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Vampire Lover por licherni

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Notas del capitulo:

bienvenidos a mi nuevo fic, tal y como prometi a algunos de vosotros me he esforzado al maximo para poder colgar esta noche el primer capitulo actualizare a partir de ahora cada semana los sabados por la noche ^.^  ahora ke tengo tiempo de sobra no tendre problemas^.^ para cumplir los plazos, espero ke os guste


kisses

Capítulo 1: Con Harry Potter no se juega

 

Las clases de recuperación de curso empezaron en agosto, todos los alumnos de años anteriores tendrían que ir y aprobar sus exámenes para seguir en septiembre con el nuevo y último curso, al menos para los de la generación del gran héroe. Durante el mes de agosto no apareció Potter por ninguna parte, los profesores aseguraban que se había presentado a los exámenes y había conseguido excepcionales calificaciones. Por si las moscas, se vieron obligados a enseñarlas firmadas por el Gryffindor para que no se sospechase nada que no era por el hecho de que el resto de estudiantes no lo habían visto por ningún lado.

 

El uno de septiembre llegó con la nueva generación de magos y brujas de primero y después de dar la bienvenida y hacer la selección de casas Dumbledore se levantó para explicar sobre la nueva mesa que había frente a la de profesores. Provista de copas para veinte personas, cada una frente a una silla con iniciales talladas, dos de ellas en cada lado de la mesa y más elaboradas.

-Queridos alumnos, este verano ha sido uno de los peores vividos, hemos perdido personas importantes en el camino, da igual de qué lado estuvieran. Pero la paz ha vuelto y este año tenemos una clase especial con su propia casa. Vuestros nuevos compañeros sólo nos acompañarán en las cenas, y aunque sé que no habrá peligro alguno me han ofrecido una forma de protección, en sus palabras: porque siempre puede ocurrir un accidente. Así que, por favor, me gustaría que abrierais las cajas que tenéis frente a vosotros- todos obedecieron.- Si algo pasara las pulseras de plata que lleváis interactuarán con unos collares que vuestros compañeros llevarán de forma que los repelerán con fuertes descargas...- a su lado Minerva carraspeó con suavidad para que sólo él la oyera.

-Albus, diles qué son.

-Ah, claro, se me olvidaba deciros por qué son especiales vuestros nuevos compañeros, son vampiros, un clan vampiro de la realeza. Espero que os comportéis decentemente y no haya problemas de ningún tipo. Por si acaso os preocupa, el tema de la alimentación está arreglado, el aquí presente Severus Snape ha desarrollado una sangre sintética que mantendrá el hambre bajo control. Ahora, sin más dilación quiero presentaros a vuestros nuevos compañeros, adelante por favor.

 

Las puertas se abrieron de par en par y diez parejas empezaron a desfilar hacia la mesa vacía, todos ellos eran pálidos, hermosos, de porte orgulloso y sonrisa adorable. La última pareja fueron dos hombres que sorprendieron a todos, el primero de veinticinco años, pelo largo hasta los muslos, rubio platino y ojos azul clarísimo. Su acompañante tenía diecisiete, palidez con una chispa dorada, pelo negro azabache revuelto y ojos verdes como esmeraldas desprovistos de las horribles gafas que solía llevar. Los murmullos no se hicieron esperar, aquello explicaba muchísimas cosas, los dos tercios restantes del trío dorado miraron sorprendidos a su amigo.

-Puedes ir a saludarlos si crees poder aguantar, mi príncipe- le susurró el rubio al oído, el moreno sonrió y le dio un beso en el cuello en agradecimiento.

-Gracias padre- se separó de él y recorrió la mesa de Gryffindor hasta sus amigos.- Hola, chicos- susurró con una sonrisa tímida.

-Oh, Harry- la morena fue a abrazarlo pero él se apartó poniendo cara de disculpas.- ¿Qué pasa?

-Ahora no, tengo hambre, si quieres después de cenar, lo siento.

-No te preocupes.

-¿Y un golpe se te puede dar por no habernos dejado ni una nota?- preguntó el pelirrojo con una sonrisa.

-Yo no lo intentaría.

-¡Harry!- llamó el vampiro rubio.

-Luego os veo- volvió junto al rubio y tomó su mano.- ¿Podré ir a verlos luego?

-Por supuesto mi hermoso niño.

