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MI MAS PRECIADO SECRETO por DRAGIOLA

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Notas del fanfic:

Bueno lo obvio, Kyo Kara Maou no me pertenece, etc, etc, etc,

Gracias por leerlo.

Notas del capitulo:

Espero que les guste esta historia sacada de mis locas fantasias.

MI  MAS  PRECIADO  SECRETO



Se enteraron, podía escuchar claramente a las chismosas cotorrear por cada esquina del castillo, eso le molestaba, pero no iba a gritarles para dar hincapié a mas cometarios de su persona.  El rumor ya se había filtrado, por lo que a él ser refería nunca diría ni una sola palabra, no tenia porque, era parte de su vida privada, ni siquiera a Conrad que fue a darle su apoyo apenas se entero.  Pocos fueron los que conocieron el secreto del General, algunos estaban muertos,  los que quedaban jamás abrirían la boca, de eso estaba seguro.

La juventud fue difícil, debía velar por su familiar, su madre llevaba unos buenos años separada de su segundo esposo, aunque sabia bien que aun tenían sus encuentros románticos con este cuando iba por su hermano menor.  Detestaba aquel sujeto que le habían impuesto como padre, lo único que buscaba era divertirse sin importarle las consecuencias que le acarreara a la actual maou, para colmo la abandono, destrozando su corazón y dejando a su hermanito a la merced de los buitres que le atacaban por su condición de mestizo.


Sorpresivamente su madre anuncio el compromiso entre ella y el noble Lord Von Bielfield.   No lo sospecho entonces, pero luego se entero con gran molestia que su tío  Von Spitberg tuvo que ver con ello, más bien le había forzado a ello.

El matrimonio no se hizo esperar, ambas familias quedaron unidas convenientemente.

El nuevo esposo de su madre, aunque era aguerrido, no se asimilaba en nada al anterior, la servidumbre le reverenciaba temerosa, jamás tenia gestos amables con nadie que no fuese de su mismo nivel, no ensuciaba sus manos en practicas de esgrima, como solía decir, con cualquiera, mucho menos con sus hijastros, para colmo, cada vez que podía humillaba al menor de los hermanos.  Esto  enfurecía al mayor de los hijos de la maou, dando paso a varios encuentros desagradables entre ellos, aquel comportamiento nunca lo demostró con él, el motivo era bien conocido, a diferencia del menor el era noble y de sangre pura.


Las discusiones entre la nueva pareja real no se hicieron esperar, cada vez mas subidas de tono, el motivo siempre era el mismo y se ponían peor con la llegada del ex- consorte real, quien cada cierto tiempo iba por su hijo.


Cuantas veces tuvo que aguantar ver a su hermano marcharse con aquel sujeto tan detestable, con una opresión en el pecho,  pidiendo a Shinoun que lo regresara con bien.


De vez en cuando la familia de Lord Von Bielfield llegaban de visita a palacio, para ver como iba el matrimonio, exigiendo un heredero para su casa, pero como podría haberlo si prácticamente no dormían en la misma habitación, ya era conocido por todos que el consorte de la reina tenia una amante y que ella extrañamente prefería ignorarlo.  


Al parecer los milagros existían, así fue como un buen día la pareja real anuncio la venida del heredero tan deseado por la familia Bielfield.  Ofrecieron una gran fiesta  para celebrar el feliz anuncio, todo estaba bien, hasta él joven Voltaire puedo relajarse un poco esos meses, algo raro en el.


Aquel hombre parecía otro, al parecer la venida de su primogénito lo había transformado.  Lamentablemente no duro mucho tiempo, así fue como su madre paso sola los últimos meses de embarazo, se marcho sin aviso alguno, mandando mas tarde una misiva, se encontraba en una misión secreta cerca de sus tierras, el motivo, una supuesta revuelta provocada por humanos.   A nadie le sorprendió, su partida, menos sus excusas poco creíbles, ya que su propia familia negaron aquello apenas la reina mando una escolta para ayudarle, claro esta que ella lo hizo a propósito, quería exponerlo ante su orgulloso padre que tantas veces le había ofendido en medio de comentarios sarcásticos.   Por otra parte, un rumor tomaba cada vez mas fuerza, la amante del consorte real, también esperaba un hijo y al parecer daría a luz antes que la misma reina.  Se sabia que el no amaba a la Maou, todo fue un matrimonio arreglado, asuntos políticos destinados a limpiar el nombre de la Heika, quien había cometido el error de casarse con un humano. 


