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i believe in angels por black_phenix

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Notas del fanfic:

bien, que quede claro que lo del arbol genealogico es parte de la cracion de j.k rolling; los black y los potter al igual que los malfoy estan emparentados, lo que queda en duda es si los longbottom tambien estan, pero puse que si, esa es la unica variante custionable que existe.

espero les guste el primer chap, por que de ustedes depende que lo continue. es mi primer harry potter.

Notas del capitulo:

bien, como en notas del capitulo, explique que este fic esta basado en muchas verdades, el arbol genealogico es cierto y lo unco cuestionable es la familiaridad de neville con harry.

Ese día fue frustrante para Harry, más que frustrante, sería mejor decir. Hacia una maldita semana que su herencia mágica había despertado al completo y resultaba un verdadero circo el intentar ocultar los cambios tanto físicos como los mágicos que había sufrido.

El simple Glamour se rompía cada cierto tiempo y tenía que estar renovándolo constantemente.

Lo único feliz de esa semana era que al fin era libre de la casa de los Dursley. Al fin se iría del maldito Surrey, Privet Drive no 4. De la maldita habitación pequeña en donde tenía que vivir todos los veranos desde que se entero por la “generosidad” del viejo director de Howarts, que era un mago.

No tendría que ver de nuevo a esa maldita familia con problemas glandular. Ni el tío Vernon con sus estúpidos prejuicios contra los magos al sentirse tan eximido de un mundo al que nunca podría entrar, ni de su tía Petunia que de flor tenía solo el color morado cuando lo escuchaba hablar con orgullo defendiendo a sus  padres de sus estúpidas diatribas blasfemitas, lograron arrancarle la felicidad el día  de su partida. ¡Oh! Y como no hablar de al fin sentirse alejado de esa masa de grasa andante que era su primo Duddles;  que ahora parecía la pequeña cría de una orca asesina. Aunque mirando a sus tíos…

No es como si los odiara, el sentimiento no tenia nombre, pero había alguien que los superaba con creces.

Odiaba a  Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore por ocultarle tantas cosas de su vida, tanto; como en su momento llego a admirarlo al ser un mago de una índole inteligencia y personalidad férrea y convicciones manipuladores por el llamado “bien mayor” pero eso no impedía a sus dos mitades odiar al anciano con todo su ser.

Por el perdió a Sirius.

Sirius Orión Black. Cuantas cosas paso el pobre de su padrino, cuando con la ayuda del más grande miembro del Winsengamot, en otras palabras, Dumbledore y  el maldito tribunal mágico, pudo haber tenido un juicio justo; donde con Veritaserum o algún estúpido hechizo de la verdad, pudo haber sido eximido de toda culpa y ser él quien lo criara.

Otra cosa más para odiar al querido director.

Por su culpa había vivido con los Dursley la peor de las miserias, que jamás podría desearle a su peor y más acérrimo enemigo, durante 17 años de su vida.

Por él se vio engañado completamente.

Y tanto su lado Griffindor como su lado Slytherin le pedían cada vez que miraba aquel pequeño atisbo de una llameante chispa en los ojos del director, cada vez que lo miraba a los ojos cuando intentaba pedirle explicaciones. Que  le gritara con todas sus fuerzas que le diera al menos una razón que resultase ser algo bastante razonable. Que le devolviera  todo el tiempo que le fue robado junto a la persona que debió estar todos esos años de incongruentes y farsas medias verdades.

Pero no lo haría.

No era estúpido como muchos afirmaban. Tenía la inteligente y fría mente calculadora de un Slytherin, como debió ser puesto desde el principio, y un auto impuesto estúpido valor Griffindor que no le impedía lanzarse al peligro, claro, no sin obviar que entraba a veces en conflicto con su serpiente interior.

Estaba en esos momentos terminando de arreglar una de las últimas habitaciones que necesitaban remodelación en el Grimmauld Place 12 cuando escucho el retumbar de las conocidas barreras de la casa, que hizo levantar deliberadamente. A paso raudo se deslizo por la escalera y se paro enfrente de la chimenea; queriendo saber quien osaba querer entrar a su ahora casa. Ya que Sirius lo había dejado como albacea de toda la fortuna Black, incluyendo pertenencias y mansiones aledañas que con el tiempo iría visitando.

