Prólogo:
La guerra había terminado, el vencedor fue sin duda alguna Harry Potter, pero el niño-que-vivió quedó en un profundo estado de coma, debatiéndose entre la vida y la muerte continuamente. Los trabajos de reconstrucción de todo el mundo mágico comenzaron, llegando ayuda de todos sitios incluso de las criaturas mágicas.
En San Mugo los dos mejores amigos del Golden Boy cuidaban de él en su letargo, era noche cerrada y todo estaba en silencio, durante los últimos días se había empezado a vaciar el hospital por las altas que las enfermeras y los medimagos iban dando a los que ya estaban recuperados, pero Harry Potter seguía ahí y no parecía querer despertar. Recibió miles de visitas de todo el mundo, todos querían agradecérselo, y su habitación se iba llenando de regalos que de vez en cuando se apartaban al marchitarse las flores.
Pasó un mes y todos seguían a la espera de que el gran héroe despertara o se produjera la tragedia, mientras todo se ponía en orden para volver a abrir las puertas de la escuela Hogwarts. Desde el balcón de su mansión un rubio de ojos grises miraba el cielo apesadumbrado, le habría gustado ir a ver al moreno pero sus amigos siempre estaban a su lado y no le dejarían llegar a él por miedo a que pudiera hacerle algo. Suspiró, si ellos supieran... Recordó esos preciosos ojos verdes y esa sonrisa maravillosa, ¡cómo lo echaba de menos!
En la habitación del Gryffindor todo estaba en silencio a excepción del pitido regular de los marcadores, sus amigos se habían ido a cenar algo a la cafetería al ver que seguiría estable y que los médicos lo tenían vigilado. Por eso ninguno pudo ver la figura de negro que se colaba en la habitación en silencio y se acercaba a él, se agachó hasta el cuello del moreno y mordió en la yugular, bebiendo casi toda la sangre. Cuando los médicos y los Gryffindor corrieron a ver por qué los monitores sonaban como locos mientras las constantes bajaban la figura ya no estaba y no había rastro de las mordeduras.
El mundo mágico se estremeció ante la noticia, "El-niño-que-vivió en estado grave" decía el titular, seguido de un largo artículo que contaba los detalles del estado del queridísimo héroe. Draco tiró el periódico a las llamas de su salón totalmente histérico, ¡era imposible! ¡Después de todo! ¡Después de tantos años! ¡No podía morir ahora! No cuando todavía no había podido decirle hasta qué punto su obsesión y su odio habían sido simple tapadera del amor.
Nadie podía acercarse ya a la habitación de Harry Potter, las barreras mágicas impedían el paso a cualquier mago o bruja que no fuera su doctor, pero la figura de negro no era un mago o bruja normal y por eso las barreras no pudieron detectarlo cuando volvió a entrar en la habitación. Se acercó al moreno y le acarició la mejilla fría con su mano blanca y suave, el Gryffindor abrió los ojos con lentitud y vio frente a él un largo y brillante pelo rubio platino y unos ojos azules muy claros pero que no llegaban al gris, su visitante le dedicó una sonrisa de colmillos puntiagudos.
-Harry Potter, vengo a hacerte una oferta, ¿quieres vivir eternamente en la noche o piensas que la vida no merece más la pena para ti? Te daré vida o muerte, te daré lo que quieras.
-Vida...
-Como tú desees, mi hermoso príncipe- se mordió la muñeca y se la puso sobre los labios- bebe, mi pequeño, bebe con tranquilidad.
Harry obedeció, cuánto más bebía más quería, mordió la carne de la muñeca al sentir que empezaba a cerrarse y volvió a abrirse. La sangre llegaba a su boca, pasaba por su garganta y le iba dando fuerzas, abrió más los ojos y se sentó para estar más cómodo y poder tomar más. La mano contraria del rubio le acarició el pelo enmarañado obligándolo a separarse y llevándose por eso una mirada furibunda del moreno.
-Ya está, cielo, ya basta, ahora tendrás que aguantar el dolor, aférrate a esa razón para vivir y pronto serás el mago más poderoso del mundo.
-Sí, padre- susurró agarrándose al cuello del rubio cuando éste lo cargó en brazos para sacarlo de allí.
La noticia de la desaparición sonó en cada periódico, nadie sabía qué responder, hasta que de la nada el profesor Dumbledore aseguró que estaba bajo su custodia y todo estaba bien, que lo había trasladado para mayor seguridad ya que se encontraba estable. No se le permitió a nadie hablar con él ni verlo, ni siquiera a sus mejores amigos, por lo que todo quedó colgando sin saberse si de verdad el Golden Boy estaba bien o no.