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Un pequeño empujoncito por kiauchiha

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Notas del capitulo: Todos los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.

Espero que os guste!!
- Le traigo el informe de la misión, Hokage-sama.

- Teme, te tengo dicho que me llames por mi nombre.

Naruto miró ceñudo a su mejor amigo. Desde que le habían ascendido a Hokage, hacía poco más de un año, Sasuke se había ido distanciando de él. No es que tuviera mucho tiempo libre con el nuevo cargo que ostentaba, pero últimamente, entre unas cosas y otras, las únicas ocasiones en las que veía al Uchiha se reducían a las contadas fiestas que realizaba alguno de sus amigos y las comidas semanales organizadas por Sakura para el viejo equipo siete, en las cuales, había que decir, Sasuke apenas si abría la boca para otra cosa que no fuera engullir su plato.

No estaba pidiendo pasar todos los días juntos, como cuando ambos eran ambu, pero Sasuke ni siquiera hacía un esfuerzo por verle más a menudo. Las pocas veces que le propuso entrenar solos, el moreno se había rehusado con pretextos vagos, como que estaba cansado o que ya había quedado con Sai… ¡Con Sai! ¿Desde cuándo se llevaban tan bien esos dos como para entrenar juntos?

- Si, perdona, Naruto.

Y allí estaba otra vez. Obedeciéndole como un autómata. El moreno hacía tiempo que había dejado de llamarle por su nombre, sólo se dirigía a él llamándole por su cargo… Nunca creyó que podría odiar que alguien le llamase “Hokage-sama”. Y es que parecía un mandado. Si le pedía que le llamase por su nombre, Sasuke lo hacía; si le pedía que se pasase el día ordenando papeleos de su oficina, Sasuke lo hacía; si le pedía que pasase el día leyendo libros con Sai, Sasuke lo hacía… Una vez hasta le dio una misión en la que el moreno tenía que usar su Oiroke-no-jutsu… ¡Y Sasuke lo hizo! Era de locos. Sasuke ya no se portaba como un amigo, ahora se comportaba como cualquier otro ambu bajo el mando de su Hokage.

Lo que daría en ese instante por volver a oír un “dobe” de los labios del moreno….

- Si no hay nada más, me retiro, Hokag… Naruto.

Naruto intentó detenerle al oírle, pero el peliazul ya había desaparecido. Suspiró pesadamente mientras sentía como la extraña opresión que sentía en el pecho cada vez que hablaba con el ojinegro volvía a hacer su aparición.

“Ni siquiera se ha molestado en quitarse la máscara…”

Sonrió amargamente mientras intentaba volver al papeleo que tenía entre manos antes de la interrupción. Estaba más que claro que Sasuke no tenía ningún interés en mantener su amistad.



El último descendiente de los Uchiha caminaba tranquilamente por las calles de la aldea mientras los últimos rayos del sol anunciaban el final del día. Tranquilo, serio e indiferente era como le veían la gente al pasar, aunque por dentro las emociones del moreno estuvieran totalmente revueltas.

Acababa de volver de una misión de dos semanas, y lidiar con Naruto era lo menos que le apetecía en ese momento. Pero ser capitán de un equipo ambu conllevaba responsabilidades, y una de ellas era reportar el informe nada más ingresar en la aldea. Y dado que el rubio era el Hokage, no tenía más remedio que verle, quisiera o no.

Ignorar a Naruto le estaba costando cada vez más. Ya no era como en los primeros meses del ascenso del rubio, en el que el trabajo acumulado los obligaba a verse menos. Ahora, un año después, el ojiazul se había organizado el trabajo de manera que siempre parecía tener tiempo para pasarlo con sus amigos, y si él no estaba incluido en ese espacio, no era desde luego porque el rubio no lo hubiese intentado. Se estaba quedando sin excusas que darle, y Sai ya estaba cansado de cubrirle las espaldas.

