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The Ripple Effect por Malfoyzitha

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Notas del fanfic:

Hola!!! Bueno antes que nada gracias por pasarse a leer ^^

Ésta es mi primera traducción, es una graaaan historia! Me encantó, y en verdad espero que les guste tanto como a mi :D.

La traducción es completamente autorizada y más abajo les dejé la página en donde pueden encontrar la historia original ^^

Notas del capitulo:

Todo lo que este entre comillas y en cursiva son pensamientos :)

“Ilusiones Destrozadas”

 

Harry James Potter de 16 años de edad, se estremeció y estrechó su túnica a su alrededor aún más fuerte a medida que avanzaba con cuidado por los oscuros pasillos de Hogwarts. Su cuerpo herido palpitaba con dolor. “No puedo seguir caminando por los pasillos toda la noche solo para evitar toparme con ellos… especialmente estando así.”  Harry suspiró.

 

Harry apenas llevaba dos semanas de haber regresado a la escuela y no había dormido más de dos horas por noche, que era sin duda, más de las horas por noche que había dormido durante todo el verano, de cierto modo, pensó que sería diferente al llegar al colegio. Todo estaba siendo lo mismo, excepto, claro, por los habituales tratos de su tío.

 

“¡No! ¡No pienses en eso!” Estabilizó su asustada respiración y siguió caminando, en realidad no ponía atención de hacia dónde iba, solo seguía sus pies por caminos que había tomado tantas veces antes en noches como esta. Durante sus seis años en Hogwarts había pasado más de la mitad de sus noches paseando por esos pasillos. Conocía la escuela mejor que nadie… excepto quizás, el anciano.

 

Harry suspiró de nuevo. Realmente no quería empezar a pensar en el anciano. Sólo logró enojarse y molestarse, y no quería perder la poca energía que le quedaba pensando en el Director.

 

Sus costillas estaban empezando a doler cuando descendió hacia las mazmorras. “Demasiadas escaleras”. Respirar se estaba volviendo difícil por el esfuerzo que tomó para bajar las escaleras.

 

“Me pregunto cuantas costilla me rompió Vernon ésta vez. Creo que en realidad podría haberme perforado un pulmón esta vez porque se me hace difícil respirar.” Harry reflexionó. “Por lo menos mi muñeca está sanando. Y tampoco cojeo tanto como hace dos semanas. Por lo menos esos los rompió un día antes de que el curso comenzara,  y ahora los dos están un poco más curados.”

 

Comenzó a hacer cuenta de todas las heridas que había adquirido durante el verano. Éste había sido, por mucho, el peor  que había sufrido a manos de su tío. No sólo estaban los golpes y moretones habituales, sino que ésta vez Vernon había decidido azotarlo con un látigo en la espalda, así como también había usado cuchillo para cortar su piel. Se estremeció con solo recordarlo.  De verdad debía agradecerle al anciano por estas nuevas formas de castigarlo, estaba seguro que debía. No había manera de que su tío hubiera pensado en esto él solo… no, esto tenía escrito “Director” por todas partes.

 

“Merlín, fue horrible aún así.” Ahogó un sollozo. Había sido encerrado en su habitación, sólo lo dejaban salir una vez por la mañana y una vez por la tarde para poder usar el baño durante su primera semana de regreso a Privet Drive al final del curso anterior. Estaba hecho un desastre después de la batalla con los Mortífagos y Voldemort en el Ministerio, aparte de perder a su padrino a través del velo... Harry se estremeció de nuevo al recordarlo. Se había vuelto una ruina emocional*.  Vernon lo había encerrado en su habitación con nada más una botella de agua y una rebanada de pan duro para alimentarse. De pronto un día fue sacado de su habitación y sentado en la cocina, para que escuchara las “nuevas reglas” que iba  seguir desde ese día.

 

Harry sabía que el Director había ido a visitar a sus tíos poco antes de que las nuevas reglas y castigos entraran al juego. Harry sabía que el viejo seguramente les había dado a sus familiares las ideas y herramientas de tortura para castigarlo. Él estaba seguro de que el Director quería derrumbarlo... pero no sabía el por qué.

