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AL ESTILO MALFOY por ANTARES

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Notas del fanfic:

Este fic nace como regalo para Ricardo (Lunático Tonks) y esta basado en una de mis viejas (viejísimas)  películas favoritas… Solo él dirá si debo continuarlo.

ADVERTENCIAS GENERALES:

Como siempre, Harry Potter y su universo pertenecen a J.K. Rowling. Yo solo tomo prestados a los personajes para haceros pasar un rato de sana diversión.

Este fic tiene contenido slash y escenas fuertes de sexo y/o violencia que se advertirán al principio del capítulo. Pero señalo el hecho por si quieres dejar de leer.

– No trabajo con beta ni pienso hacerlo. Si encuentras algunos errores ortográficos y me los haces ver, gustosa los corregiré.

Notas del capitulo:

 

 

Kingsley Shacklebolt es Ministro y debe repoblar el mundo mágico. Hermione, sus ideas y un rubio encerrado en el tétrico Askabán. Una noche… una alocada decisión… un niño que llega de la nada y otro que aparecerá más tarde en brazos de un mortífago. Mezcla todos estos hechos y tendrás la receta para una dramática y disparatada historia… “Al Estilo Malfoy”.

Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling. Yo los tomo prestados sin ningún interés comercial.

AL ESTILO MALFOY

 

 

 

PROLOGO

 

           Kingsley Shacklebolt estaba preocupado. La última guerra había dejado demasiadas muertes en la población mágica civil, sobre todo entre los jóvenes varones. Y de los que quedaban, la tercera parte eran mortífagos que debían ir a juicio y pasar una buena temporada en prisión,  para escarmiento de futuros lores oscuros. ¿Qué hacer entonces para  contrarrestar el desbalance poblacional? ¿La amenaza que borraría a toda una generación de sus pares? ¿La debacle  que significaría acabar con las tradicionales familias pureblood, pilares y guardianes de los genes mágicos antiguos?

 

          El nuevo ministro sabía que la política Gryffindor nunca pretendió erradicarlos como etnia, sino que quería se mezclen y aporten su carga genética para construir una sociedad mestiza más fuerte y moderna… ¡Pero maldita sea si los bastardos colaboraban! se dijo.  A parte del odio sempiterno que profesaban al gobierno, a duras penas tenían un hijo… y siendo los niños las primeras víctimas en la última batalla…

 

          Por ello, escuchando el consejo de Hermione Granger  e imitando una costumbre muggle, creó un banco de esperma y óvulos donde los hechiceros  y brujas pudiesen acudir a la inseminación artificial,  a fin de no dejar morir sus apellidos y repoblar la sociedad mágica londinense. Amén de que a los pureblood que colaborasen les otorgó reducciones de sentencias y se les devolvió los bienes confiscados como una forma de incentivo. Largas horas de debates con sus representantes y sinuosas manipulaciones fueron necesarias antes de que estos acepten formar parte de la campaña.

 

          Se había acordado que el servicio sería absolutamente anónimo. Un hechizo de confidencialidad se lanzaría sobre trabajadores y clientes para que jamás pudiesen revelar lo visto u oído. Así se aseguraban que más adelante no hubiese reclamos ni chantajes que lamentar.

 

Mucho magos sangre pura entonces, sobre todo aquellos condenados a muerte o prisión perpetua, donaron su semilla y sus óvulos para que sus apellidos y su sangre no se pierdan junto con sus fortunas, que a falta de herederos engrosarían las arcas del Ministerio.  Ellos, sin embargo, pusieron como condición que sean sus mujeres, hijas y futuras viudas, las receptoras de estos donativos para así mantener la pureza de su sangre. En consecuencia, se efectuaran alianzas con personas ya fallecidas  (o próximas a fallecer por las dementorizaciones) y las mujeres sly se inseminaron con el esperma de los Carrow, Macnair, Dolohov y muchos más…

 

          Pansy Parkinson se embarazó (1) del padre de Crabbe, y el niño fue registrado como hijo de su finado amigo, como una forma de evitar que el apellido de este acabase.  El Ministerio se hizo de la vista gorda y cientos de niños con hasta quince meses de gestación (cosa medicamente imposible) fueron registrados conjuntamente con contratos de matrimonios celebrados por poder. Así, Pansy se casó con Vincent aún cuando éste llevaba tres meses de muerto y, dado que los padres de ambos estaban sentenciados al Beso,  su hijo fue el heredero universal de ambas familias.