 

Se dirigieron a la mesa y se sentaron cada uno en una silla de los extremos, seguidos en todo momento por una mirada gris plateada que intentaba asimilar lo que ocurría. Dumbledore dio el permiso para empezar a cenar y ante los vampiros aparecieron tres jarras y sus copas se llenaron. Ante la expectante mirada del comedor cogieron las copas al unísono y bebieron, la mirada verde esmeralda se encontró con la gris que estaba sobre él mientras bajaba la copa de sus labios, dejándolos totalmente rojos. Harry sonrió, se pasó la lengua por los labios y le guiñó un ojo, Draco miró a otro lado avergonzado y empezó a comer como si no hubiera pasado nada. Cuando las tres jarras se hubieron vaciado, una de ellas sólo por Harry, los vampiros se levantaron y después de despedirse de los profesores con una leve inclinación de cabeza fueron saliendo. Todos, salvo Harry y su acompañante rubio, se dirigieron a su habitación, el rubio hizo aparecer un sillón al lado de la puerta y se acomodaron en él a esperar a que Ron y Hermione salieran.

-¿Estás contento, mi ángel?- preguntó el rubio abrazando contra su pecho al Gryffindor.

-Sí, padre.

-¿Entonces, por qué no veo una sonrisa en tus labios?

-Porque algo me turba, es una mala sensación.

-¿Sobre qué?

-Sobre Ron y Hermione, ¿crees que todo va bien, Orión?

-Ahora lo comprobaremos- respondió el rubio al ver que los amigos salían.- ¿Vamos?- el moreno asintió levantándose y con un chasquido hizo desaparecer el sillón una vez levantado también Orión.

-Chicos- los llamó poniéndose a su lado.

-¡Merlín Harry! ¡Qué susto nos has dado!- dijo la morena. Lo abrazó con cariño cuando éste sonrió.- Tienes mucho que contarnos.

-Lo sé, vamos a otro lugar- pidió al ver que la gente empezaba a salir y se los quedaba mirando.

 

Con el rubio rodeando los hombros del Gryffindor se metieron en una aula en desuso y pusieron un hechizo silenciador en ella para que no se pudiera escuchar nada desde fuera. Una vez terminado ambos vampiros se sentaron en uno de los escritorios y los otros dos Gryffindor en otro.

-¿Y bien? ¿Dónde has estado todo este tiempo?

-En Grimalud Place.

-¿Y no podías enviar ni una nota, ni nada por el estilo?

-No, lo siento.

-¿Por qué?

-No podíais estar conmigo, tampoco podía dejar que la prensa se enterase, podría ser peligroso para nosotros en esos momentos.

-¿Quién es él?

-Mi padre- respondió con un deje frío en la voz por la forma en que se habían referido a Orión.

-¿Qué es lo que ha pasado?

-Es una larga historia, quedaos con que éste era mi destino.

-¿Por qué no nos lo cuentas?

-No puedo, hay demasiados detalles que no tenéis por qué saber.

-¿Y algunos que sí podamos saber?- el tono del pelirrojo empezaba a ser bastante desdeñoso, tanto que la morena se estaba poniendo nerviosa intentando que se corrigiera.

-Orión es rey de la raza y me quería como príncipe, ya que tenía que ser un mago poderoso, y yo acepté.

-¿Cómo? ¡Si estabas en coma! ¡Nosotros mismos nos encargamos de...!- se calló al sentir un duro golpe de su compañera.

-¿Os encargasteis de qué?

-De cuidarte mientras estabas en el hospital- respondió nerviosa la morena.

-Mientes.

-¿Cómo? ¿Pero qué dices Harry?

-Tu corazón te delata Hermione, ¿qué escondes? ¡¿Qué demonios pasa con vosotros?!

-Harry, cálmate- ordenó el rubio sosteniéndolo contra él.

-¿Tú sabes qué pasa, Orión? ¡¿Lo sabes?!

-No, yo sólo fui a por ti, no tenía ni idea de que pasara algo, ni siquiera me importaba, pero sí que hay algo que no te he dicho porque no creí que fuera importante.

-¿El qué?

-Cuando te vacié pensaba convertirte aquella misma noche pero algo en tu sangre me mareó y no pude hacerlo.

-¿Sabíais algo de eso?- preguntó Potter frío como el hielo. Ambos negaron.- Orión, hazlo, descúbreme la verdad, amado padre- ordenó con la magia flotando a su alrededor.

-Sí, hijo mío- se concentró en las mentes de ambos mortales que se quedaron quietos sin poder moverse.- Sobornaron a un médico, antes de la guerra dejaste en tu testamento estipulado que le dieran a los Weasley la mitad de tu herencia y quisieron aprovecharse. Con el suero te iban administrando cicuta en pequeñas cantidades para que no se notara nada, poco a poco iban matándote hasta que al final tu cuerpo no aguantara más y acabaras muriendo- contó leyendo de ellos como de un libro abierto.

