Los sonidos dentro de aquel cuarto no eran más que gemidos y jadeos consecutivos. Si se llegaba a poner algo de atención, se lograba oír un par de palabras escapar de las bocas que no estaban siendo ocupadas. Pero la mayoría no eran más que balbuceos sin mucho sentido, o gruñidos que podían llegar a ser confundidos con nombres o ruegos.
¿Cómo habían terminado en esto? Era algo bastante difícil de explicar, pero era lo que menos cruzaba por la mente de los presentes.
Hitsugi soltó un grito al momento en que el miembro duro de Ruka entró de una a su cuerpo, sin darle ningún tipo de preparación y sin previo aviso, sorprendiéndolo de la misma manera en que Ni~ya lo había hecho momentos antes. Su propia erección era aplastada brutalmente contra una de los bordes de la mesa de pool, mezclando el sudor que bajaba por su cuerpo con el semen que su último orgasmo había dejado desparramado en parte de su vientre y el paño color verde de la mesa. –Espe… espera Sato… -susurró apenas el guitarrista, suplicándole que le dejara descansar un poco. Se quejó cuando Ruka le cinchó por el cabello hacía atrás para silenciarlo, afirmándose de éste sólo para poder penetrarlo con mayor facilidad, acercando su rostro al del más bajo, lamiendo su oreja, delineándola con la punta de la lengua y susurrando un mero “disfruta” contra su oído. Siendo esa palabra más una orden que una petición.
El vocalista de Nightmare, desnudo en el frío suelo, se afirmaba como podía de sus manos y rodillas, abriendo la boca gustoso para recibir al líder de su banda, sintiendo el sabor de su carne mezclado con el alcohol que habían estado bebiendo. Sakito sonreía complacido, demasiado quizás para la situación en la que se estaban viendo envueltos, estaba seguro que el alcohol afectaba bastante en eso. Acercó sus labios a los de Ni~ya, besándolo con pasión desenfrenada antes de que éste le afirmara las caderas a Yomi, penetrándole casi al mismo tiempo e imitando el ritmo con que el baterista de la banda se hacía cargo del segundo guitarrista.
-Satoru… -gimió Hitsugi, suplicándole una vez más sólo con su nombre, tratando de que el otro redujera la fuerza de sus embestidas. Sentía las piernas acalambradas, y el dolor comenzaba a apoderarse de su cuerpo cada vez que la erección de Ruka se perdía entre sus muslos.
-Silencio gato, no me interrumpas… -jadeó el baterista tironeándole por el cabello nuevamente, obligándole a girar el rostro para besarle. Aumentando la velocidad con la que penetraba y, estaba casi seguro, partía en dos al más bajo. –Perdiste la apuesta al igual que Zozzy, Mitsuo, ninguno de los dos tiene derecho a… -el más alto detuvo sus palabras por unos momentos, bajando sus labios hasta el cuello del guitarrista, succionando una parte de la curva hasta dejar una marca roja sobre ésta. Sonrió complacido al ver las notorias marcas que había dejado, y que tomaría tiempo borrar de esa blanquecina piel que solía destacar a su compañero. -Ninguno de los dos tiene derecho a decir algo, nos pertenecen por completo esta noche… -continuó. Hitsugi volvió a gemir, rogando en su interior que el baterista terminara pronto. No porque no lo estuviera disfrutando o porque la idea de que Ruka lo follará hasta que no pudiera respirar le desagradara. Si no porque sabía que luego del baterista, vendría Sakito a abusar de su cuerpo. ¿Qué había tenido en la cabeza al aceptar la maldita apuesta que el baterista había propuesto? ¿Y por qué todos parecían haber estado de acuerdo con hacerlo?
Con la misma brusquedad con la que había sido penetrado, el otro tomó su sexo, haciendo un espacio entre el cuerpo del neko y la mesa de pool. –No, no más… -bajó la cabeza, gimiendo y sollozando al sentir esa mano masturbándolo con precisión, sin nada de delicadeza, pero haciéndole sentir que su cuerpo iba a explotar. –No… -Y esas palabras no hacían más que excitar a Ruka y hacer que el ritmo con el que movía su caderas aumentara de manera incontrolable.
El segundo guitarrista giró el rostro para ver al resto de su banda.
Yomi gritaba como loco mientras llegaba a su tercer orgasmo esa noche, tirado de espaldas sobre el piso, exhausto y aún con Ni-ya sobre y dentro de él penetrándolo hasta llenar al más bajo. Sakito se había separado de ambos, y Hitsugi se dio cuenta en ese instante que el guitarrista lo había estado observando a poca distancia, sin despegar sus ojos de su cuerpo desnudo y con una mano sobre su erección, tocándose sin parar.
-Mitsuo… -susurró su compañero de cuerdas, viéndole arquear su espalda al sentir por segunda vez esa corriente eléctrica recorrerle por completo. La tela verde de la mesa volvió a teñirse con manchas blancas, esta vez en menor cantidad, y cuando Ruka se separó de él, luego de un par de desenfrenadas embestidas, sintió el semen caliente bajarle por los muslos lentamente.
