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la travesía del Heredero. por black_phenix

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Notas del capitulo:

espero les guste, esta es una idea que me surgio conjunta con el prologo de ·memory's crusade· espero de su agrado y solo si les gusta lo continuare.

 

La travesía del heredero.

Prologo.

 

 

Su largo y rebelde cabello de un rojo intenso, casi como la sangre, danzaba al compas de las finas franjeas de viento que se colaban por el ventanal; apenas había entrado y se había quedado absorto con la imagen del bello ser que reposaba en aquella silla que utilizaba para moverse a su antojo por la habitación, mas no por ningún otro sitio. Su rostro se veía serio y sereno; como si nada estuviera pasando  y él sabía que aquella persona era la que mas sufría aún en su réquiem de tranquilidad y calma aparente.

No era normal estar así cuando tu propio hijo intenta matarte para apoderarse de lo que con años de dolor lograste levantar. Suspiro tristemente y se encamino hasta varios pasos por detrás de la imponente imagen que aquel divino ser le presentaba. Arrodillado en una de sus piernas, en son de sumisión, deleito sus ojos una vez más antes de interrumpirle-. Buenos días, su majestad –pronuncio suavemente, como si las palabras y el hecho de que el hombre de la silla de ruedas le respondiera con una mirada y una suave sonrisa, fuese el pan de cada día.

– buenos días a ti también, joven sirviente –devolvió el saludo y volvió a posar sus ojos en la ventana, deleitándose con el flujo mañanero de viento que alzaba las hojas de los cerezos creando un hermoso panorama para sus rojos y rasgados ojos-. Dime, joven sirviente, ¿Cuánto tiempo ha sido ya? –pregunto. El joven se levanto y se acerco a la silla tomándola por los mangos de empuje  y arrastrando a su señor hasta el balcón, donde tomaba su desayuno todas las mañanas.

-Siete años, mi Lord –respondió a lo que colocaba los alimentos en la mesa que anteriormente habían traído las sirvientas de palacio-. Pronto serán ocho. –añadió.

–Casi ocho años, eh –suspiro. El joven sirviente se poso a su lado todo el tiempo mientras su majestad desayunaba tranquilamente, tomando su tiempo en todo-. Me parece que está a punto de entrar. Será mejor que te retires a la otra habitación y por favor, no hagas nada absurdo –sonrió mientras el joven inflaba una de sus mejillas-. Hablo en serio, Naruto. Recuerda lo de la otra vez, no deseo que te pase de nuevo.

–Aun me duele –respondió y simplemente bajo la cabeza mientras mordía su labio inferior-. Hare como usted diga, pero si se pone como la vez anterior, no dudare en interrumpir. Su seguridad es mi prioridad, aún sobre cualquier cosa que pese sobre mí y aun si me condenan a que me corten la cabeza…

–Naruto…  -advirtió con voz severa. El joven de rubios cabellos suspiro y se encamino a la habitación, adentrándose a una puerta aledaña a la de la salida que daba a una habitación de servicio.

-<<Ese chico… >> -su majestad sonrió y minutos después de que Naruto hubiese entrado en la habitación, la puerta principal se abrió dejando a la vista a un imponente hombre de cabello negro azulado envestido en un traje negro con encajes rojos. El imperioso hombre de cabello rojo solo se limito a ignorarle mientras sorbía de su jugo.

–Padre…  -saludo mientras se acercaba y se inclinaba en son de respeto-. Buenos días, su alteza real, rey del reino de la hoja de fuego,  kyuubi-sama.

 –No son tan buenos días cuando te tengo frente a mí, hijo –dijo indiferente, sin mirarlo a la cara haciendo enojar al hombre-. Eh acaso de suponer que vienes por mas poder, ¿o me equivoco, Madara?

–Sí, vengo por más. Bien sabes que no puedo mantenerlo hasta no obtener la marca que me designe como legitimo heredero. –Reclamo entrecerrando los ojos y mirando al rey con reproche-. Esto no estaría pasando si te decidieras ya. No hay ser más digno que yo para sucederte.

–Principalmente porque has matado a toda elección que tenga para tal caso –sonrió de lado al ver la mueca de complacencia en el rostro de su hijo y agrego-: No importa cuánto digas o hagas, Madara, nunca obtendrás la marca del sucesor. Aun si tengo que llevármela en mi muerte… que para tu sorpresa no está demasiado lejos.

– ¡Deja de actuar tan calmado, anciano! –sus puños impactaron en la mesa. El rey suspiro y poso sus ojos en aquellos que comenzaban a tornarse rojos de ira-. ¿Acaso piensas dejar morir a tu querido reino, padre? Solo yo puedo sucederte y nadie más. Aun sin la ancestral marca de los reyes pasados, puedo tener control sobre el reino mientras estés aquí encerrado. Ya pensare en algo; de una u otra forma el reino de la hoja me pertenecerá por completo con o sin tu aprobación como actual rey.

–La manera en la que eres ahora, es lo que mi impide como rey sucederte el trono –musito apartando la vista-. ¿Qué te hizo como eres, hijo mío? ¿Es mi culpa, quizás? –lo miro de soslayo. Madara estaba imperturbable, pero aun así la molestia podía sentirse en el ambiente que los rodeaba a ambos.

