AUNQUE TE DUELA
— ¿Otra vez no vino?
—Para que preguntas si ya sabes.
Neville solo negó con la cabeza y abrazó fuerte a Draco quien se refugió sin chistar en el pecho de su amigo. Se dejaron caer en el sofá de la sala, mientras el rubio se recostaba en sus piernas, Neville acariciaba el sedoso cabello platinado. Lo cual provocó que su mente viajara al pasado. Cuando acabaron siendo amigos.
La guerra finalizó y el bando de Potter triunfó trayendo consigo la paz y para Neville un status de héroe que repudió de inmediato. Y es que fue conocido como rebelde. Como icono que mantuvo viva la resistencia en Hogwarts. Como el Gryffindor que se enfrentó en el último momento a Voldemort a pesar de que Potter estaba aparentemente muerto. Destruyo a Nagini con la espada de Godric que aún conservaba.
Fueron esos hechos los que lo colocaron en el mundo mágico a la par de Hermione, Ron y Harry. Pero en realidad a él poco le importaba; sus padres continuaban en San Mungo, locos y a él lo único que le había quedado de la guerra era su seguridad, que nunca lo abandonó con el paso de los años.
Dejo de ser tímido e inseguro. Por fin después de mucho tiempo ya no había nada que demostrar y eso le hacía tan feliz.
Regreso para revalidar su último curso como casi todos y fue justo ese momento lo que cambio su vida de verdad.
Un buen día el pidió a Severus Snape ayuda para mejorar en Pociones. Por ese tiempo ya corría el rumor de que su Profesor mantenía un romance con Harry Potter. Y tal vez Neville se aprovechó un poco de eso para que el serio Profesor cediera.
Una semana después de pedir ayuda, Snape lo coloco de pareja con Draco Malfoy. Al principio fue duro, pues a pesar de su seguridad, no dejaba de imponerle la cercanía con Malfoy.
Todo se calmó un día en él que mientras visitaba a sus padres descubrió que Malfoy asistía con el terapeuta para poder superar los traumas de la guerra.
Como era lógico, Malfoy esperaba que Neville se burlara, lo ridiculizara o se vengara de alguna forma, pero eso nunca ocurrió. Y casi sin quererlo, ya sea por la dulzura de Longbottom o por la inmensa soledad que Draco sentía, nació entre ellos una amistad, una comunión que no termino con el colegio. Todo lo contrario.
Al finalizar su ultimo año Neville decidió ser Sanador, mientras Draco realizó una especialidad en Finanzas que lo llevo a trabajar en el Ministerio. Los dos al ser grandes amigos decidieron comprar un apartamento para solteros en toda regla.
Diez años habían pasado de eso, diez años de amistad, diez años que tenía el supuesto matrimonio perfecto de Potter y Snape. Menuda pantalla, pensaba Neville.
Y es que todo estuvo perfecto por nueve años, pues fue justo hace un año que Draco llegó al apartamento con una de las sonrisas más anhelantes que Neville le hubiera visto jamás. Pero el golpe fue enterarse el porqué de la alegría de su amigo. Hicimos el amor, dijo sin más, entonces continuó, le contó que Harry lo estuvo seduciendo por meses y que por fin aquel fatídico día había conseguido que Draco se le entregara. Lo hizo suyo en la mesa de su despacho. El jodido Jefe de los Aurores tirándose a su amigo.
Entonces Neville hizo la pregunta ¿Y su esposo y Severus Snape? Draco solo fijo su vista y serio le dijo, lo dejará, me lo ha prometido. Se lo prometió y un año después aun no se lo ha cumplido.
Neville sabía que esa promesa no se cumpliría jamás, pues era obvio el lugar que Draco tenía en la vida del héroe Potter. Harry jamás dejaría al que es el amor de su vida. Neville todavía recordaba todos los desplantes que Harry le había hecho a Malfoy, todas las citas clandestinas canceladas por correr a lado de Snape.
