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Sakuragi-sensei por Paz

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Notas del capitulo:

El resumen es introductorio de la historia, ya que en ningún momento se sabe como paso. 

Género_ Angustía, Sobrenatural.

 

Sakuragi-sensei

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo Único

 

Despertó en una cama de hospital sintiéndose aturdido. Volvió a cerrar los ojos intentando recordar como había llegado allí. Su esfuerzo solo le produjo un intenso dolor de cabeza, se llevó la mano hacia ella, sintiendo bajo sus dedos el vendaje que rodeaba su frente y cabeza.

Volvió a despertar cuando ya era de día. Una amable enfermera le saludo al ver que tenía los ojos abiertos.

-¿Qué me ha pasado? -Preguntó- Me duele la cabeza.

-Watanabe-sensei es quien te atendió anoche, -no respondió a su pregunta, solo le dirigió una mirada apenada- vendrá dentro de un rato y también la policía. Ahora descansa. -le dio una pastilla con un vaso de agua para mitigar su dolor.

-La policía!! -se incorporó con brusquedad, al instante se llevó las manos a la cabeza.

-Tranquilízate, Sakuragi-san -le ayudó a recostarse nuevamente- No tienes que preocuparte de nada. Solo quieren saber que te paso.

Cerró los ojos y se mantuvo en calma, en su mente bullían unos pensamientos incoherentes, él también deseaba saber porque estaba allí, por qué no podía recordar quien era él, y ese nombre que le había dado la enfermera, era el suyo? Sakuragi... Sakuragi..., nada, no conseguía  que ese nombre le provocara algún recuerdo. Nada, le resultaba totalmente desconocido.

Cuando llegó el servicio de desayuno. Le acomodaron la mesa con la bandeja delante de la cama después de alzar el cabecero.

-Esto que es? -preguntó cuando se fijó en el frugal desayuno.

-Lo único que hoy tiene permitido comer.

-Me moriré de hambre... -se quejo.

Una risa alegre acompañó la salida de la habitación de la mujer.

Una hora después, cuando su dolor de cabeza ha cesado y su hambre no se ha saciado, entra en la sala una mujer de unos cuarenta años, vestida con una bata que lleva desabrochada, en su tarjeta de identificación se lee: Watanabe Yuriko, en uno de los bolsillos lleva un estetoscopio enrollado.

-Buenos días, Sakuragi-san, me ha dicho la enfermera que te dolía la cabeza.

-Ahora ya no...

-Me alegra saberlo.

-Por qué estoy aquí? -vuelve a preguntarlo, esperando esta vez una respuesta.

-No lo sabes? -preguntó a su vez. Al ver que sacudía la cabeza y asomaba un gesto de dolor en su rostro fue a su lado, tomándole de la muñeca para comprobar su pulso- No hagas eso. Tienes un fuerte golpe en su cabeza -le habló de forma que pudiera comprenderla- Recuerdas como lo recibiste?

-Ni siquiera recuerdo mi nombre -dijo con desgana.

-Su pulso esta acelerado... tiene que intentar tranquilizarse. Qué es lo que recuerdas?

-Que desperté en este hospital...

-Y antes de eso?

-Nada.

-Puede ser una perdida momentánea debido al golpe que recibiste. Dejaré la orden para que te hagan unas radiografías, un TAC craneal en busca de otras lesiones. Tú mantente tranquilo.

-Lo estaré más si me cuenta que me sucedió... -dijo con una sonrisa.

-Se recibió una llamada anónima comunicando que había un muchacho sangrando tirado en una cancha de basquetball.

-Era yo?

-Si. Un servicio médico se traslado hasta el lugar, te hicieron una cura de emergencia y te trasladaron al hospital. Estaba de guardia y me correspondió atenderte. Satisfecho?

-Por qué me llaman Sakuragi... acaso ha venido alguien preguntando por mi? -preguntó esperanzado.

-No. Encontraron al costado de la cancha una bolsa de deporte, se supuso que te pertenecía, ahora la tienes guardada en tu armario. En su interior, la policía, estuvo aquí mientras permaneciste inconsciente, no encontró nada que pudiera conducirnos hacia tu familia, solo encontraron tres mudas de ropa, una toalla, un libro de lectura, un cuaderno con hojas en blanco, excepto que en su esquina superior derecha estaba escrito un nombre, Sakuragi Hanamichi, también encontraron un par de botes de una bebida isotónica. Ni documentos, ni móvil, ni teléfonos a quienes llamar.

-Gracias. -cerró los ojos, su expresión se sosegó.

-Diré que nadie te moleste durante las siguientes veinticuatro horas, para entonces sabremos más de tu lesión.

-Una última pregunta? -en ese instante pensó en ese detalle.

-Dime... -se volvió.

-Dónde estamos?

-En un hospital... -pensó que su estado era mas grave de lo que aparentaba.

-En qué ciudad exactamente? -sonrió al escucharla.

-Yashiro..., en la prefectura de Hyogo.

-Donde queda exactamente.

-Al sur... muy al sur..., otro día hablaremos de ello.

Asintió cerrando los ojos. Toda esa información le estaba cansando.

**************************************

La amable doctora que le asiste en el hospital, decide ofrecerle un lugar en su hogar a cambio de pequeños trabajos esperando tal vez que con el tiempo los recuerdos del muchacho vuelvan a él.

A poco comienza a asistir a clases nocturnas para prepararse para algún oficio, su benefactora al enterarse, habla con un conocido suyo quien accede a tomar bajo su responsabilidad poner a prueba los conocimientos que pueda tener el muchacho.

-Que más sabes del muchacho? -preguntó Komiya-san

-Anteriormente a su accidente nada.

-Qué tipo de accidente tuvo?

-Tampoco se sabe exactamente, le encontraron unos muchachos en una cancha de basquetball y dieron aviso a urgencias, había recibido un fuerte golpe en el occipital derecho.

-Basquetball? Es muy alto y bien podría ser un jugador. -algunos minutos después los quedan bastante sorprendidos al ver la demostración del joven. No podía negarse que sabía jugar. Sus dribleos por la cancha, su rapidez de movimientos, la fuerza de sus piernas al correr y sus mates eran espectaculares.

-Puede que sea un jugador de alguna universidad.

-Durante tres meses se hizo un llamamiento a nivel de prefectura, su fotografía apareció en todos los periódicos. Nadie vino a reclamarlo.

-Me pondré en contacto con un miembro de la universidad, acaso con su ayuda podremos obtener algún resultado positivo.

Sakuragi se acercó a ellos.

-Recuerdas haber jugado con anterioridad a hoy?

-No..., mi mente es como una página en blanco, solo recuerdo desde que desperté en el hospital. He intentado recordar, me esfuerzo, pero solo consigo dolores de cabeza.

-No lo intentes..., según las radiografías no hubo lesión interna -palmeó su brazo dándole ánimos - Tal vez, algún día, inesperadamente todo regrese.

-Esta segura, Watanabe-sensei? -le miró con una expresión de anhelo.

-No... -y lamentó ver como desaparecía la esperanza que sus anteriores palabras dieron a su rostro.

-Tienes que aprender a vivir sin esos recuerdos.

-En algún lugar tendré padres, amigos, acaso una novia -musitó acongojado.

-Si es así, estoy segura que estarán haciendo todo lo posible por reencontrarse contigo, mientras tanto, vive esta nueva vida que tienes. Sabes, he visto que se te dan muy bien los niños, tienes paciencia con ellos y sabes como tratarlos. Si lo deseas, podemos entre todos hacer todo lo posible para que puedas obtener un titulo como maestro o profesor, lo que tú prefieras. -propuso con entusiasmo Watanabe-sensei.

Un año y medio más tarde consigue su graduación como profesor y obteniendo plaza como profesor en una escuela de señoritas, donde importe clases de educación física e historia.

Ha tenido tantas dificultades a lo largo de su vida que cuando le dijeron que debido a su puntuación solo podía aspirar a lo que le dieran no recibió ninguna sorpresa, esperaba algo así.

Cuando le mencionaron el lugar donde estaba su nueva escuela tuvo que preguntar donde quedaba. Su interlocutor carraspeo como si tuviera problemas para hablar.

-Está situada en la prefectura de  Hokkaido, Wakkanai-shi. -dijo esperando escuchar una explosiva protesta.

Al oírle, pensó que un poco más y le enviaban las antípodas.

Llegar hasta allí iba a ser toda una aventura, por lo que se decidió por el medio de transporte más rápido. Tomo un avión que le dejo en las proximidades de la ciudad donde estaba ubicado el colegio que le habían asignado.

Como llego con tiempo suficiente, tomó un transporte público para que le llevara hasta el colegio, se entrevistaría con el director, por lo que sabía podían asignarle un apartamento propio.

Así fue.

Dos horas después de llegar, concluida su instalación, no se preocupó de más. Sacó el futón y se acostó. Quedándose dormido enseguida.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Hay ochenta colegios japoneses en el extranjero y en uno de ellos esta él. En Abarashi permaneció tres años, después su nuevo destino fue Barcelona, él deseaba permanecer en territorio nacional, pero le pidieron encarecidamente que durante una corta temporada fuera a ocupar una plaza que siempre quedaba libre, pensaron que un hombre joven iba a conseguir permanecer el tiempo necesario para aclimatarse a un nuevo lugar.

Solo cuando llegó a su nuevo colegio comprendió las verdaderas razones de su estancia allí, tuvo que resignarse a quedarse cuando su presencia comenzó a causar estragos entre las jovencitas que quedaron entusiasmadas al conocerle.

Ya había solicitado un nuevo traslado, solo esperaba la contestación de sus superiores, había perdido dos años de su constante búsqueda, sentía que en alguna parte de Japón se encontraba su otro yo y necesitaba encontrarle, porque solo así podía recuperar la memoria, solo necesitaba encontrar un lugar que se le hiciera familiar, un rostro conocido, un edificio, cualquier cosa.

