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memory's crusade. por black_phenix

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Notas del capitulo:

¿Qué? Me gusta el Mpreg... por eso muchas de mis historias los tienen, no puedo dejar morir clanes así por así.

XDXD

Espero sea de su agrado.

 

Naruto no me pertenece; todo derecho de autor va dirigido a Kishimoto Masashi sama. Solo uso su creación en conjunto con mi historia para fines de ocio y no tengo ganancia alguna con su trabajo más que los comentarios de los fans que la encuentren amena.

Gracias por su comprensión.

 

 

The Memory’s  Crusade.

 

 

 

 

Prologo.

 

 

The time when I come to you.

 

 

 

 

Caminaba algo tembloso por el asfalto de las calles de Konoha, no hacía mucho había recibido otra de las palizas que los chicos mayores que él se tomaban las molestias de darle; tenía apenas 10 años y todavía no tomaba la prueba para el examen Genin. Quería ser fuerte, quería poder defenderse; pero en todo era una basura como se tomaban las molestias los chicos en llamarle.

 

 

Iba algo adolorido y con algunas heridas abiertas que ninguno de los habitantes de la aldea que lo veía, se tomaba la molestia de revisar. Era algo normal, ¿Por qué se tomarían la molestia de ayudar a un monstruo? Se detuvo y respiro profundamente tratando de aguantar la punzada de dolor de la gran cortada que tenía en la espalda producto de un Kunai oxidado; que posiblemente logre infectarle.

 

 

Aunque tenía serias dudas de posiblemente enfermar; nunca lo hizo y al otro día tenía la certeza de que no quedaría prueba alguna de que lo utilizaron como muñeco de prueba para practicar habilidades ninja. Exhalo suavemente y se puso a caminar de nuevo, moviéndose entre los callejones donde ningún vago o borracho podría encontrarlo y atraparlo para darle una de las típicas “lecciones de su vida”.

 

 

Suspiro aliviado al lograr llegar hasta la puerta de su departamento: era pequeño, pero era lo único que tenía que podía decir era suyo. Quizás no tenía lujos, ni cosas costosas, pero tenía un lugar al cual regresar a salvo de un día completamente duro.

 

 

 

Abrió y, rápidamente introduciéndose, cerró nuevamente colocando los cuatro seguros y los dos candados y también se encargaba de asegurar las ventanas que estaban cerca de la escalera de incendio. Se sentó en la cama cuidando de no lastimarse más de lo debido; sentía el ardor de las heridas siendo curadas lentamente…

 

 

Una tras otra las lágrimas comenzaron a fluir inundando su rostro, haciéndolo ver tan frágil como cualquier niño lo era…   Estaba harto, quería vivir como alguien normal, ser alguien que era amado por otros y no repudiado y echado a un lado. Pero estaba más que seguro que eso jamás pasaría…

 

 

Deseaba ser tan guay como lo era Sasuke, tan genial que todos lo admiraran; río y tocio algo adolorido ante el pensamiento… El mejor ninja de todos…, pero también sabía que sólo soñaba con eso. Era imposible para el ser igual que el gran Uchiha Sasuke. Nadie lo quería en ese mundo perfecto hecho por los aldeanos de Konoha.

 

 

Dejándolo a él tan solo como estaba. Ni siquiera tenía certeza de si lograría ser un Genin o al menos un ayudante en algún sitio. El Hokage no duraría para siempre y a él no lo mantendrían por toda la vida. ¿Quién querría a un monstruo en su trabajo?

 

 

Nadie…

 

 

 Sus lágrimas se transformaron en llanto: uno que nadie escucharía y si lo hacía simplemente sonreiría ante la moción de saber que él era el que lloraba. Él no tenía culpa de nada y aun así lo trataban de tal manera.

 

 

Sus labios temblaron y sus manos se enredaron en las sucias sabanas que cubrían su vieja cama; en la cual dentro de poco tiempo no cabría. Se cubrió con ellas y comenzó a temblar otra vez como tantas veces lo hizo después de que le ocurriera lo mismo que ese día.

