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Corazon de Chocolate por RedGlassesGirl

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

— diálogos.

"pensamientos"

(N/A: nota del autor).

[1], [2], [3], etc. Notas al pie.

Historia e ilustración: Redglasses Girl.

Pareja: Yuuram.

Advertencias: Lemon, sexo explicito.


 

Yeah! Feliz Valentín atrasado meses XD!

Antes de que lean este fic les voy a dejar una guía de los tipos de regalos que obsequian los japoneses en materia de chocolates. Si, no todos los chocolates que se entregan en San Valentín en Japón son iguales, existen diferentes 'categorías' que simbolizan el aprecio a la persona a la cual le estas regalando. Y en este oneshot es importante porque Yuuri y Murata van a nombrar la mayoría de estas (en sus diálogos voy a dar a entender de cual están hablando, no tienen que recordar los nombres exactos, no soy tan mala como para hacerlos volver arriba y mirar la lista):

*Honmei choco: Chocolate 'verdadero'. Es referente al que regalas a la pareja, a la persona que amas, al chico que te gusta. Las chicas japonesas suelen comprar marcas caras de chocolates, o hacerlos a mano. Claro que esta última opción es dejar tu alma en eso, se mandan cada cosa impresionante! O_o Y a los chicos en si no les importa tanto, más bien es el hecho de recibir algo de alguien lo que les pone contentos.

*Giri Choco: Chocolate de amabilidad (Giri no es una palabra exactamente en japonés). Un chocolate barato para amigos, padres, hermanos, el jefe de tu trabajo o un compañero. Digamos…para quedar bien o porque no tienes ganas de quedar fuera de la festividad y regalar algo. Una simple cordialidad y en algunos casos obligación.

*Fami choco: Chocolate para la familia. Entre padres e hijos, hermanos, primos, etc.

*Tomo choco: Chocolate para amigos (tomo es abreviatura de Tomodachi, que significa amigo). Más popular entre las chicas y los niños pequeños. En estados unidos se hace entre todos los niños de la clase esto, aunque es cruel en parte porque si alguno no reciben nada se queda todo triste awww D: …..y traumatizado por largo tiempo a veces.

*Sewa Choco: Chocolate de agradecimiento. Para devolver un favor a alguien, sea quien sea.

*Gyaku Choco: Chocolate 'al revés'. Es cuando el varón regala chocolate a una chica. Hay compañías chocolateras muy elocuentes que hicieron etiquetas escritas al revés….como un chiste para acompañar el juego de palabras. Todos unos empresarios lucrativos ja!

También se dice que algunas chicas pretenciosas regalan un chocolate caro estimando el valor del regalo que va a recibir en el día blanco como retribución por parte de su pareja, claro que son casos aislados. Y una cosa extra, en Japón hay muchas obligaciones respecto a los regalos por tradición con, pero el famoso White Day, donde en el 14 de Marzo podes devolver la gracia a la persona que te regalo en San Valentín no es obligatorio. Es cosa de uno mismo si va a devolver el favor, ya se aceptando o no el sentimiento de la otra persona en caso de confesión.

Y esta fue la clase del chocolate de San Valentín, espero que la hayan disfrutado :D yay! Como verán a veces las cosas son más complejas de lo que uno cree, por mi parte me gusta aprender de otras tradiciones =P fue interesante esto de los chocolates.


Capitulo 1 – San Valentín.

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Yuuri se paro en puntillas y con cuidado de no perder el equilibrio sobre el pequeño escritorio se estiro lo más que pudo hasta que logro pegar la soga que tenía en sus manos con cinta adhesiva sobre el marco de la ventana. Al terminar sin querer miro hacia abajo a través de la ventana, la perspectiva le aturdió un poco, era el tercer piso y frente a él solo estaba el vidrio y la nada. El pupitre donde estaba parado tenia justo la misma altura que el comienzo de la ventana y eso lo volvía peor, se sentía parado en el aire. Se recompuso antes de que le diera un mareo y con cuidado bajo.

—L-listo…ya está. — pudo decir aliviado, su encuentro cercano y a la vez lejano con la muerte lo había afectado un poco, pero no quería demostrar su perturbación, podía simular que no le había dado nada de miedo y mantener su orgullo.

—Muchas gracias Shibuya-kun, de verdad, yo no podría haber alcanzado. —

Una chica lo había esperado todo el tiempo a un lado observándole, bastante alta pero sin llegar ni cerca a la altura de él. Tenía un tinte elegante, del tipo de elegancia que tienen los alumnos demasiado aplicados, muy correcta en todo sentido aunque no por eso se veía rígida o aburrida. No era fea, tampoco linda si eras demasiado quisquilloso, era una compañera normal que ni siquiera compartía su mismo salón. Lo único que tenían en común con ella era que había estado ayudando en el consejo estudiantil durante una semana como asistente en la parte de decoraciones por San Valentín.

Sin mucha suerte de su lado no pudo negarse cuando en el sorteo salió elegido, se había armado un grupo con un estudiante de cada salón para que se encargaran de todo lo referente a la festividad. Entre ellos también de la decoración donde tomo parte el moreno junto a los demás varones elegidos, ya que al ser chicos eran más fuertes y más altos como para cargar cajas o llegar a lugares altos fácilmente. En cambio las chicas fueron las encargadas de preparar todos los adornos y la publicidad de las mini actividades que se darían ese día.

Otra aula más había terminado de ser decorada, la ultima que le correspondía a él y que marcaba el final de su temporada de asistente. Una fina soga recorría toda la habitación a gran altura sosteniendo adornitos de papel en forma de corazones. Además de eso el pizarrón, la puerta, las ventanas y los armarios de limpieza habían sido decorados con algún que otro adorno demasiado rosa o femenino para su gusto. No era excesivo, no se les había permitido más que algo sutil y todos los salones eran exactamente iguales.

La fecha venidera había causado mucho revuelo entre los estudiantes y en especial todas las chicas. Pero para el pelinegro jugador de Baseball no era nada muy especial, todos los años era simplemente un día más en su vida, jamás había sido popular como para ser perseguido por chicas intentando entregarles sus chocolates. Ni siquiera le habían regalado uno nunca, a excepción de su madre y su hermano, y los años que se sentía inspirado su padre solía comprar algo para todos también. Aunque se lamentaba un poco observando las grandes filas que hacían las mujeres para comprar desesperadas un chocolate, a veces por horas o hasta teniendo riñas cuando solo quedaban unos pocos, y que seguro no habría ninguna chica viviendo esa guerra por él, podía vivir con eso.

Tres días faltaban para el 14 de Febrero y pasaron volando, nada fuera de lo normal excepto ese examen sorpresa en el que esperaba que no le haya ido tan mal dentro de lo mediocre de su desempeño. La campana sonaba a sus espaldas, el clásico timbre melodioso que ya tenía grabado en la memoria de tantos años de escucharlo, caminaba solitario entre otros pocos alumnos que iban a buscar sus bicicletas al mismo lugar. Desengancho la rueda del sostén en el piso y cuando estaba por comenzar a llevarla hacia la entrada lo detuvieron.

—Shibuya-kun. — una voz femenina conocida, se dio la vuelta y vio a su compañera. No había nadie alrededor, los demás alumnos ya se habían ido de inmediato al tomar sus bicicletas y los que no tenían no se acercaban por el estacionamiento ya que estaba apartado del camino principal que daba a la salida.

—Ah, Terayama-chan, ¿también ya te vas?— pregunto sonriendo amable como siempre, haber trabajado con ella la última semana le había hecho un poco más fácil relacionarse, no se llevaba muy bien con las personas que no conocía, pero si tomaba aunque sea un poco de confianza podía ser más sociable. Solo un poco, digamos que no era el chico más abierto del mundo a menos que tuviera algo en común con la otra persona que le diera pie a relacionarse más por cuenta propia. La chica que se encontraba parada con los brazos tas de ella negó levemente con la cabeza mientras sonrió.