-. ¿Quién es?-pregunto a la humareda de llamas verdes frente a él. Tenía los brazos cruzados y la mirada afilada hacia la oscura sombra que se asomaba de a poco tras las llamas para mostrar al menos su rostro.

-. Soy yo, mi muchacho-dijo Albus Dumbledore, con una tan falsa sonrisa como decir que Draco Malfoy era su mejor amigo.

-. ¿Qué desea, director?-dijo mientras bajaba las defensas de la casa, conteniendo las ganas de echarlo a patadas. Se giro sobre sus talones y se dirigió en compañía del senil anciano que evaluaba con punto crítico las remodelaciones de la anterior cede de la orden del fénix-. ¿Desea algo de tomar?

-. Té, por favor-pidió, mientras se acomodaba en el sofá frente a Harry.

-. ¡Kreacher!-solo levanto un poco la voz, con  el nombre del elfo domestico tambaleando en sus labios, para que luego de un (puf) apareciera la extraña criatura de ojos saltones que hacia una corta reverencia ante su ahora amo-. Podrías traernos unas tazas de té y si puedes unos bocadillos para el invitado, el té lo dejo a tu gusto.

-. Como  desee, amo-se inclino y desapareció. Albus estaba algo sorprendido al ver como el elfo domestico que jamás obedeció a Sirius, y que tenía cierta reticencia contra los impuros y traidores de sangre, obedecía a Harry; que ahora fungía como cabeza de la, no tan extinta, antigua y noble familia Black.

-. Ahora, ¿Qué desea hablar conmigo, director?-dijo Harry, mientras serbia las tazas de té Oolong y le pasaba una al anciano director, aguardando con reticencia las palabras que seguro desatarían un cataclismo en su interior. Y que no mostraría.

-. Primero que nada, me impresionan las remodelaciones de la casa y el que hayas podido doblegar un poco esa actitud rebelde del elfo domestico de la querida Walburga-dijo mientras sorbía con gracia y gusto el té de medio oriente. Le concedió el alago con un leve movimiento de cabeza-. Ahora, llegando al tema principal, quiero que regreses a casa de tu tía petunia, Harry.

No fue una petición, fue algo demandante que, como Harry atisbo, desato la guerra de Troya en su interior, la cual logro calmar durante breves momentos.  Miro el raro relampaguear de los ojos detrás de los lentes de media luna de Dumbledore en expectativa de que le obedecería.

-. Lo lamento, director-hablo calmo mientras tomaba un sorbo del delicioso té-, pero me temo que eso no podrá ser.

-. Pero mi muchacho, ¿Qué no sabes que es la sangre de tu tía petunia la que te mantiene a salvo?-dijo refulgiendo imperceptible, solo para aquellos que no conocían al director como lo hacía Harry, en furia. Nunca espero que después de tanto tiempo, el pequeño Harry comenzara a alejarse de su protección.

-. Como le dije, no volveré. No importa cuánto me insista-puso la pequeña taza de porcelana en la mesa y dirigió una mirada enigmática al hombre de barba blanca-. Además, la protección que me ofrecía la sangre de mi tía, desapareció el mismo día de mi cumpleaños; donde se cumplió mi mayoría de edad-agrego recalcando las últimas palabras.

-. Eso no podemos asegurarlo-insistió Dumbledore.

-. Y tampoco pienso arriesgarme a ello-el brillo en las corneas azules le indico que el director estaba perdiendo la paciencia. Pero ni aun así, se atrevería a gritarle a su carta del triunfo contra el mayor enemigo del mundo mágico; Voldemort-. Director-dulcifico su tono de voz-, espere 17 años de mi vida para salir de esa casa, sufrí incontables problemas psicológicos y maltratos que debieron llevarme al suicidio, lucho contra el mago oscuro más poderoso de la historia y solo soy un adolescente que quiere terminar de cursar el 7mo curso de Howarts para graduarme y tal vez convertirme en Auror. No regresare con los Dursley, ni aunque fuera mi último chance de vida.

-. Lo sé, mi muchacho-pensó en decirle que se metiera su zalamería por donde mejor que cupiera, pero se contuvo- pero…

-. Pero nada, director. No me hará cambiar de opinión.

-. Bien, pasemos al otro tema a tratar-Harry se esperaba eso-. Dime Harry, ¿te has sentido extraño desde tu cumpleaños?

