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No puedes comprar mi amor por zandaleesol

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Título: “No Puedes Comprar Mi Amor”


Personajes: Harry Potter/Draco Malfoy


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling, sólo los tomo prestados para divertirme con ellos, no percibo ningún beneficio económico.


Advertencia: Post Deathly Hallows, sin Epílogo. Esta historia comienza a desarrollarse justo cuando faltan dos días para el primer aniversario del enfrentamiento final entre Harry y Voldemort.


Capítulo 1. El Comienzo


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El sol se había ocultado hacía tiempo; en el cielo comenzaban a brillar algunas estrellas. A lejos en el horizonte, se dispersaba, como el reflejo de un incendio lejano, el resplandor rojizo de la luna llena que parecía una enorme esfera extrañamente colgada entre la bruma gris. Clareaba en aquel morir de la tarde, antes de que la noche lo llenara todo. El paisaje que podía admirar desde la torre era fantástico. Esa era su última noche en Hogwarts, todo el mundo andaba alborotado con el asunto del la ceremonia del día siguiente en la que se graduaban los alumnos de séptimo curso. Sentía algo de melancolía y eso le resultaba muy extraño, siempre había renegado de la escuela, ahora que vivía sus últimas horas en ella tenía la leve impresión de que la extrañaría después de todo.


Dentro de dos días se cumpliría exactamente un año desde la noche de la batalla final. Después de la muerte de Voldemort todo parecía haber vuelto a la calma. La sociedad mágica parecía ahora tranquila, sin embargo existían fuerzas misteriosas que se arrastraban bajo esa aparente calma, una calma engañosa, una calma sólo aparente porque en realidad se desconocía lo que se impulsaba en su centro, que proseguían su acción. La vida de todos durante ese primer año había avanzado sin descanso, tal como lo hacía el tiempo. La sociedad mágica ya no se alborotaba como había sucedido durante la guerra, la vida ya no se batía de un extremo a otro, más bien un peligro ignorado bullía en las profundidades, oculto, ignorado por todos.



El estar en ese lugar le traía a la mente recuerdos difíciles. Hacía casi dos años en ese mismo sitio él había desarmado a Dumbledore, el mago más poderoso del mundo. Y sin embargo no había tenido valor para cumplir con la orden del Señor Tenebroso, después de todo, llegado el momento no eran tan sencillo convertirse en asesino.


Pero tampoco era sencillo vivir con la situación de ahora. Al día siguiente se cumplía un año desde la batalla final. La nueva directora, Minerva McGonagall había elegido esa fecha para que se graduaran los alumnos de séptimo curso, algo así como un homenaje a todas las personas que habían perdido la vida defendiendo la escuela y el mundo mágico.


Durante la batalla final Draco Malfoy había comprendido no de un modo racional, sino con todo su ser, con su vida entera, que todas las personas habían sido creadas para ser felices y que esa felicidad está dentro de cada cual. Y él entendía que la felicidad estaba en la satisfacción de las necesidades naturales; ahora creía firmemente que el mal no procedía de las privaciones, sino de la abundancia. Durante aquel último año había aprendido una gran y consoladora lección. Supo que en el mundo no había nada que fuera absoluto y terrible, que no existían situaciones en las que una persona fuera totalmente feliz y libre, pero tampoco por completo infeliz y falto de libertad. Comprendía ahora que existía un límite para los sufrimientos y también un límite para la libertad y que esos límites estaban muy próximos para él.


La situación que vivía Draco era totalmente diferente a la de los demás alumnos, la mayoría tenía futuros muy promisorios, pero él estaba a oscuras, no sabía que sería de su vida. Su familia había perdido toda su fortuna tras el final de la guerra, todo había sido donado a las arcas del Ministerio, esa era la única forma en que su padre y él habían conseguido mantenerse fuera de Azkaban.


Su juventud, elegancia y belleza no habían sido suficientes hasta el momento para atrapar un partido ventajoso. No podía comprender por que, ¿A caso había perdido ese encanto que tanta fama le había procurado en Hogwarts? No, el problema no era que le faltara encanto, el problema era que nadie quería casarse con un ex Mortífago. Las pocas familias sangre pura que habían conseguido mantenerse fuera de Azkaban, no querían emparentar con los Malfoy; la verdad es que estaba casi seguro de que ni siquiera un “sangre sucia” se casaría con él.


En cualquier otra circunstancia este hecho le hubiese hecho muy feliz, pero en la presente situación no resultaba nada alentador. Al quedar su familia sin dinero lo único que le quedaba era hacer un buen matrimonio, pero hasta ahora no vislumbraba ninguna candidata o… candidato.


