"-Al menos 81 muertos es el saldo de el incendio registrado esta madrugada en la cárcel de San Miguel, según informó Gendarmería.- decía la periodista del noticiario mientras el camarógrafo la filmaba a ella y a la cárcel
-Los vigilantes de la prisión lograron evacuar a unas 200 reclusos, 14 de los cuales están en estado de extrema gravedad y han sido trasladados a distintos hospitales de la capital.- mostraban imágenes de la cárcel aun en fuego, desde distintos ángulos, a los bomberos y a los enfermeros rescatando y llevando a los hospitales a los reos
-Este siniestro, "el más grave de la historia de las prisiones del país” según el ministro de Salud, también ha dejado tres gendarmes y un bombero heridos.- seguían las imágenes de las ambulancias y los bomberos tratando de apagar el incendio
-Decenas de bomberos trabajan en la extinción del incendio, mientras que centenares de familiares se agolpan a las puertas de la cárcel a la espera de conocer la identidad de las víctimas.- el camarógrafo grabo a todas las familias que estaban fuera de la reja esperando por la lista de fallecidos, haciendo alboroto y revueltas, llorando y rogándole a los cielos que su hijo no estuviera ahí. Se acercaron a una mujer que se veía realmente desesperada, que por supuesto debía tener una opinión muy importante sobre esto.
-¡todo esto es culpa de esos raros enfermos inmortales!- decía la señora con angustia -metieron a uno de ellos a la cárcel, ¡¡el debe haber provocado el incendio!! Mi pobre ni..."
Elías apago el televisor, estaba harto de todas esas estupideces con los inmortales, como les habían puesto. ¿Que eran un peligro para la sociedad? él era uno y no le había hecho ningún mal a nadie, de hecho había ayudado a unos cuantos con la ayuda de su "enfermedad”. Que debían evitarlos, que podían ser perjudiciales para su familia y muchas otras idioteces de la prensa. Que ahora son los culpables de cada accidente del que no encuentran respuesta. ¿Hubo un accidente de auto? aah un inmortal los hiso chocar. ¿Un ataque repentino al corazón? aah un inmortal lo provocó. Todo lo que sea inexplicable se lo echan encima a ellos. Tal vez haya alguna u otra de esas cosas que ellos si hayan provocado, pero por favor, que una niña se ponga a llorar desconsoladamente hasta el punto que tienen que venir sus padres por que se "asusto con el niño de los tatuajes raros" ya es demasiado. Elías le iba a poner un punto final a todo esto, estaba cansado de escuchar y ver todas esas idioteces en la televisión y la prensa en general, les demostraría que los inmortales no son malvados ni perjudiciales, que pueden ser amados y admirados por los humanos también.
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-¿y qué piensas hacer al respecto?- dijo Issabelle. Elías e Issabelle se habían juntado para almorzar esa misma tarde, por lo que Elías había aprovechado para comentarle su opinión sobre el tema de los inmortales, a lo que ella reacciono negativamente, para su sorpresa - los humanos tienen conquistado el mundo, y dudo que quieras masacrarlos a todos- lo miro con desaprobación.
-no, claro que no- le contesto inmediatamente -pero algo hay que hacer, no podemos dejar que esto siga así- la miro directamente a sus grandes ojos verdes, tratando de que entendiera cuanto le afligía este hecho, a lo que se quedo mirándole pensativa, como tratando de procesar todo lo que le estaba diciendo.
-sí, tienes razón pero...- desvió la mirada al suelo, buscando la respuesta entre los dibujos de la madera sintética del café en que se encontraban. Estaban sentados en un rincón donde el resto del café no podría escuchar lo que hablaban -¿que sabes hacer TU de impresionante que no tenga que ver con tus poderes?-
Se quedo callado, pensativo, ¿qué podía hacer él? sus poderes estaban casi en su máximo nivel, pensaba él, debido a su avanzada edad, pero ¿qué podía hacer el de impresionante que no evidenciara al instante que era un inmortal?
-bueno... puedo cantar, y actuar.- la miro esperando una respuesta, esos eran en realidad los únicos talentos "humanos" que Elías podía ejecutar medianamente bien, a lo que ella lo miro seriamente durante un minuto interminable.
-¿y también puedes hacer malabares mientras andas en monociclo?- exploto en risas, al lo que él la miro con desaprobación.