-. Eh estado perfectamente bien, nada fuera de lo común, más que mudarme aquí…-comento como si del clima se tratase-. No tiene nada de qué preocuparse, director.

Dumbledore asintió comprensivo y luego de tratar algunos asuntos de la posible inminente guerra con Harry, a regañadientes se marcho; con la excusa de que necesitaba ver a algunos de los miembros de la orden del fénix.

Harry suspiro aliviado y levanto nuevamente las defensas de la casa. No quería que visitas inesperadas e indeseadas aparecieran de repente.

Solo quería terminar su último curso de Howarts junto a sus amigos; los cuales, estaba seguro eran de su digna confianza. Solo faltaban unos cuantos días para su vuelta al colegio de magia y hechicería y tenía que dar algunas respuestas a sus compañeros cuando vieran el real cambio, bajo el Glamour, que oculto ágilmente del director. 

Nadie en absoluto, exceptuando al director, sabía que él se encontraba en Grimmauld place. Harry subió lentamente las escaleras hasta su habitación, ya se encargaría luego de terminar la remodelación.

Pensó en lo que le deparaba en Howarts una vez posara un pie en el inmenso castillo. Debía actuar con rapidez y definir toda su situación. No podía decirle mucho a sus amigos; ellos confiaban demasiado en Dumbledore y le irían con el cuento una vez se enteraran; los conocía como la palma de su mano, tanto como Hermione conocía el libro de Pociones de pies a cabeza.

También debía definir su situación por cierto Slytherin que le había robado el corazón, y a quien debía poner en su lugar.

Miro el viejo diario de amarillentas hojas que reposaba a su lado, en la cómoda de noche.

Era el diario de su padre, James Potter; el cual le había llegado como regalo el día de su diecisieteavo cumpleaños por orden de su padre desde Gringotts. Los gnomos le habían informado que aun cuando él todavía no había nacido, su padre, james Potter, había entregado el diario a la bóveda de la familia Potter y había firmado unos documentos haciéndoles a los gnomos prometer confidencialidad y que el diario fuera entregado solo a manos de su hijo, con las debidas advertencias.

No confiar en Albus Dumbledore.

Advertencia que con gusto, desde que comenzó a pensar por sí mismo, empleo con maestría.

Tomo con cuidado el maltratado recuerdo de su progenitor. Abrió una parte cualquiera al azar, no había tenido mucho tiempo para indagar por completo en el diario, pero sabía bien ahora, que Lily Evans no era su madre, sino su madrina. Y que su padre, jame Potter, fue quien lo engendro… lo difícil fue saber quién era su otro padre, cuando aún estaba adaptándose a la idea de que los hombres podían embarazarse.

Resoplo fastidiado al leer como su padre hablaba con devoción de su otro progenitor.

Se acomodo en la cama, dejando de nuevo el diario sobre la mesita de noche y después de cubrirse, y haciendo gala de algo de sus nuevas habilidades, chasqueo los dedos haciendo que la mansión familiar de los Black, quedara en completa oscuridad esa noche.

 

::::::::::::::

 

 La mañana llego, con los acostumbrados rayos del sol que se adentraban impertinentemente por las cortinas de vinilo de rojo vino, dando directamente con sus suaves y perfectas facciones obligándole a abrir los ojos.

El efecto del Glamour, nuevamente había pasado.

Su pelo negro, largo y lacio, caía como cascada por su espalda y se esparcía en una pequeña porción sobre la cama; ese era uno de los rasgos que más le habían gustado, el no tener que lidiar con los cepillos por la mañana tratando de domar a su anterior salvaje cabello.  Sus ojos eran un verde más profundo y enigmático y no por ende menos hermoso. Sus labios más brillosos y atrayentes que nunca, que hasta el mismo cuando se miraba en el espejo tenía ganas de violarse.

Si era así, debía tener cuidado de todos los pervertidos que lo rodeaban.

Sus perfectas curvas, casi femeninas, se vislumbraron al salir de debajo de las sabanas. Tenía intensiones de darse una larga ducha antes de bajar al comedor a desayunar.

Se metió al baño y se despojo de todas las prendas, quedando como un dios completamente desnudo.