Seguía acariciando el platinado cabello cuando volteó su mirada. Draco se había quedado dormido entre las caricias y la frustración. Neville se separó con mucho cuidado, depositando al rubio en el sofá, con unos cuantos cojines y una manta que levito desde su alcoba. Fue a la pequeña cantina que tenían en el departamento y se sirvió un Whisky que se tomó de golpe, para servirse otro. Caminó un poco más hasta quedar de frente al enorme balcón en el cual podía ver todas las luces de la ciudad. Luego fijó su vista en el enorme espejo de cuerpo completo que Draco había mandado a instalar en la inmensa sala.
Dio un vistazo en lo que reflejaba el espejo. Poco quedaba del Neville Longbottom que entro en Hogwarts. Ahora era muy diferente, un hombre, con amplio pecho, fibroso, marcado por las dos horas diarias de gimnasio que Draco había impuesto para mantenerse en forma. Luego decidió ver de abajo hacia arriba ese reflejo. Zapatos color caramelo de punta que había comprado por recomendación de Draco, pantalón caqui, corte recto, que según Malfoy resaltaba su figura, cinturón caramelo, con pequeñas líneas beige y camisa rosa de manga larga, doblada hasta al antebrazo, pues según su amigo, muy pocos hombres podían lucir tan viriles con esa camisa. Barba a medio crecer a la que Draco decía que era su toque salvaje y sexy, junto con la tierna mirada que siempre acompañaba a Neville. Era una obra entera de Draco.
Volteo al sofá donde Draco ahora estaba sentado, llorando. Se bebió su trago de golpe, pues sabía que tendría una conversación en la cual ya no habría marcha atrás, después de hablar, se quedaba con el rubio o tendría que ir para siempre.
—No puedes ocultar que lloras por él, que te volvió a fallar, no vino otra vez, se nota que por dentro estas vacío Draco, no dejes que Harry arruine así tu vida.
—Nev, no es el momento —el rubio se levantó del sofá para servirse una copa— No quiero hablar, tu sabes que…
—Draco, el juega con tu amor, no te quiere, eres solo un polvo, un buen polvo. Pura pasión. -Neville apretaba más el vaso vacío que sostenía en su mano y ante la mirada de odio del rubio continuo sin piedad— Dice que te es fiel, se burla de ti. Ama a Snape ¿no lo entiendes?
Malfoy lo fulminó con la misma mirada de odio y desdén que le enviaba en el colegio, pero Neville no se hizo para atrás, era en eso momento o nunca.
—No sabes de lo que hablas Neville, el me quiere, el va a dejar a Severus, lo va a dejar y podremos estar juntos.
— ¿Cuándo Draco? A pasado un año desde que iniciaron el romance y hasta la fecha no ha dado muestras de que quiera algo serio contigo.
— ¡¡¡QUE TE IMPORTA!!! —Explotó Draco arrojándole la copa casi a la cara— Lo que yo haga con Harry es mi asunto, no el tuyo y si tanto te molesta, lárgate del departamento. No entiendes, que me duele todo lo que me dices —Draco empezó a sollozar en ese momento.
Neville suspiro, tenía que ser cruel y eso a él no se le daba, pero era la única forma en que Draco despertara.
—Aunque te duela solo eres para él un cualquiera que reemplaza en la cama al hombre que está en su corazón. Solo fue placer Draco.
En ese instante las duras palabras de Neville golpearon duro en su corazón, Draco se derrumbó y empezó a llorar. Longbottom caminó hasta él y lo abrazo fuerte, estrechándolo en su pecho como nunca, pues sabía que las palabras que vendrían a continuación dolerían más.
—Aunque te duela, solo eres un pasatiempo en su vida, un juguete y nada más. Tienes que entender —acaricio su cabello, la espalda y el susurro al oído— Tienes que entender, que soy mejor que él.
—Neville —dijo Draco apartándose del abrazo.
—Sí Draco, estoy perdido de amor por ti y odio tener que ver al estúpido de Potter tomarte como si no valieras nada. Entiende, él está enamorado de Severus, lo sabes, desde el colegio, el es el amor de su vida y ante eso tú no puedes mi querido Dragón. Si tan solo me dieras una oportunidad, podrías ver lo que es el amor. Porque yo te amo Draco.