 

          Kingsley no era ni avaricioso ni dogmático, no quería acaparar fortunas ni borrar apellidos, así que facilitó los matrimonios y las inscripciones de los nuevos ciudadanos;  y con eso se ganó, si no la gratitud, por lo menos la aceptación de la comunidad pureblood a su cargo. Estabilizó su gobierno y las antiguas familias quedaron contentas, pues se daban cuenta que sus costumbres eran respetadas y tenían la seguridad de que la sangre que corría por sus niños era pura de toda pureza.

 

          Otros ciudadanos sin embargo, la mayoría mestizos que aun lloraban amores muertos en esos años de lucha, decidieron también colaborar con el mundo mágico. Y como no querían atar su libertad a nadie rompieron viejos tabúes y optaron por ser padres y madres solteros, para espanto de la vieja burguesía. La palabra “bastardo” fue eliminada por ley de los certificados de nacimiento y una nueva generación, hijos del viento y de la guerra (y por que no de la probeta) nació y repobló Inglaterra.

 

          Como sea, la idea prosperó y otra progenie de magos fue traída a la vida para alivio del ministro y sus asesores. Con el tiempo, el impacto y el escándalo por tan inusual método de concepción pasó y la novedad se perdió en el tiempo… hasta que la mayoría de las clínicas se cerraron cinco  años después de haber sido abiertas por falta de clientela. La medida había sido buena para contrarrestar una trágica secuela de la guerra y una vez cumplido el objetivo no tenía caso mantenerla. Solo la matriz se quedó atendiendo los raros casos de aquellos que no podían o no querían concebir por medios naturales y aún buscaban sus servicios.

 

          Las consecuencias de tan desesperada decisión sin embargo… apenas estaban por comenzar. Y la factura que el Ministro y sus más cercanos colaboradores pagarían sería bastante alta.

 

 

 

*****************

 

 

 

           Las oscuras paredes de piedra enmohecida lo asfixiaban como una tumba. Los gritos de sus compañeros siendo violados por los aurores lo estremecían. ¿Cuánto tiempo había pasado? Un mes, dos… ya no recordaba muy bien. Sabía que en la Última Batalla Narcisa y él habían logrado encontrar a Draco. Tras abrazarse y contemplar el triunfo de Potter sobre el Lord Oscuro (¡Gracias, gracias, gracias Merlín!) la familia había ido a la Mansión a prepararse para lo inminente. Su esposa lo había dejado escondiendo algunos objetos de incalculable valor, quemando cartas y documentos comprometedores y esperando el arribo de los aurors. Le había dicho que trataría de salvar a Draco pero que se prepare, que para él las horas estaban contadas.

 

– Debo ir a cobrar una deuda de vida, así quizás pueda garantizar la integridad de Draco. De mi cuenta corre que mi hijo jamás pisará Askabán. ¡Eso te lo juro por todos mis antepasados sangre limpia! Pero a ti no creo que pueda ayudarte querido. Ni siquiera se si yo podré salvarme.

 

          Secretamente, Lucius agradeció su fuerza y concordó con ella en que lo importante era el muchacho. Él se había labrado su propio destino.