-si pudiera salir de este espejo, te devoraría lentamente-un gruñido desde su reflejo le hizo, tanto sonrojar como sonreír. A eso se refería con que el mismo deseaba violarse. Cada mañana, desde que se metía al baño a ducharse, su reflejo soltaba cosas obscenas de su persona. Y según intuía, Sirius debió haber hechizado aquel espejo.

Después de haber aguantado por más de 20 minutos los improperios que se lanzaba el mismo de su propio cuerpo y como se haría gozar hasta llevarse el mismo a la luna envuelto en placenteras caricias, salió de la ducha y se cambio para encaminarse hasta la mesa.

Bajo las escaleras con parsimonia, admirando todo el trabajo que había estado haciendo en la mansión Black; aun no se había puesto el Glamour, puesto que todas las protecciones estaban puestas, no había necesidad de ufanarse en ocultarse allí dentro-. ¿Quién eres?-lo alerto una voz a su derecha cuando toco el último escalón. Desde su retrato, Walburga Black lo miraba con el seño fruncido y sin sus acostumbrados alaridos, despotricando a toda persona que se encontraba.

-. Señora Black-saluda mientras se coloca frente a ella. Imaginaba que sería Kreacher el responsable de que no tuviera la cortina que la cubría, tal vez intentaba enseñarle lo hermosa que estaba la casa-. Yo soy Harry Potter, el ahijado de su hijo, Sirius.

-. Mmmm, un Potter-escucho como arrastraba las palabras, al igual que Malfoy hacia cuando lo nombraba-. Y bien, ¿dónde está el ingrato de mi hijo?

-lamentablemente, señora Black, Sirius esta muerto-vio la sorpresa enmarcar las facciones de aquel anciano rostro-. Cayó en el velo, el que está en el de asuntos de misterios del ministerio de magia.

-. Ya veo-susurro, y después de unos breves minutos volvió la mirada hacia él-. E imagino que te heredo todo a ti, o ¿me equivoco? -Harry negó, dándole la razón  y Walburga volvió a bufar-. Entonces tendré en mi casa a todos eso imbéciles adoradores de muggles.  

-. Se equivoca-musito tranquilamente Harry, mientras invocaba una silla, sorprendiendo a la anciana mujer al ver el perfecto hechizo de levitación sin siquiera usar palabras y mucho menos varita-. E cerrado la sede de la orden del fénix en esta casa. Después de todo, viviré aquí, y no estoy dispuesto a tener constantemente personas irrumpiendo mi tranquilidad- Harry vio que ella tenía curiosidad en saber él como hizo para hacer lo del hechizo, pero prefirió desviar el tema un poco solo hasta que ella hablara-. Con respecto a los muggles; no es que sean de mi agrado, pero todo tiene solución… no me refiero a matarlos como hace Voldemort. Siempre hay solución para todo.

-. ¿Cómo qué?, revelar nuestra existencia y pedir un tratado de paz-el sarcástico tono empleado para decir aquello, hizo que Harry tuviera deseos de reír.

-. No. No necesariamente. Existen hechizos como el que oculta al mundo mágico de los ojos de los muggles y existen hechizos de confidencialidad que podrían aplicarse tanto a los hijos de muggles que hacen magia como a los  mestizos que tienen padres muggles como a los mismos-explico calmadamente-. Con respecto a lo de la magia, comprendo lo de la pureza de la sangre. Pero no me puede negar que eso también tiene un efecto que a la larga resulta dañino.

-. No, no puedo negártelo-expreso sinceramente la anciana mujer-. Terminaríamos como los Weasley, con una progenie que diluye la magia más rápido que involucrarse con un muggle-Harry asintió y Walburga estaba interesada en los planes de ese chico-. ¿Cuáles serian las soluciones que darías para resolver este problema?

-. Como sabe, actualmente existen más hijos de mestizos y muggles con magia que la propia prole mágica pura sangre-Walburga volvió a asentir-. Pues, resulta que la misma magia, cuando se combina con la de otros seres mágicos, sean pura sangre, muggles con magia o mestizos, purifica la sangre.

-. Aun no logro entender tu punto. Es posible, si, pero la prole mágica pura sangre comenzaría a descender y a desaparecer mientras más hijos de muggles o mestizos nazcan-expreso solemne a lo que Harry sonrió enigmático.