El joven mazoku de tierra sabía bien que su madre lloro el día de su boda, esperaba su regreso, que irrumpiera reclamándole como suya y de nadie más, pero eso no paso. 

Ahora vivían  un calvario diario, otro motivo para odiar aquel sujeto que abandono sin mirar atrás a su familia.

Se asombro al enterarse de la noticia que provocaba tantas carcajadas en su madre, al parecer el tan esperado hijo de la amante, no le partencia a su esposo, podía imaginar la cara de su padrastro, ese motivo fue por el cual no regresaba aun, de seguro quería evitarse la vergüenza, sabia que su madre no le dejaría pasar esto para humillarle, cobrándoselas todas apenas le viera entrar a palacio.  Decidió entonces que le tocaba interferir, como hijo mayor de la maou tenia obligaciones, pero lo mas importante era velar por el bien estar familiar, aunque eso significara traerle de vuelta.

Cuando entro en las tierras de su padrastro, un hombre le detuvo, antes que pudiera preguntar algo, este le exigió saber su nombre, lo cual respondió secamente, lo encontró extraño, todos sabían quienes eran los hijos de la maou, mas siendo el hijastro del futuro dueño de esas tierras.  Enseguida le hizo entrega de un bulto pequeño, en un principio se negó a recibirlo pero bajo la insistencia del hombre, finalmente tuvo que agarrarlo, con tal descuido que el sujeto le mando un grito espantado al creer que lo dejaría caer, mientras un maullido salía de su interior.  Un gato, pensó, porque me entrega un animal, pero al destaparlo quedo asombrado, ese no era ningún gato, lo que tenia en la palma de su mano era un recién nacido de no mas de un par de horas de vida, podía darse cuenta de esto al ver el cordón umbilical con restos de sangre fresca. Quiso preguntar que significaba eso, porque se lo entregaba, obviamente el individuo se estaba deshaciendo de su hijo, peor aun le convertiría en cómplice del secuestro de un  infante, eso debía ser pero pobre de el, no sabia con quien se había topado. 

El hombre se puso pálido al verle desenfundar la espada, pero más se puso él, al escucharle en un desesperado grito  de auxilio, ¡ES SU HIJO!   Hubiese caído del caballo de poder, pero el bebe lloraba haciéndole reaccionar de golpe.  Antes de partir, el hombre le entrego una carta, que leyó con desesperación, ahí estaba escrito con lujo de detalle la explicación de como una noche de pasión termino por convertirse en aquel bulto en sus manos.

Puso al niño con cuidado en su pecho y se fue a todo galope de regreso al castillo Pacto de Sangre.


No deseaba importunar a su madre, ya faltaba poco para que diera a luz, tendría que esperar.  Su hijo era hermoso, sabia bien que todos los padres debían pensar lo mismo pero en su caso, no había duda de que era cierto, se le hinchaba el corazón de felicidad al verlo, no podía creer que la madre le hubiera rechazado, no entendía porque no le hizo participe de su estado, era obvio que tomaría la responsabilidad de sus actos.  Eso ya no importaba, tenia un hijo, el heredero de la casa Von Voltaire, su familia, la cual jamás abandonaría. 


El medico reviso con cuidado al pequeño, se encontraba bien, le dio su palabra de mantener el secreto hasta poder hablar con su madre, el mismo le ayudo a conseguir una nodriza de confianza, podía estar tranquilo por esa parte, su hijo no moriría de hambre y estaría bien protegido por aquella mujer que le cuidaría.  No llevaba ni un día en palacio cuando tuvo que salir con urgencia a la frontera, por un supuesto ataque, dejando así a su retoño, al cuidado de personas de su entera confianza, jamás se perdonaría tal equivocación.