Su padre le había asegurado que él se encargaría de buscarle a alguien, y confiaba en que lo lograría, pues el interés de su progenitor en mantener la posición social era grande. Pero él no lo criticaba, la guerra no había cambiado mucho a su padre. Si bien era cierto que durante el primer tiempo se mostró bastante reservado, con el pasar de los meses había ido recobrando la confianza y ese porte arrogante que siempre le había conocido, podía ser que los Malfoy estuvieran arruinados, pero seguían siendo magos sangre pura y dueños de una esencia de refinación y buen gusto que nadie podría quitarles jamás, a lo menos esas eran las palabras de sus padres, él no estaba muy seguro de que eso sirviera de mucho de cara al nuevo mundo al que se enfrentaban.


Ahora era cuando lamentaba que su romance con Pansy no hubiese llegado a nada más formal, sin duda que ella se había convertido en una chica atractiva y además era muy rica. Pero él nunca la había tomado en serio y además con su huída de la escuela a fines del sexto curso, pues el romance había quedado en nada. Ella había terminado el curso el año anterior, pero como las circunstancias de la guerra no habían permitido que se llevara a cabo una graduación, lo hacía ahora junto con todos los demás que se habían rezagado. Para él aquel era un mero tramite del cual hubiese preferido prescindir, pero su padres habían insistido en que se graduara junto a los demás alumnos que habían retomado tardíamente sus estudios, como era el caso de Potter y sus dos inseparables amigos que eran ahora reconocidos como los que habían ayudado al “Elegido” a acabar con el Innombrable.


Un coraje sin límites se adueñaba de él cuando pensaba en Harry Potter. Aunque nadie en realidad aún comprendía como había conseguido matar al Innombrable, ni siquiera él, y Potter tampoco había dado explicaciones al respecto, porque por ahí se rumoreaba que un simple Avada no era suficiente, no le quedaba otra cosa que pensar que en realidad Potter sí tenía poderes más allá de los conocidos por todos.


De pronto Draco escuchó unos ruidos, tal parecía que alguien ascendía por la escalera, era extraño quien podría andar por ahí a esas horas, miró atentamente y comprobó aliviado que se trataba de su amigo Blaise Zabini. El único amigo que le quedaba, no había regresado a la escuela después de la muerte de Dumbledore, su familia pese a simpatizar con la causa del Señor Tenebroso no había querido involucrarse de lleno y se habían marchado al extranjero, tras la muerte del mago tenebroso habían decidido regresar.


—Imaginé que te encontraría aquí… otra vez no fuiste a cenar —dijo el muchacho con un gesto recriminatorio.

—No tenía hambre… además está es la última vez, mañana a esta hora estaré en mi casa —dijo el chico rubio dando una mirada hacia el cielo nocturno.

—Sí, por fin terminaremos Hogwarts, es un alivio.

—Para ti lo será… después de salir de aquí comenzará algo muy difícil para mí.

—¿Tú padre no piensa desistir de que te cases cierto?

—No lo hará… nuestra cámara en Gringotts está vacía, de alguna forma tenemos que sobrevivir.

—¿Y estás realmente dispuesto a casarte con cualquiera? Lo que hace tu padre es casi venderte.


Draco esbozó una sonrisa cínica.


—¿Y crees que no lo sé? Me da igual con quien me case siempre y cuando mi familia pueda conservar a lo menos la mansión, a estas alturas no importa mucho, lo perdimos todo... hasta la dignidad.

—No es justo que pagues los errores de tu padre.

—No soy una total víctima, yo siempre desee que el Señor Tenebroso acabara con los “sangre sucia” y los mestizos, sobretodo con ese imbécil de Potter.

—Me parece una tontería que lo sigas odiando a estas alturas —dijo Blaise.

—No puedo evitarlo… fue así desde el primer día —dijo Draco con tono irritado.

—Te salvó la vida, no creo que debas olvidarlo.

—No puedo olvidarlo, es precisamente por eso que lo detesto tanto, siempre deberé estar agradecido del héroe.

—Vamos olvídate de eso… estás son nuestras últimas noches aquí en la escuela, vamos a la sala común los chicos estaban organizando una pequeña celebración.

—Espero que valga la pena la celebración…

—Por supuesto… Latterly se ha encargado de proveernos de una buena cantidad de whisky de fuego… ya sabes que Slughorn anda ayudando a McGonagall con los preparativos de mañana así que podemos hace lo que queramos.

—Genial… así podré emborracharme y olvidar —dijo Draco con tono poco entusiasta.

—Vamos a divertirnos amigo, al menos estamos vivos… otros no tuvieron tanta suerte —dijo Blaise poniendo una mano en el hombro del rubio.