—Vine….a darte esto. — dijo sin demostrar tanto nerviosismo y de manera calmada y dulce observándolo a los ojos. Descubrió la bolsita que tenia tras su espalda y la extendió con sus dos manos suavemente invitándole a tomarla. Por inercia Yuuri estiro una mano y la tomo de la manija.

— ¿Qué es?— pregunto mientras inocentemente miraba dentro pensando si había olvidado algo ese día en clase.

—Chocolate. — le dijo naturalmente la chica en el mismo tono de antes.

—Ahh, chocolate….chocolate… ¡WA! ¡¿Enserio?— reacciono tardíamente Yuuri, miro a la chica y noto que la estaba haciendo sentir incomoda gritando así de repente. "Oh bueno, creo que debe sentirse agradecida por las veces que le ayude con su trabajo". Se aclaro la garganta y se dejo de hacer papelones.

—Ah ¡Muchas gracias!— respondió animado dedicándole una radiante sonrisa. Siendo él no se podía esperar menos, su reacción fue muy natural y no quería hacerse ver o parecer genial adrede, pero para la chica esa sonrisa fue más que suficiente ya que era lo que le gustaba del moreno, esa naturalidad y energía que tenía el chico. Simplemente movió un poco su mano agitándola frente a ella para decir un mudo 'no es nada', él solo le sonrió nuevamente y como no había más por hacer decidió que era hora de irse, puso la bolsa en el canasto de la bici y subió. —Nos vemos mañana Terayama-chan, ¡adiós!— saludo enérgico y arranco.

La chica quedo atrás parada, por fin suspiro dejando salir el aire y los nervios que se había estado guardando. Su rostro se ruborizo fuertemente de golpe, la imagen del moreno le había pegado duro, pero se sentía más aliviada de haber logrado mantener la compostura y entregado su regalo sin pasar vergüenza.

Yuuri en cuestión de 15 minutos estaba ya en la puerta de su casa, el viaje era largo si lo hacía a pie pero con su bicicleta se ahorraba mucho tiempo, especialmente tomando aquel trecho de varias cuadras donde la calle iba en bajada, se podría decir que era su parte favorita. Llego, estaciono su bicicleta, entro y saludo como todos los días. Pero no era un día como todos los días… sabía que en cuestión de minutos algo 'malo' le iba a pasar.

—¡Yuuu-chan!— el grito se escucho rápido y melodioso mientras veía solo la sombra del cuerpo de su madre abalanzarse sobre él y comenzar a abrazarlo asfixiantemente. Apenas le había dado tiempo a dejar sus zapatos y subir el escaloncito del recibidor y ya había sido abordado por ella, su madre tenía una obsesión por ese día en demostrar amor a sus hijos. Reclinado sobre el marco de la entrada al living su hermano lo observo con tres cajas en sus manos, una grande y otras dos más pequeñas encima. Por el color de los envoltorios podía suponer que las dos pequeñas eran de parte de Shouri y su madre, y la otra ya imaginaba para qué era.

— ¡Sho-chan, los chocolates!— ordenó emocionada la mujer al fin liberándolo, el moreno ni si quiera se molesto en quejarse ya que no había caso, solo se masajeo el cuello para recomponer sus huesos.

—Yuu-chan, feliz San Valentín. Este es de mama, este mío y este para que lleves al otro lado. — le dijo su hermano mientras le entregaba las cajas. Dicen que cada casa es un mundo, y en el de él su madre y su hermano no dejaban pasar San Valentín sin regalo, a pesar de que en el caso de Shouri era aun más especial que siendo un chico regalar chocolate. Por su lado, el moreno no entregaba nada nunca, prefería mantener la tradición, no le iba mucho la idea de un 'Gyaku Choco' invirtiendo papeles y él no sufría ningún complejo de hermano extraño.

—Gracias, con esto tengo como para una semana de chocolates. — abrió la bolsa que tenía en sus manos y metió las cajas nuevas junto a la que ya tenía dentro. En ese momento los demás notaron que el chico llevaba eso en sus manos.

—Yuu-chan…eso… — se sorprendió Miko y abrió los ojos ilusionada.

— ¡¿Acaso eso es…?— exclamo alarmado Shouri.

— ¡Nada! ¡No es nada! Ya me tengo que ir mama, me esperan, no tengo tiempo. ¡Adiós!— tiro el maletín a un lado en la entrada y corrió subiendo las escaleras a toda velocidad.

—¡Yuu-chan! Esos son chocolates ¡¿verdad? Si tienes novia tienes que presentármela para que tu hermano le dé el visto bueno!

— ¡Yuu-chan cuéntale a mama que es eso! ¡No puedes hacer sentir mal a Wolf-chan!

A los pocos segundos se escucho el ruido de la puerta corrediza y el sonido del chapuzón en el agua.


"¿Cómo explicarle a ellos que es Giri Choco? Nunca me escuchan y seguramente no me creerían que no fue una confesión o algo así….y comenzarían a hacer escándalo". Suspiro el moreno sentado en el agua dentro de la enorme pileta de su baño privado. Nuevamente estaba en su castillo, tan grande e imponente como siempre, pero se sentía como otro hogar acogedor a su manera. Observo la bolsa de cartón con las cajas dentro, ahora recubierta de otra bolsa de plástico transparente que había tomado del baño, al parecer el agua no se había filtrado ni un poco.

En un abrir y cerrar de ojos fue recibido, obtuvo ropa limpia y seca, se cambió y alistó para ser directamente llevado a su despacho. Sabía que nunca podría escapar del papeleo, estaba rendido a sus obligaciones. Gwendal y Günter ofrecían compañía silenciosa sentados en la extensa mesa frente a su gran escritorio personal, cada uno también tenía sus trabajos por hacer. Era tan extraño ver a su secretario tranquilo y tan seriamente hermoso siendo que apenas lo recibió era un mar de lágrimas, mocos y melodrama.

Era temprano aun, su día de clases había terminado normalmente por la tarde, pero al llegar a Shin Makoku donde el tiempo corría diferente el día apenas había comenzado. Era normal que tuviera algo de hambre extra a diferencia de todos los demás, pero faltaban unas horas para el almuerzo aun, así que podía permitirse algunas golosinas, después de todo era un día especial donde obtenía grandes cantidades de chocolate. Levanto su bolsa que había dejado junto a él y observo las cajas dentro, esta vez había más para elegir. Sabía el estilo que tendrían los de su madre y los de su hermano, la caja grande no era de el así que no podía tocarla pero también podía imaginar que tenia dentro, en cambio el de su compañera era un total y dulce misterio.

"¿Barras de chocolate, masitas, trufas, bombones, cupcakes? Me pregunto que serán". Intrigado y divertido coloco la caja en frente de él, quito el moño, rompió el envoltorio y le saco la tapa. Oh, gran sorpresa fue encontrar que dentro de esa cajita no había varias unidades de alguna cosa, sino una única y sola pieza enorme de chocolate. Un corazón más bien dicho, y este estaba muy bien decorado.

"Para Shibuya de Terayama, te quiero." era el único y simple mensaje que estaba escrito con glaseado rosa sobre la cobertura blanca encima de la base de chocolate negro. Los bordes tenían unos lindos relieves en negro oscuro, seguramente un chocolate diferente más amargo, y sobre una esquina algunas ralladuras acompañaban una pequeña rosa roja con hojitas verdes también de glasé. La escritura y los detalles no eran perfectos, se notaba que no estaba hecho por un profesional pero tenía mucho esfuerzo y dedicación seguro.

