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Chibi Sasu por Angel del Diablo

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Notas del capitulo:

Se que ha pasado una vida desde que no paso por aquí, pero yo juraría que había subido el capi y terminado la historia. Parece que no y, aunque no lo vaya a leer ya nadie, subo otra vez el epílogo de esta historia.

Este capi está dedicado a Naruto y a Sasuke, por sortear con maravillosa soltura los numerosos problemas en los que los meto.

Y este fic está dedicado a ti, que me has apoyado hasta el final. GRACIAS

 

-¿Qué te apetece cenar hoy? –el rubio miró a Sasuke, que se estaba poniendo un delantal oscuro.

 

-Me da igual, cualquier cosa estará bien. –el moreno puso los ojos en blanco. Si le preguntaba era porque no sabía qué hacer... y si le contestaba eso no le ayudaba nada. Suspirando, se metió para la cocina dejando al mayor sentado en el sofá, mirando la tele.

Hacía ya unos meses que vivían juntos, ya que el rubio había encontrado un trabajo. No es que fuera gran cosa, pero al menos les permitía vivir bien.

El moreno se había adaptado a la perfección a vivir con él y pronto se había creado una rutina entre ellos muy agradable.

 

-“¿No se la vas a enseñar?” –Kyuubi seguía apareciendo y haciendo de las suyas, pero en ese momento en concreto había aparecido con el único propósito de fastidiar. El rubio miró una pequeña cajita que tenía en su regazo. Era un pequeño cofre de madera con el cierre roto de tanto uso. Sin embargo, estaba bien cerrado con cinta adhesiva que unía ambas partes por los tres lados en donde no había bisagras. En la cinta, con una letra muy fina, había escritos canjis a modo de hechizo protector. Se notaba que no había sido abierto en bastante tiempo.

 

-No se si merece la pena que lo vea ahora. La verdad es que… ya da igual. –guardó silencio para ver si contestaba, pero Kyyubi solo susurró:

 

-“merece saberlo...” –no le dio tiempo a decir más, Sasuke entró en la habitación con una olla humeante.

 

-He hecho sopa. No he hecho mucho pero si que tiene muchos “tropezones”. También lleva hierbas aromatizadas que le dan un gusto muy bueno.

 

-estupendo –sonrió y lo ayudó a poner la pequeña mesa que tenían en frente de la tele. Comieron despacio, hablando de cosas sin importancia.

 

-Ayer Hinata me dijo que vendría a ayudarte con la limpieza y eso. Siento mucho no poder quedarme pero si falto al trabajo…

 

-lo se, lo se... no te preocupes. Además, no es para tanto. El piso es bastante pequeño así que apenas si hay muebles y cosas. Siento haberme puesto tan pesado, pero es que esto no puede estar sin limpiar –le volvió a sonreír y se terminó su plato.

 

 

-¿Estás bien? –el moreno se llevaba ahora los platos, mientras el rubio cogía vasos y cubiertos.

 

-¿A qué te refieres? –el rubio evitó mirarlo a los ojos, sabiendo que esa era la única forma de que no supiera lo que estaba pensando.

 

-Tú lo sabes. Estas muy callado... y ausente. ¿En qué piensas? ¿Te ha pasado algo en el trabajo? Si no te gusta el sitio puedes buscar otra cosa… hay dinero ahorrado así que…

 

-No se trata de eso, no te preocupes. Es solo que estoy cansado, nada más. Me voy a ir a la cama ¿vale? –el moreno miró la hora. Apenas si eran las 9:30. Cuando volvió a mirar hacia la puerta, el otro ya no estaba. Suspirando, terminó de recoger sus cosas y fregó los platos, dándole vueltas y más vueltas a la cabeza.

 

 

Dieron las 11 en el pequeño reloj de cuco que había en una esquina del pequeño saloncito. Sasuke leía un libro sentado en uno de los sofás, tapado con una pequeña mantita, junto a una lámpara de pie. No había pasado de página en, al menos, 5 minutos, y, aunque seguía intentándolo, no había manera de que se enterara.