Podía escuchar de lejos la discusión, nuevamente la pareja real estaba discutiendo, como siempre tendría que intervenir, deseaba tanto que su impulsivo hermanito pudiese controlarse junto a su prometido, que error había sido aquello, pero no había forma de hacer que el menor diera su brazo a torcer para romper finalmente el compromiso.

-Mira enclenque, mas te vale no seguir con los chismes o te quemo vivo-

Se paro en seco, no se refería a lo que pensaba, o si.

-Wolf pero si solo te hice una pregunta, porque te pones así-

-¡Que porque!, ¡todo eso es mentira!, mi aniki jamás seria capaz de hacer algo así-

-Y porque entonces-

-¡Son chismes debilucho!, tú como rey no deberías prestarle atención-

-¡No me llames debilucho!-

-Pues lo eres, quien otro si no creería esa sarta de mentiras-

-Wolf, solo te pregunte si sabias algo-

-Claro que no, sabes ¿porque?-

-¿Porque?-

-¡Porque no es verdad!, te lo advierto enclenque, hay de ti que le preguntes lo mismo a mi aniki-

-¡Que!-

Podía sentir el pánico en esa voz, obviamente el joven rey no se atrevería.

-Porque si lo haces, vas a conocer al verdadero ¡Wolfram Von Bielfield!, y ni ser mi
prometido te va a salvar-

-Jajajaja.....etooo...Wolf...yo...-


Era notorio que el Heika tenía miedo, no podía ser para menos, cuando el menor de los hijos de la ex-maou se ponía de esa forma, la cosa iba en serio.

-Estas loco si piensas que se lo preguntaría a el-

-¡Mas te vale!- podía sentirse la determinación en el muchacho. 


No podía evitar que le apareciera una sonrisa en el rostro, le enorgullecía presenciar como aquella persona le defendía sin tapujos ante quien fuera.  Para el su pequeño hermano era la persona mas importante en el mundo, aunque nunca lo admitiera.








Sin importar los intentos que hicieron, la relación del matrimonio de sus majestades, no mejoro, ni la llegada de su primer hijo cambio la situación, empeoro llevando a la soberana de Shin Makoku a un nuevo fracaso matrimonial. 

Tiempo después su hermano se convertiría en huérfano de padre, al igual que sus dos hijos mayores, el noble fue asesinado en medio de un atentado dirigido hacia la reina.

Con el tiempo Gwendal Von Voltaire, obtuvo mas obligaciones, ya que su madre seguía sin tomar conciencia de sus obligaciones como soberana, bien lo sabia el como su tío,  a quien no le importaba ocuparse del reino de su hermana menor, tal parecía le agradaba demasiado, según las malas lenguas.


Con alegría vio como sus hermanos menores se llevaban tan bien que fue dejándolos de lado, ese fue otro error del cual no se perdonaría.  No supo cuando sucedió, pero un día el pequeño ya no quiso llamar por su nombre al otro, lo miraba con rabia, hasta con un dejo de desprecio, incluso se atrevió a negarlo como su hermano.  Ni su madre o él pudieron hacerlo cambiar de parecer, con tristeza vieron la herencia e influencia Bielfield reflejada en el pequeño príncipe de palacio, el ultimo regalo de ese traidor infiel, según su madre.  Con pena su otro hermano aceptaba estoicamente el radical cambio del menor, con tal de continuar a su lado, siempre sonriéndole, evitando que se reflejara su amargura.

Sucedió tiempo después de que este se marchara a realizar sus estudios militares, al pequeño comenzaban atormentarle unas terribles pesadillas por las noches, iba a su cuarto rogándole dormir con el, claro ya no tenia a su amado coni-chan para aguantar sus caprichos, aunque al día siguiente lo ignorara, se notaba que lo extrañaba profundamente, aunque lo negara, esto aumentaba al caer la noche.  Por un tiempo lo acepto pero luego se dio cuenta que estaba haciendo lo mismo que todos, mimarlo.

