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NUESTRO PEQUEÑO SECRETO por ANTARES

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Notas del fanfic:

Este es un fics de contenido slash (obvio por la página) y también muestra la relación consensual entre un adulto y un menor (no tan menor, va a cumplir 17). Antes de que salten las/los moralistas, no es que promueva este tipo de relaciones, sino que en el contexto del mundo mágico un hombre de 65 a lo mucho representa 30... y un chico de 17 ya es todo un hombre (sino que lo diga Harry que a esa edad ya peleaba con Voldemort. Si tienes edad para ir a la guerra y matar, tienes la edad para enamorarte de quien te plazca). Aun así, si piensas que va a herir tu sensibilidad y/o moral, no la leas y ahorrate el mal rato.

Como siempre, el universo de Harry Potter es propiedad de J.K. Rowling. Yo solo abuso de su generosidad y tomo los personajes para hacernos pasar un rato de sana y gratuita diversión.

Notas del capitulo:

Albus esta enamorado de Scorpius pero este ama a Lily. En plena fiesta de compromiso, y con el corazón roto, Al escapa al mundo muggle dispuesto a buscar un amante y dejarse follar "aunque sea por un troll"... solo así piensa que olvidará a su rubio tormento. ¿Qué pasará cuando se tope accidentalmente con un rubio ex mortífago en busca de un "desfogue" a su stress?

NUESTRO PEQUEÑO SECRETO

 

 

 

 

 

La fiesta estaba en su apogeo y un enamorado jovencito hacía lo honores a su dama, mientras que en un rincón un moreno apesadumbrado no les quitaba la vista de encima.

 

 

 

-Te hubiese amado hasta el fin del mundo Scorp - le decía en su mente al rubio. - Pero tú no solo despreciaste mi amor y  jugaste con mi corazón, sino que ahora te metes con quien más quería rompiéndome en mil pedazos.

 

 

 

Al no podía creer que el muchacho que había amado desde sus once años, aquel por quien lo había dado todo, le hubiese pagado así… enamorándose de su hermana.

 

 

 

Aun recordaba como aquella noche, hace tan solo unos meses, sobreponiéndose a su miedo y a su inexperiencia, le había confesado su amor metiéndose desnudo a su cama. ¿Y todo para qué? Para que el rubio le diga muy suelto de huesos que a él no le gustaban los hombres, y peor aún, que estaba enamorado de su hermana menor: Lily.

 

 

 

Y por si esa no fuese suficiente humillación, tuvo que irle con el chisme a su padre, a su hermano y hasta a la directora McGonagall. Consecuencia de eso era que ahora tuviese otro compañero de cuarto, que su padre le hubiese dado una larga charla sobre la familia,  el sexo y la promiscuidad… y que ahora todos los imbéciles que estaban en Malfoy Manor  celebrando el cumpleaños de Scorp  lo mirasen con pena.

 

 

 

No podía entender que el rubio amase a su hermana: ¡la conocía tanto! Lily era el ser mas frívolo y egoísta que existía sobre la faz de la tierra. Bueno, su madre era la reina, pero la pequeña Potter era la princesa heredera por mérito propio.

 

 

 

-Te hubiese amado tanto -  murmuró. Luego solo dio media vuelta y salió de la casa.

 

 

 

-Hijo, espera - Harry Potter salió tras él - ¿A donde vas?

 

 

 

-Lejos de aquí padre. Tu preciosa Lily esta bailando con el chico que amo, porque que lo amo, ya para nadie es un secreto. Y tú no solo lo permites, sino que encima me obligas a venir y verlos.

 

 

 

-Escucha Al, deja de ser un niño caprichoso. Tú no amas a Scorpius porque aun no sabes lo que es el amor… solo estas molesto porque eligió a Lily en lugar tuyo.

 

 

 

-¡¡¡No te atrevas… no te atrevas a opinar sobre mis sentimientos!!! Tú no sabes lo que yo siento, como me siento….

 

 

 

-Al reacciona. Está bien, no voy a decirte lo que sientes. Pero voy a decirte lo que sienten ellos. Tu hermana tiene 15 años, y esta enamorada. Y Scorpius, de 17, también esta enamorado: de ella, no de ti. Tu “opción sexual” es muy respetable, pero la de él también. Y no es la tuya. Tienes que asumirlo y dejar de mostrarles esa cara de alma en pena porque los hieres… sobre todo a tu hermana. Estuvo a punto de cortarlo solo por ti, porque te quiere y no soporta verte triste. Draco y yo tuvimos que intervenir. Scorp estaba deshecho. ¿Sabes que ni él ni ella han tenido ojos para nadie más? Se aman. A ambas familias nos costó aceptar el hecho pero lo hicimos. ¿Por qué no puedes hacerlo tú también?