Cruzaba el pasillo en dirección a la sala de profesores cuando un grupo de alborotadas jovencitas le llamaron.

-Se ha enterado, Sakuragi-sensei? -le preguntaron rodeándole por delante y cortándole el paso.

-A qué es debido estos gritos, señoritas. Acaso han olvidado sus modales? -les reprendió dando un paso hacia atrás para abarcar de una sola mirada a las tres muchachas- De qué debo enterarme? -preguntó.

-Viene un nuevo profesor. No lo sabía?

-Es la primera noticia que tengo. Me gustaría conocer su servicio de información.

-También es japonés... -dijo Mónica Hayakawa.

-Hayakawa-san, por si no lo ha advertido este es un colegio japonés -dijo Sakuragi-sensei.

Unas risillas se dejaron oír y la así interpelado se ruborizó.

-Cómo es que no lo sabe, Sakuragi-sensei? -preguntó Sawaki-chan

-Supongo que la dirección ha considerado que no soy lo suficientemente importante para comunicármelo. -dijo con una sonrisa.

-No diga eso, Sakuragi-sensei. Es el mejor profesor que ha pasado por esta escuela -dijo entornando los ojos Marisa Uedo.

-Ah si? -preguntó dándose cuenta que las jóvenes habían perdido todo interés en el nuevo profesor para dedicar su atención a su persona. No le interesaba saber quien llegaba, en esos tres años han pasado diversos profesores para impartir clases de geografía y literatura y por algún extraño motivo todos acababan marchándose. No tenía el menor interés en saber que el nuevo profesor iba a ser asediado por las jóvenes hasta enloquecerlo si se trataba de un hombre joven y bien parecido, en caso contrario, le martirizarían con sus sarcasmos hasta conseguir que se marchan, porque no duda que el motivo de esas precipitadas salidas son provocadas por las chicas. Al pensar en ello, supo que si caía bien podían dirigir sus atenciones hacia el nuevo profesor y el quedaría libre de su asedio. Una sonrisa asomó en sus labios y con cierta perversidad preguntó- Y ese nuevo profesor, seguro que ya sabéis todo respecto a él. ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Cuál es su comida preferida? O su color favorito -agregó con una sonrisa divertida.

-Eso es lo más sorprendente -dijo Mónica- Tiene su mismo nombre.

-Sakuragi Hanamichi... -dice Uedo-san sin apartar la mirada de él- Acaso es pariente suyo?

-No que yo sepa.-dijo sin sentirse sorprendido por esa coincidencia.

-Sakuragi-sensei... -llamó una voz a su espalda.

Se volvió.

-El director desea verle en su despacho.

Asintió.

Algunos minutos después llamaba a su puerta y la abría mostrándose.

-Pase, Sakuragi-san -dijo sin levantarse de detrás de su escritorio.

-He recibido noticias de su traslado... -le miró esperando que dijera algo, sin embargo no fue así- Se lo han concedido. Podrá volver a casa como es su deseo.

-Gracias. -le vió tomar unos papeles que tenía delante de él y estirar la mano para que los tomara- Tiene quince días antes de presentarse a su nuevo destino.

Dio un paso hacia delante para agarrarlos, al mismo tiempo que echaba una ojeada al lugar donde tenía que presentarse.

-Kanagawa... -dijo en alto.

-¿Conoce esa ciudad?

-No estoy seguro. Sabe, ¿por qué me envían ahí? -en los colegios que estuvo anteriormente, estaban situados en apartadas zonas, donde solo un profesor sin compromiso ni familia aceptaría desplazarse, tal como era su caso, la ciudad de Kanagawa no se correspondía con esos esquemas.

-Se trata de un canje, un profesor deseaba cambiar de colegio, el ministerio decidió que ocupara su puesto y usted el suyo.

-Comprendo.

-Ellos no, por eso han querido que ustedes se conozcan.

-¿Qué hay de extraño en desear un cambio? -preguntó olvidando que sus alumnas le habían mencionado que llevaban el mismo nombre.

-Sakuragi-san...

En un principio creyó que se dirigía a él, luego advirtió que miraba hacia su derecha, se volvió y entonces le vió, estaba sentado en uno de los sillones, donde el director solía recibir a sus visitas privadas, por ese motivo no le vió al entrar, sus manos se cerraban con fuerza sobre el reposabrazos.

Quedo impresionado cuando le vió de pie, era alto, tanto como él, tenía un rostro agradable y unos cabellos pelirrojos que le caían sobre el rostro al llevarlos sueltos. Pensó que si él ha sentido un golpeteo en su pecho, no dudaba que iba a acaparar la atención de todas las muchachas de la institución.

Escucha como si un sonido inarticulado sale de su garganta al verse las caras, y durante un segundo tiene la impresión como si le conociera, descarta esa posibilidad cuando observa que la expresión jovial de su rostro es la misma que vislumbro cuando se volvió para ver a quien se dirigía.

-Voy a presentarle a su sustituto... -se interrumpe al notar que el hombre enviado por sus superiores parece sorprendido al ver a Sakuragi-sensei. Mentalmente siempre le menciona como lo hacen sus alumnas. Sabe que por primera vez van a sentir la marcha de un profesor porque le han tomado especial cariño- ¿Se conocen?

-Sí. -contesta Sakuragi-san

-No. -responde Sakuragi-sensei.

Mira sorprendido a ambos sin saber que decir, ni que pensar de esa situación.

-Nos conocemos... -miró directamente a la persona que utilizaba su nombre, en ningún momento, desde que leyó su petición de traslado, se le ocurrió pensar que podía ser una casualidad. Por eso, pidió un permiso viajando a Barcelona, una ciudad que nunca antes había oído mencionar y que ahora era capaz de identificar en un mapa- solo que no esperaba verte aquí, Rukawa. ¿Tan harto estabas... -omitió decir "de mí"- que te fuiste sin despedirte? Hubo muchas conjeturas sobre tu repentina desaparición.

-¡¡¿Qué!!? -Era la primera vez en diez años que alguien dice conocerlo- ¿Cómo me ha llamado?

-Rukawa... -repite mirándole fijamente, como si buscara encontrar en su mirada que esta fingiendo ignorar su nombre. Creía conocerle bien y solo ve confusión.

-Ahora no solo no recuerdo mi pasado, sino que mi nombre tampoco me pertenece -murmuró con desaliento, más para sí mismo que para sus interlocutores- Disculpen... -sin esperar respuesta salió apresuradamente del despacho.

-Sakuragi-sensei.... Sakuragi-sensei...

Su primera intención fue encerrarse en el apartamento que dentro del colegio le habían asignado, para pensar con cuidado todo lo que había descubierto tan inesperadamente, más su sentido del deber era más fuerte y antes de llegar cambio la dirección de sus pasos yendo al gimnasio donde tenía su próxima clase.

A su paso por los pasillos iban dejando miradas desconcertadas y preguntas sin contestación.

-¿Qué ha podido pasar? -miró hacia la puerta del director, por donde Sakuragi-sensei había salido como una exhalación.

-¿Le habrá echado? -aventuró Mónica.

-No lo creo...

-Pero llevaba unos papeles arrugados en la mano..., nunca le habíamos visto tan abatido, no parece Sakuragi-sensei.

-No podemos permitir que se marche... -dijo Marisa llamando con decisión en la puerta del despacho.

Sawaki-chan y Hayakawa-chan se pusieron a su lado para apoyarla en su petición, apenas abrieron la puerta quedaron las tres inmóviles esta la apostura del hombre joven que se volvió cuando irrumpieron en el despacho.

-¿Tiene algún problema, Uedo-san? -preguntó Hatakeda-san al ver a la delegada de su clase junto a sus inseparables amigas.

-No queremos que se marche Sakuragi-sensei. Es el mejor profesor que tenemos. Por favor, no le haga marchar.- hablo cuando pudo apartar la mirada de ese hombre. Eran más guapo que Sakuragi-sensei y al pensarlo no sintió que estuviera traicionando el cariño que sentía hacia su querido profesor.

-Esto es lo que estaba intentado decirle..., Sakuragi-sensei es muy querido por sus alumnas.-miró a las jóvenes- No puedo hacer nada, hace dos meses Sakuragi-sensei pidió el traslado a otro colegio y le ha sido concedido. -les informó, no quería que hubiera un motín estudiantil por causa de Sakuragi-sensei- Se ira de aquí por voluntad propia.

-Usted va a sustituirlo? -se atrevió a dirigirse al hombre joven.

-No...

-¡¡Pero usted es el profesor nuevo!! -dijo de improviso Mónica.

-No deberían escuchar conversaciones ajenas... -le reprendió Sakuragi- Le pedí a Hatakeda-san que me presentará como tal. Soy inspector y trabajo para el ministerio. La solicitud de Ru... Sakuragi-san llamó mi atención.

-¿Es porque  tiene su mismo nombre?

-Por eso y por otros motivos... -no tenía sentido decirles que Sakuragi-sensei se llamaba en realidad Rukawa Kaede. Lo que no comprendía era como había llegado a tomar su nombre. Si deseaba romper con él lo más natural era intentar olvidar todo lo que le recordará, en cambio, Rukawa se había apoderado de su nombre y por lo que sabía tenía documentación falsa. ¿Cómo había llegado a su poder? Tal vez se trataba de una falsificación. Tenía que conocer sus motivos para actuar así. Le había oído murmurar algo antes de salir, pero no comprendió el sentido de sus palabras. Se volvió hacia el director- Quisiera hablar con él. ¿Dónde puedo encontrarlo, Hatakeda-san?

-Da clases de historia y educación física, -miró su reloj- Ahora tiene que estar en el gimnasio. Señoritas... regresen a sus salones, Sawaki-chan, usted acompáñele al gimnasio.

-Por aquí.

Salieron del despacho.

-Por favor... Sakuragi-san... convénzale para quedarse. -Le pidieron.

