“Uno, dos, tres, cuatro... Vaya, esta vez se debe haber confundido, porque no ha dado su quinta calada…“ pensó Naruto irritado mientras observaba cómo, por décima vez en las tres horas que llevaba esperando a que lo atendieran, el ambu enfrente suya apagaba el cigarrillo habiendo apenas dándole unas pocas caladas.
Sabía que él no era paciente, pero retenerlo todo ese tiempo esperando era algo que sacaba de quicio a cualquiera.
Tras quince minutos más en completo silencio, sonrió sádicamente al ver cómo un nuevo cigarrillo hacía su aparición en las manos de su acompañante. Que se atreviera a encenderlo, que lo intentara… Como viera siquiera un ligero hilo de humo salir de ese pitillo, se iba a enterar el muy imbécil de lo muy temible que podía llegar a ser el jinchuriki de Konoha…
En el preciso momento en que la mano izquierda del ambu encendía un mechero y los ojos del rubio adquirían un brillo peligroso, la puerta del fondo de la habitación se abría dejando paso a otro ambu enmascarado.
- ¿Y bien? – espetó a su compañero haciendo caso omiso de la presencia del rubio.
- El ambu Uzumaki solicita ver al preso número 589. – contestó el otro con voz neutra guardando de nueva cuenta el pitillo.
- ¿Tiene permiso? – inquirió el recién llegado.
- Firmado por Hokage-sama. – aclaró Naruto ásperamente mientras le tendía la hoja, antes de que le diesen una nueva excusa y denegaran su petición. Llevaba una semana intentando entrar y todavía no había conseguido verle.
- Tsk… - masculló disgustado el ambu mientras revisaba el permiso. Tras un rápido vistazo se lo pasó a su compañero sin añadir una palabra. No parecía que esa vez pudieran ponerle pegas a nada.
- Deposite todas sus armas en uno de los casilleros situados al fondo de la sala, Uzumaki. – ordenó con voz fría mientras recogía unas llaves del casillero.
Naruto avanzó rápidamente hasta la zona señalada, dejando todo su arsenal en la primera taquilla que encontró. Por fin iban a permitirle el paso. Estaba nervioso, aunque no lo dejara traslucir. Llevaba más de dos años sin verle.
- Sasuke Uchiha, preso número 589, celda número 23. – mencionó su guía con un ligero tono de desprecio en su voz. – Sígame y no toque nada. No hable, no se desvíe, no haga ningún tipo de jutsu. Si infringe alguna de estas normas será inmediatamente echado de las instalaciones. ¿Entendido?
Asintió mirando fríamente a los ojos del otro. Si creía el muy estúpido que una vez puesto un pie dentro de las galerías iba a conseguir echarle sin permitirle ver primero a Sasuke, estaba muy equivocado. A Naruto Uzumaki nadie le amenazaba.
Ante una mirada de su guía, el shinobi de control accionó el cierre de la puerta y esta quedó abierta. Sin esperar respuesta por parte del rubio, el ambu se internó por el largo pasillo a paso rápido seguido de cerca por el rubio, caminando ambos sólo acompañados por el sonido de sus pasos, que resonaban en las paredes angostas del largo pasillo.
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