Draco no dijo nada, solo fijo su mirada gris en los ojos de Neville, descubriendo que sus sentimientos eran ciertos. Y muy en el fondo el rubio sabía que todo lo que había dicho Neville de Harry era cierto. No quería continuar así, no quería seguir amando a alguien que jamás lo amaría.
Neville camino seguro hasta Draco, tan seguro como lo hizo en la batalla final en el colegio. Tomó el rostro del rubio entres sus manos y poco a poco fue descendiendo su rostro, para darle espacio de retirarse, pero no paso, Draco seguía ahí, esperando, tal vez esperando el beso tan ansiado y corrió, Neville poso sus labios en los finos labios de Draco, suave, calmado, primero acariciando y después permitiendo que las lenguas se reconocieran, tomándose, reconociendo el sabor en el otro. Y al fin Neville se separó buscando una reacción.
—Te amo Draco —dijo al separarse, casi sin notarlo.
—Neville, hazme el amor, borra de mi piel los besos de Harry.
Neville se quedo unos segundos pensando, no quería abusar del frágil estado de ánimo de Draco, pero también sabía que no tendría otra oportunidad para demostrar lo que sentía. El rubio sintió el titubeo de su compañero y entonces lo beso. Neville respondió al beso, perdiéndose en los sentimientos que tenia. Se deshizo de la camisa azul de Draco, bajo lentamente por el blanco cuello, lamiendo, besando succionando, luego su clavícula, dando pequeños mordiscos que fueron animados por unos breves gemidos de Draco.
Tomó la mano del oji-gris, llegaron hasta la habitación de Neville, donde el blanco cuerpo de Draco contrastaba con las escarlatas sabanas de la cama. Neville besó una vez más ese cuello que lo volvía loco, viajó por el pecho y tomó con delicadeza los pezones rosas del que hasta ese día fuera su más anhelada fantasía. Mordió levemente, mientras repartía palabras de amor, le decía lo perfecto que era, lo maravilloso que sería formar una familia con él.
Pronto el pantalón negro se encontró en el suelo y en medio de las piernas de Draco, Neville se extasiaba conociendo el sabor de su hombría, aquella polla tan orgullosa como su dueño brillaba hermosa con la saliva y el liquido pre-seminal que la bañaba, Neville le incitaba, le decía lo mucho que le gustaría ser poseído por aquella polla y Draco sonreía, nunca en ese año con Potter había sido el activo y tampoco nunca se había sentido tan amado, tan deseado, tan único.
Una lengua jugueteaba traviesa en la entrada del rubio, tampoco recordaba aquella sensación tan placentera. Neville hacia círculos por fuera, mientras entraba ligeramente, con la lengua y después con un dedo bien lubricado. Así estuvieron, jugueteando, excitando más al rubio, hasta que este pidió ser poseído. Neville, seguía vestido pero de inmediato quedo en las mismas condiciones que las de su amor, tomó su erección, que dolía como nunca, dió unos pequeños y deliciosos tirones, como preparándola para el ejercicio y poco a poco la fue hundiendo en aquel paraje estrecho, caliente y delicioso.
Draco Malfoy descubrió varias cosas esa noche. Neville Longbottom era enorme, en serio, enorme. Neville Longbottom siempre acertaba sus embestidas, siempre. Todo parecía indicar que el sombrero seleccionador tomo las habilidades de Neville Longbottom en la cama para ponerlo en Gryffindor, porque el muy maldito, hijo de puta, era un León en la cama, era un dios en el sexo y no se imaginaba como lo había conseguido. Pero ahora estaba chillando como colegiala pidiendo más y recibiendo mucho más. Fue uno de los mejores orgasmos de su vida.
Esa noche, hicieron el amor, en el balcón, el sofá de piel de la sala, la cocina, la bañera y muy temprano en el elevador, antes de que Neville fuera a comprar leche para un par de cafés.
Todavía faltaba tiempo pero Neville Longbottom sabía que si era constante, pronto cuando a Draco le preguntaran por Harry Potter, este diría, ¿Harry qué? El haría que lo olvidara, tenía toda la vida para intentarlo.