Enemigos naturales
-Debemos eliminar a la escoria que avergüenza a nuestra especie…-Había dicho firme y autoritariamente Damon.
Esa “Escoria” de la que él hablaba, eran los vampiros no muertos; Los que habían sido infectados con el virus pero no habían completado su metamorfosis…
Ellos se negaron años atrás a convertirse en vampiros auténticos, en bebedores de sangre, en criaturas de la noche…
Los vampiros no muertos eran iguales que los humanos con la excepción de capacidades increíbles; Correr más rápido, fuerza, visión nocturna, etc…
Ellos podían salir a la luz del sol, los auténticos también, claro, pero con anillos de Lapislázuli…
Los no muertos, como les llamaban, podían deambular por las calles, podían tener vidas normales… Incluso una familia…
Damon se sentía terriblemente frustrado de ser “Autentico”…
En realidad, la mayoría de las veces lo amaba, pero siempre que veía a los humanos, si, a los tontos humanos, se sentía extraño…
Damon sentía que algo no lo llenaba y, como un adicto, se bebía litros y litros de sangre humana, caliente sangre, al día, intentando, solo intentando inútilmente, llenar el extraño e invisible para los demás vacío.
Ese vacío lo llevo a declarar la guerra de bandos…
Auténticos y no muertos.
Una batalla, irónicamente, a “muerte”.
Claro, eran muchos más los vampiros no auténticos, sí, pero los verdaderos vampiros tenían habilidades más desarrolladas…
Por otra parte, los humanos no se percataban de eso siquiera…
Ellos creían que el buen rey Damon se llevaba a las bellas doncellas a su castillo para convertirlas en sus damas.
Desafortunadamente, para sus cegadas mentes, no era así.
Solo los vampiros, auténticos o no, sabían la desgarradora y sucia verdad de esa farsa.
Pero en esto congeniaban, de hecho podría ser lo único en lo que estuvieran de acuerdo,: Nadie tenía que saber su secreto.
¿Y dónde queda lugar para enamorarse de humanos?
Pues bien, Damon, el ser frio, cruel, sarcástico y arrebatadoramente atractivo, no se había enamorado de nadie… Menos se enamoraría de “un mugroso humano” y, mucho menos, de un no muerto.
“-Seria un mestizaje humillante-” le decía a Emily cada vez que ella le preguntaba tímidamente sobre ello…
Emily, su criada, era descendiente de una familia de brujas, si, de las reales.
Damon había, asombrosamente, cumplido con su palabra al decir que la protegería mientras ella trabajara y sirviera para él.
Ese día ella le había hechizado un extraño aparato, parecido a una pluma para escribir con un botón rojo sangre en la punta, que desenmascaraba a los “mitad vampiros”.
Si, había muchas formas de llamarlos, pero Damon prefería cosas como: “Basura, Bastardos, Gérmenes, Estorbos o, simplemente, Escorias”
-¿Y esto causara un momentáneo aturdimiento para esas cosas?...- Le había preguntado Damon, interesado, a Emily, sosteniendo y evaluando el aparato.
-Así es, mi señor…-Contesto dócilmente la criada.
-Excelente… Al caer la noche, nada será igual-Termino el joven de ojos negros como pozos de noche, y, a continuación, ordeno a sus guardias estar listos a las 12 en punto.
Damon era un vampiro bastante joven. Apenas tenía dos años de transformado…
Su madre, humana, habría deseado que fuera un humano, pero su padre, su frio y cruel padre, un vampiro de la realeza, no acepto tal “estupidez”, según el, y le arrebato al bebe, en brazos de la hermosa mujer…
-El será un vampiro, amor… Hazte a la idea-Le había dicho cruelmente a la mujer que había esperado fervorosamente por el pequeño y hermoso bebe que, en ese momento, lloraba a mares al ver a su madre ser alejada de él.
“Basta de recuerdos…”
¿Cómo es que recordaba esa horrible escena?
Su padre, si, él le había contado todo y, con sus ojos lo había introducido en su memoria, extrayendo para Damon, que tenía apenas días de haber sido convertido, los pedazos de un recuerdo, el único, de su madre difunta ahora.
Una lágrima corrió por la mejilla de Damon, que miraba impasible la noche, mientras esperaba a la hora pautada por el mismo.
Damon sabía que uno de los mejores mecanismos de auto-defensa para las mugrosas emociones era aislar mente y corazón (si es que no se había perdido este ya) de cualquier situación.
Así se convirtió en un ser, aunque encantador cuando quería, frívolo y sin emoción.
Sus lúgubres recuerdos se vieron interrumpidos cuando Emily apareció detrás de él y dijo: “-Todos están listos, amo-”
El asintió sin dirigirle la mirada. Nadie lo había visto nunca llorar y no empezaría este día, mucho menos en ese momento.
