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Sodoma por Marquesa de Sade

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Notas del fanfic:

Sólo porque se me ocurrió comencé a escribir la continuación de mi fanfic Rock. Aunque creo que el estilo será un poco diferente. Menos "rock", más crudo. Quizá haya gente a la que le gustó la primera parte y no le guste ésta.

Advertencia: Si no leyeron "Rock" se habrán perdido el comienzo de la historia.

Advertencias del fic: lemon, incesto, violaciones, violencia, asesinatos, drogas, alcohol, malas palabras, etc. Los que me leyeron ya saben.

Aprovecho para agradecer a aquellos que me siguieron con Rock y en especial a los que me dejaron comentarios. Perdón si a veces no les respondo con elocuencia. Es que en general no se me ocurre qué decir xD

 

Sodoma

 

 

Los amantes, presos de una pasión consuetudinaria pero no por eso menos poderosa, se estrechaban en la oscuridad del rincón, procurando que las sombras ocultaran de miradas ajenas sus voluptuosos jugueteos. Detrás suyo, una indefinible cantidad de cuerpos semidesnudos se unían, se amaban, se separaban, se intercambiaban. Las pronunciaciones de placer llegaban a sus oídos ahora que la música había cesado. Uno de ellos dejó escapar un gemido, demasiado influenciado por el erótico ambiente y por el sexo cubierto del otro refregándose, erecto, contra el suyo. No tardó en sentir una mano colándose por la parte trasera de sus pantalones de vinilo brillante, y luego un par de largos dedos introduciéndose en su recto.

 

—¡Ah! ¡Envy! ¡Envy!

 

—Shh... Eres muy ruidoso, Pride. Vendrá alguien más si te oyen. ¿Serás capaz de mantenerte silencioso si te la meto ahora?

 

—Mejor... Mejor dejémoslo para más tarde.

 

—¿Eh? ¿Te estás haciendo el difícil?

 

—Exactamente... —. Pride profirió una risa pícara, alejándose de su amante y de la oscuridad, dejando que su piel y sus cabellos absorbieran las luces multicolores del antro. —Mira si terminas aburriéndote de hacerlo conmigo. ¿No te parece bien que me haga desear un poco?

 

—Mhh... —evaluó Envy, acercándosele nuevamente para abrazarlo y rozar sus labios. —Podría salirte mal. ¿No pensaste que si te haces el difícil yo podría irme con otro?

 

—Podrías. Entonces no me quedaría otra opción más que irme con alguno de mis otros amantes...

 

Frente a la provocación, Envy le mordió el lóbulo de la oreja, aplicando la suficiente presión como para hacerlo gemir. —Sabes que en ese caso no me daría nada de pena asesinar a esos supuestos amantes tuyos.

 

El rubio volvió a reír, tironeando en dirección contraria al sentirse arrastrado otra vez hacia el oscuro escondite. —Lo sé. De todas formas, debemos irnos o llegaremos tarde a la reunión. Lust y Gluttony ya se han ido.

 

Envy bufó, sabiendo que tenía razón. —Sólo por eso te has salvado—le dijo, caminando a su lado por entre la enorme orgía que los separaba de la salida.

 

Finalmente, gracias a la belleza del nuevo guitarrista y a la alta calidad de sus últimas canciones, Pewflexxx había alcanzado el éxito que se merecía. Gente de todas partes viajaba para asistir a sus conciertos y a los desenfrenados encuentros que se sucedían luego de éstos. Por motivo de tales cosas una discográfica los había contactado poco tiempo atrás, y ahora los integrantes se dirigían a una reunión con los representantes de la empresa para comenzar las tramitaciones de la firma de un contrato. No era que la fama les interesara demasiado, pues la habían logrado por su propia cuenta y talento, pero el buen dineral que podrían sacar con todo ello, pensaban, no les vendría nada mal.

 

Al llegar al sitio de la reunión, efectivamente, se encontraron con Lust y Gluttony, quien devoraba los bocadillos dulces que habían servido sobre la mesa.

 

—Ya era hora—dijo la mujer. —Gluttony en cualquier momento comenzará a comerse la madera.