–En lo absoluto, padre. Son las situaciones que acontecen en la vida de las personas los que las hacen lo que son –se arrodillo frente al rey y tomo una de sus manos mientras cerraba los ojos-. Y mientras tú estabas ocupado con el reino, miles de experiencias diferentes me hicieron lo que soy hoy. Tú no tienes culpa de ser ciego, anciano.

Madara entono un viejo cantico y un aura rojiza proveniente del rey comenzó a envolverlo. Su majestad contraía el rostro en un rictus de dolor mientras sentía la pérdida de poder que su cuerpo ya abatido tenia. Naruto tras la puerta de la habitación de servicio mordía su labio y cerraba los puños con tal fuerza, que su piel comenzó a ser perforada y emanar sangre. No podía entender por qué el rey permitía que su hijo le hiciese tal cosa. Fuese cual fuese la razón. Planeaba intervenir al ver que el príncipe volvía a propasarse con la extracción de energía, pero la mirada que le dio el rey lo hizo desistir.

–Espero que te decidas pronto, padre –Madara soltó su mano y se levanto-. Como tú dices: no tienes mucho tiempo de vida y sin la marca del sucesor, el reino se verá asediado por catástrofes de inaudita índole gracias a tu terquedad.

–Prefiero la destrucción del reino a lo que planeas, Madara –susurro mientras respiraba agitadamente. Madara bufo y arreglo su ropa quitando unas inexistentes partículas de polvo en su impecable traje.

–Lo que hare será lo mejor para el reino en años venideros, pero eso no es asunto tuyo, anciano. Como dije, de una u otra forma la hoja será completamente mía. –Lo miro una última vez y se giro sobre sus talones-. Vendré más tarde a escuchar tu respuesta. Ya eh esperado casi ocho años por ella, no esperare más que este día.

La puerta resonó con furia al ser cerrada y Naruto tomo eso como su señal a entrar de nuevo encantándose con el casi abatido cuerpo de su majestad. Apretó sus dientes conteniendo las ganas de salir corriendo a golpear al estúpido del príncipe, pero se abstuvo al escuchar el leve gemir del rey.

–Dios, ¿Cuánto planea mantener esto, mi Lord? –Pregunto mientras de sus azulinos ojos finas lágrimas descendían-. No logro comprenderlo. ¿Por qué lo acepta sin más? –el rey alzo su mano y la poso sobre la cabeza de Naruto y sonrió.

–Esto es algo que ya fue predicho, mi joven sirviente –revelo al tiempo que limpiaba las lágrimas de aquel dulce joven-. Naruto, haz lo de siempre…

El rubio cerró los ojos y entono un cantico que el rey le había enseñado a petición de él.  Eso era lo único que podía hacer: no tenía poder ni tierras, no era nadie. Tan solo era el sirviente que se encargaba de mantener bien cuidado al rey en su inventada enfermedad. Como tantas veces cada vez que hacia aquello, se sintió mareado y dejo caer la mano de su majestad. No había hecho mucho esta vez, ¿Qué estaba pasando? No pudo renovar las energías de su majestad como había hecho anteriormente e inclusive, el rey se veía más abatido en ese momento.

– Lo siento… -susurro-. No sé qué me pasa. Me eh sentido raro desde la última vez, señor. –espeto tratando de erguir al cansado Lord en su silla de ruedas. El rey sonrió y tomo la mano de Naruto haciéndolo arrodillarse de nueva cuenta frente a él.

–No tienes por qué preocuparte, Naruto. Es algo normal cuando estoy haciendo esto –la energía roja comenzó a salir de nuevo del interior del rey y se movía a Naruto. El rubio abrió los ojos en sorpresa y trato de frenar sin éxito a su señor.

– ¡Deténgase por favor, kyuubi-sama! –Espeto nerviosamente forcejeando sin tener éxito en zafarse del fuerte agarre-. ¡Por favor! ¿Qué cree que está haciendo?

–Terminando de marcar a mi sucesor, claro está –Naruto se detuvo y el rey termino lo que había hecho haciendo que la cruz negra que reposaba en su mejilla izquierda desapareciera. Naruto estaba ido y el rey recuperaba un poco la compostura levantándose de la silla con un poco de esfuerzo para acariciar la mejilla del rubio.

– ¿Por… porque yo? –logro articular el rubio. Miro al rey a los ojos y encontró ternura en ellos.

–Porque no hay ser más digno que un alma pura para ascender a un trono. –respondió. Naruto se sentía mareado y con ganas de votar lo que había cenado la noche anterior. Inspiro y exhalo varias veces buscando calmar aquel nerviosismo que lo carcomía.

– ¡No comprendo nada, señor! ¿No estaba yo dándole mi energía para que recuperara al menos un poco de la que el príncipe robaba? –kyuubi rio quedamente y se volvió a sentar, esta vez con la ayuda de Naruto, en la silla. Naruto halo sus pelos en frustración tratando de entender que sucedía.