Sakuragi después de verse frente a él supo que a pesar del tiempo transcurrido no había dejado de quererle, y no podía prometer nada a esas jovencitas, porque él deseaba volver a conquistarlo como antaño, aunque no comprendía su actitud. Había demasiadas cosas extrañas en torno a Rukawa, pero él conseguiría averiguar todo lo que se propusiera. Pensaba mientras seguía los pasos de la delegada de clase.

-Es aquí... -abrió una puerta haciendo ademán de pasar.

-Gracias, Sawaki-chan, seguiré solo. Puede volver a sus ocupaciones.

Le escuchó dirigirse a sus alumnas mientras cruzaba el corto pasillo que le llevaba hacia el gimnasio, quedo sorprendido porque nunca antes había tenido aquel timbre de voz. Era suave y su modulación tenía un carisma que antes no poseía, mucho había cambiado Rukawa para conseguir no solo la admiración que levantaba en sus alumnas sino también su cariño.

-Vamos, Hoshino-chan, se puede puedes hacerlo, sigue intentándolo..., ese movimiento de cintura no es el adecuado, Ariwara-chan, así no podrás recoger el aro, hazlo otra vez, Ebisawa-chan, puedes decirnos que es eso tan importante que no has podido esperar a terminar la clase -pidió con amabilidad.

-Tenemos visita, Sakuragi-sensei -dijo Ebisawa-chan.

-Tengo entendido que se trata del profesor que va a sustituirme -dijo y al instante sus palabras dejaron de oírse debido a la conmoción que provocó. Sabía que era mejor que lo supieran por él y no como un rumor inesperado y no creíble.

-Sakuragi-sensei, no puede dejarnos -dijo la más joven de sus alumnas- ¿Quién me dirá lo que tengo que hacer? Soy torpe y me cuesta aprender.

-Hoshino-chan... no eres torpe, si alguien te dice tal cosa no le creas. Eres joven y tienes tiempo para perfeccionar tus conocimientos.

-Si piensas así, ¿Por qué me llamabas torpe? -preguntó Sakuragi levantando inesperadamente polémica.

-No recuerdo conocerle, por tanto no se dé que me habla. -dijo Sakuragi-sensei mirándole imperturbable, luego mirando su reloj constato que quedaban pocos minutos para concluir su clase- Al parecer nuestro visitante tiene interés en conocer vuestras habilidades, mostrarle lo que habéis aprendido.

En segundos, se habían formado diversos grupos y todos ellos comenzaron a actuar al ritmo de la música que Sakuragi-sensei había puesto en funcionamiento.

Aunque no sentía deseos de verlas, Sakuragi se mantuvo atento, quedando gratamente sorprendido por su actuación, aros, cintas, bolos y pelotas se movían al ritmo que marcaba la música, sus cuerpos esbeltos y firmes se movían como si fueran de goma, su elasticidad era increíble.

-Gimnasia rítmica. Son buenas. -dijo cuando concluyeron, saludaron con una inclinación cuando aplaudió llevado por el entusiasmo.

-Son más que eso. Jóvenes promesas para representarnos durante los juegos olímpicos, con su esfuerzo llegaran a la cima.

-Eso es lo que tú querías, ¿Por qué lo dejaste? -al instante supo al ver su mirada que no sabía de que estaba hablando. Tan bueno es que durante ese tiempo ha aprendido a ocultarse tras esa nueva máscara. Cualquiera al mirarle podía pensar que era un tipo normal, simpático, pero él sabía hasta donde llegaba con su ambición. Lo que no podía comprender era donde había estado todo ese tiempo para que no se oyera hablar de él. Por el basquetball había renunciado a él- ¿En qué equipo estuviste? -sentía más que curiosidad.

Sakuragi-sensei le miró inescrutable, luego dando media vuelta, se dirigió hacia sus alumnas.

-Por hoy ha terminado la clase. El equipo de limpieza que no olvide cerrar -pidió- Si alguna tiene algún problema me encontrareis en mi despacho.

Salió del gimnasio ignorándole.

-¿Dónde está su despacho? -pregunta a las jóvenes que se demoraban en salir. Cuando lo supo se lo agradeció y fue en su busca. Tenían muchas cosas pendientes y estaba dispuesto a saberlo porque le quedaba poco tiempo para volver a tomar el avión que le llevaría de regreso a su trabajo.

Sakuragi-sensei estaba mirando a través de la ventana de su despacho cuando escuchó la llamada. Dio un largo suspiro, sabía que comenzaría a desfilar por su despacho sus alumnas, quería evitarse ese dolor y evitarlas a ellas pedirle que se quedará.

-¿Puedo pasar?  

Se volvió con presteza al oír su voz.

-Que desea? Ya he dicho todo lo que podía decir.

-Todo no. Aun ignoro porque llevas mi nombre.

-¿Me dejará tranquilo cuando se lo diga? -preguntó a su vez.

-Solo si me convence lo que me cuentes. -aceptó la silla que le ofrecía con un gesto, solo al ver que él no tenía intención de separarse de la ventana, se apoyó sobre el borde su escritorio quedando a su espalda. Veía su rostro reflejado en el cristal.

Se pasó la mano por delante del rostro, como si estuviera pensando como comenzar.

-No sé quién soy, ni como me llamo, no tengo un pasado para recordar, excepto diez años atrás cuando desperté en una cama de hospital con un fuerte dolor de cabeza, solo se lo que soy desde esa fecha.

Al oírle decir tal cosa, pensó que era una excusa muy socorrida.

-Eso no explica porque llevas mi nombre.

-Fue el nombre que me dieron en el hospital, pensaron que era el mío.

-¿Por qué iban a hacer tal cosa? -no creía nada de lo que estaba diciéndole, deseaba saber hasta donde era capaz de mentirle para justificar su repentina desaparición- ¿Por qué estabas en un hospital?

-El servicio de urgencias recibió una llamada anónima, comunicándoles que había una persona malherida en una cancha de basquetball. Me recogieron y me llevaron al hospital. La policía quiso interrogarme sobre quienes me habían atacado, no supe decirles nada, porque ni siquiera recordaba mi nombre. Ni siquiera la policía tuvo dudas respecto a mi identidad, porque en el lugar donde me encontraron había una bolsa de deporte y entre otros efectos personales encontraron un cuaderno con ese nombre escrito en la primera página. Todos dieron por sentado que era mi nombre, desde entonces solo respondo a él.

-¿Cómo se llama ese hospital? -era una historia inverosímil, pero podía darle cierto crédito si conseguía investigar que había de cierto en toda esa historia.

-No lo recuerdo..., a decir verdad, no estuve mucho tiempo en él.

-Por supuesto, eso supuse que dirías...

Ante la incredulidad de sus palabras se volvió.

-¿Cree que me estoy inventando todo esto? Cree que es fácil vivir sin pasado. Ignorando si en algún lugar hay una persona que se pregunta donde estoy? Si tengo padres, hermanos, una esposa. No, no puede imaginar lo que es sentirse vacío por dentro. -Miró hacia la puerta en un gesto elocuente y por si no había comprendido añadió- Le he dicho lo que deseaba saber, ahora ¡SALGA DE MI DESPACHO!

Sakuragi no se movió de donde estaba sentado, en cambio preguntó:

-¿No echas de menos tu vida en Japón?

Respiró hondo para tranquilizarse, el tipo conseguía sacarle de su habitual serenidad.

-Aquí trabajamos llevando en mismo ritmo que en casa referente a horarios, alimentación, reglas de educación y normas educativas, algunos alumnos son hijos de empresarios o políticos, también están los hijos del personal de la embajada, por ese motivo se intenta que los muchachos o muchachas no adviertan el cambio cuando regresen a sus casas. -explicó Sakuragi-sensei mientras mostraba el colegio al nuevo profesor.

-Comprendo, pero no es eso lo que preguntaba.

-No.

-¿Nada?

-Solo busco mi pasado. -reconoció.

Sakuragi le miró llegando a preguntarse si realmente Rukawa estaba diciendo la verdad, si así era, siempre estuvo equivocado.

-Si eso es lo que quieres, tú pasado esta en Kanagawa -dijo saliendo del despacho. Estaba seguro que Rukawa buscaría un lugar bien lejos de su ciudad- Pregunta por Rukawa Kaede -no supo porque lo dijo, tal vez porque su mirada le parecía sincera- No tienes familia, solo dejaste a una persona que se preguntaba porque la abandonaste. -dijo antes de cerrar la puerta.

-Quien? -abrió apresuradamente tras él.

-Tendrás que averiguarlo por ti mismo, si realmente quieres saber de tu pasado..., aunque no creo que lo hagas. -le provocó.

-¡¡Idiota!!

Una carcajada fue la respuesta. Algunas cosas realmente no cambiaban.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Desde que había regresado se sentía intranquilo, molesto consigo mismo por dejar a Rukawa en un alejado país, del que tres semanas atrás solo conocía de nombre.

-Llevas unas semanas muy raro -dijo Yohei al cabo de un rato de verle ensimismado en sus pensamientos, mientras se preguntaba que le ocurría a Hanamichi, cansado de esperar que él hablara- ¿Vas a contarme que te pasa?

Hanamichi le miró en silencio, se decidió a decírselo.

-He encontrado a Kaede.

-Creí que habías dejado de buscarle.

-Fue una coincidencia, no esperaba verle.

-¿Hablaste con él?

-Lo hice.

-Y le golpeaste ante de preguntarle sus motivos.

-Ganas no me faltaron -reconoció- Pero no pude hacerle. -pensó en la presencia del director del colegio.

-¡Qué extraño! Siempre pensé que nada te detenía.

-Así lo creía hasta hace una semana -afirmó Hanamichi.

-Ese viaje que hiciste, ¿se relacionaba con Rukawa?

-No exactamente... -sonrió.

-¿Qué es lo que te divierte?