Habían pasado un par de semanas que el pequeño no iba a su puerta, al parecer se canso de lloriquearle, mejor así, debía ponerse firme, alguien debía poner un alto a su creciente mal criades.

Una noche cualquiera, en la que termino tarde su trabajo, vio un sujeto merodeando por el pasillo, era extraño por lo que decidió investigar, mas su misión se vio interrumpida al escuchar el llanto venido de un cuarto en particular.  Sabía que no debía entrar, pero no pudo evitarlo, el llamado de la sangre era más fuerte.  Se le acerco para arroparlo, pero al estar oscuro el pequeño aumento el volumen de sus sollozos, llamándolo monstruo, otra vez su imaginación le jugaba una mala  pasada, los niños eran tan susceptibles. Fue una pesadilla, le decía acercando la lámpara al velador de la cama, mas el pequeño no paraba, estaba alterado, lo abrazo a regañadientes para calmarlo.

El infante le pedía entre sollozos que se quedara a su lado, pero él no pensaba mimarlo, solo cuando este le indico la puerta, asegurándole que volvería, una idea paso por su mente, quiso quitársela enseguida, pero en la desesperación ya tenia aferrado al niño en su pecho llevándoselo fuera del cuarto.

Amaneció sin que pudiera pegar un ojo, el medico fue claro en su diagnostico, mas la incertidumbre no le permitía estar tranquilo, viendo al infante dormir placidamente en su regazo tomo una decisión trascendental, no había remedio, tendría que hablar con  esa persona.

Su madre estaba furiosa, no iba dar su brazo a torcer, ni siquiera creía en su palabra, lo acusaba de quererle ver vieja, sola, mas ella no terminaría su vida enclaustrada, era joven y si quería tener un amante nuevo lo tendría.  El problema precedía precisamente por hombres ansiosos de poder, que deseaban con ansias ser el nuevo consorte de la maou, tanto llegaba hacer que en varias ocasiones palacio no daba abasto con los cuartos de invitados.   Además estaba el hecho que siempre intentaban congraciarse a través del mas pequeño de sus hijos, lo cual no era del agrado del mayor, mas no interfería porque su madre siempre se encontraba presente, pero ahora no podía dejar de ver segundas intenciones cuando estos estaban cerca del menor.

Las peticiones se convirtieron en suplicas, luego fueron exigencias, para terminar en feroces enfrentamientos con su madre, pero nada, fue entonces que no vio otra salida, debía contarle la verdad que le carcomía la conciencia.




Estuvo varias semanas controlando la situación en la frontera, hasta que al fin todo se calmo.  Apenas llego a Pacto de Sangre se le comunico una feliz noticia, la reina, su madre, había dado a luz un varoncito.

El tan esperado heredero de la casa Bielfield, por fin las cosas irían mejor, pensó para sus adentros, sintiendo ganas de sonreír, podía ver a su propio hijo junto al pequeño bebe que era su hermano, jugando juntos.

Tuvo que reprimirse las ganas de ir verle, debía dirigirse hasta los aposentos de su madre, después de todo debía dar su informe, aunque sabia bien que la mujer no le prestaría atención alguna. 

Le extraño enseguida el que su nuevo hermano menor no se encontrara junto a su madre, pero al parecer el pequeño se había convertido enseguida en el regalón del castillo, según todos era lo mas bello y adorable que jamás se hubiese visto, enseguida le vino a la mente la imagen de cierta criaturita, cuan equivocados estaban, apenas vieran a su niño se darían cuenta del porque.  Reía para sus adentros, aun debía informarle a su madre del feliz acontecimiento, de seguro le reñiría por no habérselo comunicado antes.  Nunca creyó estar tan nervioso, conocía bien aquella mujer que le dio el ser, no sabia como reaccionaria con el hecho de  haberle hecho abuela.