Suspiró y cerró el libro, colocando con cuidado el pequeño marca páginas. Lo dejó en la mesa y se levantó. Colocándose la mantita sobre los hombros, se giró para irse al cuarto del rubio. Sin embargo, su silueta recortada en el marco de la puerta lo detuvo: porque no era él… sino que era Kyuubi. El moreno retrocedió por puro reflejo pero el otro alzó los brazos para que se relajara.

 

-No he venido a hacerte daño. –el moreno se fijó en que la transformación era completa. Su estómago estaba totalmente marcado por aquella espiral (no llevaba la camiseta del pijama), su cola y sus orejas suaves y rubias resaltaban por su tamaño. Sus uñas largas amenazaban sin proponérselo pero... lo que más le imponían eran sus ojos rojos, grandes y con una intensidad que parecían atravesarte.

 

-¿Qué quieres entonces? ¿Vienes otra vez a dar problemas? –sonó con seguridad, como si no le tuviera algo de miedo. El zorro sonrió de lado:

 

-Tranquilo, neko... solo he venido a echarte una mano. –el moreno alzó una ceja, incrédulo.

 

-¿En serio? –pensó que se había pasado, que el otro entraría en cólera pero se limitó a encogerse de hombros.

 

-Me lo merezco, lo se. Por eso lo primero que quería era… disculparme por… bueno, por lo que hice. –se rascó la cabeza, avergonzado, mientras el moreno sonreía.

 

-No te tienes que disculpar… al final todo fue bien así que no tienes que sentirte mal.

 

-Hace tiempo que quería hablar contigo, pero Naruto no me dejaba.

 

-¿Y eso?

 

-Creo que no se fía de mi. No quiere que te meta ideas malas en la cabeza o que te haga daño, pero la verdad es que hace tiempo que dejé de pensar en eso. Yo también me he acabado por enamorar de ti y lo último que quiero es que sufras algún daño. –el moreno se sonrojó por la forma tan clara en la que había dicho que lo amaba.

 

-¿Y cómo has podido entonces…?

 

-Estaba muy preocupado como para prestarme atención así que en cuanto se ha dormido he podido salir. Pero no tengo demasiado tiempo. –su cola se movió con lentitud de un lado para otro, pomposa.

 

-bueno... tú dirás. –se acercó un poco a él, para verlo más de cerca. Tampoco imponía tanto si te fijabas bien. Cómo si el otro le hubiera leído el pensamiento, lo miró a los ojos y el rojo brilló levemente. Esto lo hizo retroceder de nuevo, haciendo a Kyuubi sonreír. Sin embargo, no dijo nada. Se limitó a cambiar el peso de un pie a otro y seguir hablando:

 

-Se que has notado a Naruto raro esta noche. Y se que no te ha querido decir porqué. –el moreno prestó ahora más atención. Le interesaba ese tema y no se le había ocurrido que estaría allí por eso.

 

-Te escucho –susurró, apremiándole a que hablara.

 

-Ha estado dándole vueltas porque no sabe si debería o no dejar que lo supieras.

 

-¿A qué te refieres? –el rubio se acercó a él, pero pasó de largo y dejó algo en la mesa. El moreno se fijó en que era un cofrecito cerrado.

 

-¿Qué es eso?

 

-Naruto guarda ahí todo lo que es importante para él. Y hay algo ahí dentro que él no quiere que caiga en tus manos. Pero yo creo que no pasará nada. Que mereces saberlo. Por eso te la he traido. Si no quieres no pasa nada pero... si quieres tampoco.

 

-Esos sellos protegen la caja. Yo no debería...

 

-No te preocupes por eso, es más para sentirse seguro que para otra cosa. No te preocupes, en serio.