 

Harry se sintió furioso. Las nuevas reglas incluían una lista de deberes que tenía que tenía que llevar a cabo todos los días, los castigos pasarían si al final del día las tareas no habían sido realizadas correctamente. La comida no le era permitida hasta que terminara los deberes. Por supuesto sus comidas jamás habían sido regulares, pero prefirió no señalarlo. Harry rara vez terminaba las tareas que le eran asignadas y como consecuencia veía pocas comidas y muchos castigos. Se había vuelto tan malo hasta llegar al punto de comerse las flores y malezas secas que sacó de los macizos de flores en el jardín. Llegó a considerar también unos gusanos de tierra alguna vez, sin embargo un miembro de la Orden que lo vigilaba le había dado una mirada que decía que si lo intentaba le diría al Director, por lo que se abstuvo de volver a atender los macizos de flores. Se desesperó una que otra vez en la casa y sacó las cosas de la basura para engullir sin siquiera importarle lo que se metía a la boca.

 

Peor que el hambre era la sed que siempre estaba presente. No importaba lo que Harry hiciera, no lograba tomar suficiente agua. Estaba sediento todo el tiempo, y le era muy difícil concentrarse con la lengua pegada al paladar.

 

Casi tan malo como la sed, era el agotamiento. Harry vivía con miedo en las noches cuando tenía pesadillas y despertaba a sus parientes con sus gritos. Vernon dejó claro que no era buena idea despertarlos. Empezó a no permitirse dormir más de una hora por noche. Le fue difícil, pero el miedo a los tratos de su tío le ganó a su necesidad de dormir.

 

La otra cosa que lo afectó durante el verano fue la soledad. Se sentía muy confundido respecto a por qué no había ni una sola lechuza que hubiera venido de sus amigos... ni siquiera en su cumpleaños. Harry pensó que por lo menos Remus iría a ver como estaba, pero nunca lo hizo. Sospechó que tal vez el Director había prevenido que Remus lo visitara... o escribiera... por lo menos esperaba que hubiera sido por el Director.

 

Harry volvió a suspirar. Realmente no debería detenerse en cosas que ya no podía cambiar. El verano había terminado y no podía cambiar nada de lo que había sucedido.

 

Pensó que ese sería un bueno momento para regresar a su dormitorio, ya que estaba seguro que los que estaban en el estarían dormidos y no pensando en golpearlo.

 

Cuando Harry se volvió, de pronto chocó con algo grande y sólido. De inmediato fue consciente del aquí y el ahora y por desgracia, de su dolor. La conciencia se filtró en él cuando escuchó una voz familiar que quebraba el aire.

 

-¡Potter! ¿Qué está haciendo en las mazmorras a esta hora?

 

Harry miró directamente a través de los negros ojos de su profesor y se estremeció. Sin embargo, el dolor era demasiado fuerte como para que realmente le importara.

 

Snape miró al chico delante de él e hizo una evaluación rápida. Vio algo más que el evidente cansancio en los ojos del chico... vio el dolor, la desconfianza, el miedo y... y ¡un Glamour! ¿Qué era lo que el chico ocultaba?

 

Agarró el brazo del muchacho. Harry hizo una mueca y gritó tirando hacia atrás. Era el brazo que se había roto un día antes de su regreso a Hogwarts. Snape soltó el brazo rápidamente y tomó una decisión.

 

-Sígame- Llevó a Harry a sus habitaciones privadas. Se detuvieron delante de una puerta que Harry jamás hubiera asociado con su Profesor de Pociones. Tenía la imagen de un unicornio en un campo de flores. El unicornio miró a Snape con recelo, pero trotó más cerca para escuchar la contraseña que le fue susurrada. La pesada puerta de roble se abrió. Harry entró con demasiado cansancio y dolor sin poner atención a lo que hacía.

 

Snape se dio la vuelta sorprendiendo a Harry, quien agachó su cabeza y subió sus brazos como si fuera a defenderse. Era un movimiento que alguien que ha sido golpeado muchas veces hacía inconscientemente, hecho que no pasó desapercibido para Snape. Había visto ese comportamiento muchas veces en la casa Slytherin... así como en su propia infancia. Simplemente no quería creerlo del niño de oro, no todavía. “Probablemente lo está haciendo para evitar un castigo”. Snape lo miró.

 

-Potter quite el Glamour.

 

-¿Q-Q-Qué?- Harry balbuceó. De todas las personas en el mundo, no sería Snape quien lo viera como realmente se veía.

 

-¡Ahora Potter! Sé que tiene puesto un encantamiento y no está permitido en los terrenos del colegio, ni siquiera para usted.” Se burló.

 

Harry tragó y volteó a ver el suelo. Sentía como su cara y su cuello comenzaban a ponerse rojos. ¡Oh Merlín! No podía permitir que alguien lo viera así. Todos se enterarían. Sabrían sobre su magia y que ni siquiera podía defenderse de su tío muggle. ¡Si alguien se enterara sería sacado de Hogwarts, y por desagradable que el colegio llegara a ser, seguía siendo mejor que regresar a casa de sus tíos por tiempo completo!

