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Mi Pasatiempo: Leer. por KakaIru

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Notas del fanfic:

Una historia sencillita y advierto, sin mucha trama X3

Tan sólo un día cualquiera, en la vida de Gaara y Lee (o al menos como yo lo veo dentro de mi cabeza X3) para mi serie Le Sauvage et le Masochiste n___n

Notas del capitulo:

Título: Mi Pasatiempo: Leer.
Serie:
Le Sauvage et le Masochiste
Pareja: Gaara/Lee
Resumen:
Gaara quiere saber, por experiencia propia, qué se siente que te lean antes de ir a dormir. Es una suerte que Lee esté ahí para ayudar (aunque no quiera).
Advertencia: 
Temas Adultos (?), un chin de Angst. y posible y muy probable OOC (Out of Character o Fuera de Personaje) por parte de Gaara.
N/A:
No estoy contenta con lo que salió, pero ni modo, fue lo que salió XD Este es el Vicio #15: Leer, para mi casi olvidada tabla. Y el tercer shot de la serie El Salvaje y el Masoquista ;D

 

 

Mi Pasatiempo: Leer.




Acurrucado sobre la cama, Gaara se abrazó al cuerpo desnudo de Lee y soltó un largo suspiro. Con ojos entrecerrados contempló la descubierta nuca de su amante y se maravilló con los lacios cabellos oscuros regados sobre el colchón. El cabello de Lee era tan brillante y tan negro, que era como si gritara por ser tocado, y Gaara lo hacía siempre que tenía oportunidad. Esa noche, sin embargo, más que placer al ver a su pareja dormir sonoramente, lo que invadió a Gaara fue un leve sentimiento de hastío.


Era casi la media noche, Gaara se había trasladado a Konoha esa misma tarde porque unas terribles ganas de estar con Lee se habían apoderado de él. Así que, como su cuerpo demandaba, habían hecho el amor y como resultado Lee dormía pacíficamente. Gaara, por otro lado, no podía pegar ojo, y esto lo estaba molestando en demasía.


-Ne, Lee-kun, despierta- dijo en su oído mientras lo removía por el hombro.


Lee tan sólo soltó un débil gruñido de protesta y se acurrucó en su lado de la cama, tratando de alejarse de aquella mano diabólica que buscaba espantar su sueño. Lástima que Gaara no iba a darse por vencido, así que abrazándolo fuertemente de la cintura, no cejó en su empeño.


-Lee-kun, te estoy diciendo que despiertes- repitió con tono ligeramente más autoritario.


-Argg... Gaara, ¿qué quieres?- preguntó Lee medio dormido y medio despierto, abriendo apenas un ojo y notando la vista borrosa. Largó un sonoro bostezo y casi estuvo dispuesto a volver a dormirse, pero la voz de Gaara se lo impidió.


-Ne, Lee-chan, no puedo dormir- dijo como si fuese la cosa más normal del mundo.


-¡Nada de eso, Gaara!- exclamó Lee apretando la mandíbula en un débil intento de ocultar la trepidante frustración que comenzaba a apoderarse de él- Ya lo hicimos dos veces, tengo sueño.


-Ah, pero Lee-chan, yo no te estaba pidiendo que tuviéramos sexo de nuevo.


Con mirada desconfiada, el amo del taijutsu se volteó y contempló a Gaara de forma cuestionante. Conocía a su amante a la perfección y cada vez que no podía conciliar el sueño se aparecía en su casa alegando que su problema sólo podía ser resuelto con 'una buena ronda de sexo'. Y normalmente para Lee no había gran problema; es más, hasta le complacía gustoso, porque de todas formas ese era también un buen método para deshacerse de todo su exceso de energía. Pero en ese momento, sinceramente, Lee no podía más, y ni de haber querido hubiese tenido la fuerza suficiente. 


Claro que esto tampoco era gran asunto para Gaara, quien en algunas ocasiones le había dicho, cuando Lee se hallara recién regresado de alguna peligrosa misión o extenuado a causa del entrenamiento, que simplemente se dejara hacer, que abriera las piernas y disfrutara. Obvio que Lee odiaba cuando eso sucedía, no porque no le fuese placentero (todo lo contrario) sino porque a la larga, cuando terminaban, o más bien cuando Gaara terminaba, él siempre terminaba sintiéndose un poco usado. Y aunque el pelirrojo le repitiera un millar de veces que no era el caso, para Lee venía siendo lo mismo.