 

 

 

-Porque no puedo. Es decir, acepto que estén juntos, pero no puedo verlos. ¿No lo entiendes verdad? Yo en verdad lo amo. No es un capricho. Lo amo. Y duele demasiado…

 

 

 

Y con estas palabras el muchacho se dio media vuelta y se marchó. Tenía 16 años, estaba próximo a terminar el colegio y era virgen. Al menos hasta esa noche… porque se quitaría a Scorpius Malfoy del alma y de la piel  a como diera lugar.

 

 

 

Con los ojos llenos de lágrimas vagó por el Londres mágico hasta que el autobús noctámbulo lo recogió y lo dejó en el callejón Diagon. Por allí pasó al Londres muggle y caminó hacia la zona rosa. Quería perderse, por completo… y encontrar a alguien que lo hiciese olvidar, que le sacase ese dolor del pecho que amenazaba con asfixiarlo.

 

 

 

Una botella de tequila bien camuflada, una cajetilla de cigarros y se metió a uno de los antros para parejas gay con los que se topó. Esta noche lo haría, se había guardado para él pero él no lo quería, así que ya nada importaba después de todo. Se había guardado porque tenía esperanzas… hasta hoy… Hoy al verlos juntos se había dado cuenta de que en verdad ellos se amaban, y de que en verdad él lo amaba… ¡patético! Por eso esa noche se entregaría al primer imbécil que conociese y esperaba que el asco y el dolor de otras manos en su piel le hiciesen acumular suficiente rencor para odiarlo... porque en verdad quería odiarlo. Odiarlo para no morirse amándolo.

 

 

 

Llevaba ya dos horas sentado en el lugar, bebiendo y viendo a los chicos bailar, besarse, follar en cada rincón de la oscura pista. Algunos lo habían mirado algo raro pero nadie se le había acercado. Era su ropa, quizás. Albus jamás había sido llamativo al vestir: traía unos jeans celestes descoloridos, zapatillas negras de caña alta y una camiseta, no muy ajustada, no muy suelta; una polera oscura rodeaba sus hombros. Allí el que menos iba de cuero y con dos tallas menos de la que realmente le correspondía. Recordó a Lily y su obsesión por los trapos.

 

 

 

- Tal vez por eso… ¡no! - se obligó a dejar de soñar - No fue por eso, fue porque tú eres gay y él no. ¡Y contra eso, nada!

 

 

 

Y luego, tirando una colilla de cigarrillo salió a la calle.

 

 

 

- Haré que me follen aunque tenga que venderme al primer troll que pase - gritó al cielo.

 

 

 

Y como si sus palabras hubiesen sido proféticas un hombre con la expresión más obtusa que pudiese imaginarse caminó hacia él. Vestía un terno negro y era bastante alto,  de complexión gruesa aunque no obesa. Al miró hacia arriba y suspiró:

 

 

 

-Así me hubieses hecho caso cuando te suplicaba por Scorp.

 

 

 

El hijo de troll lo recorrió con la mirada y preguntó a boca de jarro.

 

 

 

-Estas en el negocio ¿Cuánto por una noche?

 

 

 

A Albus las piernas le temblaron y la cabeza le comenzó a dar vueltas. Producto del alcohol o de los nervios. Por un momento pensó en decirle que no, mandarlo a la puta que lo parió, lanzarle un desmaius y correr a casa, a la seguridad de su habitación y de su cama.

 

 

 

Pero recordó a Scorpius y Lily. Sus rostros enamorados y las miradas de lástima y/o burla de los presentes en Malfoy Manor. Y su tristeza revivió. Y su voluntad de seguir. “No te olvidaré, pero te odiare lo suficiente como para no morirme sin ti”, pensó.

 

 

 

-Cincuenta. Y tú pagas el hotel - le dijo.

 

 

 

El tipo torció la boca en una mueca de desprecio.

 

 

 

-Bazofia del montón – sentenció - sígueme.

 

 

 

Temblando, Albus se dirigió hacia el estacionamiento pensando horrorizado que su primera vez sería sobre algún auto estacionado, con un bruto horroroso que podría ser su padre. Dos lágrimas se deslizaron por sus mejillas y el chico procedió a limpiarlas con rabia. “No lloraré, se dijo, lo hare, lo odiare, y seguiré con mi vida. Y esta noche morirá el niño que fui y que lo amó hasta el infinito…mañana seré la mierda que es James, al que a todos parecen querer”.