 

Miró a Snape de nuevo y comenzó a entrar en pánico. Su cara palideció de inmediato mientras pensaba como sería su vida de estar con Vernon por tiempo completo, y abrió los ojos con espanto. Snape presentía que era lo que se avecinaba y sacó una pequeña botella de poción de su bolsillo. Agarró al muchacho y moviéndolo un poco fue capaz de verter la poción por su boca. Una poción calmante.

 

Snape se sentó en el sofá desgastado y puso a Harry a su lado. El gesto parecía tan poco común en el hombre que confundió un poco a Harry. El chico trató de voltearse para mirar a su profesor, pero se dio cuenta que éste lo tenía firmemente agarrado. Dejó de intentarlo.

 

Una vez que estuvo seguro de que Harry no estaba siendo presa del pánico por más tiempo, intento pedirle de nuevo que quitara el Glamour.

 

Harry suspiró y se lo quitó sabiendo que Snape lo estaba observando con mucha atención. El moreno oyó y miró como Snape contenía la respiración.  Harry estaba extremadamente pálido y desnutrido. Sus huesos sobresalían en muchos lugares, su rosto estaba demacrado y sus ojos estaban ennegrecidos y hundidos. Su cuerpo estaba cubierto con furiosos cortes rojos y contusiones en diferentes etapas de curación, las cicatrices eran demasiadas como para contarlas. Snape podía ver marcas de latigazos y de heridas de cuchillo que desaparecían por abajo del cuello de la pijama de Harry.

 

Movió a Harry un poco hacia adelante y levantó la parte de arriba de su pijama para poder ver la espalda del adolescente, perdió la respiración por unos momentos al ver los profundos cortes y las marcas de látigo que se encontraban ahí. Sacudió la cabeza y pudo al chico de pie mientras continuaba examinando las heridas en su cuerpo. También pudo ver que la muñeca izquierda de Harry se encontraba rota, al igual que posiblemente su pierna derecha, junto con muchas de sus costillas. Esto era peor que cualquier cosa que jamás hubiera visto o hecho como mortífago. Snape no sabía que sentir.

 

Miró a los ojos llenos de dolor, cansancio y tristeza.

 

 –Oh, Harry.

 

Harry parpadeó. Snape nunca había utilizado su nombre de pila antes. Su estómago se apretó dolorosamente. Ahora se sentía peor que nunca sabiendo lo mucho que Snape lo compadecía y sintió ganas de llorar. Ni siquiera Vernon había logrado hacerlo llorar. Las lágrimas se juntaron y se sentía peligrosamente vulnerable. Mantuvo la mirada baja.

 

Una mano agarró su barbilla suavemente haciendo que levantara la vista y forzando a que sus brillantes esmeraldas se encontraran con los ojos negros del profesor.

 

-No es lástima, es ira de que no me di cuenta... que nadie... ¿por qué no dijiste?... el Director podría haber...- Pareció que Snape se había quedado sin palabras. Sus ojos eran una mezcla de tristeza e inseguridad.

 

-Lo hice- dijo Harry en voz muy baja.

 

-¿Q-Qué?- Snape quitó su mano y los ojos de Harry permanecieron mirando los suyos.

 

-Lo hice

 

-¿A quién?- Snape no podía creer que si Harry...El niño Dorado... El Salvador del mundo Mágico le hubiera dicho a alguien que estaban abusando de él, el Cielo y la Tierra no hubieran sido movidos para salvarlo de lo que fuera que le estuvieran haciendo en esa casa.

 

-Al Director- Harry susurró, mirando cuidadosamente el horror en la cara de Snape.- Él me dijo que era por mi propio bien. Siempre ha sido así, pero éste verano se puso peor. Especialmente después de que él llegó a Privet Drive y personalmente informó a mi familia de lo que pasó después de... usted sabe... en el Ministerio... después de Sirius... les dijo que podían hacerme lo que fuera para enseñarme que necesito aprender de mis errores... y que soy la causa de la muerte de Sirius.- Harry después escupió.

 

 -Estás bromeando- Snape susurró, pero sabía que Harry no bromeaba. La evidencia física estaba por todo el cuerpo de Harry, y Snape sabía por experiencias pasadas, lo manipulador que podía llegar a ser el Director cuando quería o necesitaba algo. Sin embargo Snape nunca llegó a imaginar que llegaría a incluir a su Niño de Oro. Que equivocado estaba.