Quedó casi tirado sobre la mesa de pool, apenas con fuerza suficiente para mantenerse en pie, jadeando, demasiado cansado siquiera como para poder moverse.
Sakito no esperó mucho para acercarse, sabiendo que si no actuaba ahora, perdería la oportunidad de hacerlo suyo.
-Mitsuo, lo siento… pero no puedo dejar pasar esto. -le habló su líder en el oído, haciéndole temblar.
Lo único que pasaba por la mente del gato de Naitomea era que sus compañeros debían de estar dementes, todos, incluyendo el enano, que ahora le rogaba al baterista que volviera a penetrarlo, y que succionaba el miembro de Ni-ya a ver si lograba ponerlo duro de nuevo, y él, por estar disfrutando de todo aunque quisiera negarlo.
Con las piernas casi dormidas le fue difícil darse cuenta cuando su compañero de cuerdas le hizo girar, le abrió las piernas y se posicionó delante de él. Sakito gimió en silencio, mordiéndose el labio cuando la cabeza de su miembro despareció más rápido de lo que debería en la entrada de Hitsugi. No había necesidad de preparación luego de que el bajista y Ruka hubieran hecho lo que quisieran con el más bajo, puesto que esos dos si que eran enormes, y aunque Sakito no se quedaba atrás, no podía compararse con el tamaño de ellos.
-¿Sabes? -murmuró el más alto ondulando sus caderas, su miembro se resbalaba dentro y fuera sin mucho esfuerzo, pero le hacía sentir un placer indescriptible. –Siempre… siempre quise hacer algo como esto contigo… -jadeó tomándole por las caderas, obligándole a sentarse sobre la esquina de la mesa para tener un mejor acceso a su cuerpo, apretando sus muslos para crear un poco más de fricción. –Siempre deseé saber como te verías así de sometido Mitsuo, así de lindo con tus mejillas sonrojadas…gimiendo mi nombre… -subió una mano hasta las tetillas del otro, rozando sus sensibles pezones con la yema de sus dedos, pellizcándolos. Hitsugi ya no sentía las piernas, pero el dolor que lo había atormentado con Ruka, se había transformado en un placer total a manos de Sakaguchi.
-¡Taka! -gritó rodeándole el cuello con los brazos, buscando sus labios, besándolo con una pasión con la que jamás habían unido sus labios antes. Por unos segundos, Hitsugi olvidó como habían llegado a eso, olvidó que todo había sido producto de una puta apuesta jugando pool en un bar que prácticamente habían arrendado sólo para ellos, olvidó que el resto de su banda seguía ahí, follando como locos.
Olvidó, y simplemente se dejó llevar por el placer que las talentosas manos de Takahiro le entregaban.
-Mitsuo… mi Mitsuo… -Gimió el más alto, mordiéndole el labio inferior, tironeando de la única argolla entre sus piercings, volviéndole a besar mientras ondulaba sus caderas con mayor rapidez. Había estado demasiado tiempo aguantando el orgasmo, y era el único de la banda que aún no se corría, ni siquiera la boca del enano había logrado que se fuera, pero el placer que el gato le entregaba era demasiado. Demasiado como para seguir aguantando. Era como si su miembro fuera succionado por el interior del otro y apretara para no soltarlo. –Neko, lo siento… de verdad no aguanto más… -Se justificó aunque sabía que no era necesario, susurrando en su oreja, lamiéndole el lóbulo mientras seguía embistiéndolo hasta hacerlo gritar.
Hitsugi se tiró hacía atrás en la mesa, manchando parte de su espalda con el semen derramado en la tela. Tomó su miembro semi duro con ambas manos y comenzó a masturbarse sin piedad, a pesar de que el cuerpo no le daba para más no dejó de mover sus manos de arriba abajo, sin despegar los ojos de Sakito.
En un gemido mezclado con el nombre del gato, el guitarrista principal sacó su pene del cuerpo bajo él antes de llegar al orgasmo, masturbándose con una mano y tomando a Hitsugi por el cabello para que se acercara, sentándolo de nuevo sobre la mesa. Le tomó solo unos segundos antes de que su mano le hiciera correrse en el rostro de su amigo, manchando sus labios, sus piercings y sus mejillas con su líquido blanco y espeso.
El más bajo sollozó al sentir que se le iba el alma en un tercer orgasmo y soltó lo poco de semen que podía salirle sobre su estómago, mezclándose con el de los orgasmos anteriores.
Sakito le besó disfrutando de su propio sabor mezclado con la lengua y el piercing que la segunda guitarra tenía en ésta. Exhalando con fuerza al separarse, tratando de tranquilizar su respiración, pero con una sonrisa de oreja a oreja que nadie podría haberle sacado.
-Deberíamos hacer apuestas más seguido, tal vez así tendría el valor para hacer esto de nuevo… -Le susurró al menor al oído, pasándole la lengua por el contorno de la oreja, y abrazándolo, sin querer prestar atención a los demás.