 

 

 

En eso la vio. La negra limousine estacionada, con la puerta entreabierta como una invitación a caer en los brazos del mal. Albus tuvo un repentino temor y se hecho para atrás. El troll de smokin negro se dio cuenta y lo tomó por un brazo.

 

 

 

-Adelante. Mi jefe espera la compañía. Está algo “estresado” esta noche.

 

 

 

-Yo... no… no me gustan… los tríos - gimió.

 

 

 

-Sigue soñando. No me gustan los mug… los hombres. No soy gay aunque, si lo haces bien, quizá te eche una miradita.

 

 

 

-Es perfecto - se oyó una sensual voz desde el interior del auto - Esta vez te luciste Gregory… se parece tanto a… él. Creo que me divertiré bastante esta noche.

 

 

 

-Yo…

 

 

 

-Vamos chico sube - el misterioso hombre lo invitó abriendo más la puerta - Pensaba en algo rápido porque tengo un cumpleaños al que asistir. Pero tú me has hecho cambiar de opinión. Siempre puedo llegar al desayuno y presentar mis excusas mañana.

 

 

 

Y entonces lo vio. Era un dios rubio con el rostro de Scorpius Malfoy hecho hombre. “¿Qué edad..?”, pensó. Y entonces supo que no podría saberlo. Era del tipo de personas demasiado bellas para que la edad pase por ellos… Podría tener 30 o 50… que más daba.

 

 

 

El chico miraba al rubio embobado y por un momento el hombre lo miro igual. Pero él era un Lord y los Lords no se deslumbran por putitos callejeros por más ojos verde esmeralda que puedan tener.

 

 

 

“La viva imagen del niñato ese cuando tenía 17” pensó el hombre, recordando a un antiguo enemigo.  Instintivamente dirigió sus ojos a la frente esperando ver una cicatriz, solo para descubrirla limpia.

 

 

 

-Pasa niño, no tengo toda la noche.

 

 

 

Y Albus caminó hacia el auto como quien camina hacia el cielo. El, que pensaba follar con cualquier tipo solo para dejar de ser virgen y renunciar a esperar príncipes azules que jamás llegarían. Y Merlín se compadecía de él y le mandaba lo más parecido a Scorpius que podía.

 

 

 

“Si no supiese que su padre es Draco pensaría que…” caviló para si, pero descartó el pensamiento en forma inmediata. El hombre era solo un muggle, rico y hermoso, con esos ojos grises amados que lo hipnotizaban y lo ponían a temblar. “Lo haré con él y pensaré en ti, Scorp, y atesoraré este momento para toda mi vida”.

 

 

 

Con ese pensamiento abrió la portezuela del auto e ingresó. El hombre lo miró de una manera dura e inescrutable. Y por un momento un sentimiento de terror invadió al muchacho al ser consciente de su temeridad. Inconscientemente dirigió su mano al bolsillo de atrás donde guardaba su varita, pero antes de llegar una férrea mano sujetó su muñeca.

 

 

 

-¿Sabes muchachito? Me gusta rudo… rudo con dolor. Tienes un rostro que he querido ver en el suelo desde hace mucho.

 

 

 

Y entonces sucedió. Al nunca sabría porque dijo lo que dijo. Si por miedo, por inocencia, por candidez… pero ese instante cambio la vida de ambos hombres dentro de ese vehículo.

 

 

 

-Por favor - musitó mientras las lágrimas corrían por su rostro - Por favor… No me lastime…  demasiado. Es mi primera vez yo… jamás lo había hecho antes.

 

 

 

El  chofer y guardaespaldas del rubio ocupante de la limousine lanzó una exclamación mientras el hombre miraba extrañado al supuesto prostituto que acababa de levantar.

 

 

 

-Las actuaciones no me interesan mocoso. No te levante para que me representases la comedia del niño inocente, sino para follarte rudo y parejo, y si es posible golpearte un poco. Tu rostro es muy parecido al de alguien que he odiado por décadas.

 

 

 

Albus tembló presa del pánico. Gruesas lágrimas anidaron en sus enormes ojos verdes impactando en el rubio con la fuerza de un ciclón,  destrozando todas sus barreras y anidando para siempre en un rinconcito de su escondido corazón.

 

 

 

-Sella la ventana y piérdete - indicó a su guardaespaldas mientras activaba el aire acondicionado y estudiaba al chico que no dejaba de temblar ni de llorar - Ahora niño, tengo la suficiente experiencia para saber si esto es un juego, y si lo es….