 

-Harry debo curar estas heridas, algunas heridas de cuchillo están infectadas y parece como si el látigo hubiera sido mágico.- Harry lo miró confundido al oír eso.- El látigo, o bien fue mojado con una poción que hace cicatrices, o fue hechizada para hacer cicatriz con cada golpe.- Snape miró como Harry cerró los ojos y tragó saliva.

 

-Claro, el Director les dio tanto el cuchillo como el látigo al principio del verano.- Harry ahogó un sollozo.- Eso explica por qué mi espalda siempre se siente como si estuviera en llamas.

 

Snape se quedó mirando al chico que ahora estaba temblando. “¿Qué carajos? ¡El viejo ese está loco de mierda!”  Dar a un muggle algo mágico para usar contra un mago era ilegal... sin importar las circunstancias. ¿Qué más le habría hecho el Director al chico frente a él? ¿De verdad quería saberlo?

 

-Ni siquiera sé por dónde empezar... tal vez Madame Pomfrey podría...- Snape comenzó, pero Harry lo interrumpió bruscamente.

 

-¡NO!- Harry comenzó a sentir pánico de nuevo. Sus ojos buscaron alrededor de la habitación alguna ruta de escape mientras se balanceaba ligeramente sobre sus talones.

 

Snape movió sus brazos pegados a los costados y se acercó a susurrar al oído del muchacho.- Harry, te prometo que no voy a decir nada y que no te llevaré a algún sitio al que no quieras ir.- Sintió como el muchacho se relajaba y alentaba su respiración de nuevo. Lo instó a sentarse en el sofá y se arrodilló frente a él. Harry era realmente pequeño para su edad, tenía la altura de un alumno de tercero o cuarto pero definitivamente no la de un chico de 16 años. Casi gruñe cuando se puso a pensar en lo demacrado y desnutrido que estaba. ¿Con qué frecuencia se le permitiría la comida?... No, Snape no creía estar listo para escuchar aquello, especialmente después de ver las costillas que sobresalían de su pecho, espalda y costados.

 

Miró los ojos verdes esmeralda de Harry y pudo notar lo sombríos que se había vuelto. También podía notar todo lo que esos ojos decían,... el dolor, el conocimiento que ningún chico de su edad debería tener y el miedo. Le recordó un poco a algunos Slytherins de primer año de los que habían abusado y con los que había tenido que lidiar durante los años. Suspiró.

 

-Debo ir a mi laboratorio por algunas pociones y algunos otros suministros para tratar de curarte, ¿de acuerdo?

 

Cuando vio a Harry asentir, se levantó y desapareció detrás de una puerta que estaba en el lado izquierdo de la habitación. Harry asumió que dirigía al laboratorio de Pociones. Dejó caer su cabeza en el respaldo del sofá y permitió que sus ojos se cerraran. ¿De verdad quería que de todas las personas, Snape fuera el que supiera sus secretos? ¿Los secretos que había escondido con tanto cuidado durante todos esos años? El hombre lo odiaba y siempre había hecho todo lo posible para menospreciarlo y herirlo.  Ahora ese mismo hombre sabía... o por lo menos podía adivinar lo que estaba pasando en su vida, y él no estaba seguro de sentirse cómodo con eso.

 

Se movió incómodo mientras sentía el dolor cruzar por su cuerpo y se preguntó si no debería intentar salir de ahí y enfrentar sus heridas por sí mismo. Tal vez si lograba llegar a algún baño podría utilizar algún hechizo de curación que se supiera. No se movió, estaba demasiado cansado. Demasiado cansado física y mentalmente. Durante todo el verano no se había permitido a dormir por miedo a su tío y aquí en Hogwarts, el dolor y el miedo a sus compañeros de cuarto no sólo lo mantuvo despierto, sino también lejos de su dormitorio a la 1:30 de la mañana. Se preguntó brevemente el por qué de los paseos por los pasillos a esa hora del profesor de pociones. Suspiró profundamente y se preguntó de nuevo que tan conveniente era darle tanta información a Snape. ¿Debería dejar que Snape lo curara?

 

Pensó en el momento en que había llegado al castillo, justo dos semanas antes, la profesora McGonagall lo había encontrado y lo llevó a ver al  sonriente Director, quien le preguntó animadamente como había estado su verano. Harry necesitó de todas sus fuerzas para NO maldecir al anciano. El viejo le había dejado claro... el chico NO iría a la enfermería para ser curado, ni iba a permitir que alguien supiera cómo le había ido realmente en el verano. Si le preguntaban, debía decir que su verano había estado increíble, que lo habían consentido como siempre y que se había pasado la mayor parte de sus vacaciones viajando con su adorada familia.