-¿De verdad que no quieres tener sexo?- preguntó algo dudoso.


Gaara asintió confiadamente y le regaló una de esas sonrisas suyas que, cuando querían, eran suaves y delicadas. Inmediatamente después Lee se sintió más seguro.


-De hecho pensaba en que podías hacer otra cosa...


-¡Ja! ¡Lo sabía!- exclamó el pelinegro con aire ofendido, cubriéndose nuevamente con la sábana y volteándose hacia su lado de la cama- Sabía que ibas a salir con una de tus perversiones.


-No, claro que no- se defendió el Kage abrazándolo de nueva cuenta, divertido ante las reacciones de su koibito-. Estaba pensando en otra cosa, Lee. Algo que es completamente inocente.


-Hmmm... ¿De verdad?- inquirió el ninja de la hoja con suspicacia.


-Te lo juro.


-¿Y entonces me dejarás dormir en paz?


-Ajá.


Juntando toda su fuerza de voluntad y tratando de hacer a un lado el sueño, Lee se volteó hacia su pareja y le miró fijamente. Sus profundos ojos negros amenazaban para que no se tratara de una broma, y Gaara tan sólo amplió su sonrisa. Era una de las cualidades que le encantaban de su Lee, el hecho de que siempre, a pesar de que se molestara o le costara mucho trabajo, le decía que sí a todo. Así que se acomodó en su suave almohada y observó a Lee desperezarse lentamente. 


Con el brillo de la luna reflejado en sus cabellos y en su piel, Lee era la cosa más hermosa que Gaara hubiese visto nunca. Tenía una belleza que era extraña por el mismo hecho de serinexplicable . Gaara, antes de salir propiamente dicho con Lee, había intentado tener relaciones con otras personas que se le habían hecho también muy atractivas. Pero nunca había podido sacarse a Lee de la mente, porque el pelinegro era hermoso a su manera, y todo de él era divino, desde su rostro, su piel y sus sonrisas, hasta sus gritos, sus ojos y su sangre. No había duda entonces de porqué siempre quería estar con él, porqué locelaba tanto, porqué no podía pasar una noche sin desear estar entre sus brazos. Era simplemente adictivo, tenerle siempre y ser completamente consciente de que nunca le abandonaría.


-¿Y entonces?- apresuró Lee un tanto ofuscado por la intensa mirada que le dirigía el pelirrojo.


En otras circunstancias no le habría afectado en lo más mínimo, pero en ese momento estaba urgido de terminar con todo aquello y poder descansar.


-Estaba pensando que...- Gaara hizo una pequeña pausa, y Lee enseguida captó, por su tono y su mirada, que se sumía dentro de su memoria- Pensé que podrías leerme un cuento para irme a dormir- y ante la expresión de confusión total que portaba el pelinegro, se apresuró a explicar-. Es que siempre he querido saber qué se siente, y además creo que funciona, ¿o no?


No hubo necesidad de que Gaara explicara mucho más. Aunque sus palabras sonaran despreocupadas y hasta frívolas, Lee comprendió lo que quería decir entre líneas. Lee, como muchos otros, estaba al tanto de lo dura que había sido la infancia del pelirrojo, e incluso el mismo Gaara le había dado detalles, angustiosos yperturbadores , de cómo habían sido sus primeros años. Por esa misma razón el pelinegro no necesitó que su chico le dijera, con lujo de detalles, que durante las solitarias noches, cuando no había nadie para él y todos en Suna le habían dado la espalda, Gaara paseaba por las oscuras calles, sintiendo el vacío dentro de su pecho crecer al tiempo que el desamor, el anhelo, la esperanza que cada noche se marchitaba y corrompía su alma.