 

 

 

Albus gimió y enrojeció hasta la raíz del pelo. Era el segundo hombre al que le confesaba su virginidad y su inexperiencia, entregándose a si mismo en bandeja. La primera vez su amigo de años le rompió el corazón… ¿Qué le haría ahora este extraño?

 

 

 

Lucius era zorro viejo y además ex mortífago. Sabía leer en las personas como en un libro abierto. Y lo que veía delante era un niño ansioso por dejar de serlo, temblando aterrado por su temeridad de ir a buscar en un extraño el amor que no encontraba en su entorno.

 

 

 

“¿Qué mierda…?”, pensó. “Lo dejó el novio, lo engañaron, se enamoró de un imposible… un amor muerto…. una comedia para obtener dinero fácil”. Las posibilidades pasaron por su cabeza en un segundo.

 

 

 

Lo tomó del brazo bruscamente y le plantó un beso. Al principio el chiquillo se sorprendió, pero luego abrió la boca aunque cuando el beso se hizo más demandante se paralizó…

 

 

 

“Ya lo han besado” analizó. “Pero ha sido alguien demasiado inocente. Lo más que ha aprendido es a abrir la boca”. Solo para conformar su casi certeza lo toqueteó un poco con su lengua y cuando succionó la del chico este lo empujó asustado…

 

 

 

-Yo…

 

 

 

-En verdad eres virgen ¿no es así?

 

 

 

Al enrojeció. Movió la cabeza afirmativamente.

 

 

 

-¿Y por que un mugg… un muchachito como tú, aparentemente virgen  e inocente, casi se regala en una esquina de la zona rosa? ¿Tanto necesitas ese billete? Porque si es así yo puedo…

 

 

 

Lucius Malfoy se sorprendió a si mismo sintiendo lástima por un niño muggle. Y ofreciéndole ayuda a cambio de nada. Renunciando a follarse lo más parecido que alguna vez tendría en sus manos a Harry Potter, su némesis personal y el causante de toda su debacle.

 

 

 

Porque Lucius no había salido muy bien librado de la guerra. Fue condenado a 25 años en Askabán y luego, gracias a las gestiones de Narcissa y a la misericordia de Potter, su sentencia fue reducida a 5 años preso y el resto en el exilio. Había vivido hasta ese día en Francia, lejos de su hijo, su nuera, su nieto y su esposa (ahora ya ex), quien decidió quedarse con Draco y separarse amistosamente de su marido… al cual ya no la unía nada más que una sincera amistad.

 

 

 

Por eso, después de 25 años de ausencia, volvía a pisar su tierra natal. Había recibido el permiso del ministerio para regresar y la venía de su hijo, actual cabeza de familia, para asistir a la mansión al cumpleaños de su nieto. Cumplía 17 años.

 

 

 

Pero algo lo tenía fastidiado, por no decir furioso. Su hijo personalmente se había trasladado a Francia para hablar con él y explicarle la situación. Scorpius se había enamorado, de la menor de los chicos Potter, ¡Potter nada menos! y Harry Y Ginebra habían dado su venía por lo que los Weasley, en pleno, estarían en Malfoy Manor para el cumpleaños y el anuncio oficial del noviazgo.

 

 

 

-¿Vas a comprometerlo a los 17 años? - había logrado gemir Lucius totalmente choqueado -  ¿Y con una mestiza?

 

 

 

-¡Padre! Te recuerdo que esas épocas y esos pensamientos arcaicos pasaron a la historia hace 25 años. Fue precisamente esa forma de pensar la que te costó 5 años de cárcel y 20 de exilio. Además… ¿no es un poco hipócrita de tú parte considerando que Severus era hijo de un muggle?

 

 

 

Lucius lo fulminó con la mirada y Draco se disculpó. Sabía cuanto dolía aún en el corazón de su padre la perdida de su amante. Tanto como aún dolía en el de Draco la muerte de su padrino, a quien tanto le debía.

 

 

 

-Padre, no quise…

 

 

 

-Déjalo Draco…

 

 

 

-Es que yo…

 

 

 

-¡Eres un Malfoy por Dios! ¡Los Malfoys no se disculpan!

 

 

 

Draco volteó los ojos.

 

 

 

-Padre. Solo quería informarte para que sepas como están las cosas. Scorpius me ha dicho que esa niña es su felicidad. Y yo hago lo que sea por el bienestar de mi hijo. Espero que lo entiendas.

 

 

 

-El cabeza de familia eres tú. Si quieres mezclar nuestra sangre…. - ante la mirada dura de su hijo se encogió de hombros. - Es cosa tuya después de todo.