 

Harry tenía ganas de vomitar. Sus parientes si habían salido ante la insistencia del anciano, pero habían dejado a Harry encerrado en su habitación con una hogaza de pan duro y dos pequeñas botellas de agua durante dos semanas. Casi había muerto de deshidratación para cuando regresaron y su tía le dio otra pequeña botella con una mueca de disgusto en su cara aplastada.

 

El Director informó entonces a Harry que ya había enviado cartas a sus compañeros de dormitorio durante el verano diciéndoles el mounstro que por gustarle los hombres en lugar de las mujeres. Nadie quería un héroe gay, nadie quería estar cerca de alguien que obviamente era un mounstro.

 

Harry tragó audiblemente. Merlín, sabía perfectamente el efecto que eso tendría con sus compañeros de cuarto. Lo odiarían. Esa había sido la razón por la que no había recibido cartas en todo el verano, y el por qué nadie le había hablado en el tren. Tendría que evitar a sus amigos... si es que podía seguir calificándolos como amigos, lo cual dudaba.

 

Regresó a la realidad, no, no debía permitir que Snape lo curara. El viejo se volvería loco. Había visto a Harry durante las últimas dos semanas, dándose cuenta de cómo Harry luchaba por controlar el dolor, mirándolo con sus ojos brillantes y sonriendo. Harry no tenía idea de lo que el Director haría si se daba cuenta, no solo de que había sido curado, sino de que alguien sabía de los abusos. Harry se estremeció. El anciano quería a Harry solo y sufriendo.

 

Justo cuando se levantó para salir a hurtadillas, Snape entró por la puerta. Harry lo miró con pánico. Snape se limitó a cruzar la habitación y luego, con cuidado comenzó a dejar los elementos que había recolectado del laboratorio. Una vez que estuvieron listos se volteó hacia el muchacho que sequía con pánico.

 

-¿Planeabas irte?

 

-Sí, esto no es una buena idea. Yo no debería estar aquí. Tengo que irme. Por favor no le diga a nadie... necesito...- Harry tropezó y Snape lo atrapó. Gentilmente, lo sentó sintiendo  que el chico temblaba de nuevo.

 

-Harry. Necesitas ser curado, si así estas dos semanas después de haber regresado a la escuela, me estremezco de solo pensar en cómo estaba cuando llegaste aquí.- Lentamente fue pasando pociones al chico frente a él indicando con un movimiento de su muñeca que quería que las tomara. Harry nunca dudó, lo que sorprendió a Snape. No creía que el niño confiara tanto en él como para tomarse las pociones que le daba sin siquiera revisar que tenían, hasta que se dio cuenta de que probablemente estaba demasiado adolorido como para que eso le importara. De cualquier manera si hubiera sido veneno y no una poción sanadora, estaría muerto y fuera de su miseria bastante rápido. De nuevo, Snape tragó ante la idea de lo que ese chico había atravesado, no solo ese verano, sino probablemente desde que lo habían dejado con esa gente.

 

Le pasó una última poción, una que lo nutriría y después de ver que Harry la tomara le indicó que debía ponerse de pie y quitarse la camisa de la pijama por completo.

 

Harry lo miró con ojos interrogantes.

 

-Tengo que aplicar un filtro que ayudará con las ronchas y cortes en tu espalda, después usaré otra poción para  los moretones que cubren todo tu cuerpo. Necesito que te quites la camisa por ahora, eventualmente tendremos que quitar tus pantalones también.- Snape comenzó a aplicar la poción a la espalda mutilada, haciendo una mueca mientras lo hacía.

 

Harry quería meter la cabeza en algún lugar y nunca salir. Aquello era tan humillante. Estaba de pie en pantalones mientras su maestro más odiado bañaba con pociones su cuerpo casi desnudo. Su rostro ardía de vergüenza.

 

Snape se dio cuenta del color de la cara y el cuello de Harry cuando el color llegó a su pecho. Él siguió su camino, necesitaba terminar de poner la poción para poder revisar los huesos rotos para saber que poción debería de usar para arreglarlos, o bien hacerlos crecer de nuevo. Esperaba que no fuera la última opción.

