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Huellas del Pasado por devil_woman_24

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Notas del capitulo:

 

Disclaimer: Ninguno de los personajes utilizados en este fic me pertenecen. Estos pertenecen a Akira Toriyama. Estos pertenecen a Akira Toriyama. Asistencias de: Kaiishy & Elgorra.

 

 

El príncipe estaba sentando en el trono de su padre viendo a las parejas bailar. Este era el día de su cumpleaños y el comienzo de la búsqueda de su pareja. Esta fiesta de cumpleaños no era tanto de cumpleaños. Todos los allí presentes eran jóvenes solteros: mujeres y hombres capaces de engendrar. El objetivo de esa fiesta era conseguirle una pareja al príncipe. Según la tradición sayajin todo príncipe debía estar casado antes de su vigésimo quinto (25) cumpleaños. De no ser de esta forma la corona pasaría a manos de otra familia de nobles. Lamentablemente para el príncipe esta era la fiesta de su vigésimo cuarto (24) cumpleaños. El príncipe Vegeta suspiro cuando vio a su padre acercarse con una dama. Su padre quería casarlo muy rápido pero él se quería casar enamorado. Tampoco entendía por qué su padre no le quería hablar sobre como él se había casado con su madre. Su madre tampoco le decía como había pasado y eso le estaba sospechoso pero tampoco los iba a presionar.

 

-Hijo, he notado que no has sacado a nadie a bailar así que me tomé el atrevimiento de traer a esta hermosa chica de una familia noble para que bailes con ella –dijo el Rey cuando hubo llegado a donde su hijo estaba sentando. El príncipe suspiro ante la insistencia de su padre y se puso de pie. Se acercó al oído de su padre para susurrarle.

-Padre…nadie de aquí me interesa. Yo deseo casarme por amor. Déjame buscar mi pareja, prometo casarme antes de mi próximo cumpleaños –tras decirle eso se lleva a la chica a bailar a la pista.

 

Ya se había acabado la fiesta. Vegeta se había sentando al pie de la cama para luego tirarse en la cama a descansar un rato. Estaba cansadísimo de tanto bailar. Su padre no había dejado de acosarlo con chicas y chicos además de los que lo acosaban por su propia cuenta. El príncipe escuchó que alguien tocaba la puerta y rápidamente ordenó que pasara. Su sirviente venía a informarle que su baño ya estaba listo. Vegeta se puso de pie y se dirigió al baño. Allí se desnudó y se metió al agua. Varios sirvientes, inmediatamente, trataron de comenzar a lavarle pero el príncipe les ordenó que salieran, que él lo haría. El príncipe suspiro. Su padre siempre  insistía que mientras menos cosas él tuviera que hacer mejor. Pero había cosas que el mismo podía hacer. Como peinarse el cabello, vestirse, lavarse. Había otras cosas que el dejaba que sus sirvientes hicieran. Como tender la cama, lavarle la ropa, recoger su cuarto. Tras ducharse el príncipe secó su cuerpo y se puso la ropa para dormir. Ya era bien entrada la noche y al otro día tendría que levantarse temprano para cumplir con algunas tareas que su padre le había encomendado. Tras terminar de vestirse se fue a su cuarto y se acomodó en su cama. Inmediatamente tocó la almohada el príncipe se quedó dormido. Al otro día le costó mucho trabajo levantarse. Estaba sumamente cansado. Pero tenía que revisar varios casos que su padre le habían encomendado, casos reales. Su padre quería comenzar a introducirlo en los deberes de un rey. Tras haber revisado varios documentos salió con su escolta por el pueblo a visitar a varios mercaderes para hacer negocios con ellos. A cada persona que visitaba notaba que esta se quedaba sorprendida. Ellos le confiaban que su padre era más rudo y cruel con ellos cuando iba a ser tratos. Vegeta ya sabía esto pero le dolía escucharlo. Su padre era muy cruel con su pueblo. Su sueño era ser rey y cambiar todo lo que su padre y su abuelo habían hecho durante sus años de coronación. Tras visitar al último mercader se dirigió al palacio. Preparó el informe de lo realizado en el día y se fue a tomar una ducha. Tras haberse duchado fue a su cuarto. Quería salir pero solo y sin que nadie lo reconociera. Tomó una ropa que había ordenado a su sirviente personal comprar. Tras vestirse bajó su cabello con su mano para acomodarse una gorra en la cabeza, después de todo su estilo de cabello era único de su familia y si alguien veía su cabello lo reconocería enseguida además de que habían imágenes de él y su padre por toda la cuidad. Salió sin ser visto. Le costó trabajo pasarle de largo a los guardias sin ser visto pero lo logró. Una vez a fuera comenzó a caminar con tranquilidad. Se quedó observando el paisaje, el lugar. Estaba cansado. De pronto alguien choca contra el derivándolo fuertemente al suelo. El príncipe se quejó de dolor y enojo. Justo cuando le iba a gritar al idiota que había chocado con él se encontró con unos ojos preocupados y alguien que le tendía la mano.

