La historia se desarrolla en el siglo XVI, cuando en la cuidad se usaban los caciques y encomiendas. El una de las ciudades mas comprometedoras de Nueva España, ya que en ella se encontraron muchas minas y los mas poderosos hombres tenían ahí sus propiedades. E aquí la historia…
Naruto era hijo único de su padre, un hombre intransigente y violento pero como suele suceder en las historias de amor, este siempre triunfa por infortunado que sea.
Naruto era cortejado por su galán, Sasuke, en un templo cercano al hogar del doncel.
Una mañana, Naruto salió de su hogar directo a la iglesia, en ese tiempo se acostumbraba a ir y dar gracias por que una semana mas se había acabado con buenas cifras ($).
Mientras la misa continuaba y muy atento contestaba las oraciones que el sacerdote hacia, llegó a su lado su amado, Sasuke, un hombre de piel blanca y cabello azabache, con ojos del mismo color y sonrisa que cautiva a cualquiera.
-buenos días- se sentó a un lado de él. Y así ambos escucharon el resto de misa. No fue hasta que acabo la celebración religiosa cuando ambos cruzaron palabra. Salieron del establecimiento juntos, semi-abrazados.
¿Cómo amaneciste hoy, querido?-preguntó Naruto mientras lo volteaba a ver. Y una vez hecho le sonrió cuya sonrisa fue correspondida.
-muy bien, toda la noche estuve pensando en ti. ¿Y tu?- le pregunto mientras seguían caminado, una vez llegado a un esquina, la esquina de la casa de Naruto se detuvieron pues se tenían que separar.
-también amanecí bien, nos vemos después.-termino con un tierno beso en la mejilla de Sasuke, a lo que nombrado le devolvió el gesto.
-esta bien, amado, será hasta otro día, cuando tendré el honor de acompañarte de nuevo a misa- se soltaron las manos para cada quien seguir con su camino. Pero esta ultima escena no paso desprevenida para el padre de Naruto, Minato.
Quien el ver tal muestra de afecto, pensó en una manera de alejar al chico azabache de su hijo. Y si para eso tendría que tenerlo en encierro, lo haría.
Al ser descubierto sobrevino el encierro, la amenaza de enviarlo a un convento y lo peor de todo, casarlo con un viejo y rico noble, con lo que, además, acrecentaría el padre su mermada hacienda.
Al entrar a su morada, se percató de que su padre estaba en silencio tomando el café, por lo general estaría leyendo las clausulas de su hacienda y cosas por el estilo.
-¿padre? ¿Esta usted bien?- cuestionó mientras se acercaba.
-¿desde cuando lo vez?- pregunto, haciendo que los vellitos de la piel de Naruto se erizaran, pero este solo ignoro la pregunta.
-¿le apetece otra taza de café?- se dirigió a la cocina, pero su padre se levante en un arranque de furia, tomando por las muñecas al chico.
-¿desde cuando te frecuentas con él?- le movía de manera violenta, haciendo que los lindos ojos azules del menor empezaran a cristalizarse.
-no se de que me este hablando.-sus muñecas empezaban a tornarse rojas, por la fuerza que les aplicaba su padre. Hasta que dejo de moverlo para aventarlo contra la pared.
-si tanta libertad te eh dado, ¡a partir de hoy, no saldrás de tu cuarto!- terminó gritándole. Antes de volver a tomar a su frágil hijo y volverlo a azotar contra la pared. –vete a tu cuarto!...-al no ver respuesta inmediata, lo tomo por la nuca, presionando un poco, lastimándolo otra vez.
Lo arrastro literalmente hasta llegar a su cuarto en la planta alta. Donde una vez en el cuarto del rubio, lo volvió a aventar contra el piso. Pero hay en su pieza, estaba su acompañante, un buen mozo de nombre Kiba.
La bella y sumisa criatura y su caballero de compañía, Kiba, lloraron e imploraron juntos.
Kiba al ver como había entrado Naruto, se fue a su lado, lo ayudo a levantarse, y lo dirigió a su cama.
-¿pero que dem…? Señor, ¿Qué significa todo esto?-cuestiono Kiba, pues el solo ver como a su amigo lo aventaban sin razón aparente le molestaba y quería saber el porque de lo ocurrido.
-este ingrato no sabe mantener el apellido el limpio. Me volteo por 5 minutos y ya se estaba besando con un chico. Así que se quedara en su cuarto de por vida- termino de decir Minato con un aire a superioridad y un toque a miedo.
-pero señor, eso no es justo.- replicó el castaño, haciendo que Minato lo fulminara con la mirada. Erizándole también los vellitos.
Así, antes de someterse al sacrificio, resolvieron que Kiba llevaría una misiva a Sasuke con la infausta nueva.
-esta bien, Kiba. Déjalo así. Es cierto eh tenido mucha libertad. Que se haga lo que mi padre quiera.-fue con el castaño, parándose detrás de él, tomándole del hombro y sonriéndole a la misma vez que terminaba de decir.
-Na-Naruto… esta bien- se dio por vencido, confiaba mucho en su amigo como para oponerse a él.. Si el había decidido que así seria no tenia nada que replicarla.
Pasaron las horas, hasta que anocheció. Kiba con la excusa de ir a comprar un poco de despensa salió, para encontrarse con Sasuke.
-Sasuke por fin lo veo- dijo llamando la atención de el nombrado. Estaban en una tardeada, típica de ese tiempo. Entre toda la gente se abrió paso para salir de bullicio e ir a encontrase con el acompañante de su amado.
-Sasuke disculpe, pero Naruto le envía esta carta.- le entrego una hoja enrollada, lo que extraño a el nombrado. Pero aun así la tomo, para después abrirla.
“Sasuke amor, mi padre sabe de lo que hay entre nosotros, me a encerrado en mi habitación, pero no te preocupes tratare de salir e ir a verte de nuevo. Naruto”
Después de haberla leído, le quedaron muchas dudas, por lo que busco al joven castaño, sin éxito alguno.