 

Harry se quedó en silencio. Incluso después de que la poción fue aplicada y Snape explicara lo que tenía que hacer con sus hueso, Harry no se inmutó. Snape no tomó eso como una buena señal, significaba que el chico había lidiado con huesos rotos regularmente y estaba acostumbrado a ese tipo de dolor y daño. Una vez revisado, Snape suspiró por primera vez de alivio, al notar que los huesos de Harry solo necesitaban ser curados y le pasó otra poción. El chico la tragó sin quejarse.

 

Snape miró su trabajo y frunció el ceño. Las ronchas y cortes en la espalda del chico comenzaban a cerrarse un poco, pero el resto de su cuerpo aún mostraba el rojo, morado, amarillo y verde de sus moretones sanando, y líneas rojas de cortes y latigazos sanando. ¿Con qué habían azotado al chico? Era hora de que Harry hablara, o por lo menos eso esperaba.

 

-Harry, ven, siéntate. Toma un poco de té. Debemos hablar.- Snape señaló el sofá delante del cual se encontraba una mesa baja con un servicio de té. Harry se sentó, pero no se acercó al té.

 

-Dime como fue tu infancia- Snape habló mientras agitaba su té con delicadeza. Harry miró esas manos y reflexionó el hecho de que incluso algo tan simple como agitar su té, era hecho con precisión y cuidado.

 

Harry tardó unos minutos. El Director le había dicho que no podía decirle esto a nadie, y si le decía a Snape, no estaba seguro que haría el hombre con esa información. Sin embargo, el Director también le había dicho que no debería de permitir que lo curaran, y acababa de dejar que Snape hiciera precisamente eso. ¿Realmente habría alguna diferencia en este momento si le contaba a Snape sobre su vida con sus familiares? ¿Qué haría con la información?

 

Snape miró como diferentes emociones cruzaban por la cara del chico. Alguna vez había pensado que los ojos de Harry eran su rasgo más expresivo, iluminados con el fuego y con desafío en clase, sin embargo, mientras miraba su cara, pensaba que su rostro era igual de expresivo. Casi se podía ver la confusión por la que el chico pasaba en esos momentos.

 

Oyó como Harry liberaba aire repentinamente y cuando comenzó a hablar. Su voz era baja y tensa como si estuviera reteniendo sus emociones.

 

-Siempre, desde que he tenido memoria, mis parientes me han odiado. No me refiero a la manera en la que Malfoy y yo nos odiamos sino que realmente me ABORRECEN. No tenía permitido hablar, y si hacía alguna pregunta, incluso de pequeño, me pegaban con el cinturón y me encerraban en mi armario.- Ante la mirada confusa de Snape Harry comenzó de nuevo.- El armario debajo de las escaleras era mi habitación desde el momento en el que me encontraron en su puerta, hasta después de mi primer año aquí.  Era pequeña y obscura, ya que normalmente quitaban el foco, y estaba llena de polvo y arañas. Puedo recordar estar pequeño y tener los pañales sucios y mojados durante días. Siempre estaba hambriento. Nunca interactué realmente con mi familia.

 

>>De vez en cuando mi tía me daba una botella con leche helada y aguada, y después me sacaba para sumergirme en una helada bañera y cambiarme los pañales. Nunca me tocaron sin usar guantes. Decían que los contaminaría y si en algún momento llegaban a rozarme con un poco de piel, o si yo lograba tocarlos mientras me agitaba, de inmediato se lavaban con cloro mientras me gritaban todo el tiempo lo repugnante  que era. Estaba sucio y era un mounstro, nunca me tocaba nadie en realidad.

 

Harry respiró profundo y tomó un sorbo del té ya frío. Se negaba a mirar los ojos de su profesor sabiendo que encontraría repugnancia en ellos.

 

-Cuando tenía alrededor de cuatro años, supongo que mi tía creyó que podía hacerme cargo de los deberes de la casa. Aprendí a cocinar, limpiar y servir, mejor que cualquier elfo doméstico. Si metía la pata, quemaba algo porque no alcanzaba la estufa o dejaba caer algún plato resbaloso, me escaldaban con agua hirviendo como primera ofensa, como segunda ofensa recibía diez latigazos de cinturón a través de mi espalda desnuda, y como tercera ofensa, me pegaba hasta romperme algunos huesos. Las tres ofensas era acompañadas de no poder comer durante 3, 5 días o incluso una semana, y no poder “bañarme”, ya que debía usar la manguera del jardín por las noches cuando los vecinos no me vieran, porque mi tía pensaba que apestaba demasiado como para permanecer en su casa.