-¿Lo hicisteis?- siseó.- ¿De verdad tuvisteis los huevos de envenenarme para así poder quedaros con todo mi dinero?- ninguno dijo nada.- Lo tomaré como un sí cobarde, pensé que erais diferentes, que erais buenos amigos.

-¡¿Y qué querías que hiciera?! ¡Mi familia muere de hambre!- gritó Ron.

-¡También eran mi familia, capullo! ¡Si me hubieras pedido el dinero al despertar te lo habría dado!- respondió Harry fuera de sí siendo sujetado por su padre.- Jamás, JAMÁS, me he arrepentido como hasta ahora de haber renunciado a la mano de Draco Malfoy por ti como hasta hoy. Y tú Hermione, eres una maldita sangre sucia, no por ser hija de muggles sino por ser capaz de hacerme algo así, a mí que siempre he estado contigo. Sois... sois...

-Harry, cielo, ya vale, vayámonos de aquí, no merecen nuestra presencia ni tus lágrimas, vamos- lo levantó de la mesa.

-Sí, padre, dejemos a los traidores- le dio la mano y salieron de la habitación.

 

Caminaron en silencio durante todo el trayecto hasta sus habitaciones, estaban en la antigua torre de astronomía, la entrada había sido tapada y sólo había ladrillos. Dijeron la contraseña en un susurro y el paso quedó abierto, cuando entraron se cerró tras ellos. Las otras nueve parejas los esperaban sentados en el salón abstraidos en diferentes actividades, aún así cuando ambos entraron las dejaron al momento para estar a su lado y saber qué ocurría al joven príncipe. Harry se sentó en el enorme trono que había frente a la sala en un pedestal y ahí se quedó absolutamente furioso y perdido en sus pensamientos. Orión dio las explicaciones pertinentes a su clan sobre lo ocurrido y buscaron varias posibilidades para los culpables.

-No los matarás, padre- advirtió el moreno desde el trono.- No tocaréis un solo pelo de sus cabecitas impuras y mortales.

-¿Entonces qué pretendes hacer, mi hermoso príncipe?- preguntó el rubio levantándolo del trono en brazos para sentarse él y luego sentarlo sobre sus muslos.

-Eres lo suficiente inteligente para saber que eso echaría a perder todo lo que hemos trabajado para estar aquí, tenemos un lugar seguro y no podemos estropearlo todo por criaturas insignificantes como ellos. Quiero que hagas lo que te pido, enviarás un cuarto de mi herencia a los Weasley, sé que ellos no han tenido nada que ver en esto y han cuidado de mí durante años, no puedo dejarlos en la estacada.

-Sí, mi príncipe, ¿pero qué pasará con los traidores? Si no hacemos nada todos pensarán que siempre darás tu brazo a torcer.

-Por supuesto que haré algo con ellos, pero no matarlos, ni nada de eso, demostraremos al mundo por qué no pueden hacer lo que quieran con Harry Potter.

-Así me gusta, pequeño, sacando tu lado Slytherin.

-Ya lo echaba de menos, no sé si habría podido aguantar siendo Gryffindor por mucho más tiempo.

-Lo sabemos, pero habrías encontrado la forma- con una sonrisa lo besó en los labios, había conseguido hacer que Harry olvidara su tristeza.

-¿Qué quieres que hagamos príncipe?- preguntó un vampiro rubio.

-Eric y Sara, vosotros encargaos del dinero para los Weasley- la pareja asintió.- Kotarô y Sachiko, concertad una entrevista con el director, quiero que se entere de lo que va a pasar, ahora- ambos asiáticos desaparecieron por la salida.- Los demás informareis a la prensa de que concederé una entrevista para contar todo lo ocurrido. Padre, tú y yo inventaremos una historia para que encaje con todo y no haya que desvelar nuestros secretos.

 

En el otro lado del castillo un rubio mortal y más joven que el que estaba con Harry despotricaba en contra de todo bicho no-viviente por quedarse con lo que, según él, le pertenecía por derecho y antigüedad. ¿Por qué? ¿Por qué a él? Después de pasar tanto tiempo negándose a aceptarlo y otro tanto pensando en cómo conseguir llegar hasta él, nada más llegar se da cuenta de que se lo han arrebatado. "¿Sabes Drakey? Ése vampiro que lo acompaña tiene un aire a ti" recordó que le había dicho Pansy, ¿y si podía conquistarlo? Quitárselo al vampiro como había hecho con él. Oh, sí, Draco Malfoy era capaz de hacer eso y más, además no parecía haberle sido indiferente, no a cualquiera se le sonríe y se le guiña un ojo aún a riesgo de que el novio te pille. Ya con los ánimos renovados decidió irse a dormir para que al día siguiente empezara con su plan de conquista.

