Una relativa calma había desde hacía varios meses en Hueco Mundo. Ambos bandos se habían dado tregua para la batalla final, los dos bandos entrenaban y luchaban a diario, pero para los antiguos shinigamis, el día a día era una rutina suplicante.
El inquieto Gin hacía días que andaba de lado a lado buscando nuevas formas para molestar a Tousen, el cual ya tenía su paciencia en sus límites, pero el que peor lo llevaba, que no por ello quisiera decir que se le notara, era Aizen Sousuke.
Bajo esa apariencia calmada había dentro unos nervios a punto de explotar por la relativa calma e inactividad, ni que decir de su real trasero, cada día 24 horas sentado en un trono de piedra.
Toda la historia comenzó el día en que Aizen decidió que sus agujetas eran ya insoportables y se levantó a dar un paseo.
- Gin: ¿Te vas? – Con un extraño objeto escondido en la espalda –
- Aizen: Gin, querido amigo, - decía todo calmado – si usas eso no detendré la furia de Tousen
- Gin: Jeje, tu como siempre estas puesto en todo – decía ahora enseñando el artefacto sin pudor – pero tranquilo, sabes que Tousen no puede ganarme.
- Aizen: Eso espero.
Y se fue sin más, como siempre sus palabras querían decir mucho y a su vez no querían decir nada, así es Aizen Sousuke, desconcertante por naturaleza, nadie podía decir exactamente lo que pasaba por su cabeza. Quizás, solo quizás, su buen amigo Gin podía hacer una aproximación; en todo caso, para los demás, era como jugar a la lotería.
Aizen iba caminando por el castillo, paseaba y paseaba buscando algo en que entretenerse, pero todos sus espadas estaban lucha que lucha. Ni que decir que con lo brutos que eran, algunos habían matado a sus adversarios en los entrenamientos; pero como en la vida, todo era reemplazable, al menos, si para Aizen.
Estaba mirando como Stark hacía el vago bajo un árbol, desde luego, siempre que veía a aquel sujeto se acordaba del capitán del octavo escuadrón; sus similitudes en el aspecto del escaqueo y de la lucha eran increíblemente altas.
Pero lo que motivo a Aizen fue ver una lucha, una lucha bastante significativa todo sea dicho. El sexta espada, Grimmjow, luchando contra la cuarta espada, Ulquiorra. Puro temperamento, rabia, pasión, contra un temple de hielo, un hombre que siempre iba tres pasos anticipados.
Nunca se había fijado, pero esos dos, luchaban cada dos por tres. Cualquier motivo, por hilarante que fuera, les valía para empezar una lucha, que siempre ganaba Ulquiorra, al final, era la diferencia de dos números. Pero lo que realmente encendió esa bombilla en la cabeza de Aizen, fue ver la cara de Grimmjow mientras Ulquiorra pasaba por su lado dispuesto a volver a sus tareas.
Fue ahí cuando se dio cuenta, y aunque la cara inexpresiva de Ulquiorra no delatara nada, sabía que si pudiera demostrar sus emociones, su reflejo sería mucho peor que el de Grimmjow.
Aizen volvía a entrar en la sala, ahora llena de un humo negro que poco a poco iba desapareciendo y unas manchas negruzcas en el suelo, pero él ni tan solo se había dado cuenta.
Estaba sentado en su trono pensando en que podía hacer cuando volvió Gin.
- Gin: Ahhhh, ya vuelvo a aburrirme… ¿ves? ¿No te dije que Tousen no me ganaría?- iba hablando cuando se percató de que su amigo no le echaba una de esas reprimendas afectuosas – Oye, ¿me estás escuchando? – seguía sin tener respuesta…. En esos casos, solo una cosa funcionaba. Se paro delante de él se puso serio, y sacando su voz más formal dijo…- Sousuke.
- Aizen: - reaccionando a esa llamada de su amigo, inexplicablemente, siempre surtía efecto, por muy distraído que estuviera reaccionaba en cualquier momento – Ah… lo siento Gin, ¿que decías?