 

 

¿Qué cosa tan mala hizo él para merecer lo que le hacían? ¿Acaso hizo algo cuando nació para que sus padres murieran y a él lo odiaran tanto como a una cucaracha? Su semblante se frunció tratando de contener las lágrimas que purgaban en sus ojos. Ni siquiera sabía los nombres de sus padres: sólo tenía carencia de que su apellido pertenecía a su madre.

 

 

Entre gemidos sus ojos pesadamente se cerraron con sólo un pensamiento, ¿lo extrañarían si moría?

 

 

Seguro que no…

 

 

A la mañana siguiente, se levantó con un aura triste a su alrededor. No quería ir a la academia, ¿para qué? Sólo para ser la burla de sus compañeros, si es que les podía llamar así. Ni siquiera el profesor Iruka se interesaba en lo que le pasara a él, sólo a él, ya que siempre lo vio preocuparse por los otros y… jamás por él.

 

 

A la única persona que le tenía aprecio era al dueño de la tienda de ramen, él era el único que le prestaba atención y no lo miraba como un bicho y a veces, cuando no tenía dinero y tenía mucho tiempo sin comer, le daba ramen gratis.

 

 

Se volvió a acurrucar entre las sabanas y cerro sus ojos buscando el sueño nuevamente. No iría a la academia; no importaba, de todos modos, nadie lo extrañaría…

 

 

Ya no hacia sus bromas que buscaban llamar la atención de gente que ni voltearía a verlo y sólo se reiría ante el pensamiento que él era un simple inútil.

 

 

Volvió a llorar apretando contra su pecho la pequeña almohada mientras sus lágrimas la mojaban de a poco. 

 

 

—No eres inútil —un susurro en una de las esquinas de su habitación lo hicieron alertarse. ¿Pero que podría hacer? ¿Tal vez y tenía suerte de que lo mataran rápidamente?

 

¿Quería morir? Pensó y rápidamente se dijo que sí, ya estaba harto de sufrir…

 

 

—No pienses eso… —la voz volvió a resonar en la pequeña estancia y él sólo pudo abrazarse más a la almohada al creer que el hombre leyó su mente y no lo haría rápidamente. Ya no quería sufrir más…

 

 

—No he venido a hacerte daño —no le creía, todos querían hacerle daño. No había nadie en esa aldea que no le quisiera hacer daño. Quitando al dueño del Ichiraku ramen y su hija, y tal vez a Sasuke.  Tembló en la cama y se movió con su rostro aun oculto hasta la cabecera tratando de huir lejos del tipo que se acercaba, escuchaba sus pasos.

 

 

—No… m-me haga daño… Por favor —susurro cohibido—. No tengo nada, n-no tengo dinero, ni siquiera tengo con que alimentarme —las lágrimas corrían nuevamente y sintió como se sentaban en la cama haciéndolo soltar lagrimas con más fuerza esperando el primer golpe—. Por favor, no más dolor… es insoportable y aunque sé que me curare de nuevo… sólo soy un niño… Por favor… no me… no me golpee.

 

 

Sabía que era en vano lo que  pedía, nadie lo escuchaba cuando se divertía haciéndole daño. Aún recordaba las patadas al hígado que antes le lanzaban… ya no.

 

 

 

—Si me… si me hará daño… por favor, m-máteme…

 

 

 

Sintió una mano tomar su brazo y halarlo con fuerza, no al punto de dañarlo: se sintió raro ser abrazado y más raro sentir lagrimas caer en su espalda: — No sigas, por favor –pidió el adulto aferrándose a su pequeño cuerpo—. Es imposible que te haga daño. –Naruto no supo porque pero simplemente se echó a llorar mientras se aferraba al hombre que le decía aquellas palabras. Nadie nunca le había dicho aquello.

 

 

—Si no quiere matarme, ¿Qué busca de mí? —Pregunto, pero extrañamente aún no le había visto el rostro—. Soy sólo un inútil que nadie quiere.

 

 

—Si Sensei te escuchara, te daría unas buenas nalgadas —el hombre río y limpio sus lágrimas. Naruto levanto su rostro y vio algo extraño, el hombre era un poco mayor que él, sólo parecía tener 15 o 16 años y extrañamente era igual de rubio que él y tenía su mismo color de ojos hasta lo imitaba en las marcas en sus mejillas.