Yuuri observo en silencio anonadado.-"…Honmei".-murmuro bajito aun sin caer del todo en cuenta.-"Ho-…¡Honmei!".- repitió con más seguridad, sus acompañantes en la habitación levantaron la vista.-"Ho-ho—ho-ho-¡Honmei! ¡HONMEI!".- necesitaba repetirlo porque aun no lo creía, pero el chocolate seguía en la mesa dentro de la caja frente a él. Busco la mirada de sus acompañantes, Gwendal lo miraba intrigado y con su ceño fruncido y Günter no comprendía nada de lo que pasaba.-"¡Honmei! ¡Chocolate Honmei! ¡Tengo uno! Me regalaron uno de verdad ¡Es de verdad!".- les comento emocionado haciendo ademanes ahora parado frente a su caja.

Pero su secretario seguía sin comprender ni una palabra de lo que decía su rey, y el general menos. Ante la falta de reacción de sus acompañantes el moreno se vio decepcionado, claro que era normal que los mazokus no supieran nada de San Valentín y sus costumbres, pero el necesitaba ahora alguien con quien compartir su emoción. Miro para todos lados sin saber qué hacer, ¿a quién contarle?, y le invadió una estúpida desesperación mientras continuaba sonriendo sin parar, realmente sentía el impulso de salir corriendo por los pasillos y tal vez gritar en el patio su victoria adolescente, después de todo nadie entendería.

Pero antes de que tuviera tiempo de dejarse llevar por un impulso llegaron visitas a su despacho. — ¡Yo! ¡Shibuya!— saludo alegre y vivaz el gran sabio al entrar, seguido de él hizo presencia el príncipe rubio sonriendo a su encuentro, llevaba un tiempo sin ver a su prometido.

— ¡Murata! ¡Dios, Murata, no sabes cómo me alegra que hayas venido! Justo lo que necesitaba— la excesiva felicidad por ver a su amigo le molesto al pobre Wolfram quien fue totalmente ignorado, ya que Yuuri no le brindo ni una mirada. El Sabio se asombro de la excesiva atención de su amigo y esperaba que el moreno no saliera con algo raro que lo dejara en la mira de la ira del príncipe caprichoso.

—Murata ¡adivina que!... ¡Honmei, tengo un Honmei!

— ¡¿Cómo?— inmediatamente olvido todas las preocupaciones que acarreaba en ese mundo y le dio la respuesta que Yuuri estaba buscando al impresionarse con tal noticia, tiempo de ser adolescentes de secundaria. —No, eso no puede ser ¡Estas mintiendo!— bromeo sin creerlo aun.

— ¡No, no, no! ¡Yo TENGO uno, después de tantos años al fin! Mira, mira. — con emoción y una enorme sonrisa tomo se acerco a su amigo y lo tomo por los hombros guiándolo a su escritorio hasta la caja.

— ¡Shibuya, no es justo! Esto realmente no es justo, mira eso…No es solo Honmei, ¡es Honmei hecho a mano!— lloriqueo el chico de lentes, la competencia jamás establecida en palabras acerca de quién podría recibir primero un regalo-confesión de ese tipo la había perdido. — ¡Estoy celoso, solo míralo! Imagina el trabajo que llevo hacer eso. Tienes que contarme todo ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo?— el moreno sonrió estúpidamente victorioso complacido del todo ante la emoción de su mejor amigo y se revolvió aun más alegre.

Wolfram, quien se encontraba al margen de la situación hasta el momento por no saber cómo reaccionar y no comprender absolutamente nada, aunque se esforzara por lograrlo, los había seguido hasta la mesa. Extrañado observo dentro de la caja, chocolate en forma de corazón con algo que era similar a los símbolos con los que Yuuri escribía su firma, pero por supuesto no eran más que formas extrañas aunque el supiera que había algo escrito. Lo único que comprendía perfectamente era la forma de aquel dulce y que fue un regalo para el moreno, la intriga lo carcomía por dentro. — ¿Tu sabes qué es?— susurro al consejero que se encontraba en la misma situación a su lado y del cual sabia que compartía la curiosidad mortal. Günter negó levemente y el rubio bufo en desagrado por lo inútil que le considero al no tener una respuesta.

Lo único que podían hacer era prestar toda su atención a la conversación y cada detalle de lo que dijeran ambos pelinegros, aunque viéndolos tan ensimismados no querían interrumpir aun para preguntar qué era lo que pasaba.

—Hoy en el estacionamiento, fue Terayama-chan, aunque te juro que yo pensé que era Giri. Jamás hubiera esperado esto, yo pensaba que solo era algo porque habíamos trabajado juntos unos días y era amable conmigo.

— ¿Terayama-chan? No conozco chicas de tu instituto, solo los chicos del club de Baseball, ¿Quién es ella?

—Oh bueno yo tampoco la conocía, ni siquiera están cerca nuestros salones y ya sabes que no soy bueno hablando con gente que no conozco. Tampoco es que ella hable mucho, pero fue todo una coincidencia por lo de las decoraciones de San Valentín, terminamos en el grupo de asistentes de decoración. Ella parece….la delegada de su clase o algo así".-

—Wow, eso suena a que es muy seria, aunque la delegada de la clase no está mal. — comentó picaronamente el sabio escondiéndose unos momentos tras sus gafas con una sonrisa tonta, Yuuri le dio un golpecito en el hombro para cortar con sus burlas y el solo dejo escapar una leve carcajada al verlo enojado. A esta instancia el cerebro del rubio no necesito atar muchos cabos para emitir la señal de activación del modo 'celos y enojo'

— ¿Y qué harás con ella?

— ¿Como que qué haré?— preguntó ingenuamente el moreno, en esos momentos estaba pensando en cualquier cosa menos en la obviedad del asunto más importante.

—Pues que le vas a responder, Shibuya, que mas sino. — reprocho con enojo su amigo, a veces el rey hacia que su paciencia terminara en el tacho en cuestión de segundos. Antes de darle tiempo al príncipe a hacer un comentario sobre la inminente ejecución que llevaría a cabo dependiendo de la respuesta que diera o simplemente si lo dudara, Yuuri no vacilo y respondió con toda naturalidad.

—Ah, eso. Voy a rechazarla por supuesto.

— ¡¿Así sin más? Nunca pensé que fueras tan frio, ni siquiera dudaste. — hizo hincapié Murata, sorprendido realmente y a la vez remarcando lo que todos estaban pensando en ese momento.

—Pensé que estabas feliz de que alguien se haya confesado, además ese chocolate es hecho a mano con tanto trabajo.

—¡Oi, oi, no me pintes como un monstruo! No es que no esté feliz de gustarle a alguien y el chocolate es más de lo que podría haber esperado nunca en un San Valentín. Pero no me gusta ella y no voy a mentirle, sinceramente si hubiera sabido que era Honmei creo que no lo hubiera aceptado desde el principio. Ya es suficientemente malo haberlo tomado, supongo que le di esperanzas y será peor tener que decir que no saldré con ella, por eso creo que al menos con todo el esfuerzo que puso en esto merece una respuesta sincera, ¿no te parece?

Tendría que abortar la misión ejecutora del moreno luego de esa respuesta, pero el rubio había quedado lo suficientemente sorprendido para no recordarlo en ese momento. Ciertamente no esperaba una postura tan centrada por parte de su prometido, por suerte las caras de los demás presentes le dieron a entender que no solo era él quien lo había sentido mucho más maduro que de costumbre, todos estaban algo anonadados. No tenía nada que ver con ser engañado, Yuuri coqueteando con otras personas, o la charla de él con el sabio sobre mujeres y la posibilidad de relaciones amorosas con ellas; sino con la reflexión del pelinegro en sí misma. Estos eran los pocos momentos en los que Wolfram se sentía orgulloso de él y admiraba esa manera tan justa y bondadosa de pensar.

—….supongo que tienes razón. Aunque porque desperdiciar esto, se ve delicioso. — comentó Murata acerca del enorme y tan tentador chocolate que era el objeto de la atención de todos en ese momento, con tan buena pinta cualquiera querría probarlo.