-. En realidad, no era eso lo que buscaba. Me refiero a que, si un muggle con magia, se casa con otro igual, su hijo, como siguiente generación y heredero de sus partes mágicas, nace siendo mestizo-en ese punto, Walburga capto las intenciones del chico-. Veo que comprende, si mestizos se casan, la población pura sangre renace en la primera generación de esa familia, sin embargo, en la muggle tardaría dos generaciones. Ya que la magia en su cuerpo solo habría borrado la mitad de sus genes muggles.

-. Oh, ya veo. Solo seria aplicar una ley que prohíba a los hijos de muggles, casarse con muggles sin magia-Harry sonrió dándole la razón-. Eso resolvería el problema de los genes y tanto así, con hechizos de confidencialidad, lo del mundo mágico no se podrá hablar fuera de mundo mágico… chico, eres realmente interesante… ¿estás seguro que no eres un Slytherin?

-. Solo la mitad; ya que pedí al sombrero seleccionador que me enviara a Griffindor y la estúpida personalidad de mártir se adhirió a mis genes.

-. ¡Oh Merlín!, ¿Cómo pudiste hacer eso?-reprocho la anciana mujer.

-puede agradecérselo a Draco Malfoy-dijo, y Walburga lo miro contrariado, en muda pregunta del porque-. Digamos que si él no me hubiese mostrado tan pedante actitud, la primera vez que entre a Howarts, posiblemente estaría en Slytherin en estos momentos.

-. Todos los Malfoy son así, ¿no lo sabías?-pregunto curiosa y Harry negó-. ¿En qué clase de pueblo te criaste que no conoces a los Malfoy?-Walburga sonrió-. Eso  sería un golpe bajo para un Malfoy.

-Risas-

-. Estuve 11 años de mi vida en el mundo muggle-la expresión en la mujer dio mucho que pensar-. Debían protegerme de Voldemort y la sangre de mi madre era la única que me protegía, según me dijeron.

-. Lily Evans, cierto-la cara de incredulidad de Harry era digna de plasmarse en un cuadro-. Quita esa cara chico, para ese tiempo conocía a todos los amigos de mi hijo. Remus Lupin, James Potter y Peter Pettigrew… cada uno más loco que el anterior, incluido Sirius. Al  menos Lupin era el serio. Buen chico, una lástima lo de la licantropía aunque también resulta ser interesante la sangre pura que recorre sus venas.

-. ¿A qué se refiere con eso?

-. Bueno, chico. Muchas de las familias sangre pura se unen a criaturas mágicas para continuar sus líneas, y añadirle los poderes de las criaturas mágicas a sus líneas sucesoras. La sangre lycana es tan pura como la Veela, ya que esta es lo que llaman la maldición de la mordida en luna llena-explico-. Es decir, la sangre, si es muggle, la erradica y la cambia por la del hombre lobo mientras si es mágica, simplemente elimina las impurezas y añade el factor lobo a esta. El chico sigue siendo tan sangre pura como cuando nació, o más. Simplemente las leyes mágicas se vuelven contra estos, ya que no tienen control sobre ellos mismos bajo la luna llena. Si pudieran tenerlo, otra seria la historia.

-. Valla, el tema resulta tan escabroso como interesante… es como mi padre, exceptuando que no es un hombre lobo y no es penado por la ley mágica- Walburga escucho interesada y Harry, al encontrar bastante educada a la mujer en ese momento, decidió contarle, le serviría de practica a la hora de soltarle la verdad a sus amigos-. Los Potter también llevan líneas sucesorias de criaturas mágicas; desde mi bisabuelo  Magnus Potter.

-. Valla  con el hombre, resulto no ser tan recatado…-Walburga soltó una risilla que era seguida por la de Harry.

-. Continuando  con el tema. Resulta ser que la criatura mágica con la que se caso mi bisabuelo fue un elfo…

-. ¿¡Un elfo domestico!?-exclamo horrorizada y Harry puso la misma cara.

-. ¡Merlín me libre!-la expresión en el cuadro se relajo y Harry suspiro para volver a sentarse-. Un elfo antiguo. Más poderosos que cualquier criatura mágica, e inmortales mientras no encuentran a sus parejas. Resulta ser, que estos elfos, no existen en estos días y ellos eran la primera recomendación para una sangre pura para casarse y engendras vástagos.

 -. Increíble, así que Magnus  se caso con un elfo antiguo- Harry asintió y luego continúo.