 

 

— ¿Por qué te pareces a mí? —Naruto toco las mejillas del chico mientras sorbía los mocos y limpiaba las pocas lágrimas que purgaban por salir.

 

 

—Eso es porque yo soy tú, pero más adulto —él sólo era un niño inexperto, pero, ¿no que eso era imposible? —. Lo era, bueno lo es para alguien que no sea mi Sensei o yo –respondió a la pregunta mental que el pequeño se había formulado.

 

 

— ¿Eres tan fuerte? —Lo miro con aquellos ojos tan brillantes. El Naruto adulto sonrió tan cariñosamente, nunca pensó que él fuera así de tierno. Ahora sabia porque su Sensei siempre sacaba a relucir lo lindo y pequeño que era; diciéndole que prefería a su versión Chibi que a él: cosa que sacaba mucha frustración en su persona; aunque ahora se daba cuenta del por qué.

 

 

 

—Somos muy fuertes —respondió mientras acariciaba su cabello. El pequeño Naruto acostó su cabeza en el regazo de su yo futuro disfrutando de la primera caricia que recibía en su vida. Se sentía tan bien. ¿Por qué los otros niños sentían vergüenza de que sus padres le hicieran eso en público? Se sentía tan bien como comer ramen.

 

 

Ahora que lo recordaba —junto al gruñido de su estómago—,  tenía hambre  y no había nada en la despensa. Aún faltaban varios días antes de que el Hokage le entregara la mesada del mes para que pudiera comer. También tenía que comprar algunas cosas de su aseo personal, lo que supondría que tendría que durar a lo menos, dos o más días sin comer para poder hacerlo.

 

 

Su mirada volvió a ser triste: ¿Por qué estaba así si ya estaba acostumbrado a eso?  El Naruto adulto lo levanto y lo sentó en su regazo abrazándolo por la cintura y poniendo su barbilla en la cabeza del pequeñín. Estar en esa posición también se sentía bien, pero no podía disfrutarla mucho por lo molesto de su estómago.

 

— ¿Te parece bien si comemos antes de que te explique qué hago aquí? —Pregunto a lo que se ponía en pie y extendía una mano al pequeño. Naruto lo miro apenado y bajo la cabeza…

 

 

—Lo siento, no tengo… nada para comer —se explicó—. El Hokage me entregara la mensualidad en dos días…

 

 

El adulto sintió su corazón encogerse con cada palabra. ¿Él era así de frágil?

 

 

Sintió más rabia para con la gente de Konoha; nunca les perdonaría tal atrocidad. Él era sólo un niño en busca de afecto, afecto que nadie se dignó a darle, afecto que sólo su Sensei le dio: —Descuida —le susurro y luego lo cargo—, he traído algo de comer y también te he traído mucho dinero, así podrás comprarte lo que quieras…

 

— ¿En serio? –No se mostró más feliz de lo que era por lo doloroso que era tener el estómago vacío. Aunque su gran sonrisa y sus lágrimas de felicidad lo demostraban por si solas.

 

 

— ¿Te ocurre algo? –Pregunto alarmado; buscaba hacerlo feliz, no dañarlo. El pequeñín negó rápidamente y seco sus lágrimas.

 

 

—No, no me pasa nada —respondió—. Es sólo que, aunque seas yo, es la primera vez que alguien me trata como tú… —sus labios temblaron—. Soy feliz —se abrazó al cuello del adulto y sollozo mientras se restregaba en su hombro. El Naruto adulto simplemente quedo estático para luego sonreír y abrazar al rubito.

 

 

—Sera mejor que comamos… —dijo y luego se dirigió al pequeño comedor donde puso algunos packs de comida rápida que había comprado de camino a aquel lugar—. Te he traído eso, también hay ramen si gustas —el pequeño Naruto asintió y se sentó en la mesa a lo que el otro destapaba un fon con café.

 

 

— ¿Tú no comerás? —Pregunto a lo que destapaba uno de los packs y se maravillaba con su contenido; era la primera vez que probaría aquello tan delicioso según escuchaba de los comensales en los restaurantes cuando estos salían. El rubio adulto negó y tomaba un sorbo de su vaso.

