El joven yuuri se despertó de un largo sueño, miro a su alrededor y se dio cuenta de donde se encontraba… era ya la 3ra vez en el mes, y volvían a detenerlo. Sus padres estaban mas que preocupados por la situación del peli-negro pero a el no le importaba mucho, ellos no lo entendían! Acaso creían que era “divertido” para el seguir viviendo los abusos de esos estupidos se su clase?...Estaba arto… ya no quería vivir mas… pero siempre lo detenían en su búsqueda de su tan esperado “descanse en paz”… si, eso era lo que quería: Paz… Cerro los ojos, frustrado… en ese momento una voz lo saco de sus pensamientos.
-Shibuya-san… esta despierto?- Cuestiono un joven de cabellos rubios y largos. Con unos curiosos lentes morados y una bata de doctor.
Yuuri solo se quedo en silencio… bueno, y a el que le importaba si estaba despierto o no, volteo la mirada sin decir nada.
-Me alegro de que sea así… emm… la comida esta por servirse, estará bien que te la traiga ahora?-
De nuevo no respondió… pero el joven interno de cabellos dorados se acerco a el y coloco su frente sobre la del moreno. Yuuri se sorprendió ante la acción, tanto que un leve sonrojo apareció en sus mejillas.
-Que raro, parece que no traías fiebre… bueno, en ese caso traeré tu desayuno, casi te desangras por completo, si los médicos no hubieran llegado a tiempo hubieras muerto-
-Ojala hubieran tardado- susurro el pelinegro y la sonrisa del rubio desapareció.
-Shibuya-san debería agradecer que sigue con vida- en ese momento se dio la vuelta y en tono cortante menciono –iré por su desayuno-
A yuuri ya no le importaba mucho todo eso, solo otro medico mas que le decía que debería vivir, pero, todas esas personas ni siquiera sabían como se sentía, lo mucho que estaba sufriendo, esas personas… eran solo una molestia… si tenia derecho a vivir su vida como quería, ¿porque no tener derecho a morir cuando quisiera?
Suspiro, estaba cansado… cansado de este mundo, de las personas, de todo. Cerro los ojos y decidió dedicarse a dormir.
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Saralegui se encontraba en la cafetería, sentado solo en una mesa.
El joven aspirante a medico de cabellos dorados miraba el expediente de su paciente, sorprendido. Acaso una persona podía tener tantas ganas de morir. Ya había visitado el hospital antes, y todo por la misma causa: Intento de suicidio.
Se sintió mal por un momento, yuuri era muy joven, porque querer morir?... quería conocer el motivo y así de alguna manera poder ayudarlo.
-Gunter-sensei, ¿puedo hablar un momento con usted?- Cuestiono a un hombre mayor que el, con un gran atractivo, hermosos cabellos largos y plateados, este se acerco al joven estudiante dejando unos papeles sobre la mesa.
-¿Qué sucede Sara-san?- Pregunto sentándose a su lado, con una gentil sonrisa, el rubio se tranquilizo un poco por la sonrisa del mayor, pues el peli-plata inspiraba una gran confianza.
-es sobre shibuya yuuri, Usted lo a atendido antes… conoce los motivos de…-
Hizo una pausa, pero gunter entendió a la perfección a lo que se refería. Su mirada se puso un poco seria y empezó a hablar.
-A pesar de que atendiera su caso los motivos nunca los supe, el joven Yuuri siempre crea una barrera a su alrededor, ni siquiera a sus padres ni a su hermano mayor les a contado los motivos. El único que me supo dar alguna razón fue un tal Murata Ken, compañero de clases de Yuuri y amigo de el. Me dijo que Yuuri era muy acosado en la escuela por un grupo de maleantes, aunque dudo que ese sea el verdadero motivo- Saralegui bajo la mirada, por alguna razón eso se le hacia muy familiar.
-¿Y han intentado ayudarlo? ¿Llevarlo con algún psiquiatra?- pregunto algo desesperado.
-El chico se ha negado, se niega a hablar con las personas, como ya dije ni siquiera con su familia ha hablado-
-Es… demasiado triste… que alguien tan joven decida acabar con su vida- Gunter miro a Saralegui con detenimiento, mientras su mirada se hacia profunda, como recordando algo del pasado, su rostro se volvió serio pero luego sonrió tiernamente.
-No te preocupes, el cambiara, es solo una etapa, pronto se dará cuenta que hay muchas cosas buenas por las cuales vivir- Sara levanto la mirada y sonrió. Siempre que tenia problemas sabia que podía acudir a Gunter, pues el siempre tenia palabras de consuelo. En ese momento un localizador sonó. Ambos doctores miraron sus localizadores.
-Es el mió-
Pronuncio el medico experimentado, pero su expresión calmada cambio por completo.
-De nuevo Wolfram?!-
Se dijo a si mismo, levantándose con prisa de la silla.
-Lo siento, hablaremos después- Gunter salio corriendo de la cafetería, sabia que algo no andaba bien con su paciente. Saralegui se quedo algo atónito intentando recordar el nombre que acababa de escuchar. “Wolfram von Bielefeld… el paciente del transplante al corazón”
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Después de atender con rapidez al paciente, gunter salio de la habitación, un poco mas tranquilo.
-Como se encuentra wolfram?-
Pregunto una joven enfermera de cabellos verdes, a su “padre” o medico en jefe, como lo llamaba en el trabajo
-Fue solo una recaída, ahora se encuentra durmiendo, pero esta débil… enserio espero que su corazón soporte mas…al menos hasta encontrar al donador-
Dijo el peli-plateado, quien atendía a wolfram desde hace 6 meses atrás, bajo la mirada con un poco de tristeza, pero su joven hija no lo noto, miro hacia la cama donde se encontraba, el joven enfermo.
“No mueras aun… por favor!”
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Saralegui se levanto de la mesa, tomando los papeles que llevaba en una carpeta, fue a recoger la comida perteneciente a su paciente y salio de la cafetería. Se dirigió a la habitación 382, donde se encontraba el joven yuuri. Abrió la puerta con cuidado y miro con algo de tristeza a su paciente, que se encontraba dormido. Su rostro estaba lleno de inocencia… el verlo de esa forma lo ponía mal… Dejo la comida en una pequeña mesa que se encontraba alado de la cama del pelinegro, tomo una hoja en blanco y escribió una pequeña nota que dejo alado de la comida: “Buen Provecho ^-^” Decía, con una hermosa caligrafía. Lo contemplo varios segundos mas, mientras colocaba su mano en la frente del chico y acomodaba unos cabellos que tenia desordenados, seguía sin entender como un chico tan atractivo y sano optaría por una opción tan ruin.
Salio del cuarto y apago la luz, recordó cosas del pasado, quizás no sabia las verdaderas razones de Yuuri y quizás las entendía a la perfección, sentía una gran tristeza al ver las muñecas vendadas en la mano del chico, y seguía preguntándose.
¿Por qué alguien tan joven deseaba tanto la muerte?