-. Yo  soy el ultimo según tengo entendido, por eso estos cambios que tengo. Quitando las orejas puntiagudas, viene con muchas habilidades distintas entre ellas, el manejo de la magia por completo, eso incluye también el no usar varita-callo, esperando que Walburga hablara.

-. ¿Pero, no se supone que eres un mestizo?-Harry negó y la señora Black quedo pensativa.

-. Mi padre es otro mago que se inmiscuyo con mi padre, james Potter.

-. Oh, ya veo, resulto ser la pareja natural de tu padre, ¿cierto?

-. Así es… creo que deberemos conversar en otro momento señora Black…

-. Tía - Harry la miro confundido y ella explico-: soy tu tía abuela.

-. Eso quiere decir que Sirius era…

-. Tu tío, al igual que tu padrino-Harry espero escuchar la completa revelación antes de retirarse a comer, ya que había quedado casi toda la hora, charlando con su tía abuela-. Resulta ser, que tu abuela, Dorea Potter, era Dorea Black, mi hermana y jame Potter mi sobrino. Estas ligado familiarmente hasta la segunda generación de los más allegados, o sea sobrinos y primos, exceptuando algunos casos, como el mío que me case con mi primo segundo, el padre de Regulus y Sirius, orión Black.

-. Con  quien estoy emparentado entonces…

-. Veamos, con mis sobrinas, Bella, Cissa y Andrómeda-a Harry le dieron ganas de detener aquello, saberse familia de la asesina de su padrino le daba asco, pero eso sería renegar de Sirius también-. De los prewett y también los Longbottom…

-. ¿Los Longbottom?

 -. Si, Alicia Longbottom es mi sobrina, por ende, serias primo  de su hijo. La tercera generación  es donde comienza a perderse el parentesco familiar. Pero aun así siguen siendo familia hasta la cuarta generación.

-. Gracias por la información, será un placer hablar con usted nuevamente, tía -Harry se retiro a la mesa, donde ya lo esperaba la comida siendo la hora. Cayendo en la cuenta de algo muy importante; era primo  de Draco Malfoy.

 

::::::::::::

 

Harry había caminado por todo Deagon Alley; con la lista de sus útiles, buscando cada uno de los tomos a usar en ese último semestre de clases. Había visto en uno de los escaparates un par de modelos nuevos de la Snich silver Soul; el último modelo del pequeño objeto dorado. Este alcanzaba una velocidad aun mayor que su viejo modelo y por no decir, que podías graduar las velocidades para la práctica con la misma. Estuvo tentado a comprarla…

Después de todo, había pasado por Gringotts antes de empezar las compras.

-. Mira  que tenemos aquí; san Potter en carne y hueso-siseo una voz con de mas ya conocida detrás de él, explotando su muy hermosa burbuja de felicidad auto inducida al estar observando la Snich.

Venga que casi se droga con su baba.

-. Malfoy-siseo. No  quiso decirlo con aquel tono de siempre, como comúnmente acostumbraban a hablarse o responderse en Howarts.

-. ¡No!-ironizo-. Soy la sangre sucia vestida del guapo y sexy Draco Malfoy-estuvo a punto de asentir con lo de guapo y sexy, que se terminaban entremezclando con la palabra sexo en su mente.

-. ¡Piérdete, hurón!-rumio perdiendo un poco los estribos. ¿Cómo le hacia Draco para sacarlo de sus casillas? Porque de algo estaba seguro; eso solo lo  lograban Voldemort y Ron, ahora Draco.

-. ¡Uy! Que elocuencia la que ronda tu virginal cerebro, Potter.

Harry sonrió, en cierto modo, le encantaba discutir con ese egocéntrico rubio. Al final de cuentas, era una de sus entretenciones.

-. No  más que la tuya, querido primo.

Draco entrecerró los ojos y lo miro perspicaz-. ¿Qué quieres decir con eso?

-. ¡Oh!-exclamo fingiendo sorpresa-. ¿Qué no sabías que somos parientes?-la cara que puso Draco, fue más que digna de plasmarse en una fotografía; cosa que hizo Harry con discreción de que el rubio no se diera cuenta. Enmarcaría la foto en su recamara.

-. ¡Eso es mentira!-siseo de modo peligroso y luego sonrió-. ¿Tienes pruebas de eso?