 

-¿Está usted bien? Perdone, fue mi culpa. No me fijaba por donde iba. En verdad lo siento.

 

El chico era más alto que él. Era musculoso y tenía unos grandes y hermosos ojos negros. También se veía que era muy joven. Tal vez tendría unos 17 a 19 años. Sería bueno para una aventura de una noche. Después de todo, se casara con quien se casara esa persona tendría que darle hijos y los varones capaces de dar hijos eran usualmente nobles y el príncipe conocía a todos los nobles engreídos que existían. Vegeta no tomó la mano que le ofrecía el chico y se puso de pie limpiándose la ropa.

 

-No te preocupes. Me duele un poco el cuerpo pero estoy bien. ¿Por qué ibas tan de prisa? –preguntó Vegeta notando que el chico no se había dado cuenta quien era.

-Es que tuve una discusión con mi supuesto mejor amigo. Vera… -el chico suspira- …yo no tengo muchos amigos y cuando logró hacer uno sale espantando de saber lo que soy, o de lo que mi cuerpo es capaz de hacer. Si se lo digo usted hará lo mismo.

-No, no lo haré. No juzgo a una persona por lo que es o por su cuerpo. Puedes confiar en mí. Yo tampoco tengo muchos amigos.

-¿En serio? Entonces tenemos algo en común. Venga lo llevaré a un lugar que me gusta ir siempre que quiero paz. Es un bello lugar.

 

El príncipe se dejó conducir por ese chico. Hasta que llegaron a un hermoso claro. Era un claro bien amplio que en el medio tenía un lago profundo. El lugar estaba rodeo por arboles quienes hacía un semi círculo en el área. Solo un árbol estaba solo. Era un enorme, que tenia enormes ramas y raíces (como la Ceiba) y este estaba sembrado cerca del lago apartado de los demás árboles.

 

-Suelo venir aquí siempre que quiero pensar o estar solo. Me llena de paz. Es hermoso.

-Sí, tienes razón. Es muy tranquilo –contestó el príncipe.

-Mi nombre es Kakaroto, muchos me dicen Goku. Creo que es para mofarse de mí –dijo un sonriente chico que le extendía la mano a Vegeta. Este no llevaba sus guantes y no le gustaba tocar a otras personas sin ellos. Pero sentía que debía hacerlo con ese chico y se apresuró a estrechar su mano.

-Entonces te llamaré Kakaroto. Yo no me burló de nadie. Me llamo Ve…Veiko –se apresuró a corregir cuando se dio cuenta de que por poco dice su nombre real. Si lo decía le estaría diciendo que es de la realeza. Puesto que ese nombre era reservado para la realeza.

-Mucho gusto, Veiko. Es un gusto conocerte.

-Dime, ¿por qué discutiste con tu mejor amigo?

-Yo…yo le dije mi más grande secreto. Le dije que yo era un…un…un…un…doncel –terminó diciendo.

El príncipe se quedó en shock. Era imposible. Él no era noble y aun así era un doncel. No sabía cómo reaccionar. No conocía al chico de nada y este le estaba contando su más grande secreto. Parecía ser un chico genuinamente inocente y lleno de buenos sentimientos además de ser atractivo.

 

-Si te quieres ir, puedes irte. No te voy a obligar a quedarte junto a mí. No sé porque todos se alejan de mí por ser un doncel. No es una enfermedad.

-No es una enfermedad y no mal entiendas mi reacción es solo que me quedé en shock. Nunca había conocido a un doncel que no fuera noble.