Pero bueno debía darse valor, una vez de ver al pequeño Wolfram, como había sido nombrado su hermanito, ya estaba listo para contarle todo.

Estaba contento, hacia mucho que no veía a su hermano tan contento, entre sus brazos cargaba con cuidado un  preciado tesoro, era obvio para todos, como lo seria mas tarde para él, que el muchacho tenia un gran vinculo con aquel niño.

Su madre soltó un grito al ver su rostro descolocado, enseguida pensó que algo le había sucedido al bebe, pero nada, mientras la mujer le regañaba por el susto dado, pudo sentir una fuerte opresión en el pecho, debía salir de ahí, encontrar al medico, lo que veía debía ser imposible, un error.

Su hijo había muerto unas horas después de su partida, pulmonía. El medico real quedo aterrado al verse elevado por los aires para luego chocar contra la pared, el joven Voltaire estaba hecho una bestia, no iba a soltarle tan fácilmente y su mirada asesina le indicaba que no saldría con vida de esa.
Gwendal no era ningún idiota, como iba creer que un recién nacido, diagnosticado como sano aya fallecido luego de eso y casualmente la misma noche en que su madre dio a luz.

Después de muchas amenazas finalmente el sujeto aflojo la lengua, las manos del joven se aflojaron de su cuello para que pudiera hablar.

Según el medico, aquella noche el parto paso normalmente, como los anteriores, la reina se desmayo por el esfuerzo de la labor, sin alcanzar a ver al bebe, este no lloraba, enseguida supo que algo no andaba bien, intento por todos los medios reanimar al menor, pero ya no había nada que pudiese hacerse, tal parecía el niño murió acusa del cordón umbilical que termino asfixiándolo en el momento de nacer. 

Si antes esta furioso, ahora lo estaba aun mas, como su madre pudo hacerle eso, como cambio a su hermano muerto por otro, claro esta que ella no sabia que ese niño era su nieto, debía informarle, su hijo no seria el peón en el juego de nadie.

Apenas le soltó el hombre respiro con hondo, pero al escuchar que el joven iba determinado a hablar con su madre, no pudo más que agarrarle del brazo con desesperación.   Ese bebe que yacía muerto no era tan solo el heredero de la cas Bielfield, hijo menor de la Heika Cecile, era la unión irrefutable de la pareja real, la ramificación del imperio, la reafirmación de la lealtad del pueblo hacia su reina, ya que se sabia bien que gracias a ciertos nobles, la maou había perdido popularidad entre sus súbditos al contraer nupcias con un ser humano, para que hablar del hijo de ambos.

Su separación causo un poco de disgusto por considerarse una frente a la gentileza que habían tenido con el sujeto el pueblo de Shin Makoku, ni que decir de la afrenta y humillación a su reina.   Por ello el matrimonio con el heredero de la casa Bielfield fue más que bien visto, un noble si sabría ser un buen rey.  Por fin daba a luz al niño tan deseado de esa unión, la felicidad en el reino no se haría esperar, todo seria mejor desde ese día.   Mas el infante, ya no existía, al igual que todas las esperanzas puestas en él, fue cuando recordó la existencia de un pequeño bebe, hijo del mayor de los hijos de la maou, si bien no llevaba la sangre del noble consorte, nadie dudaría que fuese hijo de sus majestades, apenas tenia unos días y ya se podía notar cierto parecido con su abuela, quien dudaría de la maternidad de su reina, aquello si era una gran ventaja que no podía desperdiciar.  Ni siquiera pensó en las consecuencias, ordeno enseguida tras pensar en todo eso, no dejara entrar a nadie en el cuarto, su fiel asistente fue de gran ayuda para esta tarea, cada vez que alguien tocaba a la puerta, se le informaba que la reina aun continuaba en labor de parto.  Así fue como el hombre tuvo tiempo suficiente para salir por un pasillo secreto e ir por el otro infante.   El secreto se lo llevaría a la tumba, todo termino bien, nadie sospechaba nada, nunca podrían decir que su lealtad hacia su amada soberana tenia un limite, lamentablemente, con lo único que no contó fue con el hecho de que el padre del menor no se tragara su historia de una muerte repentina y peor aun que se diera cuenta del cambio con solo verle.