-Hace dos semanas, mi compañero Himura enfermó y me dieron todos sus expedientes.

-Ya me lo dijiste.

-Si, lo sorprendente fue encontrar una solicitud de traslado a nombre de Sakuragi Hanamichi.

-¿Què? ¿Pediste traslado y no le recuerdas? -preguntó, al ver su mirada comprendió- No lo hiciste.

-Exactamente...

-Entonces... ¿Quién?

-Eso es lo que quise saber, en un primer instante, pensé que se trataba de un error, pero no, el nombre estaba bien escrito. Tampoco me pareció una broma, nadie podía saber que iba a caer sobre mis hombros ese trabajo.

-Sentiste curiosidad...

-Si.

-¿Qué esperabas encontrar?

Se encogió de hombros.

-Tal vez que era alguien llamado igual que yo, sin ningún tipo de afinidad.

-¿No era así?

-¡Qué va!! ¿Sabias que tenemos ochenta colegios en el extranjero?

-No... -le sorprendió el cambio de tema.

-Pues es así, dos de ellos están en España, uno en Madrid y el otro en Barcelona, a esta ciudad me desplace.

-¡¿Lo hiciste!? -no ocultó su sorpresa, le miró unos segundos antes de preguntar- ¿Qué encontraste?

-Pedí ver al director, puedes creerlo pero le faltó poco para caerse de espaldas cuando le di mi nombre. Fue entonces que me mencionó a Sakuragi-sensei.

-¿Sakuragi-sensei? -la expresión de rostro mostró su interés- Esto se pone interesante.

-Y tanto..., supe que se trataba del profesor de historia, también impartía clases de entrenador físico, sus alumnos eran prácticamente chicas, por ello es muy apreciado por todas, al punto que le adoran y no dejan de llamarle su sensei. Cuando le conocí me ví ante un hombre joven, alto, de cabellos negros y unos ojos azules que si irradiaban simpatía, no puede verlo, porque desde que irrumpí en su metódica existencia pasé a ser alguien a quien despreciar.

-O sea que los pelirrojos no le son simpáticos...

-Yo no diría eso. -le interrumpió.

-¿Y Rukawa? -Intentó retomar esa cuestión- Creí que hablábamos de él.

-Lo estamos haciendo..., vayamos por partes. Este profesor, Sakuragi-sensei se ha ganado el cariño de las alumnas sin tener el cuenta su edad, no importa si son niñas o jóvenes, todas le tienen excesiva simpatía. Hay tres jovencitas que me pidieron que le convenciera para quedarse.

-Había pedido su traslado -recordó Yohei.

-Exactamente, había pedido al director que no dijera que pertenecía al ministerio, porque mi visita era personal, sin embargo, para justificar mi presencia, podía decir que iba a sustituirle.

-¿Accedió? -preguntó sorprendido.

-Le comenté que podía tener en cuenta su propio traslado cuando lo solicitara.

-Pero tú no llevas esas cuestiones...

-Él no podía saberlo.

-De acuerdo... -no iba a discutir el sentido de la ética de su amigo.

-Le quedan siete días para presentarse a su nuevo destino. Aunque no creo que lo haga, lo más seguro es que ha revocado su petición y seguirá allí.

-¿Por qué dices eso? ¿Lo sabes?

-No... Himura-san se ha incorporado y no puedo tocar sus papeles -ese hecho le frustraba.

-¿Es eso lo que te molesta? -la descripción de ese individuo se le hacia familiar- Me has dicho como es ese profesor, por tanto, ¿has hablado con él?

-Si...

-¿Le hablaste de la coincidencia de nombres?

-No exactamente.

-¿Por qué no? Acaso, ¿es eso lo que te inquieta?

-No exactamente -repitió.

Yohei le miró fijamente. Tenía su mirada un brillo ilusionado.

-¿Te has enamorado de él? Es joven, ¿verdad?

-No puedo enamorarme... de la persona que no he dejado de amar -murmuró sin apartar su mirada.

-¡¡¿Qué!!? -bajo la voz al observar que disimuladamente miraban hacia ellos- Sakuragi-sensei ¿era Rukawa?

-Aha...

-¿Y él que explicación te dio?

Dejo escapar un profundo suspiro.

-No puedo creerle. -se pasó la mano por delante de sus ojos. Yohei espero que siguiera hablando- Es la peor excusa que he escuchado en mi vida. Es una historia mal relatada, hasta yo hubiera encontrado algo mejor para contar.

-¿Qué te dijo? -su curiosidad iba en aumento. Era extraña la actitud de Hanamichi.

-Que no recordaba su pasado, que mi nombre se lo dieron en un hospital donde estuvo hace diez años.

Yohei pensó que dado el carácter de Rukawa, no creía posible que buscara excusas para justificarse.

-¿Y si fuera cierto?

-No puede ser. Ni siquiera sabe el nombre del hospital, menos aún de la ciudad donde estuvo. Su actitud era ilógica.

-¿Qué impresión te dio cuando te hablaba?

-Parecía confuso..., sincero.

-No le has perdonado por su abandono, has preferido no creerle a reconocer que te alegraste de verle.

-No me alegré..., solo un poco -vió su mirada- de acuerdo, mucho, pero volví a rememorar todo el dolor y la desesperación, me sentí hundido en un enorme pozo. Sabes lo mucho que significaba en mi vida. Lo era todo y desapareció sin una palabra. -Furioso añadió- Ese desgraciado ha paseado mi nombre vete a saber por cuantos lugares.

-Averígualo. ¿Por qué no lo investigas? Si es así, tú nombre aparecerá en ciudades donde tú no estuviste.

-¿Sabes la cantidad de colegios que he inspeccionado en estos últimos siete años? Podría decirse que conozco las cuarenta y siete prefecturas.

-Es preferible eso a verte hundido otra vez -dijo Yohei- Así sabrás si te mintió o no.

Respiró hondo antes de contestar.

-De acuerdo, lo intentaré -dijo como quien hace una gran concesión.

-Ya me contarás lo que averigües de él. -Mantener ocupado a su amigo era una buena terapia- Llámame cuanto sepas algo.

Tres días mas tarde estaban nuevamente sentados en la misma mesa.

-¿Qué sabes?

-Toda su vida académica, se ha movido mucho durante los últimos años. Su primer colegio fue en Abarashi, allí sus compañeros le recuerdan como un profesor apático, cerrado en si mismo, taciturno, aunque también me dijeron que aunque como persona era un ser solitario, como profesor era excelente, siempre estaba presente para solucionar cualquier problema de sus alumnos. Estuvo ahí tres años.

-En invierno es un lugar muy frío. No esta cerca ¿la antigua cárcel de Abarashi?

-Si, y el mar de Othosk que en invierno esta helado, dicen que comienza a helarse en junio hasta finales de marzo, si bien puede prolongarse durante la primera quincena de abril. -recordó.

-Bonito lugar -comentó Yohei, estremeciendo solo con pensar en ver hielo y nieve durante tanto tiempo- ¿Lo pidió él?

-No. Nadie quería ese puesto. Fue su primer trabajo.

-Donde fue después? Le darían algo más calido -supongo.

-Me da la impresión que alguien le odiaba porque los peores puestos fueron para él, y los aceptaba con estoicismo.

-No crees que pudiera estar buscando su pasado?

-No se que creer..., nunca antes había tenido ocasión de ver a un profesor moverse tanto de colegios, los he contado, cincuenta y uno.

-¡¡Vaya la misma cantidad que tus rechazos amorosos!! -recordó Yohei con una risilla.

-No me hace ninguna gracia. -le miró serio.

-Disculpa...

-Aceptada. Finalmente, llegó su plaza en Barcelona, allí se ganó el cariño de sus alumnas y fue cuando comenzaron a llamarle Sakuragi-sensei como muestra de respeto.

-Su carácter fue evolucionando a mejor -comentó Yohei.

-Aha.

-¿Sabes de donde procede su título universitario? -era un dato importante a saber.

-De la prefectura de Hyoga, allí nadie sabe de él, excepto que estudio por libre.

-¿Qué universidad hay ahí?

-Ninguna que destaque.

Yohei se quedo pensativo unos instantes sin dejar de mirar a su amigo que hojeaba su libreta, donde apuntaba de todo, le recordaba a Aida.

-¿Te dijo porque estuvo en el hospital? Tuvo que recibir un fuerte golpe para que olvidara quien era.

-No. Solo me habló de la perdida de su pasado y que quería recuperarlo -en ese instante, al oír a su amigo se dio cuenta que pudo encontrarse realmente grave y él lo ignoró- Pensándolo fríamente -algo que debió hacer cuando le vió- se le veía realmente preocupado. Deseaba encontrar a su familia.

-¿Qué le dijiste?

-Que no tenía... -dudó.

-¿Y... -supo que se callaba algo más.

-Le mencioné... le hablé de mi, sin decirle que lo era.

-Entonces ahora sabe que tiene que buscar a una persona de la que no sabe su nombre... -recordó un detalle- ¿Le dijiste el suyo?

-Lo hice... se sorprendió bastante cuando le llame por su nombre -se llevó la mano a la frente- ¡Soy un baka! Olvide su reacción. Necesito saber que hospital le atendió.

-Es suficiente con que des tú nombre -sonrió- De acuerdo, no haré bromas a tu costa. ¿No fue en Hyoga donde estuviste con tus compañeros?

-¡¡Es cierto!! Estuvimos en una excursión con el equipo -recordó- En algún lugar guardo el folleto de ese sitio. ¡¡He sido un imbecil!! -Se lamentó- Todo empezó ahí. -se levantó dispuesto a marchar- Disculpa, tengo que irme.

-Suerte... -le deseo.

Algunos minutos después vió llegar a Ookus con expresión confusa.

-¿Qué pasa con Hanamichi? Pasó a mi lado y ni me vió.

-Vas tras una nueva pista para averiguar que pasó con Rukawa.