 

Como todos los días se levantó temprano, se vistió y bajó a desayunar, se había echado colonia y prefirió dejarse el pelo sin gomina, el cuello expuesto y por si acaso la pulsera en la muñeca, tal y como les había pedido encarecidamente el director que llevaran. El día pasó sin pena ni gloria mientras pensaba en cómo conseguir que el moreno se fijara en él, al mediodía los avisaron de un anuncio importante en la cena pero eso no apartó su mente de su prioridad. Y así llegó la ansiada hora de la cena, muchas chicas y chicos se amontonaban con la intención de llamar la atención de alguno de los vampiros, aún así los hicieron entrar sin tener oportunidad de verlos llegar. Draco se fijó que había periodistas sentados en otras mesas dispuestas por el comedor y que la mesa de los vampiros había desaparecido. Se pidió que se quedaran una vez terminado de cenar para poder hacer el anuncio, y cuando los platos se limpiaron y desaparecieron Dumbledore se levantó.

-Queridos alumnos, estimados periodistas, estamos aquí reunidos para escuchar un anuncio por parte del príncipe del clan vampiro que se hospeda con nosotros de forma pacífica. Señores, adelante por favor- casi enseguida las puertas se abrieron para dejar entrar al clan vampiro, con Harry Potter al frente, seguido de su creador rubio y el resto de parejas.

 

Llevaba unos ajustados pantalones de cuero negro y un chaleco que justo llegaba a la cinturilla del pantalón. La magia lo rodeaba y no portaba varita, aún así se lo veía imponente y poderoso, inclinó la cabeza ligeramente para saludar a Dumbledore y ocupó su sitió tras el atril. Extendió los brazos y con su palmada las puertas se cerraron, su séquito se puso tras él dándole mayor impresión de poder.

-Queridos compañeros y periodistas, todo el mundo se pregunta qué paso, por qué tanto tiempo sin aparecer, bien, cuanto antes responda a las preguntas antes me libro de los problemas. Lo que pasó fue que poco tiempo antes de entrar en la guerra conocí a mi amado creador, Orión, y compartimos espacio durante un tiempo. Él, como todo el mundo, me conocía y sabía de lo que este mundo esperaba de mí pero dejando la fama a parte reconoció mi poder y mi valor como persona, por eso me pidió algo antes de partir, que cuando volviera me convirtiera en príncipe de su clan.

 

Hizo una pausa para que sus palabras hicieran efecto, todos lo miraban esperando a que siguiera, sólo se oía el latir de los corazones de los presentes, algunos calmados y unos pocos nerviosos.

-Acepté, por eso estoy ahora aquí, tan pronto como mi creador supo donde encontrarme habló con Dumbledore para sacarme de San Mugo y llevarme con él. Aquella noche en que los aquí presentes periodistas dieron la noticia de mi grave estado, mi amado Orión había intentado convertirme, pero algo salió mal y no pudo finalizar la conversión hasta pocos días después.

-¿Y qué es lo que salió mal?- preguntó una mujer de pelo rubio con rizos acartonados y gafas de lo más horteras, sonrió, los mortales eran tan previsibles.

-Mi diagnóstico, querida Rita; hubo una negligencia médica por parte de mi doctor, sobornado por los que creía mis mejores amigos, para inyectarme pequeñas cantidades de cicuta en el suero y que poco a poco fuera muriendo de forma que ellos pudieran cobrar la parte de mi fortuna que cedía a su familia al morir- todos ahogaron una exclamación y se giraron para mirar a la pareja de Gryffindors.

-Harry, no es por desconfiar de ti, ¿pero, dónde están las pruebas?