 

Harry siguió hablando mientras jugaba con una cuerda de su túnica.- Nunca podía saber mi nombre o mi cumpleaños, o cualquier cosa que tuviera que ver conmigo como, quiénes eran mis padre y dónde estaban, o por qué vivía con mis tíos, por qué no podía ir a la escuela como mi primo, nada, no podía saber nada. Era llamado ‘chico’ o ‘mounstro’, casi nunca me hablaban, solo se dirigían a mí para decirme mis deberes del día y los castigos que tendría si no los cumplía. No tenía permitido llamarlos diferente a ‘señor’ o ‘señora’. No podía hablar primero y menos hacer una pregunta.- Harry hizo una pausa y respiró profundamente. Recordar le hacía sentir tantas emociones de nuevo, y ninguna de ellas era buena.

 

-A medida que fui creciendo, los castigos y los deberes lo hicieron también, a veces hacía que tuviera ataques de magia descontrolada. Me castigaban mucho por eso.- Harry se estremeció y se hundió un poco en el sillón.- Cuando tenía unos ocho o siete años, recuerdo haber visto a un extraño anciano que caminaba por la calle hacia nuestra casa. Yo había estado limpiando los vidrios con mi tía vigilándome, y cuando se dio cuenta, me mando a mi armario. Puedo recordar que había veces en las que estaba en mi armario y podía jurar que no escuchaba absolutamente nada, nadie se movía por la casa, ninguna voz, ningún tic-tac del reloj de la sala, no escuchaba el zumbido del refrigerador, nada.

 

>>Ahora es cuando me doy cuenta de que cada vez que esa extraña persona se acercaba a mi casa era cuando yo era encerrado y no podía oír nada. Era un hechizo silenciador  y era usado cada vez que el Director visitaba a mis tíos. De cualquier modo, como dije, a los siete u ocho años de edad, el viejo fue a visitar y no sé si fuera intencional pero se olvidó de poner el hechizo y jamás olvidaré lo que escuché ese día. El viejo extraño les estaba preguntando si había dado problemas esa semana, si había acatado todos mis castigos como debería, que tan seguido me daban comida y si alguien sabía que yo vivía ahí, ese tipo de cosas. Empezó a decirle a mi tía mejores maneras de castigarme, así como diferentes formas de azotes. Siguió y siguió, recuerdo que pensé que si tenía alguna clase de esperanza de irme lejos de mis parientes, acababa de ser destrozada, pues parecía que tenía que estar ahí para servirles a su antojo, como siempre me habían dicho.

 

>>No sé si el Director supo alguna vez que yo estaba consciente de sus visitas a mis tíos desde que tenía cuatro años para revisar que estaba bien educado para servir y agradecer todo lo que se me daba. Aprendí más en ese día de lo que aprendí durante los años con mis tíos. Fue el día en que perdí la esperanza.- Su voz sonaba embrujada mientras los recuerdos lo atormentaban.

 

Harry se dio la oportunidad de ver a su profesor y se sorprendió al ver  como el horror y la incredulidad cruzaban dolorosamente por ese, usualmente, severo y por lo general blanco rostro. Sus ojos negros se encontraban muy abiertos y no parpadeaba. Harry no sabía si continuar o no. Estaba realmente cansado y sabía que lo que le acababa de decir a Snape necesitaría un tiempo para captarlo pues era realmente un resumen de lo que había sido su infancia. Tal vez debería esperar a que Snape le preguntara algo.

 

-Profesor, eso es básicamente lo único que realmente puedo decirle sobre como fui criado. Obviamente recibí la carta de Hogwarts, por eso estoy aquí. Vuelvo con mis parientes cada verano a vivir lo usual, y el Director no quiere que nadie sepa como vivo realmente.- Harry suspiró, sabía que de todas formas tenía que decirle a Snape la siguiente parte.- Cuando llegué aquí fui llevado con el Director, quien me advirtió que nadie podía saber sobre mi verano, y que no debía buscar o admitir ninguna clase de curación. Creo que puedo haberlo metido en problemas. Lo siento mucho.

 

Snape no se movió. Tenía miedo de que si se movía, probablemente explotaría. No quería creer lo que Harry Potter, de todas las personas, le acababa de decir, pero la evidencia que él acababa de curar ponía muy en claro que todo era verdad. ¿Cómo era posible que el Director hubiera puesto a un niño, a un niño realmente pequeño a través de todo lo que el chico había pasado? ¿Y luego ir y asegurarse de que todo era hecho a su satisfacción?