-¿Aún continua con eso? Ha pasado mucho tiempo solo, debería buscar un buen chico y olvidar el pasado.

-Ya lo ha encontrado.

-Eso es maravilloso. -Se alegró por él- ¿Quién es el afortunado?

-Rukawa.

-¿Le encontró? ¿Dónde?

-En una ciudad llamada Barcelona.

-¿Dónde queda?

Yohei se encogió de hombros.

-¿Se sabe que hace ahí? Se que tienen un buen equipo de basquetball.

-¿En serio? -pregunto mirándole curioso, sabía eso e ignoraba donde estaba ubicada la ciudad.

-No estuviste pendientes de los juegos que hubo, el equipo español dejo un gran recuerdo, fueron increíbles.

-Ese era el equipo nacional -le corrigió.

-¡Y no es lo mismo? -Para él todo era lo mismo- ¿Cómo es que Rukawa no figura entre sus jugadores?

-Si tienes tiempo te contaré todo lo que sé.

Ookus se acomodo e hizo un gesto al camarero para que fuera a atenderle. Le pidió bebida y comida, cuando tuvo todo delante de él, miró a Yohei.

-Puedes empezar.

Yohei comenzó el relato.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Era de noche cuando el avión que le transportaba, aterrizó en el aeropuerto de Narita. Todas sus posesiones cabían en una mochila, por eso, apenas se detuvo el avión, se levantó de su asiento con ella en la mano y se dirigio hacia la puerta de desembarco.

Si ese pelirrojo no se había burlado de él. Allí estaban sus raíces y él pensaba encontrarlas. Durante ese tiempo no había sentido la necesidad de formar una familia, porque le preocupaba lo que había dejado atrás sin saberlo, por lo que le dijo solo una persona se preocupó por su ausencia y él iba a encontrarla como fuera.

Tomó un taxi y le pidió que le llevara a una pensión.

Durante el vuelo se mantuvo en una duermevela, por lo que apenas tocó el futon se quedo profundamente dormido.

A la mañana siguiente, al despertar, el sol entraba por la ventana al no tener cortinas de oscurecimiento, tal como se había acostumbrado a tener en Barcelona, por ello deslumbrado cruzó su brazo por encima de sus ojos. Pensó que se estaba a gusto acostado, sin pensar en las continuas obligaciones que su trabajo le deparaba. Era la primera vez que no se levantaba inmediatamente después de abrir los ojos.

También era aquella la primera vez que tenía la sensación de estar realmente en su casa,  tan cerca y al mismo tiempo tan lejos, pensó recordando los tres años que estuvo trabajando en un colegio en Toyama, como mucho con los diferentes trasbordos unas cinco horas de Kanagawa.  Pero ya no tenía sentido lamentarlo.

-Estoy en casa. -y al decirlo, un rostro jovial, con unos cabellos pelirrojos apareció en sus pensamientos. Cerró los ojos como si deseara apartarlo de ahí. Supo que él era el eslabón que le unía a esa ciudad, porque su primera impresión fue acertada, al verle no pudo evitar sorprenderse. Sakuragi-san le conocía, no podía pensar que ganaba engañándole, diciéndole su nombre y mencionando su ciudad natal, también le dijo que no tenía familia, solo una persona se preocupó por su ausencia. Solo al pensar en ella le ayudó a alejar la pereza y levantarse.

Cuando bajo al vestíbulo, la dueña del establecimiento le preguntó si deseaba desayunar.

Acepto encantado porque estaba hambriento y cuando se vió con la enorme cantidad de comida delante suyo se preguntó si iba a ser capaz de comerlo todo, tenía un tazón de arroz, salmón asado, algunos encurtidos, reconoció entre otros ingredientes, pepino, rábano y berenjena, no podía faltar un tazón con sopa de miso, una ciruela roja agridulce que representaba el sol naciente y algas sazonadas.

Disfrutó comiendo todo y cuanto terminó se sentía muy satisfecho.

Apenas salio a la calle intentó ubicarse para conocer el barrio y saber regresar sin necesidad de usar el transporte público. Enseguida supo donde se encontraba y comenzó a caminar en la dirección correcta para dirigirse a la Biblioteca Pública, allí comenzaría su búsqueda.

Al llegar, se detuvo unos segundos contemplando la fachada del edificio, luego se dirigió a la puerta traspasándola y encontrándose en un amplio vestíbulo.

Sin un titubeo se dirigió a información para enterarse que pasos debía seguir para conseguir una tarjeta que le permitiera tener acceso total a la información que podían poseer, ya fuera a través de la hemeroteca, libros o revistas, así como audiovisuales.

Subió a la planta que le indicaron. Allí con su carné de profesor no tardo en disponer de una tarjeta provisional, mientras preparaban la definitiva, que podía pasarse a recoger antes de marchar.

Se dirigió hacia las escaleras dejando a sus espaldas el área administrativa para dirigirse hacia las salas de audiovisuales.

Indeciso se detuvo ante la primera puerta que encontró en el largo pasillo, al mirar a través del cristal observó que las mesas estaban ocupadas por estudiantes en su mayoría.

-¿Puedo ayudarle? -dijo una voz a su espalda.

Se volvió encontrándose ante una mujer, viéndola supo que era muy mayor, pero su porte y el brillo simpático de su mirada le hacia parecer más joven, sus mejillas sonrosadas estaban marcadas con las arrugas que marcaban que había llevado una vida intensa.

-Buscaba la sala de audiovisuales.

-Esta ubicada en la planta baja, para facilitar el acceso a todos. Muchos jóvenes no pueden permitirse tener carné y no podemos marginarlos.

-Cierto... -asintió- Gracias... -se inclinó a modo de despedida.

-¿Es nuevo? No le he visto por aquí.

-Es la primera vez que vengo.

-¿Busca algo especial? Conozco donde esta cada libro o cinta.

-Mi pasado... -se le escapa- Disculpe.

-Apenas le ví supe que tenía problemas. ¿Puede perder unos minutos conmigo? Tengo té listo para tomar y unos dulces que le animarán.

Aceptó la invitación.

Algunos minutos después tuvo que reconocer que los dulces estaban deliciosos.

-Me llamo Katherine, puedes llamarme "K" como todos mis amigos.

-Hasta hace una semana me llamaba Sakuragi Hanamichi, ahora ya no estoy tan seguro.

-¿Cuéntame?

Nunca antes se había sentido tan cómodo con una persona que acababa de conocer, sin darse cuenta se sacó de encima todo lo que le agobiaba, teniendo en la mujer una atenta y comprensiva oyente.

-No ha tenido una vida fácil, pero ha llegado al lugar indicado, entre los dos sabremos cual es ese pasado.

-¿Es posible?

-Espera y verás. -se levantó- Sígueme.

Se apresuró a seguir sus pasos hasta otra habitación.

-Aquí es donde paso las horas, en compañía de mis amigos -su mano se movió en rededor mostrando las atestadas estanterías de libros y las mesas a rebosar de volúmenes de diferentes grosores.

Quedo estupefacto, mirándoles con la misma veneración que irradiaban los ojos de "K", sus huesudos dedos los acariciaba con cariño.  Tomó un libro de historia, cuyas hojas daban la impresión de desvanecerse entre sus dedos, por lo que volvió a cerrarlo temeroso de destruir una reliquia.

-¿Son suyos?  -preguntó.

-No, pertenecen a la Biblioteca, cuando alguno sufre un daño, me lo envían para que lo repare, algunos son tan valiosos que permanecen aquí mucho tiempo -dijo sentándose ante un ordenador que encendió.

-Es restauradora -comprendió- Han tenido que pasar por sus manos libres incunables  -no ocultó la admiración que sentía hacia ella, dándose cuenta que la artritis la impedía ocuparse debidamente de su trabajo, tenía que ser muy dolorosa para ella.

-He recibido algunos -dijo con modestia- Ven aquí, iremos resolviendo tus dudas -este es un buen buscador -se levantó para dejarle el sitio y señalando el teclado- por donde quieres empezar.

-Rukawa Kaede, si ese es mi nombre tiene que aparecer en algún lugar. Hace diez años me dijeron que aparentaba tener unos veinte años, por lo que debía estar cursando estudios universitarios.

-Muy bien... sigue por esa línea... yo revisaré los periódicos de esa época. Si ese hombre te dijo que eras de aquí, lo encontraremos.

-Gracias.

Minutos después, desde mesas contiguas los dos se vieron inmersos en su respectiva búsqueda.

"K" era activa y las páginas de los periódicos pasaban por ante sus ojos sin que ninguna noticia llamara su atención, aunque de vez en cuando tomaba alguna nota.

Por su parte Sakuragi-sensei, se sentía renuente a abandonar ese nombre que le recordaba a sus ex alumnas, comenzó a leer aquellas páginas donde aparecía el nombre de Rukawa, ninguno de aquello nombre le resultaba conocidos, ni tampoco sus profesiones o sus estilos de vida, rastrear en las vidas ajenas le parecía una inmoralidad, sin embargo, se negaba a admitir que el pelirrojo no le engañó cuando le dijo que no tenía familia. De aquellos patronímicos, solo un par de ellos podían ser investigados más en profundidad, uno tenía treinta y cinco años, el otro cincuenta y dos.

Se había agenciado de una libreta en blanco, en ella apuntaba todo lo que necesitaba recordar para seguir buscando.

-Has encontrado algo de interés? -preguntó cuando le ofreció una taza de té.

-No en Kanagawa, pero si en la prefectura de Hyogo, confirman lo que me contaste. Dos notas, en una de ellas comunicaban el hallazgo de un joven malherido en una cancha de basquetball. ¿No me dijiste que te gustaba?

-No sabría decirle si me gusta, supongo que si, en aquel entonces, al salir del hospital estuve trabajando seis meses con unos chicos para perfeccionar su juego. Decían que era muy bueno y que con mi altura podía jugar con profesionales. -se encogió de hombros.