Suspiró profundamente mientras ingresaba en el barrio Uchiha. ¡Maldita sea! ¡Todo esto era por culpa de Naruto! Si tan sólo el rubio no hubiera insistido ese día… Desde entonces todo se había complicado.

Ya hacía cinco años que había vuelto a Konoha. Durante la cuarta guerra ninja, y a pesar de estar del bando de Madara en un principio, una vez se descubrió que Danzou y el Uchiha mayor eran los cabecillas de los planes de Akatsuki, el moreno cambió de bando inmediatamente y unió sus fuerzas con Konoha, pues su único objetivo era acabar con Danzou, no importaba cómo. Una vez muerto el sexto Hokage, Tsunade fue restituida en el cargo de inmediato. No fue fácil su reintegración a la aldea, pues pesaba aun sobre su cabeza el cargo de traición a la villa, pero con el apoyo de Naruto, Sakura, Kakashi y el resto de los compañeros que habían peleado a su lado contra Akatsuki, el consejo fue comprensible y la sanción se redujo a unos meses de vigilancia y misiones dentro de la aldea.

La relación con Naruto volvió rápidamente a como era antaño, con sus piques y peleas sin sentido, tal y como era antes de su partida. Sakura se volvió una buena amiga, pues con los años había madurado y se le había pasado el tonto enamoramiento infantil que sentía hacia el azabache. Con Sai fue algo más difícil, pues Sasuke no tenía la paciencia suficiente para aguantar tanta “sinceridad” de parte del pintor, pero con los años habían conseguido limar asperezas y llevarse bien. En cuanto al resto de los shinobi, ya antes no tenía mucha relación con ellos, pero éstos le aceptaron sin rencores ni reservas, así que procuró ser algo más abierto (no se le podía pedir más a un Uchiha), y aunque eran buenos compañeros, no les tenía tanta confianza como con los miembros del equipo siete.

El que Tsunade le aceptara tan fácilmente también se debió a la intercepción de Gaara a favor suya. Como Kazekage de Suna, habían luchado codo con codo juntos durante la guerra, llegando a forjar una amistad algo extraña. Ambos serios, de mirada penetrante y un humor algo estrambótico, llegaron a conectar de alguna forma, creando un lazo que extrañaba a quienes los conocían. Aunque como decía Naruto, los “raros” se juntan con “raros”.

Esbozó una sonrisa siniestra en el rostro, le encantaba el rostro de pánico que ponía Naruto cuando el pelirrojo y él se juntaban para jugarle alguna mala pasada. Si, realmente apreciaba a Gaara.

Y hablando del Sabaku, ese era otro de los motivos por el que le dolía tanto la cabeza ese día. Gaara llegaría al día siguiente a Konoha, y él tenía que darle una respuesta. Respuesta que todavía no tenía.

Llegó por fin a su casa y se dirigió directamente a su habitación para echarse en la cama. Ni siquiera tenía fuerzas para cambiarse la ropa. Simplemente se tumbó con la esperanza de dormirse y dejar de darle vueltas a la cabeza. Pero no pudo. Su mente no paraba de pensar en lo mismo una y otra vez, volviendo siempre al día en que empezaron todos sus problemas.



Faltaba apenas una semana para el nombramiento de Naruto como Hokage, de modo que las misiones ambu del rubio y como consecuencia de su equipo, en el que estaba incluido Sasuke, se vieron reducidas a cero. No iban a arriesgarse a perder al futuro Hokage por una misión a estas alturas. De modo que para mantenerse ociosos, ambos pasaban los días juntos entrenando, practicando nuevos jutsus y mejorando sus técnicas.

Naruto hacía unos meses que notaba al moreno raro. Se comportaba más fríamente de lo que ya era, y había vuelto al mutismo que lo caracterizara de pequeño. No es que a su vuelta se hubiera vuelto todo sonrisas y un parlanchín, pero ya no había que sacarle las cosas con sacacorchos e inclusive, a veces, uno lograba sacarle alguna que otra sonrisa. No le hacía gracia que su mejor amigo volviera a las andadas, así que ese día se había propuesto hablar con él. Si había algo que lo inquietara entre ambos podían solucionarlo.