 

 

—Ya he comido, así que no te preocupes y come hasta estar satisfecho —levanto su mano y la poso en la cabeza del más pequeño para acariciarla—. Puedes comértelo todo si gustas, al final de cuentas, desde hoy no pasaras por lo mismo.

 

 

— ¿A qué te refieres? —Indago mientras comía. Las chuletas azadas eran una delicia.

 

 

—Primero come, luego hablaremos —desecho la pregunta y se sentó en la silla que siempre estuvo vacía a su lado en la mesa. Naruto siguió comiendo no queriendo enojarse él mismo; ¿estaba bien emplear esa frase? Bueno, no importaba, era él de todas formas.

 

 

Al acabar de comer y satisfacer su estómago el rubito se estiro sobre la mesa bajo la divertida y atenta mirada de su yo futuro. Se veía demasiado tierno, parecía un gatito esperando a que lo consintieran. Acaricio su cabeza y casi pudo sentirlo ronronear bajo su tacto.

 

 

Estuvieron en silencio un rato, disfrutando del silente ambiente que los rodeaba en la pequeña estancia. Naruto seguía echado bajo las caricias del adulto en la mesa: era la primera vez de todo eso, la primera vez que lo abrazaban. La primera vez que lo acariciaban. La primera vez que comía acompañado con alguien en su mesa. Todo tan nuevo, nunca importo cuantas veces lo imagino, el vivirlo era mucho mejor que la fantasía.

 

 

—Yo… —comenzó el adulto suspirando mientras miraba al pequeño a los ojos—. No puedo quedarme mucho tiempo —Naruto lo entendía, pero aun así se sentía un vacío tan grande—. No es lo que piensas…

 

 

— ¿Ah no? —Inclino su cabeza un poco y toco su labio con su índice en señal de pensar llegando segundos después a ninguna conclusión. El Naruto adulto sonrió.

 

 —He venido sólo para ser uno contigo —explico.

 

 

— ¿Por qué? ¿Deseas desaparecer? —Por lo menos entendía algo de la conversación, no era tan estúpido.

 

 

—En mi tiempo, ya no hay nada que me espere —susurro—. Mi Sensei ha de haber muerto ya. Él es una gran persona, me salvo de la soledad y se convirtió en algo parecido a un padre.

 

 

— ¿Lo podre conocer? –Lo miro ilusionado.

 

 

—Posiblemente lo hagas, pero tal vez sea como un enemigo —Naruto lo miro confundido, ¿Qué no dijo que era como un padre para él? —. Se suponía que mañana tú decidirías huir de Konoha, él te encontraría en el bosque a las afueras de la aldea y decidiría cuidarte; ayudándote a crecer y ser el más fuerte de todos.

 

 

— ¿Por qué lo pones como si no fuera a pasar?

 

 

—Por qué he venido para que no pase —se sintió mal cuando vio al pequeño desviar la mirada triste.

 

 

— ¿Por qué? —Pregunto mientras jugueteaba con la tela de su pequeño pantalón. El rubio adulto suspiro para luego levantarse y tomar al pequeño en sus manos y guiarlo a la cama donde se sentó y lo sentó en sus piernas.

 

 

—Porque él morirá si se junta con nosotros —le dijo—. Yo dejare de existir si impido que se reúnan en el bosque y él vivirá de una manera diferente a la que vivimos. Pero todo es por el bien de él que fue como un padre para mí.

 

 

—Pero yo…

 

 

—He venido para ser uno contigo —susurro nuevamente mientras sonreía—. Tendrás mis recuerdos y sabrás todo de él, tendrás mi fuerza y mi poder, y también podrás controlar al demonio que hay dentro de ti.

 

 

— ¡¿El demonio que hay en mí?! —Exclamo asustado. Naruto comprendió que él se pondría así si se hubiese enterado tan súbitamente como él se lo estaba revelando. Toco su cabeza y lo calmo.