 

 

 

Y así habían quedado. Y como aún no estaba habilitado para usar magia dentro de Inglaterra tuvo que recurrir a la indignidad de trasladarse en limousine, vehículo lujoso  pero vehículo muggle después de todo. Era una suerte que Gregory Goyle, amigo de su hijo y compañero de celda suyo en Askabán, lo hubiese buscado cuando salió para ponerse a sus órdenes y trabajar para él. Llevaba esos 20 años a su servicio en Francia, y se había habituado a todo lo que en el mundo muggle un guardaespaldas que se precie manejaba. Y eso incluía armas, conducir  cualquier tipo de vehículo y la capacidad de satisfacer las peculiares necesidades de su jefe. Goyle había confirmado hace mucho tiempo  el rumor extendido de que Lucius era gay, o bisexual para ser más exactos, y una de sus labores cotidianas era reclutar acompañantes de alcoba para el mayor de los Malfoys. Con el tiempo había aprendido que mientras más jóvenes mejor.

 

 

 

 

 

****************

 

 

 

 

 

 

 

-No es por el dinero. Tengo suficiente - exclamó fastidiado Al.

 

 

 

-¿Entonces?

 

 

 

-No lo entenderías - susurró bajando la cabeza.

 

 

 

-Pruébame.

 

 

 

-Yo… estoy enamorado. Y él…

 

 

 

-No te ama.

 

 

 

-No.

 

 

 

-Conquístalo. Eres guapo, joven, virgen… ¿Qué más puede querer?

 

 

 

-¿Qué sea mujer?

 

 

 

-Comprendo.

 

 

 

Lucius y Al se quedaron callados. Lucius entendió que el chico estaba enamorado de otro chico que era heterosexual.

 

 

 

-¿Estas seguro e que no puedes…?

 

 

 

-Esta enamorado de mi hermana. Se han comprometido.

 

 

 

Y Albus estalló en llanto aovillándose entre esos brazos.

 

 

 

-Y lo peor es que todo el mundo lo sabe. Porque yo… le confesé mis sentimientos. Me metí en su cama… no sabía lo de mi hermana. Y el me rechazó. Y luego se los contó… a ella, a mi hermano, a mi padre, mi madre… hasta la directora del colegio se enteró.

 

 

 

-Imbécil.

 

 

 

-Eso le dije yo. Bocón. Y me contestó que no iba a permitir que mi capricho lo alejara del amor de su vida. Que lo sentía, pero que entre su amor y mi amistad, elegía proteger su amor ciegamente.

 

 

 

-Déjalo chico. El se lo pierde. Eres hermoso, con un cuerpo exquisito. Unos ojos arrebatadores -  y Lucius lo miró con una chispa de deseo brillando en sus pupilas.

 

 

 

-¿Pensé que te recordaba a un enemigo tuyo? ¿Ya no quieres causarme dolor?

 

 

 

-Tienes sus ojos. Pero allí termina todo el parecido. Tú eres….

 

 

 

Y Lucius Malfoy calló sin comprender que sucedía. Tenía a un “asqueroso” muggle abrazado,  le susurraba palabras de consuelo, era cariñoso… ¡él! que lo más que hacía era abrirles las piernas y follárselos sin preparación alguna. Hacerles daño y causarles mucho dolor para luego pagarles generosamente y comprar su silencio. Por eso los elegía de las calles. Esas “basuritas” hacían cualquier cosa por unos billetes.

 

 

 

Pero ahora ese muchachito lo desconcertaba. ¿Cuándo Lucius Malfoy, sangre pura y lugarteniente de Voldemort, había comenzado a gustar de los muggles? ¡Patético! Pero por más que mirase a ese niño y buscase en su memoria motivos para odiarlo, o ganas para violarlo, lo único que podía encontrar era un sentimiento que creyó muerto hace mucho; cuando un mestizo de ojos negros murió mordido por una serpiente.

 

 

 

-¡Claro! Tú me lo recuerdas.

 

 

 

-¿A tu enemigo?

 

 

 

-No. Te pareces físicamente a mi enemigo. Pero tu forma de ser… me recuerdas a alguien que ame mucho… que murió… él también me buscó una noche para olvidar a una infeliz que terminó casada con su peor enemigo.

 

 

 

-¿Y?

 

 

 

-¿y?

 

 

 

-¿Y… qué paso? ¿Consiguió olvidarla?

 

 

 

-Fuimos amantes por más de 20 años, hasta que él murió. Fue el amor de mi vida. Y se a ciencia cierta que yo fui el suyo.

 

 

 

-¡Oh! - dijo el niño bajando los ojos.

 

 

 

-Desde su muerte nadie me lo había recordado. Hasta hoy.