-Es otra pista a seguir. Veré que encuentro por ese lado. ¿Tú has dado con algo?

-Pensé que podía tener algún tipo de familiar. Tuve dos posibles candidatos, al final se ha reducido a cero mi investigación. Estoy como al principio, no tengo nada.

-No te desanimes y menos aún rendirte.

-Nunca..., llegaré hasta el final. -por primera vez sabía algo sobre si mismo, aunque solo fuera un nombre que no despertaba en él ningún recuerdo, no percibía ninguna sensación o emoción, como cuando conoció a ese pelirrojo. Aquella mañana su corazón se alboroto, luego las exigencias del pelirrojo solo consiguieron irritarlo.

-Me dijiste ¿Qué estabas en una pensión?

-Si. ¿Por qué?

-Vivo en una casa muy grande y me sobra espacio. Antes vivía un sobrino conmigo, pero se caso, ya sabes como son las nueras. -vió la mirada interrogante del hombre- Supongo que no. ¿Puedo hacerte una pregunta? Se que es una indiscreción por mi parte, pero mi educación inglesa...

-¿Que quieres saber? -el tuteo era normal aunque acababan de conocerse.

-¿Has tenido novia?

-No..., nunca he sentido la necesidad de tener una chica a mi lado... -contestó rotundo- tampoco un chico -añadió al ver que abría la boca como para formular la pregunta.

-Y no te ha parecido extraño, eres un buen tipo, guapo, con unos preciosos ojos azules y con esa mirada arrebatadora. Has tenido que tener cientos de admiradores de ambos tipos.

-Gracias... -murmuró, sus elogios consiguen sonrojarle- no tantas, pero si algunas. -pensó en sus alumnas de Barcelona, que consiguieron con su actitud desinhibida que se sintiera a gusto en esa ciudad y en ese colegio. La libertad que tenían para expresar sus sentimientos era debido a que su unión familiar estaba compuesta en algunos casos por matrimonios mixtos y recibían una formación doble por parte del padre y la madre. Solo buscaba su pasado y a esa persona que le mencionó el pelirrojo.

-Encontrarás a la persona que buscas. -dijo "K" inesperadamente.

La miró fijamente, como si creyera que acababa de ver sus pensamientos.

-Prosigamos...

Asintió. Tras ese corto instante de relajación, prosiguieron con sus búsquedas.

Lo intentó, porque solo miró la pantalla inmerso en sus pensamientos, sabía que estaba en un callejón sin salida, no sabía que hacer, por donde continuar, su nombre, si es que lo era no aparecía por ningún lado. Era como si no existiera, lo mismo que su pasado. Ese idiota... ¿Por qué ese afán suyo en saber? ¿Qué le ocultaba? Y lo más importante, ¿Por qué apareció entre sus efectos personales, un cuaderno con su nombre? Acaso, diez años atrás... ¿Ya se conocían? Si era así... ¿Por qué no se lo dijo claramente?

-"K" me preguntaba... -la exlcmación de júbilo de la mujer, le hizo acudir a su lado- ¿Qué has encontrado? -su mesa de trabajo aparecía abarrotada de libros, cintas, cassetes y revistas. Al parecer estuvo consultando todo aquel material.

-¿Y tú?  -sus ojos brillaban contentos.

-Solo me preguntaba, acerca de Sakuragi-san. Tengo la certeza me ocultó algo importante, pero... ¿Qué...?

-Aquí tengo la respuesta a esa pregunta, me remonté bastante más años atrás y en una gaceta regional encontré una fotografía y un reportaje de una tal Aida, referente a un partido de basquetball. -la impresora concluyo su impresión, tomó la hoja mirando detenidamente la imagen, luego desvió sus ojos hacia él- decididamente eres tú, mucho más joven, pero fácilmente reconocible -le pasó la fotografía.

No esperaba resolver su pasado el primer día, por eso cuando su mirada incierta se posó en la fotografía no se hacia ilusiones sobre lo que iba a ver. La imagen se produjo un escalofrío, al mismo tiempo que sus dedos se aflojaban dejando caer la hoja que revoloteo unos segundos en el aire antes de posarse en el piso, desde el suelo la imagen de dos jóvenes parecían mirarle, moreno uno, pelirrojo el otro, juntaban sus manos tras un salto de exultante júbilo.

-Él sabía todo de mí. ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué se lo calló? -se interrogó con un dolor que atenazo su pecho.

-Seguramente, tenía sus motivos. Ahora cuestionas su actitud, pero sabes lo que realmente creo.

-No... -contestó serio.

-Dirás que soy una vieja que chochea, pero sabes lo que veo en esa imagen.

-No se me ocurriría decir tal cosa  -protestó porque necesitaba una persona imparcial a su lado, para ayudarle a desvelar no solo su pasado, sino también porque el pelirrojo no le dijo que se conocían desde que eran adolescentes.

-Hay mucho para seguir hablando, pero aquí el tiempo se nos acaba, la biblioteca va a cerrar en poco más de veinte minutos -le aviso tras echar una mirada al relojito que a modo de adorno estaba prendido sobre la pechera de su chaquetilla de hilo blanco- ¿Has pensado ya si quieres alojarte en mi casa?

-No me gustaría abusar más de su amabilidad, me ha ayudado mucho. Solo aceptaré si me toma como inquilino, usted pone el precio.

-Si eso es lo que quieres. Te cobraré lo mismo que pagas en esa pensión, ¿conforme? -Ante su gesto de aceptación continuo- Si recoges ahora mismo tus cosas, podremos continuar con la investigación. En el reportaje que escribió Aida, están los nombres de los jugadores titulares del equipo de Shohoku, entre ellos Rukawa Kaede y Sakuragi Hanamichi. ¿Te resulta familiar ese nombre? -preguntó al verle pensativo.

-Necesito recordar, pero no puedo. Es como si esa parte de mi memoria se hubiera cerrado para siempre y me es imposible abrirla. -murmuró con pesar.

-No te esfuerces, acaso algún día salga todo.

-¿Cómo ha dado con esa noticia?

-Trucos que te da la edad... -dijo con una amplia sonrisa. El muchacho podía verla, lo cual ya era un adelanto, pero no se sentía muy segura de decirle quien era realmente y que el tiempo no existía para ella.

-¿Está buscando que la halague, abuela? -Pregunto sintiendo en su pecho que le era muy querida, como si la hubiera conocido en el pasado- ¿nos hemos visto con anterioridad a hoy?

-Deberías a partir de ahora seré tu benefactora, a cambio solo pido la compañía de gente joven -comentó sin contestar su siguiente pregunta, callando también lo que había visto en esa imagen, que en sus miradas había mucho amor, sabía que entre ellos hubo una hermosa relación que se truncó cuando la fatalidad se cruzó en el camino de Kaede, ella estaba allí para que todo volviera a la normalidad.

-¿Siempre consigues lo que te propones?

-Casi siempre, soy tan cabezota como mi nieto. Apresurémonos, mi chofer comenzará a impacientarse -comentó mientras cerraba la computadora, no temas por tus notas. Solo lleva lo que consideres imprescindible.-dijo guardando en un bolso de mano su block de notas.

La siguió dócilmente, pensaba que excepto largas temporadas en la que debía dejarse guiar por sus propias decisiones, en las más importantes se había sentido como un niño desvalido permitiendo que fueran otras personas las que decidieran por él, primero fue la doctora Watanabe que tan amablemente le recibió en su casa al dejar el hospital y le guió hacia un nuevo camino, un derrotero inesperado, ahora sabía que la enseñanza no había sido la opción que él había elegido. Más tarde, se pone en manos de Komiya-san que le preparó a conciencia para la universidad, gracias a su inestimable ayuda alcanzó esa meta en dos años, ahora se pregunta siguiendo a "K" si él solo hubiera conseguido tanto en apenas ocho horas de trabajo. Sabe que una vez más ha dejado que otra persona tome sus decisiones.

En la pensión recogió sus efectos personales, tras abonar su alojamiento se despidió de la dueña de la pensión agradeciéndole sus atenciones.

Mientras se acomodaba en el asiento junto a "K" pensó que tenía catorce días por delante antes de tomar posesión de su nuevo colegio, esperaba para entonces supiera más cosas sobre sí mismo y entonces tenía que recuperar lo que le pertenecía por derecho, su nombre, su pasado, decidiendo por si solo que tipo de vida quería tener.

"K" le dejo inmerso en sus pensamientos, sintiendo curiosidad por saber la clase de chico que había sido. Viéndole a hurtadillas decidió que iba a hacer lo humanamente posible para devolverle su propia vida y así recuperar la tranquilidad de espíritu que le faltaba.

También ella comenzó a planear los pasos necesarios para saber de su enigmático acompañante, su vida en aquel instante era como un rompecabezas y ella estaba dispuesta a poner cada pieza en su lugar correspondiente, desenmarañando su pasado, tal vez no volviera a recordarlo, pero al menos sabría por medio de terceras personas como habían transcurrido esos años anteriores a su accidente.

Su instinto le decía que antes de conseguir la dirección del autentico Sakuragi debía saberlo todo de él y de su compañero. Una sonrisa asomó en sus labios, ambos habían perdido mucho y merecían recuperar el sentimiento que tuvieron en el pasado. Aunque no lo sabe todo de él, no le está permitido poseer toda la información, solo lo imprescindible, lo que consiga averiguar entra en sus posibilidades, por eso no tiene dudas, ellos habían sido más que amigos, solo así se comprendía la actitud del pelirrojo al no contarle lo que sabía a Rukawa, más aún cuando habían compartido tantas cosas, solo el resentimiento le había hecho comportarse como el cabezota que es. Va a tener que esforzarse mucho si quiere que vuelvan a reencontrarse, tiene esperanzas en ese sentido sino porque le había dado dos pistas tan importantes: su nombre y Kanagawa. A partir de ellas había ido tirando del hilo, consiguiendo nuevas pistas que la condujeron al equipo de Shohoku, de ahí conseguir los nombres de aquellos jugadores fue sencillo, ahora serian hombres casados y con hijos, sin olvidar a las dos chicas que también estaban próximos a ellos, la asistente del entrenador y la hermana pequeña del capitán del equipo.