 

El chico se quedó sorprendido con la respuesta de Vegeta y sonrió. Ambos se quedaron allí en silencio, observando la naturaleza y disfrutando de la compañía del otro. Hasta que se tuvieron que ir y cada uno regresó a su hogar. Cuando el príncipe estuvo en su alcoba solo podía pensar en ese saiyajin de tercera clase. Tal vez no tuviera mucha inteligencia pero tenía pasión y bondad en el corazón algo que no todos tenían. Eso era lo que él buscaba como pareja pero aun no estaba seguro de que ese saiyajin fuera realmente lo que había aparentado ese día. El príncipe entonces decidió conocerlo mejor, pasar algunos días con é conociendo como era, su fuerza, sus metas, inclusive su familia. Vegeta cerró los ojos y se durmió. Al siguiente día Vegeta se encontró a si mismo leyendo diversos libros sobre otras culturas. Su padre lo obligaba a hacerlo ya que una de sus responsabilidades era conocer las otras culturas para cuando le tocara visitarlas poder seguir con las costumbres de esa raza sin errores. El Rey Vegeta le decía que conocer cada mínimo detalle de la cultura a visitar era importante para tener una buena relación con esa cultura. Durante la siguiente semana Vegeta solo pudo hacerse responsable de leer y acompañar a su padre a visitar otros planetas. Cuando por fin encontró un tiempo para él se escapó hacía ese lago donde había conocido a ese chico esperando que estuviera allí. Para su sorpresa estaba allí. Kakaroto mostró sus sentimientos muy abiertamente sonriendo y corriendo hacia donde estaba parado el príncipe.

 

-¡Te estaba esperando! -dijo emocionado Kakaroto- Te he estado esperando toda la semana.

-¿En serio? Siento no haber aparecido entonces –Vegeta comenzó a caminar pasándole por el lado a Kakaroto y sentándose frente al lago mientras el menor le seguía con la mirada para después imitarlo y sentarse junto a él- He estado en viajes de negocios con mi padre –no era del todo una mentira.

-Ya veo. Pero lo importante es que ahora estas aquí.

 

Kakaroto se entretuvo mirando hacia el paisaje en silencio. Vegeta lo miro de reojo por unos instantes antes de mirarlo de lleno cuando el menor hablo.

 

-Muchas veces me preguntó si el nivel de crímenes disminuirá algún día. Pareciera como si cada día solo aumentara más y más. Si pudiera cambiar el mundo me gustaría hacerlo. Aunque no se por donde comenzaría –por unos segundos Kakaroto no dijo nada para luego añadir- Siento si te aburró con mi platica. Es solo que este lugar me recuerda todo lo que yo deseo hacer en la vida. Antes de conseguir pareja me gustaría mejorar al mundo.

-No te disculpes, yo pienso de la misma forma –dijo Vegeta y le sonrió al menor.

-¿De verdad? Eso es bueno. Tenemos otra cosa en común.

 

Tras una pausa volvieron a hablar.

 

-Oye, ¿quieres ir mañana conmigo a un congreso? –el menor volteo a verlo- La temática es como disminuir la criminalidad. Tal vez te agrade.

-Por su puesto.

-Bien. Entonces nos encontramos mañana en este lugar –se puso de pie- Ahora yo me tengo que ir. En unos minutos se hará de noche y no quiero que me hagan daño.

-¿Quieres que te acompañe? Así te sentirás más seguro.

 

El menor lo pensó por un momento y se volteo a mirar el sol. Este ya se estaba poniendo.

 

-Claro, gracias y discúlpame por hacerte hacer eso.

-No es nada. Ahora eres mi amigo.

-Sí, somos amigos –dijo Kakaroto mientras caminaban a la casa de este.

 

Cuando llegaron Vegeta se detuvo a mirar el lugar. Jamás había visto la casa de un súbdito y esto parecía demasiado sencillo por no decir pobre. Kakaroto caminó hasta la puerta de una casa decente. Era una de dos plantas con bastante terreno a su alrededor.

 

-¿Quieres pasar? –preguntó Kakaroto abriendo la puerta de su casa

-No, tengo que regresar a casa. Se me hizo tarde. Buenas noches y cuidado a qué horas sales de tu casa.