Por mas suplicas y ruego el joven Voltaire no daría pie atrás, amaba a su madre pero no por eso le entregaría a su hijo, ella tendría que entender, lloraría por la muerte de su bebe, pero el no podía hacer nada para remediar aquello.

Nunca pensó que los pasillos de palacio fueran tan inmensos, el tiempo se le hizo eterno, para colmo su progenitora no se encontraba en su cuarto, debía dirigirse al jardín.

Quedo helado, por primera vez pensó en las consecuencias  de lo que estaba a punto de hacer, frente suyo se encontraba una escena familiar como ninguna, su madre junto a su esposo estaban contentos con un pequeño entre sus brazos, en un costado cerca de estos se encontraba Conrad, no aislado como solía estar, ni rehuyendo de aquel sujeto, si no incorporado en aquella nueva familia.

-Gwendal ven aquí cariño- pidió su madre al verlo, un nudo se le formo en la garganta, solo podía hacer una pregunta, que haría ahora.









El golpe que recibió en el rostro lo recordaría toda su vida, su madre nunca le había levantado la mano, ni siquiera cuando se comportaba de forma grosera con su segundo padrastro.  Estaba furiosa, no creía ni una sola palabra, en su rostro notaba amargura, rabia, no cabía en su mente que su propio hijo fuera capaz de inventar tal monstruosidad con el único motivo de que ella diera su brazo a torcer. 

Entonces apareció el medico de palacio, mandado a llamar por la propia reina para desenmascarar al mayor de sus hijos, el hombre se hizo un atado de nervios, no dejaba de temblar mirando suplicante al mazoku de tierra que solo soltó un sonoro bufido alzando su cabeza en negativa, era claro que había llegado la hora de decir la verdad.

La reina no cabía en su asombro, cualquier explicación estaba demás, la mujer exploto de ira lanzándole una feroz bola de fuego, que no logro matar al sujeto responsable de su dolor como ella deseaba, el sentimiento era aun mas fuerte que su propia cólera.

Le hubiese agradado ejecutarlo por alta traición, pero como el mismo individuo le soltó en medio de suplicas, debía pensar en el único inocente de todo ese asunto.  ¿Qué pasaría con Wolfram?, no le importaba tanto la habladuría del pueblo, pero la familia Bielfield era otra cosa, los nobles le darían la espalda, que haría una Heika sin el apoyo de los cimientos de Shin Makoku, como eran conocidos las diez familias nobles, peor aun, cual seria la reacción del menor de sus hijos, quien ahora resultaba ser su nieto.

Con dolor y pesar tuvo que verle partir, era cierto que no le prestaba la atención que se merecía, pero aun así, le agradaba saber que se encontraba cerca de ella, lo amaba, sin importar que no fuera su hijo.

Por muchos días estuvo sin dirigirle la palabra a su hijo mayor, no por el engaño que claramente ambos fueron victimas, comprendía bien sus sentimientos de esperanzas albergados en ese tiempo, como no hacerlo si hasta ella los tuvo, pero como perdonarle lo siguiente, le obligo a entregar al pequeño rayo de sol de palacio, aquella familia con la cual no tenia ningún lazo de sangre. Le habían forzado a entregárselo a su supuesto tío y ahora líder de la casa Bielfield, designado por su difunto suegro, quien al ver como el mayor de sus hijos  no asentaba cabeza con la maou, ni siquiera por tener un hijo con esta, sumando al hecho de los constantes rumores de sus amoríos por parte de este ya eran bien sabidos pero los de la maou fue la gota que rebaso el baso.  Su paciencia tenia un limite, ambos ya la habían sobrepasado, fue así como desheredo definitivamente, a quien por derecho de primogénito le partencia ser cabeza de la familia, tal como lo dictaba la tradición.  Esto provoco la ruptura definitiva del matrimonio real, ya que para el consorte de la reina, la única responsable de su desgracia era ella.