- Oe, teme, hagamos un descanso. – pidió entre jadeos por el esfuerzo.

Llevaban ya más de tres horas enfrascados en una pelea de taijutsu, y estaba más que molido. Por otra parte, era la excusa perfecta para solucionar las cosas con el azabache.

- Hn.

Fue toda la respuesta que dio el moreno mientras se sentaba al lado de su compañero apoyándose en el mismo árbol que el otro. Le dio un trago bien largo a la botella de agua que le tendió el rubio, y cerró los ojos disfrutando de la paz que se respiraba en el ambiente.

- Sasuke, ¿te preocupa algo?

La pregunta le sobresaltó. No se lo esperaba para nada. Tenía claro que Naruto algún día le molestaría por la actitud tan fría que portaba los últimos meses, pero no pensaba que fuera precisamente ese día, y mucho menos en ese preciso momento.

- ¿Me tiene que preocupar algo?

La mejor manera de esquivar una pregunta era con otra, ¿no? Pues lo pondría en práctica.

- No te hagas el que no sabe, teme – Naruto frunció el ceño ante el desplante del moreno. – Sabes perfectamente a qué me refiero. ¿Qué te pasa?

- No pasa nada, dobe. – intentó aplacar a su amigo. Sabía perfectamente que el rubio no pararía hasta sacárselo, y no tenía ganas de hablar. No ese día. – No te comas la cabeza. No es nada.

- Sasuke… - Naruto fijó su mirada seria en la morena. Se había propuesto ese día resolver el problema del Uchiha fuera cual fuera y no iba a ceder.

- Hn…

Maldito Naruto y su puñetera manía de resolver todo (o como lo quería llamar el rubio, su “camino ninja”. ¡Ja! Lo que pasaba es que era un entrometido… ). Conocía perfectamente esa mirada de o-me-lo-cuentas-o-nos-quedamos-aquí-hasta-que-haga-falta. Ya se lo había hecho más de una vez, y no tenía ganas de volver a quedarse a dormir en la intemperie. La última vez se había ganado una tortícolis de cuidado.

Suspiró interiormente para darse ánimos. Total, ¿qué podía pasar? Sakura le había dicho que se lo dijera al rubio, que era su mejor amigo y seguro le comprendía. Además, fiel a la verdad Naruto siempre le había apoyado en todo, así que no es como si fuera a dejar de hablarle por algo como eso, ¿verdad? Apretó los puños decidido. Total, algún día tenía que llegar el momento, así que de perdidos al río. Lo dejaría caer y que fuera lo que tuviera que ser.

- Me gustas. - Rápido, conciso y claramente. Sostuvo la mirada del rubio para ver su reacción. Se había decidido a decírselo, así que se atendría a las consecuencias.

La noticia calló como una bomba sobre el ojiazul. ¿Sasuke acababa de decir que él le gustaba? No… tenía que haber oído mal, ¿cierto? Su mejor amigo, su casi-hermano no podía haber dicho que gustaba de él, ¿verdad?

- ¿Qué? – la cara del rubio era todo un poema.

EL azabache suspiró contrariado. ¿Es que Naruto no podía pillar las cosas a la primera? Bastante le había costado decirlo como para tener que volver a repetirlo.

- Me gustas. – repitió lo más firmemente que pudo.

No había apartado la mirada del rostro de Naruto atento a su reacción, pero éste no hacía más que poner cara de pez. ¿Sería que no había entendido el significado de “me gustas”?

- Te quiero. - aclaró por si las dudas, mientras notaba como un ligero sonrojo se asomaba en sus mejillas. ¡Maldita sea! ¿Es que el rubio no iba a reaccionar en todo el día? ¿Cómo se lo tenía que decir? – Estoy enamorado de ti. – Nada, Naruto estaba en el limbo. - Quiero follar contigo.