Lee incluso pudo imaginarlo, verlo dentro de su cabeza, a ese pequeño pelirrojo de mirada perdida, con sus ojos que gritaban desde lo más profundo de su ser por algo de humanidad, algo de cariño. Le vería entonces con su pequeño oso de peluche, su único amigo, desandando por las calles de arena, envidioso de todos aquellos niños que tenían el calor de sus padres, las risas y la felicidad que para él habían estado siempre negadas. Por supuesto, Gaara se preguntaría qué habría hecho para merecer algo así, por qué había nacido siendo un monstruo, y nadie contestaría. No habría nadie para decirle que no era su culpa, nadie que consolara su doliente corazón.


Entonces, completamente devastado y viéndole encerrar las lágrimas dentro de sus ojos, Lee fue perfectamente capaz de contemplar a aquella joven alma que, conjurando su tercer ojo, fisgonearía dentro de las casas, maravillándose por el calor de una verdadera familia, imaginándose a sí mismo el objeto del afecto de un padre, el amor de una madre, el cariño de sus hermanos. No lloraba entonces, porque se había jurado nunca llorar, porque el llanto lo hería demasiado y él odiaba sufrir. Pero con su pena acrecentándose, y el rencor y la rabia, observaría a las madres leerles a sus pequeños para que pudieran dormir. Y él, muy en el fondo, desearía estar también así, aún a pesar de saber que esto era imposible.


Lee supo todo eso con tan sólo mirarlo, en sólo un segundo. Con una expresión triste, dirigió a Gaara una mirada que no era enteramente lástima, porque Gaara nunca le permitiría sentir algo así hacia él, aunque que se le parecía mucho.


-P-Pero... es que no tengo libros para leerte, Gaara-kun- se disculpó tristemente, su expresión tornándose apagada y lastimera.


El pelirrojo frunció el ceño de forma casi imperceptible. Odiaba que Lee se entristeciera por su culpa, y mucho menos por un motivo tan insignificante como lo era su pasado. Así que, con un dejo de buen humor, dijo:


-¿Por qué no me lees entonces algunas páginas de tu diario?


-¡Gaara! ¿¡Cómo sabes que tengo un diario!?- chilló Lee con el rostro rojo como tomate, como por arte de magia olvidándose de su tristeza anterior. ¿Cómo demonios sabía Gaara que él tenía un diario?- ¡Como te hayas atrevido a leerlo...!


-Claro que no- le interrumpió el pelirrojo haciendo un gesto con su mano para que se dejara de tanto drama. Con expresión impasible y mirada vacía, le restó importancia al tema-. Ni para qué leerlo, de todos modos ya sé lo que haces a diario.


Lee ni siquiera se atrevió a preguntar como es que lo sabría, temeroso de la respuesta. Definitivamente, había cosas que era mejor dejarlas a la imaginación.


-B-Bueno, de todos modos no iba a dejar que lo leyeras- tartamudeó con nerviosismo.


-Vale, entiendo- el pelirrojo se encogió de hombros-. Entonces ¿por qué no me lees una de esas revistas porno que tienes en una caja debajo de tu cama?


Y si el rostro de Lee anteriormente se había puesto rojo, en ese momento se encontraba más encendido que un farol. Farfullando incoherencias, apenas si podía salir delshock.


-¡N-No son mías!- exclamó llevándose ambas manos al rostro, como buscando escapar.


-Sí, claro- dijo Gaara con sarcasmo mientras rodaba los ojos de incredulidad.

-¡Es en serio!- insistió Lee al borde de las lágrimas; la verdad es que nunca había estado tan avergonzado en su vida, y la forma tan resuelta con que Gaara tocaba el tema no hacía sino ponerlo peor- Gai-sensei escondió varios de los libros deKakashi-sensei y me pidió que se los guardara por un tiempo.


-Ajá...


-¡Es en serio!- lloriqueó con dramatismo, lanzándose sobre Gaara y abrazándolo como si se le fuese la vida en ello- ¡Te lo juro por la Llama de la Juventud que es así!


Por su parte, Gaara tan sólo se guardó una sonrisa de triunfo. Si había algo que adoraba fervientemente, esto era colocar a su Lee en las situaciones más incómodas y vergonzosas posibles. Era el modo en que se sonrojaba, y lucía tan inocente e ingenuo, ¡y era tan fácil bromear con él!


