistió para que no le diera frío y lo acostó en su cama, arropándolo.

 

-“¿Dónde vamos a dormir nosotros?” –el rubio rió por lo bajo y se sentó en una silla, junto a la cama. Quería ver el rostro del otro mientras dormía.

 

-“va a ser una noche muuuuuy larga” –acarició sus cabellos oscuros, apenas un suave roce, intentando hacerse a la idea de que por la mañana el otro lo mataría por semejante osadía.

 

-¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? –se preguntó, antes de quedarse dormido, apoyado en la cama, mientras el otro también ya dormido, se removía un poco inquieto.

 

Continuará…

Notas finales: dejen sus rr par ayudarme a mejorar^^ gracias por leer!!

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