 

          Contrariamente a lo esperado los agentes de nuevo orden no se aparecieron hasta el segundo día de la victoria. Y con modos cortantes le informaron a la familia que Lord Lucius Malfoy estaba bajo arresto acusado de mortífago. A ella y a su hijo se les “invitaba” a ir a las instalaciones del Ministerio a declarar sobre su participación en la guerra.

 

          Lucius Malfoy acompañó a los agentes sin oponer resistencia y, una vez en las dependencias policiales, prestó declaración franca y sincera. Explicó que si había seguido a Voldemort en esta última guerra fue por miedo, ya que el castigo para los traidores era la muerte (citó como claros ejemplos a Karkarov y a Régulus Black) y recalcó que su esposa lo había ayudado bajo amenaza, pero que nunca fue marcada.

 

– ¿Y su hijo Draco?

 

           Lucius saltó nervioso ante la mención de su muchacho y confesó que el chico jamás había estado de acuerdo con sus ideales, que lo había seguido por obediencia y terror, sobre todo por esto último, pero que secretamente siempre estuvo a favor de Potter e incluso ayudó a su padrino Severus Snape a espiar en la mansión.

 

          Para cuando él se enteró de esto ya había caído en desgracia con el Lord y no quiso arrastrar con él a su unigénito ni a su amigo, así que calló lo que sabía.

 

– ¡¿Pretende que creamos eso?! – gritó colérico un auror.

 

– Mi hijo se quedó en el colegio durante la última batalla. No acudió al llamado de Voldemort y eso deben saberlo muy bien. En la mansión mintió para salvar a Potter y compañía e incluso mi esposa engañó al Lord por su “niño-que venció”. ¡Pregúntenle!

 

– ¿Y usted como sabe eso?

 

– Porque hemos tenido oportunidad de sincerarnos mientras esperábamos su llegada. Les he pedido perdón por haberlos arrastrado a una guerra estúpida, hemos aclarado las cosas y he quedado en paz con ellos. Por eso no he huido y estoy aquí frente a ustedes, dispuesto a pagar por mis desatinos.

 

– ¿Cómo sabe que Draco Malfoy espiaba para Severus Snape? Muy conveniente de su parte esa declaración cuando Snape esta muerto y no puede corroborarla – preguntó el interrogador en jefe.

 

          Lucius Malfoy lo miró sardónico.

 

– Usted estudio conmigo en Hogwarts. Es de mi generación. Sabe que Severus y yo fuimos amantes desde el colegio hasta su muerte.

 

– ¡Eso no  es cierto! – Bill Weasley gritó detrás. El y su hermano George estaban de escoltas.

 

– Sé que es un héroe para ustedes ahora. Que Harry Potter ha lavado sus culpas adoptando su cadáver por remordimiento, ya que cuando estuvo vivo lo combatió a muerte. Si quieren contar la novela de Lily Evans para convertirlo en un amante trágico y limpiar su memoria yo no tengo problema. ¡Merlín sabe que Sev lo merece! Pero estamos entre adultos y confío en que lo que diga quedará entre estas cuatro paredes…

 

          El auror más viejo calló a Bill con un gesto y asintió en señal de conformidad.

 

– Severus era mi compañero. Narcissa solo mi esposa, una conveniente para procurar un heredero al apellido. Pero todos los  que estudiaron con nosotros saben lo que Sev significó en mi vida. Y el haberlo nombrado padrino de mi muchacho debería decirles algo. Draco fue para él el hijo que no tuvimos. Lo adoró como si llevará su sangre. JAMAS, y recalco la palabra JAMAS, hubiese permitido que algo lo tocara. Por eso mató a Dumbledore, por él.

 

– Eso esta muy bien en lo que respecta a los sentimientos del señor Snape. Pero preguntaba por su hijo.