-Está bien, ya basta- dijo finalmente, tratando de apartar a Lee de su lado.


-¿Me crees?- preguntó el pelinegro entre sollozos.


-Te creo- aceptó Gaara soltando un suspiro.


Y, como si no hubiese pasado nada, Lee volvió a su sitio, rostro intacto y expresión contenta. Gaara se guardó una maldición y dirigió la mirada a una de las estanterías que adornaba la habitación.


El cuarto era pequeño (demasiado para el gusto de Gaara, acostumbrado a las gigantescas habitaciones de Kazekage), sobriamente amueblado, pero eso sí, muy cálido. Las paredes estaban pintadas de verde pastel, y las cortinas también eran verdes, pero de una tonalidad un poco más oscura. La única ventana estaba justo encima de la cama, con sus sábanas también de color verde (¡como no!) y, al pie de la cama, varias pesas. Un pequeñoclóset de madera descansaba en una de las esquinas, al lado de la puerta que daba al baño, y un espejo de cuerpo entero. También poseía un pequeño escritorio que, a diferencia del de Gaara que estaba siempre atestado de papeles, estaba lleno de fotografías.


Muchas de las fotos eran del equipo de Lee, cuando aún eran gennins, y luego al convertirse en chuunins y sucesivamente en jounins. Por supuesto, Lee tenía muchas fotos en las que estaba con Gai-sensei y, para molestia de Gaara, con la chica pelirrosa que había sido su primer amor. Ah, pero todo eso lo compensaban todas las imágenes que Lee tenía junto a él. Muchas de ellas las había tomado sin que el propio pelirrojo se diera cuenta, y por lo mismo había captado momentos preciosos y sonrisas ocasionales que Lee insistía en catalogar como 'Hermosas y Pruebas de su Brillante Juventud'. Para Gaara no era más que una tontería, pero entonces había aprendido el verdadero significado de esas fotos. 


Todo estaba en los recuerdos.


A partir de ese momento había desarrollado una increíble manía por tomarle fotos a su koi. Muchas de ellas eran parte de su colección personal, aquellas que nadie podía ver y que habían sido tomadas en la más preciada de las intimidades. Esas eran sus favoritas.


-Gaara, ¿estás ahí?- preguntó paseando una mano frente al rostro de su pareja, buscando sacarlo de su ensimismamiento.


-Sí- contestó el otro-, recordé que había un libro en la repisa.


-¿En esa repisa?- el pelinegro apuntó hacia la estantería, extrañado. La verdad es que no recordaba haber puesto allí ningún libro, y así se lo hizo saber.


-Sí. Estoy seguro de que está allí, Lee-kun- insistió Gaara con determinación-. Ve a buscarlo.


Confiando en las palabras del joven Kage, Lee se levantó de la cama para notar, con suma sorpresa, que Gaara halaba la sábana con la que escasamente tapaba su desnudez.


-Tengo frío, y además tú no vas a necesitarla- fue toda la explicación que dio.


"¡Sí, cómo no!", pensó Lee sintiendo sus mejillas enrojecerse de nueva cuenta. "Lo único que quiere es que me pasee desnudo por el cuarto". Y tan errado no estaba, pues Gaara sonrió con superioridad y seacomodó mejor sobre el colchón, brazos cruzados a la altura del pecho y la mirada afilada como la de un halcón.


Relamiéndose los labios ante el escultural cuerpo de su amante, le vio acercarse a la estantería (que realmente tenía de todo menos libros) y buscar por entre la cantidad de objetos que le habían regalado a lo largo de los años y los cuales atesoraba inmensamente. Pero entre todos esos objetos, Lee no vio ningún libro. Buscó y rebuscó, confiando en su pelirrojo y esa extraña forma que tenía de saber donde estaba cada cosa dentro de su habitación, a pesar de que Leeprácticamente no sabía nada de la de Gaara. Pero era parte de su encantadora personalidad, ¿cierto?


-Gaara...


-Más abajo, Lee-kun- dio las instrucciones guardándose una maliciosa sonrisa al ver a su koibito hacer lo que le pidiera.