— ¡Tsk, no lo toques! Yo soy el único que puede comerlo, es mío. — le reprendió el moreno al chasquear la lengua y darle una bofetada en la mano antes de que llegara siquiera a rozar aquel bombón.

— ¡Auch! No seas mezquino, eso es suficiente para todos los que estamos aquí y hasta sobra.

—No soy mezquino. Ella lo hizo especialmente para mi así que voy a comerlo todo yo solo. Es lo menos que puedo hacer ya que voy a rechazarla si lo he aceptado.

— ¡¿Shibuya, desde cuando te volviste tan serio?

No era seriedad, era glotonería bien fundamentada.


—Nee, nee, ¿Wolfram me estas escuchando? ¿Qué crees que debería comprar?

La voz de Yuuri era irritante ya después de más de veinte minutos que el rubio intentaba ignorarle pero el chico no paraba, escondido tras su libro pensó que podría ignorarlo un poco más a ver si realmente captaba la indirecta.

—Vamos Wolf, ¿qué crees que debería comprar? Es una chica, no tengo idea que debería comprarle. Vamos, dime qué piensas.

El rubio ofuscado bajo un poco el libro que sostenía y lo miro por el rabillo del ojo. —Yuuri, ¿no ves que estoy intentando leer?

El moreno lo observo con esos grandes ojos negros y lentamente llevo de nuevo el enorme chocolate a medio comer para mordisquearlo de manera tierna un poco mas como si fuera alguna especie de ardilla o animalito roedor. El silencio fue música para sus oídos, volvió la vista a su libro y comenzó a intentar concentrarse en esos símbolos que tanto le costaba recordar aun, leer en japonés era muy complicado, pero que las historias fueran totalmente ilustradas ayudaba mucho. Además ese tipo de arte era tan interesante para estudiar y tomar conceptos.

Su lapso de paz para la concentración le duro poco. —Enserio Wolf, ¿no sabes que podría comprar?

— ¡Mierda! ¡¿No te dije que te callaras? ¿Qué carajo me interesa lo que le regales? y NO, no tengo idea de que podría ser, no tengo idea de cómo piensan las mujeres y menos las de la Tierra. ¡Tal vez algo tierno y pequeñito y ya! A todas les gustan esas porquerías. Además, ¿Por qué tienes que preguntarme a MI sobre que regalarle como retribución a la persona que se te confeso, acaso te estás burlando o qué?...Además, ¿no dijiste que la rechazarías?, si no entendí mal tus costumbres no tendrías porque regalar nada de retribución.

— ¡Peeeero Woolf! Estaría bien si fuera algo normal comprado, pero se esforzó mucho en esto, merece algo de respeto. Siento que algo tengo que darle, aunque solo como agradecimiento….después de todo no voy a aceptarla, es como… ¿un premio consuelo tal vez?".- lloriqueo Yuuri sin importarle que había logrado sacar al rubio de sus casillas, después de tanto tiempo los ataques de ira de Wolf habían pasado a ser normales para él. Pese a que en realidad el culpable de todos esos ataques siempre era él y su estupidez.

El príncipe dio la causa por perdida y volvió a su lectura, por enésima vez observo la viñeta del manga que intentaba leer desde hace un rato. Para su satisfacción tuvo sus minutos de paz y llego a avanzar varias páginas, las cosas se ponían interesantes y aunque fuera complicado de leer en kanjis y de vez en cuando términos en ingles ese tipo de libros le atrapaban mucho más que los comunes solo de texto, y de paso tal vez aprendería algo más acerca de las costumbres de Yuuri.

—Uuuughh…. — se quejo el moreno y se retorció un poco doblándose y tomándose el estomago, por unos momentos su cuerpo había amenazado con un retortijón de esos que terminan muy mal.

—Creo que realmente deberías dejar de comer eso, te vas a poner enfermo. ¿Por qué no le compartes algo a Greta?, seguro le va a encantar. — Estuvo a punto de flanquear y sugerir que le convidara a él, pero no podía caer tan bajo como para consumir algo que fue regalado con esas intenciones a su prometido, por mas buena pinta que el dulce tuviese.

—Pero…No, no puedo. Es mío, lo hicieron para mí y me lo tengo que comer todo, ¡por mi honor!

— ¡¿Cuál honor?...¡¿Y necesitas comerlo todo ahora mismo? Digo, podrías comerlo en varios días…..¡¿Y porque te estás esforzando tanto por alguien que ni conoces?— explotó al fin el rubio, ciertamente esos ataques de Yuuri de buena voluntad y benevolencia hacia todo el mundo le irritaban de sobremanera. Amaba a su idiota amable que tenia por compañero, pero lo que no amaba era el hecho de que se esforzara hasta límites como este por una desconocida, o el anciano que se cayó en la calle, o los niños que perdieron las monedas para comprar dulces, o quien sea que fuera…..menos él.

— ¡Mi honor como hombre!— aseguro Yuuri con decisión y alzando un puño en una pose genial. El rubio lo observo y solo pudo obtener una de esas arrugas en la frente parecidas a las de Gwendal.

— ¡Es todo!— dijo dando un golpe en la mesa y poniéndose de pie, tiro el manga que casi voltea su taza de té y anuncio con decisión. —Si tanto te gusta ese estúpido regalo…..Yo voy a demostrar, en el nombre de la familia Bielefeld, como noble y como prometido del rey que soy, que puedo hacer un regalo tan bueno….NO, mucho mejor que ese estúpido chocolate para tu San Valentín. ¡Lo juro por mi madre!

Y todo justo ahora que se había encariñado de aquel personaje que usaba magia de fuego como él. Tendría que posponer su lectura para otro día y recordar que cuando terminara Yuuri le explicara un par de cosas acerca de esa historia y su mundo. No dudo más y salió a toda velocidad del lugar.


14 de Febrero 13:45hs

Lugar: cambiadores del baño privado del Maou.

El revuelo de sirvientes la pasada hora había sido notorio, justo un tiempo después de la hora del té cuando Wolfram desapareció. Yuuri había caminado por el pasillo al lugar citado y aun se notaba lo atareados que estaban la mitad del personal del lugar, podía imaginar que el rubio había optado por planear algo en grande, sea lo que sea que haya hecho.

"¿Pero porque el baño?" pensó el moreno intrigado y sintiéndose raro después de haber sido obligado a desnudarse por los sirvientes que no le dejaron protestar pese a su vergüenza despojándolo de todas sus ropas, hasta quedar como dios lo trajo al mundo y atado una toalla a la cintura. Con el rubor aun en el rostro se decidió a entrar al gran y húmedo salón."¿Y Qué es ese olor?".

— ¡Yuuri!— La cabellera dorada se meció mientras el rubio daba vuelta su cabeza y una sonrisa conforme se formaba en sus labios. Como siempre para el moreno esas sonrisas eran dignas de admirar, pero esta vez no pudo ya que lo que le llamo la atención era la cosa que emanaba el aroma dulce tan familiar que le había llegado hacia unos segundos.

Chocolate caliente.

—Wolfram….. ¿Porque la bañera está llena de chocolate?— pregunto pausadamente petrificado desde su lugar. A metros de él la tina más pequeñas del lugar, pero que no tenía menos de cinco metros, se encontraba llena del suave líquido marrón. Y dentro de ella como si nada el príncipe sumergido hasta la cintura ahora con sus brazos apoyados en el borde.

— ¡¿No es genial? Te gusta el chocolate, ahora puedes tener todo el que quieras. ¡Ven!— invito mas sonriente que nunca mientras lo llamaba agitando su mano, el se encontraba emocionado pero el moreno seguía anonadado.

— ¿Aaah?

—Vamos, ven, no te hagas rogar, el baño te sentara bien. No me vas a decir que el chocolate no es erótico, y dicen que es bueno para la piel también— comento el rubio dudando acerca de eso ultimo llevando su mano a la barbilla. Igual no importaba, los baños eran más buenos para el espíritu primero, luego para el cuerpo.

