En un barrio cualquiera en la casa de los Aldana, vivía una madre con sus cuatro preciosos retoños. Aquellas luces de sus ojos eran cuatrillizas, teniendo todos 17 años. La vida de los Aldana era sencilla, y pese a que correspondían a un nivel socio-económico medio bajo, sus días eran agradables, no obstante, había veces en que la convivencia era un caos, puesto que cada uno, si bien nacieron casi al mismo tiempo, tenían sus personalidades bien marcadas, y por ende distintas.
El que nació primero se llamaba Eric. Eric era el más sociable, le encantaba divertirse y ver el lado optimista de las cosas. Era el líder en todo, siendo decidido y muy impulsivo. Justiciero, esforzado y bondadoso, era el héroe de la familia. Se tiñó el cabello dorado para encarnar al príncipe azul de las doncellas, sus ojos turquesas procuraban atrapar la atención de todo mundo y era uno de los más altos de los cuatro hermanos.
Luego venía Danilo, este era uno de los más holgazanes, el siempre creía fielmente en el futuro, ya que todo lo aplazaba para después. En la escuela le iba regular, pues aunque lo intentaba no estudiaba mucho. Un ser creativo, y de una perspectiva de vida muy particular, decía lo que pensaba, pero jamás era grosero. Amable, relajado, y profundo, ocupaba su ocio para escribir, se auto proclamaba el favorito de su madre. De cabello negro, mirada suspicaz, y pecas en sus mejillas, las chicas se divertían con este ser complejo que siempre tomaba por sorpresa a quienes le rodeaban
Después venía Mauro, al igual que Danilo, era muy tranquilo, sin embargo era el primero de su clase. No hablaba demasiado, y jamás faltaba el respeto a suspires o mayores. No era de muchos amigos, siendo un sujeto responsable y calmado. Le gustaba tocar el piano, y leer, no hablaba mucho de si mismo, y siempre ayudaba a quienes se lo pedía, eso si, da mala gana. Su cabello era de color castaño, de ojos adormilados, y cuerpo delgado. Era muy atractivo, pero su personalidad retraída y de bajo perfil lo hacían “olvidable”. Luego de Eric, este era el más alto.
Por último, el mimado de la familia, Amy. …l era el risueño, el tierno, adorable, soñador y enamoradizo. Su vida era todo un cuento de hadas. Le encantaba molestar, aunque la mayoría de las veces era él blanco de las burlas. Travieso y muy inteligente, le encantaba aparentar ingenuidad, mas no tenía nada de ella. Por monería también se tiñó el cabello, pero de color zanahoria, de todos él era el único de inclinación homosexual, pero jamás a tenido una relación con alguien.
Ellos eran los hijos de la madre, Violeta Sandoval. Vivían en una espaciosa casa de un piso, asistiendo todos a la misma clase en una escuelita humilde en la ciudad. Eran los hermanos más conocidos en todo el sector, su vida era normal, y pese a los problemas cotidianos que sostenían, no había nada que los apartase de aquella realidad sencilla…
…hasta aquel día…
Eric se levantó temprano para hacer el desayuno, pues su madre estaba enferma y le prohibió levantarse para atenderlos. Esta para darle en el gusto- si que era duro de roer- se quedó acostada viendo la televisión.
- ¡Amy levántate!- gritó rubio principesco a un bulto que había sobre la cama- ¡Es tarde! ¡A comer!
- Mm… cinco minutitos…no… diez…no…veinte…no… no quiero levantarme…- dijo dulcemente sacando sólo su cabeza al exterior.
- Con que no quieres levantarte ¿eh?- dijo malicioso el rubio.
- Ya, ya…- se sentó el pequeño al oír el tono amenazante- ya me levanté, ya me senté, ya estoy aquí… ya soy… ya… estoy...
- …
Eric lo miró atónito, sabía bien que despertar repentinamente a su hermanito zanahoria era sinónimo de un monólogo de incoherencias, así que lo dejó solo para no adentrarse a una dimensión desconocida.
Luego fue a ver a Danilo, el perezoso de la familia.
No estaba en su habitación.
- Eso si que es raro…- murmuró el rubio.
Salió de allí para ir hacia la habitación de Mauro, caminaba por el corredor cuando vio al fondo del pasillo, a Danilo durmiendo de pie, apoyando su cabeza contra la puerta del baño, haciendo una poza de saliva en sus pies. Iba a despertarlo, pero Mauro salió del baño, haciendo que el cuerpo cayera al suelo como un saco de papas.
A Mauro bien poco le importó y esquivando al cuerpo salió.
- Eres una bestia- le comentó el rubio al castaño.
- Nadie le manda a dormir como los caballos.
De repente oyeron el teléfono.
- Yo voy- dijo Danilo en el suelo. Los dos hermanos lo quedaron mirando, mas no se levantó, estaba hablando pura mierda como siempre, así que Mauro contestó.
- Alo- dijo cortante.
- ¿Alo? ¿Se encontrara Violeta?- dijo una voz masculina, de mediana edad.
- Si, ¿Quién le llama?
- Miguel.
Llamó a su madre y dejó el auricular en la mesita, dirigiéndose al comedor para desayunar.
Ya cuando los cuatro estaban reunidos, la madre se les acercó con lentitud y les dijo que no irían a clases aquel día.
Ellos la miraron interrogantes, más nadie le preguntó directamente, la respetaban con demasía.
- Tengo algo que decirles…- dijo esta con seriedad, definitivamente no eran buenas noticias- Bueno, nuestra situación económica está pésima, desde que su papá murió heredándonos sólo deudas, y más deudas… me rehúso a pensar que… uno de ustedes trabaje- tosió- quiero que sólo estudien para entrar a las universidades más prestigiosas… es por eso que… se me ocurrió una solución extrema…
Extrema no era una palabra alentadora, ni tampoco típica, extrema indicaba problemas, y muchos sacrificios, cada uno de ellos estaba al tanto de esto.
- Un amigo de su padre me dio una solución aberrante…
Aberrante tampoco era una buena palabra.
- Quiere que uno de ustedes… este dispuesto a casarse.
- ¿Qué?- dijeron al unísono, absortos de la impresión.
- Lo pensé toda la noche… les juro que no fue fácil, pero el amigo de su padre es un hombre muy rico, uno de ustedes podría ser el heredero… sería el fin de nuestros problemas…
- Mamá, con todo respeto ¿Estás bien?-dijo Danilo- ¡Estas hablando de matrimonio! ¡MA-TRI-MO-NIO!
- Si, mamá, eso es… es… matrimonio- apoyó Eric.
- Demasiada extrema tu solución, recapacita- continuó Mauro más cortante.
- ¡SOMOS MUY JOVENES!-protestó Amy.
- ¡SI LO SE! ¡LO SE! ¡PERO SI NO HACEMOS ALGO, NO EMBARGARAN LA CASA!
“……………………………………….”
Guardaron silencio.
Muy amorosa será su madre, muy gentil y bondosa… pero siempre decía las cosas a última hora.
Y entre el silencio se escuchó el timbre.
- Llegaron…- dijo la mujer nerviosa.
“¿Llegaron?” “¿Quiénes llegaron?” Preguntaron los cuatro, ¿Un panda con una pelirroja que se convertía en hombre con agua caliente? ¿Estaban siendo víctimas de una mala broma? ¿O eran protagonistas de una bizarra historia de una fémina desquiciada?
¿Quiénes llegaron?
¿Quiénes eran?
¿Como eran?
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