 

-¿Cómo sabré lo que buscar? Me has dicho que hay más cosas dentro…

 

-Lo sabrás, te lo aseguro. –se quedaron en silencio. El rubio se giró para volver a la cama, pero el moreno lo detuvo, acercándose algo más a él.

 

-No se si fiarme de ti, Kyuubi. –era la primera vez que oía su nombre de labios del moreno. Se sintió extraño y eso el moreno lo notó. Se acercó más a él y le sonrió:

 

-Pero lo voy a hacer. No importa lo que digas, tienes más de Naruto de lo que quieres admitir –sonrió de forma adorable, provocando en él un leve sonrojo. En ese momento se vio muy parecido a Naruto. Y Sasuke se dio cuenta de que ambos se complementaban y uno no podría ser sin el otro. Supo en ese instante que su Naruto no sería el Naruto al que él tanto quería si Kyuubi no estuviera dentro de él. Y esto lo hizo pegarse a él y abrazarlo. Durante un instante no supo qué hacer. Pero sus brazos lo apretaron igual que habría hecho el rubio. El latido de su corazón también era igual al del rubio.

 

-En el fondo... sois muy parecidos. –lo susurró muy bajito, para que el otro no lo oyera. Se separaron en silencio y el rubio se fue a su cuarto. Se sentó en la cama, entre la oscuridad, algo nervioso.

 

-Te odio –la voz de Naruto se escapó a través de sus labios sin que lo pudiera evitar.

 

-Para bien o para mal, ya está hecho. –se tumbó en la cama y cerró los ojos. Dejó que el rubio volviera a tomar el control, sin oponer resistencia. Sabía que el rubio se quedaría allí tumbado, esperando a que el moreno llegara. Y eso fue lo que hizo. Se sentó al filo de la cama, en la oscuridad, mirando fijamente hacia la puerta, por la que se colaba apenas un poco de luz.

 

 

Mientras tanto, Sasuke estaba sentado en el sofá con el cofrecito en el regazo. Se sentía mal por abrir algo tan personal del rubio, pero también se fiaba de Kyuubi. Quería saber lo que le pasaba a Naruto, quería ayudarle. Tiró levemente de la tapa, intentando no romper los sellos. Estos brillaron levemente y se desintegraron con rapidez, sin dejar marca en el cofre. Abrió la tapa, dejándola caer con suavidad. ­En el interior no había tantas cosas como se habría imaginado: una foto de Naruto con Hinata y Gaara, otra con Tsunade. En esta Naruto se veía joven y muy sonriente. Debajo de esta foto había una de Kyuubi. Se veía más bajito que ahora, con el pelo más largo y la cola más corta. Sus ojos rojos brillaban y estaba sonriendo. Sasuke miró detrás de la foto y vio una pequeña frase escrita: “Nunca olvides que dentro de ti solo hay un alma”

El moreno volvió a mirar la foto. Kyuubi sonreía con sinceridad, disfrutando del aire libre y del sol. El moreno sonrió y dejó la foto. Debajo había unas cuantas sujetas con una cintita. Eran de él. A veces solo y a veces con el rubio, pero había muchas de sí mismo. Sonriendo las dejó a un lado, porque había algo que le llamó la atención. Sin duda era lo que Kyuubi quería que viera. Un sobre algo arrugado, con sello y sin abrir ocupaba el fondo. En la parte de delante se podía leer su nombre. Enseguida supo que era la que Tsunade nunca le había entregado. La giró despacio y miró el cierre de la carta. Suspirando y cerrando los ojos, la abrió con un movimiento rápido. Después sacó el papel y lo desdobló. La letra tan característica del rubio se mostró ante sus ojos, algo borrosa en algunas zonas y un poco temblorosa. Sin poderlo evitar, empezó a leer:

 

Querido Sasuke:

 

            No se muy bien por dónde empezar esta carta. Ni siquiera se si al final la terminaré y la recibirás, porque me ha pasado muchas veces que la he empezado y no he sido capaz de acabarla.