 

 

—El zorro de las nueve colas fue sellado en el cuerpo de Uzumaki Naruto para proteger a la aldea de Konoha por su padre, el cuarto Hokage, Namikaze Minato, y su madre, Uzumaki Kushina —desvelo a lo que se aferraba al cuerpo del pequeño.

 

 

— ¿E-Ellos me odiaban? —Pregunto. Era normal preguntar eso después de descubrir que todos te odian por las decisiones de tus padres.

 

 

—Jamás lo hicieron, nos amaban tanto que para darnos una oportunidad de vencer, nos legaron todo el poder que podían darnos —suspiro y se acostó en la cama aun abrazando al rubio, que se aferraba a él aun escuchando cada palabra con atención—. La persona para la que Sensei trabaja puede controlar al zorro de las nueve colas,  él uso al zorro para atacar Konoha aquel día que fue sellado en nosotros. Padre lucho contra él y logro vencerlo, pero sólo fue una batalla, él era demasiado poderoso para ser derrotado tan fácilmente y más si podía usar a aquel demonio a su antojo.

 

 

— ¿Para que podamos vencerlo, sello al Kyuubi en nosotros? —Naruto se sentía tan cómodo. Era como cuando soñaba con contarle a su padre como estuvo su día o como cuando su madre escuchaba sus problemas.

 

 

—Así es, por que sólo nosotros podemos vencerlo —sonrió. Suerte tuvo que para su edad era alguien que prestaba atención a todo—. Conocerás a papá y mamá pronto. Pero quizás no necesiten explicarte mucho y así puedas disfrutar de ellos por unos minutos —el pequeño asintió.

 

 

— ¿Qué hare entonces si no puedo conocer a tu Sensei?

 

 

—Lo conocerás. Aunque de un modo totalmente diferente, lo harás —se inclinó  y acaricio su espalda en círculos—. Conoces ya a su hermano.

 

 

— ¿Su hermano?

 

 

—Uchiha Sasuke… —Naruto abrió los ojos en sorpresa, ¿su Sensei sería el hermano del chico más guay de Konoha? —. Sí, Sasuke, su hermano vive pero Sasuke sólo quiere vengarse de él.

 

 

— ¿Por qué? –Pregunto poniendo carita de pena. ¡Dios, era demasiado lindo! Tenía que hacer entrar en razón al pequeño para que no fuera violado por algún pedófilo.

 

 

—Porque hizo algo que Sasuke considero malo aunque era por su propio bien— ya su tiempo se estaba agotando, necesitaba terminar con todo aquello en ese momento—. Pequeño… —Naruto alzo la cara adormilado—. Ya es hora, te daré todo de mí a ti; el dinero que prometí, está guardado en el baño así no lo encontraran los que vienen a menudo a visitarte cuando no estás. Nunca lo saques de ahí, si necesitas algo coges lo que necesites —el pequeño asintió frotándose los ojos—. Mis memorias no serán tuyas sino a partir de los 12 años. Deberás  cuidarte hasta obtener mi fuerza y memorias.

 

 

El Naruto mayor se levantó y acomodo al pequeño bajo las sabanas mientras este lo observaba fijo.

 

 

—El resto lo entenderás a partir de aquella edad, en este mismo día —sonrió tristemente y realizo unos cuantos sellos de manos bajo la mirada cancina del niño—. Al menos ten por seguro que estarás bien, ya no llores, se fuerte.

 

El pequeño asintió y Naruto termino de realizar su Jutsu—. Cierra los ojos, Naruto —le dijo y este obedeció—. Al menos seré yo tu primer beso —susurro y se acercó a los labios del pequeño—. Tú eres yo y yo soy tú. Yügö Jutsu (Jutsu de fusión) —sello sus labios con un suave beso, y en el instante en que se tocaron el adulto se volvió una masa corpórea de luz. Comenzaba a introducirse al cuerpo del pequeño, lentamente, hasta que no quedo nada más que un susurro a la nada—. Encuentra tu felicidad.

 

 

Y todo se volvió oscuridad para el pequeño Naruto.

 

 

Junto a su sueño, sólo quedaba la esperanza del que fue, y que al menos esta vez hubiera hecho lo correcto.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

todo dependera de ustedes. ¿lo continuo?


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