- Gin: vaya vaya,¿ que te tramas?
- Aizen: ¿porque tengo que tramar algo?
- Gin: tienes esa mirada…
- Aizen: ¿que mirada?
- Gin: la mirada de ¡¡“me voy a divertir mucho”!! Venga cuéntame, ¿que tramas?
- Aizen: muy pronto lo verás…
Al final había dado con la forma de que esos dos se dijeran lo que se tenían que decir… Más bien el plan de Aizen provocaría una explosión pero para él eso era lo mismo.
Todos se sorprendieron cuando vieron que Aizen seguido de un intrigado Gin aparecía en los entrenamientos. El silenció apareció de golpe mientras todas las miradas estaban puestas en esos dos.
- Gin: ¡Hola a todos! Bueno, la cosa está así chicos…. ¡Nos aburríamos y hemos venido a usarlos como método de distracción!
- Aizen: ….Gin…
- Gin: Lo siento,¡¡es broma!!
- Grimmjow: Tsk…. – Gin le echó una mirada para que callara mientras veía como Tousen llegaba.
- Aizen: Bien, el otro día vi como entrenaban. Voy a hacerles luchar por parejas para ver su progreso. Además, he hecho modificar algunas salas del castillo acorde a las parejas que he hecho para poner a prueba su ingenio.
Nadie había replicado y las parejas se dirigían a las salas indicadas, pero todo estalló cuando…
- Aizen: Grimmjow y Ulquiorra
- Grimmjow: ¡¡¡Pero que mierda!!!
- Ulquiorra: No hables así a Aizen-sama
- Gin: jujuju
- Grimmjow: Grrr… ¡¡¡Cállate monigote inexpresivo!!! ¡¡¡Y tú!!! ¡¡Rata blanca!! Deja de reírte o ¡¡te parto en dos!! – decía enfurecido – ¡¡¿Porque mierda tengo que ir con este?!!
- Aizen: Para que aprendas de él. Ulquiorra, espero que lo enseñes bien.
- Ulquiorra: Lo haré lo mejor que pueda Aizen-sama.
- Grimmjow:¡¡¿ Qué coño me tienes que enseñar tú?!! ¡¡¡Me niego!!!
- Aizen: Basta. Es una orden.
Así estuvo todo dicho, las órdenes de Aizen eran inquebrantables, y más si había el corta-extremidades cerca.
Empezaron a luchar en ese mismo lugar mientras Tousen, Gin y Aizen miraban la lucha atentamente. Más bien, Aizen miraba atentamente, Gin esperaba ver el plan maléfico de su amigo y Tousen no tenía nada mejor que hacer.
Los dos espadas atacaban a la vez que defendían, pero en un descuido, Grimmjow dejó que Ulquiorra rasgara su cara e hiciera un pequeño corte. Fue ahí cuando la sonrisa de Aizen se curvó, cosa que solo Gin notó.
- Aizen: Parad.
- Grimmjow: ¿Que pasa ahora viejo?
- Ulquiorra: ¿Hicimos algo mal Aizen-sama?
- Aizen: Solo que me olvidé de nombrar su “regla especial” – decía todo feliz – Cada vez que dejen que su adversario les hiera, le tendrán que dar un beso.
- Grimmjow: -fue el primero en reaccionar ante tal norma –¡¡¡Y UNA MIERDA!!!
- Tousen: - reaccionando también - Aizen, no habrás querido decir un “vaso” en lugar de un “beso”?
- Gin: ¿Y que harían con el vaso? ¿Beberse el aire? – buscando la manera de molestar a Tousen, como de costumbre.
- Ulquiorra: Aizen-sama….
- Aizen: Chicos chicos, ya me oyeron, un “BESO”
- Grimmjow: ¡¡¡Me niego!!! ¿Es que nadie se da cuenta de que el viejo ya chochea? – a lo que Tousen ya mosqueado por lo de Gin empieza a desenfundar su Zampakutoh
- Aizen: Tousen; Grimmjow está de acuerdo con mi norma, ¿verdad?