 

– Draco sabía… siempre supo de lo nuestro. Creció viéndonos y amaba a su padrino. Cuando Severus mató a  Dumbledore por él, para salvarlo… y luego aceptó pagar su castigo ante el Lord… mi hijo cambio. Ni siquiera yo lo supe hasta ayer… en que al fin pudimos sentarnos y hablar como familia, sin miedo a que el loco mestizo ese leyera nuestros pensamientos. ¡Y Draco estuvo a favor de ustedes al final! El no tiene crímenes de sangre… y su única acción a favor de los mortífagos fue dejarlos entrar al colegio. Y eso lo hizo porque su madre estaba de rehén con Voldemort y este lo amenazó con matarla  ¡¿Qué hubieran hecho ustedes?!

 

– ¿Si lo que declara es cierto no tendrá problemas en repetirlo bajo influencia del Veritaserum?

 

– Ninguna.

 

          Y tras tomar la droga reafirmó lo dicho. Luego de eso fue trasladado a una celda maloliente donde fue golpeado hasta la saciedad por tres enfurecidos aurores, uno de ellos George Weasley. Bellatrix había matado a su hermano… ¡Bien! Era un justo desquite.

 

          Y cuando esperaba que lo desnuden y lo violen los tipos simplemente se fueron dejándolo solo.

 

          Y solo estaba desde hacía un mes… dos… ya no sabía desde cuando. A sus oídos llegaban los gritos de los sodomizados… las cadenas arrastrando cuerpos que al fin sucumbían a la desesperación y se suicidaban… aquellos que gritaban frenéticos mientras eran llevados a viva fuerza con los dementores para que les roben el alma…

 

          Suponía que eso era parte de su tortura, pues la otra vez que estuvo preso las gruesas paredes de piedra no dejaban oír nada. ¿Estarían Narcissa y Draco presos? ¿Habrían violado a su hijo? Rogaba a todos los magos oscuros que no… que a ellos no los hallan tocado. Que todas sus culpas sean cobradas en él.

 

          Y mientras esperaba un juicio que quizás nunca llegaría pensaba, soñaba, deseaba… Y en sus pensamientos, sueños y deseos siempre estaba él... su amor, su espía, su traidor: Severus Snape. Lo habían reconocido como un héroe y Potter había adoptado su memoria como la de su salvador personal: el salvador del salvador, el hijo pródigo, la oveja que volvió al redil… Ahora tenía el honor y el reconocimiento que siempre quiso y que nadie nunca supo darle.

 

          Esos últimos meses, cuando fue director de Hogwarts, solían verse; cuando lograban escapar de la acuciante mirada del Lord… y habían vuelto a amarse como cuando eran casi niños, extasiados por el mutuo descubrimiento, por las delicias del recién reencontrado placer. Entonces Lucius le había jurado con un inquebrantable que esta vez si haría lo correcto, lo que siempre quiso su corazón: que esta vez estarían juntos y afrontarían lo que les deparase el destino mano con mano… incluso sus propias muertes.

 

– ¿Y si sobrevivimos?

 

– Nos iremos, lejos. A formar una familia. A tener los hijos que siempre deseamos.

 

– ¿Y Draco Lucius? ¿Y Narcissa?

 

– Draco ya casi es un adulto y Narcissa lo cuidará. Les dejaré todo. Ya he transferido secretamente el título y las propiedades a su nombre. Ya no tengo nada, Severus, salvo mi amor por ti.

 

– ¿Estas seguro de hacer esto Lu? – Severus lo miró conmovido.

 

– Si amor. Esta vez no tengo dudas. Estoy seguro.

 

– Entonces sobrevive Lucius. Que yo te prometo que sobreviviré. No quiero que mi nombre y mi apellido se pierdan. Que mi amor por ti se pierda en el tiempo.

 

– Soy un sangrepura. Puedo concebir. Tendremos un hijo de nuestro amor Sev. Y comenzaremos de nuevo. Atravesaremos lo que tengamos que atravesar y estarnos juntos al final ¡Es una promesa!