Cuando llegaron a la casa, se ocupó de acomodar a su huésped.

Descorrió el panel que comunicaba con el engawa, bordeo la casa por él hasta alcanzar un corto pasillo con techo de madera para protegerse de la lluvia y que comunicaba con otra vivienda de reducido tamaño.

-Es independiente de la vivienda principal, puedes entrar y salir sin que yo me entere. No necesitas darme cuenta de tus movimientos. No te sientas obligado a mí, piensa como si estuvieras en otra pensión.

-No podría..., nunca antes viví en un lugar así. Todo es precioso -comentó mirando hacia el jardín que adornaba bellamente el entorno.

-Estas eran las habitaciones de mi sobrino, cuando se marchó dejo todas sus cosas, aquello que consideró inútil de llevarse a su nueva vida de casado. -abrió varias puertas enseñándole el contenido de cada una para que se hiciera una idea de su distribución.

Sakuragi-sensei observó que una de esas puertas continuaba cerraba, más no dijo nada a "K".

-Ahí se guardan viejos recuerdos familiares, si te interesa puedes echarles un vistazo. Tal vez encuentres algo de interés, yo hace mucho tiempo que deje de hacerlo. -su tono de voz fue nostálgico. Allí se guardaban recuerdos de toda una vida.

-Gracias... -pensó que cuando dispusiera de tiempo, le gustaría ver lo que allí se guardaba, sabía que lo haría llevado por la curiosidad.

-A las siete se sirve la cena. ¡Qué torpe soy! Lo había olvidado -abrió una puerta al fondo de la casita y mostró su interior- Es la cocina. -encendió la luz porque la ventana permanecía cerrada.

Se fijó en las paredes blancas, con diversos armarios altos y bajos, una pila de lavar, una cocina a gas, un horno y una nevera, se veía bastante completa.

Abrió otra puerta y mostró el lavadero.

-Mi sobrino era un vago, prefería comer fuera a prepararse algo por sí mismo.

-Siempre he vivido solo, tuve que aprender a cocinar. Nadie lo hacía por mí.

-¿Siempre?

-Si..., es extraño tener esa impresión, pero es así. Una sensación que no he podido evitar sentir. ¿Será que empiezo a recordar? -se preguntó sin esperar una contestación de "K".

Ella no respondió, en cambio le preguntó.

-¿Has decidido que hacer respecto a tu nombre?

-Antes de hacer cambios quisiera confirmar que ese es mi nombre, saber más de mi vida anterior.

-De acuerdo, Sakuragi-sensei.

-Gracias a ti, por tu comprensión y amabilidad -se inclinó respetuoso.

Esa noche comenzaron las pesadillas, retazos de una vida pasada, de una juventud perdida en las brumas del olvido, y que poco a poco salían a la superficie en el transcurso de su investigación ayudándole a saber más sobre sí mismo.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Yohei le vió llegar con expresión eufórica.

-Se te ve satisfecho -le dijo cuando se sentó frente a él.

-Gracias a ti por hacerme recordar aquella excursión. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, el entrenador Anzai invitó a todos los antiguos miembros de Shohoku, éramos más de treinta muchachos, sin embargo, él corrió con todos los gastos del viaje y del alojamiento. ¿Lo sabías?

-Eso lo ignoraba..., si tú lo dices, te creo...

-Ojala hubiera hecho lo mismo, cuando Kaede me habló -se lamentó- Olvidé por completo aquella salida.

-¿Por qué tenías que recordarla?

-Porque la última vez que ví a Kaede fue la última noche de nuestro regreso a casa. Él era un maniático de las prácticas en solitario, seguro que salió en busca de una cancha, llevándose todas sus cosas, con la clara intención de reunirse con los demás en la estación, solo que nunca llegó.

-Se trata de suposiciones, no tienes la certeza que fuera así. -comentó Yohei viéndole abrir una carpeta que sostenía bajo su manos.

Sacó una hoja que puso delante de los ojos de Yohei, quien pudo ver que se trataba de una hoja impresa, en ella un recorte de un periódico local de la prefectura de Hyoga mostraba el rostro de Rukawa con la cabeza vendada, no cabía duda que estaba hospitalizado, el logotipo del hospital era claramente visible en la almohada.

-Conseguí el teléfono de la redacción del periódico y tras una búsqueda a nivel personal, pudieron decirme que durante tres meses su fotografía se mantuvo en el periódico con el fin de que algún familiar le identificara, comunicando que Sakuragi Hanamichi, nombre obtenido entre los efectos personales del joven, había sufrido una pérdida de memoria profunda. Conseguí saber el nombre de la médica que le atención por urgencias, Watanabe-sensei.

-¿Hablaste con ella?

-Sí, recordaba a Kaede. Apenas mencione su nombre supo de quien se trataba, estuvo hospitalizado un par de días, como se le veía tan confundido le llevó a su casa, le dio alojamiento por un tiempo y le encontró trabajo como entrenador de un equipo juvenil de basquetball, cuando se enteró que iba a clases nocturnas para aprender un oficio, le presentó a un profesor universitario que le ayudó a sacar su título universitario.

-O sea que sin saberlo le apartaron de su autentica meta.

-Sí.

-¿Y ahora que sabes de él?

Hanamichi se mesó los cabellos con energía.

-Deja de hacer eso -pidió- Sabes que me pones nervioso. Dime lo que has averiguado.

-Nada..., ha renunciado a su plaza como profesor, al principio pensé que había escrito su renuncia, decidí no darme por vencido investigando más a fondo. Recuerdan haberle visto en Narita, también un taxista le reconoció. Le llevó a una pensión, pero solo estuvo una noche, a la tarde del día siguiente pago y se marchó. La dueña le vió subir a un coche, solo pudo decirme que era negro, no fue capaz de recordar la marca, ni el modelo, tampoco vió la matricula. Ahí se pierde su pista. Solo sé que se presentó en el ministerio para renunciar hizo personalmente. Le he vuelto a perder y esta vez solo puedo culparme a mí mismo, por mi estúpida torpeza, por mi cabezonería -hubiera seguido insultándose, pero una inesperada presencia le interrumpió.

-¿Esta seguro, joven?

Hanamichi y Yohei miraron sorprendidos a la mujer que interrumpía su conversación con esa inesperada pregunta.

-¿Qué quiere decir? -la anciana tenía una expresión que delataba su satisfacción, pero al mismo tiempo le miraba con evidente disgusto- ¿Quién es usted?

-Mis amigos me llaman "K" -no podía mencionar su nombre completo- Dirán que soy una vieja chismosa por inmiscuirme en su conversación.

-No..., no... -no deseaba mostrarse irrespetuoso con una persona mayor, aunque fuera eso lo que estaba pensando.

-Estaban hablando de Rukawa Kaede.

-¿Cómo sabe? En ningún momento mencionamos su nombre.

"K" sonrió.

-Lo sé todo de vosotros, te llamas Sakuragi Hanamichi y él es Mito Yohei, tu mejor amigo, a quien siempre le cuentas tus problemas.

-¿Cómo sabe? -repitió otra vez su pregunta, sin poder ocultar el asombro que sentía, incapaz de encontrarle coherencia a esa inesperada situación.

-Dejarme sitio, jovencitos.

Como puestos de acuerdo Hanamichi y Yohei se movieron hacia el ventanal, dejándola tomar el asiento que deseara.

Se sentó junto a Mito para tener al pelirrojo de frente.

-Sabemos mucho de él, pero...

Cuando dice sabemos...-¿Se refiere a Kaede?

-Si.

-¿Sabe dónde está?

-Si... -una sonrisa enigmática curvó sus labios.

-¿Dónde? -inquirió dispuesto a correr a su lado.

-No puedo decirlo.

-¿Por qué no? -se sintió afligido al escucharla.

-Porque necesito que me respondas a unas preguntas. Si consigues convencerme con tu sinceridad, te diré lo que deseas saber.

-De acuerdo... -dejo escapar un suspiro de alivio- Contestaré a cualquier cosa que desee preguntarme, si con eso puedo volver a hablar con él.

-¿Le amas?

-Sí, nunca pude dejar de amarle.

-¿Lo intentaste?

-Sí, creí que era lo mejor para mí. Me sentí depresivo y me convencieron que era mejor olvidarme de él.

-¿Por qué hicieron tal cosa?

-Durante años le buscaba en cada ciudad por la que pasaba, preguntaba por él.

-¿Dejaste el basquetball por su causa?

-No, perdí interés, jugar solo no le encontré sentido. Le necesitaba a mi lado, pero no estaba.

-Si estos eran tus sentimientos hacia él, ¿Por qué motivo cuando coincidiste con él, no le dijiste quien era y te fuiste dejándole solo? ¿Acaso era mentira que le buscaste?

-No, no lo era. Le busque, día y noche inútilmente, pero me sentía traicionado por él. Cuando desapareció creí que yo era la causa, que a mi lado no podía cumplir con sus sueños, que había dejado de quererme, aunque me sentía deprimido, no deje de buscarle. -Sus ojos tuvieron un brillo acuoso- Ahora lamento no haberle creído cuando me explicó los motivos por los que llevaba mi nombre, ¿no le parece insólito? -La miró a los ojos- Desaparece de mi lado, pero se lleva mi nombre.

-¿Aún te sentías dolido? -preguntó "K".

-Sí, porque me dí cuenta que a pesar del tiempo transcurrido seguía amándole, en cambio él, se mostro tan indiferente, negándose a conocerme, con esa frialdad que tenía entonces, creí que era una farsa para apartarme de su lado.