-. Si  quieres, puedes preguntarle a la tía de tu madre; Walburga Black, tía de mi padre, y tía abuela mía, por lo tanto tú y yo somos primos. -se encogió de hombros y  planeaba pasar por el lado de un choqueado Draco Malfoy. Para cuando una voz le hizo detenerse con una sonrisilla rondando sus casi, virginales labios.

-. Potter- ¿Qué coño tenían los Malfoy con arrastrar su apellido? Hizo mala cara y luego miro a Lucius a los ojos-. Draco…-espeto en modo de que Malfoy, junior, dijera que ocurría.

-. Padre -dijo este-. Potter, me acaba de informar, que al parecer somos primos-dijo Draco, diciendo lo último con repugnancia y en modo de pregunta capciosa para su padre.

-. Puede  explicarme, señor Potter-ahí estaba ese maldito tono: ¿lo meterían a Azkaban si le cortaba la lengua a los Malfoy? Harry suspiro y luego miro a Lucius a los ojos, lo que pidió fue en modo de orden. Además también necesitaba a ese orgulloso aristócrata que luego se encargaría de cortarle las alas.

-. Así es, señor Malfoy. Su hijo y yo somos primos-al ver la cara de indignación del hombre, sonrió para sus adentros y luego explico-. Dorea Potter; antes Black, era hermana de Walburga Black, quien es mi tía abuela. Soy sobrino de Sirius Black, y por ende; de su esposa, Narcisa Malfoy (Black) lo que nos hace a mí y a su hijo, primos-se encogió de hombros.

-. Ya  veo- lo miro con recelo, ¿es que Lucius Malfoy era un paranoico? Harry había aprendido a ver las diferentes emociones en los ojos de los Malfoy; esa era la única forma de ver sus diferentes expresiones.

Los Malfoy, después de darle una lánguida mirada de odio, se retiraron. Ah, qué bien se sentía mortificar rubios en la tarde, pasaría por un helado y luego a la casa. Poco faltaba para inicios de semestre escolar.

 

:::::::::::::

 

Y ahí estaba de nuevo, en el andén 9 ¾ con todos sus útiles y cosas, junto a Hedwig esperando el momento en donde, el portal que le daría paso y el hechizo que haría a los muggles desorientarse, se activara.

Era aburrido esperar, pero también era excitante el pensar en las nuevas cosas que podrían ocurrirle. Ya que  tenía un plan trazado al completo de lo que haría… Bueno, no tan completo; ya que necesitaba de ayuda, la cual conseguiría una vez llegado al colegio. Lo primero que hizo, ya que al adquirir su herencia mágica, pudo comprender mucho de la magia y hechizos que antes se le hacían difíciles, fue con el libro que le dejo su amado padrino, Sirius, se convirtió en Animago, y para su sorpresa, pudo convertirse en Animago doble; si es que se podía. Bueno, con el resultado que tenía sabía que era posible, pero no sabía si otros podían lograrlo.

Para su extrañeza, la primera criatura  en la que se podía convertir, fue un león. Pero no fue eso lo que lo dejo estupefacto, sino el hecho de que era un león negro con rayas blancas, con su mismo color de ojos verdes. Aunque más brillantes y ese característico rasgado que lo hizo lucir impresionante e imponente.

Tocando en punto la hora, atravesó el muro y a paso raudo se dirigió a la imponente maquinaria que años atrás lo hizo emocionarse como nunca lo había hecho…

Era la primera vez que veía y montaba uno.

La primera vez que veía colores tan imponentes como la de aquella locomotora.

La primera vez que se vio envuelto en un sueño…

Se monto en uno de los compartimentos más alejados y casi privados de todo el vagón… siendo este el que siempre utilizaba junto a sus amigos.

Ya había encontrado a su destinada pareja, pero debía esperar, esperar el momento oportuno para desvelar aquella parte de su herencia. No deseaba que el viejo director inmiscuyera su nariz en sus asuntos…

-. ¡Hermano! -grito Ron después de haber casi azotado la puerta del compartimiento; tras el Hermione lo miraba con reproche mientras entraba y lo saludaba con una elegante inclinación… estaba aprendiendo de algún libro de costumbres mágicas-. ¿Qué tal tu verano, Harry?, esos muggles no te hicieron nada ¿verdad?