— ¡¿Aaaaaah?

—Si no te alcanza con el chocolate, también puedes….tenerme….a mí".- un leve rubor rosa que el moreno no pudo detectar por la distancia se formo en sus mejillas, y no era producto del calor que emanaba el lugar. Hacía mucho que no era tan osado en ese tipo de temas, y en cierta manera extrañaba tantear el terreno.

—¡¿AAAAAAAHHHH?

— ¿Yuuri?... ¿Pasa algo? ¿Por qué gritas? ¿Te sientes mal? Hace rato que no hablas…— apenas el rubio atino a salir del lugar y poso un pie fuera en el borde la sustancia viscosa comenzó a escurrir por su cuerpo afinando la capa que lo cubría cada vez mas y mas. Esta vez no había toalla extra que lo cubriera, solo la cobertura de chocolate, pero antes de permitirse apreciar un segundo más el rey entro en pánico.

-"¡AAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!".-

—¡¿Yuuri? ¡¿Dónde vas?...¡¿Yuuri? ¡¿YUURIIII?"- el eco de la voz del moreno retumbo y el sonido de la puerta al golpearse luego. Sin comprender aun el rubio luego de unos minutos volvió a sumergirse y se apoyó en el borde nuevamente dejando reposar su cara en su mano con desgano.

—Tal vez…era demasiado chocolate. —se lamento y observo la sustancia oscura pensando que haría ahora con todo ese abastecimiento ilimitado de dulce.


14 de Febrero 16:00hs

Lugar: pasillo frente al pequeño salón de reuniones del ala oeste.

Yuuri aun no podía creer lo del baño, la pileta llena de chocolate y ni hablar de lo sucedido con su prometido. Con recelo observo la puerta del lugar, la incógnita en su mente era si lo que venía a continuación planeado por el rubio seria acompañado de otra propuesta para mayores de 18 años o no, que era lo que mas temía. Prefería evitar los momentos de incomodidad y las 'sorpresitas'.

Suspiro y giro la manija de la puerta, no había nada raro, todo era normal en la sala de reuniones tan arreglada y bien dispuesta como siempre. Wolfram le esperaba parado junto a la ventana del lugar y por segunda vez al verlo se le noto la emoción en la sonrisa, su segundo intento como regalo seria puesto a prueba, quería impresionar al moreno.

—Tengo tu regalo Yuuri, ¿estás listo para verlo?

—Claro— respondió alegre el rey, esta vez seguramente sería algo normal, claro que sí. El rubio comino unos pasos a un lado y recogió una soga del piso, al tirar de ella arrastro algo tapado por una manta sobre una pequeña plataforma con rueditas de madera hacia el centro de la habitación.

—Sabes, creo que el chocolate en el baño no fue buena idea, pero no podíamos desperdiciarlo y se cuanto te molesta derrochar las cosas también…—. El moreno asintió en afirmación aunque algo más nervioso que antes, sea lo que fuese era….grande. Es decir, exagerado. El rubio tomo la manta y por fin mato su curiosidad cuando esta voló y zigzagueó en el aire cayendo a un lado, nuevamente se había quedado sin palabras.

Parado ahí junto a su prometido había…..otro Wolfram, pero de chocolate. Abrumadoramente realista copia del rubio hecha valla a saber cómo, pero era perturbador, como dos gotas de agua. La única diferencia era que la réplica le superaba en altura por unos 30 centímetros, el tamaño de la plataforma, pero seguramente si lo ponían al ras del piso serian exactamente iguales.

—No sabes lo que costo hacer que se secara en tan poco tiempo, necesitamos varios soldados con magia de viento. Y ni te imaginas los artesanos que se necesitaron para hacer el molde tan rápido. — Comentó extremadamente orgulloso. — ¿Por qué no lo pruebas?

Yuuri prefirió ahorrarse los comentarios, simplemente analizo un par de segundos más la situación en silencio con cara de póker, se dio media vuelta y se fue. Ni quería pensar en como suponía el rubio que probase eso.

— ¡¿Qué?... ¡¿Tampoco te gusta?— Wolfram observo a su prometido retirarse y a su réplica varias veces entre aturdido e indignado. Segundo intento, segundo fallo y algo de decepción.

—Haaa…desaste de él. — ordeno a uno de los guardias que se asomo en la puerta tras un suspiro. —Puedes hacer con esto lo que quieras.

El soldado asintió y se mantuvo firme cuando el rubio se retiro del lugar. Una vez lo vio alejarse se relajo y observo la estatua de la cual había quedado a cargo durante unos segundos, una timida sonrisa se comenzó a formar en la comisura de sus labios.


14 de Febrero 16:20hs

Lugar: Laboratorio.

— ¡…Y si juntamos todo esto podremos crear un arma más poderosa que las cuatro cajas!— comento animada la Inventora pelirroja con un aura de triunfo y mucha excitación.

— ¿No era que hacíamos una fuente de chocolate?— pregunto realmente anonadado el rubio.

Tras un breve silencio de seriedad la mujer dijo. —En algún momento nos desviamos del tema…

"Tal vez el chocolate no era una buena idea, sería mejor cambiar de rubro." se replanteo seriamente el demonio. Después de todo ya esta era la tercera vez que intentaba con el dulce y no fue la vencida precisamente.


14 de Febrero 17:30hs

Lugar: corredor cercano al despacho del Maou.

—Esta posición es incómoda para caminar.— se quejo el pelinegro quien no había hablado antes por respeto a lo emocionado del rubio.

—Solo unos cuantos pasos más, aguanta, es por la sorpresa.— se excuso aun sosteniendo sus manos sobre los ojos de Yuuri desde su espalda, ciertamente el también tenía que admitir que hubiera sido más fácil atarle una venda.

Llegaron frente a la gran puerta doble y Wolfram a duras penas intento aun mantener tapados los ojos del rey con solo una mano mientras con la otra de manera complicada abría la puerta. Dieron unos pasos más dentro y una vez se aseguro tenerlo bien posicionado lo destapo.

—Wolf, esto es…. — la expectación en los ojos del rubio aumento. —…..¿Qué es esto?—

Absolutamente toda la habitación, los muebles, las mesas, los estantes y hasta encima de las cortinas de las ventanas habían rosas. Hermosas rosas enormes de pétalos abiertos de color rojo carmesí y hojas verdes brillantes, pero la cantidad eran tan temible como estar parado frente a una jungla.

La bola de lana rosa cayo y rodo hasta pasar junto al pie del rubio lentamente desenroscando el hilo, que los ayudo al seguirlo con la mirada a descubrir al general parado en la entrada del lugar.

El general y su rostro de estupefacción, desconsuelo, enojo y en menor medida admiración.

—Hermano, me alegro que a ti también te guste la pequeña demostración de afecto hacia mi prometido.

—Wolfram.

— ¿Si, hermano?

—Lo quiero todo fuera para las seis en punto.

Es decir, en media hora como mucho. Si era antes, mejor.


14 de Febrero 17:40hs

Lugar: el rosedal.

El panorama del lugar para Dacascos fue tal cual un campo de batalla luego de que algún escuadrón fuera apaleado. Dejo caer el balde que llevaba en la mano y el agua se desparramo por el piso, regar las rosas ya no era necesario. Mejor dicho imposible porque no quedaba ni una, ni tampoco quedaría la cabeza sobre su cuello cuando Cheri-sama regresara de su próximo crucero seguramente.

Faltaban cientos de rosas en ese lugar, pero sobraban soldados vestidos de azul tirados en el piso de agotamiento entre las hojas y los utensilios para podar. Cuando todos ellos miraron al mismo punto detrás de ellos Dacascos también volteo.