 

 

 

-Eso significa…

 

 

 

-No puedo ayudarte a que ese chico te ame. Pero, si quieres, podemos estar juntos esta noche. Pero solo esta noche. Lo nuestro jamás tendrá futuro. Somos de mundos distintos  - explicó.

 

 

 

-Entiendo - susurró. “Mas de lo que imaginas”, pensó para si.

 

 

 

-Solo tú podrás superar ese enamoramiento. En eso no puedo ayudarte. Pero si lo que  quieres es experimentar los placeres del sexo gay... tengo bastante experiencia y suelo ser cariñoso y tierno cuando me esmero. Es lo único que puedo ofrecerte. Eso, o llevarte a casa… si quieres, y darte dinero si lo necesitas… sin nada a cambio. No tenemos que tener sexo si no lo deseas.

 

 

 

-Pero lo deseo… necesito… debo sacármelo de la piel - y las lágrimas rodaban ahora por sus mejillas - Quiero sentirme querido. Quiero sentir que le gusto a alguien… que no soy feo…Entre a la discoteca y nadie se me acercó… ¿Por qué? ¿Realmente soy tan feo?

 

 

 

-Son mgg… son idiotas - se corrigió sin darse cuenta de que el chico entre sus brazos también era, aparentemente, muggle - No saben apreciar lo bueno. Se fijan en la ropa, en la apariencia… tú tienes algo que vale más, mucho más… belleza natural, inocencia.

 

 

 

-Entonces… ¿te gusto?

 

 

 

                Por toda respuesta el rubio le planto un beso que le saco el aire. Luego contestó:

 

 

 

-Lo suficiente para dejar plantada a mi familia. Vamos, cierra los ojos. Pero ciérralos.

 

 

 

Al lo hizo y Lucius sacó una varita y lanzó un hechizo. Las luces que se vieron encima del auto le indicaron a Goyle que debía acercarse. Tocó la ventanilla y esta se abrió.

 

 

 

-Llévanos de vuelta al hotel y tómate la noche - ordenó el patriarca. Al seguía aovillado entre sus brazos.

 

 

 

Cuando el auto se puso en marcha el rubio levantó suavemente la cara del pequeño y susurró mirando  fijamente a sus ojos:

 

 

 

-¿Seguro?

 

 

 

Por toda contestación el muchacho le buscó la boca y lo besó tiernamente. El beso fue respondido y para cuando la limousine se detuvo frente a la puerta principal del hotel ambos estaban lo suficientemente calientes para olvidarse de que era el mundo muggle, y de que allí un niño de 15 y un hombre de sesenta y dos no eran algo bien visto, por más que el mayor no aparentase más de cuarenta en realidad.

 

 

 

-Jefe - sonó el intercomunicador - Llegamos. ¿Cómo lo entramos?

 

 

 

Lucius paró de devorar esa boca y alejó el cuerpo que se restregaba encima suyo.

 

 

 

-Espera pequeño. Llegamos al hotel.

 

 

 

-Hummmm - Al corcoveaba sobre el mayor totalmente excitado. Tenía la polla erecta y la restregaba sobre la del otro. Podía sentir que también estaba empalmado bajo el impecable smoking.

 

 

 

-Al estacionamiento subterráneo. Crea un “acceso directo”. Yo entrare por el frente. - Luego se dirigió al chico - Mi empleado te entrará por un privado. Yo te esperaré en la habitación - Y sin más bajó a la calle dejándolo solo.

 

 

 

Sintió el auto moverse y luego detenerse. El guardaespaldas, con un rostro totalmente neutral, le abrió la puerta. Al enrojeció hasta la raíz del pelo. Llevaba la ropa revuelta y la bragueta abierta.

 

 

 

-Sígueme - ordenó el hombre mirando a través de él.

 

 

 

El chico se recompuso la ropa y bajó, totalmente azorado. Estaba en un estacionamiento y el hombre lo guió hasta una puerta, la atravesó y vio un ascensor al cual subió solo. Este se puso a funcionar automáticamente y cuando paró y la puerta se abrió, Al quedó anonadado. No es que no estuviese acostumbrado al lujo pero… eso era simplemente impresionante.

 

 

 

El rubio lo recibió con una sonrisa y un beso demandante. El cuerpo del muchacho reaccionó y volvieron al punto donde se habían quedado. Las bocas se devoraban y los cuerpos se fundían en uno solo. El rubio de pronto alzó al menor en sus brazos y sin dejar de besarlo lo condujo a la cama.

