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El Canto de la Ballena por Vanuzza

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Notas del fanfic:

Algo pequeño que escribi mientras escuchaba el canto de las ballenas azules. Espero sea de su agrado n.n

Si el corazón fuera una barca en medio del mar, es posible que el mio estuviera a la deriva, sin remos, sin provisiones, dejándose ir con la marea, escuchando el sonido de las olas mecerme como una cuna. Escuchar el rumor del viento, perderme en la infinidad del cielo, con solo la luz triste de la luna.

Me repetías constantemente que era un soñador, Alexander. ¿Recordaras el día en que nos conocimos? Hacía ya muchos años, cuando comencé a escribir para el New York Times y tú eras un entrenador de Sea World. Cabello cobrizo, menudo, de ojos azul cielo. Esa sonrisa que me hizo morir y renacer como un Ave Fénix la primera vez que la vi.

Tu voz que sonaba suave, melodiosa, diferente….nostálgica.

Solo necesite un permiso de mi jefe, una entrevista que realizar, una hora para verte, y el tiempo que siguió nunca fue suficiente para amarte. Soñar contigo cada noche, asistir a cada presentación una vez a la semana, casi religiosamente, devotamente, con el solo deseo de mirarte en la distancia.

Como te movías con gracia, como sabias hacer tu trabajo de anfitrión, como eras como otro pez en el agua, como todo el mundo parecía quererte. Como tu voz dirigida a una multitud, la sentía para mí. Como las sonrisas que regalabas a tu público, deseaba que fueran solo mías.

Que una en especial fuera solo mía.
Que tus pupilas me miraran solo a mí.
Con esa alegría que parecías expresar….

Y ese cuerpo que en realidad resulto ser más frágil que un cristal. Pasaron algunos meses hasta que mi corazón reunió el valor suficiente para volvernos a encontrar. Tu rostro de sorpresa será algo que jamás podre olvidar. Cuando te lleve aquel ramo de flores de enorme proporción, me miraste como si bromeara, que esperabas si eres el único hombre que me ha hecho sentir amor.

No sabía cómo cortejar a un hombre, mucho menos alguien tan hermoso. Me di cuenta que podía morir de hambre como un seductor, pero cualquier intento de elocuencia siempre te hacía reír con sutileza. Eras tan distinto, diferente, alguien que no es posible encontrar todos los días.

Pasaron semanas, meses, un par de años, como si el tiempo se apresurara y la tierra girara más rápido, sintiendo que nunca tendríamos demasiado tiempo para estar juntos.

Y entonces tus ojos de tierna mirada un día fueron solo míos, tu sonrisa de pura inocencia, tu boca de labios aterciopelados se fundió al calor de nuestra pasión cual si fuera un metal. Tu corazón latía sereno….Tenias ese aire sutil del adolescente que apenas llega a ser mayor…eras tan joven...

Y fueron esos mismos disfrutes lo que alcanzaron tu condena. Te enseñe lo que era dejarse ir en la pasión, tu lo tomabas como sexo, yo lo tomaba como amor. Te di de beber los mejores vinos, y tú los convertiste en el más delicioso de los venenos.

Tu figura de gráciles movimientos se volvió contoneos sinuosos y torpes intentos de parecer seductor, que sin embargo conseguían atraer a quien tú quisieras. Moviéndote de allá para acá, siendo yo el que comenzó a frecuentarte. Dejaste entonces de contestar mis llamadas…

Me tenias preocupado, al punto que volví a buscarte en Sea World, y me encontré que habías renunciado. Te busque por todos lados, y nadie sabía donde habías ido. Y un día cualquiera me encontré con la sorpresa de ver tu silueta, entrando dulce a un cuarto de hotel, el brazo de alguien más robusto te abrigaba los hombros, y tu sonreías con esa sonrisa que era solo mía, hablabas con esa canción que yo amaba.

Y gemías bajo su cuerpo del mismo modo que lo hacías bajo el mio.
Frecuentaba cada hotel, y repetías lo mismo con quien fuera, como si no te importara. Pasó año tras año repitiendo lo mismo.

El día en que te trate de alcanzar en el metro, llevaba semanas sin afeitarme, y la depresión me había vuelto delgado. No olvidare como me miraste arrugando la punta de tu nariz, frunciendo el entrecejo y los labios, como una tierna enfurruñada muñeca. Pero te fuiste con aquel quien te tomaba de la mano… diciendo que era solo un viejo moribundo. Nunca más te volví a ver.

Me pregunte noche tras noche que había ocurrido, me pregunte aquella ultima como había encontrado esa llave de tu antiguo empleo que dejaste un día en mi casa. Cuestione cuando abrí la puerta aquella madrugada, caminando por pasillos oscuros, solo iluminados por la luz celeste de los tanques.

Escuche aquella canción suave, triste, provenir de aquella criatura solitaria, en el tanque más grande de todos. Una cría de ballena azul que esperaba ser trasladada a una reserva en aquel confinado lugar. Sola, cantando como si buscara a otro ser que le acompañara.

¿Es que acaso todos buscamos a quien amar?

Me halle de pronto rodeado por agua, no tenía idea de en qué momento me había sumergido. Aquel ser me miraba curioso, aun cantando de ese modo tan triste, solitario, como si llorara o se preocupara. Optaba más por las lágrimas. De alguna forma, es hermoso saber que alguien llorara tu último adiós.

Cerré los ojos y trate de buscar tu recuerdo, que se mezclara con aquel sonido melancólico, como si nuestros corazones cantaran. El aire faltaba, mis pulmones me apretaban y todo se volvió oscuro. Solo ese sonido que me recordaba a ti y a mí, los días que fuimos felices.

El cómo te amó este hombre de treinta y tantos años, el cómo te llenó de amor. De ternura, como te buscaba entre la penumbra. Como un día ya no estabas, corriendo lejos, sin importarte nada, sin siquiera decir adiós.

Sé que ya no respiro, mi cuerpo no intenta buscar la superficie. Una muerte pacifica, sin miedo alguno, es como si me encontrara en otro mundo, de efímeros matices de azul, profundo, como eran lo habían sido tus ojos.

¿Habrás notado alguna vez que las ballenas parecen llorar cuando cantan?


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