 

Snape respiró hondo y cerró los ojos. Oh Merlín, él había tratado a ese chico tan mal durante sus primeros cinco años allí. Sólo otra cosa de la que el Director era responsable. Recordó la conversación que tuvo después de la primera reunión de personal, del año en el que Harry Potter estaba registrado a empezar. Snape había sido llamado a quedarse y después le fue informado lo maravillosamente bien que se había criado el hijo de James y Lily Potter, y como había sido consentido y privilegiado. El Director le había dicho después que el resto del personal probablemente trataría al niño-que-vivió de la manera a la que estaba acostumbrado, pero que alguien debía mantener a Potter en la Tierra y que tenía el permiso de tratarlo tan mal como él quisiera. Nada estaba prohibido. Snape se atragantó ante el pensamiento de lo que todo aquello había tenido como consecuencia... años de abuso hacia el pobre chico... ¡Merlín! Se sentía como un idiota.

 

Cuando por fin levantó la vista, Harry estaba dormido con la cabeza recargada en el respaldo del sillón, la combinación de las pociones, las lesiones y el no dormir por fin le había hecho efecto. Se veía tan inocente, y aún así Snape sabía que llevaba una vida mucho más difícil que cualquiera con la que hubiera querido compararla, y eso, al ser un Mortífago, era decir mucho.

 

¿Qué era lo que el anciano estaba pensando? Éste era el chico que se suponía salvaría al mundo, aunque, si lo mirabas ahora parecía como si se fuera a caer cuando una fuerte brisa le pegara. ¿Por qué Harry quería salvar un mundo en el que ni una sola persona se había dado cuenta de sus moretones y heridas, y le había preguntado qué pasaba? Sabía que debía incluirse en ese grupo pues él siempre pensó que el hijo de James era malcriado e indisciplinado. Jamás se preguntó por qué el chico estaba tan pequeño y flaco para su edad. Para empeorar las cosas, con su propia infancia y siendo el jefe de la casa Slytherin, sabía perfectamente que buscar en un niño que era abusado. Su casa estaba llena de ellos.

 

Sacudió su cabeza mientras ponía al muchacho en una posición más cómoda, lo acostó y puso una sábana encima del chico dormido. Sus dedos picaban ante las ganas de pasarlos por los mechones negros, pero se contuvo. Regla número uno... nunca toques a un niño que fue abusado, especialmente cuando están durmiendo. Apagó las velas, dejando una encendida sobre la mesa baja, para que si Harry se despertaba pudiera ver en dónde se encontraba. Snape también dejó su puerta entreabierta después de haber entrado para prepararse para dormir, por si Harry necesitaba algo durante lo que restaba de la noche.

 

Se recostó en su cálida cama mientras intentaba dejar quietos todos los pensamientos que corrían alrededor de su cabeza. Realmente no sabía que iba a ser ahora que sabía todo, y no sabía que iba a pasar cuando el Director se enterara de que había curado al chico. ¿Habría hecho algo distinto si hubiera conocido los deseos del Director?... ¡Claro que no! Se alegraba de haber sanado al muchacho.

 

Se prometió a sí mismo, mientras sentía que el sueña por fin comenzaba a apoderarse de él, que iba a continuar sanando, protegiendo y ayudando a Harry Potter, de cualquier manera posible. NO IMPOTABA QUIÉN dijera qué, ‘Potter’...’el chico’ se había convertido en Harry... alguien que valía la pena salvar. Con esa decisión, finalmente cayó en un sueño intranquilo.

 

 

 

 

 

 

 

*En el original dice “He had became an emotional wreck” Y no pude encontrar una mejor manera de traducirlo, cualquier sugerencia es bien recibida, y agradecida

Notas finales:

WoW!! me tardé bastante en este primer capítulo hehe, es mi primera traducción así que espero les guste.

A parte de traducir etsa histria, voy a traducir otra y voy a seguir escribiendo mi historia "Where I Stood" les agradecería mucho que le dieran una checadita y se tomaran unos minutitos en comentar ^^

Bien, esta historia llamó muuucho mi atención cuando la empecé a leer, solo con leer el primer capítulo me quedé picada, así que espero pase lo mismo con ustedes ^^

COmo ya les dije es mi primera traducción, así que si encuentran algún erro, o algo que no tenga lógica avísenme y lo corrigo :)

Los dejo por ahora, mañana subo el primer capítulo de mi otra traduccion "Fate is a Four letter Word" la cual es muuuuuuuy larga hahaha y el domingo yo creo subo un nuevo capítulo de "Where I stood" :D

Les mando muchos besos!!

Malfoyzitha


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