 

          Pero como todas las promesas que le hizo en su vida esa tampoco pudo cumplirla. Se olvido de Severus enloquecido como estaba por hallar a Draco,  y cuando lo encontró se dio con la noticia de que su amor estaba muerto. Al final el maldito Lord de las narices se vengó y lo castigó con lo que más podía dolerle: mató a su amante, a su compañero, a lo único que le quedaba en el mundo.

 

          Y ahora el recuerdo y la memoria de lo que en realidad fue Severus Snape moriría con él en esa celda. Como a todos los héroes del mundo, a él también las masas anónimas lo destrozarían para volverlo a inventar, para crear su leyenda… hasta que la estatua del hombre que fue sea una imagen irreconocible para todos aquellos que en verdad lo amaron alguna vez. “Nadie –   se dijo –  nadie comprenderá jamás el alma Slytherin que anidaba en tu pecho: tu ambigüedad, tu dualidad… ¡tu humanidad! Nadie, amor, porque nadie te conoció como yo. Mucho menos la tal Evans o el niño Potter”.

 

          Estaba destrozado. Había pasado cuatro meses encerrado cuando la puerta de su celda se abrió y un molesto Bill Weasley le anunció que se prepare. Que en una hora volvería para llevarlo a su juicio.

 

          Lo que pasó allí siempre quedaría en su memoria como una espesa niebla, donde los rostros de Narcissa y Draco se perdían en la distancia. Estaba demasiado débil, ido… se había negado sistemáticamente a comer. Quería morir. Morir y reunirse con su amante. Cualquier cosa antes de languidecer en esa oscuridad esperando ser violentado, humillado… Si los “buenos” vieran lo que sus colegas hacían entre las cuatro paredes de la innombrable prisión entenderían por fin que eran lo mismo que ellos, lo mismo que Voldemort, solo que con distinto color. La otra cara de un mismo poder.

 

          Sin embargo a él no lo habían tocado, no en ese aspecto al menos, y aunque sufrir una violación no le importaba  gran cosa de todos modos (no era que no la hubiese sufrido antes) agradecía que ni Draco ni Narcissa hayan sido detenidos y tuviesen que pasar por tan dolorosa experiencia. Ambos habían aguardado el juicio bajo arresto domiciliario.

 

          Cuando todo terminó, a él se le condenó al exilio perpetuo y a Narcissa a tres años de prisión con sentencia suspendida. Esto en reconocimiento por su ayuda a Harry Potter. Solo tendría que ir a firmar una vez por mes al Ministerio. Draco ni siquiera fue llamado  porque cuando todo ocurrió era menor y se demostró que había actuado amenazado por Voldemort. Simplemente no se le levantaron cargos.

 

– Agradece a Potter. A él le debes tu suerte maldito bastardo –   le musitó un resentido auror. Y él aprovecho esa rabia y esa disposición al diálogo para intentar una última y desesperada jugada. La última brazada del naufrago para evitar sucumbir a un mar embravecido.

 

– Tengo dos diamantes escondidos. Quinientos mil galeones cada uno. No están aquí pero puedo traerlos. Mañana me expulsarán de Inglaterra para siempre, así que si me dejas marchar por dos horas sin seguirme,  te prometo que regresaré y te daré uno de ellos para que cures tus heridas y tu rabia en dinero. Que es la mejor medicina.

 

– ¡¡¡¿Me estas sobornando maldito?!!!

 

– No. Te estoy ofreciendo un trato. Una retribución. Y hacer un juramento inquebrantable contigo para asegurarte mi vuelta. Si escapo moriré y aun así habrás ganado, porque te habrás vengado.

 

          Dentro del carcelero se desató una lucha a muerte entre su honestidad y su pobreza. Y como siempre ganó esta última. A eso apostaba Lucius. Lucius y su letal conocimiento del alma humana.

 

          Lo que Lucius hizo esa noche no imaginó hacerlo jamás. Pero estaba desesperado. Y una persona desesperada comete las mayores locuras… más aún si las hace por amor.