 

 

 

-¿Segu…seguro…? - volvió a preguntar maldiciéndose. ¿Desde cuando él tenía esas consideraciones con los muggles que recogía de la calle? ¿Era porque prácticamente era un niño? ¿Por esos ojos que lo embrujaban? ¿Por su trágica inocencia? ¿Por el recuerdo de Severus?

 

 

 

Por toda respuesta el chico mordió sus labios y lo embistió con las caderas. Y Lucius no volvió a dudar.

 

 

 

Abandonó esa joven boca para asaltar el moreno cuello, besando y succionando a la par. Mientras el chico bajo su cuerpo gritaba sin ningún pudor.

 

 

 

-Ah… ah… ¡¡¡ahhhh!!!

 

 

 

Del cuello se deslizó por el torso lamiendo como si de una paleta se tratase, jadeando como perro y dejando huellas de saliva a su paso. Primero asaltó una tetilla, mamándola como un ternero para luego darle pequeños mordisquitos. Hizo lo mismo con la otra….

 

 

 

-Más… más…maaáasss… - la voz del chico seguía escuchándose.

 

 

 

Cuando llegó a la zona del vientre pudo ver una polla goteante totalmente hinchada y supo que no duraría mucho. Sopesó la idea de retenerle el orgasmo con un anillo o algún otro juguete, pero encogiéndose de hombros se dijo que tenía toda  la noche… por lo que bajó hasta ella y le mando un lengüetazo.

 

 

 

-AHHHHHhhhhhhhh… - gritó Albus arqueando todo el cuerpo.

 

 

 

Solo tendremos esta noche, pensó Lucius,  por lo que la haré eterna. Y engulló el miembro en su boca comenzando a succionar. No tuvo que hacerlo mucho, a la tercera o cuarta mamada Albus se corrió en medio de un chillido. El rubio siguió succionando y tragando hasta que la última gota de semen se hubo acabado. Al solo temblaba.

 

 

 

Pese a su erección Lucius no se apresuró. Subió hasta estar cara a cara con el niño y lo llenó de besos mientras le repetía:

 

 

 

-Delicioso… delicioso… eres delicioso - para luego atacar su oreja y comenzar a follarla con la lengua.

 

 

 

Al tenía 17 años. Y era su primera vez. A esa edad el cansancio no existe. Las 5 de la mañana lo encontró siendo follado en el balcón del penthouse, totalmente desnudo y patiabierto, de pie,  sosteniéndose con las manos de la baranda y mirando el amanecer.

 

 

 

Lucius se movía a sus espaldas mientras lo penetraba con un ritmo salvaje.

 

 

 

-Sev… Sev….

 

 

 

Y él, las piernas temblorosas, corcoveaba hacia atrás para azotarse contra el miembro erecto de su amante.

 

 

 

-Luc… Luc…

 

 

 

La primera vez del niño fue sexo oral, segunda vez que lo hicieron, el rubio lo había volteado de bruces y, tras devorar su espalda a besos y lengüetazos, lo había follado con la lengua y los dedos hasta hacerlo venirse. Le había preguntado su nombre y Al le dio el diminutivo del segundo, “Sev”. Ante la extrañeza del rubio le había mentido diciendo que el nombre completo era “Sebastían”, pero de cariño usaban ese diminutivo. Al repreguntar por su nombre, el mayor le había dicho, profundamente conmovido: “llamame Luc”.

 

 

 

La tercera lo había penetrado lenta y dolorosamente, haciéndolo sangrar y perder su virginidad, a la vez que lo llevó al cielo y le hizo descubrir la palabra “próstata”. Se habían corrido a la misma vez gritando el nombre del otro. La cuarta Al lo había cabalgado hasta el hartazgo haciéndolo eyacular en el mejor orgasmo de la noche y la quinta era esa: Al tenía que marcharse a casa antes de que su familia llegue y descubran que no pasó la noche ahí. Se lo había dicho al rubio, quien también tenía una reunión con su hijo, y ambos habían acordado un último polvo de despedida.

 

 

 

-Quiero que sea especial. Para que siempre me recuerdes - le había dicho el rubio.

 

 

 

-Siempre te recordaré Luc, fuiste el primero. Y convertiste algo que debía ser horrendo en la  experiencia más maravillosa de mi vida.

 

 

 

De los ojos de ambos caían lágrimas cuando Al lo sorprendió exclamando:

 

 

 

-Mira… el amanecer.

 

 

 

Y ambos habían salido al balcón, desnudos,  a ver como la luz se habría paso entre las sombras. Fue allí cuando Luc comenzó a restregar su cuerpo contra su espalda y él no pudo más que apoyar sus manos en la baranda y abrirse de piernas para su hombre.