- Grimmjow: ….
- Aizen: ¿Y tu Ulquiorra? ¿Tienes algo que decir?
- Ulquiorra: Lo que Aizen-sama ordene… - decía el chico no muy convencido
- Aizen: Bien, pues Grimmjow, te has dejado herir…
- Grimmjow: ¡¡¿COMO?!! Y UNA MIER… - ante el sonido de la zampakutoh de tousen el sexta espada obedeció.
Francamente era un espectáculo digno de ver. Grimmjow se acercaba a Ulquiorra, el cual se iba sonrojando más a cada paso del espada y miraba hacia el lado como haciéndose el despistado. El chico rebelde por su lado iba avanzando como queriendo terminar rápido, pero sus mejillas se iban tiñendo cada vez más de un rojo más furioso.
Grimmjow le dio un beso fugaz en la mejilla mientras se oía un *click* de una cámara que había sacado Gin, cosa que hizo que la rabia y la vergüenza de Grimmjow aumentaran. Iba pasando el rato, estaban luchando implacablemente. Grimmjow había dejado sus ataques temerarios y ahora luchaba más usando la lógica, todo por no dejar que el ojiazul le hiriera y le tuviera que dar un beso. Pero los intentos de Grimmjow fueron en vano y hubo muchos más besos inocentes en esas mejillas blancas y el explosivo carácter de Grimmjow estaba haciendo que cometiera muchos más fallos de lo normal y más besos seguían mientras que al pobre Ulquiorra ya le temblaban las piernas de tantos arrumacos; y es que era mucho más de lo que nunca habría soñado.
Todos estaban ya aburridos de ver como Grimmjow iba propinando besos, cuando en un ataque de rabia, fue Ulquiorra el herido. La sonrisa de Grimmjow se ensanchó como la de un loco cuando vio que por fin había conseguido herir al cuarto espada, pero su sonrisa se fue borrando al darse cuenta de lo que eso significaba.
Grimmjow iba retrocediendo mirando como Ulquiorra avanzaba tímidamente. Al final chocó contra la pared quedando atrapado. Grimmjow tragaba saliva nervioso, incluso sus manos se volvieron sudorosas, nada en comparación a su amigo, que caminaba con un ligero temblor en las piernas, casi invisible al ojo humano mientras movía sus manos para hacer algo con ellas.
Ulquiorra llegó hasta el arrinconado Grimmjow que se veía al borde del colapso nervioso, pero este, en un dejo de ternura acarició la mejilla de Grimmjow y como si de un ángel se tratara tuvo un efecto calmante en él.
Estaban los dos parados, solo se veían el uno al otro, Ulquiorra pasaba sus dedos por encima de los labios de Grimmjow mientras acercaba su boca y apretaba sus labios contra los suyos. Poco a poco Grimmjow iba cediendo y le daba paso al ojiazul a su boca.
- Aizen: Bien, ya podemos irnos.
- Gin: Ahora que empieza la diversión?
- Tousen: Deja de grabarles o Ulquiorra se enfadará.
- Gin: Como si me importara… Lo que me intriga es… Aizen, querido amigo, ¿ablandaste tu corazón e hiciste todo esto para que se juntaran de una vez?
- Aizen: Gin, amigo mío, parece que aún no me conoces…¡¡claro que no!!
- Tousen:¿ Entonces? ¿Que es lo que ganas haciendo esto?
- Aizen: ¿Es que no os dais cuenta? Ahora estos dos aprenderán el uno del otro, según mis previsiones, pronto subirán de nivel.
- Gin:¿ Es que los espadas pueden cambiar su número?
- Tousen: ¡¡Eso es imposible!!
- Aizen: Todo está por ver… si mis cálculos son correctos… podrían llegar a superar el nivel de los espada.
- Gin: Vaya vaya, el bueno de Aizen…jejeje
Fin