- ¡Que, ¿qué?! – Naruto se cayó para atrás de la impresión en cuanto escuchó las últimas palabras. – Pe… pero… no… - abría y cerraba la boca balbuceando cosas sin sentido. No podía creerlo. ¡Sasuke enamorado de él! - … yo… yo…

“Fantástico, Naruto, ¿no querías solucionar los problemas del teme? ¡Pues toma problema! Yo y mi maldita boca…” No sabía qué decirle al moreno. Ni siquiera se le había pasado por a cabeza que pudiera ser algo así. ¿Y ahora qué se supone que tenía que decir?

Pasados diez minutos de silencio Sasuke se empezó a deseperar. ¿No se supone que ahora Naruto le tendría que responder? No es que fuera muy ducho en estas cosas, pero que él supiera, cuando uno se declaraba por lo general le respondían al instante. Aunque la respuesta fuera un no rotundo.

- ¿Y bien? – tras cinco minutos más de silencio su paciencia había llegado al límite. O le respondía ya o le iba a chutar un chidori para ayudarle a hablar.

- Sasuke, yo no… - el rubio dudaba al dar su respuesta. No era muy recomendable decirle que no a un Uchiha con cara de mala leche y el brillo del Sharingan en sus ojos…

- Está bien, no pasa nada. – no necesitaba para nada oír el resto de la oración. Si hasta ese momento había tenido una pequeña esperanza, el rubio la había matado con esas dos palabras. Sintió como un dolor agudo se empezaba a instalar en su pecho. Aunque no es como si no hubiera esperado esa respuesta. Después de todo, el rubio sólo había tenido parejas femeninas hasta el momento. No, definitivamente nunca había tenido ni una oportunidad. – Querías saber qué me pasaba y te lo he dicho. Fin del problema.

Se levantó ágilmente y recogió sus cosas para irse de allí. Por muy fuerte que aparentase ser por fuera, estaba realmente afectado ante la negativa del ojiazul. Tenía ganas de estar sólo y echarse a llorar. “Soy penoso” pensó amargamente, “parezco una nena.”

- Espera, teme. – Naruto le agarró del brazo para detenerle. No iba a dejar irse así al azabache. Aun seguía siendo su mejor amigo y no podía dejarle irse así. Conocía bien a Sasuke, y sabía que sus palabras le habían afectado. – Lo siento, en serio. No sabes cuánto lo siento.

Sasuke escuchó las palabras del rubio aun de espaldas. No se sentía con fuerzas para confortarle cara a cara.

- No te preocupes. Es mi problema. – tuvo que hacer un esfuerzo para que su voz no temblara. – No tienes por qué sentirlo.

- Seguimos… seguimos siendo amigos, ¿verdad? – no quería por nada del mundo que las cosas fueran a cambiar por ello. No soportaría si Sasuke se alejaba de él por algo así.

- Seguro. Siempre seremos los mejores amigos. – nada más decirlo se soltó del agarre del rubio y se marchó rápidamente del lugar. Había sido un error haberse confesado. Maldita Sakura y sus estúpidos consejos.

Avanzó rápidamente entre los árboles intentando que con ello le doliera menos. ¿Por qué demonios tenía que doler tanto si ya sabía que el rubio le diría que no?... Todo había sido un desastre. Ese día había sido un desastre.



Tras la confesión del moreno, las cosas se pusieron algo tensas entre ambos durante un par de semanas. Pero ninguno volvió a mencionar la conversación, así que hicieron como si no hubiera pasado. Aun así a Sasuke le dolía estar con Naruto, motivo por el cual intentaba esquivarle lo más que podía. Bien por el trabajo de Hokage o bien por otros motivos, el rubio no hizo nada por buscarlos los primeros meses, y para cuando quiso volver a retomar su amistad, Sasuke ya se había cerrado en banda y vuelto un cubito de hielo, así que no había habido avances.