 

 

 

-Hazme el amor - suplicó sin dejar de mirar la aurora. Y el rubio agarró sus nalgas y las separó para entrar de una estocada, que el chico ni sintió, tan lleno de semen como estaba su recto. Sentir la polla deslizándosele dentro, con tanta facilidad,  era delicioso. Y se notaba que su amante también lo disfrutaba:

 

 

 

-Sev… Sev… -  gemía sin control.

 

 

 

-Luc… Luc… - respondía buscando ser llenado un poco más.

 

 

 

Estuvieron amándose casi una hora,  hasta que sintieron que no daban más y entonces aceleraron el ritmo totalmente exhaustos. El sol había ya salido cuando Al se vino y su orgasmo estrechó las paredes de su recto arrastrando a su amante.

 

 

 

-Aaahhhhhhhhhhh

 

 

 

El rubio se derrumbó sobre el muchacho llevándolo con él al suelo. Ambos temblaban y el mayor salió del chico y lo abrazó con fuerza.

 

 

 

-Desearía… desearía tanto que las cosas fueran distintas.

 

 

 

Y Al respondió llorando.

 

 

 

-Yo también.

 

 

 

Pero ambos sabían que era imposible.

 

 

 

Por lo que el rubio sabía, el moreno solo era un muchachito muggle que acababa de entregare a un hombre que podría ser su abuelo. Por despecho. Llegaría a su casa y seguiría con su vida, su colegio, sus amigos. Con el tiempo solo lo recordaría como una linda experiencia, un millonario, misterioso y apuesto hombre rubio… crecería, agarraría confianza, buscaría un novio o una novia… viviría.

 

 

 

Al pensaba que el rubio era un excéntrico y solitario muggle, tal vez un empresario, posiblemente viudo o quizá con una esposa que ya no amaba, definitivamente con hijos y familia… que gustaba de buscar “distracciones” en los barrios bajos. El le había recordado a un perdido amor y por eso había sido gentil. Le agradecía el detalle. Y quizás en memoria de ese perdido amor lo recordaría. Recordaría al niño moreno que le entregó su virginidad por despecho. Y sonreiría. Pero si su padre o alguien de su familia supiera lo que había ocurrido entre ellos, que un muggle lo había tomado, su rubio sería hombre muerto antes de que el pudiera siquiera decir no. No podía arriesgarse, arriesgarlo, a la ira de los Potter-Weasley. No debía volver a verlo.

 

 

 

Después de lo que pareció una eternidad ambos hombres se incorporaron y procedieron a vestirse. Lucius no sabía que hacer con sus revueltos sentimientos… y Al no podía mirarlo a los ojos. Cuando ambos estuvieron cambiados el rubio levantó la barbilla del muchacho y lo miró con infinito cariño.

 

 

 

-Gracias -  le dijo.-  Siempre recordaré esta noche.

 

 

 

-También yo. Pensé que jamás podría olvidarlo. Y ahora… cuando piense en mi perdido amor no pensaré en ese idiota… pensaré en ti. Gracias - le dijo besándolo y se dispuso a salir del cuarto.

 

 

 

-Espera.

 

 

 

-Descuida. Se como irme sin comprometerte. Nadie sabrá que estuve aquí.

 

 

 

-No es eso yo…

 

 

 

-No lo digas.

 

 

 

-¡Quiero volver a verte! - ya estaba. Lucius sabía que se metía en una ratonera, que ese “devaneo” podía costarle su regreso a Askabán. Una cosa era follarse un niño que levantó en la calle, y otra era convertirlo en su amante de turno. Si el ministerio o la policía muggle se enteraba…  el acabose: sería el escándalo. Mínimo lo acusaban de pederasta.

 

 

 

Al lo miró sorprendido y sopesó sus palabras. El también sabía de leyes, tanto mágicas como muggles.

 

 

 

-Tengo 16 años. No quiero meterte en problemas.

 

 

 

Lucius pensó. En el mundo muggle la edad de consentimiento era 18, pero en el mágico es 17. Ese era el que más le interesaba.

 

 

 

-¿Hice algo que tú no quisieras?

 

 

 

-Sabes que no.

 

 

 

-¿Te hice daño de alguna forma?

 

 

 

-No.

 

 

 

-¿Quieres que nos veamos de nuevo?

 

 

 

-Con toda mi alma.

 

 

 

-Entonces no me meterás ningún problema en el que yo no quiera meterme solo. Y si surge algo, lo resolveremos juntos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero sus reviews y saber si la trama de la historia es de su agrado.


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