Draco a pesar de todo reconocía que su amigo tenía algo de razón. El estaba vivo, algunos de sus amigos no habían tenido tanta suerte, por ejemplo Crabbe, había terminado muerto, él hubiese corrido la misma suerte de no ser por el “héroe Potter”.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Finalmente todo se quedaba en silencio otra vez. Tenía las piernas entumecidas a causa de la posición en la que había permanecido. No entendía porque ese idiota de Malfoy había tenido la misma idea que él, venir a ese lugar antes de partir para siempre de la escuela. El había venido porque sí tenía un sentimiento especial con respecto a ese lugar. En ese sitio había visto al director vivo por última vez. Y como era probable que jamás volviera a Hogwarts necesitaba estar ahí para acabar de cerrar ese pasado. Hasta el momento no había tenido mucho éxito, los recuerdos de esos años estaban ahí, latentes, demasiado presentes aún.


Se levantó del suelo y se quitó la capa de invisibilidad una vez que ya no escuchó voces en la escalera. Por fin estaba solo, agradecía que hubiera llegado ese tal Zabini para llevarse a Malfoy, de no ser por eso posiblemente aún estaría sentado en el suelo en aquella posición incómoda tratando de no delatar su presencia.


Aún no estaba muy seguro de porque había actuado de esa forma. Era cierto que deseaba estar solo en ese momento, pero ahora pensaba que tal vez había sido una tontería esconderse de Malfoy. No se comprendía muy bien, tal vez era que después de todo lo que habían tenido que vivir le resultaba demasiado extraño estar cerca del muchacho rubio. Le había salvado la vida y Malfoy jamás la había dado las gracias por eso, no era que lo esperara, pero sentía que en esencia algo había cambiado entre ellos. Sabía que detestaba a Malfoy como lo hacía desde su primer curso y el sentimiento era mutuo. Sin embargo, las agresiones verbales y físicas del pasado ya no existían entre ellos, la mayor parte del tiempo se ignoraban, sin duda era un gran cambio.


De toda la conversación que había oído entre Malfoy y su amigo Zabini, le había extrañado en parte escuchar decir al rubio que su familia estaba arruinada, que la cámara de la familia Malfoy en Gringotts esta completamente vacía. Aquello era muy extraño, como podía ser que lo hubiesen perdido todo así como así, a dónde se había ido todo el oro que poseían, él nunca había estado en la cámara de los Malfoy, pero sí en la de los Lestrange. Era probable que la fortuna de los dos Mortífagos pasara a manos de la madre de Malfoy por ser hermana de Bellatrix. Porque entonces Malfoy le aseguraba a Zabini que su familia estaba arruinada y debería hacer un casamiento conveniente para salvarse de la miseria, era extraño, demasiado.


Harry permaneció sólo un poco más en lo alto de la torre. Aun no se marchaba de Hogwarts y ya sentía nostalgia de ese sitio que había sido más que un hogar, lo había sido todo en su vida. Pero dentro de muy poco debería emprender otro camino, cuál, no tenía idea, era tan extraño para él no tener que ver con Hogwarts de un día para otro. Pero suponía que sólo debía adaptarse y comenzar a disfrutar su nueva vida y pensar que haría con su futuro. Dio una última mirada en derredor, ese capitulo de su vida finalmente se cerraba y comenzaría otro. No sabía que le deparaba el futuro, en todo caso sentía que lo que fuera sería bien recibido, sin la sombra de Voldemort sobre él todo se veía brillante y prometedor. Con una alegre sonrisa en los labios comenzó a bajar de la torre para ir a reunirse con sus amigos, esa era la penúltima noche que dormiría en la torre de Gryffindor.


&&&


La ceremonia de graduación de aquella tarde había sido más bien sobria. Minerva McGonagall era la nueva directora desde que la escuela había abierto las puertas el año anterior dos meses después del enfrentamiento final que tuvo lugar en ella entre Harry Potter y Voldemort. La directora no había creído apropiado hacer una ceremonia demasiado llamativa, aunque el edificio en si mismo había sido restaurado en su totalidad aún estaban frescos los recuerdos de todos los que habían dejado su vida en ese mismo lugar.


Ya era de noche y el espacio que habitualmente era ocupado por las cuatro mesas que distinguían a las casas, ahora era utilizado como salón y las mesas estaban arrimadas a la pared y repletas del banquete con que se agasajaba a los graduados y sus familiares. Por disposición de la directora a la ceremonia sólo habían asistido los alumnos de quinto y sexto curso, pero al banquete todos los alumnos de la escuela fueron invitados.