—Muy bien soldados, arriba. Hay que sacar todas las rosas del despacho y…..no se, hagan algo con ellas. Tienen veinte minutos y contando.

—Aaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhh…. — se escucho el desfallecimiento al unísono de todos los presentes.


14 de Febrero 18:30hs

Lugar: despacho del Maou.

Yuuri simplemente se hacia el idiota mientras firmaba los papeles pese al abochornamiento y el sonrojo que aun le perduraba. La presencia de Gwendal en el lugar después del incidente de hacia un rato le perturbaba, aunque en un mutuo pacto silencioso cada uno prefirió no decir ni una palabra acerca del tema. Pero el no dejaba de preguntarse qué pensaría ahora de él el mayor, hubiese preferido que nadie viera la exagerada muestra de cariño de su extravagante prometido.

En realidad no sería él el que debería estar preocupado por cómo se viera frente a los ojos del hombre, sino más bien Wolfram, pero a este le importaba poco y nada. Cosa que Yuuri descubriría en un par de segundos más cuando se arrimo a la ventana para ver que era esa extraña música que había comenzado a escuchar.

Abrió la ventana y todo era más claro, aunque en su pensamiento Terrestre él no se esperaba ver a una banda de música clásica en el patio en vivo, ya que la costumbre de las grabaciones estaba muy arraigada en su cerebro. Y lo otro que no se esperaba era a Wolfram cantar, encima cantar "para él" algo que tal vez se asemejara a una nueva versión remasterizada de la canción de Titanic. ¿Por qué en ese mundo tenía que haber tantas coincidencias con el suyo?

Ahora si las ganas de cavar un pozo y tirarse para morir en él estaban completas, nuevamente el hecho de tener a Gwendal cerca mirándolo lo hacía peor. Aunque el mayor simplemente había alzado la cabeza sin moverse y como ya conocía a su hermano de toda la vida simplemente prefirió que era buen momento para comenzar a ignorar antes de que le diera mas dolores de cabeza.

De un momento a otro las cortinas se cerraron de golpe.


14 de Febrero 19:00hs

Lugar: Corredor contiguo a la biblioteca.

Los libros de texto para esta vez eran solo dos, pero enormes cual enciclopedias y muy pesados. A veces el hecho de que Günter amablemente se los acercara al despacho por si quería leerlos antes, lo cual jamás hacia, era peor que si los dejara en la biblioteca esperando por el dada la distancia entre un lugar y otro en ese castillo.

Armas de física estaba comenzando a sentirse agotado mentalmente, sería un San Valentín para recordar en el futuro."Me pregunto si lo seguirá intentando. Aunque creo que es obvio después de que le cerrara las cortinas en la cara….tal vez hubiera sido mucho mejor si solo hubiera aguantado y aceptado ese regalo. Supongo que si acepto uno por más extravagante o vergonzoso que sea al menos dejaría de hacer cosas tan raras. ¡Muy bien, eso hare! Sea lo que sea lo próximo que siga tengo que aceptarlo y así todo terminara, después de todo lo que vale es la intención."

Justo cuando estaba por preguntarse cuando seria el próximo intento y abrir la puerta de la biblioteca escucho desde el interior la tan conocida voz del rubio para él. — ¿Por primera vez estamos de acuerdo? ¿Verdad que tengo razón?

Yuuri suspiro y abrió entrando decidido a enfrentar sea lo que sea que hubiera dentro, pero no pudo ver nada enorme o extraño en el lugar. La figura del secretario y el príncipe uno junto a otro le impedían la vista de algún objeto, seguramente del cual hablaban antes de que el entrara. — ¡Heika, que gusto verlo tan puntual para sus clases!— canturreo el consejero y al moverse dejo en exhibición algo que por más que intentase no iba a poder aceptar pareciendo feliz.

Su cara ya se transformo en una mueca rara al dar el primer vistazo. —Oh…no.

"El plan, el plan." se recordó mentalmente. Necesitaba apegarse a este y esforzarse por aceptarlo. "Lo que vale es la intención. Concéntrate en la intención, concéntrate en la intención." El mantra ayudo y una leve sonrisa amable se formo en su rostro, se sorprendió a sí mismo y pensó que tal vez debería pedir un Oscar por esto. La sonrisa de Yuuri se le contagio enseguida al demonio de fuego.

—Este traje es realmente magnifico Heika, es tan refrescante que sepa apreciar su belleza. Es tan digno de un rey. — Wolfram asentía a cada palabra del peli violeta coincidiendo en la opinión, claro que con un orgullo especial por ser su idea. — ¿Porque no se lo prueba?

—Claro. — su actuación de la estatuilla de oro aun seguía en pie. Aunque fue complicado teniendo que imaginarse con esa cosa puesta, el traje era simplemente ridículo. El color ya era espantoso, no tenía algo con que comparar ese tono de verde que no suene asqueroso. Y había encontrado una nueva definición de la palabra 'exageración' o 'barroco' en ese traje, eso ya no era ni Violé, ni Crabat…..era una de esas cosas que usan los payasos de circo en el cuello y en sus manos, pero por todos lados. —¿Dónde está la parte de abajo?

— ¿Parte de abajo?— pregunto el rubio intrigado con el mayor reafirmándole con la incógnita pintada en su rostro. Esto tenía muy mala pinta.

—Los pantalones.

— ¡Ohh!...Bueno Heika en la época del 13er Maou la ropa de gala…

La sonrisa titubeo cambiando a una mueca extraña, el Oscar ya era lejano y lo que Günter explicaba con énfasis también.


14 de Febrero 19:23hs

Lugar: Biblioteca.

Se aclaro la garganta y aunque las líneas eran fáciles prefirió leerlas del papel donde las tenia escritas.

"Aunque seas un Enclenque,

Tanto que tenga que darte con un rebenque [1];

Te quiero porque eres lindo,

Aunque de tu estupidez prescindo."

Bien, Yuuri no parecía precisamente feliz. "No debería haber esperado mas de algo que me tomo diez minutos hacer…" pensó el príncipe y por cortesía le dejo igualmente el papel con su improvisado poema, después de todo lo había hecho para él.

Necesitaba otra cosa que a Yuuri realmente le gustase.


14 de Febrero 20:20hs

Lugar: salón de Artes.

Nunca en su vida había hecho algo como esto, necesitaba apuntarlo mentalmente a su lista de logros impresionantes de los cuales estar orgulloso. El conocía sus habilidades artísticas, pero hacer algo a contrarreloj era un reto en el que jamás había pensado, si no hubiera sido por necesidad jamás hubiera trabajado tan a las apuradas. Pero pese a que eran ese tipo de pinturas que él no consideraba para nada de las mejores, tenía que aceptar que se había lucido.

—Esta vez la hice como tú siempre dijiste que te gustaban enclenque, he hecho una excepción muy grande en cuanto a mi estilo por ti.— hizo hincapié algo molesto pero con ese dejo de orgullo interior.

— ¿Enserio Wolf? ¿De verdad me hiciste una como esas de tu familia que vi una vez hace mucho guardadas? — la emoción le había invadido, el arte realista del rubio era cual el de Da Vinci o mejor.

Sus pinturas eran totalmente impresionantes, pero él jamás de los jamases logro que aceptara hacerle una. Y tampoco jamás entendió esa cosa que tenía Wolfram acerca de considerar ese estilo inferior al cubista….cosas de artistas tal vez, cosas que jamás entendería. Pero lo importante era que tendría una pintura en la que se vería bien. Ya no mas desnudos, ya no mas objetos o partes del cuerpo extraños, ya no mas abstracciones que no comprendía.

Cuando la pintura le fue revelada ciertamente tenia ropa, no había objetos extraños, no había abstracciones ni colores raros. El estilo era precioso, hiperrealista con ciertos toques hasta de fantástico volviendo la pintura impresionante, lo que siempre quiso….excepto por un detalle que lo único que logro es que su rostro no esbozara una sonrisa tras tanta admiración.