-Sí, claro. No volveré a quedarme hasta tan tarde. Gracias por acompañarme y ten cuidado.

 

Vegeta se dio la vuelta y tomó rumbo al palacio. Una vez hubo perdido de vista la casa de Kakaroto se quito la gorra y acomodó su pelo. Esa sería la única razón por la que alguien se detendría antes de tratar de hacerle daño, el saber que el peinado que llevaba lo distinguía como parte de la realeza. Cuando llegó a los portones entró pasando entre los guardias mientras estos hacían reverencias. Se apresuró a tomar una ducha y acostarse a dormir. Si quería al otro día acompañar a su amigo tendría que levantarse temprano y hacer todos sus que áceres muy temprano y rápido.

 

Ya estaba tarde. Tenía unos minutos tardes. Él había hecho la invitación de primera instancia así que a él le correspondía llegar primero. Cuando llegó al lago Vegeta estaba sentado en la raíz del enorme árbol. El príncipe rápido divisó al menor y bajó y se dirigió hacia Kakaroto quien estaba con la respiración agitada de tanto correr.

 

-Lo siento, estoy tarde.

-Recupera el aliento, Kakaroto. Además solo estas unos minutos tardes, no es gran cosa.

 

Unos minutos después ambos estaban parados en un enorme campo lleno de gente. Cada persona con sus casetas, sus sillas. Kakaroto corrió donde un hombre, de hecho un hombre maduro muy parecido a él. Tras hablar un momento Kakaroto se volteo y le hizo señas al príncipe de que se acercara.

 

-Veiko, este es mi padre. Su nombre es Bardock –presentó Kakaroto.

-Mucho gusto, señor –dijo Vegeta extendiendo su mano para estrechar la extendida mano del otro hombre.

-Supe que anoche acompañaste a mi hijo a casa. Te lo agradezco. No sé si hubiera llegado sano a casa –dijo Bardock

-Tampoco creo que sea para tanto. Estoy seguro de que se hubiera podido defender.

-Eso es porque no sabes de estas aéreas, muchacho. Han ocurrido muchos secuestros y violaciones en estos lares y no quiero que nada le ocurra a los míos. Espero comprendas.

-Perfectamente. No sabía que su barrio era tan peligroso.

-No lo era, de un tiempo para acá se ha vuelto así. De hecho todos los barrios se han ido volviendo así de violentos. Pero discúlpame, debo ir con mis amistades a su campamento –dijo antes de retirarse Bardock.

-Amm, lo siento Veiko. Pero no puedo ofrecerte donde sentarte ni nada.

-No te preocupes por eso.

 

Tampoco le convenía estar cerca de mucha gente porque alguien podría reconocerlo por accidente. Ambos se subieron a un árbol y en las ramas de este se sentaron el uno junto al otro. A Vegeta lo tenía en tención el constante roce de las ropas de ambos. Ese chico lo estaba volviendo loco. Pero la voz de alguien a través de un micrófono lo despertó de esa tención. Tras haber empezado el congreso, comenzaron a hablar, a exponer, hasta que horas después se acabó. Kakaroto y Vegeta caminaban uno junto al otro.

 

-¡Eso fue grandioso! –dijo Kakaroto-  ¿Te gustó, Veiko?

-Claro, estuvo fantástico –dijo seriamente. El príncipe no expresaba mucho sus sentimientos, no tan abiertamente.

-¿No te gustó? Perdona por haberte traído entonces. Este tipo de eventos no son para todo el mundo.

-No te disculpes, realmente me gusto es solo que no soy bueno expresándome frente a otros. Como te dije, no tengo muchos amigos.

-Ah, ya veo. -Cuando llegaron al parque ambos se detuvieron. Vegeta montó vuelo pero Kakaroto le gritó desde abajo.

-¡Oye! ¿Qué tal si salimos en otra ocasión?  -propuso el menor. Vegeta solo se le quedó mirando sin saber que responder- No hablo de ir al cine o cosas así. Puedes venir a mi casa mañana  y cenar con mi familia y podemos entrenar un rato también.

-Este mes no puedo. Tengo mucho que hacer con  mi padre, pero en un mes, desde este día si puedo.

-Vale, entonces nos vemos en un mes.

 


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