Harry se encontraba a la entrada del gran salón recibiendo las felicitaciones de Arthur y Molly Weasley. Finalmente se había graduado no sólo junto a Ron, sino también junto a Ginny, que había alcanzado a su hermano después que éste no había regresado a la escuela para ir con Harry en busca de los Horrocruxes. La familia Weasley era la única que conocía aquella historia, para Harry había sido necesario explicarles aquella tarea que le había encomendado Dumbledore, necesitaba que entendieran que él no era un mago con poderes superiores a los de Voldemort como creía casi toda la comunidad mágica luego de aquel enfrentamiento, que muchos de los que lo presenciaron calificaban de memorable.


Finalmente con un año de retraso terminaban el séptimo curso. Ron que en sus primeros años se había sentido seducido por la idea de convertirse en Auror tras graduarse, ahora ya no pensaba igual, creía que había vivido ya suficientes experiencias con magos tenebrosos, así que estaba decidido a postular a la selección de algún equipo de Quiddich. En cuanto a Hermione estaba decidida a ingresar al Ministerio, quería desde ahí comenzar a cambiar todo lo que estaba mal en el mundo mágico.


Sin embargo en ese momento nadie pensaba mucho en el futuro, todos querían disfrutar esa última noche en la escuela, la música sonaba amplificada mágicamente por todo el salón y muchas parejas de chicos jóvenes bailaban mientras los padres formaban distintos grupos y conversaban. Unos de estos grupos lo formaban los Malfoy y los Zabini; esta última familia era de las pocas que aún mantenía relaciones con Narcisa y Lucius Malfoy; en ese momento conversaban apartados de los demás grupos de padres y la conversación giraba en torno al futuro de sus hijos en ese nuevo orden mágico.


—Te aseguro Narcisa que yo no me opondría de ningún modo si nuestros hijos sintieran atracción y decidieran unirse para siempre —dijo Hester Zabini —, nosotros comprendemos las circunstancias tan difíciles que debieron vivir con ese… bueno ya saben a quien me refiero, habitando en vuestra preciosa mansión.

—Ustedes son los únicos amigos verdaderos que tenemos, todos los demás nos han dado la espalda —dijo Lucius mirando despectivamente en derredor a los demás padres que asistían a la fiesta.

—Nosotros mejor que nadie sabemos lo difícil que ha sido para ustedes toda esta terrible situación —intervino Frank Zabini —, les ayudaremos hasta donde nos sea posible.

—Te lo agradezco mucho Frank —dijo Lucius —, pero no pienso abusar de ti por más tiempo, Draco deberá casarse cuanto antes… ya te debo mucho oro.

—Por eso no deben preocuparse Lucius, ya me pagarás cuando puedas, antes de todo eres mi amigo —dijo Zabini padre.

—Aún así… no quiero abusar, puede ser que resulte alguno de mis planes y case muy pronto a Draco —dijo Lucius con una sonrisa enigmática.


Narcisa lo miró con mucha seriedad, apenas tres días atrás Lucius por primera vez le había comentado que podía ser que por fin existiera un candidato aspirante a la mano de Draco. Ella estaba bastante desconfiada con respecto a ese “candidato”, esperaba que Lucius no cometiera la insensatez de querer casar a su hijo con cualquiera sólo para salvarse de la ruina inminente.


—Sólo espero que mi hijo no se resista a tu plan Lucius, ya lo pasó bastante mal —dijo Narcisa.

—Querida sólo estoy pensando en el bienestar de nuestra familia, y sobretodo en el futuro de Draco —respondió Lucius.


Hester Zabini se puso a comentar la última boda a que había asistido hacía apenas quince días para distraer a los esposos Malfoy de un tema que los ponía evidentemente tensos.


—Y a propósito de nuestros hijos, no he visto a los muchachos por aquí —dijo el padre de Blaise.

—Draco dijo que tendrían una pequeña celebración en la sala común —dijo Lucius con una sonrisa —, será la última noche en esta escuela… supongo que tienen derecho a relajarse un poco.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Los alumnos de Slytherin no estaban precisamente relajándose. Habían armado un gran alboroto en la sala común, el whisky de fuego que había proveído el alumno de apellido Latterly la noche anterior era bastante y habían quedado unas cuantas botellas para continuar la celebración esa última noche, casi todos ya estaban borrachos. Casi todos porque resultaba que Draco pese a que había deseado emborracharse para olvidar todos sus problemas, era quien más sobrio estaba.