Era él, con cinco años, y lo peor, con un vestido lleno de blondas y puntilla por todos lados sentado entre almohadones apomponados con una pelota de Baseball en las manos. Si su madre hubiera estado ahí con el seguramente hubiera sufrido un desmayo de amor instantáneo. Tenía que recalcar que ese detalle de la pelota de Baseball era genial, pero todo lo demás era como la pintura de una niña rica del Medioevo clásica.

—Wolfram es impresionante. — por supuesto que no mintió, era impresionante realmente. El problema era que este regalo le hacía emocionar muchísimo, pero su fijación traumática mental acerca de esos vestidos era demasiado fuerte que encarnaba una lucha interna terrible.— ¿De dónde sacaste la idea del vestido?— no pudo no preguntar, simplemente no pudo.

—Ah, bueno, tu madre tenía muchas de esas imágenes tuyas de niño, pero las únicas repetidas eran estas.

Al acercarse a la mesa vio lo inevitable, en todas las fotos el tenia un vestido diferente. —Ugh…. — se quejó levemente al verlas dejando escapar una gota de sudor por la frente, su madre lo tenía condenado con esas cosas y además se las había dado a Wolfram. No se podía sentir más humillado.

— ¿Se las tenía que dar justamente a él?— mascullo para sí mismo avergonzado. — Wolf la pintura es genial, me gusta cuando haces cosas en ese estilo.

El cumplido no había surtido efecto, el rubio estaba serio aunque no se notaba molesto ni enojado, sino mas bien pensativo y eso le llamo la atención.

— ¿Wolf pasa algo?

—No te gusta. — dijo con vos serena mientras le observaba como si analizara su expresión. Yuuri sospecho que tal vez no había puesto la mejor cara por culpa de esos traumáticos recuerdos.

— ¡Claro que me gusta! Wolfram lo pintaste genial ¿Qué no lo ves? ¡Es casi perfecto, mejor que cualquier artista de esos que salen hasta en los libros de historia!

—No….es decir, se que te gusta…..Pero no como yo quiero que te guste.

— ¿Cómo? Pero si me gusta, entonces…. ¿Wolf?— Yuuri dudo de haber hecho algo mal cuando el rubio se quito el pintorcito y se dirigió hacia la puerta. Si realmente lo había hecho sentir mal le sería difícil perdonarse a sí mismo, después de todo seguramente se había esforzado demasiado haciendo esa pintura. —Wolf no estoy mintiendo, realmente me gusta. Si dije algo malo te pido perdón.

—No hay nada malo Yuuri, esto ya es personal. Realmente voy a regalarte algo que te guste, solo espera y veras.

La sonrisa reluciente que Wolfram le dedico antes de salir lo animo y sin darse cuenta el respondió con una también, pero luego volvió a pensar que no entendía que era a lo que el rubio se refería con eso. Miro nuevamente el cuadro y pensó."Ponerlo en mi habitación tampoco estaría tan mal…."


14 de Febrero 20:40hs

Lugar: habitación de la princesa.

— ¡Taran!

—Wolfram….. ¿Estas tratando de regalarme a Greta?

—No es solo Greta enclenque, es Greta en versión pijama de conejito.

— ¡Pero sigue siendo Greta! ¡Es nuestra hija, no me la puedes regalar porque ya es de mi propiedad también!

—Yo no soy de nadie. — dijo dulcemente ofuscada la chica que colgaba en el aire sostenida por Wolfram rompiendo su silencio y haciendo vaivenes con los pies con un puchero en su tierno traje de color rosa pálido. Pero fue completamente ignorada.

—Pero te dije que no es Greta, es Greta con traje de conejito…. ¿Me vas a decir que no te parece tierna?

—Bueno si…..pero no te acepto a Greta y el traje de conejito tampoco porque a mí no me queda.

— ¡Hump!

Al menos Greta tenía pijama nuevo.


14 de Febrero 21:00hs

Lugar: habitación del rey.

— ¿Y qué tal ahora? ¡Ya no es Greta!

"¿Me pregunto de dónde demonios saco esa cosa tan rápido? Aunque podría preguntarme lo mismo para muchas de las otras cosas que me ha regalado hoy." pensó mientras se daba un golpe en la frente disimuladamente. —Su tamaño es…impresionante.

Su cama tamaño King podría meter cinco o seis personas, pero solo un conejo de peluche como ese, claro que contando que él no dormiría en la cama sino encima del conejo, que se encontraba durmiendo por él sobre ella panza arriba.

—Es lindo Wolf, pero ¿Dónde vamos a dormir nosotros?— la respuesta del rubio fue el silencio, tampoco había pensado en eso.


14 de Febrero 21:52hs

Lugar: centro comercial de Shin Makoku.

El noble mazoku descendió de su caballo y entro en la tienda frente a él.—¿Ya tiene listo lo que mande a pedir?— pregunto sin rodeos y sin saludar. Estaba agitado por el viaje pero tenía que disimular ante el vendedor.

El hombre asintió y extrasensorialmente imagino que el joven prefería las cosas rápido y ahora. Saco la caja y la coloco sobre el mostrador. —Tal cual lo pidió señor.

Wolfram se cercioro de que todo estuviera como él quería, si necesitaba cambios no tenía el tiempo para andar mandando soldados una y otra vez hasta ese lugar. El mismo había tardado un poco más de media hora a caballo a toda velocidad, la tienda quedaba en la otra punta de Shin Makoku y su regalo tenía fecha y hora de expiración. —Está todo bien, me lo llevo ¿El pago?

—Lo que se pago por adelantado es suficiente.

—Entonces me retiro.

—Que tenga un buen día.

—Igualmente. — saldo ya desde la puerta sin perder tiempo por salir. Tenía un lindo viaje de regreso pero estaba contento, este era un regalo de emergencia que había mandado a preparar con anticipación mientras se encargaba de los otros.

Al salir y desatar su caballo del poste donde lo había dejado pudo ver pegado en este un papel promocionando un evento. Lo arranco y se lo guardo para verlo con más detenimiento luego, después de todo necesitaban tener bajo control al reino en todos sus aspectos.


14 de Febrero 22:38hs

Lugar: comedor, minutos después de la cena.

— ¿Wolfie hijo dónde estabas?— pregunto la reina preocupada al ver al muchacho entrar en el lugar, la cena ya había terminado y el no se había presentado.— ¿No vas a cenar?

—No madre, gracias. Pero ahora necesito hablar con Yuuri un momento, ven con migo enclenque. — sin más palabras levanto al rey y lo arrastro con él hacia otra habitación, a lo cual nadie dijo nada y algunos en la mesa formularon una sonrisa.

Wolfram no parecía enojado, y Yuuri siendo secuestrado tampoco estaba menos feliz que de costumbre, nada de qué preocuparse más que el amor extraño que compartían ambos jóvenes a los ojos de los demás.

—Yuuri dame tu mano.

—Ok.— sintió el pelinegro mientras le entregaba la mano con su palma hacia arriba cual niño que recibe caramelos."¿Tal vez Wolfram se canso de las cosas grandes y ahora se paso al otro extremo de lo pequeño".

El demonio entrelazo sus dedos con los del moreno y le hizo dar vuelta la mano mientras con la otra diestramente abría una cajita y retiraba en cuestión de segundos algo que ni llego a ver bien porque ya estaba en su dedo medio de la mano derecha.

El rubor creció enseguida en sus mejillas tenuemente, él sabía bien que Wolfram y las tradiciones de la tierra no eran muy compatibles y que gracias a dios su madre no le había hablado mucho acerca de ellas al parecer.

Pero si por mera casualidad se le hubiera ocurrido al rubio ponerle ese anillo en el dedo anular de la mano izquierda donde se supone que va el de casamiento, o en la otra mano un dedo mas al costado donde va el de compromiso ese color carmín no hubiera pasado desapercibido ni a kilómetros de distancia.