-esto es serio Issabelle, ¡en cualquier momento uno de los nuestros podría cansarse del trato que les dan, explotar y matar a medio mundo, y eso seria suficiente para que las autoridades ordenaran la exterminación de todos!- aun le miraba con una sonrisa compasiva, mientras él se empezaba a desesperar por la poca seriedad que le daba al asunto -¡seria una masacre! ordenarían a todos hacerse chequeos y matarían al que le encontraran hasta el mas mínimo núcleo- la miro con dureza para que entendiera los efectos que podía tener no hacer nada para cambiar el modo en que los trataban a todos.
Issabelle no tenía grandes problemas con esa discriminación hacia los suyos. Tenía unos grandes ojos verdes y un cabello pelirrojo, piel ligeramente tostada, menuda y de una estatura relativamente normal para una humana. Para todos los humanos ella era simplemente una hermosa jovencita, no una inmortal que, según la creencia popular, podría destrozar tu hogar con solo poner un pie en tu jardín.
Pero otros, como Elías, no pasaban tan desapercibidos entre la sociedad. Sus ojos eran de un celeste glaciar y ligeramente rasgados, su cabello casi blanco delataba su sobrenaturalidad, su piel extremadamente blanca que debido a su sangre, literalmente, azul, se veía casi pétrea, sumado a su cuerpo delgado y alto, y a su personalidad "poco juvenil" como le habían dicho algunos, no pasaba exactamente desapercibido del ojo atento del humano asustado por los rumores. Aun que los humanos no iban mas allá de pensar que era un "joven muy peculiar", aun que claro la sospecha siempre estaba patente en su mirada.
-solo estas sobre exagerando cariño, además, si alguien fuera a atacarlos ellos se defenderían ¿no crees? y nosotros podríamos ayudarlos- le hablaba sumamente calmada, como si lo que le decía fuera lo más obvio en el mundo.
-pero es que tu no entiendes, ellos no saben COMO ocupar sus poderes- hiso énfasis en él como para probar su punto.
-y como aprendiste tu? vino un ángel de los cielos a enseñarte a controlar los ríos?- lo miro con cara de burla, parecía que no iba a abandonar así como así su punto de vista e iba a hacer vista gorda a las consecuencias que esto podía acarrear- aprendiste por TU cuenta, sin ayuda.-
-sí, pero me costó SIGLOS aprender a controlarlos de manera que pudiera... defenderme de alguna forma. Ellos no han vivido siglos, al menos no la gran mayoría. Hay niños ahí, Issabelle, niños que no tienen más de 6 años, ¿crees que ellos son capaces de defenderse contra un arma?- el ambiente se comenzaba a tensar y parecía que fueran a empezar a discutir en cualquier momento, pero por el momento ambos permanecían calmados, ella con una pequeña sonrisa y el con el seño ligeramente fruncido.
-entonces nosotros nos ocupamos de los niños, somos mucho más poderosos que unos cuantos tanques y soldaditos de metal- lo decía tranquila, con calma, tratando de hacerle entender su punto, aun que supiera que no iba a funcionar.
-aun así, quiero hacer algo al respecto, no me puedo quedar de brazos cruzados- le decía en un susurro mientras ella sacaba su celular que ya llevaba sonando un tiempo.
-bueno, sube un video a youtube, a ver qué tal te va- me guiño el ojo y me miro con una de sus típicas sonrisas burlonas, a lo que yo la mire como diciéndole "¿hablas en serio?" -yo debo volver al trabajo, se acabo mi hora de almuerzo, auf wiedersehen- le lanzo un beso y se fue caminando con toda su gracia hacia donde sea que se dirigiera, mientras Elías se quedaba sentado en el café sopesando la idea que le había dado Issabelle.
Subirlo a youtube? sonaba realmente ridículo y descabellado, pero no completamente inservible. Los jóvenes disfrutaban de esa página y muchos artistas se hicieron famosos en ese medio. Había oído de uno que se hiso famoso puramente a través de esa página, pero que después al envejecer y perder su voz de niña y su pelo fue perdiendo puntos hasta terminar limpiando baños en las escuelas en las que actuó... Desafortunado, que más.
Cantar... cantar era lo que mejor sabía hacer, pero nunca había cantado para un humano. No sabía lo que ese oído mediocre pero tan talentoso a veces consideraría “bueno” o “afinado”, pero valía la pena el intento.
Y así Elías se puso a la obra, detendría ese maltrato de una vez por todas, evitaría cualquier desastre por venir, protegería a su especie con su cuerpo y su alma.