Nadien sabe cargar con el dolor propio mejor que uno mismo
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A veces no digo lo que pienso por temor a la respuesta que puedan darme.
Confié en Vanessa. Confié en que ella vería a través de mi como los mejores amigos lo hacen.
Pero no lo hiso.
Duele tanto verla ir con Leila en vez de ir conmigo.
La primera vez que lo hiso no le tome importancia. Pero empezó a ser mas seguido. Durante las horas de clase se mandaban notitas, cuando no había profesor Vanessa juntaba su banco junto al de Leila para platicar de su querido George, el cual me quito mi primera amiga en quien confiaba ciegamente.
Las cosas empeoraron.
A la hora de salida Vanessa iba alado de Leila, dejándome atrás, platicando con Leila felizmente mientras yo moría internamente de un dolor que aun no puedo explicar y esperaba que ella supiera explicar. Al parecer ella tampoco supo que era. Lo ignoro, se dio la vuelta, y me dejo con un doble vacio en mi pecho y un fuerte dolor quemándome las entrañas.
Me siento tan miserable al estar con ella.
Miserable, por que se que ella no puede hacer nada, pero aun asi me aferro a ella como un niño pequeño a su madre.
Que estúpida!.
No se por que pero siempre me he aferrado a las cosas mas difíciles.
--Mireya, te puedo decir algo y no te enojas?. Es mas, si quieres lo puedes olvidar y hacer como si nada, o hasta si quieres puedes dejarme de hablar. Pero por favor no te enojes conmigo—
Siempre he querido lo que no puedo tener, algunos dice que eso esta bien por que de esta manera te propones algo y tienes una meta en la vida. Mentira. Yo quise algo imposible pero lo abandone antes de que fuese una meta.
Recuerdo que siempre desde que nos conocimos le he tenido envidia a Vanessa.
No entiendo.
Vanessa siempre ha sido hermosa. Era alta. Su rostro exquisito, sin ninguna imperfección y la forma de su cara alargada y delgada, su nariz se colocaba perfectamente en su rostro de una manera tan natural que casi parecía plástica y su personalidad era tan libre y soñadora, y ella al tomar algo se aferraba a ello y no lo soltaba hasta que le abrazaran de vuelta. A veces me preguntaba si en verdad una persona así existiera.
Pero Vanessa era ignorante.
Odio a las personas ignorantes.
Mientras ella era linda tonta e ignorante yo era todo lo contrario.
Mientras ella era un hermoso diamante en bruto, yo era una fea piedra de color feo que nadie se atrevería a pulir por lo grueso de la primera capa.
Mi cara a comparación de la suya era redonda, demasiado aniñada y con imperfecciones en donde la vieras. Mi nariz era pequeña de un ángulo y de otro demasiado brusca ,y ni se atrevan a descubrir mi sien derecha por que verán la fea cicatriz que me gane hace 2 años por haber llegado tarde a casa.
Vanessa la vio, y miren lo que paso…se alejo.
Dolor, abandono, soledad. Palabras que empiezan a formar parte de mi vocabulario diario.
Desde cuando? Desde que-
-Ah!, que emoción! Y que te dijo?- Exclamo la chillona voz de Leila. Maldito monstro quita amigas.
Gire mi cabeza hacia la molestosa voz de Leila charlando con la suave y agria voz de Vanessa. La clase ni siquiera había terminado y ellas ya estaban charlando despreocupadamente…me molestaba.
Me enfurecía!
Me recline un poco mas en el respaldo de mi banco para escuchar mejor.
-Si, y después me dijo que…-
Estaban hablando de George de nuevo. No valía la pena escucharlas…mejor dicho, no quería escucharlas, asi que me sobrecargue encima de la paleta de mi banco intentando alejarme de sus cuchicheos. Mire la cabeza de la persona que se sentaba en el banco de enfrente para distraerme un poco, pero no había nadie, así que me dedique a mirar fijamente a el pupitre vacio.
Mi mente empezó a hacerse preguntas.
Sera por que no hablo tanto de chicos?, por que no me arreglo tanto como ellas? Por que ellas viven cerca una de otra?...
-Muy bien, niños, hoy hay una alumna nueva, se llama…- Escuche decir a la maestra pero mi mente estaba muy lejos, perdida entre quizás, tal vez y porques, como para prestarle atención.
Tal vez sea mi ropa…un vistazo a mis zapatos escolares color negro y…sip, tienen que ser mis zapatos…quizá me volví aburrida.
-Disculpa, me puedo sentar aquí?- Mire hacia la portadora de la voz. La chica nueva.
-Claro- respondí mirándola fijamente a los ojos. Ojos verde-azules, me fije.
-Gracias- respondió con voz juvenil.
No les puedo mentir, la chica era muy linda. Tenia buena altura(creo que tan alta como Vanessa), su piel era pálida y su cabello castaño claro estaba perfectamente cortado por encima de su nuca.
Me gusto, y mucho.
No solo me gustaron sus peculiares ojos verde-azules (que son muy raros aquí), sino que me encantaron sus facciones y su sonrisa...la misma sonrisa que me miraba expectante con una mano estrechada con la mía.
-Quizás ya lo sabes, pero me llamo Josephine, mucho gusto.- Me dijo con una hermosa sonrisa sin dejar de estrechar mi mano.
-Hola Josephine!, me llamo Anneth, mucho gusto.- Y en menos de un segundo volví a ponerme la máscara de felicidad y dulzura, escondiendo mi amargura. Josephine ni siquiera lo noto y sonrio aun mas. Esa sonrisa me provocaba sonreír mas.
-Hola Anne-…-
-Esta bien, puedes llamarme Annie, si quieres. Anneth suena a Flan- Le interrumpí.
-Esta bien, Annie- La sonrisa de Josephine cambio de exagerada a dulce. Deje de respirar por un instante. Sus sonrisas parecían sinceras. Y sus ojos brillaban con emoción y alivio.- Entonces, tu puedes llamarme Joy.
Joy en ingles significa alegría. Y alegría era lo que sentía estando con ella. Nunca pensé que un nombre de quedaría tanto a alguien como le quedaba a Joy. Sonreí alegremente.
Aunque una voz en mi cabeza no me dejaba en paz.
Ella también se aburrirá, dale tiempo. Ya lo veras.
Y por primera vez en meses, decidí ignorarla.