—Mande a reservar esa piedra hace mucho desde que me entere que la tenían en una joyería de la ciudad, es la única en mucho tiempo que aparece. Mi madre tiene otra en un collar, y hay varias entre los tesoros reales, pero suelen aparecer solo cada muchos años. Supuse que ya sería hora de que tengas algo digno de un rey, pero no sabía en que ponerla, lo decidí hoy mismo así que no sé si será lo mejor. ¿Te molesta para jugar al Baseball?

—Bueno, no creo que me moleste, no es la mano con la que recibo las pelotas. — claro, porque al ser pitcher el guante va en la izquierda y es el que las recibe, para luego devolverlas con la derecha, no habría problemas seguramente.

"Además muchos jugadores de las ligas mayores usan anillos de matrimonio, ¿Por qué el mío seria un problema?" pensó, y al segundo y medio se dio una patada mental como hace mucho no se daba, su conciencia lo traicionaba una vez más.

—Me alegro entonces, no fue tan mala idea.

— ¿Y qué piedra es? No se parece a la del colgante de Conrart.

—Claro que no, eso es cristal fino coloreado y modelado para poder mantener el escudo de la familia Wincott dentro.

— ¿Entonces? Cuál es la diferencia.

—Este es un diamante azul, bastante raro. — dijo con calma y orgullo el príncipe mientras su mano aun sostenía la del moreno entre sus dedos.

Del nerviosismo por ese hecho Yuuri ya se había olvidado, solía pasarle a menudo al tener la costumbre y el confort con ese otro joven, pero cualquiera que abriera la puerta y los encontrara así tomados de las manos podría sacar solo una conclusión aunque el negara la posibilidad a muerte.

Dejando ese tema de lado, el moreno estaba más que sorprendido. —¡Un diamante! Pero no sabía nada de diamantes azules.

—Hump, te dije que era muy raro, son naturales, pero difíciles de encontrar y muy escasos. — se quejo el rubio.

—Aunque podemos decir orgullosos que Shin Makoku es un lugar donde suele pasar más a menudo este fenomeno que en otros lugares, aunque nosotros no nos dedicamos a buscarlos porque se arruinaría la tierra. Pero los humanos son codiciosos de ellos y hemos tenido varios intentos de invasiones por esto.

— ¡¿Guerras? Wow….Mi dedo ahora vale más que el Empire States, y encima causa guerras…Realmente se siente como algo digno de un rey supongo.— había exagerado con lo del edificio y Wolfram ni siquiera entendió eso, pero como siempre lo dejo pasar.

—Haaa, tenía el presentimiento que esto tampoco serviría. — suspiro el príncipe. —Después de todo eres demasiado enclenque aun, Yuuri. Cualquier cosa con guerras de por medio….no haría feliz a ese chico.


14 de Febrero 23:00hs

Lugar: afueras del castillo.

La noche había caído ya hace mucho, cerro su reloj de bolsillo y lo guardo. Faltaba una hora para la medianoche y su propio ego aun se sentía decepcionado al no haber podido regalar algo que a Yuuri le gustara. Claro que sabía que algunas cosas habían fallado realmente y otras el moreno las apreciaba, pero él quería algo que lo hiciera feliz sinceramente del todo, algo que le haga decir que realmente le gustaba sin tapujos y con emoción.

Al dejar su reloj encontró que aun tenía guardado el papel que tomo frente a la joyería. Lo miro y sonrió decidido, tal vez un último tirón mas y con suerte lo lograría. Guardo el papel mientras corría hacia el establo para sacar una vez más a su caballo.


14 de Febrero 23:49hs

Lugar: escaleras del salón principal a la entrada del castillo.

Yuuri en su pijama observo algo escondido desde la escalera, si alguien lo veía en pijamas por ahí seguro le diría a Günter y este lo sermonearía, Conrad tal vez solo se reiría de él como siempre. Pero sabía que Wolfram había salido tras preguntarles a algunos soldados y aun no regresaba.

Se inclino sobre la baranda fría de piedra para intentar observar la hora el enorme reloj en el centro de la sala. Faltaba poco para las doce por lo que llego a ver de lejos y la posición de las agujas. Al ser más consciente del lugar luego de su jugueteo sobre la baranda comenzó a sentirse incomodo, podrían llamarlo miedoso pero el castillo de noche no le gustaba para nada.

El salón era enorme, las escaleras dobles y bajaban formando dos curvas hacia ambos lados de este, en el centro debajo el gran reloj, arriba el corredor del primer piso. El nuevo adorno de su mano brillo y una pregunta estúpida le cruzó la mente mientras observaba el lindo color azul claro y transparente de este. "¿Debería quitármelo para dormir?"

Como siempre es la ironía cuando esperaba nada paso, pero ahora que estaba sumido en sus pensamientos la puerta al fin se abrió y el rubio entro a pasos torpes al lugar. La ida y vuelta a caballo había sido una de las más extremas en un tiempo, al menos tan rápidamente. Más aun que las muchas cabalgatas que tuvo de practica en la academia con objetos para esquivar o saltar.

Había tenido que ir de una punta a la otra de Shin Makoku por segunda vez, aunque esta fue peor porque literalmente era casi donde terminaba el país para dar lugar al paredón que lo separaba del bosque. A las carreras salto y esquivo gente, carros, niños con perros que los idiotas de sus padres valla a saber porque dejaban salir afuera y no los vigilaban para ver si se metían en medio de la calle, y ancianitas de muchos tipos que tardaban años en cruzar y se le ponían en el paso.

Pero lo logro, consiguió lo que había ido a buscar y le quedaban unos minutos para entregárselo a Yuuri y no era como si él estuviera ahí mismo y no tuviera que caminar hasta la habitación para encontrarlo. La cual obviamente estaba muy lejos. Por un segundo pensó que había perdido, pero de repente el universo le ayudo y le escucho.

— ¿Wolf? ¿Dónde Estabas?— la voz del pelinegro inquieta era música para sus oídos.

Wolfram uso los últimos alientos de vida que le quedaban para subir un par de escalones, ya para cuando estaba cerca se agotaron y solo extendió unos papeles hacia el casi rogando que los agarrara. —Toma….partido de Baseball…..tierras humanas….cupos limitados…Tú, yo y Weller.

Yuuri se sorprendió y tomo los papeles, tres entradas y un panfleto del evento. Al verlo leyó rápidamente el encabezado y era verdad, un partido especial en tierras humanas de un equipo que no conocía y por ende al ser pequeño tenia cupos limitados para el evento. Observo a Wolfram y este le pregunto aún agitado y cansado.

— ¿Te gusta?

— ¡Por supuesto, esto es genial! Gracias Wolf. — exclamo el moreno y esa sonrisa que el rubio quería ver por fin le ilumino la cara.

—Genial…. — lo hubiera exclamado con más excitación pero en ese momento lo único que quiso hacer era arrodillarse del todo en la escalera y terminar tendido entre los escalones sobre la alfombra.

Las doce campanadas del enorme reloj empezaron a sonar, pero el ya estaba en otro mundo como para escucharlas, lo único sabia es que sobre el plazo pero había logrado su cometido. El moreno estaba tranquilo ya que el rubio solo dormía, sonrió dulce ante la escena hasta que se pregunto "¿Qué hago ahora con él, como lo llevo hasta la habitación?"


- Fin del capítulo 1 –

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Notas finales:

[1] Rebenque: es el látigo corto que se utiliza para golpear al caballo. En realidad es un elemento centroamericano y también del gaucho, digamos que Wolfram no debería conocerlo pero por la época y por la costumbre de usar caballos se lo adopte igual. Digamos que el sentido de la frase se refiere a que Yuuri es tan duro de cabeza que hay que domarlo a latigazos a veces.


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