-Torpe... -se dejo escuchar una voz a su espalda.

Se levantó raudo, Kaede estaba sentado detrás de él.

-¿Cómo... cómo me has encontrado? -se quedo de pie contemplándole como si creyera que se trataba de una alucinación de sus sentidos.

-Miyagi, me comentó que seguías viniendo aquí.

-¿Le has visto?

-Si..., y también a Akagi, a Kogure, a Mitsui, en fin, a todos los que me han conocido.

-¿Les recuerdas? -preguntó.

-No...

-Lo lamento... -la alegría que empezaba a sentir se desvaneció- Lamento no haberte creído.

-Esto te pertenece... -dijo mostrando lo que guardaba en uno de sus bolsillos y posándolo sobre la mesa para que lo viera.

Se trataba de un viejo cuaderno. Al verlo lo reconoció.

-Creí que lo había perdido. -murmuró.

-Apareció en mi bolso, donde al parecer lo habías metido, torpe -se levantó quedando a su altura- Últimamente tengo sueños de nosotros, supongo que mi memoria quiere reaparecer, por eso se que tú y yo fuimos pareja, si me aceptas tal como soy ahora, se que volveré a enamorarme de ti, porque es imposible conocerte y no quererte. Pondré todo mi esfuerzo para conseguirlo.

Hanamichi lo abrazó con fuerza.

-No vuelvas a dejarme, Kaede, no lo soportaré.

-No lo haré -dijo alzando sus brazos y enlazando su cintura, al sentir el abandono de su cuerpo sobre el suyo, tuvo la sensación de reconocer ese calor, ese peso cálido y fuerte, y comprendió que no importaba si su pasado volvía o no, lo importante era saber que su futuro estaba ligado a ese pelirrojo. Una seguridad que no sabía de donde procedía le hizo saber que irrumpía otra vez en su vida para moldearla a su antojo. No le importó. Si tenía a su lado a Hanamichi todo era perfecto.

"K" se sintió feliz mientras su espíritu se iba desdibujando en el aire.

Cuando se tranquilizaron, Kaede quiso hacer partícipe de su felicidad a "K". Al no verla pregunto por ella.

-Hace un segundo estaba aquí -dijo Yohei tan sorprendido como los dos muchachos.

-¡¡Qué extraño!! No ha podido marcharse sin que nos diéramos cuenta -dijo Kaede preocupado por su querida amiga.

-No habrá querido interrumpirnos -comentó Hanamichi- vayamos a su casa para agradecerle lo que ha hecho por nosotros.

Cuando así lo hicieron, se encontró Kaede con una desagradable sorpresa. El jardín llevaba años en un estado de abandono total, las ventanas de la casa aparecían rotas y descolgadas de sus ejes.

-¡¡No puede ser...!! Esto es imposible, no ha podido pasar esto en un par de horas -dijo Kaede mirando a su alrededor con perpleja inquietud.

-Estás seguro que es aquí?

-Crees que olvido tan fácilmente donde he pasado catorce días? -preguntó Kaede.

Hanamichi se dio cuenta de su impudencia e intento disculparse cuando vió que sonreía.

 

-Preguntemos por ahí..., alguien tiene que saber algo.

 

Fue así que se enteraron que la dueña de la casa era una vieja chiflada, así la denominó la mujer a la que preguntaron primero, ante el disgusto de Kaede, Hanamichi apretó su mano para que no interviniera.

-La mujer debió enloqueció cuando murió su único hijo, algunos meses después ella también falleció.

-¿Muerta? No puede ser... hemos estado juntos estas dos últimas semanas -exclamó Kaede sin ocultar su perplejidad- Es imposible.

Quedaron solos cuando comenzaron a oírle decir eso. Mirándoles todos muy raro.

- Yo estuve mucho tiempo a su lado..., me cuesta admitir que este muerta. -Preguntó cuando Hanamichi consiguió que se tranquilizara- ¿Crees que se trataba de un espíritu?

-A mi me pareció muy real -admitió Yohei que sentía erizarse los pelillos de su nuca ante ese pensamiento.

-Tiene que existir una explicación coherente... -dijo Sakuragi- Seguro que no te equivocas -miró a Kaede para confirmar una vez más sus palabras.

-Por supuesto, la vivienda que me dejo se entra por detrás, es totalmente independiente, sin embargo, pasaba la mayor parte del día con ella.

-¿Tienes la llave para entrar?

Kaede sacó su llavero mostrándola.

Kaede les guió hasta la casa que había ocupado, bordearon el abandonado jardín hasta ver una casita en miniatura de la principal.

No había tenido tiempo de introducir la llave en la cerradura cuando un carraspeo les interrumpió.

Los tres se sobresaltaron, valientemente, pusieron a Yohei por delante de ellos, asomándose por encima de sus hombros.

-¡¡Idiotas!! -dijo Yohei.

Un hombre trajeado, llevando un maletín de ejecutivo les miraba con curiosidad, debido a su extraño comportamiento. Su pregunta les sorprendió más aún.

-¿Son ustedes Sakuragi Hanamichi y Rukawa Kaede?

-Somos nosotros -admitieron dando un paso a un costado para abandonar la escasa protección que les proporcionó Yohei.

-Señores, enhorabuena -dijo inclinándose respetuoso.

-¿Por qué?

-Soy el albacea testamentario de la señora Katherine Ferguson, ustedes son sus herederos.

-¡¡¿Qué!!? -exclamaron al unísono.

-¿Podemos hablarlo en privado?

La presencia de los cuatro hombres estaba llamando la atención de los chiquillos y también de los padres que se asomaban para mirar a través de los destrozados setos.

Con cierta aprensión Kaede abrió la puerta, temeroso por lo que pudiera haber en su interior.

-Pasa, por favor... -invitó mientras se descalzaba, su mirada recorrió lo que tenía a la vista sin ver nada inusual. Todo estaba tal como lo dejo horas antes. ¿Por qué la casita estaba bien cuidada? -se preguntó sin comprender que estaba pasando ahí.

Hanamichi estaba dándole vueltas al nombre que había escuchado, creía haberlo oído alguna vez pero no podía recordar cuándo.

-Cómo es posible que "K" me nombrara su heredero. Me dijo que era mi benefactora, pero no habló de testamento.

-La señora Ferguson dejo bien claro sus instrucciones, durante diez años debía proceder a mantener en custodia su herencia, excepto el jardín y la casa principal, dijo que ese lugar solo le produjo dolor, por ello no le importaba que se destruyera.

-¿Por qué ese tiempo?

-No lo explicó. Dejo instrucciones para que en el día de hoy, a las cinco de la tarde me presentará a ustedes y les comunicara que eran sus herederos. En realidad, el heredero principal es el Sakuragi-san, teniendo en cuenta que es su pariente más próximo.

-Qué!!

-Usted es el nieto de la señora Ferguson.

-Hanamichi? -Kaede le miró sorprendido.

-Tiene que haber un error... yo no... -se calló de repente- Mi padre me hablaba de su madre, la llamaba Kate, pero yo nunca la conocí.

-Ella sí, porque le describió muy bien en su carta, lo mismo que a usted -miró a Rukawa- le describió como su sobrino predilecto, la persona que alegro sus últimos días juntos, dándole una causa por la que luchar. -sacó unos papeles de su maletín que extendió sobre la mesa explicándoles todas las clausulas del testamento y detallando concienzudamente las propiedades que pasaban a ser suyas a partes iguales. Ellos firmaron donde se les pido, Yohei firmó como testigo de que se llevaban a cabo todas las transacciones testamentarias, al mismo tiempo que sus firmas quedaban convalidadas para poder disponer de su efectivo.

-Mañana mismo, sus bancos serán notificados del traspaso.

-Gracias... -dijo Hanamichi que aún creía estar en medio de un sueño.

Cuando quedaron solos, se miraron los tres.

-¿Somos ricos? -preguntó Hanamichi.

-Así parece. -confirmó Kaede.

-Con todo ese dinero ya no tienen necesidad de trabajar. -dijo Yohei- ¿Que es lo que haréis?

Los dos se miraron sonrientes y dijeron a un tiempo.

-¡¡Basquetball!!

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Dos espíritus buenos miraban hacía donde estaban los jóvenes. Sus vestiduras blancas deslumbraban con su fulgor.

-Gracias a ti ahora pueden ser feliz. -mirando hacia su hijo.

-He tenido que hacer muchas concesiones para conseguir pudieran reencontrarse otra vez.

-Te lo agradezco. Ahora podemos sentirnos tranquilas. Vuelven a estar juntos.

-Sí.

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-¡¡Kaede...Kaede!! -alza la voz para llamar su atención.

El apremio de su voz le hizo apresurarse para llegar a su lado. Al verle sentado en el suelo, rodeado de cajas y papeles antiguos supo que no había motivos para preocuparse.

-Torpe... me has preocupado.

-Mira lo que he encontrado... -le pasó una cartulina.

La tomó, se la veía muy antigua, en ella estaban retratadas dos mujeres, una bastante más joven que la otra, en sus brazos sostenía cada una un bebé, la imagen en blanco y negro mostraba sus pequeñas caritas.

Dejo escapar una exclamación de sorpresa, al mirar más detenidamente los rostros de las mujeres.

-Es "K"... -dijo Hanamichi.

-Es mucho más... la mujer joven, la conozco. -Ante su mirada dijo- Es mi madre.

-¿Ellas se conocían?

-Así parece.

-Entonces, los bebés...

-Somos nosotros..., "K" me dijo que en esta habitación estaban sus recuerdos, toda una vida. Era una persona maravillosa, ahora no tengo ninguna duda, desde donde estén han hecho lo posible por volver a unirnos.

-Gracias, mamá... -murmuró al aire.

-Gracias, abuela -dijo Hanamichi levantándose.

Un suave beso les unió.

FIN

16 de junio de 2009

Paz


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