Así estaban las cosas cuando, hace un mes, Gaara vino de visita oficial a Konoha. Como Naruto estaba muy ocupado, Sasuke fue el ambu asignado como guía del Kazekage, lo cual le vino muy bien. Nada como despejarse con el Sabaku para dejar de pensar en el rubio por unos días. Lo que no esperaba es que Gaara le pidiera ser su pareja y que se fuera a Suna con él. ¿Pero qué bicho le había picado al pelirrojo?

El Sabaku sabía de sus sentimientos hacia Naruto y también del rechazo de éste de manos del propio azabache, aunque según Sakura, toda Konoha sabía de sus sentimientos hacia Naruto (cosa que no conseguía comprender, por otro lado. ¿No le decían siempre que era un cubo de hielo y que una pared era más expresiva que él? ¿Como demonios se le podía haber notado tanto que le gustaba el rubio?). Sasuke sabía, por otro lado, que hacía tiempo a Gaara también le había gustado Naruto, aunque hacía ya varios años que sólo lo consideraba como un amigo. Así que no entendía a qué venía ahora el pedirle a él el que fueran pareja. ¿Desde cuando él le gustaba al pelirrojo?

- No sé por qué te extrañas. Nos hemos hechos muy buenos amigos con el tiempo, y dada mi condición homosexual y la tuya, era más que probable que me terminara enamorando de ti. No tienes el mayor club de fans de toda Konoha porque seas un buen shinobi precisamente… - había dicho Garra ante su cara de sorpresa por la noticia.

- Yo no soy gay. Simplemente me gusta Naruto. – corrigió con un leve sonrojo por el cumplido.

- Lo que sea. Dime que no te soy en absoluto atractivo y cejare en la idea.

Miró bien al Sabaku. Francamente, no podía negar que éste estaba de buen ver. El cuerpo bien formado, la pose seria y atractiva de chico duro, los ojos aguamarina penetrantes, el pelo rojo que contrastaba con su piel… No, no podía negar que le atrajera su amigo. Pero a él le gustaba Naruto y no estaba bien que comenzara una relación con Gaara… ¿no? No sabía qué pensar…

- Sabes que sigo enamorado de Naruto, ¿verdad? – preguntó por si las dudas.

- No me preocupa. Un mes en Suna conmigo y verás como te habrás olvidado totalmente de él. Soy mejor que Naruto, Uchiha, y lo comprobarás. – aseguró muy seguro de sí mismo.

La idea era tentadora. Ambos encajaban a la perfección en carácter, y no dudaba de que el Sabaku sería una pareja interesante… Además, necesitaba olvidarse de ese tonto sentimiento hacia Naruto que no tenía ningún futuro. Y ¿quién mejor que Gaara? Aunque irse a Suna… implicaría no volver a ver a Naruto. Si bien le había estado ignorando los últimos meses, sabía que si le quería ver podía verlo, pero así… Aunque eso era lo que quería, ¿no?

- No hace falta que me contestes ahora. – Gaara comprendía que era una difícil decisión para el azabache. – Volveré a Konoha en un mes por cuestiones de trabajo. Contéstame entonces.

El mes que le había concedido Gaara expiraba mañana, y Sasuke todavía no había decidido nada. Su cabeza le decía que se fuera con el pelirrojo, y su corazón le pedía a gritos que se quedara donde pudiera ver al rubio…

- ¡Aaaaahh! – gritó de la frustración tomándose la cabeza con las manos. Le iba a reventar del dolor que sentía.

Se sentó en la cama e intentó ordenar sus ideas. Sabía desde hacía un año que lo de Naruto no tenía futuro, así que, ¿para qué seguir aferrándose a ese sentimiento que le carcomía por dentro día a día?

Si, estaba decidido, al día siguiente iría a buscar a Gaara en cuanto llegase y aceptaría su proposición. Sería su pareja y se mudaría con él a Suna. Y no volvería a ver a Naruto más. Eso era. Si. Eso era lo mejor.
Notas finales: ... un review?

Muchas gracias por leer! ^^

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