El espectáculo que estaban dando sus compañeros era muy triste según el parecer de Draco. Pansy estaba dando una verdadera cátedra de cómo perder la dignidad. En ese momento bailaba arriba de una mesa mientras los chicos en torno a ella vitoreaban cada uno de los insinuantes movimientos con que seguía desprendiéndose de la escasa ropa que ya le quedaba puesta. La chica había asistido a la graduación, pues el año anterior debido a todos los sucesos, no se realizó ceremonia alguna, y como la nueva directora McGonagall había dicho que todos tenían derecho a una ceremonia al terminar sus estudios Pansy había asistido y ahora “celebraba” el acontecimiento.


Draco la miró con disgusto, no comprendía como en algún momento había sido novio de esa loca deschavetada que era Pansy. Feliz ella que podía darse el lujo de vivir de ese modo, su familia no había perdido su fortuna, ella aún tenía el futuro muy bien asegurado. En realidad sentía algo de envidia de ellos que a pesar de todo podían seguir viviendo de un modo tan despreocupado, no era su caso. Decidió irse a su habitación para dormir, por la mañana partiría de regreso a su casa finalmente, aunque así como le iban las cosas no podía asegurar por cuanto tiempo podría seguir disfrutando de las comodidades y lujos de la mansión.


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Finalmente todos los alumnos de Hogwarts se encontraban ya abordando el expreso que los llevaría de regreso a Londres. Para Harry aquel viaje resultó especialmente placentero, había terminado aquella etapa de su vida, ahora ya no estaría sujeto a normas y reglas, era libre, había cumplido con todo lo que se esperaba de él. El mundo mágico poco a poco retomaba el ritmo de antaño, ese que había quedado interrumpido con el regreso de Voldemort. Pero eso era pasado y la tranquilidad que le daba saber eso era lo más agradable que podía existir.


Aunque había recibido varias ofertas para trabajar en el Ministerio no las aceptaría, más bien le tentaba mucho tomar parte en el negocio de los “Sortilegios Weasley”. El negocio que habían montado Fred y George y que él había patrocinado con aquellos Galleons que había obtenido como premio tras su participación en el “Torneo de los Tres Magos”. Fred ya no estaba, tal vez le ofreciera su ayuda a George en el negocio, estaba seguro que el muchacho no se negaría.


Pasaría unos cuantos días con los Weasley y después de eso y antes que acabara el verano viajaría al Valle de Godric, al sitio donde había viajado con Hermione. Estaba pensando seriamente en reconstruir la que había sido la casa de sus padres, aunque todo era un ruina estaba seguro de que aquel sitio seguía siendo su hogar. Por otra parte también deseaba visitar la tumba de la familia del director de Hogwarts, veía aquello como un modo de agradecer al anciano mago todo lo que había hecho por él en vida y luego de muerto.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


En el vagón viajaban Ron, Hermione, Ginny y Luna que desde el año anterior había estrechado su relación con ellos. Eso sí la chica parecía haber perdido aquella inocencia soñadora que tanto la caracterizaba, todos atribuían ese cambio al hecho de permanecer tanto tiempo secuestrada junto a Olivander en el sótano de la mansión Malfoy. Pero en sus sentimientos la chica era la misma de siempre e inclusive se le notaba más apegada a Harry.


Al llegar al anden 9 ¾ y, una vez que el expreso se detuvo todos comenzaron a bajar en medio de una gran algarabía. Los señores Weasley esperaban a sus hijos y a Harry que se alojaría por ese verano con ellos, pues ya no debía regresar con sus parientes. Harry no había vuelto a ver a los Dursley, pero sabía que tras estar ocultos durante más de un año finalmente habían regresado a su casa en el número 4 de Privet Drive, y que cuando les habían dicho con gran orgullo que Harry había acabado con el mago más poderoso del mundo, sus tíos habían hecho unos cuantos comentarios despectivos, pero en cambio su primo Dudley le había deseado que tuviera una buena vida junto a su gente. Después de aquello Harry nunca más había vuelto a saber de ellos, ya no le importaban, esperaba que fueran felices con sus aburridas vidas.


Cuando a Harry le correspondió bajar del expreso se topó frente a frente con Draco Malfoy. Naturalmente que lo único que obtuvo fue una mirada de desprecio por parte del chico rubio, pero no sintió asombro, recordaba perfectamente las palabras que Malfoy había dicho a su amigo Zabini la noche anterior a la ceremonia de gradación mientras estaba en la torre de Astronomía. En todo caso él después de enfrentarse a su peor enemigo, Voldemort, estaba convencido que su rivalidad con Malfoy no era otra cosa que un juego de niños, para él simplemente ya no tenía importancia, hacía tiempo que se había liberado de su odio hacia el rubio, en el fondo le tenía lástima, pero claro eso era algo que jamás reconocería ante nadie.



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