–En estos casi ocho años, ¿Qué hemos hecho, Naruto? –pregunto el rey y el rubio paro de tratar de abrirse el cráneo para buscar una respuesta.

–Usted me ah instruido, kyuubi-sama. Desde política hasta economía y me ah enseñado a escribir y leer puesto que cuando llegue con tan solo siete años, no sabía nada… -Naruto cavilo mientras el rey seguía tomando de su jugo tranquilamente. Eso hasta que al rubio le llego por fin la base para todas las respuestas de sus preguntas-. ¡¿Acaso usted me estaba preparando para este momento?!

–Hasta que al fin lo comprendes, mi tonto sirviente –kyuubi rio y Naruto inflo sus cachetes para luego poner mirada triste-. ¿Ocurre algo malo? ¿No quieres convertirte en el amo y señor del reino de la hoja?

Naruto negó rápidamente-. No es eso. Si tu usted me ah elegido ah de ser por algo, pero es que… ¿Qué le ocurrirá a usted ahora, señor?

–Moriré… -Naruto trago en seco y termino arrodillado frente al rey con su cabeza en su regazo jipando ante la noticia-. No llores chico, esta ah sido mi decisión. Las veces que me has dado poder para recuperarme no han sido sino yo traspasándote poco a poco mi energía.

–El cantico que usted me enseño era para…

–Para que tu cuerpo pudiera sellar mi poder en tu interior. Era necesario para entregarte mi todo –respondió-. Por el momento no es bueno que se enteren que tengo un sucesor, por ello es el sello. Más simple seria decir que eh muerto llevando conmigo la marca. –Levanto el rostro de Naruto y lo miro a los ojos-. Como mi sucesor, estas legalmente, por ley mágica antigua y Elfica de nuestros predecesores, comprometido con el príncipe del reino del viento circundante –Naruto boqueo en sorpresa. El rey tuvo ganas de reírse pero ese no era momento para eso-. Mi hijo mentira haciéndose el prometido de aquella persona. Creo que esa es la única forma en la que puede controlar el reino.

– ¿entonces…? –Naruto estaba ya como un fantasma de pálido. No solo recibía el titulo de heredero al trono como sucesor legitimo del rey sino que también estaba comprometido con alguien que no conocía.

–Eres tu quien debe ir al reino del viento y reclamar tu lugar como el consorte real –explico-. Pero eso no ocurrirá sino hasta dentro de tres años, el príncipe aun es un adolescente y tiene tu edad. Deben tener la mayoría de edad para que la boda comience a ser planificada antes de que el heredero ascienda al trono. Que será el mismo día de la boda real. Pronto moriré mi heredero, no me queda mucho –sus ojos se iba apagando y Naruto se sentía morir: ese hombre era lo único que tenía realmente en vida, era como un padre y lo había tratado como un verdadero ser humano durante todo el tiempo que estuvo ayudándole-. Cuando muera, finge no saber nada, de seguro mi hijo hará que te echen del castillo. Quiero que tomes una bolsa que hay en la tercera gaveta de mi cómoda, ahí hay dinero suficiente como para que vivas 10 vidas.

–mi señor, ¿Cómo se supone que…?

–Lo harás bien, Naruto. Yo te acompañare siempre en espíritu velando por ti… -el rubio no entendió aquello pero el rey lo dejo así-. Quiero que busques a alguien que te enseñe a luchar; no debes quedar desprotegido para cuando la marca se rebele en ti, que a partir d ahora, será en un año. Muy bien sabes que todo el reino se enterara y mi estúpido hijo deducirá que solo tú, quien era el único permitido a acompañarme, eras mi legítimo sucesor. No obstante, utilizara la revelación de la marca para tapar su falta de ella.

–Hare como usted me diga mi señor –sus ojos se aguaron al escuchar la voz del rey apagándose poco a poco.

–Buen chico… -le acaricio la cabeza-. Como te dije, emprende hacia el reino del viento y reclama tu lugar como consorte real, busca quien te entrene y ten cuidado de mi hijo. Mi cuerpo desaparecerá; siempre ocurre con todos los reyes y solo el rey siguiente o el heredero en este caso sabe que les ocurre. Confió en ti y sé que elegí bien al dejarte la seguridad de mi reino a ti. Se feliz hijo mío.

L a imagen fue desoladora. El rey se había convertido en una oleada de polvo brillante arrastrado por el viento mientras Naruto se hallaba sujeto de la silla a lo que lloraba sin consolación alguna. Una vez más estaba solo.

Como el rey le había dicho, tomo la bolsa y la oculto entre sus cosas y para cuando aviso al príncipe de lo que había sucedido, fue expulsado del castillo siendo arrastrado por los guardias alegando que su servicio ya no sería requerido nunca más. Naruto había visto la seria cara de frustración del príncipe…

Se había encaminado a las afueras del reino con pocas cosas encima hacia la cabaña de un viejo amigo que su difunto padre antes de que él se fuera a vivir al castillo, le había recomendado ir a ver si algo le sucedía.

Su travesía a penas estaba comenzando.

–Prometo que hare mi mejor esfuerzo, su majestad. 

 

 

¿continuara?

Notas finales:

una respuesta no les haria daño. XD

 


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