Tuvo que ignorar el escalofrío que lo invadió al ver el redondeado y perfecto trasero de su pareja, y se repitió una y otra vez que no iba a tener sexo con él, por más que su postura llamara al pecado (o másprácticamente gritara). Después de todo no quería molestar a Lee más de lo que ya estaba. Y de igual forma se estaba divirtiendo bastante.


-Gaara, yo no...- bostezó- veo nada.


-Hmm- el pelirrojo se llevó una mano al mentón-. Entonces creo que está arriba.


-¿¡Qué!?- guardándose un par de palabras obscenas, se levantó de su sitio para buscar encima de la repisa.


Cuán grande fue su sorpresa al notar, escondido como si no quisiera ser encontrado, un libro de mediano tamaño que definitivamente él no había colocado allí. Envió a Gaara una mirada interrogativa, y el rostro completamente inocente que le contestó le hizo saber que ese libro no había ido a parar allí por arte de magia. Y, dentro de lo que cabía, era bueno que Lee se encontrara tan agotado, porque no hizo más que devolverse a la cama, sentarse y, con gesto cansino, abrir el libro que contaba historias infantiles.


-Muy bien- dijo antes de empezar la lectura. A su lado, Gaara se acomodó parcialmente sobre sus piernas y, aunque se negara a creerlo, su corazón latía con ansias. La verdad es que estaba nervioso, y no entendía la razón-. El cuento se llama: 'El Niño y el Ave'-hizo una breve pausa y continuó:- Había una vez un niño que...


Y la verdad es que Gaara no le prestó demasiada atención al cuento. Con la suave e hipnotizante voz de Lee acariciando sus sentidos, no supo el momento exacto en que sus ojos se cerraron, convencido de que sólo sería un momento, para llevarle a un mundo encantado con aves gigantes y niños cantando bajo los árboles de cerezo. 


Esa noche, con la luna en el firmamento y las titilantes estrellas como testigo, Gaara durmió abrazado a su pelinegro. Y por allá cerca del amanecer, cuando los tibios rayos del sol hicieron su aparición, iluminó dos figuras entrelazadas, la cabellera pelirroja que portaba una ínfima e inocente sonrisa en el rostro, y el cansado pelinegro, aún sentado, con el libro de cuentos a sus pies.








~Cuando sonó el despertador~




Lee lanzó el libro por los aires y tuvo el impulso de tirar fuertemente de sus cabellos. Esa era la última vez, ¡la última!, que dejaba a Gaara dormir en su casa. El muy bastardo se había levantado temprano y se había marchado antes del amanecer, dejándole únicamente aquella insulsa nota:


"Lee, muchas gracias por la lectura, dormí como un bebé ((aquí añadió un corazoncito)). Recordé que tengo una junta importante con el Consejo así que me fui. No te desperté porque ¡lucías tan lindo durmiendo! Esta noche iré a visitarte, así queprepárate. Muchos besos, cuídate."
"P.S.: la próxima vez  tendremos sexo ((carita feliz))."


Con una venita palpitando en su sien, el pelinegro soltó un resoplido. Arrugó la nota hasta hacerla una bola diminuta y la lanzó con rabia contra la pared. ¿Gaara había dormido como un bebé? ¿¡Cómo un bebé!? Pues la verdad es que Lee lo había pasado pésimo, y a causa de la mala postura se había levantado con dolor en todo el cuerpo.


-Si se atreve a venir esta noche... si se atreve a pasar por aquí...- amenazó casi sin aliento, pero al recordar el rostro pacífico de Gaara y lo rápido que había caído rendido, llegó a la conclusión de que... tal vez había valido la pena- Demonios...


Bueno, de todos modos ¿qué más daba? Ya sabía de sobra que si Gaara se aparecía se noche (y era seguro que lo haría) de todos modos lo iba a recibir más que contento. Ahora lo importante era pensar una excusa losuficientemente creíble para explicarle a Gai-sensei porqué caminaba con esa postura tan extraña.


Suspiró.


Vaya día que le esperaba...





OWARI.

 

 

Notas finales: Gracias a mio Beta-chan, por arreglarme los horrores que mi mente inducida por el frio y el sueño no supo ver! Y gracias x leer!!! n3n

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