Damon se calzo las botas de cuero, ocultándolas por debajo de su pantalón de mezclilla, de igual color oscuro, y, tomando entre sus finos y agiles dedos el arma hechizada por Emily, se dispuso a matar… Si, a matar.
-Caballeros, se dividirán en todo el reino de 10 en 10 por cada 20 metros cuadrados ¿de acuerdo?- Los fornidos guardias formados en hilera frente a él asintieron con lo que fue prácticamente un bufido y se dispersaron en diferentes direcciones.
La arma de Emily, que si bien no era letal, dejaba indefenso e incluso más débiles que a humanos, a los no muertos.
“Caerán como mosquitas…” Pensó Damon con una mueca de excitación en el hermoso y cincelado rostro.
Se adentró en el bosque, silbando y jugueteando con el ligero “Mata-moscas” entre sus dedos.
De pronto escucho un débil ruido.
Se detuvo en seco… Alguien lo seguía.
Agudizo el oído.
“Abajo”
Se dijo a si mismo arrodillándose instantáneamente, esquivando una buena patada dirigida a su nuca.
Al ver las piernas de su agresor frente a él, rápidamente, giro sobre sí mismo, extendiendo una pierna, haciendo caer a su atacante al suelo. Se guardó instintivamente el artefacto de Emily en el bolsillo y prosiguió con la lucha:
A una velocidad imposible de procesar para un humano, se colocó a gatas sobre el joven, aturdido, que estaba en el suelo y cerro cada una de sus manos en torno a sus muñecas.
“Hoy es mi día de suerte: Un no muerto”
Era un joven de, máximo, 16 años, su rostro era demasiado hermoso para un joven, su cuerpo estaba bastante bien torneado, su piel, suave al contacto y dura al ataque, blanca como la luna y sus ojos, confundidos y llenos de desprecio en ese momento, de un color verde hermoso…
Ambos estaban jadeando sin cesar, ninguno se movió:
Damon no podía reaccionar ante aquel joven tan sumiso y delicado entre su cuerpo y el suelo;
Y, por su parte, Stefan, si, ese era su nombre, no podía sacarse de encima al joven de cabellos y ojos negros como la oscuridad y rostro finamente esculpido y perfecto.
Damon se dio cuenta de que ya habían transcurrido más de 30 segundos en los que simplemente, y embobado, miraba al chico. Sonrió con altanería y, recuperando su habitual descarado y soberbio tono de voz, se inclinó hasta el cuello del chico y, estirando la punta de la lengua, la paso por el largo de este hasta llegar a su oreja.
-¡Suéltame, sanguijuela!-Grito Stefan, exasperado e igualmente aterrado de lo que le hacía Damon…
-Eres muy irreverente, muchacho, a pesar de que estas a punto de morir…-Murmuro Damon esbozando una descarada sonrisa. Stefan abrió mucho los ojos al oír la voz sensual e incitantemente peligrosa, como veneno, de Damon y, juntando todas sus fuerzas, se lo saco de encima, doblando sus rodillas y plantándole una patada de lleno en el torso a Damon.
-El niño sabe defenderse…-Canturreo con burla Damon, que ahora se incorporaba elegantemente del suelo con una mueca disimulada de ira en su rostro.
-… Damon-Murmuro con recelo el joven.
-¿…Te conozco?-Soltó de pronto Damon, con voz tranquila y mediante…
-No lo creo, Bastardo…- Contesto Stefan. Los dos se sonreían con cólera y danzaban, por decirles así a los elegantes y letales movimientos que hacían:
Damon esquivando con gracia las estocadas hechas con esfuerzo, pero con mucha precisión, del chico, y, Stefan, por su parte, intentando quitarle la horrorosa sonrisa de la cara a Damon.
En un ágil movimiento, Damon acorralo al chico contra el tronco de un árbol y tomando con firmeza, si no es que lastimándolo, el mentón del chico con una mano, murmuro con sorna:
-Tus últimas palabras, mmm, ¿Tu nombre…?-
-Stefan, sanguijuela-
-¡Bien!; ¿Tus últimas palabras, Stefan…?-Soltó Damon con una sonrisa, volviendo a sacar el “arma” de su bolsillo y colocando el dedo pulgar sobre el botón rojo sangre de esta, un botón que, al ser presionado, causaría el fin “definitivo” para los no puros.
Stefan simplemente se sentía decepcionado, pensaba poder matar a aquel terrible y asqueroso ser.
-Púdrete, Damon…-
-Muchas gracias, lo tomare como sugerencia, Stefan-Replico Damon con tono jovial y fingida educación para, a continuación, presionar el dispositivo.
Incluso el sintió como una ola de ondas invisibles se esparcía como plaga por todo su reino. Desconcertado abrió los ojos y vio como Stefan se contraía en dolor y soltaba un alarido de dolor, para después caer inconsciente en sus brazos.
“¿St-Stefan…?”
CONTINUARA ♥