 

Durante la mayor parte de la charla, a pesar de ser el líder, Envy se la pasó observando a Pride. Pensaba en todo lo que le haría una vez que llegaran al departamento donde vivían juntos, cómo lo tocaría y lo poseería, de qué manera lo castigaría por habérsele negado. De vez en cuando, el rubio también le devolvía alguna que otra mirada provocativa. Sí, seguramente lo esposaría a la cama y le daría merecidos mordiscos y rasguños, entre otras cosas.

 

Después de la reunión formal, el empresario los invitó a beber algo a un bar para seguir charlando acerca de su futuro contrato. El peliverde, por su parte, aprovechó para acercar su asiento al de su amante con el objetivo de tocarlo cuando nadie los estuviese viendo, sin dejar de fantasear ni un momento.

 

De pronto se vio arrancado de sus obscenos pensamientos por el ruido de un teléfono móvil sonando. Lust respondió a su llamado, causando un suspiro de fastidio en el hombre que les hablaba.

 

—Lo siento, pero debo irme—se disculpó. —Sigan sin mí si lo desean.

 

—¡Lust! ¡Yo quiero ir contigo!

 

—De acuerdo, ven conmigo, Gluttony.

 

Como no tenía mucho sentido continuar sin la totalidad de los miembros presentes, todos se despidieron y se fueron a sus respectivas casas. Gluttony vivía con su familia, pero le gustaba quedarse a dormir en lo de Lust. No eran amantes, sino que el gordito resultaba ser una excelente mascota que sólo era soportada por la bella tecladista.

 

Una vez de regreso en su departamento, apenas cerrada la puerta y sin molestarse en encender las luces, Envy y Pride se dejaron llevar por las ansias que hacía muchas horas se habían adueñado de sus sentidos.

 

 


 

 

Algo de verdad extraño ocurrió aquella noche. Porque al día siguiente, ni Lust ni su adorada mascota se presentaron al ensayo de la banda. Encolerizado, el cantante llamó a la mujer a su móvil, pero nadie contestó. Lo mismo ocurrió al día siguiente, y al siguiente, hasta que, transcurrida una semana, decidió llamar a su casa. Atendió su hermana, Sloth, quien le dijo que Lust no había vuelto de su último recital, y que desde entonces no había sabido de ella.

 

—Imaginé que estaría con ustedes y por eso no me preocupé. ¿Crees que debería dar aviso a la policía?

 

El mismo resultado obtuvo al comunicarse con la familia de Gluttony.

 

Habiéndose sucedido dos semanas desde las misteriosas desapariciones, Envy y Pride se encontraban desconcertados. Las tramitaciones con la discográfica, obviamente, se pospusieron hasta nuevo aviso. Los fans no entendían por qué de pronto su banda favorita había suspendido todos sus recitales.

 

—¿No crees que ya es hora de hacer una denuncia a la policía?—propuso el rubio. Se hallaba sentado sobre la cama, apoyado sobre el respaldo, haciendo algunos arpegios con la guitarra.

 

—No me jodas. Sabes que odio a esos cerdos.

 

—Entonces, ¿qué haremos?

 

—No lo sé. Estoy pensando, Pride. Mierda...

 

Se quedaron dormidos sin siquiera tener sexo, demasiado intranquilos como para dejarse llevar por su lujuria.

 

A eso de las tres de la mañana, Envy se despertó, cubierto de sudor, dando un alarido. Las hojas de la ventana se golpeaban una contra otra, agitadas por un fuerte viento tormentoso. No tardaría en empezar a llover. Se llevó una mano al pecho, todavía estremecido por la pesadilla que acababa de tener, y notó que Pride ya no dormía a su lado.

 

Un mal presentimiento lo llenó de terror. Abandonando la cama de un salto, buscó a su compañero en cada habitación de la casa, hasta que la desesperación de no encontrarlo lo hizo llamarlo a gritos. Al igual que sucedía cuando telefoneaba a Lust, nadie contestó a sus llamados.

 

Pride había desaparecido.

 

Sonaba el teléfono.

 

Notas finales:

Continuará...


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