Su dolor fue grande, sabia que su amado hijo no  le pertenecía, su nieto, en eso le habían convertido, mas no podía evitar sentir angustia al verle partir con aquel sujeto que tanto le recordaba a su difunto esposo, acaso podía confiar en alguien que ni siquiera compartía lazos sanguíneos con su adorado Honey, como le gustaba llamar a su pequeño.

Como podía su hijo confiar mas en ese desconocido que en ella, hasta llego al punto de amenazarle con divulgar el verdadero origen del pequeño, acaso no le importaba el futuro del menor que tanto alegaba como hijo propio.

El tiempo le daría la razón, el niño regresaría con ella, constantemente huyendo de las tierras Bielfield, extrañando su presencia, aforrándose a la única madre que tenia, regresando definitivamente con ella al cumplir la mayoría de edad y quedándose a su lado para no volver a partir de su lado.









La pareja real había terminado marchándose de aquel lugar, dándole por fin la oportunidad de salir de su precario escondite.  Era un hermoso día de primavera, cuando el graznido de ciertos pájaros lo sacaron de su trance.

“MAL PRESAGIO, MAL PRESAGIO MAL PRESAGIO”

Gritaban los condenados pájaros de mal agüero.

Paso sus dedos por su entre ceja, asegurándose que ninguna nueva arruga se asomara, pero lamentablemente eso no daría resultado con lo que se avecinaba, del lado contrario del jardín pudo observar como una persona iba directo hacia él, su paso veloz, mas su cara molesta le indicaba que nada bueno pasaría.

Antes que siquiera pudiera recriminarle algo, contesto sin esperar pregunta alguna.

-Todos saben que no es cierto, contento-

-Entonces solo son rumores- preguntaba molesto el sujeto.

-Por supuesto- aseguraba el General

-Porque dicho rumor salio de este lugar-decía indicando palacio

-Gracias por la información- dijo, ahora sabía donde debía comenzar a investigar, quien
supiera su secreto tenia grandes problemas, mas aun quien le hubiese hablado de ello.

-Casi me da un infarto al enterarme…¡que mi sobrino!-


No pudo evitar ponerse un tanto nervioso al pensar hasta donde llego ese rumor a acercarse a la verdad.

-Estaba en cinta- término de decir el hombre, mientras el rostro de Gwendal se descolocaba, asomándosele varias arrugas nuevas en la frente.

-¿Qué dices?-

-Pues del hijo que dicen que tendrá, es el rumor que corre por todo el reino- dijo el hombre asombrado al darse cuenta que nunca estuvieron hablando del mismo tema.

-Entendiste mal ese no es el rumor- le contesto el mazoku de tierra, tranquilizándose a si mismo.

-¡Pero de que hablas!, mi propio mozo escucho a una de tus sirvientas comentándolo en el mercado del pueblo-


El mundo se le venia encima, el rumor que tanto había temido se desvaneció ante el, pero a cambio tenia que sostener un nuevo chisme, que implicaba nuevamente a un miembro de su familia.

-¡Eso no es cierto!-

Gritaba a viva voz, mientras daba la vuelta para ir en búsqueda de aquellos dos mocosos que eran conocidos como la pareja real, en tanto un noble le seguía, sin dejar de llenarle de nuevos insultos y sin perderle el paso.





FIN

Notas finales:

Bueno espero que les haya gustado, si alguien dice, ¡eso es imposible!, pues no, recuerden que Gwendal no tan solo es el mayor, si no que cuando el rubio nacio el ya era como casi de la edad de Conrad en la actualidad.  Y para los que digan, hey pero si es igual a su mamá, bueno, conosco a varias personas que son igualitas a sus abuelos.  JEJEJE, recuerden solo es ficcion.

Gracias por leer la historia.


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