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Condena por 130 8a kiku

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Notas del fanfic:

Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen son de Masashi Kishimoto y lo único que recibo es el placer de leer sus hermoso comentarios.

Notas del capitulo: Hola hermosas personas! Desde hace mucho eh querido leer y escribir de ésta pareja que tantas vueltas me da ¿de donde la vicule? quien sabe, los dejó leer.
CONDENA


—Porque todo lo que tocas lo destrozas… así fue con él, así es conmigo y así será con el pequeño.

—Por eso mismo voy a destruir Konoha.

—No mientras yo viva.

*|*|*|*|*|*|*|*


El viento soplaba con melancolía, se oía a la perfección el movimiento ajetreado de los aldeanos, los llantos, los lamentos, se olía la sangre, las cenizas, la destrucción y devastación que dejó el zorro de las nueve colas a su paso.

En una de las habitaciones del hospital se hallaba el líder, el que salvo de la completa destrucción la Villa Escondida entre las Hojas, el que sacrificó lo más importante en su vida, quien decidió sobre una vida ajena dejándole un gran peso encima.

El hombre veía el techo, acaba de tener por segunda ocasión al bebe entre sus brazos, y la despedida fue realmente dolorosa, le rogó a su maestro que cuidará de él y cuando llegará el momento lo instruyera, por demás sabia que no era necesaria esa petición pero no pudo evitar el hacerla.

Un murmullo se escucho, un nuevo y fuerte chakra hizo presencia en la habitación, el rubio ya lo esperaba, cerró sus ojos sintiéndose cada vez peor, podía percibir como el flujo de su energía se debilitaba, como el calor lo abandonaba del cuerpo, como la vida se despedía y la frialdad de la muerte se acercaba a cada paso.

—No tenías porque hacerlo.

—No me has reír Madara todo lo que tocas destruyes, como te lo dije en el bosque.

El pelinegro dueño de tan impresionante poder se acercó a la cama, viendo atentamente al hombre postrado en ella, su alborotada melena que continuaba con el solar brillo acostumbrado, la piel de un color tan acanelado y hermoso que ahora lucía pálido y era notoria como la muerte se le acercaba, acarició con un dedo su mejilla.

—Realmente significaste algo en mi vida.

—Eso lo sé — replico entre risas, pese a todo no abandona su sentido del humor, su forma de ser —por eso mismo me encuentro en esta situación, eres lamentable.

Madara cerró lo ojos, la frustración que sentía en más de un aspecto se acentuaba en esos momentos, era tan fastidioso que las personas con más significado en su vida prefirieran la maldita aldea en lugar de él.

—No todo salió mal — repuso con toque cruel y cínico en la voz — sólo atrasaste el momento, siempre hay un plan b.

—No eres el único— contesto débilmente — como te lo dije Madara, mientras esté en mis manos Konoha no será destruida.

Abrió sus celestes ojos al sentir la nariz rosando la suya, los dedos palpando su cuerpo, perdiéndose en los ojos rojos, recreando tan especial momento en el bosque.


Los verdes, el olor fresco de la naturaleza esplendida que los rodeaba, el cuerpo que le rosaba… sabía que se condenaba al sentir el estremecimiento de las caricias, el deseo por morder los carnoso y rojos labios, el sentir ajeno el cuerpo y tan contradictoriamente propio, la rudeza y desenfreno con que era tratado aunado a la pasión, al sentimiento parecido al amor o, tal vez lujuria, obsesión no importaba.

Sólo era consciente del placer, del deseo porque no acabara…

—Liberaras al zorro ¿verdad?

—Linda forma de culminar, ¿así me despides?

Movió la cabeza con resignación, era tan evidente y molesto, pero no importaba lo que pasará en ese momento: cuando se gritaban sus nombres y llegaban a tan ardiente orgasmo, no.
Ambos tenían en claro sus objetivos y para su infortunio no tenía cabida uno en el otro.

—Tengo más de una buena razón por la que Konoha merezca ser destruida.

—Disculpa que no las entienda, pero mientras yo viva eso no pasará.


De un momento a otro la ilusión acabo, el recuerdo del pasado, un indescifrable brillo aprecio efímeramente por los escarlatas ojos.

Un último y suave beso, que más bien fue un roce de labios, el pelinegro se fue con la misma velocidad que llego.

¿Por qué siempre destruía lo que amaba? Se odiaba, se odiaba infinitamente al disfrutarlo, al gozar con esa ardiente sensación.

Miro al frente, al clan que alguna vez amo y que le hizo descubrir el seductor fuego de despedazar poco a poco. El brillo de la agonía.

Y en el clan reposaba su siguiente victima, después de todo, el juego podía ser mejor de lo que espero, implicaría a tantos seres, gracias a la acción de tan aguerrido rubio, que ya esperaba el momento en que gozaría las llamas en las que esa consumiría esa maldita aldea.
Notas finales: Muchas gracias por leer, al final me quedó algo raro, espero me dejen sus comentarios y les haya agradado aunque sea un poquito.

Si alguien conoce más de ellos, me podría decir por favor.

Besos, byebye!

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