 

          Sabía que su matrimonio había acabado, que lo mejor que podía hacer por su familia era mantenerse lo más lejos posible y que, una vez transferido título y propiedades a Draco, a él no le quedaba nada, nada más que años y años de soledad en una tierra extranjera.

 

          No culpaba a Draco por no quererlo. A Narcissa por quererlo lejos… No había sido ni buen padre ni buen esposo y eso ya no tenía remedio. Si Severus hubiese vivido ellos hubiesen partido juntos, a empezar de nuevo y formar la familia que sus prejuicios, sus miedos y el bastardo de  Abraxas les negaron. Pero Severus había muerto. Y su nombre y su apellido se extinguirían cuando él también muriese. Nadie lo recordaría. A nadie le importaría… Por eso tomó la primera decisión impulsiva de su vida (digna de un Gryffindor) y se dispuso a luchar una vez más contra su destino.  Él no dejaría morir su amor ni el recuerdo de Severus… ¡No lo haría! 

 

          Por eso, Lucius Malfoy recogió sus diamantes, cambió uno por dinero y fue  de incógnito a la famosa clínica de fertilidad que tantos debates había creado entre los guardias y los presos de Askabán. Fue y pidió el semen de un  mestizo de cabello lacio y  negro, de treinta y tantos años, elevado poder mágico, experto en artes oscuras y pociones… en suma, pidió por el milagro de encontrar a un Severus Snape dentro del mar de botellitas con esperma anónimo. Y sus ruegos fueron escuchados.

 

– Mestizo por su madre,  pero de una larga ascendencia pureblood por línea paterna. De una de las familias más tradicionales de nuestro mundo. Cabello negro lacio, no tiene 30, unos años menos – le decía la enfermera – pero su poder mágico es excepcional.  No tiene hijos… Marcó como casa de estudios Slytherin. Experto en artes oscuras… no dice nada de pociones.

 

          Lucius sonrió y firmó el consentimiento para su inseminación con una gota de su sangre. Este fue sellado y archivado junto con los datos del donante anónimo y solo identificado con un código, con un hechizo que solo podía ser liberado por el hijo o hija producto de la unión, siempre y cuando el donador acceda previamente.

 

– Para su tranquilidad el esperma donado solo es usado en un solicitante – la enfermera que lo atendía le recitaba la información con voz monótona –  Eso para evitar que los productos tengan cientos de hermanos o hermanas desconocidos. Ignoro su nombre verdadero y el del donador, para evitar posibles chantajes… Es todo. Tome esta poción y pase a la Sala de Inseminación.

 

          Lucius tembló y siguió a la enfermera. No dijo gran cosa mientras entregaba su propio esperma para, mediante un conjuro, mezclar las líneas mágicas e implantarlas en una célula cuya carga genética había sido previamente retirada. Le fue insertada en su bajo vientre y la poción hizo el resto.

 

– Debe formar un útero mágico ya que es sangrepura y la concepción mágica es un privilegio de su especie. No necesitará la magia adicional del otro padre si toma religiosamente esta poción…

 

– Debo abandonar el país mañana. Iré a Francia y luego a Norteamérica ¿Eso es un problema?

 

– No – la medimaga le extendió una receta – Vaya a estos centros de fertilidad que existen en ambos países y solicite la poción allí. Le daré las dosis necesarias para tres meses. Cuídese, coma abundante y felicidades: esta preñado y si todo sale bien tendrá un hijo, varón, en aproximadamente 9 meses.

 

          Lucius sonrió, salió del lugar y llegó puntual a su cita con el furibundo carcelero, que cobró su parte con muda arrogancia. Al día siguiente, con su preciosa carga creciéndole en el vientre,  Lucius Malfoy partió al destierro y  su nombre y su recuerdo se perdieron en el tiempo.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

(1) El embarazo fue por inseminación artificial... si no pobre Pansy... imaginense.


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