-Justo aquí- las mujeres del Clan extendieron varios dossieres con las pruebas médicas verdaderas y falseadas.- Y también he traído al medico en cuestión, que intentó escapar a las Bahamas con la ilusión de no ser encontrado- dos aurores entraron llevando atado al médico.- Los amables aurores estarán encantados de repetir el interrogatorio que le han hecho hace una hora y donde ha confesado todo- Ron y Hermione intentaron salir con disimulo de allí.- Cogedlos- ordenó Harry a dos de sus súbditos, que desaparecieron con un paso para al siguiente estar agarrando a ambos Gryffindor. Los llevaron hasta Harry que ni los miró.- No habrá venganza, es más, le he dado a los Weasley un cuarto de mi fortuna porque sé que la estupidez de su hijo no viene de ellos, pero las cosas no van a ser fáciles; desde ya, ambos están expulsados del colegio Hogwarts por orden de Albus Dumbledore- les entregó a ambos un pergamino y volvió al atril.- A parte, mi querido creador ha insistido en poner cargos de tentativa de asesinato sobre ellos, y he sido bueno. No sé que esperan ustedes que tenga que hacer ahora, una vez que les he salvado el culo a todos, pero sí que sé lo que voy a hacer: voy a vivir mi vida, voy a hacer lo que quiero y nadie me lo va a impedir. Nadie se meterá de nuevo en mi vida sin ser invitado, nadie se atreverá a intentar manipularme para su beneficio, porque ya estoy harto, he tenido seis años de eso sin ningún tipo de descanso y ahora se acabó. Ya no soy el niño-que-vivió sino Harry Potter, el mago más poderoso de los últimos tiempos y se lo digo para mantenerlos tranquilos: no me interesa gobernar, ni siquiera ser profesor para estar por encima de alguien e imponerle mi poder y ley como el Ministerio y Voldemort pretendían. No, no quiero éste mundo, sólo quiero mi vida, pero señoras y señores, no crean que pueden hacer lo que quieran conmigo, porque con Harry Potter no se juega.

 

Todo el comedor quedó en silencio, absolutamente impresionado por el poder de esas palabras, por la seriedad de ellas y la veracidad casi palpable. Finalmente se empezaron a escuchar aplausos desde la mesa de Slytherin que fueron extendiéndose por toda ella hasta pasar al resto de mesas. Dumbledore y el resto de profesores también aplaudía, Orión sonrió orgulloso a su hijo sabiendo que ni él ni el resto del clan tenían necesidad de aplaudir para demostrar cuán impresionados estaban. Harry se giró para mirar a los aurores y a sus súbditos con el medimago y sus ex-amigos.

-Acompañad a los aurores para que se los lleven, por favor- asintieron y siguieron a los dos hombres mientras desfilaban entre las mesas que se llenaban de abucheos.- Gracias a todos por escucharme, seguid disfrutando de la velada- se acercó a su creador y lo besó en una mejilla.- Iré a dar una vuelta para tranquilizarme, padre.

-Por supuesto cielo, luego te buscaré- lo besó castamente en los labios antes de dejarlo desaparecer corriendo.

 

Draco lo vio salir como una mancha borrosa, se decidió a seguirlo, mejor ahora que nunca ya que el tal Orión estaba ocupado con los periodistas. Salió al vestíbulo vacío y vio la puerta a los terrenos abierta, se dirigió hacia allí decidido y miró por todas partes, sin dar con él. Cuando se dio por vencido se giró para volver y chocó contra alguien, al estar en cuesta perdió equilibrio y estuvo a punto de caer si no fuera porque la persona lo había sujetado con facilidad.

-Buenas noches, Malfoy- sonrió Potter dejando ver todos sus dientes.

-Buenas noches, Potter- se dio cuenta de lo cerca que estaban, ya que el único espacio entre ellos era el que había entre sus caras.- ¿Podrías soltarme?- el moreno obedeció sin borrar la sonrisa.- Gracias.

-¿Y bien? ¿Qué hace aquí un precioso mortal como tú a estas horas de la noche?

-Simplemente despejarme, había demasiado alboroto en el comedor.

-Ya veo- se acercó un poco a él y olió con delicadeza.- Hueles bien, interesante lo que hace una nueva naturaleza, nunca había notado tu embriagante aroma.

-¿Intentas seducirme?

-¿Lo intentarías tú en mi lugar con Orión como amante?- se le hizo un nudo en el estomago al rubio.- Me imagino la respuesta, un Malfoy es lo mejor de lo mejor ¿no?

-Exacto- el vampiro soltó una risita.- ¿Qué te hace tanta gracia?

-Nada, la surrealista escena que estamos llevando a cabo.

-Las cosas han cambiado.

-Sí, lo han hecho.

-Me ha gustado tu discurso, muy Slytherin.

-Gracias, aprendí parte de ti, parte de Orión y parte era mía ya.

-¿Tuya?

-Sí, el sombrero estuvo a punto de ponerme en Slytherin, tal vez debí haberte hecho caso y elegir mejor a los amigos.

-Me sorprendes, no sabía que fueras así.

-Hay tantas cosas que no sabes de mí Malfoy ¿podrás conocerlas todas?

-¿Es una invitación?

-Sí, no, puede, tal vez, a lo mejor, podría ser- respondió, luego rió de nuevo y desapareció dejando como estela una ligera brisa.


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