-. No Ronald, no me han hecho nada-dijo con aquella sonrisa tan característica repleta de tranquilidad y agrego-: me he mudado a Grimmauld place una semana después de mi cumpleaños.

-. ¡Genial!, así no tienes que verles la cara a esos estúpidos de tus regordetes tíos. Ni a esa ballena asesina de tu primo-exclamo Ron, recibiendo un zape de Hermione para tranquilizarlo- ¡Hey!

-. Tranquilízate-siseo, ganando de por medio una carita de perro apaleado; aquella que Harry utilizaba para salir de problemas y Hermione frunció el entrecejo-. Eso no funcionara Ronald Beleus Weasley-ron se coloco a mirar el paisaje bufando-. Me alegro por ti, Harry, ¿Por qué no nos avisaste?

-. Muchas cosas que atender Mione-se excuso-. Tuve que remodelar casi todo Grimmauld place y convencer a Kreacher de que estuviera bajo mi servicio.

-. ¿El viejo elfo te obedece?-pregunto ron y Harry asintió. A Hermione no le gustaba la explotación de aquellas criaturas-. Mione, los elfos domésticos se mueren si no sirven a alguien, puede que hagas una ley para que tengan mejor trato, pero si los liberas lo único que conseguirás es un genocidio en masa de ellos mismos…

-. Pero, Harry…

-. Hermione, hay amos pésimo; como Lucius Malfoy, que trata a los elfos como escoria; lo mejor que puedes hacer por esos elfos es poner una ley de protección que impida que sus amos los golpeen. Pero no con eso impedirás que se auto flagelen cuando creen que hacen algo mal-espetó restándole importancia al asunto.

Mione suspiro, sabía que Harry tenía razón.

-. Y que, ¿nada nuevo este verano?-dijo ron retomando la conversación-. Es decir, te la pasaste en la mansión Black. Que ahora es tu casa, ¿nada nuevo?

Harry sonrió ante la curiosidad de su amigo.

-. Descubrí que Malfoy y yo somos primos.

Otra foto más para el álbum de la desgracia. Se comenzó a carcajear cuando Ronald comenzó a boquear como pez sin poder asimilar la información y Mione continuaba analizando lo dicho como si estuviera descifrando el rompecabezas más difícil del mundo.

-. Harry, e-estas bromeando, ¿verdad?-Harry negó y ron se dejo caer pesadamente-. ¿Cómo?

-. Mi abuela, Dorea Potter; era una Black, hermana de la madre de Sirius y si analizas desde ahí, sabrás quienes son mis familiares, incluyendo que Neville es mi primo y también tengo lazos con los prewett-Hermione salió de su diatriba y lo miro sorprendida.

 -. Wow Harry, eso quiere decir que tienes muchos familiares con vida. Aunque no tan allegados como Neville y Malfoy-Potter asintió.

-. Pero no digan nada. Excepto a Neville, lo de Malfoy es secreto de estado-Mione y ron asintieron.

-. Nada más que nos deje la boca en el suelo-Hermione miro a Harry y supo que no quiso saber; pero la maldita curiosidad investigativa mata-. ¡Anda, suéltalo!

-. Bien, pero les advierto que si esto se sabe, los mato-rio y aseguro las puertas con un hechizo y un Silencius para que ningún chismoso ollera mas de aquello-. También descubrí que tengo esencia de una criatura mágica; mi padre es descendiente de uno.

Y el Glamour cayó, dejando a los dos presentes atónitos… la belleza de Harry era incomparable. El cabello sedoso los ojos casi rasgados; ya que se había quitado los lentes, se podían apreciar esos hermosos ojos verdes. Esos labios carnosos, aquella piel canela tan suave y esa figura esbelta.

Hermione tuvo que petrificar a ron.

-. ¿Tenías que hacer eso?-pregunto divertido Potter luego de recolocar el Glamour y que Mione soltara a Ronald.

-. Si, lo era, ¿a menos que quisieras ser violado…?-dijo con una sonrisa de lado.

-. Lamentablemente, la belleza viene con una correa.

-. ¿A qué te refieres?-pregunto curiosa.

-. Como las Veelas, tengo que elegir pareja y ya la encontré: nadie que no sea mi pareja; puede tocarme íntimamente.

 

Notas finales:

espero les guste, y si es asi, quiero revews


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