 

            ¿Cómo estás? ¿Te tratan bien? No se la dirección por lo que no he podido ir en persona pero Tsunade me ha dicho que es un sitio muy agradable. Hinata también me lo ha dicho, así que estoy tranquilo. Mi neko... ¿todavía me recuerdas? ¿Todavía... me quieres? Perdón por hacerte esa pregunta pero... Tsunade me ha dicho que debería olvidarte, que debería olvidarme de este amor que siento.

No puedo. Ni quiero. Nunca he estado seguro de nada en mi vida. Al menos, no al cien por cien, pero esta vez sí que lo estoy. Sé que tú y yo debemos estar juntos. Eres lo mejor de mí mismo. No soy nadie sin ti. ¿Cómo puede estar mal lo único que he hecho bien en toda mi vida?

 

            Espero que recibas esta carta. Siento mucho no poder estar allí el día de tu cumpleaños, pero Tsunade se niega a dejarme ir. Y no quiero tener problemas con ella o nunca estaremos juntos.

            Felicidades, mi neko. Cuídate mucho y espero que te guste mi regalo. Es algo muy pequeño, es una tontería pero quiero que recuerdes que siempre te voy a querer.

 

            Te amo, mi vida.

 

Dentro del sobrecito había un pequeño colgante en el que se podía ver un zorrito con un pequeño neko asomándose por encima de su cabeza. Era de plata, pequeño pero con muchos detalles. También venía una fina cadena de plata. Sonriendo emocionado, se lo puso al cuello. Metió la carta de nuevo en el cofre, junto con lo demás, y cerró la tapa. Los sellos volvieron a aparecer en el mismo sitio y el cofre quedó de nuevo perfectamente cerrado. Le resultó un poco raro, pero no le dio tampoco mucha importancia. Desde que había podido ver a Kyuubi, tampoco le parecía nada de lo que pasaba muy raro.

 

Naruto se tensó en cuanto vio que la luz de la habitación se apagaba y el moreno caminaba hacia allí. No se movió cuando el otro entró ni quiso mirarlo. No sabía lo que estaría pensando el otro y tampoco quería preguntar.

Sasuke notó esos pensamientos dentro de su cabeza y se sentó a su lado:

 

-No te enfades con él –empezó a hablar el menor. -No lo ha hecho con mala intención. Es solo que a veces te da ese empujón que necesitas para decidirte. No estoy enfadado contigo ¿por qué iba a estarlo? No entiendo porqué no querías que leyera la carta. –en la oscuridad de la habitación, solo se oía el suave tic-tac del despertador y la respiración de ambos. Un instante después, también rompió el silencio la voz del rubio:

 

-No sabía si te enfadarías o si te entristecería el que me hubiera planteado olvidarte. No es que quisiera hacerlo… pero es que esa Tsunade…

 

-Lo sé, lo se... no te preocupes. –buscó su mano en la oscuridad para ponerla contra su mejilla: -no tienes que decir nada, lo importante es que estamos juntos… y que va a ser siempre así. –en la oscuridad, vio brillar levemente en los ojos de Naruto al zorro, que se sentía orgulloso de haberlo hecho bien. El rubio sonrió, sabiendo que le debía una y que no lo dejaría estar.

 

Se inclinó un poco para besar al otro con dulzura en los labios, despacio, durante un rato. Al separarse, lo abrazó con fuerza para que no le diera frío.

 

-Te quiero mucho, Naruto.

 

-Yo también a ti, mi chibi Sasu…

 

Owari.

Notas finales:

Se acabó este fic... pero pronto volveré con nuevas historias, nuevas ideas, nuevos sueños y mucho romance. Hasta entonces, de vez en cuando, pasate por aquí. Haz que Sasuke y Naruto vivan de nuevo su amor... y nunca dejes de soñar.


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